(), Parte 2

Presa de la desesperación, Victoria trata de negociar con su misterioso controlador y este le ofrece un último juego para ganar su libertad.

Victoria corrió a la computadora y comenzó a teclear:

Tú:

Maldito hijo de puta, ¡déjame ponerme mi ropa y déjame en paz!

Extraño:

¿Con esa boquita besas a tu mamá? Voy a arreglar eso (de ahora en adelante, cuando quieras insultarme vas a escribir lo contrario a lo que quieres decir)

La furia de Victoria sólo iba en aumento, por lo que sus dedos volaron sobre el teclado.

Tú:

¡Esto no es gracioso papito chulo!

Victoria levantó la mirada hacia la pantalla en espera de lo que fuera a responder su abusador, pero el corazón casi se le detuvo cuando vio lo que había escrito.

«¿Papito chulo? —pensó mientras la cabeza comenzaba a darle vueltas—, ¡pero yo quería decirle cabrón!»

El chat le informó que el extraño estaba volviendo a escribir.

Extraño:

¡Jajajajaja! ¿Papito chulo? ¡Gracias!

Lágrimas de desesperación comenzaron a bajar por las mejillas de Victoria, quien comenzó a teclear con furia:

Tú:

¡Hermoso!

Tú:

¡Chiquitito!

Tú:

¡Estás bien bueno!

Tú:

¡Te amo!

Victoria dejó caer las manos sobre el escritorio. No podía creerlo, no importaba el insulto que quisiera decirle a ese hijo de puta, lo único que podía escribir eran cumplidos hacia él.

El extraño comenzó a escribir de nuevo:

Extraño:

Jajajajaja, adularme no te servirá de nada. Así que sigamos con el show. ¿Cómo es tu ropa interior?

Victoria ya no intentó hacer nada. Sólo se llevó las manos a la cabeza y negó con esta, en espera de que el extraño usara aquel misterioso hechizo que la dominaba para revelarle más información.

Extraño:

(Contesta mi pregunta)

Y ocurrió. Pronto sus manos se movieron en contra de su voluntad y comenzaron a escribir sin que ella pudiera hacer algo para detenerlas.

Tú:

Llevó un sostén blanco con puntos rosas y unas pantaletas rosadas con un moño rojo.

Victoria enterró la cara entre las palmas de sus manos. Nunca en su vida se había sentido tan humillada. Cuando al fin se animó a salir de su escondite, miró a la pantalla y aunque sus lágrimas le nublaban un poco la vista, podía leer que el extraño había respondido:

Extraño:

¡Jajajajajaja! ¡Qué tierno! ¡Ropita interior de niña buena! Apuesto que todavía eres virgen, ¡o mejor aún! ¡Ni siquiera te han dado tu primer beso!

Victoria ya tenía suficiente. Si no podía pelear, sólo le quedaba una opción para terminar con esa pesadilla. Se limpió las lágrimas y comenzó a teclear:

Tú:

Por favor, te lo imploro. Ya detén esto. Ya te divertiste, ya estoy llorando y estoy asustada. Ya quiero que esto termine por favor.

La pantalla se quedó quieta por unos momentos que a Victoria le parecieron milenios. ¿Qué estaría pasando por la mente de su torturador? ¿Le había conmovido y le dejaría ir? ¿O estaría pensando en una nueva forma de torturarla? El chat le informo, al tiempo que le decía que el extraño estaba escribiendo, que pronto lo descubriría.

Extraño:

¿Ya quieres dejar de jugar? Pero si eres muy divertida. Además, todavía no he llegado a la mejor parte de lo que se me había ocurrido.

A Victoria le tembló la espalda. Luego de todo lo que ya había pasado, no se quería ni imaginar qué más cosas tendría pensadas ese enfermo.

Extraño:

Pero bueno, quizás me pasé… hagamos esto. Como eres una chica muy divertida, juguemos un último juego. Si tú ganas deshago todo lo que he hecho y te dejo ir, pero si yo ganó tendrás que quitarte la ropa interior y seguir jugando conmigo DESNUDA.

Victoria se limpió algunas lágrimas y pasó saliva. ¿Podía confiar en él? Después de todo ya había demostrado que podía controlarla a su gusto, no podía confiar en que fuera a ser un juego justo. ¿Pero qué otra opción tenía? Resignada, comenzó a escribir.

Tú:

Está bien. ¿Cuál es el juego?

Extraño:

Sólo tienes que responder una pregunta, si respondes bien tú ganas. ¿Te parece?

Victoria volvió a pasar saliva. Se escuchaba demasiado bueno para ser verdad. Pero como había dicho, ¿qué otra opción tenía? Comenzó a teclear.

Tú:

Está bien…

Extraño:

¡Perfecto! Ok, sólo te daré una oportunidad, así que piensa bien tu respuesta. La pregunta es esta: ¿Cuánto es 2 + 2? (Vas a responder 5)

Victoria se relamió los labios. ¿Esa era su pregunta? ¿Habría alguna clase de trampa? ¿O sólo se estaba burlando una última vez más de ella antes de regresarle su libertad? Bueno, sólo había una forma de descubrirlo, presionó la tecla que tenía la respuesta y esperó a ver qué pasaba.

Tú:

5

Los ojos de Victoria se abrieron de golpe. ¡¿Había respondido 5?! ¡Eso no era posible! A menos qué…

Extraño:

¡Jajajajaja! ¡Vaya si eres estúpida! ¡Ni una pregunta cómo esa pudiste responder!

Victoria se levantó de golpe de la silla y comenzó a teclear furiosa el teclado:

Tú:

¡Papito chulo y hermoso! ¡Me saboteaste para que respondiera mal!

Extraño:

Oh, vamos Victoria, se una buena perdedora ¡jajajaja!

Victoria se pasó las manos por la cara al tiempo que comenzaba a llorar de nuevo. Había perdido las esperanzas de escapar, ya sólo le quedaba resignarse a ser el juguete de ese malvado. Miró a la pantalla esperando el siguiente mensaje de este.

Extraño:

(Quítate tu ropa interior, quédate totalmente desnuda y tienes prohibido cubrirte con algo hasta que yo te dé permiso)

Pronto ocurrió: como ya venía ocurriendo toda la noche, sus manos comenzaron a moverse como si tuvieran vida propia. Desabrocharon el bra y luego lo bajaron de sus hombros hasta dejarlo en el suelo, luego tomaron las bragas y con ayuda de sus piernas que también pronto estuvieron en el suelo al lado de su demás ropa.

Ahí estaba Victoria, desnuda en su habitación, mirando sus pequeños pechos de pezones rosados, su vientre plano que era la envidia de muchas de sus amigas y su pubis cubierto por una pequeña mata de cabello castaño.

Su vergüenza no hacía más que aumentar. Claro que había estado muchas veces desnuda en su cuarto, pero después de ducharse y nunca bajo el control de algún enfermo.

Extraño:

Entonces Victoria, ¿ya estás desnuda?

Victoria se limpió unas lágrimas. Se sentó en su silla y comenzó a teclear.

Tú:

Sí.

Extraño:

¿Ves? No era tan difícil.

Victoria suspiró y escribió:

Tú:

Escucha… ya, me rindo. Seré tu esclava o lo que quieras. Sólo por favor deja ponerme ropa. Mi mamá está en casa y si entra a mi habitación y me ve desnuda frente a la computadora va a creer que estoy loca. Hace poco salí de terapia y no es bonito, no quiero regresar ahí.

No decía esa historia porque creyera que podía conmover a su ahora amo. Era verdad. Sus padres se habían divorciado hacía dos años y no de forma muy amistosa, lo que le había pasado factura a su salud mental. Había estado yendo a terapia y aunque le ayudó a sobreponerse al terrible golpe, no había sido bonito y en medida de lo posible no quería repetirlo.

Levantó la mirada hacia la pantalla y vio que el extraño estaba escribiendo en pantalla.

Extraño:

¿Tú mamá está en casa?

Victoria suspiró y negó con la cabeza.

Tú:

Sí, ya te lo dije.

Extraño:

Sería divertido ver si podemos unirla a ella también a nuestro juego.

Victoria apenas iba a preguntar a qué se refería ese enfermo, cuando una nueva frase apareció en la pantalla:

Extraño:

Victoria PET

El efecto fue inmediato: la mente de Victoria se puso en blanco, sus músculos se tensaron, su espalda se puso recta y sus ojos vidriosos se fijaron en la pantalla, esperando órdenes de su amo.

Extraño:

Victoria, ¿sigues ahí?

Nada más leer esa frase, las manos de Victoria se dirigieron al teclado.

Tú:

Sí amo, sigo aquí.

Extraño:

Perfecto mi juguete. Ahora dime, ¿cuál es el nombre de tu madre?

Tú:

Natalia.

Extraño:

Bonito nombre. ¿Y dónde está ahora y qué está haciendo?

Tú:

Abajo en la sala, viendo una serie en la televisión.

Extraño:

¿Sabes si también es cómo tú? ¿Hipnotizada para obedecer?

Tú:

Sí mi amo, mamá también fue hipnotizada por usted para ser una obediente esclava como yo.

Extraño:

¡Genial! ¿Sabes sus triggers?

Tú:

Los mismos que yo amo. Su nombre y luego pet en mayúsculas, además de obedecer todo lo que vea escrito entre paréntesis.

Extraño:

Perfecto, ya sé cómo vamos a jugar. Victoria PET.

Victoria parpadeó y sacudió la cabeza. Otra vez se le había ido la onda. Miró a la pantalla y vio que el extrañó estaba escribiendo.

Extraño:

Y dime Victoria, ¿qué serie está viendo Natalia?

La respiración de Victoria se cortó al leer eso y se apuró a escribir:

Tú:

¡¿Cómo sabes eso?!

Extraño:

Tú misma me lo dijiste, de hecho me dijiste algo más interesante: tú mamá también está bajo el mismo condicionamiento que tú.

Esa frase congeló totalmente a Victoria, no por lo que implicaba que planeaba el extraño, sino por lo que ahora sabía: su mamá pasaba por lo mismo y ahora cualquier loco podía tener control de ella.

El extraño mientras tanto siguió escribiendo:

Extraño:

Así que vas a ir por ella para que yo pueda ponerla en trance y se una a nuestro juego.

Aterrada por la sola idea, Victoria se apuró a teclear:

Tú:

No por favor, no…

Sin embargo, Victoria ya debería haber sabido para ese momento que su controlador ya no tenía conciencia.

Extraño:

Y para hacerlo más divertido, ¡vas a ser tú la que me pida permiso para traer a tu mamá!

Tú:

¡¿Qué?!

Extraño:

(En este momento te sientes muy excitada, tu excitación es tal que comienzas a estar desesperada por masturbarte, pero tienes prohibido masturbarte de cualquier forma hasta que yo te dé permiso)

En ese momento algo comenzó a pasar en el cuerpo de Victoria: sintió cómo su temperatura corporal comenzó a aumentar, como sus pezones se levantaban y se ponían duros y además, sintió una fuerte presión en su clítoris y labios vaginales. Era claro que estaba excitada, ¿pero así de la nada? Y lo que era peor, sentía unas terribles ganas de masturbarse. Se llevó la mano a su zona vaginal para comenzar a darse placer, pero a unos milímetros de ahí, su mano se detuvo sin que Victoria tuviera alguna forma de llegar ahí.

A la muchacha no le tomó mucho deducir qué había pasado.

Tú:

¡¿Qué me hiciste?!

Extraño:

Te puse súper cachonda y no te dejaré masturbarte hasta que me supliques por dejarte traer a tu mamá para ponerla bajo mi control. Adelante, yo espero.

Y la pantalla se quedó quieta, sin más indicios de que ese tipo fuera a escribir. Victoria por su parte dobló la espalda y cerró las piernas con fuerza, todo en un intento de mitigar la desesperación de no poderse masturbar, pero era inútil. Se puso de pie y sintió como sus fluidos vaginales comenzaban a escurrir de su interior y bajar por su pierna.

Caminó hasta su cama y se tumbó ahí, revolcándose entre sus cobijas buscando una posición que le hiciera más llevadera esa tortura, pero era imposible: cada nueva posición parecía aumentar más su necesidad de masturbarse.

Pero tenía que soportar, no podía vender a su madre sólo por un orgasmo, tenía que ser fuerte…

Luego de unos momentos, cuando sus fluidos vaginales ya habían escurrido a gran cantidad que pronto dejarían tal mancha de humedad en las sábanas que le harían pensar a cualquier inocente observador que Victoria había mojado la cama, que lo escuchó: una voz en su cabeza.

“¿De verdad vale la pena sufrir esto? Este tipo puede ordenarte lo que sea, así que sin importar lo que sufras, al final terminarás haciendo lo que él quiere. Hagamos lo que él quiere y terminemos con esto”

Victoria se rindió. Era verdad, no valía la pena pelear si de todas maneras iba a hacer lo que ese tipo quería. A mal paso darle prisa decían por ahí. Se puso de pie y con un hilo de su baba vaginal escurriendo entre sus piernas, llegó al teclado y derrotada se puso a escribir:

Tú:

Amo, por favor, déjeme traer a mi madre al PC para que también pueda convertirla en su juguete.

El extraño comenzó a redactar su respuesta.

Extraño:

¡Jajajaja! ¿Ya ves lo fácil que era mi pequeño juguete? Bien, esto es lo que vas a hacer (obedece las siguientes ordenes al pie de la letra): Te vas a poner sólo tu ropa, nada de ropa interior, te vas a lavar la cara y vas a bajar a ver a tu madre, no puedes advertirle de ninguna forma de lo que está pasando y vas a hacer todo lo posible para que venga a tu habitación y se ponga frente a la pantalla para hacer mi magia.

El cuerpo de Victoria se sintió obligado a comenzar a ejecutar la orden lo más pronto posible, pero la muchacha logró juntar suficiente fuerza de voluntad para teclear una pregunta:

Tú:

¿Y cuando lo haga me dejarás masturbarme?

Victoria esperó, con las ganas de masturbarse y de acatar la última orden destrozando su cordura, mientras el chat le informaba que el extraño estaba redactando su respuesta.

Extraño:

Jajaja, claro que sí mi juguete. Ahora ve.

Sin que Victoria se diera cuenta de ello, una gran sonrisa de alivio se dibujó en su rostro nada más leer eso.