Parte amistoso

Un pequeño accidente de coche, dará lugar a un cambio total en la vida de dos personas muy distintas.

PARTE AMISTOSO

Circulaba por la ciudad apático y ausente. Raquel me acababa de dejar, rompiendo así con 15 años de algo parecido a la felicidad. Sabía que los dos últimos años fueron difíciles; el embargo de mi negocio, las discusiones con la familia por herencias y privilegios de sucesión, el stress de mi nuevo trabajo en una empresa de construcción que me alejaba de casa casi todo el día, y hacía recaer en ella el peso del hogar y la educación de nuestros dos hijos….. Me dijo que había conocido a alguien con mas tiempo, con más dinero, y con una poya más grande. No sé cual de las tres cosas me dolió más, pero estaba claro por la forma de decírmelo que el amor se había acabado para ella y que quería una nueva vida.

Nunca supe afrontar mis relaciones con las mujeres de forma enérgica. Pese a la duración de mi matrimonio, era la cuarta vez que me dejaban. Me veía como un fracasado, incapaz de mantener la iniciativa ante una mujer, pués ellas siempre me habían impuesto su voluntad de forma más ó menos explícita. Nunca pude desarrollar mi imaginación, ni mi voluntad ante ellas. Las quise demasiado. Las respetaba demasiado. Quizás las idealizaba demasiado.

Mis tribulaciones me llevaban por la gran ciudad sin rumbo fijo. Tenía miedo llegar a mi nuevo apartamento de triste separado y quedarme allí solo, con la única compañía de mis negros pensamientos. Con resignación, salí de la circunvalación y me interné hacia el centro, intentando enfrentarme a una tarde más comiendo solo, una tarde más de aburrimiento, nostalgia y depresión.

La verdad es que no sé muy bien como pasó. Lo que tengo claro es que yo llevaba preferencia, pués es una arteria importante de la ciudad y todas las transversales confluyen a ella mediante semáforo, stop ó ceda el paso. Fue un stop lo que se saltó aquel Audi negro imponente. Por su aspecto, pensé que era recién estrenado, pero luego supe que tenía ya cuatro años. Al saltarse el stop, y girar bruscamente para enfilar la calle, me embistió. El lateral derecho delantero de mi modesto Opel Astra quedó hecho un acordeón, ya que a pesar de que la velocidad no era excesiva, el peso del otro coche y el hecho de que su conductor no frenara destrozó toda la superficie de contacto de mi vehículo.

Lo primero, tras el susto, era intentar apartarse. La rueda delantera derecha apenas respondía, pero en el poquito margen de giro que le quedó, pude dejar el vehículo en una doble fila forzada, y detener el motor, que por cierto sonaba de forma infame. El Audi quedó inmóvil un buen rato; su parte delantera izquierda también sufrió graves daños, aunque algo menos que mi coche. Faros destrozados, chapa destrozada, parachoques colgando, chasis, amortiguadores, etc…..tendrían que ser repuestos en el taller por parte de ambos coches.

Me bajé despacio, intentando no ponerme nervioso. Sin duda contribuyó a ello mi estado de apatía y tristeza previo, y cuando me dirigí al conductor del otro vehículo, que seguía sin salir de él (aunque ya lo había dejado tras el mío en doble fila), paré ante su puerta y esperé a que saliera.

Era una mujer de unos 50 años. Vestida con una camiseta blanca ajustada sin mangas, ofrecía un generoso escote de pico sin exagerar, llevaba una falda de lino en color crudo no muy larga por las rodillas, y tenía el pelo recogido en un moño que se me antojó algo antiguo. Su rostro estaba algo desencajada, y parecía iba a echarse a llorar en cualquier momento. Había salido del coche con torpeza, como sin saber que hacer.

Sabe que ha tenido usted la culpa, verdad?. – Le espeté nada más bajarse ella. – Yo llevaba preferencia y usted tenía un stop.

Sí, s텅….yo…….lo siento. Llevo conduciendo poco tiempo, y no había pasado por esta calle aún. No me había dado cuenta. Por favor, ¿cómo podemos solucionarlo?.

Pués de la única forma posible. – contesté. – rellenamos el parte amistoso, con las circunstancias del accidente, los daños, etc.. y se lo pasamos al seguro. O por el contrario, llamamos a la policía local y que ellos hagan el atestado.

Ella comenzó a desencajarse aún más. La verdad es que el golpe fue fuerte en lo material, pero no era para estar en ese estado de semishock una vez habían pasado ya algunos minutos. Empecé a darme cuenta, que esa mujer tenía algún problema añadido. No tardé en averiguarlo.

Por favor. ¿podemos arreglarlo de otra forma?. El coche es de mi marido. Él me ha prohibido cogerlo porque dice que no sé conducir, pero yo no le hecho caso porque quería ir a hacer unas compras lejos de casa y odio el autobús. El coche tiene más de tres años y este es el primero que no tenemos el seguro todo riesgo. Si aparezco como la culpable del accidente mi marido me mata. Por favor….

Y qué quiere que le haga yo?- le respondí con cierto enfado. La verdad es que esa situación era nueva para mí. Empecé a darme cuenta que por vez primera desde que yo recordaba, me encontraba ante una mujer madura pero atractiva en una situación de ventaja moral. Mi mente había pasado de la decepción a un estado de maquiavelismo morboso que a mí mismo comenzó a sorprenderme.

– Señora, usted ha sido la culpable, y yo no puedo pagar sus problemas con su marido. Su seguro se hará cargo de los daños de mi coche, y usted de los del suyo.

Ella comenzó a dar vueltas con la mano en la cara, diciendo Dios mío dios mío…..Tenía aspecto de mujer de buena posición social, tal vez no rica, pero ese automóvil y su vestuario, además de un par de anillos de cierto valor que se adivinaban, indicaban que no era una muerta de hambre. – Por favor, necesito que usted me haga un gran favor. Quiero……..quiero que usted sea tan amable de figurar como culpable.

Quéeeee?. Estás loca? – Su pregunta me sorprendió, pero al mismo tiempo me hizo ver que aquello podría ser interesante, por eso, y saltando mi tradicional educación y prudencia, decidí pasar a tutearla. – Tú no sabes bien lo que estás diciendo, chica. Se te ha ido algún tornillo con el golpe?.

Por favor. – Ella suplicaba ahora con las dos manos juntas en señal de rezo, los ojos, grandes y de color miel, semicerrados en gesto de imploración. – No puedo volver a casa siendo culpable del golpe. Bastante será justificar que cogí el coche sin permiso. Por favor, le daré dinero dentro de un tiempo cuando pase la mala racha que tengo ahora en el trabajo, por favor, usted parece alguien razonable, no me haga una desgraciada.

Tú eres la desgraciada por no saber conducir. – Me sorprendí a mí mismo empleando este lenguaje directo y autoritario. Era nuevo para mí, pero me gustaba, y estaba dispuesto a aprovechar aquello. Jamás había dominado a una mujer, y en aquel momento tenía una señora muy buenorra a mi disposición si yo sabía jugar mis bazas. – Eres la culpable, y tienes que pagar. – si, sí, lo sé, pero por favor, no puedo figurar culpable. No puedo, me moriría. Tiene que ser usted comprensivo.

Aquella situación empezó a darme mucho morbo. La gente pasaba y miraba con curiosidad, y examinando la situación, ví que uno de los coches aparcados junto a los nuestros dejaba su plaza libre. Aquel hecho me iluminó una idea, y me dispuse a llevarla a cabo.

Vamos a ver. Ese coche se va. Aparca el tuyo.

Como un resorte, ella se introdujo en su auto obedeciendo. Vaya, vaya, aquella señora estaba realmente desesperada, estaba claro. Pero por otro lado no cabía ningún cargo de conciencia. Ella se lo había buscado por imprudente, y por caprichosa, porque si no sabes coger un coche, no lo haces a no ser que sea algo mucho más urgente que ir de compras. No, definitivamente no iba a dejar escapar una situación que podría dar un aliciente a mi estropeada vida.

Volvió a bajar del coche con gesto preocupado tras aparcarlo después de algunas maniobras, que denotaban su falta de experiencia. – Bien, dime como te llamas. – Le dije. – Sonia, me llamo Sonia, - contestó, - por favor, dígame que no dará parte. Dígamelo.

Esperé unos segundos mirándola fijamente a los ojos. Observé que había una mirada de resignación, miedo, expectación……..quizás de todo un poco. Ahora no la vía solo como la inútil que me había dado en el coche, sino como una hembra que merecía un buen correctivo. Me fijé en sus tetas hinchando aquella camiseta ajustada; debía ser una talla 105 por lo menos. Sus piernas no eran finas, pero estaban muy redonditas en sus pantorrillas, muy bien depiladas, sin varices, y daban a entender que aquella mujer se cuidaba. Las manos, algo gruesas, pero de piel muy limpia y suave, desvelaban algo más la edad de aquella mujer, que a partir de aquel momento, iba a ser un objeto de deseo en el más estricto sentido de la palabra.

Tenemos que discutir esto. Sube a mi coche, aquí no podemos hacerlo en doble fila y con todo el mundo mirando. Podría enterarse tu marido a través de algún conocido, y supongo que no querrás que eso ocurra, verdad?. – No no, por supuesto. Vamos donde usted diga. – respondió ella entre esperanzada y sorprendida, abriendo los ojos y con gesto más tranquilo.

Hacía años que no iba por allí. Era un sitio tranquilo, no muy lejos de la ciudad, con muchos árboles que ocultaban cualquier coche de miradas indiscretas. Solí pelar la pava allí con Raquel cuando éramos novios, aunque de eso hacía ya mucho tiempo. Sonia estaba nerviosa, pero ya no gimoteaba. Y yo había decidido que aquello debía ser épico.

Bien, Sonia, sólo me ocurre una forma de compensar lo que has hecho y que yo acepte rellenar el parte amistoso como culpable y que tu marido no te empaquete con un billete a la mierda. – Me gustaba mi nuevo rol, Era nuevo para mí, y empecé a calentarme sólo de ver que ella me miraba con cara de resignación. – No puedo esperar a que me pagues dentro de un tiempo. Tiene que ser ahora.

Pero, pero yo ahora no puedo. He perdido el alquiler que comparto con mi familia y hasta que no alojemos nuevos inquilinos no tengo ingresos propios. Cuando los tengamos te pagaré, te lo prometo.

Como comprenderás. – respondí- no puedo esperar a que una pija caprichosa tenga dinero para pagarme. No soy rico, y pagar mi reparación me saldrá por un pico, además de perder los puntos de bonificación del seguro. Tienes que pagarme. Pero como soy razonable, y veo que no tienes un puto duro, se me ha ocurrido que puedes hacerlo de otra manera. – el plato estaba servido….ahora habría que ver si ella aceptaba comerlo. - ¿qué quiere decir?. – dijo casi sin querer, con voz apagada, boca semiabierta y ojos como platos…..aquello parecía sorprenderle, pero no sabía muy bien en qué sentido.

En primer lugar, vas a chuparme la poya. – Se lo dije sin anestesia. Ya no había marcha atrás. Un nuevo hombre se abría paso en mi interior, y me gustaba tanto…Sonia se quedó sin habla por el momento. – No te sorprendas……. Acaso hay otra forma de que pagues?. Desde el primer momento he visto que tienes una cara de puta y de guarra que no puedes con ella, y estoy seguro que mamar poyas ha tenido que ser un hobby para ti para conseguir lo que tienes. Me equivoco?..- pero, pero….qué dice usted?, yo soy una mujer casada, decente, madre de tres hijos, yo soy …………..- ERES UNA PUTA. – le solté – Eres una viciosa de mierda que ahora mismo me la va a mamar si no quiere que me vaya ahora mismo a la policia a que ellos hagan el atestado. – Evidentemente, eso era falso. En aquella situación, lo que menos me convenía era eso, pero surtió efecto disuasorio. – Está..está bien……pero por favor, solo un poquito y luego me deja, vale?, sea bueno por favor señor. – No lo has entendido puta, vas a hacer lo que yo te diga sin rechistar. Tienes que pagar tu imprudencia de pija consentida, y lo vas a hacer.- con gesto enérgico, bajé mi bragueta, me desabroché el pantalón, y saqué mi poya que ya entonces estaba semierecta del morbo de la situación. Mi falo apareció ante sus ojos, y ella pareció asustarse un poco. Con contundencia, la agarré del moño, empujé su cabeza hacia mi entrepierna, y apreté su boca contra mi rabo. Al principio parecía esquivarla, tosió al respirar incómodamente. No intentó zafarse, sabía que estaba en mis manos. Tiré del pelo de ella hacia arriba, que hizo un gesto de dolor leve, y le dije- Ahí tienes una poya, so perra, chúpala si no quieres que me cabree.

Comenzó a mamar con temor, despacio, apenas abría la boca. Con mi mano derecha comencé a hurgar bajo su camiseta. Tenía unos michelines incipientes, que pellizqué con deleite, y subí mi mano hacia arriba, alcancé la tira de su sujetador por detrás, y con gran esfuerzo, logré desobracharlo. En ese momento noté calor en mi poya. Sonia se había decidido a metersela en la boca, y comenzaba a subir y bajar en lo que comenzaba a ser una chupada en toda regla. Sus labios se extendían sobre el tronco de mi rabo recorriendolo en su extensión y su lengua comenzaba a repasar mi capullo en el interior de su boca. – Vamos a ver que guarda aquí esta puta.- Decidí interrumpir su mamada para quitarle la camiseta. Ella no se negó. El Sujetador desabrochado saltó entre la camiseta al ser desprendida, y aparecieron dos tetas enormes, con unas aureolas inmensas, y unos pezones rígidos, rosados, que comencé a succionar con deleite mientras Sonia comenzaba a respirar con dificultad. – Por favor, por favor, no, míreme si quiere, pero no me chupe los pechos…..no…..no………. – Aquella negativa solo consiguió ponerme más cachondo, porque estaba claro que ella se estaba poniendo como una moto. Tensé mi lengua sobre sus pezones, jugando con ellos, pasando de uno a otro, cogí su mano para que no dejara mi poya tranquila, y me pajeara suavemente mientras le devoraba las tetas. Que maravilla de ubres gastaba aquella zorra, eran suaves y contundentes a la vez. Decidí que aquello había que darle salida, y la obligué a salir del coche.

Pero, pero, nos pueden ver…- Aquí no viene nadie, zorra, y deja ya de poner pegas, que me vas a cabrear y al final tendrás que responder del accidente tu solita.- le respondí.

No, no por favor, puede seguir chupando mis …………tetas, y yo seguiré tocando su pene si quiere, pero por favor no haga eso.

Aquello me remató. Mi poya dio otro respingo mas hacia arriba si cabe, y di una nueva vuelta de tuerca. Le ordené que se echara en el capó, se subiera la falda, y se echara las bragas a un lado. – quiero ver tu coño, y no protestes, me lo abres con los dedos, te echas los labios a los lados, y sin rechistar. – Ella se quedó algo parada, Después, con los ojos algo llorosos, se echó en el capó…y obedeció.

Era un coño peludito. Se veía que era de la vieja guardia, que apenas se depilaba más allá de las ingles en verano, y una mata de pelo se adivinaba entre las bragas. Mi excitación era brutal. Me acerqué a ella, agarré sus bragas y de un tirón seco las arranqué. Ella exclamó y estuvo a punto de protestar, pero ante un gesto de silencio con mi dedo en la boca, ahogó su protesta. Le quité la falda, y la agarré de las pantorrillas, abriéndoselas, y tirando de ella hacia abajo para dejar su coño a la altura de mi poya. Comencé a restregar mi falo por su raja peluda, amasando sus tetas con una mano, y diciéndole. – Ves como eres una puta?. Tienes el coño totalmente pringoso, so guarra, te gusta que te traten como una zorra aunque te hagas la pija mojigata. Vas de puritana y eres una puta viciosa, que añora un rabo que le rompa el coño y te inunde de leche. – acto seguido, le incrusé la picha de un golpe seco, lanzando ella un grito ahogado que, esta vez, no era ni mucho menos de desagrado ni dolor. Comencé a bombear extasiado con aquellas tetas que se bamboleaban al ritmo del chirrido del amortiguador del coche, que se movía con mis embestidas. Note un coño ardiendo, delicioso, no muy ancho, lo que favorecía mi placer, pues mi poya no era grande ni mucho menos. Con sorpresa, ví que su cara iba cambiando. Gemía con esfuerzo, y en un gesto que casi me hace correrme, dirigió un dedo a su boca, lo mojó y comenzó a pasarselo por su clítoris.

  • te gusta, verdad guarra?. – Sss, sssii, si. – te gusta el rabo que te estoy colocando en tu coño?.- sí, ……….sí que me gusta.- ves como eres muy puta?, verdad que sí?. – no…..no….yo no……- aumenté el ritmo de mis embestidas, golpeando mis huevos contra su culo mientras se oía el ruido del chapoteo de su coño. – no……no……ss….ssssi. Ssiiiiiii, soy una putaaa…..ahhhhhhhhggg. – Sonia se estaba corriendo con todas las de la ley, sus flujos manaron de su chocho empapando mi poya y deslizando muy lentamente entre sus muslos y yendo a parar al capó de mi coche.

La bajé de allí con energía. Ella colaboraba ya, sin rechistar, estaba con el coño latiendo de gusto y se acomodó como yo le indicaba. Acomodé la poya entre sus tetas e inicié una cubana de campeonato, con sus tetas estrujandome la poya ante la presión que ella con sus manos, ya con iniciativa propia, me deleitaba. – así me gusta, puta, que ejerzas como tal. – Sonia aprovechaba la llegada de mi capullo a la parte final de cada embestida para sacar su lengua y lamer su punta, que ya asomaban las primeras gotitas de leche. Seguí embistiendo a mi zorra ocasional con dureza, clavándole los huevos en las tetas, agarrandola fuerte del pelo al que no me cortaba en tirar de él aunque le hiciera daño, y de esta forma, me corrí por primera vez.

Mi leche salió a borbotones acribillando su cara, su pelo, y sus tetas. Sorprendentemente, ella no solo no se quejó. Aquello fue demasiado. Empezó a gemir como una loca. Echó la cabeza para atrás, abriendo la boca, y gritando de placer.. –Aghhhhhh, siiii, como me gusta, como me gustaaaaaa …. – Aquella zorra se volvía loca con las corridas encima suya, y eso impidió que mi poya cediera lo más mínimo después de empaparla en semen. – Te gusta la lefa, ehhh, puta?.... – Sssssii, siiii, me encanta, no puedo evitarlo, me vuelve locaaaa . – Bien, bien.

Aquello prometía dar mas de sí. Le ordené que se girara de espaldas, que abriera las piernas y que se separara los cachetes del culo para mostrarme su ojete. Ya no es que no se opusiera, es que se daba prisa por obedecerme. Había sacado lo puta que había en ella y ni siquiera se había limpiado de leche para no hacerme esperar. Le metí un dedo en la boca, que ella chupó con cariño y lo llevé a su agujero. Mojé bien aquel cero oscurito y con algunos pelitos alrededor, y me dispuse a traspasarlo. – Aggnnn, aghhh, agnnnn mmmmmmhhhh. – Te gusta, perra?. – Mucho síiiii, - quieres que te meta la poya en el culo, so cerda?. – Agnnnn, mmmmhhhh sssiiiiiii, siiii, dame por culo, por favor, Jódeme el año……..

Ella ya estaba desatada y yo también. No tuve ninguna piedad. Metí el capullo en su agujero dejando que ella escapara un grito de dolor. No sólo no me detuve, sino que una vez pasado el capullo, empujé con todas mis fuerzas. La espalda de ella se arqueó mientras un grito inmenso se escuchó en aquel bosque. Aquella señora decente y cristiana acababa de ser enculada sin piedad ninguna, y estaba recibiendo una poya en su ano por primera vez en su vida, a los 50 años como luego me enteré. Yo estaba desenfrenado, y embestí aquel culo ancho y suave como un poseso, mientras a ella le temblaban las piernas y aún se dolía, aunque poco a poco, se acomodó para llevarse la mano al coño y frotar su clítoris, mientras sus tetas se apretaban estrujadas contra el capó del coche, al igual que su rostro que ladeado sobre el mismo, mostraba unos ojos con los párpados fuertemente apretados, una boca semiabierta gimiendo sin parar y una nariz que respiraba deprisa y ruidosamente. Los cachetes de su culo sonaban como si fuesen palmadas a la embestida de mi poya, al golpear mis huevos en ellos, mientras su ojete cada vez se dilataba más, y ya podía sacar y meter la poya de allí con suma facilidad, - Que pedazo de puta eres, te mereces un premio por ser tan zorra. – Mis huevos reventaban de nuevo y noté el ascenso de mi leche de nuevo. Con energía, la solté y le di la vuelta. La acomodé delante de mi poya y le ordené. – Abre la boca puta, y no se te ocurra dejar escapar una gota ó todavía te encuentras con el atestado. – Ella abrió la boca con desesperación, pero…..yo intuía que no era por el chantaje….era de puro vicio, quería mi leche con ansia, con desesperación. No la defraudé, y metí mi rabo en su boca de un empujón justo en el momento en que el segundo turno de descarga de mi cipote ocupaba su paladar y garganta, y pasaba después a su estómago porque Sonia no dejó escapar ni una gota, tal como la ordené.

Exhaustos, descansamos un rato antes de vestirnos y subir al coche. Ella me miraba con cara tierna, con una media sonrisa mientras las tetas y la cara le brillaban aún después de la primera corrida, y sus labios rezumaban mi leche. – Asumirá usted el accidente, señor?. He sido una buena puta?. – Lo asumiré Sonia, lo asumiré. – Gracias, le estaré eternamente agradecida.- Deberás estarlo, porque así no puedes seguir. Necesitas alguien que te reconduzco y evite que hagas mas tonterías. – Y usted querrá reconducirme, señor?. – Si tú deseas, puedo hacer de ti una puta de verdad, pero sólo si estás dispuesta. – Estoy dispuesta, mientras mi marido no se entere……..seré tu puta.