Paraíso de Masoquistas (13)
Nadia y Luba sufren tortura a manos de María ¿se rendirán y firmarán el documento? ¿o resistirán?
Por la mañana del quinto día nada más amanecer los guardias fueron a buscar otra vez a las dos amantes lesbianas. Esta vez sí les esperaba una larga jornada de dolor y sufrimiento. Como era costumbre, las despertaron con un chorro de agua helada y tras pincharlas en el culo y en los muslos con un gran tenedor, las sacaron de la jaula tirándolas de los pelos. Una vez en el suelo las obligaron a ir a cuatro patas hasta el baño sin ahorrarles patadas ni pinchazos en el culo.
Como buenas esclavas, Nadia y Luba no esperaron a que les dieran la orden. Pegaron la cara a los azulejos del baño y manteniendo sus culos en alto se abrieron bien las nalgas con las manos aún esposadas para que les administraran el correspondiente enema. Una vez con el vientre lleno de líquido tibio les introdujeron unos tapones anales tan gruesos que las dos chicas gimieron de dolor.
Entonces las colgaron de los brazos encima de un sumidero y tras atarles los tobillos les hicieron levantar las piernas a ambos lados del cuerpo hasta que los pies quedaron por encima de su cabeza. Nadia y Luba no eran gimnastas así que no pararon de quejarse cuando las obligaron a doblar tanto las piernas de esa manera tan antinatural. Ya sólo faltaba amordazarlas con ballgags.
Una vez colgaron a las dos lesbianas, a los ocho guardias que se ocupaban de ellas, se unieron otros veinte curiosos que no se querían perder cómo “duchaban” a esas dos lamechochos esculturales. Por lo visto su fama se había extendido por toda la prisión,
Sin embargo, antes de la ducha había que hacer otra cosa. Uno de los barberos de la prisión se acercó a Luba y le empezó a embadurnar la entrepierna con espuma de afeitar. Tras esto sacó una navaja y mientras le afeitaba el coño y el culo, le aclaró con sadismo que eso lo hacía para facilitar la tortura que le iban a aplicar esa mañana. Después hizo lo mismo con las axilas y cuando terminó con Luba siguió con Nadia.
Al de un rato las dos tenían los sexos completamente pelados y al ver cómo los guardias se echaban a suertes quiénes iban a tener el placer de frotarles con los cepillos de púas las dos se pusieron muy cachondas como revelababan sus sexos y pezones hinchados.
- Esta vez le va a costar mucho al coronel que estas dos firmen se nota a la legua que son dos masocas.
Esto lo dijo uno de los soldados mientras ponía en posición una manguera. Un segundo después un chorro de agua a presión impactó de frente contra el cuerpo de Nadia haciéndolo oscilar en el aire.
- MMMMMMHHH
La joven gimió de dolor por el fuerte impacto en su entrepierna y el desagradable contacto del agua helada por todo su cuerpo. Nadia torcía la cara para evitar que el potente chorro le diera de lleno. El tipo de la manguera se reía cruelmente de ella sin parar de rociarla aunque ya no era necesario. Por supuesto tras un rato más de ducha le tocó el turno a su compañera que gritó tanto o más que ella.
Así las dejaron a las dos desnudas y chorreando colgadas de manos y piernas y totalmente indefensas. Entonces los hombres cuchichearon algo entre sí, parecía que se estaban jugando algo a suertes, pero ellas no podían oírles. En realidad bastante tenían las dos ateridas de frío y temblando totalmente empapadas. Por otro lado, hacía rato que el enema había hecho su efecto y las dos jóvenes sentían unos dolorosos retortijones. Es ese momento en la que lo que menos quiere una en el mundo es follar.
Y sin embargo, eso mismo fue lo que les tocó hacer. Como aún les quedaba un rato antes de descargar sus intestinos, algunos tipos habían jugado a cara o cruz el derecho a follárselas así colgadas. Así se acercaron a ellas con la polla fuera y contentos de su buena suerte. Alguno se desnudó del todo para follar más a gusto.
A las dos las penetraron casi a la vez y sin apenas resistencia pues estaban cahondas y muy calientes. Mientras las follaban, el resto las tocaba y sobaba a placer por todas partes. Los tipos debían tener las pelotas llenas pues no tardaron mucho en terminar. A medida que aquellos bestias eyaculaban dentro de su vagina con violentas sacudidas eran sustituidos por otros con la polla ya tiesa. Luba se corrió un par de veces, pero a Nadia los violentos dolores de sus intestinos no se lo permitieron.
Al final se las habían follado siete u ocho guardianes a cada una, la verdad es que perdieron la cuenta, pero el caso es que cuando decidieron sacarles los tapones anales las dos destilaban abundante esperma de sus entrepiernas peladas.
- Quiero que lo mantengáis ahí adentro, no se os ocurra poneros a cagar antes de que os lo ordene cerdas, gritó el tipo de la manguera. Como buenas esclavas, las dos muchachas obedecieron y eso que se morían por soltar sus intestinos y se retorcían en sus ataduras como lombrices en el anzuelo.
Los hombres se burlaron ante sus gestos de desesperación y se rieron con ganas tras oír un sonoro pedo que se le escapó a Luba. Finalmente ésta no pudo soportar más y un chorro de mierda a presión salió de su ano hacia el sumidero. El enema era esta vez tan potente que la joven sintió un profundo mareo y se retorció en sus ataduras poniendo los ojos en blanco . Nadia no tardó en imitarla sin importarle lo humillante y asqueroso que era todo eso.
Esos cerdos se reían de las dos bellas jóvenes soltando aquella asquerosa diarrea, mientras se tapaban la nariz y hacían comentarios obscenos y despreciables sobre ellas. Las dos tardaron un buen rato en soltarlo todo con sonoras pedorreras y cuando por fin acabaron volvieron a accionar la manguera y no pararon de ducharlas hasta que no quedó ni rastro de la porquería.
Tras la toilette vino el enjabonado. Uno de los guardias roció de gel a las dos chicas por todo el cuerpo mientras otros seis armados de cepillos se dispusieron alrededor de ellas sonriendo como niños traviesos esperando su turno.
Efectivamente cada una de las dos fue convenientemente “atendida” por tres guardias que no dejaron ningún rincón de su cuerpo sin cepillar. Los cepillos debían estar hechos de cerdas metálicas o eso al menos les pareció a las dos pobres masoquistas que gritaron y lloraron de dolor mientras les frotaban con rabia hasta casi despellejarlas.
Más de diez minutos invirtieron en lavar bien a las dos esclavas hasta dejarlas toda la piel enrojecida. Para alivio de ellas dejaron por fin de cepillarlas y entonces vino otra abundante rociada de agua para quitarles el jabón.
Casi una hora había durado esta vez la “ducha”. Cuando descolgaron por fin a Nadia y Luba las dos estaban tan desfallecidas que al principio siguieron tambaleandose a los guardias.
Nuevamente les ataron los brazos a la espalda con gruesas sogas y las llevaron a la sala continua para desayunar. Allí se las entregaron a un grupo de guardias distinto. Alguno de los cuales tenía ya la minga fuera anunciando a las dos esclavas en qué consistiría el desayuno. De hecho en cuanto les quitaron la mordaza las dos se agacharon para lamer la leche de costumbre de dos escudillas. Estaban ya agachadas para empezar a lamer, cuando un tipo muy rudo les dio una patada a los cuencos derramando todo por el suelo.
- Ja, ja, ja, hoy no vais a tomar nada en todo el día, así que si os queréis llenar el estómago tendrá que ser con lo que nos sale de la polla.
El tipo se sacó su polla maloliente de los pantalones y se la puso a Nadia delante de la cara. La joven le miró con sus bellos ojos y sumisamente le empezó a lamer el glande mientras veía cómo otros cuatro guardias más se acercaban a ella con las pollas fuera. A dos metros más allá estaba Luba también arrodillada con un miembro abultando su carrillo y con el coño empapado a pesar de que la habían limpiado hacía poco. Las dos lesbianas nunca habían comido tantas pollas seguidas ni tragado tanta lefa, pero se tiraron casi otra hora felándosela a todos los que pasaron por allí.
A pesar de que las dos trataron de tragar todo lo posible, al final tenían la cara y el torso lleno de esperma líquido, por lo que los guardias les obligaron a lamerse la una a la otra hasta que no quedó ni gota.
De todos modos, en la múltiple mamada, las chicas no pudieron evitar que cayera una cierta cantidad de semen al suelo. Un guardia lo limpio con un par de trapos que quedaron empapados de esperma y luego se los metió en la boca a las dos esclavas asegurándose con cinta aislante de que no los pudieran escupir.
Luego con cierta brutalidad les pusieron unas capuchas de cuero negro que las cegaron por completo y que daban un calor insoportable en la cabeza.
Entonces, tras desorientarlas haciéndoles dar varias vueltas sobre sí mismas, las dos jóvenes fueron arrastradas a golpes y puntapies por los pasillos del Krak, hasta el pasillo donde se alineaban las cámaras de tortura. Como todas ellas estaban ocupadas en ese momento, los guardias las colgaron del techo cabeza abajo tras otras seis mujeres que esperaban su turno. Así colgadas les abrieron unas pequeñas cremalleras laterales y les pusieron unos cascos en las orejas para que pudieran oír todo lo que ocurría en la cámara de tortura número uno.
De este modo, Luba y Nadia pasaron cerca de cuatro horas colgadas del techo como dos reses, saboreando el semen de los guardias y sin poder evitar oir los desesperados gritos de las víctimas que sufrían tormento en la Cámara número 1 que era donde ellas mismas estaban destinadas.
Cuando por fin les tocó el turno a ellas, Nadia y Luba fueron descolgadas del techo y arrastradas al lugar donde les esperaba el infierno. Antes de cerrar la puerta de la cámara, Ismail les quitó las capuchas pues quiso que ellas vieran lo que les esperaba.
Las dos jóvenes quedaron cegadas momentáneamente pero recularon instintivamente hacia atrás cuando vieron la tortura que les tenían preparada. Se trataba de las sillas de las brujas, dos tronos de madera erizados de puntas en la base, el respaldo y las abrazaderas. Varias correas de cuero estaban desatadas en ese momento.
Tras las sillas se encontraba un gran caldero lleno de agua hasta el borde sobre el que pendía una jaula metálica. Aquello era verdaderamente siniestro pues parecía una mazmorra de la inquisición.
Delante de la silla de las brujas, se encontraba una mesa con una caja de alfileres de esas con la cabeza redonda de diferentes y llamativos colores.
Por último había una cámara de video sobre un trípode para grabar toda la sesión. Ahmed se quería asegurar de que todo el mundo viera que María sería la única responsable en caso de muerte.
- Empezad con la rubia, ordenó Ismail.
Los verdugos así lo hicieron y tras desatarle las manos obligaron a Nadia a sentarse en uno de los tronos.
La joven intentó patalear, pero la habían cogido entre cuatro y no pudo hacer nada por impedirlo, entonces la obligaron a sentarse sobre el trono. Cuando Nadia sintió las decenas de puntas de madera clavándose por todo el cuerpo gritó y protestó pero eso no le sirvió de nada. Los verdugos la inmobilizaron completamente con cintas de cuero en brazos, piernas, torso, etc. y finalmente le ataron las manos a las abrazaderas y cada uno de los dedos se lo fijaron con alambres exponiendo sus uñas a las alfileres.
Totalmente indefensa Nadia sudaba muy nerviosa intentando aguantar el dolor de las puntas.
Luba miró compadecida a su amante, pero ella misma fue la siguiente y ocupó la silla de al lado. Luba también gritó de dolor al sentir las puntas de la silla clavándose por toda su piel. A ella también le prepararon los dedos para el tormento ajustando cada uno con un alambre.
Las dos amantes se miraron una a la otra intentando darse valor mutuamente.
En esto, el Coronel Ahmed trajo a María. A la joven la traían también desnuda y maniatada. Venía directamente del cuerpo de guardia donde había pasado la noche en manos de ocho guardianes. Puede que María se hubiera librado de ser castigada pero no de ser follada por todo aquel que lo desease en la prisión. De hecho tenía el cuerpo todo manchado de esperma y el agujero del ano cedido y dolorido de todas las veces que esos bestias la habían dado por el culo.
Desde su trono, Nadia la vio llegar y le dedicó una mirada de odio y desprecio.
- Desatadla, ordenó entonces Ahmed. Y mientras lo hacían le explicó las condiciones. ¿Ves este reloj? Tienes ocho horas para obligarles a firmar, si al cabo de este tiempo se te mueren o no consigues que firmen, entonces mandaré que te lleven al patio y te crucifiquen a ti, entonces ya nada podrá librarte de cumplir tu condena. ¿Lo has entendido?.
María asintió muy nerviosa. Entonces miró fugazmente a las dos prisioneras subidas a los tronos y ni siquiera pudo mantenerles la mirada. En su lugar se dispuso a comenzar el tormento, así sentándose en un banco delante de Nadia, cogió un alfiler de la caja.
A María le temblaba la mano con el alfiler entre los dedos, ni siquiera se atrevió a mirar a Nadia a los ojos.
Firmad por favor, dijo con la aguja a pocos centímetros de los dedos de Nadia, no me obliguéis a hacer esto.
Empieza ya puta, ¿a qué esperas?
María no dudó esta vez, cogió la aguja y se la introdujo con diligencia bajo la uña del meñique derecho.
- IIIIAAAAAAA
Un espantoso alarido salió de su boca cuando Nadia sintió la punta del alfiler pinchándole en la carne bajo la uña.
La bella Nadia miró con reproche a los ojos de María, nunca le habían introducido agujas bajo las uñas.
Hija de puta, ¡Dios que dolor, cómo duele!.
¿Vas a firmar?
Vete al infierno zorra, puta.
Entonces María se dispuso a clavarle la segunda.
- IIIIIIIAAA JJJOJOOOOODDEERR qué daño.
A ésta siguió la tercera en el dedo corazón y luego la cuarta en el índice.
- AAAAYYY Puta, cerda, ya verás cuando te pille JJJJOOOODER
Nadia lloraba de rabia en un infierno de sufrimiento, pero eso no le doblegó y continuó manteniendo una obstinada resistencia. La joven estaba ya en un baño de sudor con un fuerte stress y respirando con rabia a la espera de cada nueva aguja.
Como le habían enseñado, María empezó introduciendo una sola aguja en cada dedo de la mano hasta llegar a diez, pero luego introdujo una segunda aguja y luego una tercera en cada uña.
A pesar de todo Nadia seguía resistiendo la tortura, eso sí, sin parar de insultar a María ni de llorar y quejarse a grito pelado..
Aguanta mi amor, aguanta le decía Luba a pocos metros provocando las risas de los hombres. Nadia intentó sonreirla pero entonces le clavaron otra aguja y la mujer volvió a maldecir.
JJOOOOODDERRRRR. Puta de mierda, deja de hacer eso, ostias.
Cuando María acabó con los dedos de Nadia ordenó a los guardianes que la amordazaran con una bola de goma y le pusieran un brasero con carbones encendidos bajo el trono. Entonces cogió otra aguja y con lágrimas en los ojos se la enseñó a Luba.
- Tú sabes que no quiero hacerlo mi amor....firma por favor.
Por toda respuesta Luba dijo que no con la cabeza.
Por lo que más quieras, firma, no, no quiero hacerte daño, a ti no.
¿Sabes una cosa? Nadia tiene razón, eres una puta, no sé cómo pude sentir amor de una alimaña como tú.
Esta respuesta decidió finalmente a María que apretando los dientes empezó a clavarle el alfiler en el dedo meñique.
- IIIIIAAAAA DDIIIOOOOOS
La joven Luba gritó aún de manera más desesperada cuando su ex amante le clavó la primera aguja y no paró de llorar ni de suplicar a partir de la tercera. Al contrario de Nadia, Luba no insultó a María. Simplemente no podía creer que su amante fuera tan cruel como para no apiadarse de sus ruegos.
- Por favor María, por favor, no, no lo hagas NOOOO, NOOOOOAAAAAAYYY.
Esa fue la aguja número doce y esta vez María apretó con la yema del pulgar un poco más de la cuenta.
- Vamos, firma, ya, ¿es que no te das cuenta de que no voy a parar?.
Luba siguió y siguió soportando el tormento entre lágrimas y gritos de manera que tras más de media hora tenía treinta alfileres clavadas bajo las uñas.
Vamos, firma ya te he dicho que firmes. María miraba el inexorable paso del tiempo en el reloj. Tenía que conseguir doblegarlas o ella misma se convertiría en la víctima. Tenía que conseguirlo como fuese, así que apretó con sus manos todas las alfileres de las manos de Luba.
Vamos, tienes que firmar, tienes que firmar, hazlo..
MMMMMMMHHHH
La pobre mujer sólo pudo responder a esa oleada de dolor con un sordo gemido pues los verdugos la habían amordazado para que no se mordiera la lengua.
Como vio que ni aún así obtenía nada de Luba, María volvió con Nadia y le apretó a su vez todas las alfileres al mismo tiempo.
- MMMMMMHHH
Nadia también gritó y se agitó pero no por eso fue doblegada.
Vamos zorra, dijo Ahmed impaciente, hazles firmar de una vez o si no lo de las agujas te lo vamos a hacer a ti.
Sí, sí señor.
Como lo de las alfileres no funcionaba, María decidió pasar a otra cosa que le había enseñado Ismail. Así cogió un soldador y lo enchufó a la red eléctrica.
Mientras esperaba a que se calentara la resistencia, María se acercó a Nadia que en ese momento estaba empapada de su propio sudor con ese brasero abrasándole las nalgas bajo la silla. María le acarició el rostro y le dijo al oído.
- Vamos Nadia, sé que te has entregado para salvar a Luba, sabías que te arriesgabas a esto y a pesar de todo lo hiciste. Mira lo que le voy a hacer ahora, voy a calentar las alfileres con ese soldador y ahora sí que gritará pues el calor se transmitirá a sus dedos, ¿acaso quieres verle sufrir de esa manera?
Nadia la miró con odio y sobreponiéndose al insoportable calor en su trasero le dijo que no.
- Si no quieres que se lo haga, firma, firma de una vez.
Entonces Nadia esbozó una extraña sonrisa que la mordaza aún deformó más y volvió a negar.
Muy impaciente, María le dio una bofetada y en lugar de usar el soldador con Luba se lo hizo a Nadia. La joven miró cómo le colocaba el soldador sobre varias alfileres a la vez y en unos segundos un insoportable calor penetró por las sensibles terminaciones de sus cuatro dedos.
- MMMMMMHHH
Con un espeluznante grito Nadia se agitó de dolor echó la cabeza hacia atrás e inmediatamente ésta cayó sobre su pecho.
Al verlo, Ahmed le puso los dedos en el cuello.
¿Ha, ha muerto?
Por tu bien espero que no.... no vive, aunque se ha desmayado.
Estúpida, dijo Ismail, ya te dije que antes de eso había que inyectarles un estimulante, ahora está ahí tan tranquila.
Está, está bien, inyéctaselo a Luba, mientras tanto reanimad a la otra.
La pobre Luba tembló de miedo cuando vio cómo Ismail le inyectaba el cocktel de estimulantes. María esperó unos momentos a que hiciera efecto y entonces se dispuso a aplicarle el soldador. Como hipnotizada Luba siguió la trayectoria de este en el aire. Pero en el último momento María paró.
Luba, mi amor, hazlo por mí, firma, por lo que más quieras.
Mmmmmh
La bella joven negó con la cabeza.
Entonces no me dejas otra alternativa.
mmmmMMMMMMHHHH
Unos instantes después de que el soldador hiciera contacto con las agujas, la pobre Luba sintió un dolor insoportable y empezó a gritar y llorar sin parar. Al contrario que Nadia, la bella Luba no tuvo la suerte de perder el sentido inmediatamente de modo que tuvo que soportar temblando ese dolor inhumano durante varios minutos en los que María no dejaba de apremiarla para que firmara.
- Si quieres que quite el soldador firma el papel, le decía desesperada. Luba ponía los ojos en blanco mientras la baba se escapaba a borbotones del ball-gag y ella pedía a gritos que pararan de atormentarla, pero la joven no cedió. Finalmente se quedó también inconsciente.
María estaba desesperada. Sus dos víctimas habían perdido el sentido a pesar de las drogas y se seguían negando a firmar el dichoso documento. Ya iban casi dos horas de tortura y no obtenía nada de nada.
Finalmente la joven se dio cuenta de que no le quedaba otro remedio.
Encended el fuego, dijo resignada señalando el caldero.
¿Estas dispuesta a sumergir a tus amigas en agua hirviendo?, dijo Ahmed. Sería una muerte espantosa ¿es que no te das cuenta?.
Siii
Más alto, dilo más alto y a la cámara.....Vamos hazlo o mando que te crucifiquen.
Está bien, dijo María mirando a la cámara. Voy a hacer que estas dos putas firmen el documento, y si no las haré hervir en ese caldero, y acto seguido se echó a llorar.
Tras unos minutos los verdugos consiguieron reanimar a las dos mujeres. Mientras se calentaba el agua del caldero María quiso agotar todas las posiblidades y siguió torturándolas sin piedad durante otras tres horas. Así les introdujo alfileres en las uñas de los pies. Después les puso unas férulas con las que atrapó y deformó sus pechos y por último les atravesó los pezones con alfileres calentadas en la vela.
Esta vez ninguna de las dos víctimas perdió el sentido en ningún momento, pero las dos soportaron la prolongada tortura sin rendirse.
¿Cuánto tardará en hervir el agua?, preguntó María muy impaciente.
Aún le falta media hora, pero ya está bastante caliente.
Vamos a hacerlo, desatad a Luba y meterla en la jaula, dijo María mientras extraía las alfileres de su cuerpo.
En unos minutos los verdugos habían metido a Luba en la jaula. Primero hicieron un ovillo con su cuerpo, le obligaron a doblar las piernas y las ataron entre sí y al torso. Por su parte los brazos se los ataron a la espalda con dos juegos de esposas en muñecas y antebrazos. La jaula había sido especialmente diseñada por Ismail de manera que una vez la metieron dentro sólo asomaba por encima la cabeza.
Diligentemente, colgaron la jaula de un gancho e izándola gracias a un pequeño motor, situaron a Luba encima mismo del caldero.
- No por favor, eso no, Luba sudaba de miedo al ver el enorme caldero lleno de agua caliente y sentir ese intenso calor en sus piernas.
Antes de proceder, María quiso comprobar la temperatura del agua y metió un dedo. Lo sacó casi de la misma y poniendo un gesto de disgusto sacudió el dedo en el aire y miró a Luba mientras se lo metía en la boca.
Esto está ya muy caliente, vamos, metedla ya.
Tendrás que meterla tú misma, tú eres la asesina, recuérdalo.
Entonces María desoyendo los gritos de piedad de Luba accionó el motor y fue sumergiendo su cuerpo en el agua caliente.
En cuanto la parte baja de su cuerpo entró encontacto con el agua Luba empezó a gritar.
AAAAHH, AAAAAAAAYYYY por favor, NNNNO NOOO sácame, .......está, está muy caliente.....me escaldo... SACAME por favor.
¿Vas a firmar?
No, ¿me oyes?, nunca.
María la sumergió aún más y decidió dejarla allí dentro un minuto entero para darle tiempo a pensar.
- Me suplicarás que te deje firmar zorra.
Luba siguió pidiendo piedad, pero nadie la tuvo con ella.
Dime Ismail, dijo Ahmed lo suficientemente alto para que se le oyera por encima de los gritos de Luba, ¿Cuánto puede tardar en morir una de estas putas sumergida en agua hirviendo?.
Es difícil decirlo pues nunca he visto hacerlo. ¿Diez minutos?, ¿un cuarto de hora, quizá?. Sin embargo, yo no la sumergiría de una sola vez, iría poco a poco, diez segundos dentro del agua, luego quince, cada vez un poco más, así el suplicio puede durar horas.
Las mujeres oían esas palabras muertas de terror.
- Por favor sacadme, sacadme de aquí no puedo más, gritó Luba desesperada.
Los segundos pasaron lentos y dolorosos en el agua caliente, pero María no escatimó ni un solo segundo de sufrimiento a su antigua amante.
Finalmente María pensó que era suficiente por el momento y accionando el dispositivo consiguió izarla sólo a unos centímetros por encima del agua. De todos modos, Luba no dejó de gritar de dolor, pues los barrotes de la jaula aún tardaron un rato en enfriarse.
Realmente cabreada y nerviosa, María se volvió entonces hacia Nadia y después de presionar otra vez las alfileres de sus dedos le dijo agarrándole del pelo.
- Dentro de un rato vas a ver cómo sumerjo a tu amante en agua hirviendo, y como dice Ismael lo haré poco a poco para que veas cómo grita hasta que muera, y después, después te lo haré a ti, maldita.
Nadia se agitó gritando de dolor otra vez, pero finalmente dirigió una mirada de odio hacia María acompañada de un insulto.
Durante los minutos siguientes, el agua de la olla se siguió calentando. Desde su jaula Luba sentía perfectamente el intenso calor que venía de abajo. La joven estaba en un baño de sudor como si estuviera en una sauna. No podía creer lo que estaba pasando, María no se atreverá a tanto, se decía.
Sin embargo, sí que era capaz, su antigua amante no tenía su valor y haría lo que fuera por librarse de todo aquello.
- Vamos zorra, le recordó Ahmed a María, el agua ya hierve ¿a qué esperas?.
Efectivamente, desde hacía una rato ya se veían las burbujas en superficie y cada minuto éstas eran más gruesas. Luba también lo vio y un escalofrío de terror recorrió todo su cuerpo. Nadia no podía verlo pero podía oir perfectamente el borboteo.
- Es tu última oportunidad, dijo María junto al botón que accionaba la jaula.
Luba no contestó sino que volvió a decir que no con la cabeza.
Entonces María accionó el pequeño motor y la jaula fue bajando lentamente hacia el agua.
No, no, por favor, NNNOOOOOO.
Firma y lo paro
No, por favor.
Firma
Para esto,.... no dejes que me queme, POR FAVOOOR.
Pues firma
Las gotas de agua hirviendo ya salpicaban el trasero de Luba y cuando estaba a sólo unos centímetros de la superficie la joven se puso a gritar histérica.
- PARAAA, FIRMARÉ, FIRMARÉ
Eso fue suficiente para que María parara la cadena.
¿Lo harás?
SIIII, PERO SÚBEME, ME QUEMA MUCHOOOO
Espera un poco, no tan deprisa, terció Ahmed, tienen que firmar las dos.
¿Y tú, so puta? ¿vas a firmar o qué?
Nadia volvió a mirarla con odio, ojalá fuera María la que estuviera a punto de que la cocieran en aquella olla como un huevo.
- Por favor, Nadia, firma ya, subidme por piedad, dijo luba llorando.
La olla cada vez estaba más caliente y el agua en ebullición salpicaba en el culo y los pies de Luba
- Dios que dolor, firma por favor.
Por fin al ver el sufrimiento de su amante Nadia claudicó.
Está bien, firmaré, pero subidla.
Sí súbela pero sólo unos centímetros, dijo Ahmed, antes esta zorra tiene que firmar, no me fio de ella.
De este modo Ismail le fue quitando a Nadia las alfileres de la mano derecha arrancándole con cada extracción un dolorido grito.
Hecho esto y sin siquiera liberarle la mano, Nadia tuvo que firmar malamente el papel que aseguraba que ella cumpliría su previsible condena en el Krak. Sólo tras esto accedieron a izar a Luba lejos del agua hirviendo y tras sacarla de su jaula le hicieron firmar otro papel igual.
Con una sonrisa, Ahmed se guardó satisfecho los dos documentos y ordenó que se diera por terminada la sesión.
Esa misma noche, las dos lesbianas fueron devueltas a su jaula y María liberada. Efectivamente como le había prometido Ahmed, horas después ella estaba en el avión de vuelta a casa.
(continuará)