Pareja morbosa muy unida y… CALIENTAPOLLAS

Una pareja madura y que les encanta provocar, para su única satisfacción, dándoles igual el resto del mundo. Físicamente los dos se podría decir que perfectos.

Adeleta y compañía, ya me habían llamado varias veces para lo que dicen ellas tomar un “café” y me hacía gracia el eufemismo que usaban para decir, vamos a follar. Del lunes trece al diecisiete, Adriana no fue a tomar café ni el lunes ni el martes. El resto de la semana que si fue, solo nos saludamos. La note más distante y la verdad que no hice nada para reducir esa distancia. El viernes me dio la impresión de que estuvo a punto de decirme algo, pero al final no se decidió y su marcha fue algo “abrupta”, lo que si me llamo la atención, que aunque siempre iba muy bien vestida, esos días vino algo mas provocativa o llamativa.

Victoria llevaba varios meses insistiéndome en tener una reunión con una persona que nos interesaba. La persona en cuestión era un hombre al que conocí hacía varios años y no fraguo la relación comercial, por culpa de una incompatibilidad al prestar entonces la otra empresa un servicio su competencia. Las diferencias es que nos venía bien una empresa como la suya y él quería nuestro producto. Victoria había tratado de cerrar con otras empresas, pero no habían dado respuesta y después de varios meses… por eso la insistencia de Victoria, que ya había hablado con él, pero era de los que decían que tenían que tratarlo directamente conmigo.

Ese tipo de situaciones no me agradaban, porque no me gustaba que menospreciaran a Victoria ni a nadie. Victoria me insistía una y otra ve que no se había sentido menospreciada. Lo único que había puntos que ella no podía acordar y que era mejor que fuera yo. Tratamos de cerrarla antes de acabar el año, pero por un improvisto importante y personal, no se pudo realizar. Quedamos para el día veinte de este mes y tuve que aplazarlo por problemas que surgieron a última hora y me toco estar fuera.

El día veintitrés con las pilas recargadas y la mente totalmente despejada, quede con él. Se empeño que fuera en una cafetería de un hotel y quedamos a las 19:30 horas. Así me daba tiempo a llegar a Valencia, reunirme con mi gente y ver algunas cosas de la reunión. Llegue a comer y lo hice con Victoria, hablamos de todo un poco y nos fuimos a la reunión con nuestra gente.

Poco me aclararon de Ezequiel, que así es como se llamaba. Me dieron los datos de su empresa, a lo que se dedicaban en concreto y lo más importante, si tenían pufos, si eran malos pagadores… estaba todo perfecto en ese sentido, ningún tipo de deudas, ni privadas ni públicas. Pero existía una leyenda sobre él, que todo el que trabaja en algo con él, acababan a disgusto, pero nadie sabía explicar el motivo.

Dentro de esa gente había un conocido nuestro y Victoria le llamo, la única respuesta que era un hombre muy intenso, muy peculiar y que le gustaba la atención personal. Esa respuesta no me hacía pensar nada raro, porque era normal, una persona que se gasta mucho dinero, quiere ser bien atendido, veríamos esta tarde como iban las cosas.

De camino al hotel, Victoria me iba “recomendando” que no fuera muy directo, que contara diez antes de responder con mi estilo y muchos más consejos. La verdad es que no me acordaba del hombre en cuestión, por más que pensaba no me venía a la cabeza. Victoria se ponía nerviosa al decir que no em acordaba… “Pues tiene 56 años, medirá 1,75, está muy bien conservado, muy moreno, debe tomar rayos uva a porrón. Pelo moreno con bastantes canas, que le dan un aire interesante. Escucha atentamente y medita mucho lo que va a decir. No es un pelanas, sabe bien el terreno que pisa, aunque algunas veces se haga el cortito, cuidado con eso”.

Menos mal que llegamos al hotel, me había puesto la cabeza a punto de reventar. Al aparcar y salir del coche, como vi un poco nerviosa a Victoria la dije… “Victoria tranquila, que toros como este ya los hemos toreado. Si sale, pues ha salido y si no sale… ya llegara otro. Hay problemas más gordos en esta vida y no se solucionan con dinero ni contratos… TRAN QUI LI DAD”, me dio la risa cuando me dijo… “Me desesperas tu cabezonería, pero mucho mas tu calma tu flema, que rayan con una indiferente despreocupación” y le añadí… “No es nada de eso, es que esta altura de mi película (mi vida) no me voy a alterar ni ponerme nervioso”

En el hall del hotel había varias personas y Victoria me señalo a un hombre que hablaba por el móvil. Era clavado físicamente a como me había dicho. Un traje de buen corte, camisa de puño vuelto, moreno hasta decir basta. Nada más vernos nos hizo un saludo con la mano y se acercó, pudiendo oír como se despedida de con quien estuviera hablando.

Saludo primero a Victoria, dándole dos besos y cogiendo su mano de una forma muy peculiar. Luego me saludo con un… “Hombre Carlos… por fin…” un fuerte apretón de manos y como si nos conociéramos de toda la vida. De entrada no me cayó mal, me gusta los apretones fuertes y no las manos lánguidas.

Fuimos al pub del hotel y al entrar un camarero se acercó… “Buenas tardes don Ezequiel, donde se quieren sentar, algún sitio en especial” y Ezequiel le dijo, donde menos nos molesten. El camarero nos llevó a un esquinazo diciendo que allí estaríamos bien. Estaba claro que se movía como pez en el agua. El camarero nos empezó a tomar nota. Ezequiel dijo… “Tu Victoria espera que lo recuerde… uuhhhmmm… a ti te gustaba el amaretto, pues aquí tienen uno muy bueno ya verás, pon un luxardo. Para mí un whisky, pero hoy que sea irlandés… Carlos y tu… ¿Qué tomas?”, vería su reacción… “Coca cola zero azúcar y zero cafeína”

No hizo ningún comentario. Lo que me extraño fue lo de Victoria, porque el amaretto no es que la volviera especialmente loca. Estoy seguro de que lo hizo para hacerle quedar bien. Llevábamos más de una hora. Tenía razón Victoria, el tío sabia de lo que hablábamos. Muchas preguntas técnicas que las respondía sin problemas, pero también muchas replicas. Se había empollado bien todo, para no ser su campo. Aunque algunas cosas hubo que explicárselas bien, algo normal.

Cuando acabamos esa parte, llego la parte económica, la forma de pago, las coberturas que ofrecíamos, que eran varias y la mejor era la de 24 horas y todos los días sin excepción. Esa parte se la dejaba a Victoria, pero estando muy atento. Mientras hablaban, sin dejar de prestar atención, me relaje un poco y miraba lo que había en mi entorno. Veo entrar a tres mujeres no bajaban de los 40 seguro, pero que tres mujeres. Sobre todo una morena. Con cara de loba y que no dejaba de mirar a nuestra mesa.

En otro momento hubiera dicho una “señorita” de hotel. Que no sería la primera vez que me encontrara alguna. Reunía todos los requisitos. Tenía una cara de cachonda… en todos los sentidos. Estaba espectacular. Se despidió de las otras y se vino hacia nuestra mesa, según se acercaba se la veía mejor, estaría entre los 45 y 50, 1,70 y con los tacones que llevaba, casi seguro cercana a mi altura. Aunque aparentaba menos, si se había hecho cirugía la habían dejado perfecta.

Toco el hombro de Ezequiel y lo primero que pensé… una “amiguita” especial. Y tan especial… “Ah, hola, cariño… es mi esposa… te presento a Victoria y a Carlos, ella es Lionetta, es italiana y su nombre significa… pequeña leona”. A Victoria casi le da un infarto allí mismo cuando oyó que decía… “Pues de pequeña no tiene nada y de leona mucho” hasta yo me di cuenta de que lo había dicho sin pensar.

Ezequiel se echó a reír y me decía que tenía razón, que siempre le decía que no se pusiera ese tipo de calzado, que así me daba capones con la barbilla. Se sentó con nosotros. Al llevar falda y esas piernas tan grandes, los ojos se me iban sin poder evitarlo. A Victoria le daba algo. Estuvimos como otra hora y media de charla, nada de trabajo y Victoria sin hablar apenas. Nos despedimos quedando en nuestro lugar de trabajo al día siguiente.

Llevaba a Victoria a su casa, iba completamente callada, hasta que se me ocurrió preguntar que como lo había visto, respiro profundamente y parecía una ametralladora… “Es que tienes que pensar con la cabeza de arriba no con la de abajo… joder que no me lo podía creer, si estabais tonteando tú y ella, es que no te cortas”, estaba muy buena pero no era cierto así se lo dije… “Victoria… ¿En qué momento me has visto tonteando con ella? Dime solo uno”

Se quedo pensativa… “Vale, lo mismo tienes razón… SI LA TIENES… pero no me digas que no te has dado cuenta de su tonteo y tu no los has evitado”, no sabía si responderle, pero había que decirle algo, porque si no, se creería que tenía la razón… “Vamos a ver, no pretenderías que le dijera… ¿Me estas tirando la caña? O también podía decirle… no me tires la caña… o mejor aún… ¿Quieres que nos vayamos a follar? Como ves, cualquier cosa que hiciera hubiera sido mucho peor”, movía suavemente la cabeza afirmando pero terminamos la conversación con un recomendación de ella… “De esa loba apártate… que no nos joda la operación”, un no te preocupes fue mi contestación.

Mi opinión sobre Lionetta variaba mucho de la de Victoria. Mas que verla buscando rollo, me daba la impresión de que le gustaba gustar, nada mas eso. Aunque miraba de una manera especial, coqueteaba mucho, era muy seductora. El viernes 24, a las nueve de la mañana se presentó Ezequiel acompañado de su mujer. Iban igual de impecables que la tarde anterior. Victoria me decía que ni que fueran de fiesta y me pidió que me “distanciara” de esa mujer. Nos sentamos todos juntos, tomamos café y poco después llegaron cinco personas de su equipo, para perfilar los detalles, Victoria se encargaría de eso con nuestra gente.

Ezequiel me decía que esto podía ser el inicio de un fructífero negocio para los dos. Lionetta seguía haciendo una exhibición de sus dotes seductoras, lo del día anterior no había sido una casualidad. En un momento de la conversación, que era de asuntos muy amplios, Ezequiel me propuso… “Carlos te tenías que venir a nuestra casa de Mallorca este fin de semana, ya verás que relax y tendrías el descanso que necesitas, que se te nota en la cara”, este primer envite lo esquive, porque era viernes y tenía cosas pendientes. No se rindieron y al final acepte que fuera el siguiente fin de semana y entonces insistieron que saldríamos el viernes a las ocho de la mañana.

A las documentos se marcharon, quedando antes para comer. Los que si siguieron fueron la gente de su equipo. Antes de irnos a comer Victoria me comento, las pegas que ponían las personas del equipo de Ezequiel, su impresión que con esas condiciones iba a ser difícil cerrar ningún acuerdo. Le conté lo de la invitación y el comentario de ella fue… “Todo son malas noticias. Porque es meter al zorro en el gallinero y con esa mujer… más peligroso”, me eche a reír y le dije que no era para tanto. Le dimos la comida a Victoria, porque se ponía mas nerviosa viendo a Lionetta y a mí que no hacía nada.

No me gusta hablar de trabajo mientras como, pero no me quedo más remedio que hacerle un comentario a Ezequiel sobre lo que decía su equipo y que así iba a ser imposible llegar a un entendimiento. Lo dije sin la menor preocupación y sin nada de ansia. Su respuesta… “Déjales que se ganen lo que ganan, ya diremos nosotros la última palabra en nuestro viaje de fin de semana”, por lo que ese asunto quedó zanjado.

La preocupación vino cuando empezaron a hablar de su vida personal, ojo, preocupación para Victoria. Ezequiel nos contó que su mujer tenía diez años menos que el, que llevaban veinte años casados y que la gente sobre todos los hombres, se confundían mucho con ellos. Que pensaban que por la forma de ser de su mujer, por su belleza y vistosidad, pensaban que era una mujer algo más que agradable y eso era por el pensamiento machista.

Victoria amparándose que no veían nuestras piernas porque la mesa lo impedía, me dio una buena patada en mi tobillo. Acabando por reconocer que era bastante celoso. No hice ningún comentario, pero grabe bien en mi mente lo que dijo. Debieron de pensar que entre Victoria y yo había algo mas, incluso que podíamos ser pareja. Victoria para que no hubiera dudas dijo que ella también era casada. Y ante la pregunta, totalmente indiscreta y sin sentido, por parte de Ezequiel… “¿Y tu marido no dice nada trabajando hasta tan tarde?”

Victoria que me había pedido a mi calma, de forma seria le contesto… “A mi marido le da igual, porque no tengo marido. Estoy casada con un bellísima mujer, que es muy inteligente y comprende mi trabajo”. Lionetta en italiano y con ímpetu le dijo algo a su marido que no entendimos y el automáticamente se disculpó de mil maneras con Victoria, que sonrió y el pequeño incidente se quedó ahí.

El resto de la semana la negociación no avanzo nada y el jueves Victoria me trajo toda la documentación, para que me la llevara el viernes, me recordó lo de que Ezequiel era celoso y yo la recordé lo que también dijo el, que su mujer era así, pero que no quería decir que quisiera nada y Victoria me decía… “Tiene mirada de loba, no me fio. De todas maneras me tienes al tanto de lo que suceda y te asesoro”, ya me iba a ir cuando muy seria me recordó… “Que no se te olvide lo otro que me prometiste… no me mires así, me refiero a lo de contactar de forma seria con la otra parte”, sabia a lo que se refería y le respondí… “Te he dicho que así lo haría y que he puesto de fecha tope el 31 de este mes”

Como íbamos en barco, había mirado la duración y eran un mínimo de siete horas. Que paliza de viaje. Que a mí en este momento me venía mejor el avión que el barco, pero tampoco me dieron oportunidad de elegir, les gustaba ir en barco. Me recogieron en la misma puerta de casa. Tenían un buen coche, un suv amplísimo. Cargamos mi maleta y dirección al puerto. Como se habían encargado de todo, les dije sin admitir lo contrario, que antes de salir me tenían que decir lo que había costado el billete. Me dijo que luego se lo daría.

Se habían “quedado” conmigo. Tenían un barco propio. No sé si era bueno o no, pero bonito un rato. Antes de salir me lo enseño Ezequiel. Tenía tres camarotes uno con dos literas, por cierto, si tuviera que acostarme en alguna de ellas los pies se saldrían de ellas. Otro con una cama que no llegaba a ser de matrimonio pero casi y el ultimo, donde había una cama grande y espectacular. La parte de arriba era sencilla. Era como un salón, donde el volante, mas grande que el de un coche, estaba en el lado derecho con dos asientos individuales, un mueble que recorría la parte derecha del salón y en el lado izquierdo un asiento corrido con una pequeña mesa cuadrada, que se podía abrir.

Subimos y me senté junto a Ezequiel que inicio las maniobras de salida. Lionetta se bajó a ponerse más cómoda. Era un cristal frontal como un parabrisas de un coche, incluido dos enormes limpiaparabrisas. Ya estábamos en alta mar y en la proa (parte delantera) había como una colchoneta, no es el termino, pero para que me entendáis, que estaba como pegada y evidentemente era para relajarse, tomar el sol… salí a verlo, agarrándome a la barandilla que recorría el barco.

Delante había tres ventanales en que hacían de claraboyas, al llegar allí pude ver desde arriba a Lionetta desnuda y escogiendo que ponerse, me quite rápido. Lo poco que vi y aunque no era muy buen ángulo, se veía una mujer que estaba muy bien. Regrese junto a su marido y al rato subió Lionetta.

Llevaba puesto un kaftán morado con escote en V y unos adornos de distintos colores, manga larga y grueso, con unas aberturas importantes en los costados. Como estábamos entados los dos y yo en el asiendo izquierdo, que daba a la parte libre, ya que la otra pegaba casi en el ventanal, ella se apoyó en mi hombro y nos preguntó qué tal iba todo.

Se pego tanto que podía notar una de sus tetas en mi brazo y el propio movimiento del barco hacía que su meneo fuera de un sitio a otro, apretándose bien. Se fue atrás y saco bebidas, nos ofreció unas y fui a ayudarla, la raja lateral del kaftán era una visión tremenda, pero mas tremenda fue ver perfectamente sus tetas sin sujetador, cuando se agacho a coger unos posavasos. Quería evitar a toda costa que mi polla se empalmara. Sabía que ella me había pillado mirando y le dio igual. Como mínimo era una exhibicionista y no era una pareja con ganas de meter a otro, a Ezequiel no le veía por esos gustos.

A mí me parecía que esos barcos, tenían algún tipo de dispositivo inteligente, para dejar que funcionara solo y avisar de algún peligro. Pero no sabía si ese en concreto lo llevaría. Porque detuvo el barco, me dijo que se iba a cambiar, que hiciera yo lo mismo y ahora continuaríamos. No me quise cambiar, porque llevaba unos pantalones vaqueros ajustados y me vendrían bien, para que no se notara mucho mi polla en caso de erección, porque estaba bien sujeta. Me quede mirando por los ventanales y les oí hablar susurrando. Fui a buscar un aseo y les escuche mejor…

  • No veo que lo hagas comer en tu mano como decías.

  • Eso lo que tú dices, ese solo tiene ojos para mí.

  • JAJA… lo he visto más interesado en el barco que en ti.

  • Questo giovane… e molto pericoloso… non como altri (No sé si está bien escrito, pero no creo que haga falta traducción)

  • Que pasa… ¿Te sientes insegura?

  • Certo che sí.

  • Háblame en español joder… porque no te fías de él.

  • Este es de los que te dije, con los que nos podíamos quemar. Me atrae mucho y por su mirada él lo sabe.

  • Tu dale candela, ponle cachondo que sabes que me gusta que te deseen, que te follen con la mirada. Pero hazlo bien, como tú sabes… ponte en plan “PUTTANA”

  • Y qué pasa si quiere más, si lo intenta y yo no puedo aguantarme… ¿Qué sucederá? ¿Qué harás tu? Amore… tengo muchas dudas. (Se oían besos muy ruidosos y no se oía mas hablar)

  • Entonces que… ¿Lo dejamos no lo intentamos?

  • Mejor lo dejamos pasar. Haz los negocios, pasemos un fin de semana tranquilo y… finito. ¿Te parece?

  • Creo que deberíamos seguir con nuestros juegos. Sabes que somos muy buenos poniendo cachondos a los hombres y luego disfrutarlo entre nosotros. Con este será lo mismo.

  • Y si no… ¿¡¡¡QUE!!!?

  • Pues si pasa algo mas… es que habría llegado el momento de dar un paso más. Lo mismo unos besos unas pequeñas caricias nos serían más “divertidas”… pensándolo bien… no estaría nada mal. Se que te controlaras y no pasaras de eso. Ahora cuando estemos arriba, te machas con algo y te cambias por la equipación verde que te sienta de vicio.

Me fui rápido y me senté arriba. Subieron los dos sonrientes. Ezequiel buen anfitrión y con una conversación agradable, con ocurrencias graciosas y muy ameno. Le interrumpió Lionetta y nos dijo… “Me vais a disculpar pero tengo… “emicrania” (tocándose la cabeza) me voy abajo a tumbarme un rato”, le dije que se pusiera bien y Ezequiel la miro con rabia, su cara había cambiado, aunque se repuso rápido. Nos quedamos hablando los dos animadamente. Llegamos antes de la una y según él, si hubiera querido lo habríamos hecho en una hora menos.

Mientras atracábamos en el puerto, subió Lionetta, que vestida igual. La mirada de su marido fue como mínimo un poco desdeñosa. Cogimos el equipaje y nos fuimos hacia una zona donde había una furgoneta Ford Transit que nos estaba esperando. Ezequiel y Lionetta saludaron al conductor y este a todos. Durante el trayecto hablaban entre ellos de las novedades y le contaba las novedades de donde íbamos. Tardamos unos 45 minutos para menos de 60 km. Lo del tiempo fue seguro, porque lo estuve mirando, lo de la distancia lo mismo me equivoco en algún kilometro pero no muchos.

Me fije al entrar en lo que parecía una finca, una casa rustica, por lo que me dijo Ezequiel típica de allí. La habían restaurado. Tenía semejanza a algo que estaba haciendo yo a unos 40 km. De Valencia y la distancia en tiempo, si soy yo el que conduzco 20 o 30 minutos máximo. Ese fue motivo de una conversación interesante. Sin dejar a penas las cosas, me enseño fotos de como encontró el lugar y luego me lo enseño todo. En mi móvil, tenía fotos de cómo me lo encontré yo, hace ya casi cuatro meses y como iban las reformas, además de la parte que me estaban añadiendo. Nos pasó igual, alguien que te enseña un sitio y te enamoras nada más verlo. Pero sobre todo con un potencial enorme y en el caso de los dos, para conjugar lo antiguo y lo nuevo.

La parte antigua de la casa tenía un halo especial y habían sabido unir la parte de nueva construcción sin romper la armonía, esperaba que a mí me fuera igual. Tenían una piscina descubierta y otra cubierta. El tiempo no estaba para la descubierta, pero las dos tenían unas vistas perfectas del mar. No me había fijado pero había una pareja de orientales, eran los encargados del cuidado y mantenimiento de la casa.

Me acompañaron a la habitación, mejor que la de cualquier hotel y con un baño de buen tamaño, que tenía ducha y bañera con hidromasaje. Todos los detalles muy cuidados, hasta la cama que era del tamaño que me gustan. Me quede bastante tiempo en la habitación, aproveche para ponerme en contacto con el trabajo y con Victoria. Mi único comentario que todo iba bien, sin ninguna novedad. No le conté nada de lo sucedido.

Al bajar Ezequiel me llevo a lo que era su despacho, un lugar amplio, con una mesa de madera con un ordenador y ocho sillones individuales alrededor de una mesa baja. En cada lado de la mesa había dos sillones. Nos sentamos enfrente uno del otro y a petición de él, nos pusimos a hablar de negocios. Cerramos prácticamente todo y solo a espera de que su dirección económica diera el visto bueno. Algo que estando el de acuerdo, era puro trámite.

Salimos y paseamos por la propiedad, aprovecho para una vez alejados de la casa, sacar un puro, a mi ofreció otro y se lo puso a fumar. Su mujer no le dejaba. Llevo la conversación al terreno de la palabra dada, de la traición… sabia por dónde venía y quería condicionarme. Después de escucharle sin decir nada, sin interrumpirle y cuando quiso saber mi opinión le respondí… “Pues mira Ezequiel, nadie te podrá decir que si he llegado a algún acuerdo, ya estuviera firmado o no, que lo haya roto”, el me interrumpió y preocupado me dijo… “Hombre no dudo de ti, además ya lo sé, porque tienes detrás una estela de seriedad y de no dejar tirado a nadie”

Como sabía que cuando me dijo eso, no se refería especialmente a eso, seguí respondiéndole… “Y lo que si hago es separar, mi vida profesional de la profesional. No tiene nada que ver lo que haga en mi vida personal, para que interfiera en lo profesional. Por eso con la gente que trato hago lo mismo, separo su vida personal de lo profesional”

Estaba claro que le inquieto mi respuesta y que no se la esperaba. Vino el hombre oriental, que me enteré que era un matrimonio filipino, para decirnos que la señora había dicho de cenar. Era bastante pronto, pero no me importo. Lionetta estaba con lo que decían que era un kimono corto, aunque parecía más una bata pequeña. Mucho escote, casi hasta el borde del culo. Era amarillo con un tipo de ave y flores.

La verdad que toda la decoración era muy oriental. Pusieron un aperitivo típico de filipinas, que tenía un nombre raro, pero era muy parecido al típico ceviche. Aunque con un regusto a vinagre y fuertecito con el picante. Estaba muy bueno. El resto de la cena fue muy española. Nos fuimos a una sala, que estaba decorada como un chill out interior. La mujer filipina trajo uno vasos y como dos termos de bebida. Se despidió y se fueron, tenían una casa fuera, pero dentro de la misma propiedad.

A Lionetta se le veían hasta las amígdalas. Era un espectáculo, parejas como estas ya me había encontrado alguna, la diferencia era que en los otros casos los mandaba a segar por no decir a la mierda y me iba. Aquí de momento a aguantar el tipo. La bebida que pusieron, que ya dije que no me apetecía alcohol, pero insistieron en que la probara. Estaba fresca, tenía sabor a distintas frutas y tenía un sabor a algo de alcohol, pero que no supe saber cuál. Estaba bueno, entraba bien y luego no tenía que conducir, un día era un día. Aunque ellos le daban buenos sorbos, yo lo hacía con mas prudencia y moderación.

Daba igual cual fuera el tema de conversación, que cada dos por tres Ezequiel alababa la belleza de su mujer y ella se ponía colorada, con una mirada libertina, abriéndose cada vez más su kimono, que solo iba cerrado con un cinturón. De vez en cuando el escote se hacía más visible, viéndose más de la cuenta, pero todo muy bien calculado para que no se viera todo. Lo tenían todo muy medido. La verdad que a mí me tenían cachondo, no se ellos, aunque me imagino que también.

Decidí ser el que tomara la iniciativa. Por lo menos para ponerles nerviosos. Llevaba sonado música un buen rato, me levante y la invite a bailar, mirando a Ezequiel le dije… “Si no te molesta”el con voz de quitarle importancia, me dijo que no tenía ningún problema. Había poca luz, salvo donde estábamos, entre otras cosas por la chimenea encendida. A cosa echa, me coloque detrás de Ezequiel, él no nos podía ver directamente, pero si por el reflejo de los cristales.

Desde que la abrace por la cintura, la pegue bien a mí, con decisión y firmeza. Sabía que una vez estuviéramos pegados, notaria mi erección porque estaba que me salía. Era como si estuviera desnuda, por la suavidad del kimono y porque acariciando su espalda no note que llevara sujetador, al tener un pecho abundante lo notaba contra mi cuerpo mucho mejor. También fui bajando mis manos, pasando la frontera de la cintura y acaricie la parte superior de sus nalgas. Parecía que no respirara.

Aquí si note una tira muy fina, llevaba algo y al ver que ella no me rechaza, que se dejaba llevar. Me anime mucho más. Sonó el móvil de él y hablo poco tiempo, además hablo con enfado por molestarle a esas horas no siendo urgente. Mientras le daba el “paquete” a quien fuera, pegue mi boca al oído de Lionetta, agarrando descaradamente su culito y dándome igual todo le dije… “Si eres tan puta como creo, te pienso follar por todos los sitios, va a ser inolvidable” lamí su lóbulo. Ahora si note su respiración, era muy agitada.

Dejamos de bailar y les pregunte donde había un aseo, me lo dijeron y les deje solos, lo único que deje la puerta entornada para oír lo que hablaban. El primero que pregunto fue el… “¿Qué lo logras poner en marcha?” y ella le contesto… “Está muy en marcha. Tanto que tenía alzabandiera (o algo así, entendí que era si tenía una erección)”, ni se preocupó solo se interesó por como era de grande y ella, después de un corto silencio dijo… “He notado un cazzo enorme, muy caliente, traspasaba el calor”, no le decía nada de lo que había hecho o dicho. Ezequiel seguía interesándose por cómo me había notado y por cómo se sentía ella.

Ella con tono de preocupación… “Ezequiel vamos a parar aquí, no respondo de mí, me hace temblar. Paremos”y el seguía a su rollo, no la escuchaba o si lo hacía le daba igual. “¿Pero cuánto le mide el rabo?”. Esta vez con un tono más alterado le dijo algo así como… “Sei cosi stupido… ¿Cosa voi, esere un cornuto?”, trato de relajarla y le decía suavemente… “Amore… amore… tranquila, que esto lo podemos controlar y si no… pues dale algún besito, alguna caricia, pero de ahí no podemos pasar”, ella con el mismo tono le aviso… “Tu veras si seguimos o no, pero que sepas que Carlos me enciende al máximo y sé que voy a hacer. ¿Qué decides? Pero luego no quiero rabia e tarantela”

Ezequiel más suave aun le dijo… “No te preocupes, si se fuera un poco de las manos, no me enfadare, pero… solo un poco”, ella le estaba contestando cuando me hice oír, al entrar estaban tan tranquilos bebiendo. Quería provocar una situación y lo intente, lleve la conversación a las piscinas, si eran de agua salada o dulce. Después de una explicación prolija, le hable de mi casa de Alicante la que vendí, que tenía una piscina y era lo mejor para mí. Porque no me bañaba en piscinas públicas nunca, siempre en el mar o en mi piscina. Que relajaba mucho antes de irse a dormir.

Me conto que él lo hacía toda las noches, pero que Lionetta no lo hacía mucho, que era muy friolera. Ya había puesto la semilla y no tardo en brotar y mejor de lo que yo esperaba. Ezequiel nos propuso… “Porque no vamos al jacuzzi y seguimos bebiendo allí, para luego darnos un baño… ¿Qué os parece?” y no me hice de rogar… “Por mi perfecto, solo un pequeño problemita… no tengo bañador”, ofreciéndome uno Ezequiel si no em importaba. Avisándome que él no tenia de esos tipo bermudas, que él, los llevaba slip o bóxer, preferí un bóxer.

Lionetta ni abrió la boca, se fue con nosotros a su habitación. Me estaba desnudando en la mía, cuando se abrió la puerta, era Ezequiel que ni se molestó en llamar, lanzo el bañador sobre la cama y se salió, diciéndome que no tardara. Me extraño al principio y me volvía a extrañar, teniendo varias habitaciones, porque me pusieron en la pegada a ellos, que compartía una terraza… supongo que para tratar de ponerme mas cachondo.

Una vez me puse el bañador, estaba de foto. Peor no me podía quedar, como mínimo un par de tallas menos. Sin estar empalmado se me notaba un paquete mas exagerado que si llevara otra cosa. Si me empalmara se me saldría seguro. Me fui al baño y me coloque una toalla en la cintura. Salí colocándome bien la toalla y estaba Ezequiel esperándome. Él iba en bañador y me decía que no me hacía falta toalla, que en la piscina había ropa de baño.

Fuimos caminado a la piscina y mientras esperábamos a su mujer, le explicaba que me sentía ridículo, porque el bañador además de quedarme pequeño, me apretaba por todos los lados. Él se reía y me decía que no sería para tanto. Seguimos hablando y me pregunto con reproche… “¿Quién viene a Palma y no se trae bañador? Que poco previsor”, a lo que yo le confesé que en mi piscina cuando la tenía, me bañaba desnudo y no permitía a nadie que quisiera bañarse hacerlo vestido y que a la playa siempre iba a playas nudistas.

Me conto que fueron una vez a una, pero que Lionetta no le hacía gracia y como máximo, hacia top les y no siempre. Aunque en casa siempre se bañaban y se metían en el jacuzzi desnudos. Lionetta traía un micro bikini, verde chillo, en distintas tonalidades en plan tela de camuflaje. Aunque con muy poco tela. Abajo un minúsculo triangulo y arriba dos con la misma proporción, parecía que los llevase pegados, porque no se veían tiras de sujeción.

En cuanto se acercó mas pude ver unas tiras trasparentes. En la parte de abajo las tiras subiera arriba del todo de la cadera. Se dio la vuelta y saco unos albornoces de un armario. Por detrás la tela se veía menos, la tenía como incrustada en su culito, quedando dos buenas nalgas libre de tela. Los dos estaban morenísimos, no observaba ninguna marca.

Ahora él se dirigió a su mujer… “Lio que Carlos dice que el bañador le queda pequeño y que le aprieta, que es un problemita… que se ve que es muy delicado… ¿Te parece si hacemos como siempre y nos desnudamos todos?” Ella con cara de sorpresa respondió rápida… “Vosotros hacer lo que queráis”, para que vieran que no era broma, me quite la toalla y Ezequiel haciendo como un grito parecido al de Papa Noel añadió… “Pues sí que te falta alguna talla y el problemita como será cuando se convierta en problemón… JAJAJA…”

Ezequiel fue hacia el jacuzzi y se desnudó. Me animo a mí a hacerlo y lo hice de tal manera, que ninguno de los dos me vio de frente y como él lo puso a funcionar, las burbujas ahora no permitían verme. Lionetta se metió con el bikini. Sus teta se salían por todos los lados, era evidente que estaban operadas, pero quien lo hiciera lo hizo perfecto. No eran de estas que parecen inertes, estas eran voluminosas, con una ligera caída que las hacían muy bonitas y con movimiento. Ezequiel que estaba jugando con fuego, le pidió a su mujer que le pasara su copa que se la había dejado detrás de ella. No le quedó más remedio que ponerse de rodillas dándonos la espalda, para estirase y coger la dichosa copa, menudo culazo que se gastaba.

Aunque uno trate de pensar en otra cosa para controlar el no tener una erección, algunas veces la polla tiene vida propia. Me seguían protegiendo las burbujas. Aun así pude tener algo de control, hasta que Ezequiel le insistía a su mujer que se desnudara o por lo menos se quitara la parte de arriba. Ella seguía en el no y él se acercó a tratar de desabrocharle la parte de arriba, ella se dio cuenta y se apartó rápida, pero no pudo evitar que un pecho se le saliese. No perdí detalle. Grande, hermoso y con un buen pezón color café oscuro.

Hablo muy rápido en italiano y haciendo gestos ostensibles con sus manos. No me entere bien de lo que le decía, pero bonito no era, su marido tenía una sonrisa cínica y pasaba de lo que ella le decía. Se tranquilizaron y como se nos acabó la bebida, Ezequiel dijo que iba a por mas, una excusa para dejarnos solos, porque antes había visto una nevera pequeña en ese mismo sitio. Al salir del jacuzzi la polla de Ezequiel estaba algo más que morcillona, pero sin llegar a una erección completa.

Estire un brazo y con mis dedos acaricie su brazo, suavemente, Lionetta no decía ni hacía nada. Por lo que seguí con mis caricias. No eran caricias acometedoras, eran de tantear la situación. No aparto bruscamente el brazo, lo aparto como invitándome a acariciar otras partes e inicie el acariciar su costado, hasta llegar a su pecho izquierdo. Dos dedos se metieron por dentro y acariciaron ese pecho hasta llegar a su pezón. Lo atrape entre mis dedos y era muy grande, estaba durísimo y ella ahora echaba su cabeza hacia atrás, hasta dejarla apoyada, cerraba sus ojos y apretaba sus labios.

Dio un pequeño brinco y miro hacia la zona de entrada y la calme… “Tranquila, sigue relajada que ya estoy pendiente yo”, me miro, no me dijo nada y cogió la misma postura. Esa situación me animo mas, me moví y acaricie sus muslos, para a continuación meter mis dedos debajo de la braguita del bikini. Tenía muy poco vello, todo en el pubis, el coñito estaba perfectamente depilado. En otro momento me hubiera dedicado a durar más en los prolegómenos, pero aquí era imposible.

Al tocar su clítoris, tuvo como un escalofrió, curvo su cuerpo un poco y se relajó. Era algo bonito y excitante ver, los gestos contenidos en su rostro. La acariciaba sin prisa, porque no quería que tuviera un orgasmo, quería dejarla al borde, al límite de que se produjera. Vi que se entendían las luces automáticas, que iban por sensores, Lionetta intuyo que iba a quitar la mano y me la agarro para apretarla contra su coñito, me miro con los ojos muy abiertos y la quite. Se oyó las chancletas de Ezequiel. Me coloque de nuevo en mi sitio.

Ella estaba recostada como dormida y yo recostado, con mis brazos por fuera quedándome apoyado y con una erección brutal. Ezequiel traía una bandeja gigantesca, traía vasos, varias botellas, cubierta con hielo y venia andando despacio, haciendo malabarismos. Me miro y me dijo… “Carlos… coño… podías echarme una mano…”, no sabía cómo hacerlo, no quería salir. Estire mis brazos indicándole que me la pasara y riéndose me dijo… “Que pasa… que quieres que entre de cabeza…”

No me quedo otra que salir, la erección no se me había bajado ni un milímetro. Salí y Ezequiel se quedó mirándome con ojos de besugo… “ME CAGO EN LA LECHE… pero que… PEDAZO DE RABO… menudo susto… y menudo capullo, así visto parece un FRESÓN GIGANTE… JAJAJA…”, ante esas voces y semejantes comentarios, Lionetta abrió los ojos y vi como clavaba su murada, no lo pudo disimular, aunque cuando se miraron ella y su marido, ella se puso coloradísima.

Una vez recobrada la sensatez y sentados todos en nuestro sitio, Lionetta volvió a reposar con los ojos cerrados y Ezequiel, estaba callado pero se le notaba que algo estaba pensando o algo quería decir.

  • Carlos, una cosa entre amigos, ¿Por qué somos amigos?, como es que te depilas ahí, en una mujer es más normal, pero en un tío… no es normal. ¿Por qué?

  • Lo primero y con toda sinceridad, amigos no somos, que nos acabamos de conocer… somos eso, conocidos. Lo de la depilación, porque lo veo más higiénico y porque me siento mejor.

  • Si lo haces por llamar la atención cuando vas a las playas nudista, pues pase… pero con lo que calzas, no hace falta que ya llamas la atención. Jajaja… porque bonito no creo que sea.

  • Eso va en gustos. Estamos al cincuenta por ciento. Somos dos, tú dices que no es bonito y yo que sí.

  • ¿Y eso no te trae problemas con las mujeres?

  • Pues de momento no… jajaja…

  • Vale, te creeré.

Creía que se había terminado esa conversación, pero él seguía en sus trece y volvió a la parte concreta de la depilación. Si era bonito, si no lo era y entonces quiso saber la opinión de su mujer… “Oye Lionetta…”, ella no le dejo acabar y sin abrir los ojos le respondió… “Queda mucho más bonito todo depilado y no me preguntes más”, su marido se quedó sin habla. No mucho después, Lionetta salió del jacuzzi, se fue a un baño y salió con un albornoz, debajo no llevaba nada porque salía con el minúsculo bikini en la mano.

Al ver eso nosotros también nos salimos y nos colocamos albornoces también. El mío estaba aceptable, aunque un poco mas grande me hubiera gustado más. No fuimos al mismo sitio de antes, al calor de la chimenea. Ezequiel de una caja saco un puro y su mujer le recordó que dentro de la casa no se fumaba y menos un puro, avisándole también que nada de en el porche, que luego se metería el humo dentro. Me miro Ezequiel y me dijo… “No te cases que acaban dominándote” y se marchó al jardín.

Me levante y me senté junto a ella, lo hice poniéndome de lado, con un apierna doblada para poder mirarla más directamente. Lo hice con una mirada de intensidad, mirándola a los ojos le pregunte… “¿Y ahora… que?”, agacho la mirada y no me había dado cuenta que al estar sentado en esa postura se me veía todo. Me acerque al ver que no me contestaba y la di primero un beso suave, hasta cierto punto tierno, pero que al no notar rechazo, todo lo contrario, se convirtió en un beso impúdico, voluptuoso y nuestra lenguas se excitaron la una contra la otra.

Me agarro la polla con su mano. La acaricio con intensidad y creció en su mano, hasta alcanzar su máximo esplendor. Me mordía en los labios, nos succionábamos nuestras lenguas. Estábamos en el inicio de una vorágine sexual. Se puso de rodillas en el suelo, estiro de mi albornoz hasta que me lo quiete, quedándome sentado sobre él. Ella se metió entre mis piernas. Miraba hipnotizada mi polla, mientras sus dos manos llenas de su propia saliva, bajaban y subían a lo largo de ella. Me acariciaba los testículos con mucha habilidad.

Nos miramos, ella con una mirada “sucia” preciosa y saco su lengua, lamiendo mi polla en su longitud y cuando llegaba a mis testículos los lamia a la perfección, causándome un inmenso placer. Lo hacía con pasión, ya se había excedido en lo que le había dicho su marido, pero bueno, me daba igual y además, por amigos fumadores de puros, les lleva fumarse uno como unos treinta minutos, como mínimo. Viendo lo que sabía, seguro que tardaría mas, para dar tiempo a su esposa de ponerme a tope. La miraba y veía como cierta timidez en como hacia la mamada.

Cambie totalmente de opinión cuando empezó a hacer la mamada en todos sus sentidos. Vi como abría la boca, como me miraba y como la metía en su boca. Se la metía hasta mas no poder, sabía hacer una mamada y tímida no era. Alce mi cuerpo, en concreto un movimiento de mi cintura, como si me follara su boca. Como lo admitía, lo hice varias veces. El sentir la cabeza de mi polla golpeando su garganta, me excitaba muchísimo. Sus gemidos eran roncos y sonoros. Era bastante salvaje el momento.

Ahora estaba en la gloria, mi cabeza apoyada en el sillón, mis ojos cerrados y tratando de pensar solo en ese momento, intentando quitarme pensamientos que en ese momento no tenían cabida. Los sonidos eran la música de fondo, que estaba muy suave. El crepitar de la chimenea, los gemidos de Lionetta, el sonido de su boca y mi respiración acelerada. Todo ese momento idílico se rompió con un grito… “¡LIONETTA… CARLOS…! Pero… pero… PERO… ¡¡¡QUE HOSTIAS HACÉIS!!!... Y ¡TU! (por mi) Vete de mi casa…”, no era que estuviera sobreactuando o fingiendo un enfado… su cara era un poema.

Me corto bastante el rollo verlo así. Era tal vez la situación más comprometida en la que me había visto. La que se inmuto poco fue su mujer, que seguía con el albornoz puesto. Agarro con fuerza mi polla, que de la fuerza cambiaba de color y parecía más grande, le miro y le decía con voz trémula pero excitada… “Amore… e un bellissimo cazzo… ¿No quieres ver lo que hago?” y lamia la cabeza de mi polla sin dejar de mirarle. Su cara ya iba siendo menos poema.

Lo malo de ir en albornoz es que hay cosas que resultan más difíciles ocultar y era la polla de Ezequiel empalmada. De pronto dijo PUTTANA te vas a enterar y lo fue diciendo mientras se marchaba a toda prisa. Quise saber que pasaba… “¿Qué es lo que pasa ahora?” ella se sacó la polla de la boca, entre lametazo y lametazo me decía… “No te preocupes, me he portado mal y eso tiene… que pagarse”y apareció Ezequiel. Traía algo similar a un cinturón de judo o karate, aunque también se asemejaba a una correa ancha de persiana.

Le dio unos buenos cintazos en el culo, que no sonaron ni la debieron hacer mucho, protegida por el albornoz. De forma nerviosa lo dejo sobre el sillón, se acercó a ella y le quito el albornoz. Que cuerpo mas bien estilizado, que etas más bonitas y que pezones mas apetitosos. Una vez quedo desnuda, se puso un almohadón en las rodillas y dejo el culo bien en pompa. Desde mi posición… una visión bellísima. Ezequiel era el único que estaba “vestido”, se había ajustado mejor el albornoz.

Empezó a dar zurriagazos al culo de su mujer y esta vez sí sonaban. Perdí la cuenta de los que le llevaba dado, ella solo decía con voz excitadísima… “Si amore mio”… “Si amore mio”…y el super excitado le daba con más ganas, estaba tan excitado que no se daba cuenta de que su albornoz estaba totalmente abierto y se veía una erección máxima. La veía tan salvaje, que me levante, agarre su melena y me puse a follar su boca, me gustaba su cara, como aguantaba mis embestidas y como su marido miraba cautivado a su esposa.

Estábamos tan hiper excitados todos que sentí como en mi espalda me llegaba como una descarga eléctrica, que iba hacia mi polla y soltaba un acorrida monumental. Tenía bien sujeta su cabeza, para que no se quitara y la verdad que no hizo ni el amago, se lo tragaba todo y se corría a la vez, la muy cabrona se había estado tocando mientras me follaba su boca. Su marido de pie, yo de pie y ella exclamando y murmurando en italiano, por el tono nada malo.

Eso sí, aparte de eso, solo se oía la música de fondo. La tensión se palpaba en el ambiente. Había sido solo una mamada, no habíamos pasado a mayores. El único que no se había corrido él. Que estaba sentado y seguía empalmado. También me había sentado y mi polla estaba a medias. Ella se sentó junto a mí, se puso de lado y podía verme a mí de perfil y a su marido de frente.

Lionetta estiro su mano y cogió mi polla de nuevo, no hizo falta mucho esfuerzo para que otra vez se me pusiera bien dura. Según se me iba poniendo dura en su mano, su sonrisa se iba trasformando en una sonrisa muy cachonda que le dedicaba a su marido y no le conformaba solo con eso, su lengua también se estaba desbocando, porque ya no estaba callada… “Amore mio… mi eccita como si mete il cazzo… e come il obelisco de Lateranense” (Seguro que cometeré errores de escritura, pero ella le decía por lo que entendí… “Que la excitaba como me había logrado poner la polla y que se parecía a un obelisco” muy famoso que hay en Roma), lo vi en mi primer viaje a Italia, por eso se a que se refería”

Ezequiel aunque no estaba del todo alegre, aguantaba sin decir nada. Creo que la calentura que tenía, le impedía tomar otra postura, era de los que al día siguiente tendría todo tipo de remordimientos seguro. Luego ella le hablaba muy deprisa y en italiano. Me perdía en la conversación, porque ella quería algo y él no estaba por la labor. La única palabra que pillaba con claridad era “GOLDONI” y al final de la discusión acalorada, mas por el tono de ella que por el de él. Lionetta termino con… “Porta… GOLDONI ¡ORA! O… (lo que pareció una amenaza) me lo escopo senza goldoni…”, él se levantó a disgusto, nos miró y le dijo a ella… “PUTTANA” Lionetta sonrió y él se marchó.

Quise saber que había pasado o más bien que estaba pasando. Lionetta se puso a horcajadas sobre mí, no intento meterse la polla en su coñito. Me agarro la cara con sus dos manos y después de pensar como decírmelo me dijo… “Ezequiel que le gusta jugar mucho y hoy el juego no es como él quiere, todo ha cambiado, aunque solo sea por una vez” y me plantifico un señor morreo.

Ezequiel se acercaba quejándose y sin entenderle. Le soltó a su mujer unos condones y le dijo que estaban caducados y que no creía que fueran de mi medida. Ella con enfado dijo… “Vaffanculo” y como ya veía por donde iba todo, les dije que yo si tenía, la cara de ella se ilumino. Diciéndome que como ellos no usaban, normal que estuvieran pasados.

Cuando volví de mi habitación, ella le hacía carantoñas y él se relajaba. No quise interrumpir y entre sin hacer nada de ruido, al sentarme ella me vio y dio un salto de alegría vino hacia mí, se colocó como antes, a horcajadas y cogió un condón, lo abrió y me lo coloco de forma rápida. Levanto su cuerpo, acerco un pezón a mi boca, que “engullí” y lamí con mucha calentura. Ella me abrazaba la cabeza, me la acariciaba. Lionetta ahora acercaba su coñito poco a poco a mi polla, se meneaba para que mi polla encontrara la entrada de su coñito, no usaba las manos y cuando estuvo en su sitio, se fue dejando caer y gimiendo con mucha fuerza, exclamando de nuevo palabras en italiano ininteligibles para mí. Sus movimientos eran intensos, con profundidad, me decía cosas que no entendía y una constantemente, se debió de dar cuenta y me lo dijo en italiano y a continuación es español… “Carlo sii il mio stallone… Carlos se mi semental”

Me gire un poco para ver a su marido, estaba completamente ofuscado y al ver que le miraba se levantó. Se le olvido hasta el cinturón con el que la había azotado el culo. Ahora se lo azotaba brutalmente con las manos, en mi vida había dado yo ese tipo de azotes. Lo asombroso que ella los disfrutaba, disfrutaba de su rabia, porque lo animaba, porque empezó diciendo “Se, se, se…” suaves y continuo diciéndole con mas rabia… “SE, SE, SE…” lo que le provocaba más.

Se agoto el antes que ella y después de un pequeñísimo respiro, se colocó detrás de ella y ke dijo… “Ti scopero il culo, ¡¡PUTTANA!!...” no me hizo falta traducción, porque de una manera rápida, ágil y feroz, le metió su polla en el culo. No tuvo miramientos, note la embestida que la dio y como ella se arqueo un poco, para apoyarse luego en mí, teniendo una respiración profunda, un grito de placer, para decir… “Si amore mio… si amore mio…”

Ezequiel la embestía con toda la rabia de la que era capaz y ella se corría diciendo… “SI AMORE MIO… TI AMO… TI AMO… TI AAAAAMO…”Ezequiel se corrió cuando oyó correrse a su mujer. Como yo ya me había corrido una vez, sabía que me costaría mucho correrme la segunda vez, pero aunque Ezequiel cuando saco su polla del culo de su mujer dijo que era hora de irse a dormir, Lionetta le dijo que fuera yendo el que ahora iba ella. Se volvió a correr otra vez y se ponía nerviosa porque su marido estaba esperándola.

Hice que se colocara a cuatro patas y me la empecé a follar así. Volvía a decirme cosas en italiano que no entendía, “Animale, vero stallone…” se volvió a correr y esta vez lo hice yo también. Nos quedamos los dos resoplando y sin sacársela vi su culo, estaba marcadísimo por los azotes, la acaricié la rojez y gimió dulcemente. Quise que se viniera a mi habitación y aunque vi que se le paso por la cabeza aceptar, declino hacerlo porque decía que Ezequiel no tenía que estar muy contento.

También trato de tranquilizarme, que ella hablaría con su marido para que no se echara a perder el contrato, le respondí y era la verdad, que en ese momento me daba igual eso. Ella siguio hablando mientras íbamos para las habitaciones y decía que podía ser un buen fin de semana. Moví mi cabeza afirmando lo que decía. Al llegar a la puerta de mi habitación, me dio un espectacular beso de despedida agarrándome la polla y diciéndome al oído… “Lo mismo en un rato vengo a verte”, estuve esperando un buen rato y al final me quede dormido sin que viniera.

A las 06:30 en punto de la mañana me despertó alguien agitándome, era Ezequiel. Abrí los ojos medio preocupado, creía que había pasado algo… “Levántate que quiero que te vayas y te llevare al aeropuerto, que ya lo tengo todo arreglado”, evidentemente tenía un enfado mayúsculo. Me vestí y fuimos hacia el aeropuerto sin hablar una palabra. Creía que habría sacado billete y me daría el localizador, pero lo único que me dio fue un bufido desagradable diciéndome… “Esto no se le hace a un amigo, a un colega” y con las misma le respondí… “No te cuelgues, que ni somos colegas y mucho menos amigos… somos adultos que nos hemos visto envueltos en una buena noche y punto…”, no le gusto lo que oía y me corto para decirme… “Que te bajas de una maldita vez…”

El vuelo en el que quería irme no había plazas y tu ve que coger en el único que había plaza, una compañía que no me gustaba nada y que iría como sardinas en lata. Menos mal que una azafata se enrollo conmigo y me coloco junto a una salida de emergencia, donde el espacio era un poco más grandes y mis piernas no irían comprimidas. Durante el trayecto hablamos a ratos y se reía de mi… “Jajaja… ves cómo es un problema ser tan grande, ese problema no lo tenemos las bien recortaditas”

Me hizo gracia porque no llegaba al 1,70 y siempre pensé que las azafatas tenían que medir mas, no sé porque lo pensaba, en algún sitio lo debí de oír. En una de esas y venidas que hizo, le di una tarjeta con mi número de móvil y le dije… “Si algún día pasas por Valencia y necesitas algo… solo tienes que llamarme”, no se lo tomo a mal, pero se lo tomo como si fuera un intento de ligármela y no fue así. Bajo la voz, con una mano, señalo la mano del brazo que tenía apoyado en el respaldo, señalo una lianza y me dijo… “Estoy casada y muy bien casada”

Cualquier cosa que dijera iba a parecer una justificación, de toda maneras lo hice… “Pues yo soletero, bien soltero de momento, no soy nada celoso y no tengo prejuicios con las mujeres casadas… pero de verdad mi intención no había sido la que has pensado… simplemente he querido agradecer el buen trato. Mi ofrecimiento sigue en pie”, dudo en decir algo y se quedó callada. Luego la vi hablar con una compañera y que miraban en mi dirección.

Ya quedaba poco para aterrizar y no íbamos apenas pasaje. Se volvió a acercar y me dijo… “Perdona si me he equivocado, pero es que…” “No tienes que pedir perdón, que te entiendo y como a la vista está de que eres muy guapa, tiene que ser muy normal que te tiren la caña… y quien mejor que yo para entenderlo, si a las personas irresistibles no pasa muy a menudo…” fue lo que le dije para quitar hierro al asunto, ella con una contenida carcajada me respondió… “Jajaja… Que morro que te gastas…”

Una vez que aterrizamos, al salir esta azafata que no sabía su nombre, se despidió diciéndome… “Hasta otro vuelo don irresistible”, me reí y me marche. En cuanto conecte mi móvil, me aparecieron avisos de llamadas perdidas y de mensajes. De todos el que más me llamo la atención fue el de un gerente de una empresa que teníamos relación profesional.

Tenía varias llamadas y un enigmático mensaje… “TENEMOS QUE HABLAR DE FORMA MUY URENTE YA, MEJOR AYER QUE HOY”, llame a Victoria que tenía muchas llamadas y nada mas descolgar me pregunto que si ya estaba todo firmado. No la conteste y le conté el enigmático mensaje, se le olvido todo y me dijo que en cuanto supiera algo la llamara. Llame al gerente que le pondré como nombre José. Insistió en que no quería decir por teléfono lo que quería hablar. Calcule lo que tardaba en llegar a casa y le dije una hora, en una cafetería próximo a mi trabajo. Al llegar le vi en la calle, la cafetería estaba cerrada. Fuimos andando a otra y quería que me fuera contando, pero prefería que estuviéramos tranquilos. Nos pusimos en un esquinazo de la cafetería, parecíamos espías.

  • Venga José, desembucha que te veo muy preocupado y eso si, por favor ves al grano, que siempre te dispersas.

  • Es sobre la consulta que me hizo Victoria, sobre Ezequiel.

  • ¿Qué es lo que pasa?

  • No me iba a meter en problemas. Pero eres un hombre legal, conmigo siempre te has portado bien y después de hablar con Victoria, me he comido mucho la cabeza y de todas maneras a ella no se lo podía contar.

  • Vamos no te disperses, di lo que tengas que decir.

  • Pues es un bicho raro, él y su mujer.

  • Venga… porque son bichos raros.

  • Casi me cuesta mi puesto de trabajo. Que no soy como tú, yo tengo jefes.

  • Me lo vas a contar…

  • Me toco hacer una operación importante con su empresa. Tuvimos muchas comidas y de pronto en la primera cena que hicimos apareció la mujer. ¿La conoces? (No me dejo responder) pues es una mujer DIEZ, como dices al grano, son calientapollas, como lo oyes. Nos vimos más veces y la mujer se me exhibió de todas las formas posibles. Me lo enseño todo y un día… el gilipollas de José, pero GI-LI-PO-LLAS con todas las letras, pensado que querían lo que querían… voy y meto la pata. Menudo embrollo en el que me metí.

  • No jodas… y porque lo hicieron, trataron de mejorar el contrato o que.

  • Que va, son dos degenerados, que les debe de poner, el calentar a los tíos y pasárselo bien a su costa.

  • Lo mismo imaginaste lo que no te tenías que imaginar.

  • Que no Carlos, coño que ya te digo que no y no he sido el único que es algo que le ha pasado a más gente. Lo único que nadie habla porque si se enteran, se acaban los negocios con ellos y pasa como le paso a Ernesto (gerente de otra empresa) que lo comento y Ezequiel hablo con sus jefes, despido y a la calle.

  • Pues me andaré con cuidado.

  • Pues es lo mejor que puedes hacer.

  • Pero que se preste la mujer es lo que me extraña y ¿Esta tan buena?

  • La mujer esta buenísima y no creo que se preste, yo creo y a otros que le ha pasado que es el, que le gusta exhibirla, se pondrá cachondo y… UN PUTO DEGENERADO.

  • Gracias por avisarme.

Como era natural no le iba a contar lo que había pasado la noche anterior. Aunque hubiera estado bien saberlo antes, aunque ya daba igual. Lo que había ocurrido ya no tenía marcha atrás. Luego con más tranquilidad llame a Victoria, que al enterarse que estaba aquí ya se puso atacada y le dije que el contrato se lo había quedado él, porque se me había olvidado, aunque ese detalle no se lo conté y le dije que ya veremos en la semana lo que sucedía, pero que no contase con ello.