Para vos, cuando mueres sin voz

Cuando se sueña no se muere.

Para ti

Ay caray, los cigarrillos y las luces de la calle que no hacen más que matarme de a pocos; me hacen falta tus labios.

Nunca he sido de buena ciudad, me gusta el humo de tus cigarrillos baratos pero detesto el humo de cualquier móbil; añoro tu aliento a alcohol, tu alcohol.

Ay caray, que hoy soñé con tus viejos pezones y hui a toda prisa porque aún le tengo miedo a tu cama y respeto a todos los que han pasado por ella, los encuentros fugaces y el sexo con furia, el amanecer inconsciente y las melodías contrastadas y enredadas en tus cabellos, noches que no duermes, que no duermes con uno solo.

De sexo, en mi cama; la tuya engloria el jolgorio de las poses y las orgías que no duran ni una hora.

Para sexo, mi cama, como fue en la única vez si bien recuerdo, o si fue la última si mal no me acuerdo; fui el único en hallar el volumen de tus pechos, palpar cada uno de tus cabellos y dormir entre tus piernas, una noche desafiando al tiempo, amanecimos en cualquier lugar como los locos que fuimos.

El elogio de tu cariño y tu forma de amar a todo el mundo, y cada ser del planeta que es tu potencial amante encandece un aparato potente e insaciable, te encuentra en cualquier lugar buscando entrar en aquel lugar, tan de casualidad que parece a propósito, lo es.

El elogio de tu sexo donde se grita en tus labios, en los cuatro... puntos cardinales nos perdemos entre lo bonito de lo que los demás no ven en tu rostro y de lo genial del orgasmo que solo siento contigo cerca, desaparece todo, ya no estás tú, se cae del cielo y ya he gastado un poco de mi vida y tú has ganado más, se nota en la sonrisa de tu rostro y en la lujuria de tus labios, ay tus labios. Me has robado un orgasmo.

Hoy es sábado, los pocos aristócratas (si eso existiese) que quedamos y algunos bohemios que se nos unen sabemos que en estas noche se sala a cazar, se huele feromonas en cada esquina, las fosas impregnadas del olor de tus conocidos brassieres, los guardianes de tu celda han partido, el pudor y la verguenza han corrido despavoridos ante tu primer vodka (tonic), ni qué decir del tequila que te rescata de la indecisión, la cocaína que te prepara y tu vida que se vuelve de señal abierta.

Las monedas ya fueron lanzadas al viento, recogidas y entre sellos y caras han elegido al ganador/perdedor de la noche, oh perdón, tu noche.

Este sábado no viste el ocaso, nubes rojas y el sol... el sol que no existió, no quemó porque tú calentarás la noche, arderás leños y sonará candela hasta el cielo de tus gemidos.

Sábado especial diría yo, pero no tengo nada más que decir por hoy, mi primer amor, su fotografía y lo que todos saben que sucedió. Yo amo lo que queda de ti, el recuerdo de tu sonrisa, el recuerdo de cuando seguías viva, pero hoy recuerdo se olvida.

Sábado, sabio día de caza para salir caz/sado.

Se sigue.

Los adictos a la eyaculación apostaron quien daría con la espada en tu vientre, el juego pornográfico, el secreto a todas luces (de cielo), el sábado de gloria, el artificio sexual y la violencia inolvidable.

Se sigue.

El flirteo es tan corto que demoro más mencionándolo; existió y sin mérito alguno (porque el flirteo es artístico, el flirteo corto es sexo rápido); todo acaba unos peldaños más arriba donde el grito y la música fusionan melodías sexuales.

El show comienza en una habitación desconocida, las cortinas mal cerradas, la calefacción a todo sudor, la excitación a toda máquina, los humanos que tenemos por orden sobrevivir y matar en el intento.

Sexo para salvar la especie, sexo para matar la especie.

Sexo con amor?, sexo como amor, el daño incalculable, el beneficio de la insensibilidad, la virtud de la indiferencia, bienaventurados los que carecen de pudor, extinto sabor a prohibido.

Cayó su truza como cayó mil veces antes, sin exagerar está mas radiante que nunca, como queriendo hacer su mejor final, final que ni ella mismo prevee que llegará, lo hermoso de vivir en el presente sin tener futuro, lo fantasioso de vivir el futuro cuando no estás presente.

Los opuestos se dominan, ella que adora al hombre que tiene encima; él, que de hombre solo lo que usa; el alcohol, el orgasmo y la muerte no tienen sentimientos.

Se sigue.

Cae el primer golpe, no es dolor, es placer, el primer gemido, aleluya!

Ella ya no tiene al enemigo al frente (le dio vuelta para que no vea lo inmortal de la maldad, el prestigio de la violencia no es bien visto a nuestros ojos, por eso mantenemos los ojos cerrados), cae el segundo golpe, la nuca siente calor y frío, de repente no se siente nada pero se sabe de todo.

El miedo gritaría pero las bocas están tapadas, un par de segundos eternos ven caer un tercer arrebato de alegría.

Todo es violento, su cabeza trata de escapar, el coito ha desaparecido, se escuchan gritos, las voces dicen puta, la voz dice que le fuiste infiel.

El castigo es apenas la caricia, cae el temblor, nace la tormenta, su vientre ha perdido el color claro que todos buscaban, la magia ha acabado una vez más, es un sábado que grita.

Se sigue.

Como pasa, fue penetrada, cortado su corazón en dos, atravesado su vientre infecundo fue llenándose de rojos cálidos (en la ironía que llega una fría muerte, que mientras más rápido llegue le ahorrará segundos de dolor y algunas lágrimas que hubieran sido bien preciadas), su boca ya no estaba tapada por la mano inocente del agresor, su propia sangre enmudecía su estéril voz.

Es tarde para reflexionar, temprano para morir tan joven, en la madrugada no se deja nada para ayer ni se hace nada para mañana.

Las sábanas se tiñen, el espectáculo es macabro (creo), el público por supuesto, ama el show.

El asesino sube la truza, cubre lo que puede de tu sexo y te deja con algo de dignidad que por cierto no te servirá en la muerte y que no existió en vida.

Nadie sabrá la causa del asesinato (el asesino sabe que la causa es consecuencia de su acto), nadie volverá a gozar de sus favores y solo yo la recordaré antes de su primera muerte.

Nadie sabrá a ciencia cierta (y que de ciencia no se trata esto de morir y vivir) que la vida y la muerte lucharon ese día dentro de ella (que eres tú), nadie sabrá la causa de su vida tan ligera y de nadie, y nadie sabrá la razón de su último gemido.

Ay caray, sangró de más.

Ay caray, una muerte más.