Para J
Fantasía de un engaño.
La puerta suena al cerrarse y el móvil ya está entre mis manos. Juego con él nerviosa y mis dedos empiezan a teclear con rapidez: y,a,_,e,s,t,o,y,_,s,o,l,a,. A medida que tecleo los dedos se me van agarrotando y siento un reguero de sudor cayendo por mi espalda. Finalmente logro acabar: t,e,_,n,e,c,e,s,i,t,o,_,Y,A,!...
Leo el mensaje y un dedo resbala sobre la tecla de envío. Mi novio se ha ido contento a ver el partido de fútbol más importante del siglo y yo estoy a punto de traicionarle. Cuesta horrores apretar esa diminuta tecla. Una simple presión y ya nada será igual. Nunca algo que he deseado con tantas ganas me ha costado tanto... Giro y jugueteo con la traición pasando de mano a mano.
Nos hemos visto desnudos por la webcam. Él me ha visto como abría mis piernas y me metía los dedos hasta correrme y ha venido desde lejos para aprovechar esta pequeña ocasión de dos horas y yo me planteo dejarlo ahí colgado, en la calle, mirando con ansias hacia mi ventana y esperando oir el zumbido de un mensaje entrante.
Me siento en el sofá. Recojo los pies y dejo descansar el móvil sobre mi regazo. Con los ojos cerrados y la cara mirando al techo recuerdo su cuerpo, sus abdominales infinitas grabadas en su vientre a base de inacabables horas en el gimnasio, sus pechos depiladísimos, sus fuertes brazos y su enorme polla colgando más allá de medio muslo... Siento como mi herida eterna empieza a supurar sobre las bragas, como mi piel se pone de gallina... El pulgar presiona el botón... Mis ojos se abren: rojo, rojo, he apretado el rojo.
El mensaje se cancela y mi traición se queda en borrador, en un croquis sin pintura.
Respiro aliviada y lanzo el aparato lejos de mí y de cualquier replanteamiento y me dejo caer sobre los cojines de plumas hasta quedarme estirada. Miro la tele pero no la veo. Mi mente está repleta de dos cuerpos sudorosos, lametones, jadeos y fluidos... Mis manos buscan cobijo y lo encuentran más abajo, entre mis piernas. Nada más meterse dentro de las bragas todos mis pensamientos se desvanecen y se convierten en aire al meter el primer dedo. Con el camisón recogido por encima de la cintura y un bulto moviéndose en mis bragas me rozo un costado del cuello y voy bajando. Al llegar a mis tetas siento el otro dedo empapado entrando y saliendo de ese cojín resbaladizo que he encontrado dentro de las bragas. El primer jadeo sale del fondo de la garganta mezclándose con el ruido de un timbre lejano. Una repentina subida llega al clítoris y vuelvo a jadear con fuerza e insistencia... La misma que demuestra el timbre.
Me obligo a volver a la realidad. Mi cuerpo sigue flotando entre las nubes del placer mientras miro la puerta. ¿Quien será?, ¿Qué querrá?
A medio camino, en mitad del pasillo me quedo petrificada... Y, ¿si es él?
Logro avanzar un pie y el otro le sigue por inercia. Cuando mi mano agarra el tirador de la puerta mi mente ya sabe la respuesta.
Abro. Tengo que levantar la mirada para mirarle a la cara, pero la aparto de inmediato demasiado avergonzada por mis pensamientos. Él no tiene estos problemas y no me mira a los ojos precisamente. Casi puedo sentir como resigue mi cuerpo, mis curvas y como se para ante las pequeñas protuberancias que se graban en la fina tela del camisón a la altura de mis pechos.
Sin pensarlo me lanzo a sus brazos y nos fundimos en un largo abrazo. No hay palabras ni reproches, sólo el calor de dos cuerpos ardientes. Noto como mi respiración se acelera y mis bragas vuelven a mojarse. Es mucho más grande de lo que suponía, sus dos brazos podrían partirme como si fuera una ramita, pero yo me siento más segura que nunca.
Me separo un poco y le dejo pasar. Él me sigue por el pasillo sin decir nada.
Y sin decir nada yo me paro.
Sus manos se posan en mis hombros.
-"Dímelo"- es todo lo que sale de su boca.
Sus manos hacen que mis hombros ardan, que las piernas flojeen... Sólo de pensar lo que puede conseguir su polla todo mi ser se estremece. -"Te necesito. Aquí y ahora"- es todo lo que él necesitaba oír y yo decir.
Él resopla aliviado y me abraza de nuevo, un gesto que no me esperaba. Pensaba que, lleno de desesperación se abalanzaría sobre mí sin contemplaciones, pero no: Sus labios besan mi cuello con ternura y amor, sus manos bajan por mis costados con sumo cuidado, asegurándose de no tocar ninguna parte indecorosa. Me está dando cancha para retirarme, pero ya no hay marcha atrás... Yo me separo de él.
No puedo verle pero me imagino su gesto contrariado, pensando que me he pensado mejor la oferta hecha por el messenger la semana pasada.
Apoyo mi cara contra la pared. Siento la áspera pintura contra mi mejilla. Mis manos van bajando.
Empiezo a tirar del camisón hacia arriba, dejando a la vista mis muslos, mi culo, mis bragas... Con lentitud saco un poquito el trasero, lo justo para que el camisón descanse sobre él.
Separo las piernas y él se acerca con unos movimientos inesperadamente gráciles para alguien tan grande. Sus manos vuelven a mis hombros, a mis brazos, a mis manos y, entrelazando sus dedos con los míos, los aprieta en un gesto más propio de alguien que se dispone a hacer el amor que a follar. Sus dedos juguetan con los míos, sobre mis nudillos, recorriendo el perfil de mis uñas... Su aliento resbala por mi cuello y cae por mi hombro mientras, entre mis nalgas, noto la prueba de que no está tan tranquilo como quiere aparentar.
Disfrutando de la ternura me sorprende al subir rápidamente mis manos y presionarlas contra la pared, dejándome en una interesante postura de cacheo.
-"Empezaremos por lo que más te gusta"- me deja caer directamente sobre el oído derecho mientras presiona sus ingles contra mis nalgas. Inmediatamente noto mis bragas mojándose y convertidas en un tanga por las maniobras de mi amante. Con la punta de un dedo me roza la parte interna. Toda la piel se me pone de gallina.
Sus manos van rápido y bajan mis bragas lo justo para descubrir mis nalgas y la oscura línea que las separa y define y se cuelan dentro, muy dentro.
-"Uumm, estás chorreando". Durante unas décimas de segundo hasta me avergüenzo, pero me olvido al notar como mis caderas se deslizan al son que marca ese dedo explorador.
Para demostrarle lo que dice bajo mi mano derecha y se la paso por la nariz.
Él capta enseguida la naturaleza del olor que lo impregna y sonríe: -"marrana, te has estado tocando, eh?" yo no contesto pero sí le meto el dedo en la boca, cosa que él aprovecha para lamerlo a consciencia.
Su dedo no dura mucho dentro de mí ya que, para darme "lo que más me gusta", necesita sus dos manos... Para abrirme las nalgas y poder llegar con su lengua donde yo necesito.
Casi me derrito al sentir mis nalgas separándose bajo sus manazas y su lengua rozando la parte interna... Aaah...
Y cuando llega al fondo... Aaaaaah, su lengua juega con el sorprendido ano sin darle tregua, mareándolo y obligándole a abrirse lengüetazo a lengüetazo.
Menos mal que he sido previsora y me he duchado antes porque me está comiendo hasta el tuétano desde ahí detrás con su poderosa lengua que, junto a mi fácil y experimentado culo, permiten que todo lo que sale de sus labios acabe por completo dentro de mi ojete. Enloquezco al sentir su saliva acumulándose y cayendo por mis piernas, y al notar sus mejillas luchando con mis nalgas en un batalla perdida desde el inicio. Luego prosigue con unos lametones eternos y continuos, con su lengua convertida en un pala que recoge todo mi aroma trasero sin ningún tipo de reparo. Me abre con fuerza con sus manos, tensando y deformando mi oscuro agujerito hasta hacerle olvidar su forma original y, poco a poco, abarcando más y más.
Aprovechando la ocasión yo me inclino un poco y, levantando el culo, le permito llegar más allá, hasta la parte inferior de mi coño. Entonces empieza un intercambio de fluidos entre los dos huecos creando un cocktail explosivo, inexorablemente creado para volverme loca. Cada vez que me roza el coño un doloroso calor se acumula en el fondo de mi raja, como si fuese un tigre agazapado a la espera de poder saltar sobre su presa... y cada lametón hace que esa presa se acerque más y más...
De repente me giro y, agarrándole la cabeza, se la estampo contra el felpudo de la entrada principal. Él gruñe demostrando su desaprovación pero , de momento, hay que olvidarse de la entrada de servicio. Levanto mi pierna derecha y poso la parte posterior de mi rodilla sobre su hombro, mi pantorrilla en su espalda y mi trazo vertical sobre sus labios. El camisón cae cubriendo su cabeza que se ha convertido en un bulto que se mueve bajo la tela. Y se mueve de delante a atrás, de derecha a izquierda, y mis caderas la siguen en un ritmo creciente y con una finalidad clara: placer, placer y nada más.
Empieza abriendo mi raja con toques suaves de su lengua, resiguiéndola lentamente en toda su longitud. Sus muestras de desapruebo le duran poco al catar todo mi jugo bien calentito, pegajoso y abundante.
Me lo imagino ahí abajo con los ojos cerrados y extasiado por mis aromas y sabores concentrado en darme placer. Lo hace muy bieeen, pero necesito más: agarro su cabeza y la empotro entre mis piernas, marcándole claramente lo que necesito. Empiezo con un vaivén lento y suave que voy acelerando hasta, literalmente, follarme yo misma con su lengua. Él se limita a sacar su endurecida lengua y dejarse llevar haciéndome disfrutar de un buen y auto "mete-saca". Al presionar hasta el fondo él mueve su cabeza de lado a lado con rapidez rozando con su nariz mi clítoris. Cada vez que lo hace mis piernas flaquean y tengo que afianzarme contra la pared mientras un aullido se gesta en mi garganta y, cuando lo saco, vuelvo a iniciar esa paja-cunnilingus que me enloquece.
Y así, sin pasar del pasillo, es como me voy de viaje entre las estrellas, volando entre constelaciones infinitas lanzada a chorro por el proyector que tengo entre las piernas. Yo sujeto y mantengo su cara bien hundida sin importarme si puede respirar o no mientras me corro sobre su lengua, derramándome en su cara con súbita violencia y generosa abundancia. Yo me convulsiono mientras él lo acepta todo respetando mi placer, mis necsidades. Le amo. Le quiero. Me corrrroooo!!!!.
Cuando logro abrir los ojos él está de pie ante mí, con su cara brillando con mi corrida. Mis bragas descansan en el suelo alrededor de mi tobillo derecho y de un mar de placer que, mientras él mete su lengua en mi boca, grabo en mi aturdida mente para poderlo limpiar más tarde.
Su lengua me brinda mi propio placer y haciéndome saber a qué sabe mi propio coño. Sus pectorales presionan mis tetas, sus manos acolchan mis mejillas y mi cuello y su polla apunta entre mis piernas dándome un pista de sus necesidades...
Mis manos bajan de inmediato. Nuestras bocas continúan enzarzadas mientras le bajo la cremallera y meto una mano dentro. Como he dicho antes ya se la había visto antes por la webcam, pero no estaba preparada para semejante... cosa. No llego a abarcarla toda. Mi muñeca queda atrapada dentro de la cremallera y las puntas de mis dedos no consiguen llegar al final. Aquello continúa un buen trozo más agazapado y presionado dentro de los pantalones. Sólo de pensarlo se me hace la boca agua... Y algo más que la boca.
Vuelvo a sacar la mano y desabrocho el botón. Los pantalones caen solos y no me puedo creer lo que ven mis ojos: el alargado bulto casi llega a un costado de su cintura. La propia gravedad de ese cuerpo celeste me atrae hacia él hasta dejarme de rodillas. A la altura de mis ojos sus calzocillos con la polla perfectamente grabada en ellos: las venas, el prepucio... Los bajo de un tirón y el pollón emerge poderoso dándome un golpe en la nariz. No he podido evitarlo, ni lo he visto venir.
Desde tan cerca, eso supera cualquier cosa imaginable. Incapaz de decir nada la cojo con una mano... Casi ni se nota. A continuación pongo la otra mano. Más de media polla sigue a la vista palpitando con tanta fuerza que llego a preguntarme si no tendrá un corazón propio.
Acerco mi cara y me la paso por una mejilla. Su suave y lisa piel calienta mi mejilla y llega hasta mi oreja. Saco un poco mi lengua y le doy un tiento.
Con mi lengua en su tronco le miro a los ojos. Él sostiene la mirada y me sonríe mientras recoge un mechón de mi cabello tras la oreja.
Abro la boca.
Más.
Un poco más. Las mandíbulas me chirrían al llegar al límite. Saco la lengua y le doy un tiento a la punta.
Él resopla y, sin darle tiempo a más, ataco con todas mis ganas.
Dos manos en la base y mi boca forzando desde la punta pero no llegan a acercarse ni por asomo. Un buen tramo de polla sigue al aire... Deberé esforzarme mucho para recortar distancias. La punta llega enseguida al final de mi boca y decido seguir con el típico vaivén rápido y acompasado, con la piel del prepucio acumulándose entre mis labios y la fina piel del capullo rozando mi paladar y mi lengua. Poco a poco consigo tragarme un poco más de ese diámetro monstruoso mientras mi cabello me tapa la cara incapaz de mantenerse en su sitio ante tanto trajín.
Nunca había tenido en mi boca algo semejante y mi coño demuestra su aprobación a chorros.
Mi cabeza presiona y la polla va entrando. Levanto la barbilla para reducir el ángulo de mi cuello y el monstruo avanza un poco más. La garganta se obstruye y mis pulmones dejan de recibir aire.
Presiono más.
Y más.
Ya está en mi garganta.
Le miro. Él sonríe. Yo también lo haría si pudiera: nunca había visto la muerte de tan cerca.
Masajeo sus pelotas con una mano y con la otra le hago una paja.
Él mira al techo y nombra al Señor entre gruñidos. La polla se endurece.
Temiendo por mi vida, la saco rápidamente. Aspiro con ganas la primera bocanada de aire que parece devolverme la vida. Junto al aire entra algo más de propina con una potencia bestial, justo hasta el fondo. Cierro la boca y el resto cae en mi cara, en mi nariz... Cuando se corría sobre la mesa en nuestras sesiones de ciber ya me parecían unas corridas descomunales, pero al sentirla en mis propias carnes no tengo manera de describirla... Y mucho menos tragarla.
Él mismo me limpia la cara... Con mis bragas. Su placer se une al mío en una amalgama de fluídos y olores que refriegan mi cara y dejando prenda para el arrastre.
Pretendía ofrecerle algo para beber o comer, pero está claro que sus necesidades van por otros lares: sin darme opción me levanta una pierna y dirige su trabuco -que no da síntomas de debilidad- hacia el centro.
-"Espera. Vamos a la cama"- consigo decirle.
-"lo que tú quieras"- contesta sin quitarme el ojo de encima y la punta de abajo.
Le cojo de la mano y lo conduzco hacia mi habitación.
No necesitamos ni preliminares ni nada parecido y, nada más caer sobre el colchón, ya busca el orificio principal.
Los dos estirados de costado mirándonos como los desconocidos que somos, como dos tontos que no entienden que están haciendo ahí y no tiene otra opción que obedecer a sus cuerpos. Él me acaricia con el dorso de su mano derecha y yo muevo mi brazo de arriba a abajo con su polla entre mis dedos en una maniobra tan innecesaria -ya no puede estar más preparada- como excitante -me encanta recorrer su tronco y notar como la punta sube por mi antebrazo.
Me besa la frente y su mano izquierda se coloca bajo mi rodilla derecha. Cuando el beso se traslada a mi boca mi rodilla es alzada dejando mi coño lo más abierto y expuesto posible. El momento de sentir mis entrañas abriéndose en canal se hace esperar tanto que creo que bajo mi pierna levantada saldrá humo en cualquier momento.
Gracias a Dios su cadera se decide a dar el empujón. Siento como mis pétalos rosados se abren y eso repta hacia mi interior. Soy incapaz de seguir con el beso. Mi lengua yace inerte en mi boca. Le muerdo un labio.
Estoy ligeramente asustada porque nunca me han metido algo semejante. No sé si lograré estar a la altura.
Él parece captarlo y empieza con tranquilidad, metiendo y sacando lentamente un cachito... ¡pero qué cachito!
Yo me mantengo quieta a la espectativa de sentir el primer atisbo de dolor pero de mi coño llega de todo menos eso.
Recupero el beso de mi boca y los envites empiezan a subir de intensidad. Su brazo me fuerza más la pierna y la polla lo imita con el coño.
Empiezo a jadear.
La polla intenta entrar del todo.
Grito.
-"¿Te he hecho daño?"- me pregunta realmente preocupado.
-"No,no. Sigue. Dale fuerte."
Su cuerpo gira y se coloca encima de mí. La polla entra sola bajo el peso de su cuerpo. Me encanta sentirlo sobre mí. Me encanta estar tan lubricada. Me encanta descubrir lo profunda que soy.
Noto los huevos chocando contra mi culo y me invade una sensación de euforia.
Él me observa fijamente mientras su culo se separa de mí. Más de media tranca sale al exterior. Mis manos se separan de su espalda y caen en su culo animándole a presionar más. Más. MAS!!.
Mis pies se entrelazan sobre su culo y presionan con ganas de ser follada lo más fuerte que pueda. Un talón se cuela entre sus nalgas y entonces, como si de un caballo espoleado se tratara, me dedica unos golpes de cadera memorables.
Grito convencida que me va a partir en dos. Nuestros sexos emiten el ruido característico de dos caracoles patinando y él se retuerce para llegar a chupar una de mis tetas. Al conseguirlo aspira con tantas fuerzas que creo que se ha tragado el pezón. Pero no, el botoncito sigue ahí zumbando de placer. El otro corre la misma suerte y me veo obligada jadear como una perra.
Al principio me limito a seguir el sube-baja de sus glúteos pero enseguida no puedo evitar amasarlos, arrañarlos y presionarlos con saña hacia mí desde abajo.
Furtivamente un dedo se cuela en la oscura rendija que los separa encontrándose un ambiente denso, húmedo, sucio y sudado.
Tanta fricción es insoportable para cualquier coño humano y la sensación de un incipiente bigbang me vuelve loca: muerdo su hombro, presiono el dedo hacia su ojete al tiempo que, con la otra mano le pido que la mantenga un rato en el fondo. Como siempre me entiende a la perfección y mantiene toda su porra hundida hasta las pelotas, y me mira. Y yo a él. Y le beso. Y él a mí. Y le meto un dedo en el culo. Y él describe pequeños círculos con sus caderas. Nuestros vellos púbicos se enredan y cosquillean sobre la piel del otro y... Y... Me corro otra vez!!!
Mi cara sale disparada hacia atrás mirando al techo pero sólo viendo un tapiz blanco y negro lleno de puntos brillantes. Mi cuerpo se sacude bajo el suyo. Mis dientes dejan una marca en mis labios y el dedo atraviesa la puerta arrugada de su ano y mi coño llora sobre su barra de acero... Y grito. Grito con todas mis fuerzas.
Abro los ojos.
Él me mira fijamente. Y sonríe.
-"me encanta ver como te corres".
-"Y a mí... Y a mí... Co...correrme"- le digo como puedo.
Al volver de mi viaje interestelar poe el pais de Alicia la polla sigue clavada en mí como una estaca.
Al recuperar el control de todo mi cuerpo lo primero que hago es sacar el dedo de su culo y, a continuación, agarrando sus nalgas giro sobre su cuerpo. Ya estoy encima con su verga bien clavada y con el control de la situación.
Me dejo caer sobre él. Le beso la barbilla, el labio inferior y con una mano entre los dos le agarro la polla y la saco de mi interior. Parecen pasar años y años a medida que voy extrayendo carne. Tengo la sensación de ser una maga que hace un truco de esos que sacan un pañuelo enorme de su puño. Cuando por fin sale la cabeza inicio un suave fregoteo a lo largo y alrededores de mi raja
-"no voy a parar hasta que te corras"- le digo en tono desafiante mientras muevo mis caderas lentamente en círculos.
-"A ver quien se correrá antes"- me contesta.
-"Uuuy, me ha salido chulito..." y, así, sentada sobre sus huevos sigo moviéndome de derecha a izquierda, de delante a atrás. De nuevo a la derecha, un círculo en el sentido de las agujas del reloj, otro en el contrario. Y otro más. De nuevo delante. Atrás...
Mis manos caen sobre su pecho. Está duro como la piedra, con tantos pelos como un trozo de mármol y me apoyo sobre él, levanto los caderas hasta sentir la forma de su capullo en mis labios inferiores y me dejo caer.
Aaaah.
De nuevo arriba... Y abajo.
Aaaaaaaah.
¡Cómo me arde el coño! Siento el interior de mi vagina repleto y con la polla llegando a lugares imposibles. Aguanto todo lo que puedo moviéndo mi culo hacia todas las direcciones, acariciando mis pechos, pellizcando los pezones... Tengo que parar un poco si no quiero perder el desafío orgásmico por goleada.
Vuelvo a poner mis manos en su pecho y lo voy cabalgando con dureza. Él pasa sus manos por detrás y me acompaña las nalgas en el sube-baja.
Intento aprovechar su longitud al máximo y contraigo los músculos de mi vagina intentando ordeñarle ese pollón. El contraataque es inmediato y uno de sus dedos entra en mis nalgas, acariciando en círculos mi ano. Èl sonríe pero yo aparto la mirada concentrándome en el techo y relamiéndome el labio superior mientras piensa en la compra de mañana: -"bolsas de basura, desodorante, tomates, plátanos de canarias, ¡aaah!"- creo que deberé añadir una bolsa de hielo. Me ha metido medio dedo en el culo. De golpe. Mi culo está bien entrenado pero eso escocerá mañana.
Yo me zafo del ataque poniéndome de cuclillas. Él vuelve a buscar el orificio de servicio pero mi rápido flexionar de piernas no le permite acertar. El problema es que me encanta esta postura, con el coño presionado por la tensión de mis muslos empiezo a sentir como el globo vuelve a hincharse en mi vagina. Prefiero el dedo en el culo.
Pasando una pierna por encima me giro sobre su carnoso eje y me inclino hacia delante. El resultado es mi ojo moreno abierto y a su plena disposición. No desaprovecha la oportunidad, pero el muy cabrón ataca con el pulgar.
Yo continúo moviéndome sin parar intentando dificultar que fije su objetivo pero, al final, lo consigue. Él presiona con todas sus fuerzas hasta que su falange penetra mi ano. Vuelvo a sentir ese dolor en mi culo y, además, mis movimientos de cadera no hacen más que introducir más y más el dedo en mi ojete.
Agarrándome a sus tobillos y sin parar de follármelo le grito que es un cabrón, que ese dedo en mi culo no me excita nada y que no conseguirá que me corra.
Su respuesta es inmediata: levantando mis nalgas me tira hacia delante y, escurriéndose por debajo, consigue ponerme a cuatro y él de rodillas. La primera sacudida de sus caderas consigue metérmela hasta los huevos. Todo mi cuerpo tiembla recorrido por un terrible descarga de energía. Para mí esa es la postura más placentera, con la que noto más la polla... Y con una polla así... Siento como se desencajan mis huesos, como mis dientes chirrían, mi cara se deforma al ritmo que los huevos rebotan convirtiendo el espacio que hay entre mi coño y culo en un frontón.
Él se recrea metiéndomela sabedor de su tremendo poderío fálico: lo hace lentamente, como disfrutando de cada uno de sus centímetros, observando como mis labios salen un poco al sacarla y como desaparecen al meterla. Y aparecen...y vuelven a desaparecer.
Ahora intenta entrar un poco de lado, de abajo a arriba pero lo que él no sabe es que da igual. Su polla me llena por completo entre como entre.
La polla entra y sale pero yo noto como mi coño sólo se mueve en una dirección: la del orgasmo.
Llego al punto de no retorno en que la apuesta ya me importa una mierda. Mis rodillas flexionan desplazando mi cuerpo en sentido contrario al suyo. Cuando llego al final muevo mi culo con rapidez a los lados. Mi coño arde. Vuelvo a subir y bajo por el tobogán con todas mis fuerzas: -"aaaaagghh" grito yo.
-"ffffu, fffuuuu"- resopla él.
La polla se endurece.
Giro mi cara y le miro.
Sus manos arañan mis glúteos y él mira al techo con los ojos cerrados.
Llena de júbilo vuelvo a sacudir mi culo viendo la victoria al alcance de mi coño.
Su cuello se tensa y se llena de venas. La nuez se marca en el centro como una piedra bajo un sábana de seda.
Sus manos me impiden volver a separarme.
Sonrío.
Un gruñido parece gestarse en su estómago y va subiendo.
Su boca se abre... Y mi coño se llena.
La polla tiembla en mi vagina escupiendo sin control ni mesura. Espero que las pastillas anticonceptivas sean capaces de anular tal cantidad de espermatozoides. No las tengo todas al ver como gotea sin parar mi gruta peluda.
Él cae de espaldas hablando con un ser superior que yo ya he visto dos veces esta noche. Le dejo a solas en ese momento tan personal y, cuando ya consigue abrir los ojos, me estiro sobre sus piernas con las mías bien cerradas -intentando evitar un estropicio con las sábanas- y le acaricio levemente los muslos. Siento como su sexo huele a semen, doblado hacia arriba. Parece un pilar de hormigón caído sobre su vientre. La brillante cereza de la punta gotea justo bajo su pecho mientras él se tapa los ojos con su brazo derecho y respira rápidamente.
Agarro el pilar y tiro de él. ¡Cómo pesa!. Mis dedos se llenan con sus lágrimas blancas y mi boca decide consolarlo con unos sentidos abrazos de ambos labios. Él levanta su cara y me mira.
-"me eggstoy dejpidiendoo. Ya no noj queda muxxo tiempo".- le recuerdo con la mejor vocalización que el monstruo me permite.
Él se estira hacia un lado buscando la radio-despertador de la mesita de noche. Con una simple presión enciende la radio.
Yo me lo miro con su polla fuera de mi boca.
-"Sólo quiero saber como va el partido. Sigue, sigue"- me contesta él.
De todas las cosas que podría hacer no se me ocurre ninguna otra más contraria a mis deseos. ¿Qué les da el fútbol a los hombres?
Hasta ahora todo su ser había sido como un sueño, como una fantasía hecha realidad, pero ese gesto lo ha bajado de golpe a la tierra. No es más que otro vulgar y terrenal hombre -con una polla enorme, eso sí.-
Sin decir nada más vuelve a contorsionarse para apagar la radio.
-"Perfecto. Prórroga. Tenemos media hora más, mínimo."
Nunca el resultado de un partido de fútbol me había alegrado tanto. Nunca un hombre me había sorprendido tanto. Nunca había tenido una polla así en mi boca.
Mi cabeza baja. Mi boca se abre.
Por favor que lleguen a los penalties, por favor...