Para un concierto lo mejor es un trío o más (3)
No quise ir a un concierto, pero lo cambié por un trío, ahora es un cuarteto y más, hasta toda la orquesta.
Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)
No quise ir a un concierto, pero lo cambié por un trío, ahora es un cuarteto y más, hasta toda la orquesta.
Era un miércoles cuando recibí la llamada de Marta, me preguntó cómo estaba y si tenía algún compromiso para el sábado, le dije que no e inmediatamente me dio los datos para que la recogiera en su casa a las siete de la tarde.
Cuando me abrió la puerta me sorprendió, llevaba un vestido negro largo, un escote generoso por la espalda que no era nada comparado con el que tenía por delante, desde los hombros se abría hasta casi la cintura, sus tetas aparecían prácticamente al aire, solamente ocultaba los pezones, el bronceado cogido en la playa realzaba las suaves curvas, bajo la falda ampulosa unos zapatos de tacón de aguja le daban una apariencia majestuosa, le di un beso en la mejilla sin llegar a tocarla para no estropear su maquillaje, se volvió y recogió el bolso, luego salimos hacia casa de Berta.
Berta vivía en las afueras, en una urbanización de bastante nivel, a la entrada una caseta de seguridad nos orientó donde vivía, ya que todos los chalets eran parecidos, cuando nos abrió la puerta Juan vi que Marta tenía razón, era un hombre atractivo, sobre unos cuarenta y tantos años, vestía con sencillez pero elegante, nos saludamos y nos hizo entrar, Marta fue en busca de su amiga, Juan me invitó a una copa mientras esperábamos, me estuvo contando sobre su trabajo, tenía unas representaciones de maquinaria que le dejaban unas buenas comisiones por lo que vivían desahogadamente, cuando aparecieron las dos amigas nos quedamos sorprendidos, las dos competían a elegancia, Berta lucía un vestido estampado ceñido a la cintura con un escote de barca de hombro a hombro, sus tetas abultadas asomaban sobre él, la falda corta y con vuelo y unos zapatos también altos y sin talón, parecía que iban a un desfile de modelos en vez de una cena privada.
Tomamos unos aperitivos, Juan era un buen conversador, me trataba como si nos conociéramos de toda la vida, incluso como si hubiera una complicidad entre nosotros frente a las mujeres.
Cuando nos sentamos a la mesa Juan ayudó a Marta acercándole la silla, aprovecho para besarle en el cuello, ella sonrió nerviosa, Berta me apretó la mano al sentarme a su lado, comprobamos que la anfitriona era una buena cocinera, la cena que había preparado no tenía nada que envidiar a la del mejor restaurante, la mesa bien montada, brillaba con dos candelabros iluminando a un gran centro de mesa de flores.
Marta parecía pletórica, como en una nube, estuvo hablando todo el rato muy animada con Juan, Berta se complacía con mis atenciones, de vez en cuando me cogía la mano sobre el mantel y me la estrechaba un buen rato, era cálida y sus dedos presumían con unas uñas muy cuidadas.
Cuando terminábamos los postres, las conversaciones habían cogido un tono de lo más erótico, casi todo lo que se hablaba era con doble sentido, las miradas que se cruzaban iban cargadas de intención.
Cuando nos levantamos cualquier reparo había desaparecido, parecía que nos conociéramos de toda la vida, Juan poniéndome el brazo sobre el hombro me separó de las chicas…
--- Daniel, has de saber que me caes muy bien, me gustaste mucho cuando te vi en el centro comercial, mi mujer me ha contado como follasteis en casa de Marta, me parece estupendo, no es la primera vez y siempre me lo cuenta, somos una pareja con una relación abierta, me comprendes?, te confieso que desde hace tiempo estoy deseando follar con Marta, pero no quisiera propasarme y crear un mal ambiente, tú crees que a ella le pareceré bien?
---Juan, tranquilo, Marta es una chica estupenda, y estoy convencido de que no te defraudará, es encantadora.
Seguimos hablando mientras ellas quitaban la mesa, en un momento que estábamos en el salón Berta y yo, vi por el reflejo del cristal de la puerta de la cocina como Marta se ponía de puntillas para abrazar a Juan y besarlo ardientemente.
Cuando terminamos nos sentamos en el salón, habían dos sofás grandes frente a una consola oculta, Berta y Marta se levantaron y abrieron la puerta, en su interior se escondía un equipo de música de alta calidad, un plato tocadiscos con un amplificador dorado, me gustó mucho pues ya no se veían equipos de esta calidad, Berta tiró de unas estanterías a los lados que salieron mostrando una cantidad impresionante de vinilos perfectamente ordenados, con una mirada misteriosa fue sacando uno de ellos, era precisamente del cantante que habían ido a ver al concierto, tenía toda su discografía, Marta dio saltos de alegría, parecía una chiquilla de no ser por el impresionante vestido escotado, Berta colocó el disco sobre el plato y pulso el botón de automático, el brazo se movió suavemente y bajó sobre el surco, me fijé que no habían altavoces, pero cuando la aguja empezó a rozar, el sonido se repartió por todo el salón, al empezar la canción daba la sensación de que el cantante iba a salir en cualquier momento de detrás de una cortina, era un sonido envolvente.
Las chicas empezaron a bailar solas el ritmo latino, se contorneaban y se rozaban en posturas provocativas, nosotros sentados en los sofás observábamos con un vaso ancho en la mano casi lleno de whisky añejo con unos hielos, mi polla empezaba a crecer oprimida en mi bóxer, suponía que a Juan le pasaría lo mismo.
Le chicas nos miraban mientras entrelazaban sus muslos y rozaban sus tetas con las manos y parecía que se iban a besar, nosotros nos removíamos en nuestros sofás inquietos.
Cuando cambió la canción a la siguiente sonó como una balada o quizá un bolero, las chicas se miraron y Marta dijo…
--- Esta es para bailarla con un hombre, me pido pareja.
Vino hacia nosotros corriendo y se sentó en las piernas de Juan, Berta lo hizo en las mías, pero Marta apenas se había sentado sobre Juan se levantó como movida por un resorte…
--- Pero… que tienes ahí?
--- Jajaja, lo mismo que aquí,- dijo Berta cogiendo mi polla dura.
--- No nada de eso, perdona Daniel, no te ofendas, pero lo que tú tienes es una polla, por cierto muy buena, pero lo que noto aquí no sé cómo llamarlo.
--- Pues eso que aún no lo has visto, rió Berta.
Cuando se levantó Juan para bailar vi como el bulto le llegaba hasta casi la rodilla, mi polla estaba comprimida por el calzoncillo, pero la suya debía estar suelta, además no imaginaba el tamaño de semejante miembro.
Cuando nos abrazamos para bailar, Berta se pegó a mí literalmente, sus pechos se pegaron al mío sin dejarme respirar casi, notaba a cada paso como se rozaba sobre mi camisa, conociendo la cantidad de teta que tenía la chica no entendía que me frotara así, quise descubrir el sujetador que llevaba, pase la mano por su espalda pero no encontré nada, incluso pasé la mano bajo su axila y tampoco noté ninguna prenda, pero sus tetas estaban tan elevadas que parecían salirse por el escote, me olvidé del tema y me centre en presionar mi paquete en el vientre de la mujer, ella lejos de rehuirme me aguantaba la presión, notaba como mi polla se acoplaba perfectamente entre sus muslos calientes, en uno de los giros, vi como Marta estaba colgada del cuello de Juan, mientras las manos de él se posaban sobre su culo presionándolo contra su estaca, ella se movía más de lo necesario para el ritmo que estábamos bailando, restregándose en la bragueta del marido de Berta.
Cuando acabó la canción las mujeres se sentaron en los sofás, aunque la música seguía, Marta buscó la compañía de Juan mientras Berta se sentó a mi lado, la conversación varió hacia los vestidos de las chicas, desde las primeras alabanzas a su elegancia pasamos a lo bien que les sentaban y a lo inverosímil de como cubrían sus curvas, ellas alagadas se daban la vuelta mostrando sus vestidos y sus deseables cuerpos, apostamos a que no sabíamos lo que escondían bajo los vestidos, ellas aceptaron la apuesta, a mi me intrigaba las tetas tan llenas de Berta demasiado elevadas para llevarlas sueltas, a Juan el escote tan amplio de Marta que pegado a su cuerpo no se ahuecaba con ninguna postura.
Ellas se hacían de desear, cuando intentábamos investigar bajo sus vestidos se escurrían como anguilas de nuestras manos, Marta puso como condición que si Juan quería saber su secreto debía enseñar el suyo, y lo dijo señalando el bulto que aún se notaba en su pierna.
Berta aprovechó y puso la suya, yo debía adivinar mi duda con los ojos tapados y con la boca.
Aceptamos sin rechistar, Marta se acercó a menos de un metro frente a Juan, Berta y yo nos acercamos expectantes esperando verlo también, ella dando pasos de modelo de alta costura se contoneó frente a él, al ritmo cadencioso de la música que sonaba en este momento se despasó el vestido por detrás, aún suelto el escote continuó sin mostrar nada, ella pasó sus manos por el interior de la prenda y fue desprendiendo el escote de su cuerpo, al fin las tetas cobraron movimiento y aparecieron sus pezones morenos, vimos el secreto, llevaba una cinta adhesiva que se pegaba a la piel sin dejar huecos, cuando dejó la parte de arriba suelta con sus tetas frente a Juan, éste le rodeó con sus brazos y le besó sus pezones, luego le lamió todo el contorno de sus pechos hasta terminar otra vez en su pezón que ya estaba erecto.
Cuando Juan había saciado su curiosidad, Marta reclamó su apuesta, Juan haciéndose un poco de rogar se levanto, mientras fué Marta la que ocupó su lugar en el sofá, él fue soltando la hebilla del cinturón lentamente, luego los botones con una lentitud exasperante, sobre todo para Marta, cuando esperábamos que apareciera la mata de pelo rizado, no vimos nada, estaba depilado, siguió bajando hasta aparecer un par de venas hinchadas, que casi ocupaban la totalidad de un tronco casi como mi antebrazo de grueso, el pantalón bajó más, no llevaba ropa interior por lo que todo lo que aparecía era polla, tras ella unos huevos negros que sobresalían a sus costados, según bajaba más seguía el tronco venoso y casi negro, interminable, los ojos de Marta no parpadeaban como hechizada, cuando estaba a una tercera parte cambió de color, ahora era rojizo, cada vez más claro, llegó a ser rosado suave cuando apareció el glande, pero el glande ya era otra cosa muy diferente, de un color rojo intenso y no en forma puntiaguda como era de esperar, si no redondeada y gruesa, parecía un fresón de gran tamaño, pensé por un momento el trabajo que habrían tenido los médicos cuando le operaron de fimosis, en efecto no tenía prepucio, con lo que aun se apreciaba mejor su grosor, o sea que desde su nacimiento depilado hasta la punta no podía llamarse ni pene, ni polla, ni falo, ni nada, sobrepasaba a cualquier definición, lo más apropiado hubiera sido… estaca.
Marta estaba hipnotizada viendo cómo iba apareciendo ante sus ojos semejante ejemplar, el pantalón cayó al suelo, Juan acercándose a ella y se puso a su alcance lo rodeó con las dos manos, lo recorrió en toda su longitud, apretándolo para apreciar su dureza, lo besó y no pudo evitar lamerlo, puso su antebrazo para comparar su tamaño, casi eran iguales, quiso meterlo en la boca y tuvo que forzar sus mejillas para solo meterse el glande, sus ojos lloraban del esfuerzo, tuvo que sacarlo para poder respirar, se volvió a Berta diciéndole…
--- Me habías dicho que follaba muy bien, pero de esto no me habías dicho nada.
--- Quería darte la sorpresa, imaginaba que te gustaría y creo no haberme equivocado.
--- Desde luego que no, nunca creí tener un miembro tan enorme a mi alcance.
Le hizo sentarse a su lado después de quitarle completamente los pantalones, luego se fijaron en mi, quedaba mi reto, mientras mirábamos la exhibición de polla de Juan su mujer a mi lado pasaba su mano por el bulto que yo tenía entre las piernas, yo ponía la mano por su espalda bajándola hasta las nalgas, no encontré ni siquiera un hilo en su cintura, mis dedos entraban entre sus cachetes hasta donde alcanzaba.
Marta mientras sostenía entre sus manos la tranca de Juan, quiso saber la solución a mi duda, la apuesta la aclaró Berta, me hizo prometer no tocarle las tetas, yo lo hice con esfuerzo, me cubrieron los ojos con un pañuelo, no veía nada a mi pesar, cuando Berta se puso frente a mi entre mis piernas los demás exclamaron un oooh! De admiración, yo estaba cada vez más nervioso, pasé mis manos en las caderas de Berta, notaba en mi cara el calor de su piel, pero tenía que cumplir mi promesa, se fue acercando a mi hasta rozarme la nariz con un pecho, noté como restregaba su pequeño pezón áspero rozar mi mejilla, Marta me animó riéndose…
--- Venga Daniel, las tienes delante de tus narices! A que no adivinas como las sostiene?
--- Con la boca, solo con la boca. - recordó Berta-
Tanteando donde creí que estaba el pezón derecho pasé la lengua hasta rozar la piel, estaba tibia y olía muy bien, estuve rodeando toda la superficie, notaba la areola pequeña, recordaba su aspecto, de color rosado cubriendo a un pezón pequeño pero que cuando salía se hacía de notar, estuve lamiéndolo hasta hacerlo salir entre mis labios, lo aspiré y aún se hinchó más, los demás me jaleaban…
--- Casi lo tienes, caliente, caliente.
Pasé la lengua por todo su contorno, hasta que note debajo donde se cerraba la curva sobre su pecho una superficie fina pero pegajosa, puse la lengua bajo de ella hasta desprenderla, en mi lengua quedó todo el peso de la teta, con su redondez pude pasar la lengua por bajo hasta juntar el canalillo y liberar la otra, me lancé a chupar las dos sin obstáculos.
Berta se apretó a mí a la vez que me quitaba el pañuelo, mis ojos la vieron, llevaba unos elevadores finos adhesivos también que le subían las tetas sin ninguna ayuda, con mis manos levanté su falda, las pasé por las pantorrillas, sus muslos hasta ponerlas en sus nalgas, no encontré bragas ni nada parecido, mis manos separaron sus nalgas y se pasearon entre sus labios ya mojados, ella se separó y dijo que ahora yo tenía que enseñar lo que guardaba éntrelas piernas, lo hice aunque no fue una novedad para ellas, pero Berta no lo despreció al metérselo en su boca nada más sacarlo fuera, me exigieron que me quitara también los pantalones.
Berta me pidió que le ayudara a quitarse lo que quedaba de su vestido, al soltar la cintura, cayó al suelo, sus piernas subidas a los tacones altísimos de los zapatos aparecían como columnas, torneadas, cuando se juntaban una breve línea de vello marcaba el nacimiento de la abertura de sus labios.
Juan ya le estaba ayudando a soltarse el vestido a Marta, desde detrás, no esperó a quitárselo, le cogió las tetas por detrás y la atrajo sobre él, prácticamente la sentó sobre su polla a caballo, ella al sentir entre sus piernas el miembro caliente de Juan se balanceó sobre él a la vez que rozaba el clítoris con sus venas.
Berta me sentó en el sofá y ella se arrodilló frente a mí, me separó las piernas y cogiéndome la polla se la llevó a la boca, aproveche para terminar de quitarme la ropa y me recosté en el respaldo.
Marta gozaba viendo como la punta de la súper polla de Juan le sobresalía entre las piernas cuando estaba sentada en su regazo, la sostenía como las brujas a sus escobas, sujeta con las dos manos, cuando Juan quiso más, ella se sentó a mi lado junto a su mujer, se puso a comerle el coño, después de quitarle el vestido, no esperó ni a quitarle las bragas, eran de encaje y las ladeó sobre la ingle y le paso la lengua a lo largo del sexo, Marta cuando sintió la lengua succionando su coño me cogió la mano y me la apretó, yo notaba cada lamida por los apretones en mi mano, las tetas de Berta se balanceaban bajo de ella, yo las intentaba sujetar con mis piernas, ella de vez en cuando pasaba una mano entre las piernas de su marido y le cogía la polla que colgaba hasta casi rozar el suelo.
Marta se retorcía de placer con la comida de coño que le hacía Juan, Berta dejó mi polla dura y mojada de saliva cuando le hizo levantarse a Juan y lo acercó a Marta, él le estiró de los muslos hasta apoyarle el culo en el canto del asiento, Berta comprobó que tuviera las piernas bien abiertas cuando sosteniendo la polla de su marido, horizontal y con esfuerzo la fue guiando a la entrada de la vagina de su amiga, yo me acerque a la mesa y de un pastel de nata, que había quedado sin acabar, cogí un puñado, Marta miraba temerosa la polla de Juan, pero cuando sintió como le untaba los labios del coño con la nata me miró agradecida.
Marta me besó en los labios mientras yo le acariciaba las tetas para distraerla ante la visión del falo que la apuntaba, Berta por su parte colaboraba lamiendo el glande de Juan para facilitar la entrada en la vagina de Marta, cuando se apoyó entre sus labios vimos como se aplastaba el glande forzando la entrada, nunca pensé que la nata fuese tan cremosa, se repartió alrededor de los labios de la chica cuando el glande desapareció en su interior, nosotros perdimos la noción de la cantidad que se iba metiendo hasta que Marta con la voz apenas audible dijo…
--- Basta por favor Juan, no me cabe más, me vas a reventar.
Yo miraba lo que le quedaba fuera aún y no me lo creía pero creía a Marta y si ella lo decía es que estaba llena hasta la matriz, Juan volvió a salir algún centímetro, su mujer le sostenía los huevos que estaban pegados a su polla redondos como bolas de billar, Marta cuando se acostumbró al diámetro del miembro que tenía dentro lo agarró con las dos manos el tronco y se lo fue metiendo y sacando a su gusto, Juan solo le seguía el ritmo.
Berta había vuelto conmigo, se iba a colocar frente a mí otra vez cuando me levanté y le dije que se pusiera de rodillas en el asiento del sofá apoyándose en el respaldo, su culo quedó frente a mí, entre sus nalgas los labios se abrían lo suficiente para mostrar la entrada de su vagina brillante por los jugos que manaba, le di dos lamidas para después acercarme y presionando un poco le fui metiendo mi polla, que aunque no tenía nada que ver con la que tenía al lado le hizo suspirar de gusto.
Pronto mi culo se movía a gran rapidez, ella gemía pidiéndome que no parara, que siguiera follándola, su marido le cogía una teta y se la levantaba acariciándole el pezón.
Marta cada vez iba cogiendo confianza, según iba administrándose ella la polla de Juan se la iba metiendo un poco más, aunque le dolía un poco aguantaba y se convencía que se le pasaría pronto, hasta que se introducía un trozo más, llegó hasta meterse la mitad, cuando Juan retrocedía no terminaba de sacar la polla para luego empujar, Marta soplaba cuando le tocaba recibir la carne y se relajaba cuando le salía, pero estaba encantada saboreando un falo tan excepcional.
Berta quiso hacer una demostración de aguante, me dijo que me sentara en el otro sofá y que cogiera otro trozo de nata, cuando le estaba esperando se puso de espaldas a mí y me embadurno la polla con la nata, el resto entre mis dedos lo lamió, después se sentó sobre mí, la nata se extendía por su culo cuando mi polla iba entrando en el.
Estuvo dejándose caer hasta que se apoyo sobre mis piernas cuando saltó varias veces ya discurría suave hasta dentro de su intestino, con las piernas abiertas llamó la atención de su marido…
--- Juan, cariño, te apetece llenarme este agujero que me queda vacio?
Cerraba y abría las piernas para atraerle la atención, Juan le dijo a Marta…
--- Un momento Marta, descansa un momento, ahora mismo estoy contigo otra vez.
Sacó con cuidado la polla y se encaró a Berta, mi polla y mis huevos estaban bajo el coño de Berta, él se cogió la polla y sin detenerse la apunto contra los labios de Berta, esta aspiró aire y se preparó, fue soltando aire según iba entrando Juan en su cuerpo, Marta estaba expectante mirando como entraba sin parar, cuando pasó de su límite, quedó con su cara a unos centímetros de ella entre sus piernas, cogió los huevos de Juan, después también los míos, uno en cada mano, los puso tan duros y ásperos que casi me dolían, Berta se movía para acomodar dentro de ella a mi polla y la que entraba paralela a la mía, noté a través de Berta como Juan me sobrepasaba, cuando empezó a salir, lo volví a notar dentro de la chica, era casi el doble de gruesa que la mía, por eso no noté que estaba a punto de estallar un orgasmo brutal en el cuerpo de Berta, tuve que sujetarla cogiéndola de la cintura, Juan siguió metiendo la polla sin parar mientras duró, yo le miraba pidiéndole que parara, el me negó, me dijo…
--- Voy a correrme dentro de ella, me encanta verla feliz, Berta es así, le gusta correrse con el máximo placer, yo la conozco más, tu polla en el culo era lo que le había faltado siempre.
Cuando la sacó estaba blanca de flujo de la vagina de Berta y de su leche, se la enseño a Marta, la marca se notaba en su tronco, ella le fue lamiendo desde el nivel más alto hasta el glande, luego se repaso los labios y se lo tragó todo, yo cuando se calmó pude sacársela del culo.
Marta vino conmigo, se sentó a mi lado y apoyando su cabeza en mi pecho me dijo…
--- Daniel, fóllame, te necesito dentro.
--- Te advierto que no me vas a notar.
--- No lo creas, no todo es el tamaño.
Me acerque hasta acostarla en el asiento, me puse encima, sus piernas se abrieron hasta lo máximo, me dejé caer hasta que el glande estuvo en su entrada…
--- Por favor, Daniel, no me hagas sufrir más.
Le metí la polla, tenía la vagina dilatada aún pero note la caricia de sus músculos como me presionaban hasta simular que me hacía una paja, cuando estuve dentro me susurró al oído.
--- Daniel, eres como volver a casa, me siento llena del todo, tu polla es un bálsamo para mí, me gustaría gozarla más pero me voy a correr sin remedio, me gustaría mucho que me acompañaras.
No había acabado de decirme esto cuando su cuerpo se estremeció, sus brazos se agarraron a mí estrechándome fuertemente, una serie de convulsiones le sacudieron mientras yo me hundía en ella para dejarle mi alma en ella en forma de semen, nos besamos para fundirnos más íntimamente.
Berta estaba mirándonos, se acerco a nosotros, se nos abrazó y nos dijo…
--- Sois mis mejores amigos, os quiero.
Juan se unió a nosotros, su polla flácida, se apoyaba sobre su muslo, Marta la recogió y la empezó a acariciar como si fuera un gato, le hablaba como si le fuera a entender…
--- Huy que polla tan rica y cariñosa, me gustaría que te conociera una persona, seguro que le gustarías.
Juan se rió de la ocurrencia, mientras Berta asentía y se reía.
--- Si preciosidad, si mi hija te viera te iba a hacer muchas caricias.
Nos reímos todos, Berta sentada junto a mí me dijo al oído…
--- Estoy segura que le gustaría a Julia también, y si mi marido la conociera también le gustaría a él.
No me podía imaginar a Julia con aquella polla dentro, pero si su madre la había tenido con lo menuda que era…
Berta pegada a mí tenía entre sus dedos mi polla blanda, estaba aún pegajosa de los jugos de Marta y mi corrida, pero no fue impedimento para metérsela en la boca a la vez que me decía…
--- Me gusta notar en la boca cuando una polla empieza a crecer.
Con la mano me animaba apretándome los huevos, el efecto fue fulminante, como un caracol al sol fue hinchándose hasta llenar la boca de la chica, cuando ya no la cabía tuvo que ir dejándome salir un poco.
Inclinada como estaba sobre mí pasé mi mano por detrás de su espalda, el ano aún lo tenía dilatado por mí y sus labios abiertos no podían ocultar el gran agujero que se había convertido su coño, le metí dos dedos y como quedaban holgados le metí un tercero, ella lo agradeció pues con menos profundidad le alcanzaba al punto G, cuando empezó a suspirar con la otra mano le rodee el clítoris hasta liberarlo de su protección estaba hinchado y rosado, casi blanco, lo agité suavemente, cerraba los ojos concentrada en su coño, mientras el falo de Juan crecía entre las manos de Marta, aún no lo tenía duro del todo cuando se atrevió a metérselo en la boca otra vez, le cupo el glande y un poco más, le estuvo presionando contra su paladar mientras le rozaba el frenillo, cuando crecía demasiado procuraba calmarlo pasando la mano por el tronco para después seguir en la boca, Marta cuando estaba más excitado le dijo…
--- Juan me encantaría que te corrieras en mi boca.
Al oír esto la polla creció majestuosamente, ya no podía mantenerla más que el glande cuando Juan empezó a gruñir como un ciervo, se envaró hacia atrás y cuando vimos como sus venas se hinchaban, temimos lo peor, por el tronco empezó a pasar una serie de bombeos de leche que hicieron tragar y hasta salir por la nariz de Marta, al tercer chorro se sacó de la boca el trozo de polla y se la puso entre las tetas, no tardaron en estar cubiertas de leche, hasta los pezones desaparecieron bajo la capa blanca, Juan no paraba de expulsar semen, le llenó el cuello y la cara, los últimos coletazos los limpió en el ombligo de la chica.
Marta no se atrevió a moverse por no mojar la tapicería del sofá, por lo que Berta se inclinó sobre ella y le dio un beso en la boca y empezó a lamerle y recoger en su boca la generosa cantidad de leche que la cubría, al llegar al ombligo la aspiró hasta la última gota, cuando terminó echó la cabeza hacia atrás y se lo tragó todo, le aplaudimos todos y ella dio una vuelta con los brazos en alto como una victoria.
Cuando volvíamos a casa de Marta, me agradeció que la hubiese acompañado a la cena, había disfrutado mucho con Juan y su polla gigante, aunque tuvo la deferencia de decir que la mía le gustaba más, no la creí pero la besé en los labios, aún tenía el gusto de semen de Juan, pese haberse duchado antes de salir.
Me dijo también que mi compañía era maravillosa y que Berta le había dicho que el orgasmo que había tenido cuando estaba penetrada por los dos era mayormente por mí, también se lo agradecí acariciándole una teta, que ahora ya sin el adhesivo estaba fuera del vestido.
Todavía en el ascensor, nos dimos unos besos mientras me sacaba la polla hasta llegar a su piso, la dejé entrar lamiéndole un pezón y me fui a mi casa.
Pasaron tres semanas sin noticias de las chicas, mi novia me llamó dos veces, luego me enteré que estaba al lado de Julia cuando lo hacía, no quedamos en nada.
Una tarde de viernes me llamó Julia, me extraño al principio, le pregunté por su madre y me dijo que todo iba bien, me dijo que su madre le había contado que había invitado a Berta y Juan a la playa el fin de semana, y que me invitaba a mí con el encargo de que te llamara a ti para que fueras también, como yo estoy ocupada el sábado por la mañana, Juan se ha ofrecido para quedarse y recogerme por la tarde, ellas se van en el coche de Berta, se le notaba que quería pero no se atrevía a decirme algo, le pregunté abiertamente que el inquietaba.
--- No sé si debía decírtelo, pero me acaba de llamar Juan, me ha dicho que se esperaría y me recogería por la tarde y nos iríamos juntos,
La verdad me corta un poco, no le conozco y aunque mi madre me ha hablado muy bien de él me resulta violento, me gustaría que me acompañaras cuando el venga.
Reconozco que no me sorprendió nada, suponía que Juan aprovechara la primera ocasión para conocer a Julia.
--- Bueno Julia, no te preocupes, sabes que me tienes para lo que quieras, te comprendo, es verdad que Juan es estupendo pero es un poco especial, por lo menos te lo debería presentar debidamente.
Quedé en acudir antes de la llegada de Juan, cuando llegue a casa de la chica estaba preparada para recibir a Juan y salir para la playa, sin duda no conocía a Juan.
Le convencí de que era muy pronto para ir a la playa y nos sentamos a tomar un café, estuvimos comentando y recordando la última vez que estuvimos en la playa, quizá fueron los recuerdos, pero no tardó en darme un beso, el primero fue tierno pero los siguientes eran como yo los recordaba, su lengua buscó la mía como siempre la encontró y se enredó en ella, mis manos también pasaron bajo su camiseta, encontró las tetas encerradas por el sujetador, pasé los dedos por debajo y se lo subí hasta el cuello, las dos tetas quedaron colgando entre mis manos, la suavidad de su piel me puso la polla muy dura, ella lo notó cuando pasó la mano sobre mi bragueta, el zip de la cremallera se oyó y al momento estaba fuera, cuando agacho su cabeza sobre mi note la humedad de su boca rodeando mi glande, luego aspiró y se la tragó casi toda, metí la mano por el camal de su pantalón corto, unas braguitas blancas asomaban por debajo, sus labios estaban casi al descubierto, cuando le estaba acariciando el clítoris, ella abrió las piernas al máximo, mis dedos desaparecieron entre sus labios, suspiraba cuando llamaron a la puerta, lamenté la puntualidad de Juan, cuando le presenté a Julia se notó en el rostro su admiración, no se la esperaba tan bonita, le dio dos besos en las mejillas, a Julia también le causó muy buena impresión, le invitó a café, el se sentó a su lado, estaban hablando animadamente cuando le pasó la taza, mientras se la estaba llenando Juan le miraba a las tetas, ella no se había dado cuenta que llevaba el sujetador subido hasta el cuello, las dos bolas marcaban los pezones bajo la camiseta, se distrajo y le echo el café sobre las piernas, él gritó al quemarse, ella le sacudió el pantalón, al pasar la mano tocó sin querer la polla erguida de Juan, dio un grito de sorpresa y me miró, sonreí y ella comprendió.
Se empeño en que se quitara los pantalones para quitarle la mancha, cuando lo hizo bajo el bóxer se le apreciaba un gran bulto, solo resistió hasta que le alargó el pantalón a Julia, de momento la polla se salió por bajo del camal quedando dentro solo los huevos, aun así abultaba más que yo.
Julia se quedó embobada con la prenda en la mano, lentamente la dejó a un lado y se arrodilló frente a él, la miró a los ojos y le pregunto…
--- Que maravilla, puedo?
--- Claro Julia, toda tuya.
La chica alargó la mano y la tocó, como le pesaba mucho se ayudó con la otra mano, mientras la sostenía con una mano con la otra la recorría hasta el final, quiso verla en toda su longitud y cogiéndole la cintura del calzoncillo, se lo bajó hasta los tobillos, ahora estaba frente a ella desde su nacimiento acompañada de los huevos hasta el grueso glande, maquinalmente como un robot acercó la boca con la lengua fuera, la tocó y la saboreó, le dio otra lamida, esta vez más larga, se relamió y abriendo los labios intentó meterla en la boca, no contó que sus lamidas despertaron a la bestia, su glande empezó a engordar, ya no era una polla grande, se hacía enorme, pero no se acobardó siguió probando hasta meterse el glande, con las mejillas hinchadas me miró y me guiño un ojo.
Nada más ponerse en pié se sacó la camiseta por la cabeza, el sujetador presionaba las tetas hacia abajo, poniéndolas más tersas y brillantes, se lo quitó dándomelo a mí, se soltó el botón del pantaloncito y me lo puso frente a mí para que se lo bajara, lo hice pero junto a las braguitas blancas, instintivamente se tapó el pubis con la mano, pero entre sus dedos se le veían los labios hinchados.
Juan la abrazó por detrás, la sentó sobre sus piernas como días antes lo había hecho con su madre, también le sobresalía la polla entre las piernas de Julia, sus labios abrazaban el falo por encima y las venas hinchadas de Juan rozaban el clítoris de la chica, Juan se tumbo sobre el sofá, ella no esperó más, ya estaba excitada de mis anteriores caricias y su vagina destilaba jugos, se puso en cuclillas y se fue bajando hacia la polla vertical, suspirando a cada centímetro que le entraba, aguantó hasta que pudo, después se volvió hacia mí y me dijo…
--- Daniel, tu turno.
Me quité los pantalones y el bóxer juntos, mi polla a 45º saltó como un muelle, me puse detrás de ella, le dejé caer saliva entre las nalgas y cuando llegó al ano presioné mi polla contra el agujero rosado de Julia, bajo mi polla estaba incrustada la polla de Juan, al ir entrando una vez metido el glande Julia ya se relajó, su culo ya conocía mi polla pero tener la maravilla que le traspasaba el coño al lado era demasiado.
Al entrar noté las venas de Juan en el interior de la chica, pude llegar hasta dentro, mis huevos chocaron con las nalgas de Julia, ella empezó a subir a lo largo de Juan, cuando bajaba lo hacía con sumo cuidado, yo simplemente la acompañaba en sus movimientos, fue acelerando y de paso metiéndose más cada vez, llegó a superar la cantidad de centímetros que se clavó Berta en su casa, Juan solamente se ocupaba de sostener sus tetas presionándole los pezones, le acariciaba también el clítoris, ella estaba muy excitada, los flujos caían a lo largo del tronco de Juan, yo con el roce de Juan y la visión del mi polla entrando y saliendo del culo de la chica me corrí dentro de ella sin avisarle, simplemente me pegué a ella y con dos golpes le inundé el recto, cuando salí con la polla blanda un hilillo de semen caía sobre la polla de Juan.
Julia no dejó de cabalgar al notar mi eyaculación, Juan le preguntó…
--- Julia me voy a correr, hace mucho que no follo con una chica como tú, donde quieres que lo haga?
--- Dentro Juan, dentro, no me lo perdería por nada del mundo, pero espera un poco, lo haremos juntos.
Cuando Juan levantó las caderas para buscar a Julia, ella se desplomó sobre él, un trozo importante más de polla se clavó dentro de ella, me pareció que no lo notó pues un orgasmo salvaje la sacudió desde la cabeza hasta los pies, se estuvo estremeciendo sobre Juan cuando éste la abrazó atrayéndola, yo detrás de ella veía asustado como ya tenía casi toda la tranca dentro, a Juan también le sacudió como un calambre, sus huevos cobraron vida, se le veían encogerse y estrujarse al vaciarse, por la polla pasaba su semen hasta la matriz de la chica, lo que no pudo retener, se salió entre el poco espacio que había en la vagina, la leche mojó el sofá de Julia.
Tras un rato sobre el sofá Julia fue a ducharse, no tardó nada, vino con una toalla en el pelo, miré a Juan preguntándole si la follábamos otra vez, él miró su reloj y con cara de fastidio, me dijo que no había tiempo.
Uno tras otro nos duchamos y salimos hacia la playa, cuando llegamos Marta y Berta ya nos esperaba vestidas para salir, nos cambiamos y cuando salíamos a la calle Marta le preguntó aparte a Juan…
--- Juan, que te ha parecido mi hija Julia?
--- Me ha encantado, es digna de su madre.
Marta no acabó de entender a Juan, pero se quedó contenta.
Fuimos paseando los cinco hacia la zona de restaurantes, el gentío no dejaba andar, todo estaba lleno, debíamos haber reservado algo.
De momento Marta empezó a saludar llamando la atención a alguien, se volvió a nosotros y nos anunció alborozada…
--- He visto a Jaime, creo que me ha visto también, viene hacia aquí.
Efectivamente al momento Jaime estaba junto a nosotros, nos saludó y le presentamos a Berta y su marido, le contamos que estábamos de fin de semana con nuestros amigos y no encontrábamos mesa en ningún sitio, Jaime no nos dejó terminar, nos propuso un plan.
--- No os preocupéis, estando conmigo no tenéis ningún problema, os venís todos a mi casa del campo, allí cenaremos tranquilos.
Nos miramos y al fin nos convenció a todos, salimos por una calle secundaria y en un aparcamiento estaba el coche de Jaime, era un todo terreno de siete plazas, nos acomodamos y salimos del pueblo hacia el interior, Jaime conducía rápidamente por los caminos vecinales hasta que tras una valla de madera vimos una casa antigua pero restaurada hacía poco, con el mando abrió la verja y una vez dentro bajamos todos.
Entramos en la casa, era fresca y espaciosa, estaba decorada bastante bien, bajo en el sótano nos enseño una bodega donde una mesa muy grande de madera maciza llenaba la estancia, a los lados unas alfombras se reunían frente a la chimenea apagada.
Jaime desapareció un momento cuando volvió nos dijo que ya estaba todo resuelto, sacó unas botellas de vino de la bodega y copas, pronto se fueron vaciando junto a los platos de jamón.
Estuvimos hablando de las playas tan bonitas, le contamos que íbamos a la cala del monte cercano, le gustó mucho, incluso nos confesó que él también iba cuando tenía una buena pareja, dijo que era soltero y de paso sacó el tema de la despedida de soltero que invitó a Marta, simplemente contó que sus amigos casados habían tenido problemas porque alguien se fue de la lengua, luego lo arregló pues nombró que fue por las strippers.
Cuando no había pasado una hora, llamaron a la puerta y una furgoneta nos llevó una serie de bandejas con la cena, Jaime nos aclaró que la había pedido a un amigo cocinero de un hotel, nos alegró la buena idea, pues era un excelente hotel.
Cenamos en la mesa rustica, todavía sobro cena, las bebidas que siguieron acabaron por romper todas las barreras, Jaime claramente se pegó a Marta, ella estaba encantada pues le había tratado como una reina y encima le había proporcionado la mayor fantasía sexual que tenía.
Según íbamos hablando le dejamos claro que las parejas estábamos abiertos a todas la posibilidades, con lo que también fue intimando con Berta o con Julia, nosotros no poníamos objeción a la nueva compañía, Jaime nos cayó muy bien desde el principio, además se equilibraban mejor las parejas.
Marta fue la primera que rompió el hielo, se sentó al lado de Jaime y agradeciéndole un comentario de alabanza de él sobre su belleza, le dio un beso en la boca, él pasada la sorpresa se repuso y la abrazó buscando bajo su vestido, fue como el pistoletazo de salida, no nos fijamos con quien estábamos sentados, nos abrazamos a la persona que teníamos al lado y de los besos iniciales nuestras manos se perdieron bajo las prendas, yo por el aroma reconocí que estaba besando a Berta, sus pezones pequeños me lo acabaron de confirmar, la luz la habían bajado casi del todo, pronto vi resplandecer la piel de los pechos de Marta, las manos de Juan también se habían perdido bajo la falda de Julia, Marta nos llevaba ventaja, cuando yo estaba mordisqueando las tetas redondas de Berta ella ya estaba comiéndole la polla a Jaime, esté tumbado en la alfombra tenía a Marta de rodillas a su lado con la cabeza entre las piernas, se oyó una exclamación…
--- Diosss que polla.
Creí sin equivocarme que era Julia, Berta estaba abierta de piernas sobre la mesa, yo con sus piernas en mi cuello las sostenía verticales mientras por un lado de sus bragas se la metía cogido a sus tetas caídas a su lado, ella resbalaba sobre la mesa y se cogía del canto para evitarlo, en la otra orilla de la mesa se colocó Julia tumbada boca abajo con la falda sobre su espalda, en la mano llevaba las bragas, detrás de ella Juan le metía la polla con cuidado por todo lo que Julia aguantaba y era mucho, su madre ya cabalgaba a Jaime, él solo se ocupaba en mantener sus pezones duros, las tetas no botaban pero parecía que iba a pinchar a alguien.
Cuando alguien apagó el interruptor de la luz no supimos quien había sido, pero al volver a nuestros sitios a ciegas tocamos e intentamos reconocer a que chica teníamos delante, ante lo complicado que era, simplemente buscábamos donde tenía el coño y lo tapábamos, cuando ya lo tenía tapado por mi polla la propietaria del coño me besó, enseguida reconocí a Julia, me abrazo un momento, pero se agachó y solo me quedó su coño por detrás, el movimiento de su torso y su cabeza me indicó que le estaba mamando la polla a alguien, cerca de mi oí a Marta…
--- Hay alguien cerca? Oh, que polla, ya sé quién eres Juan, ten cuidado, por favor.
Los demás nos reímos, menos los que tenían la boca ocupada, unas manos me cogieron de la cintura, me buscó la polla y me la sacó del coño de Julia y se la metió en la boca, por los balanceos de su cabeza y de sus tetas comprendí que alguien le llenaba el coño con una polla desde detrás, no podía saber quién era, hasta que busqué sus tetas y por los pezones pequeños y su grosor reconocí a Berta, mi mano buscó en la oscuridad hasta que tocó carne, pero cuando apreté pensando que era un brazo abarque la polla de Juan, la solté rápidamente, él riéndose dijo…
--- A alguien le he quemado en la mano? Jajaja.
Solo pude que devolverle la carcajada.
Otra mano me tocó la cara intentando reconocerme, me dijo al oído…
--- Me apetece que me la metas por el culo, ahora.
Se dio la vuelta, se mojó el ano con saliva y yo mi polla y apretando cuando reconocí el ano la enterré, no se oyó ningún quejido de la chica.
Encontré a Marta, estaba chupándole la polla a alguien, al notarme se volvió y me dijo…
--- Por fin, te estaba extrañando, méteme tu polla por favor, me tienes abandonada.
No me lo tuvo que decir dos veces, su cintura era fina y mis manos la rodearon mientras iba entrado en ella.
Juan le dijo a alguien que se iba acorrer, una voz que creí que era la de Julia le dijo que en el coño no, prefería en las tetas, cuando Juan jadeaba una serie de chorros mojaron a Julia hasta el pelo, alguna salpicadura llegó hasta mí.
Cerca de mí Berta empezó a suspirar hasta gritar a Jaime que no parara de moverse, al final se corrió en un estallido.
Yo no dejé de moverme dentro de Marta hasta que mis huevos se vaciaron en ella, Julia se subió a la mesa y me pidió que le lamiera el coño hasta que se corrió.
Estábamos todos cansado, sudorosos cuando alguien encendió la luz otra vez, teníamos las caras de agotamiento, por doquier se veían manchas de semen.
Marta dijo que ya era tarde y que debíamos volver al apartamento, Jaime preguntó qué edificio era, Marta le informó y él dijo que lo conocía pues había tenido un apartamento en el cuarto piso y lo vendió porque era pequeño, Berta le contó que habían traído dos colchones hinchables para acomodarse.
Jaime nos cortó de momento, decidió que nos quedáramos en su casa, tenía muchas habitaciones vacías en aquella casa de campo y no consentiría que durmiéramos incómodos, nos miramos y reconocimos que era mucho mejor el plan de Jaime.
Marta preguntó que habitaciones eran, Jaime ideó un sistema para organizarse, les mostró a las mujeres las habitaciones y les dijo que se acostaran a oscuras, cuando salió pegó en las puertas unos números, cuando nos reunimos los tres hombres elegimos en un florero el número de la habitación a suerte, luego nos dirigimos al premiado.
Cuando entré en mi habitación no se distinguía nada, me metí en la cama, las tetas que toqué no me hicieron dudar, su redondez y su perfume la delataron era Berta, me dejó espacio en el centro de la cama para ella poder subirse sobre mí, me cogió la polla hasta ponerla en forma, lo cierto es que no estaba yo inspirado para seguir atendiendo a Berta, y ella después de probar varias veces me dijo…
--- Perdona Daniel, pero estoy muy caliente y necesito un orgasmo ahora, sabes dónde está Juan?
Le contesté que en la primera habitación.
--- Ah! Le ha tocado con Marta, hazme un favor, dile si te puede cambiar la habitación, hazlo por mí.
Llamé a la puerta de Marta y le dije a Juan lo que me había dicho su mujer, el accedió pues sabía que Marta no podía con su polla.
Cuando ya me metía en la cama con Marta unos nudillos llamaron a la puerta, Jaime me dijo que le gustaba mucho Marta y me agradecería si le cambiaba la habitación, no tuve problemas y cuando me acosté al lado de Julia, me dijo…
Me alegro que estés conmigo, le he pedido a Jaime que te buscara, él también prefería estar con mi madre.
Nos dormimos abrazados, a media noche desperté con una erección notable, las tetas de Julia me presionaban el pecho, sus piernas estaban enredadas con las mías, quise moverme y besarle los pezones pero me gustó tanto su cara durmiendo que la dejé seguir.
Por la mañana me despertó el ruido fuera, aún estuve un rato en la cama hasta que Julia se despertó, nos duchamos y salimos, nos dirigimos al comedor, sobre las sillas que habíamos ocupado estaban nuestras ropas ordenadas.
Cuando íbamos a vestirnos llegaron Berta y Juan, mientras comprobábamos que eran las nuestras vino Jaime diciendo…
--- No por favor, un momento, habíamos pensado Marta y yo que podíamos desayunar en la terraza, ya está todo preparado.
Salimos a la terraza, estaba al lado de la piscina a la sombra de un sauce, una chica estaba inclinada sobre la mesa colocando el desayuno, llevaba un delantal blanco.
Cuando Jaime se unió a nosotros llamó a la chica, esta salió de detrás de una silla que la ocultaba y vino directo donde estábamos.
Según venía se quitó el delantal por la cabeza, nos quedamos impactados, no llevaba nada debajo, según se acercaba me fijé en ella, era morena, con el cabello rizado y brillante, tenía dos tetas con unos pezones en forma de pera, sus areolas de color café cubrían las puntas hinchadas, su cintura como una guitarra española con unas caderas que encerraban unos muslos vibrantes al andar, un hilillo de vello negro bajaba desde el ombligo redondo hasta un triangulo negro rizado muy abundante aunque bien recortado.
Nos quedamos paralizados, era una diosa, cuando Jaime dijo…
--- Os voy a presentar a Rosa, es mi hermana pequeña, viene muchas veces a acompañarme cuando mi cuñado tiene el turno de noche en el hotel.
Me fijé en la rosa que tenía tatuada en el pecho izquierdo, ella me miró sonriendo, nos fue besando a todos, a Marta le dijo que su hermano le había contado la despedida de soltero, a Julia le dijo que debería ser su hija por lo guapa que era, a Berta le dedicó otro piropo, a mí que era el más joven y el más deseado pero cuando llegó a Juan le cogió la polla fláccida y le dijo…
--- Tú debes ser Juan, mi hermano me ha contado el buen ambiente que tenéis, pero cuando me ha hablado de ti no he podido resistirme de conocerte.
Le dije que nos había impresionado su belleza y su cuerpo, y le agradecimos a Jaime que la hubiese llamado.
Nos sentamos a desayunar, Rosa había traído todo lo necesario y con la mesa muy bien montada bajo del árbol, rodeados de césped, todos nos queríamos sentar cerca de Rosa, no sabíamos que hacer para ganar sus favores, Juan más decidido, se levantó y sin mediar palabra dijo…
--- Voy a proponer un reto, espero que os guste.
Apoyó su polla ya erecta sobre la mesa, era impresionante, se puso a repartir a lo largo del tronco la mermelada de ciruela, naranja y melocotón que encontró, después puso unas fresas encima y dijo…
--- La chica que se coma todo la tendrá de premio.
Nos quedamos sorprendimos al ver el premio, pero como los hombres quedábamos excluidos Marta le dijo a Berta que se subiera a la mesa y se tumbara, lo hizo y le fue rociando nata sobre su cuerpo, las tetas las hizo desaparecer, el ombligo lo llenó y el coño lo cubrió entero después le metió el bote en la vagina y presionó el botón, se llenó de nata hasta rebosar, por último le puso unas guindas en los pezones y en el ombligo, después anunció…
--- Ya está, ahora debemos comernos los dos premios y no debe quedar nada en ninguno de los dos.
--- Y quien sea el último también probará la polla de Juan, sea hombre o mujer.
Lo dijo Julia riéndose y puso a Juan frente a su mujer, le encaró la polla en su coño y empezó a presionar cuando dio la salida, según iba entrando la polla en Berta la mermelada se escurría y la nata salía de Berta a presión, nos lanzamos todos a comer y no dejar que cayera nada, al principio los hombres se dedicaban cómodamente a Berta, pronto quedaron las tetas relamidas, pero cuando vimos peligrar la mermelada de la polla, ya perdimos los prejuicios y nos lanzamos junto con las chicas a chupar mermelada sobre el tronco de Juan.
Entre risas y empujones acabamos con toda la mermelada y nata de la pareja, Rosa era la que más se afanaba en terminarla, se aferraba al glande y lo dejó rojo brillante, nosotros acordamos dejarla ganar, se lo había trabajado a conciencia.
Rosa se acercó a mí y me preguntó…
--- Hola, tú te llamas Daniel verdad?, y eres el más joven?
--- Pues sí bueno, Julia es unos meses mayor,
--- Se nota, todas están locas por ti y lo entiendo.
Lo dijo mientras me cogía la polla semi dura.
Nadie podíamos disimular nada, nuestras pollas subían y bajaban a la menor ocasión.
Cuando Rosa se dispuso a cobrar su premio se acercó a mí…
--- Daniel, voy a intentar meterme la polla de Juan, pero el premio completo sería si tú me metieras esa polla gorda que tienes, es la más gorda, la de mi hermano la tengo muy vista y probada.
--- Quieres decir que has probado la de tu hermano por el culo?
--- Claro, desde muy jóvenes estamos follando y cuando tenía la regla siempre me la metía en el culo, ahora me vengo a hacerle compañía cuando mi marido no está en casa.
--- No te preocupes, te llenaremos entre los dos, pero tu marido te la mete también?
--- Algunas veces pero cuando lo conozcas verás la diferencia.
--- Es que va a venir?
--- Si, le he llamado, nos traerá la comida y se quedará con nosotros.
Juan tiró de su mano, según andaba sus nalgas se movían sensualmente, nuestras pollas se elevaban a su paso.
Sobre una toalla en el césped se tumbó boca arriba, Rosa se fue subiendo sobre él besándole los muslos, al mismo tiempo la polla caída sobre su vientre sobrepasaba el ombligo de Juan, cuando le lamía los huevos, la polla alcanzó su máxima dureza y la nuestra al ver el culo abierto de Rosa agachada, todos estábamos rodeando a la pareja y cuando Rosa se subió sobre la polla nos acercamos más, no nos queríamos perder el espectáculo de ver entrar esta estaca dentro del coño de Rosa, me fijé que lo tenía perfecto, simplemente era una ralla perfecta, parecía estar cerrado con una cremallera, no se notaba ni el clítoris ni los labios menores en la vagina, estaban depilados solo desde que empezaban en el monte de Venus hasta el culo, por encima la mata rizada indicaba el fuego que tenía dentro.
Cuando estaba apuntando el glande bajo de ella se volvió y me llamó.
--- Daniel, por favor, trae mantequilla de la que ha sobrado y bastante cantidad.
Yo me acerque a ella y se la di, lo que hizo no lo esperábamos nadie, me cogió la polla y me la untó, luego la de Juan, por último se llenó el coño y el culo. Después se fue incrustando el falo gigantesco y cuando entró el glande suspirando me hizo señal que se la metiera en el culo, yo me aplique mientras que las chicas me animaban.
El glande mío desapareció ayudado por la mantequilla y el arte de relajarse de Rosa, alcancé al de Juan dentro de Rosa y seguimos los dos juntos, cuando yo llegué al máximo él siguió todavía, aún le cabía, la chica sudaba, por la espalda le caían gotas gruesas que se escurrían hasta las puntas de los pezones.
Las manos de las chicas estaban escondidas entre sus respectivas piernas, estaban dedicando a sus clítoris un masaje intensivo, Jaime sentado en una silla estaba recibiendo de Marta una mamada que le llevaba al cielo, Berta al lado de Julia le pasaba la mano por encima del hombro y le rozaba los pezones distraídamente, las dos gemían recibiendo sus orgasmos.
Rosa me decía que estaba realizando su mejor fantasía, una polla gigante en el coño y otra súper gorda en el culo, su corrida fue violenta, subía y bajaba sobre Juan hasta que notó dentro como Juan se vaciaba los huevos, yo al notar cómo salía la leche por su tronco aceleré y antes de que Rosa terminara su orgasmo la llené de mi semen.
Oímos toser a Marta, Jaime le había llenado la garganta de leche caliente y ella no pudo tragar toda.
Cuando Rosa cayó al lado de Juan pude sacar la polla casi blanda, los espectadores aplaudían, los tres nos lanzamos a la piscina.
Al rato llamaron y Jaime liado con una toalla salió a abrir, vino acompañado de un chico, de apariencia atlética, con una camiseta ceñida con el nombre del hotel, Rosa nos lo presentó, no pareció extrañarse de que estábamos todos desnudos, por eso se quitó la camiseta, se estiró mostrando todos sus músculos, y quitándose los pantalones se lanzó al agua, llevaba un slip tipo bikini ceñido, se le notaba el paquete, cuando salió del agua llevaba el slip en la mano, de su pubis depilado salía una polla erecta bastante larga pero muy delgada, Rosa me miró de reojo, entendí que quiso decir cuando me dijo que no notaba la polla de su marido.
Berta tuvo que ir a buscarlo mientras estaba haciendo ejercicios en el césped y cogiéndolo de la polla lo tumbo sobre el césped y se sentó sobre él, no tardó de saltar sobre él mientras movía sus bíceps, quiso correrse pero no lo consiguió, cuando el chico lo hizo, ella fue a buscar a su marido, era el único que la calmaba, se agacho sobre la mesa y Juan le metió la polla consiguió correrse, Juan se reservó a otro coño.
Rosa me dijo que cuando nos fuéramos mandaría a casa a su marido con la excusa de limpiar la casa y se follará a su hermano, él sabía cómo hacerla gozar.
Con la tarde ya avanzada Jaime nos llevó al apartamento, recogimos todo y nos despedimos, quisimos pagarle los gastos pero no consintió, Marta le prometió que le llamaría cuando volviera, él la besó mientras ella metía su mano por dentro de la bragueta del su pantalón.
Salimos a la carretera, después de un buen rato me dejaron en casa, les agradecí a todos el fin de semana, ellos me dijeron…
--- Hasta la próxima.
Continuará
Agradeceré sus comentarios