Para siempre ¿tal vez?

El deseo de sentirla a profundidad se empezaba a volver incontrolable.

CAPITULO I

Podía sentir sus labios recorriendo mi cuello. Giré mi cabeza para gemirle al oído y sentí como el perfume de su cabello se colaba por mis fosas nasales. Un olor a fresas con vainilla invadió mi olfato. Sonreí ante la sensación de bienestar que me produjo su aroma. Continúo bajando con sus besos por mi pecho, mis dos pezones se erizaron con su contacto una leve risa salió de su boca y empezó a succionarlos.

El deseo de sentirla a profundidad se empezaba a volver incontrolable. Intente sujetar su cabeza con mis manos para evitar que se alejara, pero adivinando lo que haría me inmovilizo tomándome de las muñecas, sonreí divertida por su juego.

Beso mi abdomen, dibujo tres letras con su lengua en mi cadera que no logre distinguir. Levante mi cadera desesperada buscando más contacto, me incorpore para poder observar su rostro, pero se agacho para besar mi entrepierna.

Pude sentir el calor de su aliento chocar con mi humedad, la necesitaba, sentía el deseo quemarme la piel.

“bip, bip, bip…”

El sonido de mi alarma me saco del sueño. Apague el despertador y me quede unos minutos mirando el techo de la habitación.

-          Buenos días mi amor – la voz de mi novia me saco de mis pensamientos.

-          Buen día mi vida – le respondí mientras me giraba para besarle la frente.

-          ¿Estás bien?

-          Si. ¿Por?

Hizo un ademan indicándome que verificara mi frente. No había notado que estaba sudando.

-          ¿Otro sueño? – me pregunto como si se tratara de algo ya normal.

-          Si. – cerré mis ojos intentando dispersar mi mente.

-          ¿Al menos esta vez lograste verle la cara? – tomo mi rostro girándome hacia ella, abrí mis ojos para ver como levantaba una ceja en señal de molestia.

-          No. Estas celosa? – Me preocupaba que lo estuviera.

-          No. Si solo llevas dos meses soñando con ella. – levanto los ojos para reforzar ese comentario irónico, me dio un beso en los labios y se dirigió al cuarto de baño.

Tenia razón, llevaba dos meses aproximadamente teniendo sueños con una mujer a quien no lograba verle el rostro, hasta ahora solo identificaba el sonido de su risa y el olor de su perfume.

Había pensado en acudir a un psicólogo, uno especializado en regresiones para descubrir si se trataba de alguien de mi pasado. Pero no lo sentía correcto, conocer la identidad de la mujer de mis sueños no era justo para Claudia, sentía como si la estuviera engañando.

Claudia no lo merecía y menos a tres meses de nuestra boda. Hasta ahora había sido muy paciente encargándose prácticamente de todo. Teníamos cinco años de noviazgo. Nos conocimos en la universidad. Ella estudiaba Bellas artes y yo literatura.

Hicimos clic al instante, sin darnos cuenta estábamos saliendo, seis meses después ya éramos novias y cuatro años más tarde nos comprometimos. Tras un año de compromiso finalmente fijamos la fecha.

Nuestros amigos y familia estaban emocionados con nuestra relación, yo estaba por terminar mi primer libro y ya tenía varias editoriales interesadas en publicarlo, Claudia tenía en dos semanas una exposición en una galería importante de la ciudad, todo marchaba bien. Éramos afortunadas.

Escuche que Clau se estaba duchando de modo que entre al baño a lavarme el rostro. Me mire al espejo, tenia ojeras era preciso que descansara mejor, además necesitaba un corte de cabello. Cepillé mis dientes y me dirigí a la cocina para prepararnos el desayuno.

“miiiaaaauuuu” Fofo se estiraba en su cama. Me agache para cargarlo. Adoraba su pelaje negro brillante. Tenia tres años con nosotras. Lo encontramos bajo un puente una mañana que salimos a hacer ejercicio.

El resto de la mañana transcurrió de forma normal. Luego del desayuno Clau iba a su estudio y por la tarde daba una clase de dibujo.

-          Te espero a las 5 amor. – me beso para despedirse.

-          Si cielo.

-          No llegues tarde por favor. Cierran a las 6 y necesitamos elegir pronto el pastel.

-          Estaré ahí amor. – le guiñe un ojo.

-          ¿Tienes la dirección de la pastelería?

-          Eeehhh – no recordaba donde había puesto la tarjeta.

-          Ay Valeria, que voy a hacer contigo? – saco otra tarjeta de su cartera y la coloco sobre la mesita que teníamos en la entrada.

-          ¿Amarme hasta que muera? – le sonreí encogiendo mis hombros.

Me lanzo un beso con la mano y se fue. Me quede en la ventana un momento viendo como se alejaba, era una mujer preciosa. Media un metro con sesenta y cinco centímetros. Era un poco más alta que yo, pero solo por un par de centímetros. De contextura esbelta debido al yoga, ojos color avellana y unos labios perfectos, pero lo que mas me encantaba de ella era su cabello, ondulado y rojizo.

Un suspiro escapo de mí y sonreí feliz por mi vida, fui a mi estudio y me senté a escribir, las palabras fluían sin problema y con ellas las horas. Clau me llamo a las 3 de la tarde para recordarme la cita en la pastelería, decidí sorprenderla y dirigirme a su estudio para presenciar su clase, ir juntas a elegir el pastel y después invitarle a cenar.

Me duché, me vestí semi formal y salí de casa. En el camino le compre un ramo de flores blancas que le encantan, al cabo de unos minutos llegue a su estudio. Entre y el lugar parecía estar vacío, fui a la habitación donde daba su clase y vi su sombra tras un biombo, me acerqué sin hacer ruido para sorprenderle, pero me tropecé con un caballete y caí, lo siguiente que paso me paralizo. La persona que estaba tras el biombo se acercó casi corriendo para ayudarme.

-          ¿Se ha hecho daño? – me pregunto ayudándome a levantarme.

No podía contestarle. El aroma a fresas con vainilla que provenía de esta chica me había quitado las palabras.


Hola.

Hace unos meses escribi Esta vez no y recibio una buena acogida. He vuelto con un relato un poco diferente con la única finalidad de entretener. Si es de su agrado lo continuaré.

Saludos desde la mitad del mundo.

Yabel