(), Parte 1

Es viernes por la noche y Victoria sabe que la mejor forma de pasar su noche es… ¡frente al PC! ¿Pero realmente esa fue su idea?

Era una calurosa noche de viernes, la combinación perfecta para que muchos adolescentes salieran a algún antro a festejar la juventud entre bailes y alcohol… pero no era el caso para todos.

En la habitación que tenía en la casa que compartía sólo con su madre, se encontraba Victoria, una adolescente de dieciséis años. No era especialmente hermosa, pero tenía lo suyo: un precioso cabello castaño lacio que le llegaba hasta media espalda, una tez blanca, unos ojos marrones y un cuerpo delgado que la hacía verse más chica de lo que realmente era, con unas tetas algo pequeñas y un culo algo plano, aunque su abdomen plano era la envidia de muchas de sus amigas.

Como cualquier chica de su edad y contrario a lo que podría indicar su aspecto inocente, a Victoria le gustaba salir de fiesta los viernes por la noche y de hecho esa noche la esperaba con ansias… pero hacía unas horas lo había cancelado, pues algo más urgente había ocurrido.

En ese momento estaba sentada en su escritorio frente al monitor de su PC, pero no estaba viendo algún video de moda, alguna red social o si quiera jugando un videojuego; lo que estaba frente a ella era simplemente su fondo de pantalla.

Pero el hecho de estar mirando fijamente hacia una pantalla sin nada en ella no era lo más raro de la situación, sino la misma Victoria: tenía la espalda recta, los músculos tensos y los ojos bien abiertos, sin ningún brillo en ellos más que el que reflejaban de la pantalla. Si no se le observaba bien y se notaba el leve sube y baja de su pecho al respirar, fácilmente podría haber pasado por un maniquí.

De repente un rápido parpadeo le regresó algo de vida al maniquí que era Victoria.

Bajó la mirada hacia su teclado y su mouse y los tomó. Abrió una ventana de Chrome y tecleó una dirección en la barra de URL: omegle.com, un sitio web donde el sistema te emparejaba al azar con personas de todo el mundo para chatear, incluso dejando que colocaras algunos tags con intereses propios para encontrar personas a fines con las que charlar.

Cuando el sitio de chat se abrió, Victoria se dirigió a los tags de intereses y comenzó a escribir varios en ellos, todos ellos pudiéndole haber dado una pista de lo que pasaba si tan sólo tuviera interés en saberlo.

Cuando terminó, dio clic en el botón “Iniciar un chat” y entonces regresó a la posición de maniquí mientras la pantalla cambiaba a una de chat y le informaba que el servidor estaba buscándole alguien para charlar. Finalmente lo encontró:

Extraño:

¡Hola!

Una vez más un rápido pestañeo le regresó un poco de vida al maniquí que era Victoria. Bajó la mirada al teclado y con una gran velocidad comenzó a teclear hasta que terminó su mensaje y dio enter.

Tú:

(Esta chica está hipnotizada. No se da cuenta de lo que está escrito entre paréntesis, pero lo lee y lo obedece. Si quieres ponerla en trance, sólo di su nombre y la palabra pet en mayúsculas. Diviértete)

Una vez esas palabras aparecieron frente a ella, cerró los ojos y sacudió la cabeza. Luego entornó la mirada para ver que estaba en su habitación. Se pasó la mano por la nuca, ¿qué había estado haciendo? Recordó sentarse frente al PC y luego… ¿nada?

Miró la pantalla, estaba en un salón de chat y la otra persona estaba escribiendo.

Extraño:

Hola, ¿cómo te llamas?

Victoria levantó la ceja. El tipo le había mandado dos “hola” seguidos. De seguro estaba desesperado por atención.

Sonrió de una forma condescendiente por el tipo y se dignó a responder:

Tú:

Hola, me llamo Victoria.

Extraño:

Hola Victoria, mucho gusto. Entonces, ¿también tienes hipno fetiche?

Victoria levantó la ceja en confusión:

Tú:

¿Hipno Fetiche?

Extraño:

Ya sabes: te excita ver gente hipnotizada, siempre con resultados sexuales. Supongo que sí si entraste a este chat XD

Ahora una mueca de asco se dibujó en los labios de Victoria, eso se escuchaba bastante creepy.

Tú:

No, lo siento… eso no es lo mío. Y si este chat es sobre eso, pues la verdad no sé cómo terminé aquí :/

Extraño:

Tal vez… ¿fuiste hipnotizada y no  te diste cuenta?

Aunque la situación se escuchaba bizarra, a Victoria no pudo evitar darle algo de risa. Lo poco que sabía de la hipnosis, era que no podía usarse para convertir a la gente en esclavos sin mente o algo así. Decidió jugarle un poco el juego al extraño ese.

Tú:

Si estuviera hipnotizada, ¿cómo podría saberlo?

Extraño:

Podría hacer una prueba, ¿estás lista?

Tú:

Vale…

Extraño:

Victoria PET

Nada más leer esas dos palabras, los ojos de Victoria se abrieron y volvió a tomar esa postura rígida que la hacía parecer un maniquí, siempre atenta a la pantalla.

Extraño:

¿Victoria? ¿Sigues ahí?

Tras leer esa línea de texto, una vez más las manos de Victoria se movieron al teclado.

Tú:

Sí amo, aquí sigo.

Extraño:

¡Jajajajaja! Esto es excitante. Muy bien esclava, ¿quién fue la persona que te hipnotizo?

Tú:

El amo fue quien me hipnotizó.

Extraño:

Ok… parece que no vamos a ir muy lejos por ahí. Muy bien, voy a divertirme un poco. Dime todos los triggers que tengas.

Tú:

Mi nombre y luego la palabra pet en mayúsculas.

Extraño:

¿Sólo eso? Bueno, con lo que hay basta. En fin: Victoria, tienes prohibido salir de este chat o de tu habitación sin mi permiso, mucho menos apagar tu computadora ¿entendido?

Tú:

Entendido amo.

Extraño:

Ok, ¿cómo te sacó del trance este? Vamos a tratar Victoria PET

Victoria volvió a sacudir la cabeza mientras que la vida regresaba a sus ojos y cuerpo.

Extraño:

Victoria, ¿todo bien?

Tú:

No… pasó de nuevo.

Extraño:

¿Qué cosa?

Tú:

Como que se me fue la onda.

Extraño:

Oh, ya veo… bueno, pues sí: me temo que fuiste hipnotizada.

Victoria no  pudo evitar ahogar una carcajada.

Tú:

Sí claro. ¿Y cómo podrías saberlo?

Extraño:

Te puse en trance… y te acabo de sacar de él.

Otra carcajada de Victoria.

Tú:

Ay aja.

Extraño:

Supongo que necesitas más pruebas. Ya sé, ¿voy a hacer que te toques un seno?

Ahora, más que risa, esta vez los ojos de Victoria se abrieron por la impresión. Eso ya había dejado de ser gracioso.

Tú:

Ok, eso fue grosero.

Extraño:

¿No me crees? Ok…

Extraño:

(Tócate uno de tus senos)

Mientras Victoria seguía atenta a lo que pasaba en pantalla y esperando cómo ese tipo iba a cumplir su amenaza, se dio cuenta de que algo ocurría: su mano derecha había comenzado a moverse por sí sola y le acariciaba la teta derecha.

Con los ojos abiertos de la impresión levantó la mano a la altura de la cara para verla.

—¿Pero qué…? —se preguntó para luego apurarse a teclear.

Tú:

¡¿Cómo diablos hiciste eso?!

Extraño:

¿Hacer qué?

Tú:

¡Me acabo de tocar la bubi justo como dijiste!

Extraño:

¡Jajajaja! Te lo dije: estás hipnotizada.

Tú:

Ok… ¿y eso qué significa?

Extraño:

Que por esta noche, vas a ser mi juguete.

Un escalofrío recorrió la espalda de Victoria.

Tú:

¡No soy el juguete de nadie!

Se apuró a teclear furiosa.

Extraño:

¿En serio?

Extraño:

(Di que eres mi juguete)

Al leer inconscientemente lo que estaba entre paréntesis, los ojos de Victoria se vidriaron por un momento, sus manos se movieron solas y se pusieron a moverse por sobre el teclado.

Tú:

Soy tu juguete.

Victoria abrió grande los ojos. ¡¿Había escrito que era el juguete de ese tipo?! ¡¿Pero cómo?! ¡¿Y por qué?!

Extraño:

Jajajaja, ¿ves? Ya sabes lo que eres.

Eso ya se estaba pasando de la raya. Tenía que pararlo ahora. Tomó el ratón de la computadora y llevó el cursor hasta la X de la ventana, intentó presionar el botón… pero nada pasaba. Era como si la fuerza le abandonara al tratar de hacer el clic. Victoria miró el ratón para asegurarse de que no tuviera fallas e hizo pruebas con otras ventanas, pudiéndolas cerrar con éxito. Sólo no podía cerrar la del chat.

Nada más le quedaba una opción y no le gustaba por lo descabellada que era.

Tú:

¡¿Qué me hiciste?!

Extraño:

¿De qué hablas?

Tú:

¡No puedo salir de este chat!

Extraño:

¡Ah, eso! Te puse una orden de que no puedes irte de este chat hasta que yo te dé permiso. ¡Ah! Y no intentes apagar el PC o salir de la habitación, también me aseguré de eso.

Victoria pasó saliva, miró el CPU de su PC y trató de apagarlo. En efecto, así como pasara con el clic sobre X, la fuerza le fallaba al querer oprimir el botón de power. Pasó saliva mientras que un escalofrío le recorría la espalda, pues esa situación era de lo más irreal. ¿De verdad estaba a merced de un extraño en internet?

La pantalla le indicó que aquel extraño estaba volviendo a escribir un mensaje y este pronto apareció en pantalla:

Extraño:

Bueno, vamos a jugar. ¿Estás sola en tu habitación?

Victoria apretó los dientes, furiosa, y se apuró a teclear.

Tú:

¡No voy a decirte eso!

Extraño:

(Contesta mi pregunta)

Tú:

Sí, estoy sola en mi habitación.

Victoria apretó los puños sobre el teclado. Otra vez había cedido a los deseos de ese desconocido.

Extraño:

Bien, tendremos privacidad. ¿Cómo estás vestida?

Victoria apretó los dientes y los puños, resistiéndose a contestar. Tal vez si no contestaba ese sujeto pensaría que ella ya se había ido y sería él quien terminara con esa pesadilla. Pero pronto se dio cuenta que no sería tan fácil escapar, pues la pantalla le informaba que aquel tipo estaba escribiendo. Paso saliva con miedo, esperando lo peor…

Extraño:

(Contesta mi pregunta)

Victoria miró aliviada la pantalla, pues aquel extraño había dejado de escribir y nada había aparecido en el chat… pero poco duró su gozo, pues pronto se dio cuenta de que sus manos se movían al teclado.

Tú:

Llevo una camisa a cuadros roja, unos jeans y mis tenis.

Victoria miró con horror lo que acababa de escribir. ¿Es que no había forma de escapar de esa pesadilla?

Extraño:

Mmm… no estás vestida nada sexy. Pero podemos arreglarlo. Vamos a desnudarte y ver si tu ropa interior es más sexy.

Aterrada, Victoria se apuró a escribir.

Tú:

No por favor, no me hagas quitarme la ropa.

Extraño:

Los juguetes no deben llevar ropa.

Tú:

¡Que no soy tu juguete!

Extraño:

(Di “soy el tonto juguete del amo y claro que no debo llevar ropa”)

Tú:

Soy el tonto juguete del amo y claro que no debo llevar ropa

Tú:

¡Basta!

Extraño:

Jajajaja, bueno, hora del show: ¡a desenvolverte como regalo de navidad!

Tú:

¡No!

Extraño:

(Quítate la ropa, sólo quédate con tu ropa interior y tienes prohibido volver a vestirte hasta que yo te lo ordene)

Al acto, Victoria sintió como sus músculos se tensaron. Se levantó de la silla y comenzó a desabotonarse la camisa para luego quitársela y arrojarla en la cama, se quitó los tenis y luego las calcetas, para después comenzar a quitarse el pantalón y arrojarlo también sobre la cama.

Al terminar con su tarea, Victoria fue capaz de recuperar control sobre su cuerpo. Se vio sólo en su ropa interior y con el corazón en el estómago se apuró a tomar su ropa para volver a vestirse, pero cuando intentó ponerse la camisa… no pudo. Era como si su ropa tuviera un campo de fuerza que le impedía volver a ponérsela, lo mismo para el pantalón y las calcetas.

Corrió a su closet y sacó un pantalón, pero al tratar de ponérselo lo mismo ocurría y sucedía igual con otras prendas de ropa.

Al final, mucha de su ropa estaba regada por el suelo de la habitación, toda esta siendo incapaz de ponérsela.

La desesperación comenzó a apoderarse de ella.

NOTA DEL AUTOR:

Estimados lectores, quiero tomarme un momento para agradecerles, pues resulta que uno de mis relatos superó las diez mil lecturas y lo más curioso de todo es que fue uno de mis relatos más recientes, Niñas inmaculadas, ganándole en poco tiempo a los que eran mis relatos más leídos: Twin Puppies 1 y Proyecto Hypnodiva 1. Una vez más muchas gracias por su preferencia y espero que les sigan gustando este y los relatos que están por venir.