Para una amiga secreta

Tres amigas íntimas se reúnen después de un tiempo, gozan y aprenden muchos secretos, entre ellos el término tortillera.

PARA UNA AMIGA SECRETA

Siento hermoso nombrarte mi linda tortillera. No sé en dónde vives, pero un día me lo harás saber, mientras tanto dejaré que mi fantasía sueñe que sí me visitas, o yo a ti.

Te daré gusto y te platicaré lo que hicimos las tres antier en la noche, después de que llegó Cari, nuestra tortillera cubana. Está muy buena, es medio negra, pero muy mezclada con blanca, bonitos pechos, unas nalgas muy ricas, no nalgona como las negras. Su cabello si es rizado, pero lo usa muy corto y cuando la jaloneo, me le prendo de él. Más altita que nosotras dos, pero sabe amoldarse a nuestras alturas, ella asegura que todo lo que ha hecho de sexo con nosotras, nosotras se lo hemos enseñado. Ella debe de traerlo de herencia, te vuelve loca cuando te mama tu conchita, chupa bien fuerte, te noquea con solo cuando te succiona tu perlita. Es una muy buena tortillera, te volvería loca si te dejaras un 69 con ella, te lo garantizo.

Como te decía, Paty la llamó y toda emocionada aceptó reunirse en la casa de Paty, hace algunos días ella pernoctó en su casa, así que sabía la dirección, pero iba a tardar casi una hora.

Mientras tanto Paty yo, que ya habíamos gozado un buen encuentro unos minutos antes, pero teníamos la preocupación de terminar un trabajo, nos recostamos en su cama, totalmente desnudas y tuvimos frio, así que nos hicimos tortilla, pero el frio no se quitaba y ella me ofreció su pijama, me la puse y sí entré en calorcito, ella se echó una bata encima, nos volvimos a abrazar y nos calentamos como buenas tortilleras. Nuestras manos no se quedaron quietas y el trabajo que teníamos pendiente, se quedó pendiente, en eso llegó Cari.

Muy hermoso, brincaba de júbilo, nos abrazamos y sus besos me sabían riquísimo, pero me tiró sobre la cama y me dio un beso tan lindo y fuerte que me asfixió, de todas maneras, yo lo gozaba. Sin pensarlo la besé, pero en esta ocasión nos prendimos de nuestros labios y le lastimé su labio inferior, se lo curé y ella se desquitó dándome más besos, igual que a Paty.

Nos tiramos a la cama de Paty, Cari llegó vistiendo un trajecito de una sola pieza, con una sola cremallera a la espalda, Paty la descubrió, se lo jaló y la dejó en ropa interior. Cari no nos daba tregua, ella quería comernos a las dos, a la vez, nos acariciaba y a mí me jaloneaba mis pezones, a Paty le mamaba su pecho, lo succionó lo más que pudo y lo retuvo en su boca, a mí solo con sus dedos me estiraba mis tetillas y me las remolineaba, pero al fin de cuentas, me las mamaron entre las dos. Recuerdo que Paty me tomó de la cintura y trató de levantarme para que Cari estuviera más cómoda metiéndome su lengua en mi vaginita. Paty, que me conoce bien y sabe lo que me prende más fuerte, me introdujo dedos en mi vagina, Cari me tuvo esclavizada mordiéndome mi clítoris y me succionaba mi capuchita y mis labios, como si fueran de plástico, o hule.

A Cari, prácticamente le arranqué los calzones, estaba muy difícil bajárselos, le quedaban muy estrechos. Me pasé una de sus piernas arriba de la cabeza e inicié darle un 69 como yo lo siento mejor, y ella sí lo sintió muy bien. Paty continuó con mi conchita, me llenó de saliva que hasta me escurrió hasta mi ano, causándome un gran cosquilleo. Cari continuó succionándome mi clítoris y de repente, estallé en un orgasmo. Apreté las piernas, continué complaciendo a Cari hasta hacerla llegar a su orgasmo. A Paty no nos faltó ni tiempo ni mañas, para también dejarla bien satisfecha.

Ya recuperada, Cari mencionó los juguetes que habíamos adquirido en La Quinta, ya le dijo Paty que estaban encargados allá en donde los habíamos adquirido, pero le preguntó si el huevito que le compramos a Cari aún cumplía su objetivo.

“¡Y que si lo cumple! Ya no me atrevo a usarlo en el trabajo, me ganó y se me descontroló, ya adentro de mí. Tenía personas observando y yo retorciéndome, me aguantaba las vibraciones, hasta que pude correr al baño. Ya solo lo llego a usar en casa, cuando estoy sola. Pero quisiera ver qué más tienen. Ustedes me tienen que llevar de regreso a La Quinta.”

“Les voy a contar algo. Durante varias semanas llegó una mujer americana, rubia, muy blanca de unos 35 años, casi dos veces por semana. Siempre llegaba acompañada de mujeres, claramente lesbianas. Entraban y ella, que se llama Ansi, todas las veces regresaba a hacerme plática. Muy agradable, pero siempre me insinuaba que yo le gustaba. Yo solamente le sonreía, pero ya en las últimas dos veces que fue al restorán, primero se aseguró de que yo era cubana. Continuó diciéndome que ella quería fuking conmigo. Solo le sonreí y se lo platiqué el jefe, pero la última vez me dijo que me daba 500 dólares si tenía sexo con ella. Ese día fue y cenó normalmente, pero al salir se me acercó demasiado, me metió un papel en el escote y me dijo que era a cuenta y se alegraba porque yo era cubana. Que si yo cambiaba de opinión la buscara, que ya iba a partir. Uno de los meseros se dio cuenta y el jefe me preguntó qué era lo que esa mujer deseaba. Le expliqué y hasta le dije que me había metido un papel en el escote, con su dirección.”

“¡Acepta, para eso estamos aquí, vivimos de propinas!” me dijo, pero no le hice caso y al día siguiente todo mundo en el restorán deseaba saber si yo había ido con la americana. Ya les dije que no, pero nunca les he dicho que el papelito que me metió no era un papelito, sino dos billetes de 100 dólares cada uno, así que aquí los tenemos como mi aportación para una nueva visita a La Quinta y, si sobra, para contribuir a la compra de otro juguetito interesante.”

La noche continuo, hicimos más tortillas y yo regresé a mi casa. Te puedes imaginar en que trazas pude llegar, y lo peor fue presentarme en la oficina al día siguiente, con dignidad como si solo estuviera con resaca causa de una noche de juerga. Esa noche llegué a mi casa con la blusa del pijama de Paty, puesta, la del uniforme se me quedó, pero hacía un frio muy fuerte.

Querida amiga tortillera, espero te hayas divertido con mi pre-relato. Como al principio te lo mencionaba, esto que te he escrito lo tomaré para publicar un nuevo relato mío. No sé para cuándo lo escribiré, procuraré sea pronto.

Recibe mi cariño, y tú, escríbeme de lo que hagas. Si es bien caliente, como corresponde a mi linda tortillera, mucho mejor.