Para Iris

Fantasía o no, espero lo lea

Agradezco de antemano sus atentas lecturas y seguimiento. Disculpen que no haya escrito en una temporada. Me ha sido difícil debido a situaciones personales. Continúo escribiendo, aunque no lo publique. Sin embargo, en esta ocasión y debido a una leve petición (casi insinuación) de otra autora de ésta página es que me aventuro a exponerles éste relato, el cual, dependiendo de su acogida, continuará en algunos más.

Para mi tristeza, el relato es meramente ficticio; no obstante, en él hay algunos elementos reales. Me disculpo de antemano si mi percepción no es la correcta sobre algunos sitios, pero sobre todo de la protagonista de esta fantasía. Espero poder atinar a los rasgos que he notado, así como en la personalidad y, como dije, en dado caso de equivocarme, ofrezco nuevamente una disculpa.

Sin más, los dejo con las maquinaciones mentales que he logrado elucubrar, fantaseando con una mujer tan completa como lo es ella.

Para Iris.

-          ¡Joder, qué gusto! – exclamó jadeante

-          Y eso que la noche es joven – repliqué entrecortadamente – además, tenemos toda una semana por delante

-          ¡Estoy por venirme! – me avisó – pero también siento que me voy a mear… - me confesó un tanto abochornada

-          Tu haz lo que quieras, que yo me tomo cualquier cosa que salga de esa deliciosa concha – sentencié

Aquella hermosa mujer me estaba llevando al quinto cielo. Tenía mi verga completamente incrustada en su sucio culo y cada vez que salía, lo hacía completamente café.

Yo me encontraba recostado y ella, frente a mí, con sus piernas abiertas y casi a la altura de mi pecho, brincando con su cadera de manera continua sobre mi inhiesto instrumento. Aquella posición, me daba una morbosa visión de una vulva hermosamente encharcada y unas impresionantemente gordas tetas bamboleantes.

Instantes después y, con un sonoro gemido, se vino estrepitosamente, para después inundarme descaradamente con su orina, la cual, tragué como pude sin ningún reparo. Me bañó entero. Yo seguía sin venirme y, dado que Iris ya había tenido un buen orgasmo, la sostuve en esa posición con mis manos bajo sus bellas nalgas y la penetré con vehemencia, feliz de haberme encontrado con ella, hasta que, cinco minutos después, le aportaba a la mierda que había en su culo, mi semen.

-          Ahora, déjame ver cómo es que te tragas tu propia mierda – le ordené y no se lo tuve que decir dos veces, ya que al instante se avocó a limpiar mi cipote, el cual, tras unos minutos, dejó impoluto.

-          ¿Me darías un beso? – me preguntó con los dientes aun cafés

-          Españolita, yo te daría todo si me dejaras – respondí acercándome a ella

-          ¿Aunque esté llena de mierda? – volvió a preguntar sugerentemente y con una carga de una lujuria completamente inmoral y rebelde

-          Iris – le dije y le solté una cachetada que recibió con cierto gusto – así me vomitaras encima, me sentiría muy afortunado de tener el honor de besarte

Y, conteniendo cierto asco, la besé y pude comprobar por primera vez el amargo y pastoso sabor de la mierda. Pese a que sentía una repulsión al punto de las arcadas, el morbo de toda aquella situación me incitaba a seguir. Ese beso, donde compartimos mierda y saliva, fue una verdadera experiencia religiosa. Uno de los mejores besos que hubiera experimentado hasta el momento. Me despegué de ella y la miré a los ojos. La volví a besar con furor mientras mis manos recorrían su cuerpo. Hasta que me apoderé de sus gordas posaderas y le solté dos buenas nalgadas. Ella gimió de gusto.

-          ¡Qué guarro eres! – exclamó despegándose de mí – Me encanta

-          A mí me encantas tú – repuse sin soltar su trasero de mis manos

-          ¡JA! Eso dicen todos – dijo separándose sensualmente de mí, aunque con un deje de cierta recriminación – Sobre todo al principio, pero he aprendido a la mala que nadie quiere una puta como pareja.

-          En eso puedo contradecirte yo y muchos hombres – repliqué observando su delicioso andar. Volteó con una mirada sumamente lasciva y me volteó los ojos hacia arriba evidenciando que le aburrían mis intentos de elogiarla

-          Para ya, que no vas a ganar ésta – sentenció, pero yo no estaba intentando ganar algo, pues ya lo había hecho al coincidir con ella.

-          Mi estimada españolita, no busco ganar nada. Lo que quiero, simplemente, es expresarte lo que hay dentro de mí.

-          Para mí, solo quieres meterme la verga otra vez – me soltó cuando se dirigía al baño. Abrió la regadera y cuando un poco de vapor comenzó a salir del agua, se metió bajo el chorro. La seguí – y para ser honesta, no me molestaría. Todo lo contrario, lo estoy deseando.

-          Yo también – coincidí tomando con la mano mi miembro, que había comenzado a despertar nuevamente, hambriento de saciar a la HEMBRA que se me presentaba – pero no sólo quiero eso

-          ¿Me vas a decir que quieres ser mi novio y que estás enamorado de mí? – dijo con mofa e instantes después cerró los ojos para disfrutar del agua caliente mientras enjuagaba su cabello de una forma mortalmente sensual. Aquella imagen se quedaría clavada en mi mente para siempre. ¡Qué modelos de comercial ni que ocho cuartos! Ésta era una mujer con todas sus letras. Añadió cuando hubo abierto los ojos – Deja de intentar estupideces y metete conmigo. Quiero que me vuelvas a coger por el culo. – Desistí en mis intentos por expresarle mi admiración y obedecí de buen grado su orden.


Hacía unas horas que la había encontrado de modo casual. No creí que fuera ella, pero cuando lo imaginé (debido a las leves descripciones que ella misma había puesto en sus relatos), me presenté como un intento de escritor neófito que de repente publicaba relatos eróticos en cierta página. Y al instante noté un cambio de actitud en ella… Días antes había viajado a Europa para darme una especie de vacaciones y fue ahí donde la encontré…

Europa, al menos para mí, siempre ha sido un baluarte en cuanto a la libertad de pensamiento y la multilateralidad se refiere. Si bien es cierto que aún existen conservadores, también lo es que los tabúes y el recato han disminuido en los tiempos actuales. La tolerancia hacia ciertas cosas que serían impensables en otras épocas o distintos lugares de Latinoamérica, aquí parecen ser cosas tan normales como tomar un vaso de agua. No sé si sea el caso, pero el punto es que hay un nivel de aceptación y adaptabilidad mucho mayor que al otro lado del charco. Al caminar por la hermosa Playa de la Concha se me mostraban unos cuantos ejemplos.

Muchas de las mujeres que había recostadas en la playa tomando el sol hacían topless o portaban tangas que no dejaban nada a la imaginación. Y, no es que uno sea un pervertido, pero viniendo de un lugar donde aquello es un escándalo, el hecho que era ver de manera tan simple un desfile de tetas y culos, se agradece y se disfruta. Además, aquello no parecía importarles, ni a las mujeres que mostraban sus pechos o a los muchos hombres que, como yo, se quedaban embobados mirándolas disimuladamente, pero sin tapujos. Yo sé que eso, en muchos sentidos no está bien y más ahora con todo el empuje del #Metoo y todo aquello del feminismo… pero, vaya, siempre he sido fiel defensor de que el cuerpo femenino se debe de admirar…

Otra cosa que había notado, es que, en esta parte del mundo, los temas de sexo se manejan de manera diferente. La mayoría de los relatos que he leído (y los más perversos) provienen de España y el hecho de que existan un sin número de situaciones relacionadas con el sexo relatadas de manera tan natural, reafirmaba mis pensamientos. ¡Qué dicha sería vivir por estos lares! No es que me moleste América Latina, pero hay algo aquí que es diferente en ese y muchos otros aspectos. Hay más libertad, menos prejuicios, más cultura… bueno, no lo sé, sólo es una noción, puede que me equivoque…

El punto es que, solitario y después de sufrir un tropezón amoroso, me di el capricho de permitirme asistir al Festival de Jazz de San Sebastián, decidido a relajarme y sumergirme en un torrente de sexo vacío con cualquier mujer que se me pusiera en frente. Yo sé, aquello no es un buen remedio para los males del corazón, pero uno es tonto y, bien valía la pena el aquí y el ahora… que mi yo del futuro se preocupara de arreglarse. Sin embargo, el destino me tenía reservada una experiencia que distaba mucho de lo que yo esperaba.

Cuando un grupo de tres chicas me abordó, casi se me sale el corazón, porque, madre mía, podrían haber sido modelos de cualquier revista que se preciara. Desafortunadamente para ellas, nunca me han impresionado los atributos físicos. Siempre me llama más el hecho de que una mujer sea inteligente, culta y sepa lo que quiere. Que sea perversa y esté dispuesta a todo. Eso, mis estimados lectores, presenta un atributo muchísimo más preciado que quince culos de ensueño y 20 par de tetas copa D. Además, como he escrito antes, me inclino por las mujeres curvilíneas y cuando Iris entró en mi campo de visión, no despegué mi atención de ella.

-          ¡Hey tío que bien tocas! – exclamó la que estaba más próxima a mí - ¿No te sabrás la de…?

-          ¿“Corazón partío”? – se adelantó la otra con expectación.

Lo cierto era que para esos momentos yo llevaba varios tragos encima y, tras haberle pedido permiso a algún dependiente del hotel, me había sentado al piano que se encontraba en el comedor y había tocado melodías al azar. Para cuando me había percatado, tenía una pequeña audiencia de las personas que comían ahí y parecían disfrutar las sencillas notas que arrancaban mis dedos.

Cuando terminé lo que estaba tocando, un par de solitarios aplausos me acompañaron y, justo cuando estaba por bajarme fue que me abordaron las tres mujeres.

-          Les agradezco el cumplido – comencé a decir intentando sonar lo más sobrio posible – pero ya voy de salida…

-          ¡Oh venga! Pero si le has gustado a todo el mundo – exclamó la primera con una sonrisa y sus amigas la apoyaron asintiendo con vehemencia.

-          Les agradezco de nuevo chicas – intenté nuevamente desatenderme, puesto que me encontraba bastante mareado – pero…

-          Vamos tío...

Sin embargo, la voz de un tipo interrumpió a las chicas, porque gritó: “¡Hey ´Ma-Jo´, Iris, venid! ¡Ha llegado Sebastián!”. Al instante, a la chica gordita (aunque, aun así, guapa) se le iluminó el rostro y se fue a reunir con un grupo de gente que se encontraba en la barra, felices de recibir al aludido. Pero se quedó una, aun mirándome fijamente con expectación.

-          Creo que ha llegado un amigo tuyo – comenté inocente, pero con intención de librarme de ella

-          Ahora iré a saludarle – contestó sonriente - ¿Puedo sentarme? – fue más un mero formalismo que una petición, ya que se sentó a mi lado y acarició tontamente un par de notas del piano de un modo sugerente.

-          ¿” Corazón partío”? – pregunté con cierta resignación – Si te gusta Sanz, no te gustaría mejor escuchar...

La verdad es que la tipa que estaba sentada a mi lado, embelesada, era completamente hermosa. Más aún, estaba buenísima; sin embargo, había algo que me cosquilleaba la mente, aunque no sabía que era en ese momento. La idea de llevarme a esa mujer, la cual, había llegado a mí sin siquiera yo mover un dedo (como siempre me ha pasado), era muy tentadora. Pero la verdad, no sé por qué no me apetecía. Había acudido a aquél festival principalmente para deleitar mis oídos con buena música, pero también, como había dicho, para dar rienda suelta a mis instintos con cualquier mujer que se prestase. El hecho de haber tenido tanta suerte tan pronto, me generó cierta desconfianza. De pronto, un foco se encendió en mi cabeza. ¿Sería posible?

Interpreté lo mejor que pude “Quisiera ser el aire” y la tipa quedó encantadísima. Mi mente, impulsada por una corazonada, trabajaba a mil por hora. Sonreí tan encantadoramente como me fue posible y adopté mi tono más amable cuando hube terminado de tocar.

-          ¿Cómo te llamas? – le pregunté

-          Fabiola – me sonrió y noté cómo se inclinaba ligeramente hacia mí, dejándome ver el nacimiento de unos pechos insufriblemente perfectos - ¿Y vos?

-          Pablo – respondí devolviéndole la sonrisa. – Mucho gusto

Intercambiamos las cortesías de rigor y mantuve la conversación lo más trivial que me fue posible. Intenté controlar mis impulsos de admirar sus tetas, pero cada vez me costaba más, cosa que no le pasó inadvertida; contrariamente a lo que imaginaba, no se ofendió, al contrario, parecía divertida. Por desgracia, mis intentos estaban dirigidos hacia otro lado.

-          Hace unos momentos escuché que una de tus amigas se llamaba Iris – solté el comentario con la mayor inocencia posible, como si fuera de pasada. Ella me miró sorprendida y dejó el coqueteo para ser más directa.

-          ¡Oh! ¿Te ha gustado? – preguntó un tanto huraña, pero como notó que mi mirada no dejaba de bajar a sus pechos y piernas, se sonrió casi al instante - ¿O es que te llaman la atención las gorditas?

-          La verdad es que… - intenté excusarme. Por desgracia, no podía dejar de verle; era una belleza… pero como dirían en mi país, se le notaba a leguas que era una “belleza de cantina”.

-          ¿No preferirías… - me interrumpió con sensualidad - … a alguien como…?

Dejó la frase al aire, pero clavó su mirada en la mía. ¡Por Dios, vaya que era hermosa! Por un breve instante estuve tentado en extremo a desistir en mi corazonada, pero me contuve. Si su amiga era quien yo pensaba, me la pasaría mucho mejor con ella que con la belleza que me tenía embelesado.

-          No tiene nada que ver eso – repuse pretendiendo sonar amable – pero tengo el presentimiento de que conozco a tu amiga. ¿Podrías presentármela?

-          ¡Joder, que cabronazo! – exclamó incrédula, ofendida y, a la vez, divertida – una ligándote descaradamente y tú con el cinismo del mundo me pides que te presente a otra tía, que además es mi amiga

-          Lo siento – me disculpé, arrepentido por mi tonto modo de abordar la situación – Bueno, no hay peor lucha que la que no se hace

-          ¡Menudo cínico estáis hecho! – volvió a exclamar, aunque ahora un poco más divertida – ¿Es que así son todos los mexicanos?

-          Lo dudo – repuse – pero me agradaría quitarme la curiosidad de si es ella.

-          Vale tío, que te la presento – accedió un poco más alegre y poco después gritó – ¡Hey Iris, venid! ¡Aquí hay un tipo que dice que te conoce! ¿Contento? – me miró con reproche - ¿De dónde crees que os conocéis?

-          Te agradezco infinitamente Fabiola – le sonreí con la mayor galantería que mis alcoholizados sentidos me permitieron. – Si no me equivoco, creo que de internet…

-          ¿Internet? Vaya que hay que ser cojonudo… bueno, allá tú. Por si cambias de opinión, estamos en la habitación XXX – soltó sin ambages. Un momento después llegó Iris, confundida y un tanto mosqueada de que la hubiesen separado del grupo de sus amigos – Iris, este tío dice que te conoce de internet, aunque yo creo que te quiere ligar, así que aprovecha putón, que el tío no está nada mal – le soltó sin importarle que yo escuchase aquello cuando se retiraba y le guiñó un ojo, lo cual puso a Iris más recelosa.

La verdad fue que me costó bastante convencerla de que yo era quien decía ser y se turbó un poco al descubrirse expuesta en sus relatos, pero le rogué que me permitiera una noche con ella. Tras una charla un tanto breve, no me dijo ni sí, ni no. Al ver que ella no cedía, opté por darle mi número de habitación. Me retiré un tanto herido de orgullo (la verdad es que no se me da bien ligar y, a la primera que lo intento y la tipa me rechaza). Para mi felicidad, una hora y media después tocó a mi puerta y hemos terminado cogiendo de lo lindo.

Lo que sucedió después y durante esa semana será contado en los siguientes relatos, aunque, esto depende mucho del índice de lecturas y/o comentarios que reciba.

*Iris, no sé qué te ha pasado mujer; sin embargo, deseo que te encuentres bien. Siendo honestos, como muchos aquí, extrañamos leerte y te extrañamos. Si llegas a leer esto, te agradecería el contacto para saber si fue de tu agrado. Espero te agrade y, como dije, lo anterior es gracias a una insinuación vuestra de compartir un relato

. ( elconquistador71@gmail.com )*

Saludos a todos los lectores. Les ofrezco una disculpa por la sequía de relatos, espero escribir más a menudo. Gracias por seguir leyéndome.