Pareja de lecho

Más me das, más deseo.Más te tengo más te quiero.

Hoy es Miércoles .Tengo a Zeus  en la cama. Él es mi amigo, mi amante, mi amor.Hace días que no nos vemos   y la espera se  ha hecho muy larga. Eterna.Tengo ganas de hacer el amor. El sexo entre nosotros es fantástico.Salgo de la ducha y me perfumo y visto para él. Sé que el perfume se evaporará con rapidez con el aumento de temperatura y que el conjunto de ropa interior durará muy poco puesto. Es lo que ha pasado siempre, a cada encuentro,  y esta certeza  me provoca una enorme y turbadora excitación.Le veo en la cama, esperando... Sabe tan bien como yo que nos dedicaremos una larga noche de sexo. Apago la luz, pongo música y abro las cortinas para vernos desnudos a la erótica luz de la luna. Además hoy luce llena.Entro en la cama y al momento me  rodea con sus brazos. Siento amor  y deseo. Sus labios besan los míos con ternura y pasión. Su lengua recorre cada uno de los rincones de mi boca  de manera tímida y golosa a veces y otras de manera perversa e impaciente.Yo le correspondo buscando el   punto en sus labios que, al leve roce, le provoque tal sacudida de placer que tiemble todo su cuerpo. Yo estoy húmeda y entregada, preparada para sus caricias. Unas caricias largas y lentas que me dedica por todo el cuerpo sin dejar centímetro sin recorrer, rodeando con una  sabiduría perversa mis zonas erógenas y logrando que me desespere cada vez que sus dedos pasan de largo, aumentando el deseo una y otra vez de forma gradual. Me lleva a las puertas del orgasmo sin dejarme ir, volviéndome loca, pero enloqueciendo  también  él.    Lo oigo gemir, susurra órdenes indecentes, me voltea, empujando una y otra vez su miembro dentro de mí entregándonos  a un instinto y placer  básico muy humano pero bajo un ímpetu  casi animal. Mirando sus ojos  quedan grabadas en mi retina sus  miradas lascivas y, en mi memoria,  su loco desenfreno.Me sorprendo al escuchar mi voz en un  profundo gemido tras alcanzar el más intenso  y arrebatador orgasmo que haya tenido nunca con él, clavándose  punzante en mi columna  para deslizarse como lava por mi espalda.Al rato aún sigo unida íntimamente al cuerpo de esta persona amada. La huella de nuestra  pasión resbala por mis ingles y yacemos  satisfechos y exhaustos.Como prueba de esta noche de frenesí  quedan  en el hombro de Zeus marcas de arañazos, consecuencia y secuela de la intensidad de estos especiales combates de amor.Mas tarde... Rompe el silencio de la noche la excitante frase.

  • ¿Te apetece un nuevo asalto Gata? -