Parte 2: La fantasía de mi esposo se cumple.

En esta ocasión, la idea de mi esposo se cumple, aunque sin él de espectador.

Después de lo que les comenté en la primera parte, se acercó el día que mi esposo iba a salir de viaje. Quiero comentarles que Ricardo, es un hombre muy caballeroso, me lleva cerca de diez años y es muy alto, mide 1.81 m. Lo particular de el, es que se puede relacionar fácilmente en ambientes elitistas, pero es a la vez una persona muy sencilla, nunca anda con aspavientos de ninguna clase, le puede hablar a todos por igual y con respeto, tiene un gran carisma. Yo en ese aspecto soy igual, solo que no me gustan ese tipo de ambientes, siempre acompaño a mi esposo a todo tipo de reuniones con gente de su trabajo, pero sus conversaciones me parecen realmente aburridas y muy fatuas. De hecho algunos de sus conocidos siempre tratan de halagarme, ya que les comenté que soy una mujer muy femenina, que me gusta vestir ropa elegante y muy sexy, con conjuntos de traje sastre con faldas cortas, o minifaldas preferentemente para mi esposo, y ropa interior super sexy, y como me gusta maquillarme muy bien y ponerme perfume muy delicado, pero muy seductor, eso llama mucho la atención.

Si bien Ricardo siempre me ha complacido en todos mis gustos, creo que tiene un problema, y es que para nada es celoso de mi, al contrario, le gusta verme muy arreglada y salir así a la calle. Cuando hemos asistido a fiestas, y si alguien me saca a bailar, amablemente les contesta: “si la señora lo desea, adelante”, a lo que la mayoría de las veces acepto, ya que me gusta mucho bailar y a el no. También disfruta verme bailar o charlar en las reuniones con otros hombres o simplemente que me miren, eso le causa un morbo tremendo, que al principio me disgustaba, pero después de varios años me acostumbré a su forma de ser. Pero como les mencione, no me atraen ese tipo de hombres, al contrario en una ocasión en una reunión en donde estaban todos los trabajadores, uno de ellos se atrevió a sacarme a bailar y fue una sensación indescriptible, yo sentía que ese hombre me atraía como un imán, y también lo notó mi esposo, pero solo lo veía disimuladamente sonreír a lo lejos y yo desde luego no dejé que la situación pasara de un simple baile, porque no me gusta ser una descarada, ni una mujer corriente, ya que siempre he sido una mujer muy recatada y dedicada a mi hogar, además soy muy sumisa como les dije.

Y no se si por el morbo que le causan a Ricardo estas experiencias y yo por complacerlo, que últimamente he tenido fantasías muy atrevidas y me excita mucho pensar que me hacen suya varios hombres a la vez, sobretodo hombres rudos, ya no me basta hacerlo solamente con mi esposo, aunque sea una fantasía con él mismo como les comenté anteriormente, por lo que después de esa experiencia me vino a la cabeza el deseo de sentir verdaderamente manos ásperas y duras que recorran mi cuerpo y me hagan sentir sensaciones diferentes.

En fin, después de todo este preámbulo, llegó el día en que mi esposo salió de viaje, era un domingo esa vez, nos levantamos temprano, ya que el saldría hacia Houston a las 14:00 pm, y yo tenía que llevarlo al aeropuerto. Después de desayunar me duché y me arregle como a mi me gusta, con una hermosa falda corta en forma de pincel de mezclilla, un sueter delgado de botones color hueso, medias transparentes muy finas y unos hermosos zapatos de tacón alto del mismo color del sueter, y maquillaje de día, al terminar de arreglarme me veía muy bonita y seductora. Estaba en eso cuando Ricardo me dijo que al día siguiente vendrían unos albañiles a realizar un pequeño gimnasio que hace unos meses quería que se hiciera en el fondo de la casa y que estaba pendiente, yo sorprendida le dije que porqué no esperábamos a que regresara, ya que el no iba a estar aquí para atenderlos, a lo que me respondió, que en una semana lo terminarían y sería parte de mi regalo de cumpleaños, por lo que me convenció de esa manera.

Me dijo que el maestro que vendría a trabajar, sería el que realizó varias adecuaciones a la casa antes de que nos la entregaran y recordé que en esa ocasión no perdía la oportunidad de mirarme toda, en el fondo me halagaba, pero no le correspondía nunca, mi esposo se daba cuenta la forma como me veía pero ya saben, siempre le ha gustado que otros hombres me vean así, con lujuria. Una vez que le reproché su comportamiento me dijo: “para que vean la hermosa hembra que tengo en casa”, lo que yo no sabía era la clase de pervertido que es en realidad y que de alguna forma me lo ha contagiado. El maestro se llamaba Rosendo y era como de cincuenta años, fornido, moreno y de bigote. En eso estábamos cuando sonó el timbre y me dijo: “Ha de ser el maestro, porque le dije que quería platicar antes de irme, te espero afuera y de allí nos vamos”, bajó entonces su equipaje y salió de la casa. Cuando termine por fin de arreglarme, agarré mi bolsa y mis llaves de la casa y salí, entonces vi que estaba platicando con el maestro albañil y dos albañiles más, los cuales estaban alrededor el coche, entonces al verme salir todos me miraron de arriba a abajo y el maestro me saludó y me abrió la puerta del pasajero para subirme.

Mi esposo era especialista en dejar que cualquier hombre se acomidiera, para abrirme la puerta como en los restaurantes o cualquier servicio de valet parking. Al subirme traté lo más que pude en no abrir mis hermosas piernas, ya que tenía a ese hombre y a los otros de frente y no quería que pensara que era una cualquiera, me subí entonces y los demás solo se mordieron los labios de tal espectáculo. Mi esposo bajó la ventanilla y le dijo al maestro: “hay le encargo de favor a mi esposa, atiéndala en lo que ella requiera, platique con ella como quiere que construyan su gimnasio ya que salgo de viaje y regreso en unos días”, a lo que ese hombre le contestó: “no se preocupe, aquí nos vamos a encargar de cualquier cosa que se le ofrezca a la señora, va a estar bien atendida”, en ese instante solamente vi la cara de satisfacción de todos ellos incluyendo a mi amado esposo y entonces nos fuimos. Yendo hacia al aeropuerto, me daban vueltas muchas ideas en la cabeza, que significaba eso de “bien atendida”, no me atreví a pedirle alguna aclaración a mi esposo, pero creía entender lo que podía suceder. Despedí entonces a mi esposo con un caluroso beso y me dijo: “se me olvidó decirte que tengo un sobre para el maestro con su paga, está en mi escritorio, pero dáselo hasta el día de tu cumpleaños, que es el sábado”, a lo que le dije que estaba bien, de repente notaba como me veían muchos hombres, ya que estaba realmente hermosa ese día.

Al regresar a casa, metí el coche y como no hay puerta del garage porque así es el diseño de estas casas, estaban los albañiles sentados en la puerta, por lo que de nuevo el maestro muy acomedido me ayudó a bajar del coche. Al bajar del coche solo me veían enteramente todos ellos. Me dijo entonces el maestro: “señora la estamos esperando, ya ve que nos dijo su esposo que quería mostranos cómo quiere que construyamos su gimnasio y como mañana vamos a empezar temprano, entonces si usted puede pos de una buena vez”, a lo que les indiqué que teníamos que pasar a la parte de atrás de la casa. La ventaja que tenía de todo esto, es que no se requería entrar a la casa para construir mi gimnasio, ya que por la forma de la construcción, la casa está centrada al terreno y tenemos dos pasillos laterales para acceder al patio trasero y al fondo de este se construiría el gimnasio, además de allí mismo ya se había construido un medio baño para la servidumbre, así que no tendría que tenerlos dentro de la casa, a menos desde luego que quisiera invitarlos a pasar.

Los conduje entonces y solo sentía su miradas lascivas atrás de mi, ya que camino en forma muy natural, pero muy sensual a la vez. Platicamos entonces de que es lo que quería y el maestro me indicaba sugerencias para hacer mejor su trabajo, a lo que me parecieron adecuadas, realizaron entonces la lista del material que tenían que comprar y que mi esposo ya les había proporcionado el dinero suficiente para tal fin. Me dijeron entonces que mañana temprano regresarían para esperar el camión de los materiales y ponerse a trabajar. Esa misma noche mi cabeza empezó a fantasear con esos hombres, pero mi moral reprimió tales pensamientos, por lo menos esa noche.

Al otro día me levanté y escuché que los albañiles ya estaban preparando todo, solo esperaban el camión de los materiales y se me hizo extraño, ya que la mayoría de ellos no trabajan los lunes, me bañé entonces y me arreglé, ya que tenía un desayuno con dos de mis mejores amigas, en el centro de la ciudad. Al salir de la casa, ya estaba el camión estacionado enfrente y estaban bajando el material, de nuevo me saludaron todos sin dejar de mirarme, hasta los dos hombres del camión me veían descaradamente, entonces me fui. En el desayuno les comenté a mis amigas que tenía albañiles en casa, ya que estaban construyendo mi anhelado gimnasio, una de ellas, Martha, me dijo: “pues deberías aprovechar que tu marido no está y de paso te avientas una aventurilla con uno de ellos, me imagino que estarán bien fuertotes”, yo me ruboricé toda y le dije: “no, como crees, cómo se te ocurren esas cosas, quiero mucho a Ricardo, además yo soy toda una señora casada”. Solo nos reímos de tal comentario, pero por dentro en verdad lo ansiaba y no solo con uno, con todos a la vez.

Después de ese día, mi rutina era entonces salir por las mañanas y realizar una serie de pagos en los bancos y en las tiendas, así como realizar algunas compras para la casa. Cuando salía veía como me observaban a lo lejos y más cuando me subía al carro, y si podían, buscaban siempre la mejor posición para hacerlo y no perdían la oportunidad de mirarme las piernas, debido a que siempre uso faldas cortas y aunque he aprendido a subir y bajar del coche sin abrir las piernas, parecía que les causaba un morbo tremendo mirarme. Uno de ellos se llamaba Javier y era como de 45 años, medía como 1.75 m y era muy fornido, moreno y lampiño, tenía bigote, no hablaba mucho, pero tenía un no se que, que me atraía e imponía mucho y el se daba cuenta, ya que no dejaba de mirarme y hacía que me ruborizara toda y que no le aguantara la mirada. El otro era un muchacho como de 22 años, y un poco redondito, pero también fuerte, moreno también y con corte de jovén, como rapado en algunas partes, no decía nada pero me comía con los ojos.

Después de dos días de trabajo, yo también me sentía alagada y excitada por tanto que me veían, y un día al llegar a casa antes de que se fueran, noté que estaban atrás, subí entonces a mi habitación y detrás de la cortina transparente de la ventana trasera de mi recámara, se veían los albañiles que se empezaron a cambiar, vi a Javier como se quitó el pantalón y se empezó a bañar con agua fría que tenían en un tambo, entonces se quitó el calzón y se enjabonó totalmente el cuerpo, se volteo hacia mi ventana mostrando su gran miembro, que aunque no estaba erecto se veía imponente, hacía todo eso como si supiera que yo lo estaba viendo. Yo me mordía los labios por lo que estaba viendo e instintivamente, me empecé a tocar encima de la ropa, primero mis senos y luego bajé mi mano por dentro de mi falda. Empecé a fantasear con ellos, sentía que de repente entraban a mi habitación, que me tocaban con sus manos ásperas, que me besaban el cuello y la boca, que me tocaban entre los tres y yo solo sentía sus caricias rudas, que me hincaban alrededor de ellos y me hacían chuparles sus miembros por turnos, entonces me les entregaba por completo a todo lo que querían hacerme.

En ese momento, saqué un consolador en forma de pene enorme que tengo y me lo llevé a la boca, sentía que se lo estaba chupando de verdad a uno de esos hombres, también metí mis dedos dentro de mi rajita y me masturbé en la cama como nunca, empecé a gemir como loca y fantaseando que me cojían entre todos, no me importó que me pudieran escuchar esos hombres. Más tarde escuché que se fueron y no paraban de decir cosas alusivas a mi y me imaginé que quizá escucharon mis gemidos y gritos de placer, ya que alrededor de la casa no hay más construcciones.

Al otro día, estuvieron trabajando todo el día afuera, yo aproveché para hacer cosas de la casa todo el día y por la tarde tomar un placentero baño, al salir me arreglé muy sexy, me puse un diminuto bikini y un brasiere lila transparente y con encajes, unas hermosas pantimedias de temporada transparentes, una minifalda de color plata y un sueter abierto ajustado de color lila brilloso con algo de escote y desde luego me puse unos hermosos zapatos de tacón alto color lila. Me puse en el cabello una valerina del mismo color de los zapatos, así como aretes, collar y brazalete de perlas blancas. Después me maquillé un poco más que de costumbre y cuando me vi al espejo, me veía preciosa.

Estaba en eso cuando escuche que el maestro albañil me hablaba desde afuera, me asomé a la ventana y me dijo: “señora ya estamos por irnos pero quiero hablar con usted”, bajé entonces las escaleras y abrí la puerta de la casa que da al patio, y bajé los escalones con mucho cuidado, el maestro al verme mostró una cara de admiración, desde luego me miró de arriba a abajo. Me dijo entonces que quería que viera el trabajo que estaban haciendo y me llevó a la parte en donde estaban haciendo las obras, los otros dos albañiles se quedaron afuera, pero al verme también no dejaban de mirarme. Dentro del cuarto, el maestro albañil y sin dejar de mírame me dijo que ya iban muy avanzados pero que quería ver si le podía dar un pequeño anticipo, ya que tenía que hacer algunos gastos y que no podía esperar a que mi esposo le pagara a su regreso, que iba a ser al otro día. Entonces me acordé que tenía el dinero en el sobre que me había dejado mi esposo y le indiqué que estaba bien pero que tenía que subir a mi recámara para traer el dinero, salí entonces y al caminar hacia la casa escuché a lo lejos al más albañil más joven decir: “que buena está la señora, se me hace que está deseosa de verga en este instante”, a lo que Javier respondió: “si vieras lo caliente que estoy en este momento, que se me hace que me la como de una vez, aprovechando que su marido no está, si quieres tu también después de mi”, desde luego hice que no escuché nada, pero esas palabras me encendieron por dentro y me hicieron temblar de tanta excitación, así que seguí caminando, meneando en forma natural mi trasero y al entrar a la casa, algo me hizo que dejara la puerta emparejada.

Subí las escaleras, entré en mi recámara y saqué entonces el sobre del cajón, cuando de repente voltee y vi al maestro Rosendo parado en la puerta de mi recámara, por lo que me asusté y le respondí: “¿qué hace en mi habitación?” y viéndome de nuevo todo el cuerpo me dijo: “señora, subí porque se nos ocurrió que nos puede dar un adelanto de otra forma”, yo le respondí molesta y desconcertada que a que se refería y acercándose a mi me dijo: “mamacita, está usted muy buena, con gusto le aceptaríamos como adelanto que nos dejara meterle mano, se ve que le encanta la verga, mírese nada más lo que trae puesto en ausencia de su marido y con albañiles trabajando en casa, además nos ha tenido muy calientes toda la semana, es usted una calienta vergas”.

En ese momento mi reacción fue de rechazo a tales palabras y traté de salir de la recamara, pero el albañil no me lo permitió, me tomó por atrás y me sujetó con fuerza, juntando su cuerpo con mi trasero, yo le decía que me soltara, que era casada y que iba a gritar y él me dijo: “grita todo lo que quieras mamacita, al fin y al cabo nadie te va a oír y de todas formas vas a ser nuestra mujercita en este momento, no te resistas, si se ve que en el fondo lo estás deseando”, y en un instante sentí que era verdad, una parte de mí quería salir corriendo de allí, pero la mayor parte quería sentir que ese albañil y los otros me hicieran suya, entonces me agarró y me tiró en la cama y se empezó a frotar el miembro, yo me sentía dominada, no hice el intento de hacer nada, solo observar, entonces se bajó el pantalón y se sacó el miembro muy erecto y no dejaba de levantarlo y bajarlo a la vez, y el al ver mi expresión de gusto aunque temblaba me dijo: “sabíamos que te iba a encantar, mírate esa cara de puta que tienes, si se ve que te encanta la verga, todos estos días nos masturbábamos al imaginár dándote verga entre todos y nuestro sueño se está haciendo realidad”.

En ese instante estaba sentada al borde de la cama, me agarró de los cabellos y me inclinó hacia su miembro erecto, y me lo puso en la boca, me dijo entonces: “chúpamela putita, no te hagas la decente”, por lo que abrí ligeramente la boca y me la metió. Empezó a metérmela y a sacármela en repetidas ocasiones, solo sentía los bruscos movimientos de ese macho y eso me excitó mucho, de repente me la sacó, me levantó y me besó la boca, yo le correspondí efusivamente y lo abracé, y después de besarme por un largo tiempo me empezó a tocar el trasero, me volteo y me puso frente al espejo, me metió la mano dentro de mi brasiere, y me dijo entonces: “aquí frente al espejo te voy a meter la verga mamacita, quiero que veas como lo vas a gozar y que te veas esa cara de putita que tienes, delante de la foto del cornudo de tu marido, quiero que vea como se gozan a la muy putita de su mujercita”.

Entonces me colocó con las manos recargadas en el tocador, me quitó el sueter y el brasiere, me bajó las pantimedias, me hizo que me arremangara la falda hasta la cintura, me abrió las piernas y haciendo aun lado mi bikini me metió su miembro por atrás, me tenía empinada, yo sentía como poco a poco se introducía dentro de mi y al metérmela hasta adentro empezó a moverse de adentro hacia afuera, estaba sintiendo riquísimo y él lo notó, por lo que me metió uno de sus dedos en mi boca, yo se lo chupaba desesperada y mis senos subían y bajaban, me tenía en una posición por demás muy erótica y me gustaba mucho, entonces no dejaba yo de gritar y de gemir.

El albañil al ver la cojida que me estaba dando no dejaba de tocar con una de sus manos mis senos, y me dijo: “mira como te cuelgan estas ricas tetas que te cargas mamacita, son todas mías” y yo le respondí: si es usted mi macho, son todas suyas, mi amor”. En ese momento me la sacó y me llevó a la cama, me tumbó boca arriba y se poso sobre mi, me levantó las piernas y me la metió de nuevo y empezó de nuevo a cojerme, me sentía como su perra, y me gustaba mucho, no dejaba de gozar la rica cojida que ese señor me estaba dando y él lo notaba porque no dejaba yo de gemir, me dijo de nuevo: “eres mi putita mamacita y te estoy cojiendo aquí en donde tu marido te coje también, te gusta verdad?” y yo le respondí: “si, mucho”, entonces lo abracé por el cuello y lo besé en la boca apasionadamente, sentí entonces un orgasmo tremendo y grité, ya que estaba muy caliente y el albañil no paraba de hacerme suya, en un momento dado se vino dentro de mi, sentía sus chorros calientes de leche como me inundaban por dentro y al terminar, me la sacó y seguía parada aún, por que lo hizo que se la chupara de nuevo, al principio me dio asco, pero en seguida me excite de nuevo y sentía su olor a macho y a mi.

De repente en la puerta estaban los otros dos albañiles y se les notaba un bulto tremendo en la entre pierna a cada uno, entonces al mirarlos Javier le dijo al maestro: “¿qué tal la señora maistro, es tan puta como nos la imaginamos?, ¿ya se me adelantó, nos va a invitar a darle nuestra ración de verga?, a lo que él les respondió: “es bien putita esta mujercita, claro que si, es toda suya, hagan con ella lo que quieran, está riquísima, denle verga hasta que se cansen”. Yo me sentí humillada en ese instante, pero a la vez quise experimentar mis fantasías realmente y ese era el momento. Javier se acercó entonces a la cama y se bajó el pantalón, saco su miembro erecto y me lo puso en la cara y me dijo: “a ver putita aquí está tu macho, chúpamela con esa linda boquita que tienes”, e inmediatamente sin decir nada se lo empecé a chupar, solo veía su cara de satisfacción, por lo que me agarró de la cabeza y me empezó a darme una rica cojida en mi boquita.

El otro albañil, el más joven hizo lo mismo y empezó a tocarme los senos, sacó entonces su miembro y me dijo: “a ver mamacita, chupamela a mi también”, dejé entonces de comerme la de Javier y engullí ese miembro joven, en un rato Javiér le dijo dijo: “ayúdame a empinar a esta perrita, porque se la voy a meter por atrás, vamos a darle por los dos lados, como se merece”, entonces entre los dos me pusieron de a perrita en el borde de la cama y así el Javier pudo meterme su hermoso miembro, yo me sentía extasiada de tan rico que me estaban dando y el muchacho que tenía en frente de repente aumentó sus movimientos en mi boca y empezó a venirse, por lo que me inundó de su espera leche, ahogándome al principio, pero después de respirar un poco seguí chupándosela hasta que termino.

Por la posición que me tenían esos malvados, sentía muy rico la friega que me estaba dando por atrás el otro y no dejaba de tocar mis senos, por lo que tuve un orgasmo nuevamente y muy intenso, entonces sentí la eyaculación dentro de mi de ese macho rudo, y yo no dejaba de gritar y de jadear, al terminar, se salió dentro de mi y me recosté por un costado, ya que estaba cansada, el maestro albañil dijo entonces: “no hemos terminado putita, todavía nos debes, ha sido mucho trabajo el que hemos hecho, mañana a parte de trabajar te vamos a dar otra ración de verga, hasta que nos liquides todo, así que mañana te arreglas de nuevo con otro de tus modelitos para darte tu segunda tanda”, y entonces se salieron de mi recámara y los escuche salir de la casa muy contentos y yo por supuesto muy cansada, y seguía aún sintiendo espasmos y temblores.