Pareja muy compenetrada (2)
Mi pareja desarrolló mis fantasías más ocultas, llevándome más allá de lo que me esperaba...
Yo sólo podía pensar en mi pene entrando hasta el fondo de ella, entre sus flujos resbaladizos, mientras dije en voz alta:
- "Cariño, puedes venir cuando quieras".
Entonces oí los tacones de mi chica acercarse, mientras me imaginaba sus piernas siseando por el roce de las medias. Yo me senté en el borde de la cama, en actitud de chica tímida. Dejé sólo las luces de las mesitas y esperé a ver su reacción. Cuando su silueta se dibujó bajo el marco de la puerta, lo primero que pude contemplar fue la transparencia de su minifalda, que me dejaba una vista perfecta de su vulva, envuelta en unas braguitas negras de satén.
Ella me miró y no pareció sorprendida especialmente. Llevaba en la mano la bolsa de papel en la que me había traído las medias, y colocándola sobre la mesita me dijo:
- "Cielo, te has dejado parte de tu regalo en la bolsa...".
Yo hice el ademán de acercarme, pero ella se me sentó en la pierna impidiéndome levantarme:
- "Cada cosa a su tiempo cariño, ahora quiero disfrutar un poco de mi muñequita".
Yo puse mis manos sobre sus piernas y temblando un poco empecé a subir hacia sus caderas, mientras le susurraba:
- "Cariño, sé que esto es un poco extraño, no quiero que pienses que soy...".
Ella me tapó la boca con un beso muy profundo y luego se estiró para sacar de uno de sus cajones un neceser con maquillaje. Me dedicó un par de minutos a maquillarme un poco, me dió sombra de ojos y me dibujó los labios en rosa. Yo no dije una palabra, pero era evidente que a ella esto también le ponía. Creo que se me puso tan dura que ella notó el abultamiento bajo mis pantys:
- "Pantys y medias, hum... esto es una idea interesante...".
Nos miramos a los ojos y ella me empezó a sobar mis pechos por encima del sujetador, mientras abría las piernas para rozar bien su braguita con mi pierna. Sentí sus pechos erizarse, y se le marcó cada pezón como un pincho amenazador. Los recorrí con la lengua, mientras ella me susurraba:
- "Quiero que mojes las bragas, cariño, necesito que estés muy mojada...".
Me estaba tratando en femenino, y había cerrado sus ojos, ¿le estarían entrando deseos lésbicos?. O tal vez sería una fantasía con su marido. Desde luego el hecho de no haberse extrañado por verme con esa ropita preparada me confirmaba que sabía de mis gustos travestis. Yo me sumí en su fantasía:
- "Preciosa, te voy a llenar de fluídos, vas a correrte en mis labios".
Entonces hice el intento de apartar su braga ya mojada, para preparar la penetración, pero ella me empujó hacia atrás y se me colocó entre las piernas. Me dejé hacer, pensando que me abriría un agujero en los pantys para sacar mi pene y comérselo, pero en vez de eso, sentí cómo me abría un agujero más abajo, a la altura de mi culito. Sus uñas dejaron una vía libre, y luego se inclinó hacia la mesita para coger algo de la bolsa.
- "Cierra los ojos, cariño, no se te ocurra abrirlos".
Obedecí.
Entonces su mano se posó en mi culito, mojada con algo frío. Era como una sustancia viscosa, que le facilitó adentrarse en mi con dos dedos. Imaginé que acababa de coger de la bolsa un bote de vaselina, pero... Mientras deducía que algo me iba a penetrar, sentí en la entrada de mi ano algo frío, que a medida que iba penetrando se calentaba más y más. Sus palabras me calmaban:
- "No te preocupes que no te va a doler, es un juguete pequeño, déjate llevar, relájate".
Yo hice lo que me decía, principalmente porque vestida así no podía esperar menos que me tratasen como a otra mujer, como ella, deseosa de placer, sedienta de nuevas sensaciones...
Una vez el pene de látex entró hasta el fondo, inició un camino de ida y vuelta lento pero placentero, consiguiendo que mi cuerpo se relajase más, y entonces me centré de nuevo en acariciarle los pechos, y recorrer sus caderas. Se había quitado el vestido, y el mío se me había subido por encima de las caderas, y clavaba los tacones en el colchón, disfrutando del placer de ser penetrado por mi pareja. Si sacaba el consolador de mi agujerito, sentía la necesidad de que entrase de nuevo, y ella me calmaba con besos y caricias. Mi pene seguía atrapado sin poder salir, y la excitación latía al ritmo de mi corazón.
Ella entonces me metió el consolador hasta el fondo y se me subió al pecho, sentándose sobre mi. Se retiró la braga lo justo para dejar a la vista su vulva, y se deslizó hasta que ésta quedó al alcance de mi lengua. Yo entendí su deseo, y empecé a lamerle la vagina, mientras mis brazos se abrazaban a su culito y mis manos jugueteaban con su liguero.
Entonces ella empezó a hablar, susurrando lentamente, mientras mis ojos veían sus pezones erectos y al fondo su boca abierta y sus ojos cerrados:
- "Estoy muy caliente, necesito que me penetres, me ha puesto a mil, creo que estoy chorreando. Por favor necesito que tu polla entre hasta el fondo, puedes hacerlo, quiero que lo hagas...".
¿Me ha puesto?... no entendía esa parte. Pero no podía mover el cuello, ella estaba encima de mi. Traté de moverla, pero ella me apartó las manos de su cintura. No acababa de entenderlo, así que me llevé la mano a mi entrepierna y me empecé a acariciar, sintiendo mi pene deseoso por salir. Ella continuó:
- "Me voy a correr, estoy muy mojada, vas a notarlo pronto, pero antes ya sabes. Si quieres follarme a mi, primero tienes que follártelo a él...".
Y dicho esto, sentí cómo el consolador se deslizaba fuera de mi agujerito, y dos brazos se colocaban debajo de mis rodillas flexionadas. En el momento en que deduje que no estaba hablando conmigo, algo caliente y puntiagudo se abrió paso por detrás de mi, aprovechándose de la dilatación alcanzada por el dildo. Traté de resistirme, pero entonces pensé que iba a ser peor, y además las palabras de ella fueron bastante convincentes:
- "Relájate cielo, será mejor para tí. Y piensa que luego voy a sentirlo yo misma".
Entonces decidí abstraerme y meterme en mi papel de mujer, asumiendo las consecuencias de jugar a muñecas, y mientras mi chica se daba la vuelta y se me colocaba como para un 69, empecé a lamerle la vulva con más intensidad mientras su vaivén me revelaba que le estaba comiendo la polla al invitado. Algunas gotas de su saliva caían sobre mi entrepierna, hasta que debieron decidir que se la había lubricado bien, y entonces volví a ser el blanco de la polla, que ahora resbaló por mi interior casi sin dificultad. No podía creérmelo, pero me estaba dejando follar por un tío. Mierda, no quería pensarlo, pero estaba muy caliente. Ella le animaba a aumentar el ritmo:
- "Vamos, fóllate a mi putita, pero no te corras, necesito que me guardes algo!".
Yo pensaba en qué sería peor: si estar siendo penetrado por un desconocido en presencia de mi mujer o en presenciar cómo éste se la follaba a ella delante mío. No tuve claro qué era más grave, pero lo de follarla a ella estaba claro que me apetecía a mi desde el principio.
Así que movida por un instinto femenino hasta entonces desconocido, inicié un ritmo de réplica a sus embestidas y contraje mi cuerpo para luego relajarlo, sincronizando el ritmo para conseguir acelerar su excitación. Si al fin y al cabo era un tío como yo, eso tendría que hacer que se corriese en breve, sólo era cuestión de ponersela muy dura y rozar en el lugar adecuado, al ritmo adecuado...
Mi mujer se volvió hacia mí, y mientras me miraba con cara de sospecha me dijo:
- "Serás zorrita!. estás follándotela tú!".
¿Follándotela?... mierda, era una transexual!!!!. De mierda nada, era una transexual, eso mejoraba incluso la situación, super morbo!!.
Sólo se me ocurrió disfrutar de verdad, no me podía creer que aquello estuviese ocurriendo, no pude evitar girarme para verla bien. No os podéis imaginar qué buena estaba: era rubia, con un cuerpazo impresionante y llevaba un body de encaje blanco y liguero con medias blancas, también de encaje, y botas altas de tacón. Me tuve que contener para no correrme de inmediato, pero entonces mi objetivo fué seguir con mi estrategia, pero con la dificultad de saber que sería difícil hacer que ella se corriese.
Me contoneé aún más y me dejé penetrar hasta el fondo. Ahora estaba muy caliente, y su pene resbalaba con extrema facilidad. Acompasé el ritmo, acelerando más, hasta que empecé a oír sus gemidos. Mi chica se estaba ahora dedicando a ella, y mientras le acariciaba las tetas, le susurraba:
- "No te corras dentro, por favor, espérame".
Pero mi estrategia dió resultado, y la transexual no pudo ni escucharla, llegó al orgasmo y sólo pudo sacar su polla de mi, para soltarle una corrida en la boca a ella, callando sus súplicas. Yo me incorporé y me abracé a ella, sujetándola mientras recibía varios chorros de semen sobre su cara, sus tetas y su boca... Gemía y recogía la descarga mientras su invitada clavaba su mirada en mis ojos, y yo disfrutaba de su inquietante belleza. joder qué buena estaba la tía!.
Por un momento se me pasó por la cabeza unirme a la descarga, pero decidí tomar el relevo, así que me abrí un agujero en la parte delantera de los pantys...