Para leer con una mano
Para que este relato te sirva a lo que buscas te aconsejo que te vayas quitando la ropa y procura estar listo antes de empezar a leerlo....
PARA LEER CON UNA MANO
Querido lector no te fastidiaré con el previo de la historia ni con un hermoso desenlace en un te amo; seré directa, pensando en ti, que ahora mismo tienes una mano ocupada.
Su lengua se metía en lo más profundo de mis adentros, bebiendo de mis jugos, mientras su nariz, su boca y sus pómulos brillaban empapados en ellos y el placer me iba embargando in crescendo. Yo casi no aguantaba los gritos que se me ahogaban en la garganta y me esforzaba por no apretar las piernas contra su cabeza, para no ahogarlo. Mis manos se desvivían en mis senos, pellizcando con fuerza, girando los pezones entre mis dedos y él alternando su lengua y sus dedos, adentro afuera, adentro afuera. Dios, ¡qué placer!
Hacía unos momentos era yo quien hacía el trabajo. Aún en mi boca sentía el sabor agridulce de su semen. Cómo me excitaba cuando sentía su gran vena latir en mi labio inferior, justo antes de acabar; en esos momentos es cuando más chupaba con fuerza, y hacía a mi lengua viajar circularmente por la cabeza mientras mis mejillas se contraían completamente haciendo más intensa la succión; sabía que no aguantaba mucho más cuando le hacía eso y me enloquecía dejarlo a mi merced. Luego el líquido estallando en mi garganta, en mi paladar, en mi lengua, y yo saboreándolo lasciva. Dios ¡qué delicia!
Ahora él me pagaba el placer recibido mientras se recuperaba de mi boca, y ¡qué bien lo hacía!, era un maestro apretando su dedo pulgar en mi clítoris mientras su lengua lameteaba entre mis labios mayores y dos o tres de sus dedos entraban una y otra vez en mi sexo. ¡Y cuando presionaba con el otro pulgar alrededor de mi otro orificio!, cómo me conocía, sabía que yo no aguantaba más cuando me hacía eso y gritaba desesperada:
¡Métemela ya, por favor métemela ya!
Y él presto y también desesperado, ya recuperado totalmente, gateaba rápidamente hacia mí, me giraba y me hacía cabalgarlo, ¡le encantaba que lo cabalgara! Y es que yo, modestia aparte, tengo un movimiento de caderas que enloquece al más pintado, adelante-atrás, arriba-abajo, en círculos, y él presionando mis nalgas y yo restregando mi clítoris contra su pubis, todo era un perfecto momento y mil gemidos, él resoplaba, yo gemía hasta que los ruidos se convertían en gritos y al sentir su semen mi cabalgata viraba galope y me explotaba el cuerpo intensamente sobre él.
¿Qué importa lo que venía después?, ¿su nombre, mi nombre?, nada interesan, mi querido lector, si aún te ha resultado demasiado corto, simplemente léelo de nuevo desde "su lengua se metía en lo más profundo de mis adentros" hasta "me explotaba el cuerpo intensamente sobre él", ponle tú las estampas, tú los nombres, tú el antes y el después y te aseguro, tu mano descansará en paz en tu sexo luego de un buen orgasmo.