Para Alexia
Este es mi primer relato, inspirado en una persona con la que comparto algo más que el anonimato en un chat.
El fin de semana pasado me llamó un amigo. Quería que le ayudara a pintar una habitación. Como los buenos amigos estamos para eso y las mudanzas, quedamos el domingo por la mañana.
A las 10 me presenté en su casa, con la ropa más vieja que tenía a mano.
-"¡Menudas pintas chaval!" - Me dijo
- "¡Pues anda que tú!" - Le conteste viendo que también andaba vestido con una camiseta vieja y un pantalón roido
Fuimos a la habitación que había que pintar, y allí nos esperaba su hija, Alejandra me dijo que se llamaba. Iba vestida con un pantalón deportivo corto, una camiseta de tirantes y una estúpida gorra de propaganda que le recogía el pelo, que se adivinaba más bien moreno. Tenía un aspecto gracioso.
Era delgada y de media estatura, a decir verdad, en ese momento tampoco me fije mucho en ella, era mona, eso sí.
Nos distribuimos el trabajo y nos pusimos manos a la obra. El suelo ya estaba tapado con plásticos, mi amigo se pondría con el rodillo en una pared, yo en la de enfrente, y Alejandra iría con la brocha rematando los contornos de los bordes inferiores y esquinas, y así lo hicimos.
No recuerdo muy bien de hablabamos mi amigo y yo, pero sí de cómo Alejandra iba pintando los bordes de los rodapies con su brocha, de un lado a otro.
En un momento dado se vino a mi pared a continuar con su labor. Le eche un vistazo y la ví de espaldas, de rodillas, casi a cuatro patas pintando. El pantaloncito que llevaba era realmente corto, ví sus muslos torneados y como subían hacia sus gluteos, que casi asomaban por el camal del pantalón. En ese momento noté un cosquilleo en la entrepierna.
De repente se giró y me sorprendió absorto mirándole el culo. Disimulé como puede y seguí pintado, pero me pilló, eso estaba claro, aunque no dijo nada.
Continuó pintando el rodapie, avanzando de rodillas hacia donde yo estaba. Cuando llegó a mi posición, se erguió, quedandose de rodillas y me dijo:
-"¿Puedo pasar?"
Me quede mirandola, hacia abajo, tenía la cara prácticamente delante de mi paquete, y me miraba a los ojos desde ahí abajo. La camiseta de tirantes era holgada, y ví perfectamente el nacimiento de sus pechos, que se intuían no demasiado grandes, perfectos. Instintivamente me incliné un poco más, no llevaba nada debajo, y llegué a ver uno de sus pezones, pequeño y rosado.
Me puse nervioso, cachondo, perturbado, dejé el rodillo, y me fuí hacia su padre, no sé porque.
-"¿Qué... qué tal va la faena?"- le dije
-"Bien bien, menos mal que estás aquí sino solo con mi hija esto no lo acabo en la vida, jajjajaja, ¿y por tu lado?"
-"Muy bien, muy bien" -contesté sin atreverme a mirar hacia mi pared
-"Acabad esa pared vosotros, y si os queda pintura seguid con la de la ventana. Y voy a ir al centro comercial, que por lo que estoy viendo me he quedado corto con la pintura, y así aprovecho y compro algo de comer, porque te quedarás a comer, ¿no?"
-"Claro que se quedará papá, después de ayudarnos, no lo vas a echar así sin más de casa no?"
Me giré sorprendido, y allí estaba ella, levantada, preciosa, tenía un tirante de la camiseta caido del hombro, y se lo volvió a subir lentamente mientras me miraba con cierto descaro.
-"Venga, ahora vengo" - dijo mi amigo dirigiéndose a la puerta.
Yo volví a mi pared, donde Alejandra se habia vuelto a poner a pintar.
-"Así que Alejandra, ¿no? ¿qué años tienes?"
-"19, pero no me llames Alejandra, así me llama mi padre, llámame Alexia mejor, como hacen mis amigos"
-" Vale, Alexia. Bueno Alexia a ver si acabamos esta pared al menos"- dije mientras agarraba de nuevo el rodillo.
-"Qué prisas tienes...¡Oye! ¿Cómo te llamas tú? no lo has dicho."
-"Ah perdona, Carlos, me llamo Carlos, pero mis amigos me llaman Carlos"
-" jajaja que tonto"- y con un rápido movimiento me plantó dos brochazos en las mejillas a modo de beso -"muak y muak, encantada Carlos"
-"¡Oye! ¡Joder como me has dejado la barba! ¡Estás loca! jajajajaja"- respondí mientras sin pensarlo, le pase el rodillo empapado de pintura por el pecho. Y entonces ví sus pezones erectos y marcados en la camiseta empapada de pintura
-"¿Alguien quiere una cervecita bien fría?"- Dijo su padre mientras abría la puerta de la habitación
-"¿Pero que hacéis locos? ¡Dejad de malgastar la pintura joder!, venga, haced un descanso que os lo habeis ganado"-
Dejó la bandeja con 2 cervezas y unas patatas de bolsa sobre el bote de pintura, y dirigiendose a la puerta dijo -"Igual tardo un poco, id haciendo lo que podáis... y tú, quítate esa gorra mujer", dandole un golpe a la visera de la gorra de Alexia. La gorra cayó al suelo, y su pelo sobre sus hombros desnudos. No sé como no me dí cuenta antes, era guapísima y tenía un cuerpo de los que me vuelven loco.
Nos quedamos mirándonos, quietos, absortos. En cuanto oyó cerrarse la puerta de la casa, pego dos zancadas y saltó sobre mi agarrada por mi cuello y abrazada a mí con las piernas mientras me buscaba la boca.
Yo la aparté bruscamente, -"¿Qué haces? Que eres una cría y yo tengo 43 años, ¡tu padre me mata!"- le decía mientras me deshacia de ella, la agarraba de las muñecas y sin saber que estaba haciendo, la apoyaba contra la pared recien pintada.
Alexia me miraba a los ojos, empezó a pasar su nariz por mi barba mientras la sostenía contra la pared. -"tienes tantas ganas como yo Carlos"- dijo mientras miraba en dirección a mi entrepierna. Mi polla estaba totalmente erecta dentro del pantalón del chandal, me mordió un labio, y me rendí.
La solté, le quité la camiseta de un movimiento rápido, apreté mi miembro contra su entrepierna agarrándola por el culo mientras nos devorábamos.
Ella puso mi mano en mi paquete y empezó a acariciarmelo. A continuación metió su mano dentro de mi pantalón y sacó mis 18 cm de erección. Sin tiempo a reaccionar, se agachó y empezó a besarme el miembro, a lamerlo por completo, desde los huevos hasta el glande, hacia arriba y abajo de nuevo. Me chupaba un testículo mientras me masturbaba. Tuve que apoyarme con las dos manos sobre la pared, porque me flaqueaban las piernas. Tuve que pararla, porque estaba a punto de correrme.
Me quitó los pantalones, -"Qué cabrón"- dijo - " ¡si no llevas nada debajo!"- mientras seguía jugueteando con mi polla en su cara.
Tiró de mi miembro hacia abajo, indicándome que me agachara. Nos besamos, nuestras lenguas enlazadas, me tumbó mientras nos besábamos y se puso sobre mí. Cuando pensaba que iba a meterse mi verga en su coño, que rezumaba, siguió avanzando hasta mi cara y se sentó sobre ella, dándome a probar la jugosidad de su conejito en mi boca. La agarré por el culo, y le comí el coño. Primero con delicadeza, a suaves lametones. Puse mi lengua dura y la pasaba por el borde de su raja depilada, de abajo hasta su clítoris, varias veces, cada vez metiendo mi lengua más dentro de su vulva. Empecé a acelerarme, comiéndoselo cada vez con más fuerza, penetrándola con mi lengua, mientras con un dedo empezaba a juguetear en su culito.
Me hubiera pasado la tarde comiéndole el coño a Alexia, su sabor me volvía loco, su aroma era delicioso, no me había comido un coñito igual desde que tenía 30 años.
Alexia empezó a gemir. Si hay algo que me pone cachondísimo es que la mujer con la que estoy gima sin vergüenza, y estábamos solos.
-"Alexia, si gimes así voy a correrme sin poder evitarlo"
-"Córrete Carlos, córrete"- me dijo mientras agarraba mi miembro desde atrás y me masturbaba
Alexia siguió gimiendo cada vez más fuerte, yo la follaba con mi boca, con mi lengua, cada vez más fuerte, y ella me masturbaba maravillosamente.
-" me voy a correr Alexia, que me corro!!...ahhhh... ahhhh" decia con mi boca en su coño
-"Yo también Carlos, yo también"
-"Córrete en mi boca Alexia, córrete y dame todo tu jugo, lo quiero todo, suéltalo"
Cerré los ojos, y en cuanto noté su orgasmo, empece a chupar, a succionar y a tragar todo lo que me daba... cómo disfruté de su corrida... mientras yo me corría en su mano. Creo que fue la corrida más espectacular de mi vida.
Alexia se deslizó sobre mi vientre y se tumbo sobre mí. Nos besamos con más delicadeza mientras movía su vulva contra mi polla ya descargada. Estuvimos frotándonos suavemente un rato mientras recuperábamos el aliento, entre beso y beso.
Al rato, le llegó a Alexia un whatsapp de su padre, diciendo que no encontraba el color de pintura que necesitábamos y que se iba a otro centro comercial, y que se retrasaría. Eso nos dió tiempo a Alexia y a mí de limpiar nuestros cuerpos llenos de pintura... pero esa es otra historia.