Paradojas de la sumisión (fragmento)

Traducción de un fragmento de "Lisa, su educación" ("Lisa, Her Education", de Charles Arnold) ofrecido gratuitamente por Pink Flamingo Publications

Lisa, su educación (fragmento)


Título original: Lisa, Her Education

Autor: Charles Arnold (c) 2002

Traducido por GGG, agosto de 2002

Estaba de pie en el umbral pero realmente no veía la habitación. Solo veía a Lisa. Estaba bañada en un resplandor de luz ámbar procedente de arriba y  delante de ella. El neón de la señal de delicatessen alumbraba intermitentemente las altas ventanas de la pared lejana, lanzando un resplandor rojo pulsante a ambos lados de ella. Estaba sentada sobre un taburete alto en el espacio entre dos ventanas. Tal como Frank le había ordenado, sus manos estaban enlazadas detrás de su cabeza, las rodillas muy separadas. Llevaba una blusa roja cortada. Avanzados hacia delante los pequeños pechos. Bajo la blusa parecía haber algo enganchado a sus pezones, algo metálico. Llevaba una falda plisada roja corta. Su coño afeitado era plenamente visible, abierto y húmedo. Alrededor del cuello llevaba un collar de cuero. En los pies botas negras de cuero con tacones tan altos que no podía creer que fuera capaz de andar con ellos. Eran del tipo de los hechos de encargo que se anunciaban en las revistas fetichistas. Los tacones de estilete estaban enganchados en el escalón intermedio del taburete.

Le habían cortado el pelo, recto por la espalda, con flequillo por la frente. Era totalmente negro y enmarcaba bellamente su rostro. Sus labios rojos brillantes, con su plenitud natural ligeramente exagerada. Resplandecían con la luz. Sobre los ojos le habían atado una venda de grueso tejido negro. A unos seis pies (aprox. 1,80 m) delante de ella estaba colocada una silla de cocina. Vi varias cámaras de vídeo soportadas por brazos desde el techo y las paredes. Estaban en silencio pero vi que las débiles luces rojas estaban encendidas lo que quería decir que las cámaras estaban operativas. Lo que ella dijera e hiciera sería grabado. Las cintas serían editadas y vendidas en privado a hombres ricos, sin duda tan pervertidos como Frank y Silk.

Sintió que yo estaba en la entrada. Vi que los músculos de su cara y cuello se tensaban y luego se relajaban. "Siéntate, Billy," dijo suavemente. Me senté en la silla delante de ella. Inmediatamente mi polla se endureció y empujó contra los pantalones. Esperé. Tras un corto periodo respiró profundamente.

"¿Qué somos tú y yo, Billy?" preguntó.

"Estamos casados. Somos marido y mujer."

"¿Y por qué estás aquí?"

Quería quitarle la maldita venda. Quería levantarla del taburete y llevarla al sofá donde podríamos sentarnos juntos y hablar como dos personas normales. "Porque, Lisa, yo te quiero. Estoy aquí porque quiero que dejes este lugar. Te quiero llevar a casa conmigo. Quiero que volvamos a ser como éramos. Por favor, Lisa, vente conmigo ahora."

Juntó las rodillas y soltó las manos de detrás de su cabeza. Pensé que iba a saltar abajo, arrancarse la venda y correr hacia mí. Pero tras un instante separó de nuevo las rodillas lentamente y, una vez más, colocó las manos tras el cuello. La cadena entre sus pechos se balanceó ligeramente. Se acomodó en silencio luchando, me parecía, por recuperar la compostura. Finalmente habló, "Deja que te haga la pregunta de otra forma," dijo. "¿Qué pensabas que podrías ver aquí esta noche?"

"No... no lo sé."

"¿Esperabas verme así, vestida de esta manera? ¿Esperabas verme sentada aquí encima de un taburete con las piernas muy separadas, con mi... mi... yo misma abierta y expuesta a estas cámaras del techo? ¿Esperabas verme sobre estos tacones imposibles? ¿Creías que llevaría esta venda y estas... estas... pinzas? ¿Es esto lo que esperabas?

Sabía que estas eran palabras que le habían ordenado que dijera. Sabía que era parte de la actuación, que eran palabras de Frank. "No, Lisa, no esperaba que tú... tú..."

Me interrumpió, "¿Sabes, Billy, que he pasado la mayor parte del día preparándome, la mayor parte del día preguntándome que le gustaría, que puedo hacer para agradarle."

"¿A Frank?" pregunté.

"No, Billy, al señor Silk." hizo una pausa, "Al señor Silk," repitió. "Hace dos semanas Frank cumplió su amenaza. Me entregó al señor Silk. Me costó casi una semana entender que ahora soy de Silk, que realmente le pertenezco. Mientras estoy en este apartamento, Billy, yo... yo casi nunca pienso en Frank, o en ti, o incluso... incluso en mi hijo, Richie. Pienso en cuando Silk llegue a casa... Pienso en las cosas que debo hacer para intentar agradarle.

"No, Lisa," grité, "¡a él no... no podrías entregarte voluntariamente a... a, ese asqueroso bastardo!"

Pasó un tiempo antes de que contestara, "Nunca, en un millón de años, habría creído que pudiera ocurrir, pero ha ocurrido, Billy. Ocurrió en solo una semana."

"Lisa, ¿sabes lo que estás diciendo?" repliqué. "Odias a Silk. ¿Cuántas veces has dicho eso? No puedes soportar ver a ese loco pervertido. Y, Lisa, tú le temes. No quiere nada más que hacerte daño. Los dos lo sabemos."

Asintió, "Todo eso es cierto, Billy. Cuando me pone sus sucias manos encima quiero gritar. Ahora es tan difícil para mí verle como lo fue la primera vez que le vi. Y tienes razón en lo de que Silk quiere hacerme daño porque ahora me lo hace. Me humilla y me castiga cada día y cada noche, Billy, cada día y cada noche. Me agarra y me hace daño. Me dice que le bese y lo hago. Le beso, Billy. Le beso mucho. Me ordena que... que..." agitó la cabeza, incapaz de seguir.

"Te están obligando a hacer esas cosas," empecé a argumentar.

"Podía haberme ido en cualquier momento. Los primeros días casi lo hago. Es miles de veces peor que Frank. No tienes ni idea de cómo me... cómo me..." Se detuvo para recuperar la compostura. "Pero, Billy, por mucho que quería irme no lo hacía. Nadie me obliga a hacer nada. No me obliga a besarle. Solo lo hago. Hago lo que me dice que haga. Todavía puedo irme, Billy. Puedo marcharme." Se detuvo e intentó sonreír, "Pero, como ves, aquí estoy."

"Por amor de Dios, Lisa," supliqué, "Silk no... es viejo, es feo y vicioso. ¿De qué forma te hace daño? Jesús, Lisa, por favor, por favor, recupera el sentido. Déjale. ¡Salgamos de aquí ahora!"

"Billy," dijo, "este coño que estás viendo es para uso de Silk. Puede tenerlo cuando quiera. ¿Ves como me lo he afeitado para él? ¿Ves lo húmedo que está? ¿Sabes por qué está húmedo, Billy? Está húmedo porque todo el día he estado pensando en una sola cosa. He estado pensando que le pertenezco. La idea de pertenecerle me desagrada. A veces me aterra. Pero de alguna forma extrañamente horrible ser la mujer de Silk me excita... Puedes ver como me excita. Siempre estoy húmeda. No puedo evitarlo. Siempre estoy dispuesta. En la boca del estómago tengo siempre esta... esta sensación. Una... una... especie de... especie de... no puedo decírtelo, Billy. No puedo empezar a entenderme yo misma. No puedo explicarlo."