Paraiso de mujeres mayores
Un joven profesor de gimnasia hace clase a un grupo de mujeres de la tercera edad , disfrutando de las generosas carnes de las veteranas.
Soy profesor de educación física, no gano mucho, pero luego de terminar las clases, tengo 3 meses de vacaciones pagadas, que es la envidia de muchos. Soltero, con 32 años, sin responsabilidades el dinero me alcanzaba bien, pero siempre que podía me hacia algún trabajo extra para aumentar mis ingresos.
Una tarde como cualquier otra, me encontré con un ex compañero de curso que trabajaba en la municipalidad. Nos saludamos muy afectuosamente preguntándonos de nuestras vidas etc , hasta que de un momento a otro, hablando de mi trabajo , me preguntó si no estaba interesado en trabajar esporádicamente con la municipalidad. Que justamente ese año estaban necesitando un instructor de natación, para hacer clases en la piscina de la municipalidad a niños pequeños y a mujeres de la tercera edad. No era un gran sueldo, pero era solo en la mañana, lo que me venía espectacular y sin dudarlo, acepté.
Fue así como comencé a dar clases de natación. El primer curso era a niños de 9 a 12 años , una hora en la mañana , luego venían los más chicos de 6 a 8 años , donde me di cuenta que las madres que traían a sus hijos a clase, me miraban más de la cuenta. La verdad tengo un buen físico, obvio, es mi trabajo, pero mi atención se fue de lleno a mi tercer curso, las mujeres de la tercera edad, donde mi morbosa mente y mi atracción por ese tipo de mujeres, estaba en el paraíso.
Mujeres todas sobre los 60 años, tetonas y culonas, en trajes de baño, haciendo lo que yo les decía. Comenzaron aparecer al lado de la piscina una a una hasta que completamos un grupo de 9 mujeres. Me presente ante la mirada de todas, reconozco que de todas formas me puse algo nervioso, pero luego ya entré en confianza.
Primero las hice hacer un calentamiento antes de meterse al agua , por lo que les hice dar dos vueltas a la piscina trotando. Ahí en fila se pasearon ante mi expectante mirada, viendo esas enormes tetas y culos gordos rebotando, de todos portes y formas. No había ninguna que no tuviese un buen par de tetas o un culo grande, todas tenían lo suyo. Luego unos pocos ejercicios mas, en el pasto, moviéndose, saltando, hasta que le hice tocarse la punta de los pies , donde sus grandes tetas se mostraban en todo su esplendor, amenazándose con escaparse en cualquier momento de sus bañadores.
De todas, una, era un sueño para mí, Luisa se llamaba. Una mujer grande, fornida, con una traje de baño azul que le quedaba muy ajustado, con un culo y unas tetas, tremendas, se me imaginaba como una mujer alemana , grandota. Se notaba muy seria, en comparación al resto. Me di cuenta que con otras veteranas me hubiera sido mucho más fácil conseguir sexo, porque habían dos que me miraban y me lanzaban indirectas a cada rato, pero Luisa era distinta, realmente un desafío.
Pasaron los días y mi avance con Luisa era muy lento. Si notaba que yo le llamaba la atención, pero salvo un par de miradas nada más. El curso duraba 15 días y ya había pasado una semana. Si no actuaba rápido, vería el desfile solo pasar. Por lo que decidí jugármela y una mañana dedique toda mi clase a mirarla mas de costumbre y ella acuso recibo de mis insinuantes miradas. También me miró y cuando las mandé a todas a las duchas, la noté que se quedó un rato más en la piscina. Por lo general las hago salir, ya que es el último curso y luego hay que cerrar para ir almorzar, ya que en la tarde está abierto al público en general, pero hice cuenta que no me había dado cuenta y me fui a mi camarín, pensando en mi siguiente movimiento.
Lo mejor era llevarla a un cuarto, poco más allá de mi camarín, donde hay varias colchonetas y puerta con llave, solo con una ventana pequeña bien arriba por donde no se podía mirar hacia adentro, ideal para llevara a cabo mi plan. Además el único que estaba conmigo en el recinto a esa hora, salvo las veteranas , era el guardia y no podía dejar sola la puerta de acceso muchos metros mas allá.
Comenzaron a salir las primeras de los camarines , ya vestidas, despidiéndose de mi, hasta que no quedaban más que dos , que no se iban nunca. Cuando se iban, Luisa recién salía de la piscina, con una toalla amarrada a sus anchas caderas. La llamé antes de que entrara a los camarines y le dije que le quería mostrar algo. Se mostraba coqueta, distinta a otros días, me preguntó si quedaba alguien más y le dije que solo nosotros.
La hice entrar al cuarto de las colchonetas, admirando su enorme trasero , deseoso de tenerlo ya en mis manos y ya estando adentro, de inmediato la traté de besar. Opuso algo de resistencia, incluso se anduvo molestando. Cuando vi que no conseguía lo que quería, le pedí disculpas y recién ahí como que cambió un poco, diciéndome que era una mujer casada, respetable etc. Pero de todas formas no se iba. De haber estado tan ofendida, de inmediato se hubiese ido, me hubiese pegado una cachetada etc. Por lo que lo Intenté nuevamente y esta vez se dejó besar, pero cuando mis manos bajaron a su enorme culo, me las subió una y otra vez, hasta que ahora se molestó mas y se fue. No habia sido como esperaba , pero al menos tuve un gran avance.
Al otro día, cuando llegó me saludo como si nada hubiese pasado. Las coloque hacer ejercicios a todas, mirando especialmente el enorme culo de Luisa, que había tenido en mis manos, pero que no había podido disfrutar como yo quería. Sin embargo no todo estaba perdido, su mirada algo me decía por lo que le daría otra oportunidad. Al finalizar la clase, nuevamente se queda en la piscina, señal obvia que quería algo mas , mientras las otras van al camarín a cambiarse. Me fui al mío, cuando ya las otras comienzan a irse, la veo salir de la piscina imponente, con esas tetas fabulosas que me volvían loco y su enorme culo tapado con la toalla caminando hacia los vestidores.
Primero entró a los camarines de las mujeres y al percatarse que ya no había nadie, se dirigió al mío. Se asomo a la puerta y me dijo si podríamos hablar, le dije que sí y comenzó pidiéndome disculpas , que quizás había sido muy pesada, que no era una mujer infiel, pero que le pasaban cosas conmigo. Me levanté y la besé. Esta vez no puso reparo, solo que cerrara la puerta.
Nos besamos apasionadamente y al poco rato al fin tenia esas enormes nalgas en mis manos, apretándolas a mi antojo sin sentir rechazo de su parte. De apoco se iba calentando y cuando le dije que fuéramos al cuarto de la colchonetas, me dijo que sí aunque nerviosa, que nadie nos fuese a ver.
Salí primero yo, mirando que no hubiese nadie y le di el aviso para que saliera. Apenas entramos nuevamente la abracé, besé y le agarre el culo descaradamente. Se dejaba tocar, pero estaba algo fría, temerosa, esperaba un encuentro mucho más fogoso. Ambos de pié y en trajes de baño, le comencé a tocar el coño y sus ricas tetas para excitarla y a pesar de no tener rechazo de su parte, no actuaba como yo quería.
De todas formas me tenía caliente la veterana, a si que continué atracándomela, frotándome contra ella , agarrándole el culo , demasiado duro para mi gusto, pero enorme. Conseguí bajarle un poco el traje de baño, liberando sus enormes tetas, encontrándome con unas enormes aureolas oscuras y pezones pequeños, los que devoré con pasión. Que ricas tetas tenía la vieja, deliciosas. Mientras lo hacía , trataba de bajarle el traje de baño por completo, pero le quedaba demasiado ajustado , mas su piel blanca mojada, hasta que conseguí dejarla completamente desnuda.
De inmediato me desnudé yo, metiéndole mi verga entre sus piernas sin dejar de agarrarle el culo. La apoyé contra el montón de colchonetas que estaban sobre una tarima, dejándola con su enorme culo levantado. Hermoso, al fin ante mío para comérmelo a mi gusto. Se lo toque a mi gusto, y bajo a darle unos besos, pero cuando le abrí las nalgas para besarle el culo, se paró y me dijo que eso no le gustaba.
Le pedí que me la chupara ella y tampoco quiso hacerlo, que le daba asco, solo me dijo que lo hiciéramos rápido que estaba muy incomoda. Sin mucho preámbulo se la metí por detrás hasta el fondo. Aferrado a sus anchas caderas mi verga se perdió entre sus voluminosas carnes doblándome sobre ella para besarle la espalda y agarrarle las tetas. La Luisa recién ahí comenzó a gemir un poco, pero no como yo quería, no me estaba gustando para nada la cacha. Luego de un rato, ella siempre apurándome, le pedí que nos subiéramos a las colchonetas para estar más cómodos y tampoco quiso, me volvió a decir por tercera vez que acabara luego, que ella ya había acabado y que le empezaba a doler. La verdad ya me desmotivo su comentario, pero igual seguí dándole por detrás, mientras ella no hacía nada y mirándome hacia atrás con cara de desagrado, hasta que preferí acabar.
Notó mi molestia y no dijo nada, se coloco el traje de baño rápidamente y sin decir nada, se fue a los camarines a cambiarse. Al rato la vi que iba caminando hacia la salida. Todas las expectativas que tenia, se desvanecieron. Si bien había conseguido mi objetivo, me la había follado, pero fue decepcionante el encuentro.
Al otro día no fue a clases, para mi mejor, para no estar incómodo. Hice la clase como de costumbre, con todas mis “jamonas” alumnas, paseándose delante mío en esos ajustados trajes de baños, imaginándome teniendo sexo con todas y cada una.
Toda la clase, estuve viendo a Marta, una veterana de tetas realmente enormes, que siempre fue mi segunda opción. Marta era mucho más sociable que Luisa, más conversadora y muchas veces bromeo conmigo, aunque había varias del grupo que lo hacían. La miré y la miré toda la clase y dio acuso de mis miradas, logré cohibirla. Sin embargo cuando se salieron de la piscina y caminaban a las regaderas, esperando algún momento para actuar con Marta, cuando Aida, otras de las veteranas que mas me molestaba, también tetona y muy culona, se me acerca y me pregunta si la puedo conectar a la red wifi del recinto.
Le dije bromeando que estaba prohibido dar la clave a cualquiera, y que si lo hacía, ella estaría en una gran deuda conmigo, coqueteándole. Me dijo riéndose y muy coqueta, que ningún problema, que encantada me pagaría como yo quisiera, siguiendo el juego de seducción. Mientras me pasó el teléfono y yo la conectaba, de reojo le miraba las tremendas tetas que se gastaba, no tan gigantescas como las de Marta, pero si muy grandes y al parecer fui muy poco disimulado, pero ella lo tomó muy bien y coqueteándome se acercó tanto a mis manos, que para probar, le rocé disimuladamente una teta con mis dedos en el teléfono y ella solo sonrió. Le dije que no se acercara tanto, que me ponía nervioso y ella riéndose, me dijo que yo hace rato la tenía nerviosa a ella, ya coqueteándome descaradamente.
Le seguí el juego, demorándome más de la cuenta con su teléfono, también jugueteando con ella y ella cada vez mas coqueta dándose cuenta de mi interés, me rozaba una y otra vez , el brazo con su enorme teta, hasta que le dije sin mirarla , que no jugara con fuego, que se podía quemar, a lo que ella de inmediato me responde que encantada se quemaría conmigo, dándome una mirada que no dejaba nada a la imaginación.
No estaba en mis planes tirarme a Aida, no era muy agraciada de rostro, bastante gorda, pero me la colocó tan fácil que era imposible desaprovechar semejante regalo. Era una sesentona rubia, tés muy blanca, de tetas enormes, bien gorda, con un buen rollo en su vientre y con un culo desmesuradamente grande, incluso algo de celulitis. Usaba un traje de baño de una pieza color negro, completamente ajustado a su cuerpo, aun mojado.
La desafié a que me siguiera, entrando al cuarto de las colchonetas. Sin dudarlo, mirando que nadie se diera cuenta, me siguió y apenas cerré la puerta, la abrace por detrás y le apreté las tetas. La vieja gorda caliente echó el culo hacia atrás y comenzó a restregármelo contra la verga, comenzando a gemir de inmediato. Con una mano en una teta y la otra en el culo, la manoseaba a mi antojo por todos lados, ya imaginándome como la pondría para follármela. Su traje de baño estaba aun muy mojado, estaba frio al contacto de mi piel. Tenía tanta carne entre mis manos que ni siquiera sabía por dónde empezar. Afuera nadie sospechaba lo que en ese pequeño cuarto estaba por suceder.
Con total descaro le tocaba el culo y le metía la mano entre las piernas, mientras la gorda se abría de piernas la muy caliente para dejarse tocar mejor. Estaba hecha un volcán de caliente y sabiendo que no tendría un rechazo de su parte, me saque la verga, restregándosela por su helada nalga. La Sra Aida, la tomó con su gorda mano, restregándosela fuertemente ella misma contra su culo, para luego darse vuelta, y luego de darme un jugoso beso, agacharse para tragársela entera. Con la veterana gorda agachada, piernas abiertas, tragándose entera mi verga, me desnude por completo y comencé a follarle la boca, donde Aida me demostró sus años de experiencia, dándome una mamada realmente espectacular. La levante y la bese en la boca, agarrándole fuertemente sus heladas nalgas blancas. Le bajé los tirantes de su traje de baño mojado, donde se desbordaron una par de tetas realmente enormes, blancas de pezones rosados gigantescos, los que degusté con frenesí, agarrándole cada teta con ambas manos, devorándoselas con placer.
Le traté de quitar el traje de baño, pero lo ajustado que estaba, más lo mojado, se le pegaba a su piel impidiéndolo. , hasta que ella misma, también con esfuerzo logro sacárselo, en especial al pasar por sus generosas nalgas, quedando completamente desnuda. Se notaba mucho la diferencia del color de su piel, muy bronceada por el sol, y lo que cubría su traje de baño de una pieza, sus tetas , vientre y culo, completamente blanco. La besé y toque por todos lados, metiéndole la mano en su peluda concha de pelos largos, desteñidos, que al poco rato estaban muy mojados, metiéndole dos, luego tres dedos , hasta los cuatro dedos sin ningún problema.
Aida jadeaba con la boca abierta, sintiendo mis dedos dentro de su cuerpo masturbándola con morbo. No tuvo reparo cuando la di vuelta y la coloqué en 90º apoyada sobre el montón de colchonetas. Su enorme culo completamente blanco , gigantesco ante mí se veía exquisito manoseándoselo descaradamente y antes de metérsela, baje y le hice un buen sexo oral, incluyendo su culo, donde la dejé loca de gusto, para luego abrirle las nalgas y meterle mi verga sin contemplación hasta el fondo, dándole fuertes embestidas dejándosela toda adentro. Aida jadeaba y jadeaba dejándose abusar por este joven quizás 30 o 34 años más joven que ella. Aguantó sin problema esos 10 minutos en que mi verga no ceso de perforarla, mientras sus enormes tetas chocaban entre ellas con cada una de mis envestidas.
En el pequeño cuarto se escuchaban los sonidos de de mi piel golpeando sus enormes nalgas blancas que rebotaban gelatinosamente cada vez que daba con ellas y los acallados gemidos de Aida que ya no aguantó más y logro un feroz orgasmo, casi llorando de placer, mientras yo aun invicto, le seguí dando por unos 10 minutos más, hasta que sacándole al verga, comencé acabar entre enormes sus nalgas blancas. Quedó toda adolorida, desparramada con su voluminoso cuerpo sobre las colchonetas, mientras mi semen escurría entre sus nalgas y sus piernas, completamente exhausta y satisfecha .Se colocó el traje de baño y riendo en silencio de la travesura que había hecho, me dio un beso, esperó que yo saliera y dándole la señal que no había nadie afuera, se fue a los camarines a cambiarse.
Al otro día, disimuladamente, en medio de la clase, me preguntó si nos veríamos nuevamente en la sala de colchonetas. Caliente como soy, le dije que la esperaba ahí, pero que no la fueran a ver que entraba ahí. Apenas terminó la clase, ella se quedó un rato en las duchas del patio. Yo me despedí de todas y caminé hasta el cuarto, mirándola desde lejos, vi como disimuladamente su voluminoso cuerpo enfilaba hacia donde yo estaba, con mi verga ya ansiosa de tenerla nuevamente.
Entró presurosa fijándose que nadie se diera cuenta y ya a los 5 minutos, la tenia completamente desnuda. Había bajado unas colchonetas al piso, para estar más cómodos, donde me recosté dejando que ella me hiciera con toda calma un excelente trabajo oral, para luego pedirle que se subiera arriba mío, donde pude sentir su gran peso sobre mi cuerpo.
Le chupe sus enormes tetas por un buen rato, mientras ella subía y bajaba enterrándose mi verga. La coloque de espaldas, en cuatro patas, de lado dándole siempre fuertemente, aferrado a sus carnes blancas, sacándome las ganas con la veterana infiel que follaba como si en eso se le fuera la vida. Termino nuevamente sobre mi dándome la espalda, enterrándose mi verga, mostradme su enorme culo blanco moviéndose de adelante hacia atrás, hasta que al poco rato acababa nuevamente, pero continuó follando con mucho gusto. Ya había pasado como 20 minutos y teníamos que acabar el encuentro. Esta vez le pedí terminar en sus enormes tetas, donde luego de una buena mamada, yo de pie y ella de rodillas, terminé masturbándome y botándole mi semen en sus pechos. No conforme con eso, me la chupó nuevamente dejándomela completamente limpia. Tal como lo hicimos el día anterior, salí yo primero y cuando no había nadie, le di la señal para que saliera ella.
Al otro día esperaba follármela nuevamente al terminar la clase, pero casi al finalizar, llego su marido con su nieto, a buscar a su abuelita , a la que no le quedó más remedio cambiarse de ropa e irse con ellos y posponer su rutina sexual hasta el lunes, ya que al otro día no había clase.
La vi marcharse junto a su nieto y su gordo, viejo y cornudo marido , balanceando sus enormes nalgas de lado a lado, bajo un holgado vestido, esas mismas nalgas blancas que tanto placer me estaban entregando y que me seguiría comiendo.