Parte 1: Mi esposo me cumple mi fantasía.
Este relato cuenta la monótona vida entre esposos y cómo se enciende la chispa de amor, en la primera parte se describe el desarrollo de la fantasía de una mujer casada, la cual quisiera serle infiel a su marido.
Hola: soy Ana una linda mujercita casada y sin hijos, acercándome a mita de los treinta años, y con una figura muy bien, mido 1.60 m y con tacones llego a 1.70, traigo siempre mis manos muy cuidadas y con uñas medianamente largas y pintadas con manicure francés, además de mi hermoso anillo de casada. Me gusta ser muy femenina y son muy pasiva en la cama. Mi esposo y yo vivimos en un fraccionamiento muy elegante en la ciudad de Querétaro, en México. Nuestra relación ha sido muy hermosa, solo que últimamente hemos estado muy distantes, ya que mi esposo viaja mucho porque trabaja en una empresa grande, siempre ha ocupado altos puestos y eso ha hecho que no compartamos mucho tiempo juntos, además que con el paso del tiempo las cosas se volvieron monótonas e indiferentes.
En una ocasión y platicando acerca de alguna solución para volver a sentirnos deseados el uno al otro, salió al tema el poder realizar alguna fantasía sexual, jugamos entonces una suerte y me tocó decir primero la mía. La condición era decir la verdadera fantasía sin recato alguno y llevarla a cabo, fuera lo que fuera. A pesar de que quiero mucho a mi marido, siempre he tenido fantasías, en las cuales sueño con hombres rudos que me hacen suya, con varios a la vez, que me hacen sentir mujer, que me dicen cosas obscenas, esos hombres pueden ser obreros, mecánicos, albañiles, plomeros, en general hombres con manos ásperas, brazos y espalda fuertes, morenos y con bigote algunos, todo lo opuesto a mi mundo, pero en la vida real, soy muy recatada y fiel a mi marido.
De momento, dudé en decirle a mi esposo la fantasía que tenía en mente, y para que no se sintiera impactado, pensé en decirle que quería que se disfrazara de “plomero”, y que en el juego yo me iba a arreglar como una ama de casa muy elegante y sexy. Y que quería que con ese disfraz me sedujera irremediablemente, que me hiciera lo que el quisiera y que me hablara en forma sucia, que quería sentirme seducida por otro hombre distinto a mi marido. El al ver que no decía mi fantasía me preguntó si ya la tenía, a lo que le respondí que si y se la dije. Tenía miedo que pensara mal de mi, y que se molestara, pero para mi sorpresa vi su mirada de total satisfacción, entonces planeamos la fantasía para ese próximo fin de semana.
Le pregunté entonces cuál era su fantasía y me respondió que una vez terminada la mía me la iba a decir. El día de la fantasía, me arregle en forma muy sexy, un conjunto intimo muy delicado color negro, una minifalda muy bonita de color azul cielo, una blusa blanca trasparente y con botones al frente, lindas medias muy finas y transparentes y unos hermosos zapatos de tacón alto muy modernos de ante color negro. Desde luego, como toda ama de casa me coloqué un hermoso delantal. También traía puesto un hermoso brazalete de perlas, collar y aretes.
Para la ocasión me maquille como si fuera a ir a una fiesta y me peiné de igual forma, al verme al espejo de cuerpo completo, me veía realmente hermosa. Como les dije anteriormente, me gusta sentirme muy femenina y bonita, siempre me visto con ropita muy elegante, conjuntos y vestidos con faldas cortas, medias muy delicadas y transparentes, con figuras o lisas. Y desde luego, zapatos de tacón alto que pueden ser sandalias o cerrados, también botas de tacón alto. Mis colores favoritos son los lilas, pero cualquier color siento que me queda bien, ya que mi tono de piel es claro.
Empezó entonces el juego y de repente entro mi esposo vistiendo un overol azul, traía también algunas herramientas, al verlo me excité mucho y se me acercó y me empezó a decirme cosas como: “que bonita está usted mamacita, ¿tiene marido?, ¿porqué se viste así con plomero haciendo reparaciones en casa?”. Trató entonces de abrazarme y de tocarme, y yo siguiendo el juego, opuse resistencia y así seguimos hasta que me sedujo como yo quería dándome un beso en la boca y yo entregada a ese “plomero”. Al estar haciendo el amor, me decía cosas sucias y me encantaba, y no se si por lo excitada que estaba, y las cosas que me preguntaba, perdí la cabeza y le contestaba que era muy puta, que me gustaba que otros hombres además de mi marido me cojieran de esa forma.
Después me preguntó si me gustaría que me cojieran dos o más hombres a la vez y sin pensarlo le respondí que esa era mi máxima fantasía, en un momento enmudecí y pensé que todo iba a acabar allí, pero en lugar de eso, mi esposo llegó al climax y se vino dentro de mi. Después pasados unos minutos y recostados en la cama, me estaba acariciando y yo me sentía totalmente complacida, aunque en el fondo me sentía temerosa de que mi esposo pensara que en verdad se casó con una verdadera “puta”. El lo sintió y me preguntó si estaba bien y que si se había cumplido mi fantasía, a lo que le respondí “totalmente”. En ese momento le pregunté que cuál era su fantasía y me dijo: “pero la vas a cumplir sea lo que sea?” y le dije que si. Enseguida me dice: “escuchando lo que me dijiste hace rato y viendo realmente tus verdaderas fantasías, quiero que te arregles super sexy y que actúes como la mujer casada que eres, y que te entregues a varios hombres a la vez y yo solamente ver como te cojen entre todos”.
Yo en ese momento me quedé petrificada a tal proposición, no contesté nada, nunca me imaginé tal fantasía y que mi esposo pensara siquiera en entregarme a otros hombres. De repente me enfadé y le dije: “que clase de mujer crees que soy?”, a lo que me respondió: “la mujer que hace rato vi”, y no era para menos, me había mostrado como realmente soy por dentro. Pero debido a mi moral, enfadada le contesté que era un pervertido y que ni lo pensara siquiera, que no iba a hacer tal cosa tan horrenda, me levanté y me fui a bañar. Después de esos momentos pasaron varios días y casi no platicamos, yo estaba muy molesta por tal proposición, pero en el fondo sentía que en verdad lo deseaba, y no era capaz de llevar a cabo semejante idea. A la semana me dijo mi esposo que tenía que salir de viaje por algunos días, pero que iba a regresar el mismo día de mi cumpleaños y que me iba a dar “mi regalo”, ese mismo día.