Parada de emergencia en barrio extraño

Hay gente agradecida en todos los sitios

Mi coche ha empezado a fallar, en el salpicadero se han encendido varias luces avisándome de riesgo de rotura de motor, asustado he salido del cinturón de circunvalación por la primera salida que he encontrado, para buscar ayuda. Después de callejear unos instantes me doy cuenta que hubiese sido mejor detener el coche y pedir ayuda a la grúa con el móvil. No me he dado cuenta que al tomar esta salida he ido a parar a un barrio oscuro que no ofrece ningún tipo de seguridad.

Después de dejar el coche bien cerrado me aventuro por las callejas con la esperanza de encontrar algún sitio desde donde pedir ayuda. Al pasar por una esquina más oscura me asaltan cuatro chavales armados de navajas. Después de quitarme todo lo que llevo encima de valor empiezan a golpearme. Por suerte, alguien viene en mi ayuda y rápidamente se deshace de los maleantes.

- En mi calle mando yo, solo se hace lo que yo permito - dice autoritario.

Rápidamente cojo una botella y la tiro hacia donde esta él. La esquiva y con este movimiento se da cuenta que uno de mis asaltantes lo iba a pinchar por la espalda. Al verse sorprendido este inicia una rápida huida.

En premio a mi ayuda me conduce a su cuartel general. Resulta ser un local subterráneo, quizás una antigua discoteca, decorado con motivos rockeros y luz bastante difusa. Por los rincones hay gente tumbada, posiblemente disfrutando de algún “trip” o simplemente durmiendo la mona.

Llegamos a una sala tapizada de cojines envuelta en un haz de luces que se refleja en un globo de espejitos.

- Yolanda, ven aquí... a la carrera - dice el tipo gritando.

La tal Yolanda aparece casi de inmediato, viene corriendo de algún rincón alejado. Sus enormes tetas vienen botando de un lado a otro. Cuando queda frente al tipo, trata de recomponer su mejor imagen.

- Quiero que cures a mi amigo, le das una camiseta limpia y haces que se relaje... ha pasado un buen susto por culpa de esos cabrones de la calle de arriba -

Acto seguido se acomoda recostándose en el sitio de privilegio. Yolanda me quita la camisa rota, luego desaparece detrás de una cortina para volver unos instantes después con una bandeja con agua y un paño. Hace que me tumbe cómodamente, y me limpia la espalda primero y luego el pecho, los brazos y el vientre con una esponja y una toalla.

Cuando ya creo que se va a ir dejándome allí tumbado, me quita los zapatos, me desabrocha el cinturón, me baja los pantalones y me quita el slip sin dejarme tiempo para reaccionar. Me siento violentado e incómodo. Mi picha esta tan asustada y tan pequeña que me da vergüenza que me la vean.

A ella no parece importarle, quizás es lo más habitual para ella, y supongo que en muchas ocasiones parte de cero. Se quita la camiseta dejando al aire sus tetorras con un enorme pezón oscuro. Luego se desprende de la especie de falda que llevaba quedándose solo con un tanga que no le tapa nada.

Tiene un cuerpo rollizo y le salen carnes por todos lados. Es el prototipo de mujer que gusta a los más viciosos, los que disfrutan viendo como los michelines van de un lado a otro de forma acompasada cuando follan.

Después de la impresión inicial su gordura se hace apetitosa y aunque está muy lejos de lo que la mayoría entiende por una tía buena, tiene un encanto especial y siento como mi polla da el primer síntoma de vida.

Yolanda se hinca de rodillas a mi lado y se inclina sobre mi haciendo que la punta de sus pechos roce ligeramente sobre la piel de mi barriga. Luego se pone a lamer desde el ombligo hasta las ingles y los muslos. Se coloca a horcajadas sobre mi dándome su culo al tiempo que se dirige con sus lamidas hacia mis pies.

Allí se entretiene en chuparme los dedos uno tras otro. Me siento incomodo pues creo que quizás a ella le pueda resultar desagradable el olor de mis pies sudados. Al mismo tiempo puedo contemplar un precioso primer plano de su culote y sus rollizos muslos.

Siento muchos deseos por descubrir cómo será su coño. Quizás sea grande y carnoso, con unos ribetes ondulados como una gran almeja, o quizás me sorprenda con una vulva discreta y adaptable según las circunstancias.

Mientras ella sigue chupando y mordiéndome los pies, (que es una locura), le paso la mano por entre las piernas por encima del tanga y rodeando sus redondeces. Siento como mi polla se está despertando y ya luce una imagen aceptable.

Ella la coge y la sacude levemente. Me baja el pellejo hasta los huevos y deja el capullo al aire. Acerca sus pechos y los pone en contacto con la puntita. Luego se acomoda de forma que su boca queda justo encima de mi pija, y su culo queda a unos centímetros de mi cara. Le echo el tanga a un lado para descubrir su chochito, al tiempo que siento como sus pechos se aplastan en mi pubis y su boca envuelve mi polla con un húmedo abrazo.

Su chocho está completamente pelado. Dos largos labios ligeramente abultados se cierran sobre si mismos dejando a la vista una larga línea. Tengo ganas de comérmelo, pero antes de que pueda hacerlo, ella se retira a un lado. Mientras me la sigue chupando, veo como mi salvador se acerca por detrás de la chica con la polla en la mano, se la mete y empieza a bombear con un ritmo uniforme.

A los pocos minutos se corre en medio de unos quejidos que ponen el vello de punta. En ese momento la chica empieza a succionar con fuerza hasta que hace que me corra en su boca. Aprieto el culo y dejo que me ordeñe hasta sacar la última gota. Me deja exhausto y soñoliento.

Luego tomo sitio junto a mi anfitrión recostado en medio de unos cojines. El me da un golpe con el puño para sellar nuestro lazo de amistad.

- Bueno chico… la noche no ha hecho sino empezar… prepárate a pasarlo de cine… hoy eres mi invitado y aquí nos lo montamos bien…

- ¿Qué te apetece ahora?

Deverano.