Parte 6 - Hermano&Hermana- El mundo de los celos.
Cuando ella no sabe como enfrentar los celos y sus inseguridades, trata de huir de su hermano, pero, ¿le será posible escapar?
La vida no es siempre como la queremos. No siempre pasan las cosas que están en nuestra mente. No siempre somos lo suficientemente valientes para expresar lo que sentimos. O muchas veces también pensamos que los demás no nos dan el lugar que merecemos. O por lo menos esos son los sentimientos que me aprisionan en éste momento.
He sido siempre una persona un tanto insegura y por eso muchas veces me relaciono tan mal, pero ver a Derek con otra mujer encadenó algo en mí que no entendía. Sabía que él me amaba, así como yo lo amaba a él y que no sería capaz de engañarme, sin embargo, aquella mujer que estaba colgada de su brazo era realmente hermosa, no me podía comparar con ella, ¿y si me dejaba por ella? Técnicamente no podría dejarme pero, ¿y si lo hiciera? Suspiré con un dolor en el pecho mientras buscaba la salida de la universidad, ya había terminado con mi jornada por hoy.
Una vez en la casa, busqué ropa cómoda y me tendí en la cama a hacer tareas. Papá cuando llegó del trabajo pasó a verme y me trajo algo de comida. Derek también llegó tiempo después y aunque trató de besarme lo eché de la habitación con la excusa de que estaba cansada, tenía trabajos y necesitaba estudiar.
Ya en la noche coloqué el seguro de mi habitación, por alguna extraña razón no quería a Derek cerca de mí, por lo menos no esa noche. Escuché los suaves golpes en mi puerta horas después y los susurros de su voz llamando a través de la puerta, pero me envolví en mis mantas suspirando y tratando de dormir. Sería la primera vez en mucho tiempo que dormía sola.
A la mañana siguiente salí temprano rumbo a la universidad evitando encontrarme con Derek. Choqué con mi papá en la cocina y aunque se le hizo extraño no hizo comentarios al respecto, me deseó un buen día y me dejó salir.
-¡Aimee!- gritó alguien detrás de mí mientras esperaba en la fila de la cafetería para comprar algo de comer pues era más de medio día y ni siquiera había almorzado. Hice caso omiso a su voz pidiendo la comida rápidamente y escabulléndome entre la gente. No quería ver a Derek, de inmediato me venía la imagen de él con esa mujer y algo en mi estómago se revolvía. Ya no podía comer. Asistí a mi próxima clase y luego de ello me fui a casa.
No había comido nada en el día cuando llegué, la cosa estaba sola y silenciosa. Saqué el sándwich que había comprado, lo calenté y lo comí junto al horno. Al llegar a mi habitación busqué el interruptor para encender las luces pues había olvidado correr las pesadas cortinas en la mañana y quería dejarlas en su lugar. Pero antes de poder cumplir ese objetivo, la puerta se cerró tras de mí y una familiar mano tapó mi boca antes de que pudiera soltar algún grito.
Mi corazón y respiración se aceleraron de inmediato sintiendo su perfume meterse entre mi nariz siendo lo único que podía aspirar y cuando me acostumbré a la oscuridad pude ver sus furiosos ojos mirándome fijamente. Tuve que cerrar los míos y me quedé allí sin hacer nada esperando que me soltara y con mis manos en sus muñecas; las dejé caer al costado de mi cuerpo pero no abrí los ojos.
-¿Por qué me has estado ignorando todas estas horas, ángel?- Su voz confirmaba lo que sus ojos me habían dicho. Estaba furioso. Me encogí de hombros no queriéndole decir nada y no pudiendo pues aún tenía su mano sobre mi boca. –He estado desde anoche muy preocupado Aimee. Torturándome internamente preguntando qué hice para disgustarte. Voy a retirar mi mano y me dirás de inmediato qué está pasando.- Derek nunca me había hablado así, estaba serio, estaba enojado y por alguna extraña razón, eso me excitaba. Tragué saliva cuando sentí que su mano se apartó de mis labios pero no abrí la boca ni los ojos. Me quedé en aquella posición que estaba. Me quedé simplemente existiendo.
-¿No me vas a hablar?- Su tono era cada vez más duro. Sentí una opresión en mi pecho así que tuve que abrir mi boca para tomar un poco de aire y respirar profundamente pero sin decir ninguna palabra. Lo siguiente que supe es que su cuerpo estaba contra el mío y me besaba con locura.
No podía pensar con claridad, sentía sus besos, los seguía, pero era lo único que movía. Mi boca contra la suya. Y al parecer, aquello le frustró. Me empujó con algo de fuerza pero sin llegar a hacerme daño, contra la pared, quedando apresada por completo. Sus manos empezaron a recorrer todo mi cuerpo y cuando sentí sus dedos ya estaba hurgando en mi clítoris y la entrada de mi vagina. Apreté mis dientes por un momento para no dejar escapar ningún sonido de mi boca pero siguió estimulándome sin cesar. Sin darme tiempo de reaccionar se arrodilló frente a mí, bajó mis pantalones y pantys sacándolos de mis piernas, luego se irguió y mi blusa y sweater dejaron mi cuerpo. Completamente desnuda tomó mi cintura, pegó su pecho al mío y luego sentí como se acomodaba entre mis piernas, abriendo esas ultimas y finamente sintiendo su erección entrar por completo dentro de mí.
Golpeé la pared con mi cabeza en varias ocasiones pues me sentía estirada por completo, aunque mi vagina estaba húmeda no lo estaba lo suficiente para él y eso creó una incomodidad en mi interior, sin embargo sus dedos pronto estuvieron estimulando mi clítoris y cuando por fin estuve cómoda empezó a moverse hacia delante y hacia atrás haciendo que mi espalda se deslizara arriba y abajo por la fría pared.
-¿No me vas a decir, Aimee?- Me exigió una y otra y otra vez mientras su dura erección entraba y salía de mi interior. Mi piel ya estaba húmeda. Mis gemidos llenaban toda la habitación, estaba apresada en un círculo de placer, pero en un momento dado salió de mi interior, dejándome vacía e insatisfecha. Hizo que bajara mis piernas y se alejó de mi lado. Hasta ese momento noté que él seguía vestido casi por completo, solo había bajado un poco sus pantalones y bóxer para dejar libre su erección.
Tragué saliva un par de veces quedándome en donde estaba y simplemente negué. Su frustración se hizo más evidente cuando vio mi negativa.
-¿Cómo te estás sintiendo ahora, Aimee? ¿Insegura? ¿Insatisfecha? Así me he sentido yo hoy. Ayer. Anoche. No sé qué te pasa conmigo. Y tampoco soy adivino, ángel. No puedo saber que pasa por esa cabecita testaruda tuya. Así que dime ¿Qué. Te. Pasa?- Cerré mis ojos de nuevo y caminando en calcetines fui hasta mi cama, me senté allí y abracé con mis brazos, mis piernas. Mirando a Derek a través de la penumbra de la habitación sin decir nada.
Si, estaba insegura e insatisfecha, pero no me iba a obligar a hablar. En seguida sentí su presencia cerca de mí. Ya estaba sin camisa y cuando levanté mi cabeza sentí como sus manos apresaron mis tobillos y me haló hacia el borde de la cama mientras mi espalda caía en el colchón. Su penetración fue más violenta que antes y esta vez no espero hasta que me sintiera cómoda. Apretó mis pezones con sus dedos hasta un punto donde el dolor se encontraba con el placer. Sus penetraciones eran salvajes, ambos gemíamos sin parar, su cuerpo se encontraba con el mío una y otra vez y justo cuando estaba al borde del orgasmo se separó. Mi vagina ardía. Mis gemidos eran desesperados y aunque intenté tocarme buscando el orgasmo que quedó allí, Derek me lo impidió.
-Dime, ángel.- Cerré los ojos sintiendo algunas lágrimas en las comisuras pero me impedí llorar. Tomé aire repetidas veces y negué sin siquiera mirarlo. De pronto me encontré de cara al colchón. Me había movido como una muñeca y en seguida me penetró una vez más. Mi vagina estaba tan mojada y húmeda que salía y entraba sin ningún esfuerzo ni barrera. Mis jadeos y gemidos no se hicieron esperar. Estaba desesperada por conseguir un orgasmo mientras sentía su familiar erección dentro de mí. Sus suaves besos en mi espalda estaban fuera de lugar mientras me embestía con fuerza y casi no me dejaba respirar. Paró de nuevo pero no salió de mi interior. Sabía que debía decirle o podríamos estar así el resto de la noche, arriesgándonos a que papá llegara y nos escuchara. Y provocando que ambos estuviésemos furiosos.
-Te vi con ella.- Susurro cogiendo una de mis almohadas y acomodando mi rostro en ella. –Ella es más linda. Es segura. Y parece que te sientes cómodo en su presencia. Deben tener mucho en común.- Solté resumiendo todo en esas dos frases pero antes que pudiera detenerme a reflexionar se empezó a mover de nuevo contra mí. Sentí sus dedos en mi clítoris, su erección saliendo y entrando de mi vagina sin parar. Sus dientes clavándose por un momento en mi hombro y su desesperación en algún punto antes de olvidar todo y estallar en un orgasmo. Cerré mis ojos y gemí con fuerza mientras levantaba un poco mi trasero y sentía corrientes frías y calientes pasando por mi espalda y cuerpo. Mis piernas temblaban, mis brazos también y mis ojos permanecían cerrados.
-Tienes razón.- Mi corazón que estaba acelerado hacia algunos segundos quedó paralizado ante esas dos palabras. Tragué tratando de apaciguar en nudo en mi garganta pero fue imposible. –Tenemos mucho en común. ¿Y sabes que es lo más curioso?- Negué ante su pregunta, y no como respuesta, sino porque no quería saberlo. Tapé mis oídos con mis manos y cerré mis ojos con fuerza manteniéndome en la posición que estaba, pero aun con mis manos apretadas con fuerza escuché lo que dijo. –Lo curioso es que nos gusta la misma chica. Es lesbiana, ángel. Y está interesada en ti. Pero nunca te tendrá, porque eres mía.-
Aquellas palabras pusieron en funcionamiento de nuevo mi corazón. Respiré aliviada y cuando intenté moverme me di cuenta que él seguía duro y enterrado muy dentro de mí. Me sonrojé ante ello y sin decir una palabra me impulse hacia delante dejando que saliera de mi interior. Lo hice sentar en la cama y me coloqué sobre él, llevé su erección de nuevo a mi vagina entregándome y empezando a saltar una y otra vez sobre él. Dejé mis manos en sus hombros mientras me movía y mis gemidos hacían eco en la habitación. Moví mis caderas en círculo durante un momento mientras estábamos unidos y lo besé con pasión mientras lo hacía. ¿Cómo pude dudar de él?
Momentos después me encontré en una nueva posición. El clásico misionero tomaba el control. Apresé sus caderas con mis piernas y acaricie su espalda con mis uñas cortas para evitar rasguños. Sus movimientos eran suaves en un momento y rápidos en otros, haciéndome llegar al límite minutos después y escuché sus gemidos cuando se corrió dentro de mí. Lo abracé con fuerza luego que se deslizara fuera de mí. Y nos cubrimos con las mantas mimándonos por un largo rato hasta sentir la llegada de papá.
((Buenas noches lectores. Creanmente, leo sus comentarios. Y seguí el de " HombreFX " aunque no tengo un título en general para la serie. Traté de organizarlo como él me lo pidió, y si, tiene más estética. Así que muchas gracias.
Hoy les traje un relato corto, creo que un poco más corto que los otros, ha sido una semana un tanto complicada, pero esperando que como siempre sea de su agrado. Trato de mejorar cada vez con lo que escribo, aunque es un camino largo el que debo recorrer. Tengo mi e-mail visible y recibo sugerencias. He recibido algunas que las tomaré en cuenta en su momento. Gracias por escribir y se darán cuenta algunos que mayoria de veces trato de responderles. Gracias también por sus buenos deseso, y si la imaginación fluye, seguiré con la historia por un ratote más.
Un beso a todos, y gracias por su apoyo.
Atentamente, Ryssa :* ))