Paraíso de Masoquistas (16)

Comienza el suplicio....

Los guardias soltaron a las tres condenadas de los cepos, pero ellas, al verse libres adquirieron inmediatamente la postura de sumisión. Estaban bien entrenadas. Durante su violación múltiple, Nadia, Luba e incluso María se habían corrido varias veces delante de todos y eso les hacía sentirse avergonzadas.

  • Arriba con ellas, ordenó Ahmed sin mostrar ninguna piedad. Los guardias agarraron a las chicas por los brazos y les obligaron a subir las escaleras del patibulo. Sobre la alta tarima les esperaban los verdugos que mantenían la cara cubierta. El propio Ismail se había puesto un capuchón rojo que le cubría la cara pero le distinguía de los demás como jefe.

Al ver que las subían al patíbulo, la muchedumbre prorrumpió en gritos e insultos pidiendo que comenzara el espectáculo. Para aquella gente era muy excitante ver a aquellas tres mujeres completamente calvas y desnudas en medio de más de doce verdugos totalmente vestidos con uniformes de camuflage y con la cabeza cubierta. Es como si ellas estuvieran aún más indefensas y eso despertó los sádicos deseos de la plebe.

Al oír ese bramido, a Luba y a Nadia les faltó el valor por un momento y las dos se abrazaron  entre sí como si eso les valiera de protección. Muchos se rieron y las señalaron con el dedo, otra  gente empezó a protestar y los verdugos intervinieron para separar a las dos lesbianas. Obedientemente las tres volvieron  a ponerse en posición de sumisión con la mirada baja.

El Teniente Mahmud subió al patíbulo con un papel y pidió a la gente silencio con gestos. Entonces cuando éste se fue imponiendo, cogió un micrófono y se puso a leer en alto la sentencia.

Entre tanto, Nadia miraba de reojo lo que tenían preparado sobre la mesa y un escalofrío de terror recorrió su espalda. Junto a varias tenazas, alicates, dildos y demás, había tres peras vaginales y tres peras anales totalmente limpias y relucientes. La joven tenía bastantes conocimientos sobre instrumentos y técnicas de tortura así que no le costó reconocerlas. Junto a ellas también había un cilindro de plástico lleno de agujas de acero de más de quince centímetros de largas.

Mientras a las reas les daban a beber un cóctel de estimulantes con un gigantesco biberón, el teniente anunció que lo primero que harían con ellas sería azotarlas lo cual provocó un aullido de entusiasmo en el público. Sin embargo,  antes de eso,  Ismail quisó humillarlas un poco más.

El verdugo cogió a Nadia de los brazos y retorciéndoselos a la espalda llevó a la joven hasta el borde del patíbulo para mostrar bien a todos su cuerpo desnudo. El verdugo le soltó los brazos por un momento y la acarició lentamente recorriendo con sus manos desde las piernas a los pechos con la intención de despertar aún más la lujuria y sadismo de esa gente.

  • Zorra, puta, vamos verdugo haz tu trabajo y azótala, que grite.

  • Mirad, esta masoquista tiene el coño mojado desde que sabe lo que le van a hacer, ja, ja.

En realidad era cierto que Nadia estaba bastante excitada, pero la mayor parte de lo que le destilaba era esperma de las múltiples violaciones. Ismail le dijo algo a través de la capucha y tras soltarle las manos, ella misma se expuso ante la gente, separó las piernas y se abrió con los dedos los labios vaginales para que todos pudieran ver su rosado sexo.

Nadia lo tenía fuertemente enrojecido y el clítoris aún crecido y tieso. Entretanto un líquido viscoso y blanquecino se desprendió de su sexo y se deslizó por la cara interna de sus muslos en grandes goterones. La muchacha no pudo aguantar más la verguenza de las cosas terribles que le gritaban todos aquellos energúmenos a pocos metros y tuvo que apartar el rostro cerrando los ojos.

Sin embargo, el verdugo no se lo permitió, cogiéndole del mentón le obligó a mirar otra vez a la gente y le dio otra orden al oído. La joven obedeció  y sin cerrar las piernas volvió a mirar lascivamente al público esta vez cogiéndose ambas mamas con sus manos, jugando con ellas y bamboleándolas arriba y abajo. Nuevamente la verguenza le pudo ante las guarradas que le dijeron y se tapó los pechos con las manos, pero Ismail le agarró de los brazos y le dio dos nalgadas. Lentamente Nadia volvió a jugar con sus tetas como si fuera una stripper y tras otra nalgada de Ismail se llevó el pecho derecho a la boca y se puso a lamer su pezón hasta ponerlo duro. Luego hizo lo mismo con el otro.

  • Cerda,.... puta asquerosa,.... mira lo que hace,..... azótala verdugo, los insultos llovían sobre ella y también algunas frutas podridas que impactaron en su cuerpo.

Entonces Ismail le dio una bofetada, la hizo volverse brutalmente y la obligó a agacharse. La bella joven colocó una mano en cada nalga y se las separó todo lo que pudo mostrando así sus orificios a todos aquellos pervertidos. Aparte de destilar esperma por ambos agujeros lo más llamativo es que el agujero del ano lo tenía de un color rojo intenso y aún abierto de todas las veces que le habían dado por el culo.

A pesar de la humillante postura ante todo ese público Nadia estaba excitada como nunca lo había estado en su vida. Nunca en sus sesiones de bdsm había experimentado tanto placer.

Repentinamente Ismail la cogió en vilo y echándosela al hombro como si fuera un saco, paseó a Nadia por todo el patibulo para regocijo de su público. El verdugo mostraba el impresionante trasero de la joven que así parecía más grande dándole cachetazos y provocando la hilaridad general. En un momento dado, Ismail se agachó lo suficiente para que los de primera fila pudieran tocarle y acariciarle las nalgas y los muslos a placer.

Finalmente volvió a depositar a Nadia en el suelo y entonces se puso a dar las órdenes para que los otros verdugos procedieran con la flagelación.

Así señalando a María ordenó que empezaran por ella. A Luba y Nadia les ordenaron que permanecieran de rodillas con las piernas abiertas, la cabeza baja y las manos en la nuca en espera de que les tocara a ellas. Las dos obedecieron a rajatabla sin poder ocultar su ansiedad. Entonces Ismail ordenó que llevaran a María hacia el lugar donde iba a ser flagelada.

Este consistía en una estructura de madera rectangular sobre un sólido caballete en cuyos vértices había cuatro sogas  ancladas a las correspondientes poleas. La víctima era atada de pies y manos y gracias a cuatro manivelas se le podía estirar de sus cuatro miembros en direcciones divergentes con un efecto similar al de un potro de tortura.

Al saber que iba a ser la primera en ser azotada, María se puso a llorar desesperada, pero no ofreció resistencia cuando los verdugos la llevaban hacia la estructura. Mientras la ataban de pies y manos, dos fornidos verdugos hacían zumbar dos single tails contra el aire sin dejar de mirar el cuerpo desnudo de la muchacha.

Entre tanto la gente gritaba rítmicamente exigiendo que empezaran los latigazos de una vez. Ante ese terrible bramido, la pobre María se meó de miedo allí mismo provocando que mucha gente le señalara con el dedo riéndose de ella.

Una vez atada con los brazos separados le acercaron un micrófono para que dijera unas palabras. La gente guardó silencio para oírla. A María le temblaba la mandíbula.

  • Pi-pi-pido perdón al pueblo del Kemed y a su gobierno revolucionario por mis terribles pecados y  le doy las gracias por permitir que los redima con dolor y sufrimiento. Por favor, tened piedad por lo que más mmmmMMMMhh.

El verdugo interrumpió sus súplicas metiéndole una mordaza de bola entre los dientes y brutalmente se la ató haciéndole daño en la boca.  Casi de inmediato, otros cuatro verdugos empezaron a accionar las manivelas y mágicamente el cuerpo desnudo de María empezó a elevarse en el aire. María era de complexión delgada pero ligeramente atlética de manera que su estiramiento le debía resultar muy atractivo al populacho que se puso a silbar y gritar desaforadamente todo tipo de obscenidades.

  • Más, más, apretad más, ordenó Ismail con sadismo.

  • MMMMMHHHH

Las sogas crujieron y María gritó de dolor por el  estiramiento de piernas y brazos.

  • Más fuerte, ¿es que no me oís?

Bufando y resoplando los verdugos apretaron aún más las manivelas y María sintió un crujido en sus articulaciones y un fuerte dolor

  • MMMMMMMMHHHH

Evidentemente ya la habían estirado al máximo, y si seguían le dislocarían los miembros, por lo que pararon de apretar y casi inmediatamente empezaron los latigazos. Un verdugo se le puso delante y otro por detrás y tras hacer zumbar los látigos le empezaron a fustigar a una señal de Ismail.

El primer latigazo le cruzó el culo y el segundo se lo dieron por delante, en el vientre. María aguantó estos dos primeros golpes sin emitir ningún sonido pero puso un desesperado gesto de angustia. Sin embargo, al tercer latigazo soltó un agudo grito liberador y ya no dejó de gritar ni berrear en ningún momento. Al principio, los verdugos le dieron los latigazos alternativamente, por delante y por detrás, con una cadencia casi rítmica, pero poco a poco fueron acelerando la cadencia de modo que casi ya no quedaba espacio entre un azote y el siguiente.  En un momento dado le llegaron a dar los dos a la vez.

La gente del público se mantenía expectante aguantando el aliento e inusitadamente silenciosa para oír bien los latigazos al impactar contra el cuerpo de la muchacha y sus desesperados gritos de angustia ahogados por la mordaza. Ante un castigo tan cruel, la joven no paraba de gritar y soltar estentóreos alaridos.

En pocos minutos de tortura, María tenía todo su cuerpo lleno de marcas rojas entrecruzadas que debían escocer muchísimo. La pobre muchacha no dejaba de aullar de dolor y pedir piedad a gritos. Apenas se podía cimbrear dado el estiramiento y sólo podía agitar su calva cabeza como una loca.

En principo estaba previsto darle cincuenta latigazos, pero nadie los contó y seguramente la muchacha recibió muchos más. Sin embargo, cuando ya llevaba una veintena o así la chica dejó de gritar pues había perdido el sentido. Y eso a pesar de los estimulantes.  La gente murmuró entonces decepcionada viendo el cuerpo enrojecido y brillante de esa preciosa mujer, inerte y suspendido en el aire.

Normalmente, cuando ocurría eso solían despertar  a la condenada echándole agua muy fría, pero esta vez Ismail había preparado algo especial.  Cogió dos objetos de la mesa  y perversamente  se los mostró a Nadia y Luba. Se trataba de dos mordazas de látex negro en forma de doble polla. Las dos jóvenes entendieron sumisamente que debían ponerse las mordazas y lo hicieron a pesar de que el falo casi les tocaba la campanilla con la punta. Reteniendo la arcada, las dos se ataron la correa en torno a la nuca. Lógicamente la otra polla se proyectaba hacia delante de la boca como el largo cuerno de un unicornio.

Antes de proceder, Ismail mostró a las dos mujeres con eso tan obsceno en la boca para volver a provocar a la concurrencia. Entonces las llevó hasta donde colgaba María y les dio unas instrucciones que sólo ellas pudieron oir.

Al principio se miraron la una a la otra, pero como buenas sumisas obedecieron casi al momento.

Ismail les había ordenado que follaran a María con los dildos por el coño y por el culo a la vez. Por eso Nadia y Luba se situaron entre sus piernas una delante y otra detrás y, poniéndose en cuclillas, se dispusieron a penetrarla. A Nadia que se encargaba del culo le costó algo más, pero Luba penetró con facilidad la vagina de María.

Así las dos lesbianas se agarraron a las piernas de  María y se la follaron con sus bocas moviendo sus cabezas trabajosamente mientras ésta permanecía desfallecida sin terminar de despertarse. Entre tanto los verdugos las animaban dándoles fustazos en el culo.

Al ver tan lúbrica escena, la gente empezó a gritar y protestar llamándolas lesbianas e insultándolas de las peores maneras.

Viendo que María no se despertaba, Ismail se acercó a ellas y explicándoles que era un lubricante embadurnó los penes de latex de un extraño líquido. En realidad era un abrasivo hecho a base de ortigas y otras plantas. Por eso, cuando la volvieron a penetrar con los dos dildos María empezó a gemir y cuando despertó del todo se puso a gritar como una loca.  Al oir esos gritos las dos chicas hicieron ademán de sacar los dildos pero Ismail las espoleó dándoles nalgadas.

  • MMMMMMHH

La pobre María gritó y gritó con ese fuego quemándole el sexo y el ano pero las otras dos siguieron follándosela animadamente.

Una vez despierta del todo, Ismail permitió que le sacaran los falos y se reanudó la flagelación.

Esta vez María gritaba por los latigazos y también por ese horrible escozor dentro de su sexo. Los latigazos siguieron sin misericordia y en esta segunda tanda  le dieron como treinta o así.

Finalmente, cuando tras de más de un cuarto de hora más se desmayó por segunda vez, los verdugos pararon de darle latigazos y acto seguido destensaron las cuerdas para soltarla y colocar en su lugar a la segunda víctima.

De hecho, ésta no era otra que Nadia, a la que ataron como habían hecho con María. A Nadia ni siquiera le quitaron la mordaza por orden de Ahmed al que de repente se le había ocurrido otra de sus perversas ideas.

Como decimos, esos castigos públicos buscaban ser ejemplarizantes. Por eso se solía castigar a esas mujeres inmorales en la parte de su cuerpo con la que habían pecado y a ser posible de la manera que habían pecado. De este modo, cuando Nadia estaba atada con brazos y piernas separados, decidieron atar a Luba pegada delante de ella y mirándola, pero eso sí, cabeza abajo.

Ismail intuyó lo que quería el Coronel y sonrió sádicamente. Mientras las flagelaban por la espalda, Nadia y Luba simularían estar haciéndose un sesenta y nueve delante de esa multitud de pervertidos. Pero antes Ismail se aseguró de volver a embadurnar los falos de abrasivo y acto seguido obligó a Nadia a meter su falo en el sexo de Luba atando luego su nuca a las piernas de ella para que no pudiera sacarlo.

Casi inmediatamente Luba empezó a gritar y agitarse sin control al sentir esa dolorosa quemazón dentro su sexo.

Entonces Ismail se agachó y obligó a esta última a penetrar con el dildo de la boca a su amante Nadia y le ató de la nuca provocando el mismo efecto.

  • Así aprenderán, dijo Ahmed en alto para que le oyeran, y los cuatro verdugos empezaron a tensar las sogas.

Nuevamente el público aplaudió enfervorizado al ver los cuerpos de las dos lesbianas izados en el aire en esa grotesca postura.

Las dos muchachas no paraban de gemir de dolor y de temblar por ese fuego dentro de sus sexos pero es que en unos segundos los verdugos les dieron otro motivos para gritar y empezaron a darles de latigazos  de manera inmisericorde.

Lo único bueno de aquello fue que se libraron de recibir latigazos por delante, pero en compensación los verdugos se centraron en sus traseros dejándoselos casi en carne viva.

Nadia y Luba gritaban de dolor y las dos se estremecían con los latigazos. Además era inevitable que las dos se movieran una contra la otra y por tanto se follaban recíprocamente con esos odiosos dildos abrasivos.  Al contrario que María, ninguna de las dos se desmayó y soportaron la flagelación hasta el final.

Cuando las descolgaron, las dos mujeres estaban agotadas de tanto gritar, sin embargo, una vez libres no pudieron descansar, pues la vagina les abrasaba por dentro. Las chicas se escupían en la mano y se acariciaban el coño desesperadamente con ánimo de aliviarse, pero sólo al de un rato comprendieron que era mejor aliviarse una a la otra.

Entonces, sin que les importara hacer eso en público, Luba se puso de pie abriéndose bien las piernas y los labia mientras Nadia se agachaba para lamerle bien la pocha.

Al verlo, los verdugos se rieron y en lugar de pararlas les dejaron hacer. Eso sí, la gente que estaba en la plaza volvió  a protestar airada sin conseguir ningún resultado. Las dos chicas estaban tan desesperadas por la quemazón que acabaron haciendo un sesenta y nueve esta vez tumbadas sobre el patíbulo. Sólo tras un buen rato de lamerse bien los chochos una a la otra y calmarse, los verdugos las separaron dándoles de bofetadas.

Una vez concluida la flagelación, las tres víctimas fueron mostradas otra vez al público para que vieran como habían quedado y el tremendo efecto del látigo sobre sus cuerpos. Los latigazos se habían convertido en muchos lugares en feos verdugones en relieve que escocían como el infierno. Nadia y Luba fueron mostradas por detrás mientras a María se le hizo dar vueltas sobre sí misma para que todos pudieran ver bien su cuerpo dolorosamente fustigado.

Ahmed ordenó entonces que se procediera con el resto del tormento y que se atara a las condenadas a las cruces de san andrés.

De este modo, María ocupó la cruz en aspa que estaba en el centro. La joven se arrodilló juntando las manos y pidiendo piedad a sus verdugos, pero lo único que consiguió fue excitarlos aún más. Brutalmente la agarraron entre cuatro y  fue atada de pies y manos a los extremos de los dos brazos de la cruz imitando con su cuerpo la forma de ésta.

Una vez atada, la aterrorizada muchacha miraba totalmente indefensa y con el cuerpo completamente expuesto a toda la multitud que tenía justo delante impaciente de verla dar alaridos. En un momento dado no pudo más y ocultó su cara pegándola a uno de sus brazos esperando despertar de esa pesadilla.

Uno de los verdugos removió las brasas mostrando que estaban incandescentes y tras esto colocó una chapa circular sobre el brasero.  Cuando terminó, se entretuvo colocando radialmente las largas agujas de acero sobre la chapa con las puntas hacia dentro y los mangos hacia fuera.

María temblaba de miedo al ver aquello, pero al mirar la mesa vio a otro verdugo que traía dos pares de tenacillas. La pobre muchacha se puso a negar desesperada viendo que se acercaba con ellas.

El verdugo le dio las tenacillas a un compañero y ambos se pusieron a ambos lados de la cruz para que la gente pudiera ver bien cómo torturaban a la muchacha.

De hecho los dos verdugos no empezaron a atormentarla inmediatamente, en su lugar se pusieron a acariciarla. A pesar de eso María lloraba a moco tendido pidiendo piedad.

  • Por favor, no me hagáis daño, ¿qué me vais a hacer?, piedad.

  • Vamos preciosa, no llores y bebe un poco, tienes que tener la garganta seca.

Uno de los verdugos le ofrecía un biberón enorme con una larga tetina de goma.

  • ¿Qué, qué es eso?

Es una droga para adormecerte, así soportarás mejor la tortura.

  • ¡No!.

  • Yo que tú bebería un buen trago, dijo uno de ellos señalando el brasero. Lo que te vamos  a hacer ahora te va a hacer desear que nunca te hubieran crecido las tetas.

Temblando María aceptó beber del biberón un buen trago mientras Ismail se sonreía para sus adentros. Aquello no era para adormecer sus sentidos sino todo lo contrario.

Riéndose cruelmente, Ismail cogió el biberón y se lo llevó de allí para dárselo a las otras, los dos verdugos que flanqueaban a María siguieron con ella atormentándola sicológicamente.

  • Vamos, dame un beso, preciosa, le dijo uno mientras le masturbaba y le acariciaba los pechos con las frías tenazas.

María ni siquiera se planteó resistirse al beso, ojalá decidieran follar con ella en lugar de torturarla.

Entre tanto, el  otro se puso a lamerle los pezones y luego a estimularlos con sus dedos.

Mientras le hacían esto a María, los verdugos se dispusieron a atar a las otras dos condenadas a sus correspondientes cruces, sin embargo, nuevamente intervino Ahmed. Decididamente la perversa imaginación  del Coronel era inagotable.

Ahmed se acercó a las dos lesbianas y les habló al oído. Ellas se quedaron de una pieza al oirle, pero tras mirarse una a la otra asintieron con la cabeza.

Entonces las dos se acercaron a María mientras los dos verdugos les dejaban su sitio a una indicación del coronel.

Al principio María las miró con aprensión,  pero Luba la tranquilizó  acariciándola  y en un momento ya estaba besándola  en la boca.  Mientras tanto  Nadia también se puso a acariciarla por el otro lado.

  • Perdona, perdona Luba por lo que te hice, compréndelo, yo no quería sufrir,..... esto.

  • No te preocupes, le dijo Luba,, tranquilízate, y la lesbiana le siguió besando y acariciando.

  • Luba, mi amor, no dejes que me hagan daño, por favor te lo pido.

María no dejaba de suplicarle pero Luba no le contestaba sino que insistía en besarse con ella y acariciarla. Entre tanto Nadia se agachó entre sus piernas y se puso a lamerle la cara interna de los muslos lentamente.

Viendo lo que hacían esas tres mujeres, una parte del público se puso  a protestar airadamente por esa manifestación impura que se estaba produciendo ante sus ojos pero a otros seguramente les gustó lo que veían pues hicieron acallar al resto. Entre tanto, Ahmed disfrutaba por dentro de lo que iba a pasar.

Nadia siguió lamiéndole a María los dos muslos y en su viaje hacia la entrepierna de la muchacha le dio unos cuantos lametones en el sexo. Finalmente dejó de vacilar y le inició un intenso cunnilingus.

  • Así, así,.....chicas, hacedme el amor, asssiiiii,....sois muy listas ¿sabéis?.....mirad cómo nos miran...les....les gusta,  así no seguirán torturándonos.

Tanto le insistió Nadia con su lengua que María se estremecía en la cruz e incluso estuvo a punto de correrse.

  • Así, Nadia no pares, sí , sí, me ... me corro.

Entonces cuando ya estaba a punto, Nadia se incorporó y mirando lascivamente a Luba le invitó a chuparle las dos tetas a la vez.  De hecho las dos le acariciaron los pechos y le pellizcaron los pezones ligeramente para que se le pusieran duros. María también los tenía muy sensibles.

  • ¿Quieres que te los chupemos, preciosa?

  • Sí, por favor, sí , las dos a la vez,.... os lo ruego seguid, no dejéis que me toquen esos brutos.

Efectivamente las dos le empezaron a lamer ambos pezones a un tiempo y María se retorció de placer en la cruz. Las dos chicas eran muy hábiles así que se los chuparon insistentemente y al mismo tiempo se pusieron a acariciar la entrepierna y masturbarla.

  • AAAHH ASIIII, ASSSSIII

En ese momento María estuvo a punto de tener un orgasmo, pero entonces Luba dejó de chuparle el pecho.

  • ¿Sabes María?, le dijo cambiando repentinamente de actitud, yo pensaba que me querías, pero Nadia tenía razón, ahora me estoy acordando de que me querías sumergir en agua hirviendo y me dan ganas de hacer esto.

Y entonces Luba volvió a meterse su pezón en la boca pero esta vez para morderlo con toda su fuerza.

  • No, no, ¿qué haces?, no, no aprietes. NOOOOOOOAAAAAYY

María sintió un agudo dolor, vio su propio pezón estirado entre los dientes de Luba y gritó histérica temiendo que se lo arrancara de cuajo.

Justo en ese momento Nadia vio lo que hacía Luba y a su vez le mordió el otro pezón y estiró con los dientes amenazando también con desgarrarlo.

  • NNNOOOOOO, AAAAYYYY, Socorro.........para, parad POR FAVOR

María se retorcía en la cruz pero ahora de dolor para regocijo de los espectadores  mientras las mujeres le seguían mordiendo los pezones y le daban manotazos en la pocha.

La gente empezó a vitorear a las dos chicas pidiendo a gritos que se ensañaran aún más.

  • ¿Te acuerdas de mis uñas, cerda?, le dijo entonces Nadia, y con toda su mala baba se puso a arañarle con ellas, primero en el vientre y luego en los muslos al tiempo que volvía a morderle el pezón.

  • AAAAAAYYYY

  • Qué, ¿te duele, cerda?, pues esto no es nada comparado con que te pinchen bajo las uñas.

Al paso de las cuatro uñas quedaban cuatro heridas rojizas de lo fuerte que le arañaba.

Viendo la tremenda escena, Ismail se acercó a Ahmed.

  • ¿Qué les ha dicho Coronel?

  • Que antes de empezar con ellas les daba la oportunidad de vengarse de esa zorra. Como ves me han hecho caso.

  • Ja, ja, excelente idea, pero voy a sugerirles otra cosa, las uñas y los dientes son poca cosa.  De este modo, Ismail se acercó a las dos lesbianas que aún seguían dando bofetadas, mordiendo y arañando a María por todo su cuerpo.

  • Venid a la mesa y escoged lo que más os guste, el Coronel ha dado permiso para que le torturéis vosotras mismas.

  • ¿De verdad?, dijo Nadia alborozada. Ahora te vas a arrepentir de haber nacido, puta, le dijo dándole a María una bofetada.

Nadia se acercó a la mesa contoneando su cuerpo desnudo y provocando los silbidos del público. Entonces tras mostrarles descaradamente  su redondo trasero y darles un corte de mangas se desentendió de ellos y cogió un par de picanas en forma de tenedor.

  • Creo que éstas son tus favoritas, ¿verdad?, le dijo a María amenazándole con la picana.

  • NO, no, por favor, piedad Nadia, escucha escucha, no lo hagas, nnoooobbblllllbbbl

María se puso a temblar sin poder articular palabra pues sin más ceremonia Nadia le puso la picana en el monte de venus y le aplicó una larga descarga de electricidad.

Luba cogió la otra picana, no sabía muy bien cómo funcionaba pero igualmente le tocó con ella en las piernas y María dio un brinco y un agudo grito de dolor. Viendo cómo lo hacía Nadia, Luba aprendió pronto y se puso a administrarle descargas por todo el cuerpo.

  • No, no, agghh, no...piedad, os lo ruego, aaaggh,

Las dos lesbianas castigaron a María administrándole descargas por todas partes sin ninguna misericordia. A bofetadas y pellizcos le hicieron sacar la lengua y entonces le tocaban con ella la picana provocándole una horrible sensación.

En un momento dado las dos le pusieron las dos picanas en los pezones tras ensalivarlos bien con la lengua.

  • Una dos y tres, dijeron divertidas mirándose la una a la otra.

  • AAAAAHH

La descarga en sus dos tetas a la vez fue significativamente más larga y María puso los ojos en blanco mientras todo su cuerpo temblaba espasmódicamente.

Esta escena de tortura regocijó al público, e incluso los que antes protestaron por verles hacer el amor, ahora animaban a las dos boyeras para que siguieran atormentando a su compañera.

  • ¡Ahora entre las piernas, hacédselo en el coño! Gritaban impacientes los de primera fila.

Por supuesto, las muchachas oyeron la petición e hicieron caso de ella, Nadia le abrió los labios de la vagina con las dos manos descubriendo su rosado sexo y Luba le introdujo las puntas de la picana bien dentro. María gritaba histérica que tuvieran piedad pero sus súplicas se convirtieron de pronto en gritos y aullidos espeluznantes.

Seguramente si no hubiera sido por los estimulantes, María habría perdido el sentido en ese momento, sin embargo cuando le sacaron la picana del coño ella permaneció consciente aunque agotada.

En ese momento, Nadia decidió cambiar de tercio y tras dejar las picanas escogió dos tenacillas ofreciendo una de ellas a Luba.

  • Por favor, más no, por favor, ¿no comprendéis que después ellos os van a hacer lo  mismo a vosotras?

  • A mi no me importa, zorra, me gusta que me hagan estas cosas, es a ti a la que no le gusta.

  • NNOOO, NOOOO AAAAYYY

Nadia le había cogido un pellizco en el vientre y se lo retorció con las tenazas.

María gritaba y gritaba dirigiendo su cara al cielo y estremeciéndose con el cuerpo brillante de sudor, pero aquellas dos fieras no paraban. Luba le cogió un doloroso pellizco del costado y le empezó a agarrar grandes trozos de piel retorciéndolos  hasta dejarle unas marcas rojizas.

Las dos mujeres siguieron y siguieron pellizcándole en los gluteos, luego en los muslos, los brazos y las tetas sin hacer caso de sus desesperados ruegos.

Luba siguió un buen rato más pellizcándole con las tenazas, pero Nadia se cansó y se fue a buscar otra cosa, entonces volvió con una vela encendida y una cajita. Nadia miró a María con crueldad mientras agitaba la caja mostrándole que estaba llena de alfileres.

Ya podemos imaginar que Nadia quería aprovechar la circunstancia para vengarse, pero como María no tenía los dedos inmovilizados no se las pudo meter bajo las uñas como hubiera deseado. En su lugar hizo otra cosa. Sacó un alfiler y mientras la calentaba en la llama de la vela le dijo a Luba.

  • Pellízcale el pezón izquierdo y tira bien de él.

  • No, no, qué vas a hacer, no lo hagas, no.

  • Amordaza a la puta, estoy harta de oirla.

  • NO,  nommmmmhh

De mil amores Luba le metió una ballgag bien adentro y se la ató a la nuca con todas sus fuerzas.

  • Eso está mejor, ahora pellízcale el pezón y tira bien de él

Luba obedeció y  le pellizcó el pezón izquierdo con la tenaza mirando fijamente la cara de sufrimiento de María. Entonces sonrió sádicamente y tiró de él hasta convertirlo en un pellejo informe.

Entonces Nadia mostró a María el alfiler que ya estaba de color rojo y le dijo.

  • Esto por lo de las uñas.

  • MMMMMHHHHHH

María sintió un dolor insoportable cuando el alfiler al rojo traspasó su delicado pezón de arriba a abajo lentamente.

La joven María puso los ojos en blanco mientras gritaba y se agitaba golpeando contra la cruz, entonces sintió que la cabeza se le iba. Sin embargo, la droga impidió que se desmayara.

Para cuando se quiso dar cuenta, Nadia tenía otra alfiler en la llama de la vela mientras que Luba mantenía su pezón completamente estirado.

  • Ahora prepárate, creo que está más caliente que la de antes.

  • MMMMMMHHH

María mordió la mordaza y si ésta no hubiera estado en su sitio se hubiera mordido los labios. Temblando de dolor se le escapó un buen chorro de orina cuando Nadia le perforó el pezón de izquierda a derecha y los ojos se le volvieron a poner en blanco mientras todo su cuerpo temblaba del intenso dolor.

  • Ja, ja, se ha meado la muy guarra. Ahora a por el otro, seguro que ahora conseguimos que se cague.

Efectivamente Luba le soltó el izquierdo dejándolo como un trozo de pellejo plano aún con las marcas dentadas de la tenaza. Entonces se dispuso a pellizcale el derecho e incluso al hacerlo se lo retorció un poco mientras esperaba que se calentara el alfiler.

Así siguieron un buen rato las dos amantes vengándose de la traición de María y haciéndole pagar lo que les había hecho en la cámara de tortura. Al final de todo la joven María tenía seis alfileres clavadas en la base de cada uno de sus pezones formando dos estrellas y otras cuatro más clavadas en la punta hacia dentro. Dos alfileres más estaban clavados en su clítoris y otros dos imperdibles en los labia. De éstos pendían dos pesos de plomo.

Cuando Nadia le introdujo la cuarta alfiler al rojo en la punta de su pezón derecho María tuvo por fin la suerte de desmayarse. El público protestó entonces decepcionado al ver el sudoroso cuerpo de María desfallecido y colgando inerte de los brazos.

Ese fue el momento que aprovecharon los verdugos para dar por finalizada la sesión. Ismail cogió un látigo y dándole un latigazo a Nadia le dio a entender que eso se había acabado.

Nuevamente Nadia y Luba obedecieron y pusieron postura de sumisión.

  • Ha sido un buen trabajo zorras, sois peores que los verdugos, pero ahora os toca a vosotras...

(continuará)