Pareja sadomaso: un encuentro fortuito
Y así fue el destino nos unió en esta aventura de ser Amo y sumisa y nos puso frente a frente haciendo la prueba para ver si nos reconocíamos como tales...
El 10 de diciembre de 2018 conocí a quien ahora es mi Dueño, Amo y Señor, Carlos, para mí fue un día muy especial, pues venía de una larga búsqueda de amos, de un no menos largo fallido de intentos, de pasar por personas que se hacen decir amos, pero la verdad solo querían que les enviara fotos desnuda o tener videollamadas en las mismas condiciones. Sus fantasías, a cual más ingeniosa o aberrante, eso no estoy yo para juzgarlo pues cada cual tiene sus propios gustos, pero con ninguno logré entenderme bien, a ninguno sentí que le pertenecía o a ninguno sentí que le debía la más mínima devoción o respeto como superior, sí como persona, pero no más allá.
Uno de los mayores problemas que encontré en todos ellos, que tampoco es que hayan sido cientos, es que vivían muy lejos de mí: fueron solo 4 con los que establecí un contacto más continuo, 2 de ellos españoles, uno era mucho, pero mucho mayor que yo y como él mismo me advirtió, solamente quería enseñarme mientras llegaba mi verdadero amo (pero mientras tanto quería mirarme todos los días mis tetas y mi cuca y cualquier otra parte que le fuese posible si yo accedía). El otro por su parte era mucho menor y solo soñaba con tener envuelta a cualquier mujer en cuero, así que de chatear no pasó.
Luego conocí, siempre por chat, a 3 más que eran de acá, pero ahí la cosa cambió: uno de ellos solamente quería mirar y tocar y para eso hasta matrimonio me ofrecía, llamaba, escribía y era muy insistente, hasta que me dijo que era un hecho que a mi no me interesaba... obvio, no me interesaba ser solo un cuerpo para alguien que ni conocía!!!!
El otro, por su parte, lo conocí casi al mismo tiempo que a mi Amo, pero se molestó profundamente porque le mencioné que mis gustos físicos no coincidían con los suyos... y pasamos buscándonos y agrediéndonos mucho tiempo, hasta que finalmente pude decirle que ya tenía Amo y que por favor no me buscara más, aun así lo hizo un par de veces, pero mi Amo me ordenó no responder.
Y el tercero será parte de otro relato pues llegó en otro momento...
Finalmente conocí a mi Amo, solo por chat, para aclarar. Nunca digo mi actual Amo, porque nunca fui la sumisa de nadie más y tampoco lo seré, saben que ya estoy marcada por él y el tipo de marcas que me ha hecho no se borran, así lo quisimos ambos, porque además de ser su sumisa, le entregué mi vida y mi libertad y pasé a ser su esclava y su posesión y ambos estamos muy bien y felices con eso, jamás seré de nadie más.
Volviendo a ese 10 de diciembre, yo simplemente respondí a un anuncio que encontré en la web y lo hice de una manera muy osada para pretender ser una sumisa, lo admito: “aún buscas sumisa?”, fue todo lo que escribí y en menos de una hora tenía la respuesta, de una forma no menos protocolaria: “tú lo eres?”.
Y así dimos inicio a una serie de correos que en el mismo día pasaron a ser mensajes de WhatsApp, pasando por la emoción de que era alguien de mi mismo país, joven (pero no mucho) y que tenía cerebro para hablar...
Comenzó a preguntarme qué cosas me gustaban y qué cosas conocía o estaría dispuesta a hacer y a contarme lo que él había hecho y quería hacer. En este ir y venir de mensajes pasábamos hasta las once o doce de la noche y desde el inicio le dije que yo no conocía más que lo poco que había hablado con algunas personas y algunas cosas que había leído, pero me dijo que eso no era problema porque una sumisa no necesariamente se encuentra ya formada y que a veces es mucho mejor irla formando y moldeando al gusto del Amo.
Pero lo interesante es que no solo hablábamos de estos temas sino también del día a día, de los gustos personales, de lo que hacíamos, “nos íbamos conociendo”.
Una de las cosas que más me atrajo de Carlos, mi Amo, es que le pregunté si podía tutearlo y me dijo que sí, además le pregunté si quería que le llamara Amo y me dijo que no, en ese momento ambas cosas me hicieron sentir muy a gusto y en confianza, ahora siempre le digo Amo, pero porque yo lo decidí, le sigo tuteando, pero eso no cambia el respeto que siento por él.
Poco a poco fuimos hablando de hacer “sesiones” y conocernos físicamente a través de ellas, pero realmente el tema a mí no me gustaba mucho y él tampoco me quiso forzar. Ahora entiendo que un buen Amo no presiona nunca a su sumisa aunque sepa que es suya, sabe perfectamente que ella le dará todo porque así lo quiere.
Nuestra relación ha pasado por varios momentos, a veces un poco raros y sombríos y otras veces muy alegres y llenos de sorpresas positivas... y así hemos ido construyendo el camino....
Hemos tenido algunas sesiones, en las que he ido aprendiendo un poco sobre castigos sádicos, me ha enseñado a castigarme dándome indicaciones por chat o por teléfono, tuvimos algunas mini sesiones en el carro en las que me azotaba, quemaba, golpeaba, en fin... poco a poco hemos ido caminando...
Cuando escribimos esto ya tengo muchas marcas en mi piel, muchas historias que contar y muchas más restricciones y, aunque posiblemente no lo crean, poco a poco todo, pero todo, pasa primero por su autorización, incluso hay cámaras en mi casa, puesto que por el momento no estamos juntos todos los días.
Alguien nos preguntaba cómo es posible que si Carlos, mi Amo, vigila mi correo no lo haya abierto, pues nosotros funcionamos así: yo tengo permiso para ver mis correos dos días a la semana una hora al día cada día. En ese tiempo puedo leer, responder, borrar y hacer lo que desee, sin embargo, para ese momento, mi Amo ya ha depurado esa bandeja de correos, ha eliminado los que no desea que vea, los que le parecen basura, o similares y, si se da el caso, me llama y me avisa qué hay un correo importante y que por favor lo abra. En cuanto a los que yo escribo, pues él los lee antes de ser enviados.
Como dije, mi libertad acabó hace algún tiempo, pero aunque aparentemente cada vez me voy minimizando y restringiendo más, me siento más feliz y más libre....