Parte 2.- 3000 Euros

Continuación del relato 3000 Euros. Se quitó la toalla poniéndose enfrente de él en igualdad de condiciones, los dos desnudos, y los dos húmedos, uno por el sudor y otro por el agua...

(¡¡Hey hola!!! ¿¿Os acordáis de mi?? Seguro que ya no, ha pasado taaanto tiempo :c, me estoy haciendo viejo y no tengo tiempo para vivir (voy a llorar en cualquier momento, estoy muyyy triste). A lo que íbamos, no sé si recordáis que hace mucho, mucho tiempo, casi en la época medieval subí un relato que iba de un prostituto… bla, bla, bla… pues… después de… sabe dios cuanto, ¿dos años o así?, pues os traigo la continuación, jajaja. Joder, pensé que la había subido, la tenía como un gilipollas guardada en una carpeta en el ordenador entre trabajos y deberes  y apuntes… es muy triste mi vida… no os quiero amargar… como siempre… si la queréis la leéis si no, pues nada, hasta luego Lucas. Cuidáis todos muuucho y buena suerte!!!! )

Capítulo segundo

Cédric abrió los ojos molesto por la ligera luz que entraba por la ventana, y allí lo vio, como un ángel. Estaba mojado y desnudo  secándose con una toalla roja delante del espejo del baño de la habitación.  Se sonrojó por la visión, sintió un repentino pudor por observarlo fijamente sin ropa en una imagen tan obscena y sensual, le traía recuerdos  de esa misma noche en la que no pararon de  retorcerse y magrearse lujuriosamente hasta que acabaron dormidos por el agotamiento. La suave piel, los músculos duros y prietos, su lengua vivaz paseando por todas y cada una de las partes de su cuerpo…  ¿cómo demonios podía ser tan perfecto?  - se preguntó- ¿cómo cojones podía estar tan bueno? Era un hombre imposible, tan guapo, tan alto, tan esbelto y fuerte sin llegar a ser una masa desorbitada de músculo, elegante, travieso… realmente parecía que pronto acabaría todo lo bueno.  Súbitamente  un enorme deseo se apoderó del cuerpo de Cédric, sintiéndose de repente tan caliente como el mismísimo infierno, notando a través de las sábanas la imponente erección que comenzaba a humedecer la tela morada que lo cubría. Se mordió los labios esperando aguantarse mas no pudiendo controlar su mano retorcida, esta comenzó a masturbarlo  sin piedad. Sentía el  corazón desbocado con sus falanges recorriendo su polla, con la visión del duro y musculoso trasero de Alexis empapado del agua de la ducha, observando como las gotas se resbalaban por su espalda  y entre sus piernas, o como se tocaba el rubio cabello de esa manera tan natural y sensual que tenía. Sin duda, Alexis desprendía sexo por sus poros, todo en él era erótico, su manera de caminar, su habla incluso los gestos más simples como la de rascarse la cabeza. Cèdric estaba tan concentrado en su perfecto cuerpo que no percibió la enorme sonrisa que se dibujaba a través del espejo, y la divertida expresión en el rostro de Alexis. Este se acercó con andares de lobo en celo, observando la cara excitada de Cèdric, su cuerpo tensionado  y la rojez en sus mejillas por la vergüenza de haberlo pillado en plena faena de autosatisfacción.

Se quitó la toalla poniéndose enfrente de él en igualdad de condiciones, los dos desnudos,  y los dos húmedos, uno por el sudor y otro por el agua. Comenzó a masturbarse con una lasciva sonrisa de demonio, lentamente recorría con fuerza su falo y emitía altos y ruidosos jadeos. El calor que recorría el cuerpo de Cèdric era de tal magnitud que apenas podía contener aquella fuerte sensación de éxtasis que invadía sus entrañas. Un profundo deseo lo perturbaban al escuchar ese característico sonido de alguien que se pajea, esa melodía de carne y  movimiento que lo enloquecían. El canto de su respiración apresurada deleitaban sus oídos y la imagen de  ver aquel ser tan hermoso a punto de estallar en una sacudida de lefa hacían que sus ojos no deseasen cerrarse nunca. Estaba acelerado, arrítmico, frenético, delirante,  sus músculos de repente se contrajeron, no pudiendo contener aquel último estremecimiento, acabó por salir de él como en una fuente casi agotaba, unos pequeños y escuálidos chorros poco más o menos transparentes.  Alexis soltó una carcajada tan alta que inundó la habitación, se volvió a tapar con la toalla y de un saltó aplastó a Cèdric aún conmocionado y respirando afanosamente.

-           Parece que no te deje complacido anoche… - le susurró al oído- ¿debería traerte el libro de reclamaciones?

-           Para nada – sonrió Cèdric sonrojado- es solo que ¡me pones tan cachondo! – Exclamó con una sonrisa- en mi vida  me había sentido tan excitado con nadie ¡Joder! ¡Solo quiero follar y follar y…

-

  • … Y volver a follar y follar y follar… - soltó una carcajada- parece que cuatro en una noche no son suficientes para ti… - suspiró teatreramente – Te subestimé... aceptad mis disculpas.

-           No he dicho eso- sonrió  atrayendo hacia él el cuerpo de Alexis- he dicho que me pones más de lo que nadie me ha puesto en mi vida.

-           Lo he notado… - dijo mirando hacia abajo con tono de suficiencia-  y he visto cómo te la machacabas como un mandril mientras me secaba,  asqueroso pervertido- soltó una risilla traviesa-  ¿Debería poner posturitas?¿Dejar que me saques fotos con cara de sorpresa mientras me tapo avergonzado mi polla endurecida?

  • No seas cerdo – le empujó – creo que nunca me cansaré de ti... jamás, jamás...

  • Ya será para menos... – Se oyó vibrar un móvil con fuerza lo que le hizo soltar una gran carcajada a Alexis –. Mi vibrador... ¿Qué hará encendido a estas horas? No lo habrás usado ¿Cierto?

  • O que gracioso estás hoy... – se burló – trae,  es mi móvil – Alexis se levantó y lo buscó en los pantalones del francés y se lo lanzó a la cara. – es... Eva...

  • Cógelo

  • No... Ya la llamaré... ¡Dios! Es tardísimo...  hoy tenía que comer con mis padres.

  • ¿Comida familiar?

  • Si pero puedo cancelarla.... no me importa.

  • No, no... Es tu mujer.

  • Prometida... -sonrió - pero no estaría mal pasar el día contigo.

-  ¿Así que eres de esos?

  • ¿Cómo que de esos? - gruñó molesto- ¿Qué quieres decir?

  • Uno de esos tipos casados que se va de putas  y engaña a su mujer

  • ¡¡ Prometida!! No es mi mujer.

  • Pero si tu novia de toda la vida... ¿no? ... pensé que la querías.

  • Y la quiero.

  • Pero la engañas... eso no es amor... y si lo es, es un amor asqueroso.

  • ¿Adónde cojones quieres llegar Alexis?

  • A que si no estás enamorado de ella que la dejes... no la engañes conmigo... a mí no me molestaría... ser... bueno...- carraspeó- ser... Tú novio.

  • ¡Ya lo hemos hablado! - su gritó ofendió al rubio que entró disgustado al vestidor - ¡Alexis!... por favor... ya sabías lo mío... - de nuevo salió con su maravilloso traje de Armani que se amoldaba a su cuerpo de una forma anormal - además...

  • ¿Además que?

  • Eres... lo que eres... ¿Cómo pretendes mantener una relación?

  • No sigas por ahí...

  • No seas injusto, te dije que no podía y que hayamos follado no cambia nada...

  • Me voy - dijo con un tono frío - tengo que hacer mis cosas.

  • Alexis joder...

  • El imbécil soy yo...  no te preocupes. – Abrió un cajón que se situaba cerca de la puerta y sacó una fina cartera y un móvil – me tengo que ir, ya sa...

  • Alexis... espera... – se levantó apresurado- espera... no quiero que te sientas mal, ya lo hablamos y estabas de acuerdo.

  • Pero eso no lo hace menos molesto  - sonrió de forma cínica – da igual... me tengo que ir de todas formas... – le dio un casto beso en la frente – la puerta se cierra sola, no robes nada – volvió a mostrar su blanca dentadura –  me fio de ti.


Estaba en silencio tumbado sobre la cama oyendo la respiración de su novia a su derecha. No podía dormir pero tampoco quería levantarse de la cama, solo que ella se marchara a su casa y poder estirarse a su gusto en el metro ochenta de colchón. La chica se giró y lo buscó en la oscuridad con su delgado y fino brazo de anoréxica, después volvió a caer rendida en un profundo sueño.

-  Te quiero - musitó Cédric, pero sabía que sus palabras eran mentira. No la quería, no como antes... aunque

antes tampoco la quería demasiado, solo estaba con ella porque era lo que se suponía tenía que hacer... le gustaban los hombres no las mujeres. Hacía mes y pico desde el encuentro con Alexis, no lo había vuelto a llamar, ni se había atrevido a ir a buscarlo. Pensó que con el transcurrir del tiempo olvidaría al rubio y esa sensación de necesidad desaparecería de él de una vez por todas, pero no lo hizo solo empeoró su ansiedad.

A menudo se preguntaba si el motivo de ese tonto emperramiento con el rubio se debía, o bien porque él fue el primer y único hombre con el que había dado rienda suelta a su verdadera sexualidad, o, porque en verdad estaba perdidamente enamorado. En otras ocasiones prefería estar alejado de él, le consolaba la idea de no verlo nunca más y poder controlar ese aberrante deseo carnal hacia los hombres y continuar con su frívola e insípida vida en Marbella.

Provenía de una familia adinerada cuyas riquezas tenían origen en la construcción además de otros negocios lucrativo. Estaba esclavizado a un estilo de vida superficial aderezada con una anoréxica prometida y una profunda y autoritaria vida religiosa de la que nunca podría librarse.

En ciertos momentos lograba olvidarse de esa cruz que lo torturaba y lograba alcanzar pequeños vestigios de felicidad, se sentía orgulloso de todo lo que poseía por herencia y por algo de trabajo, pero enseguida esa fantasía desaparecía y volvía de nuevo  a su tormento personal. El destino era puñetero, puñetero e hijo de puta o quizás era culpa del propio Cédric, inconformista desde que nació, siempre había algo, alguna cosilla que lograba arrebatarle la alegría

Solo cuando todos sus entretenimientos no eran lo suficientemente distraídos  comenzaba a invadirle ese terrible pensamiento que lo agobiaba y enloquecía. Se trataba del trabajo de Alexis, de su profesión tan antigua que hasta los griegos la dibujaban en jarrones. Se enfurecía sentado en su sofá negro pensando en que en ese mismo momento Alexis podría estar con algún hombre, haciendo exactamente las mismas cosas que hizo con él, dejándose follar como una puta barata, manchándose los labios con la corrida de algún viejo adinerado... realizando infinidad de guarradas por unos míseros euros. Los celos lo dominaba por completo y en un eje de locura  rompía todo lo que tenía a su alrededor, lloraba por la impotencia y  la rabia que le provocaba su propio patetismo, encerrado en su piso de cuatrocientos metros cuadrados sin atreverse a confesar su propia homosexualidad. La culpa, la culpa es de mi familia se repetía una y otra vez, la culpa es de ellos. Y es que su familia era terriblemente religiosa, pertenecientes al opus dei y no concebían otro tipo de familia que no fuese la tradicional. Despotricaban en cuanto salía el tema de los degenerados de los homosexuales, de sus barbaridades y pecados, de esos desviados sin futuro que arderían en el más candente  de los infiernos por sus actos abominables. Día tras día la cantinela se le gravaba en el cerebro, día tras día se sentía más y más avergonzado de su verdadero ser que luchaba por salir. Cédric era el penúltimo de sus nueve hermanos, cuatro mujeres y cinco hombres, todos formales con claros planes de futuro tanto familiares como profesionales. Todos sus hermanos habían sido educados con el mismo molde, con la misma mano firme, ninguno se salía del rasero excepto él. Él, la oveja negra, el defectuoso que tenía que venir con el gen del mariconeo en su sangre, el que tenía que quedarse prendado por  la belleza de un prostituto, un prostituto también maricón que follaba por dinero y con él que encima se había acostado  y gozado, con aquel prostituto que con ojos de corderito le había propuesto de una forma sincera e ingenua ser su novio y compartir una vida.

Dios es caprichoso y bastante cabrón, y en su infinita bondad y malicia generó un encuentro divino entre el ángel y el atormentado. Cédric acompañaba a su prometida a comprar y fue cuando lo vio.  Ni siquiera sabía que era él, sus ojos se fijaron automáticamente en un atractivo chico de espaldas que destaca por una larga melena rubia que descendía por su columna hasta llegar prácticamente al trasero. Se quedó prendado e hipnotizado por su tremendo porte elegante, sentía un fuerte deseo y atracción por él, tanto que tuvo que controlarse para no lanzársele encima. Notaba como cada vez le apretaba más el pantalón, como una imponente erección que nunca conseguía con su novia aparecía de repente avergonzándolo de una manera terrible. Se instigó por ser tan asqueroso, por excitarse de tal forma con la visión de un hombre desconocido que además estaba de espaldas, y casi con premura intentó buscar a su novia para largarse de aquella tienda. De pronto sintió una mano en su hombro que lo empujó hacia atrás y quedó envuelto por un delicado abrazo y un ligero aroma a azar. No miró por miedo, porque en su interior sabía quién era el sujeto que lo mantenía inmovilizado por dos fuertes brazos, se giró casi por inercia, movido por sus piernas y su mente que quería ver esa hermosa cara de nuevo y allí estaba. Como un ángel que había caído del cielo vio a ese ser divino, más guapo y más maravilloso que nunca. Se le saltaron las lágrimas de la alegría y de la vergüenza y volvió a ver esa blanca sonrisa simpática y dulce que lo cautivaron la primera vez. No podía articular palabra ni moverse, solo mirarlo con los ojos anegados en lágrimas y una media sonrisa de puro gozo. Notó que Alexis lo cogía de la mano, tenía la palma ardiendo y mojada y empezaron a moverse, se dejó llevar hasta unos probadores vacíos donde el prostituto cerró la puerta de plástico de un solo golpe y echó el cerrojo. Empezó a ponerse nervioso y a respirar con dificultar sin saber muy bien que iban a hacer allí dentro. La cara del rubio comenzó a acercarse para que ambos  acabasen unidos por los labios, dando rienda suelta a su pasión y besándose como dos auténticos desesperados, abriendo tanto la boca que parecían a punto de engullirse. Las manos de Alexis se fueron a su entrepierna y palparon aquel imponente bulto que parecía querer reventar los pantalones, empezó a desabrocharle el cinturón y fue entonces cuando Cédric lo sintió. Sintió de nuevo ese deseo y esas ganas de correrse, de no ser dueño de su propio cuerpo y querer con todo su ser dejarse hacer por el prostituto pero no podía de nuevo. Le paró las manos entre jadeos y lágrimas de rabia, con mucho esfuerzo lo separó y pudo ver esa mirada de tristeza en sus ojos.

Empezó a dominarlo la rabia por la impotencia que tenía que soportar, su boca cobró vida y escupieron verdaderas barbaridades de ella. De su garganta salió un hiriente monólogo que acuchillaba los oídos del pobre Alexis, Cédric lo culpo a él de todos sus males, lo insultaba sin razón y acabó por expeler un -para mi estas muerto, no quiero volver a verte -  que rompieron en mil pedazos el interior del prostituto.

La cara de Alexis se recompuso prontamente de su mueca de dolor y decepción y esbozó una enorme sonrisa que apenas era distinguible de una verdadera. Se despidió en un simpático tono desconcertando totalmente a Cédric quien acabó todavía más confuso cuando Alexis le dio un pequeño beso en la frente y sin mediar palabra salió del probador.

((Hoooooola!!! K tal, guta, no guta… ajajaja, no guta… no pasa naaaa, no os agobies no vaya a ser k tengamos una desgracia. En breves, digo breves porque será en breves, esta vez de verdad, en breves la continuación… un abrazaco tan, tan, taaaaan enorme como la catedral de Santiago… no, como la sagrada familia… no, no, como la chisma esta china, la muralla o el muro chino… no me acuerdo del nombre para ya lo pilláis, ¿no? Chaooooooooooooo))