Parece una putilla cara

Con la ropa interior que le regalo parece una puta cara, lo voy a disfrutar...

Estoy Silvia en el ascensor del hotel subiendo hacia la habitación que he alquilado para nuestro primer encuentro con cama y a resguardo de miradas indiscretas. La tomo de la mano para tratar de aminorar su ansiedad y nervios. Es nuestra primera vez en un sitio público donde no habría excusas posibles si alguien nos sorprende.

Finalmente la puerta se abre hacia un pasillo muy iluminado, estamos en la última planta donde están las mejores suits. Tras caminar unos metros llegamos a la habitación 7D, y tras cerrar la puerta a nuestra espalda nos fundimos en un apasionad beso.

Tras el regocijo inicial, salimos a la terraza para disfrutar de la vista del mar y de su brisa. Es el edificio más alto de la zona y nadie podrá descubrirnos en este nido. Ya de vuelta en la habitación puedo contemplar lo hermosa que esta mi vecina con el atuendo que ha elegido para hoy. Veraniego, bonito de corte, pero sobre todo le sienta fenomenal.

La veo satisfecha con el resultado de la ropa elegida, se siente atractiva, elegante y una pizca provocativa por lo generoso del escote y la falda cortita. Mientras preparo dos copas de vino blanco fresco, le regalo los oídos con mis comentarios sobre lo bonita que está y lo mucho que me gusta verla tan animada.

Ella se mueve por toda la habitación insinuante, aprovecha su curiosidad por ver todo lo que nos rodea para dejarse caer sobre un pie y el otro alternativamente para que sus caderas oscilen de forma maravillosa.

Después de cada sorbo de la copa, me hace un mohín con los labios que me encanta. Tras unos minutos de una especie de “danza ritual de apareamiento”, se sienta en el borde de la cama y me hace señas para que vaya con ella.

Tomo un paquete que tenía sobre el escritorio y se lo ofrezco a modo de regalo.

-       “Es para ti… aunque lo vamos a disfrutar los dos juntos”, le digo ante su cara de sorpresa.

-       “Tómalo cariño, es ropa… por favor, ve al baño, te lo pones y luego lo celebramos juntos”

No esperaba nada parecido, la expresión de su cara me dice que le ha gustado mucho la sorpresa y que siente mucha curiosidad por ver lo que hay dentro del abultado paquete. Además, conociendo mis gustos por el juego le hace ilusión saber que pronto lo vamos a disfrutar entre los dos.

-       “me ha encantado la sorpresa, esto deseando de ponerme esto que has elegido para mí”, me dice contenta e ilusionada antes de irse hasta el baño para cumplir mi deseo.

Me sirvo otra generosa copa de vino, me acomodo sobre la cama y mientras espero me relamo recordando cómo se me ocurrió esta aventura y lo que tengo planeado.

Hace unos días mi supervisor en la oficina se desplazó desde la capital hasta el pueblo donde resido para ver como desarrollo el teletrabajo. Mi pueblo es pequeño, tranquilo y alejado, no hay ningún establecimiento hotelero, por lo que tuvo que alojarse en el hotel que hay en el pueblo cercano.

El hotel ocupa las plantas superiores de un edificio muy conocido porque en la planta baja alberga un gran supermercado que da servicio a todos los pueblos cercanos y al que con frecuencia voy de compras y también mi vecina.

En conversación con él descubrí que el hotel comparte el parking subterráneo con el supermercado y que los clientes del hotel, con la tarjeta magnética de la habitación, pueden acceder directamente desde sótano hasta la planta de la habitación. Esto me dio una idea para poder tener encuentros discretos con Silvia.

Se entreabre la puerta del baño, pero Silvia no termina de aparecer.

-       ¿Te pasa algo, cariño? ¿acaso no te gusta, no te queda bien?, le pregunto.

-       “me gusta, me gusta mucho… y además me sienta bien… pero…” dice sin atreverse a salir del baño.

Finalmente cruza la puerta y se presenta ante mí con todo puesto tal como había imaginado.

Lleva puesto un set de tres piezas con fino encaje negro. El sujetador tiene aros y dobles tirantes muy originales que resaltan mucho su pecho.

También viste un liguero con seis elásticos, cierre tipo corsé en la parte trasera y una capa de tul que le da un efecto faldita muy sensual. Para finalizar incluye una tanga de encaje negro con forro interior y las medias negras con efecto encaje. Alrededor del cuello luce una gargantilla de encaje y tul que le da un aspecto muy sofisticado.

Completa el look una melena oscura y un maquillaje muy llamativo y sensual, sobre todo en esos labios rojos que tanto me gustan de Silvia. Está divina y supera mis expectativas.

-       “Me siento como una fulana… en serio… ¿quieres verme así?” dice un poco enfadada.

-       “me veo muy extraña, con estos ligeros, y estas transparencias, parece que soy una puta de lujo que viene a hacer su trabajo”, añade mientras se mira en los espejos que decoran la habitación.

-       “Estas preciosa y muy, muy sexy… toma el papel y goza mientras haces de mujer fatal, da rienda suelta a tus fantasías y dame las satisfacciones que se merece un buen cliente”, le digo mientras le muestro la polla tiesa y gorda.

Poco a poco va aceptando su papel, se mira en el espejo y se encuentra guapa, cada vez se siente o más cómoda con su nueva personalidad y empieza a hacer guiños a su imagen, compartiendo con ella la complicidad de sus movimientos cada vez más atrevidos.

Me encanta ver su evolución, ha pasado de ser la esposa convencional a la mujer dueña de su presente dispuesta a dar rienda suelta a su instinto de seducción y a disfrutar de su cuerpo. Lo celebro pajeándome muy despacito para que pueda comprobar mi debilidad por ella y para dejar intactas todas nuestras posibilidades.

En pocos minutos Silvia se ha transformado, actua y se mueve como una autentica profesional del sexo. Se insinúa,  se mueve, pone esas caritas de niña mala que tanto nos gustan, y se toca el cuerpo como una artista.

Gatea por encima de la cama hasta colocarse encima de mi a cuatro patas. Baja la cabeza buscando mi boca, me da un mordisquito en el labio y luego me besa de forma pastosa. Me mordisquea la barbilla, lego me besa el cuello para seguir bajando por el pecho en busca de mis tetillas.

Me muestro pasivo para que sea ella la que lleva todo el peso de la representación, aunque no he podido esperar con mi erección a que ella llegue hasta allí.

Ya tiene asumido el papel de putilla y lo está gozando como si fuera su papel real. La contemplo en todos los ángulos posibles gracias a los diversos espejos que hay por la habitación. En cada uno de ellos obtengo la gratificación de ver su imagen sexy haciéndome lo que más me gusta.

Tras una fugaz chupada, me abandona, se coloca frente a mí y comienza a desnudarse pieza a pieza al tiempo que se soba el cuerpo justo como a mí me gustaría hacerlo. Primero la gargantilla de encaje, luego el sujetador hecho de encajes y satén negro.

Me muestra los pechos, se los magrea y luego se pone en pompa para mostrarme las nalgas redondeadas y las tetas colgando. Se sabe mover bien la condenada. Se quita el tanga y me lo arroja a la cara. Se lleva la mano a la entrepierna y hace ver que se mete los dedos dentro, Uhmmm que rico!!. Se pone los dedos a la boca para luego chuparselos de forma lasciva.

Con el bonito liguero de encaje negro y con las medias envolviendo sus piernas, se coloca a horcajadas sobre mí, endereza mi polla y tras apuntarla hacia su coñito. Desciende lentamente la cadera para hacerla desaparecer por completo dentro de su cuerpo.

-       “”le gusta al caballero… mi liguero?, me pregunta con voz melosa mientras mueve sus caderas adelante y atrás dándome un masaje increíble.

Silvia está como poseída, ha desarrollado tanto y tan bien su representación de prostituta que parece que estoy con una profesional, aunque lo que más me agrada es ver como ella lo está viviendo y disfrutando.

Se siente extremadamente sexy, dueña de hacer todo lo que le venga en gana, sin obligaciones ni convencionalismos, a su ritmo, sin prisas y sin pensar que eso no lo hace una esposa “decente”.

De momento solo debo dejarme llevar, pues ha tomado la iniciativa y no le falta repertorio. Deduzco que en algún momento debió fantasear con lo que hace aunque no creo que creyera ver como se hace realidad.

Tan pronto le da por cabalgar duro sobre mí, como parar para darme a lamer sus pezones. También se coloca dándome la espalda para que yo pueda ver mi verga clavarse en su chocho al tiempo que su culo se aplasta una y otra vez sobre mi pubis.

Domina bien el tempo y la secuencia de cada una de las posturas, (lo tenía envidiablemente bien estudiado) con lo que mantiene al máximo mi excitación y placer, pero sin dejar que derrame ni una gota.

Después de tanto mete y saca su coño está muy dilatado, tierno y jugoso, así que en medio de uno de los cambios de posturas con los que me está regalando, le pido se ponga de pie sobre la cama poniendo su coño a la altura de mi boca.

Como buena puta que es, me tiene que obedecer y dejar que el cliente haga realidad sus propios sueños. Sujeta al cabecero espera impaciente mi lamida. Me incorporo lo justo para tener acceso fácil y una postura consistente, de manera que pueda recrearme en la tarea.

Primero le acaricio la vulva con los dedos, separando con cuidado los labios para descubrir su sonrosado interior y su brillo de sus fluidos. Un ligerísimo toque sobre su clítoris logra arrancarle un involuntario espasmo y un sonoro gemido.

Con una mano me aferro a uno de sus glúteos, y la otra me ayuda a abrir la vulva para que mi boca se hunda lamiéndole cada rincón. Su botoncito requiere atención especial, lo lamo, lo aprisiono fuerte entre los labios y sobre todo lo succiono haciendo que Silvia tiemble de forma incontrolada.

Su abundante flujo se mezcla con mi saliva formando una baba es se desliza por la parte interior de sus muslos hasta que moja las medias en una amplia zona. Me encanta ver como mi comida de coño se traduce en este fluir que empapa sus medias negras dándoles un brillo muy especial.

Silvia entra en un bucle de temblores y espasmos, de gemidos y gritillos entrecortados que delatan que está teniendo un bonito orgasmo. Yo sigo chupando los labios al tiempo que con una mano le restriego los flujos por los glúteos y la raja del culo dejándolo todo bien mojadito para luego continuar explorando sobre esta zona.

Deverano.