Pareja sin complejos
Aprendiendo nuevas y gratificantes cosas.
La relación con mi vecina, mi cuñada, las amigas de mi cuñada, todas que podían ser mi madre, habían sido muy satisfactorias y la de Macuca y Manolo fue algo distinto, que acrecentó mi autoestima en el terreno sexual y eso que no la tenía baja. Me gustaba más el tipo de relación de Macuca y manolo, que, con las chicas de mi edad, que también eran gratificantes, pero eso de saber que la mujer tenía pareja tenía su morbo.
En los siguientes días chateaba mucho con Macuca, que le hacía tener sexo cyber y se ponía muy cachonda. Recibía bastantes correos, pero ninguno me llamaba mucho la atención, a algunos si les conteste y a uno de esos que conteste, obtuve luego una respuesta que me gusto y contactamos por medio del chat. Eran las 12 de la noche y me decía que estaba sola ante su ordenador, que no había podido ponerse antes porque tenía que dar la cena a los niños, hacer que se acostaran y ya por fin podía tener un momento de libertad. Me dijo que se llamaba María.
Yo – María es de verdad tu nombre.
María – Vamos a dejarlo en María de momento.
Yo – Pues bien, María, me alegra que estemos por fin chateando.
María – A mí también, pero con mucha vergüenza.
Yo – Vergüenza ninguna y esta el anonimato, relájate y sigamos.
María – Me parece muy bien. Pero lo mejor que empieces tu o preguntes tú, que se te ve con más práctica.
Yo – Que va, mucha decisión, pero poca práctica. Ahora dime que te ha llamado más la atención de mi anuncio y porque lo contestaste.
María – Que iba dirigido a mujeres con las ideas claras, que querían dar un cambio a su vida íntima y a sus maridos también, etc. Y creo que reúno todas esas cosas.
Yo – Pues lo mejor que haremos será hablar claro y llamar a las cosas por su nombre, porque me extraña que yo pusiera vida íntima, diría vida sexual, joder, follar o algo de ese estilo.
María – Si tienes razón, de ese estilo.
Yo – Ahora solo te queda contarme como sois, que queréis exactamente.
María – Mi marido que le llamaremos Pepe, con el tiempo se ha ido relajando y después de 20 años casi 21, le dije que no estaba dispuesta a continuar así, que yo, mi cuerpo, necesitábamos algo más, después de bastantes conversaciones el logro entenderlo, porque se lo avise, lo estaba evitando, pero tarde o temprano si esto no variaba le pondría los cuernos, era cuestión de tiempo.
Yo – Valiente y directa.
María – Leal. Porque yo le quiero y quería que el participase en la solución y que no fuera el problema. Pusimos anuncios y fueron lo que esperábamos y al final acudimos a lugares de intercambios.
Yo – Pero no te noto muy contenta.
María – Es verdad tienes razón. Al principio la novedad fue un revulsivo, pero pasado unos meses, todo ha vuelto tal vez no a ser peor, pero si más frustrante.
Yo – Y eso a que ha sido debido. A tu marido.
María – A todo y me explico. El participaba y se le veía muy metido, poco a poco ha vuelto a ser el que era, siento que le falta algo y no es el que. Y lo que se refiere a mí, he encontrado mucho gallo que al final han sido polluelos, no han sabido sacar lo que llevo dentro y cuando lo he intentado yo, han huido como perritos asustadizos. No sé si me entiendes lo que he dicho, lo que ponías en tu anuncio me ha parecido que me podías entender o después de lo que he dicho pensaras que soy una petarda.
Yo – Pienso muchas cosas, pero no que seas una petarda, precisamente.
María – Y que has pensado y por qué pusiste tu ese anuncio.
Todo lo que me acaba de contar, me recordaba mucho a Macuca y Manolo. Eran calcados. Y por lo que había leído en internet, era más frecuente de lo que yo me podía creer hace bien poco, pero también sentía que era normal, muchos años juntos lleva un desgaste.
Yo – Lo de mi anuncio es muy sencillo, me gustan las mujeres mayores que yo, me gustan que sean como puse decididas y sepan lo que quieren. Que yo pueda expresar todo lo que quiera mientras follamos o jodemos, como lo quieras llamar. Lo que pienso de lo que has dicho, pues que necesitas que te jodan o te follen alguien que saque eso que tú sabes que eres. Que tu marido lo vea y hacerle que se sienta bien siendo un buen cornudo y que sobre todo participe y desee participar.
María – No me ha gustado nada eso de buen cornudo.
Yo – Que preferías que dijera consentidor. Cornudo no suena mal siempre que se diga en el momento justo y adecuado. O como cuando te he dicho que sacarte lo que llevas dentro de ti y que tú sabes. Porque lo sabes.
María – No, no lo sé.
Yo – Entonces me he equivocado contigo y creo que no soy el adecuado.
María -Porque dices eso.
Yo – Porque yo busco una mujer madura, con ganas de sexo fuerte y que quiera que saquen la PUTA que lleva dentro y ver que su marido desee ser un BUEN CORNUDO. Pero veo que me he equivocado y no pasa nada.
María – Vale, veo que eres claro y me gusta. Tienes razón no te has equivocado.
Yo – Ahora solo queda si queréis el quedar para conocernos. Siempre que lo tengáis claro. Háblalo con Pepe y me mandas un correo.
María – No me hace falta hablar con él, ya te digo que sí. Si te viene bien el sábado por la noche, porque entre semana no podemos movernos.
Yo – A mí me viene bien. Yo no tengo obligaciones. Elegir vosotros el lugar en Coruña que yo llevo poco viviendo aquí y no conozco mucho.
María – Ese es un problema, nosotros somos de fuera, porque no dividir la distancia y quedar en Santiago.
Yo – Si no queda otro remedio, aunque no sé qué distancia tengo hasta allí.
María – Una hora como nosotros.
Yo – Esta bien, a Santiago el sábado.
Quedamos en un pub a tomar una copa primero y conocernos, el pub estaba en la avenida Figueroa, que no tenía ni idea donde podía quedar eso. Iría en el coche que dejo mi hermano, lo aparcaría en algún parking en Santiago y me iría andando hasta el sitio. Le dije como iría vestido y seria ver si venían o no. Las conversaciones se volvieron a producir hasta la misma noche del viernes, fueron más picantes y a primera vista el rollo era bueno. Sin proponérmelo llegue con bastante adelanto, fui por la autopista de peaje y sin proponérmelo tampoco llegue hasta la pza. de Galicia donde aparque mi coche. Que estaba cerca de la catedral. Me sobraba mucho tiempo. Y preguntando cualquiera llega a donde se proponga y de esa manera llegue a la avenida que buscaba. Di un paseo para hacer tiempo y luego fui al pub. El sitio era acogedor, lo único que la música era un poco antigua, no había ni nacido yo, pero buena música. Yo había llegado pronto, pero no me habían preguntado lo que quería cuando entro una pareja, eran cuarentones y al sonreírme ella supe que eran ellos, ella vino muy decidida y me pregunto si era Rober, al decirle que si me dio dos besos.
Pepe era un hombre con entradas pronunciadas y físicamente de mi altura, ni gordo ni delgado, normal. María más baja que nosotros, un poco gruesa, con un trasero importante y un pecho bastante grande. Venia vestida con discreción, pero atractiva y provocativa, un escote discreto porque estaba abrochado en la parte de arriba, pero con una abertura que dejaba ver algo de la raja de sus pechos. Nos sentamos en unos asientos bajos y cuando vino el camarero nos entregó una carta de cocteles y gin tonics, que yo no sabía que había tanto tipos de gin tonics. Él y yo nos pedimos un gin tonics y ella un cóctel.
La química entre ella y yo fue inmediata. En un momento de la conversación me dijo que se llamaban Enrique y Belén. Enrique se levantó para salirse fuera a fumarse un cigarro. Cuando se marchó afuera yo le propuse a Belén que cuando regresara Enrique ir al WC para que pudieran hablar libremente y ella me dijo que no había nada que hablar, que le había gustado, aunque era muy joven, pero que le daba igual, que esa noche no se iba a privar de mi polla. Era una mujer totalmente cambiada a la del chat, estaba más impetuosa. Y ella entonces me pregunto si me había gustado. Le dije que mucho y que, si no tuviera abrochado el vestido que seguro que más, ella mirándome con morbo me dijo corchete fuera y se veían ahora dos buenos globos queriendo salir.
Yo no sabía que pasaría ahora, si iríamos a cenar o como nos las apañaríamos. Yo antes de estar con ellos, había aprovechado para tomar un par de cervezas y un par de pinchos, porque no sabía cómo pasaría todo. El marido tardo más en entrar y ella me pregunto que me gustaría que ella hiciera y sin titubear le dije que fuera lo que quería una puta y que fuéramos poniendo a su marido en situación, me dijo que sabía que iba a contestar eso. Cuando Enrique entro, miro a su mujer y le pregunto si tomábamos otra copa, íbamos a cenar o que hacíamos. Ella con total insolencia le dijo, te doy a elegir tres opciones, Rober y yo follamos en el coche y tu conduciendo, nos vamos a follar a un hotel o vamos al sitio de siempre y follamos allí. Como ves, la cuestión es que yo necesito follar. No sé lo que necesitáis vosotros. Él se quedó abochornado y para que no tuviera dudas dije, yo estoy en total acuerdo con la puta de tu mujer, pero añadiría que la quiero romper ese culazo que tiene de puta y que sepas que tú me ayudaras a rompérselo. Enrique estaba avergonzado y con cara viciosa. Ella se acercó más a él, toco su entrepierna y dijo, este está más que preparado, su polla está diciendo que sí, que calentorro que es.
Decidieron ir al club que iban siempre. Nos montamos los tres en el coche y cuando salimos para ir al club, me eché hacia el asiento de Belén y metí una mano por su escote, después de la sorpresa que se llevó, me dejo con total libertad. Buenos pechos tenia, algo blandos pero poderosos, cuando llegue a su pezón estaba grande y duro. Su marido que no se había dado cuenta, miro cuando yo le dije que tenía unas buenas tetas su mujer y que los pezones los tenía muy duros y grandes. Tampoco protesto y yo le dije a ella que me ponía el rabo muy duro. Ella con voz impúdica me dijo pues si vieras como tengo yo el chocho. El club no me gustó mucho, había visto sitios mejores, pero era cuestión de aguantarse. Se vio que eran conocidos y me enseñaron el sitio. Enrique parecía como Manolo un convidado de piedra. Yo lo dejaba tranquilo, esperando a que llegase el momento y ver si respondía como Manolo, si era igual de obediente. Ya estábamos tomando la primera copa en uno de los asientos más apartados y Belén se excusó que iba al WC. Era el momento idóneo de tantear a Enrique y saber por dónde iba él.
Yo – Tienes mucha suerte con Belén, más de uno quisiera tener una mujer tan puta.
Enrique – Es muy fogosa, nunca tiene suficiente.
Yo – Parece que sí, pero me dijo que tu era como si estuvieras aburrido.
Enrique – Al principio la novedad vino bien, pero luego hemos ido dando con hombres que no eran tan hombres, mediocres.
Yo – Que es lo que te gusta a ti y se claro que así lo pasaremos mejor.
Enrique – No lo sé bien, cuando lo averigüe lo sabré.
Yo – Mientes muy mal, pero eres libre. Lo que tienes que saber es que esta noche seguro que os será distinta para los dos y tu serás un feliz cornudo y no te enfades por esto último, pero es que será así.
Enrique – No me enfado.
Esta respuesta que fue la última porque volvía Belén me dio a entender que era como Manolo. Belén cuando llego de forma descarada le dio las bragas a su marido para que se las guardara y él se las metió en un bolsillo y pregunto si habíamos hablado o habíamos estado callados. Cuando yo dije que, si habíamos hablado, Belén quiso saber de qué y le hice un resumen, pues le decía que tenía suerte de tener una mujer tan puta y que esta noche lo pasaríamos bien y que sería un cornudo después, pero no me ha querido decir que le gustaría y ella me dijo que ella lo sospechaba pero que sería cuestión de descubrirlo y le dijo a su marido, ves como Rober es como te dije, sin pelos en la lengua.
Nos pusimos ella y yo a bailar, pero poco de bailar y mucho de meternos mano y era verdad su chocho estaba muy mojado. Yo agarraba bien las cachas de su culo y metía un dedo dentro de él, su marido miraba sin perder detalle. Al notar como entran de bien mis dedos ella me confeso que le encantaba que la dieran por culo. Que le gustaba casi más que por el chocho. Enrique nos podía oír perfectamente. Cuando ella me toco, se le escapo un chillidito y le dijo Enrique, no veas que polla se nota, esta sí que me rompe el culo, madre que exageración. No esperemos más vamos a un reservado. Como era pronto estaban todos vacíos. Ella se quitó el vestido que llevaba y se quedó solo con el sujetador, que era de encaje y sus pezones se salían de él. Yo me desnude y ella solo miraba hacia abajo y le decía a su marido, como me lo voy a pasar si es como te he dicho. Nos besábamos con decisión ella y yo, de pie seguíamos metiéndonos mano y yo al ver a Enrique parado y mirando, le dije que a que esperaba y volví a besar a Belén. Yo cuando le dije eso lo decía porque se desnudará también, pero no sé qué es lo que él quiso entender que se fue a mi nabo y me lo empezó a chupar. Tanto su mujer como yo nos quedamos sin saber, hasta que ella acariciando su cabeza decía, joder te conozco mejor que tu madre, como sabía yo que necesitabas esto, que cerdito que eres.
Al final nos tendrás que romper el culo a los dos. Seguimos besándonos y nos tumbamos en la cama, enrique se desnudó deprisa y su dotación era pasable, por decir algo. Este era peor que Manolo, no había que decirle nada. Ella le dijo que se esperase que primero estaba ella y sin decirle nadie nada se colocó con el culo en posición y como con su marido quise probar hasta donde estaba dispuesta a llegar, acaricie su culo y le dije a Enrique que mirara y aprendiera, le di unos azotes en el culo a su mujer, que lo único que sabía decir era, joder, joder, joder, joder con distintas entonaciones, pero ninguna de rechazo. Le dije a su marido que se pusiese delante de su mujer en la misma posición y mientras me puse a comer el coño y el culo de ella, le dije que le diera a su marido su misma medicina, se oían los azotes que le daban, lo hacía sin contemplaciones y el gozaba como nadie.
Ella tuvo un orgasmo, pero me quedaron dudas si fue por mi trabajo con la lengua o por su trabajo con el culo de su marido. Folle su chocho y ella cuando metí mi rabo, boto de alegría, sus pechos se contoneaban furiosamente, sin apenas hacer esfuerzo tuvo otro orgasmo, yo también quería correrme y le saque el rabo y se lo empecé a meter por su culo, volvió otra vez con el joder, joder, joder, joder, no aparaba y le decía a Enrique, mira como me folla el culo, es como si fuera la primera vez, pero más fuerte. Enrique cómeme el chocho le decía y Enrique comía el chocho y mi rabo, menudas lamidas que nos daba a los dos. Avise de que me corría y nos corrimos ella y yo sin esperar a más. Caímos encima de su marido, que el pobre no dijo nada. Me daba pena quería que él se corriera también, se lo dije a su mujer y ella con una carcajada me dijo que ya se había corrido cuando le azotaba y que más que nunca.
Belén se puso el vestido y nos dijo que ahora mismo volvía, creíamos que iba al WC, tardo un poco en regresar y traía una sonrisa de lo más malintencionada. Yo no sabía que tramaba y una vez que se quitó el vestido lo comprendimos todo. Traía un arnés con un rabo de silicona, de buen tamaño. Y agarrándolo con una mano y mirando a su marido preguntaba que para quien era, su marido no decía nada y ella quería follarle el culo, pero le dije que no, ante el desconcierto de ella. Que se tranquilizó cuando le dije así no, Enrique primero me chupara mi rabo para ponérmelo otra vez en forma y luego nos lo follaremos entre los dos. Tu dominaras su culo y yo otra vez el tuyo, él no decía nada y ella decía que era tan buena idea que solo de pensarlo se corría.
Venga colócate Enrique que me voy a follar a una puta y ella se follara a la nueva putita de su marido. El sin rechistar se colocó y ella se puso detrás y siguiendo mis indicaciones se lo fue follando, daba gusto ver la cara de los dos, era de dos viciosos, ella cogió ritmo rápidamente y le penetraba bien, sin contemplaciones y el cogió una erección de golpe algo increíble. Me puse detrás de ella y le follaba su culo con el mismo ritmo. Ella se corrió varias veces, aunque yo pienso que se hubiera corrido también sola, simplemente follando a su marido. Yo la animaba diciéndole que follara el culo del cornudo de su marido y cuando se lo decía le daba con más fuerza. La que más veces se corrió fue ella y lo reconoció. Llegamos todos a una conclusión que sería mejor repetirlo en un sitio más discreto y a mí se me ocurría que el mejor sitio seria en la que ahora era mi casa.
Nos fuimos fuera a tomar la última copa y al contrario que Manolo, Enrique reconoció que nunca lo había pensado, pero que lo debía de haber tenido en su subconsciente porque lo había disfrutado mucho y que no tenía ningún remordimiento ni vergüenza. Ella poniéndose medallas le decía a su marido, que era ella quien me había elegido y que ya le dijo que yo era el ideal, aunque cuando me vio tan joven, se quedó un poco indecisa. Que había que ver, con hombres hechos y derechos nada y con el más joven, el premio gordo. Quedamos en planificarlo mejor y quedar otro día sin prisas. Yo me fui para mi casa y cuando llegué y me fui a mi habitación me di cuenta de que el móvil lo tenía apagado. Lo hice para que nada perturbara el momento y al encenderlo tenía varios wasaps de mi cuñada y de mi hermano. Era muy tarde para llamar, pero mi cuñada había puesto que me había mandado un correo. Encendí el ordenador y me llevé una enorme alegría, aunque este mal tener esa alegría a costa de la salud, pero no lo pude evitar. Mi sobrino tenía como una alergia y recomendaron que se volvieran aquí. De momento lo iban a hacer y luego ya verían. Llegaban el lunes, pero no ponían la hora.