Paquetes Fútbol Club

Nunca pensé que mi nuevo puesto como entrenador cambiaría tanto mi vida

Cuando me propusieron ser entrenador de un equipo de fútbol juvenil, nunca pensé que mi vida daría el cambio que acabo dando.

Desde mi adolescencia tenía clara mi bisexualidad, si bien hacía pocos años que lo había explorado en profundidad y no había estado con muchos hombres hasta hacía bien poco.

Antes que nada y para que no os perdáis me presento, mi nombre es Raúl, tengo 35 años y soy entrenador deportivo desde hace unos meses de un Club de Fútbol juvenil local cuyo nombre prefiero obviar para guardar la identidad de mis chavales. Estudié ciencias del deporte y al practicarlo, tengo un cuerpo musculado, soy moreno de piel, un metro ochenta y cinco de altura y ojos marrones profundos, llevo el pelo con tupé y casi siempre voy en pantalón de deporte y camiseta de tiros ya que me gusta exhibir el material. No tengo ningún problema para ligar y mucho menos para acabar follando, ya que casi todos, tíos y tías admiran mis brazos fibrosos, mis muslos grandores, los pectorales marcados y el paquetón que se me marca en la entrepierna.

Como decía, soy el entrenador de un equipo de fútbol que, aunque está en segunda, había escapado por los pelos del descenso en la temporada anterior, según me habían contado los chavales eran bastante porculeros y cuando no se iban de fiesta, la liaban con niñatas y discusiones de gallitos entre ellos. No obstante, para mí era una oportunidad, a poco que el equipo quedase bien posicionado mantendría el curro y el sueldazo que me pagaban, mucho mas grande que un sueldo normal.

El caso es que ya llevaba dos meses entrenando al equipo y poco habíamos logrado, los niñatos no ponían ni empeño ni ganas en entrenar o ganar partidos y mi paciencia empezaba agotarse tratando de buscar un método para motivarlos. Tenía que haber algo que motivase a esos chicos a jugar mejor y me estaba costando bastante conseguirlo

Observaba mucho a mis chavales, todos ellos musculados y fibrosos, con grandes y apretados culitos y marcadas pollas en sus pantalones de fútbol, realmente los niñatos estaban todos muy buenos y con las hormonas hiperrevolucionadas y les gustaba presumir de sus supuestos logros sexuales, muchos de los cuales contaban con tanta fantasía que un tío mas maduro como yo podía adivinar fácilmente que inventaban.

Mis observaciones me llevaron a darme cuenta de un detalle que a muchos les parecería insignificante pero que a mi acabo por llamarme la curiosidad, uno de mis chicos era siempre el ultimo en salir del vestuario tras los partidos, y siempre teníamos que esperarlo cuando jugábamos de visitantes para volver al hotel donde nos quedásemos. Este detalle podría parecer casual, pero a mi me llevó a preguntarme porque un chico tardaría siempre mas que todos los demás en salir de la ducha y en volver al autobús.

Los vientos de cambio llegaron con un partido que jugaríamos lejos de nuestro pueblo, nos iríamos a la ciudad de Madrid y pasaríamos dos noches en el hotel. En las anteriores ocasiones siempre me quedaba solo en la habitación para poder tocarme todos los pajotes que me viniera en gana tirado en la cama, pero en esta ocasión decidí decir a los chicos que el hotel estaba completo y que alguno de ellos tendría que quedarse conmigo, aprovechando para meter a Danielito, mi tardón de las duchas, en mi habitación.

Daniel era de los mas bajitos y menudos del equipo, era un chico delgadito y blanquito, aunque con el cuerpo muy bien formado, pectorales y culazo incluido. No obstante, contrastaba un poco con el resto en tamaño, ya que su metro setenta y dos hacía que, aunque fuerte, pareciera poca cosa en comparación con sus compañeros. Llevaba el pelo castaño corto por los lados, pero con un flequillo que llegaba casi hasta sus ojos avellana y algunas pecas surcaban su cara, mas adelante averigüé que su padre era alemán y entendí su apariencia.

Daniel, al contrario de lo que yo esperaba, no puso ninguna queja por tener que dormir conmigo en la habitación. Así que, tras dejar las cosas en el hotel, los llevé a todos a correr a las afueras de la ciudad y agotados, los metí en el hotel dando instrucciones concretas a todos de no salir para prepararse para el día siguiente.

Ser el entrenador tiene sus ventajas y como no, escogí para mi la suite del hotel, una impresionante habitación con una cristalera de suelo a techo con vistas a la ciudad que hizo que mi compañero de cuarto se quedase pasmado.

El caso, es que quería saber porque este chaval tardaba tanto en la ducha, así que le hice meterse el primero y calcular así si tardaba lo mismo que cuando se iba a la ducha en los vestuarios. Daniel cogía toda su ropa y utensilios y se encerró en el baño mientras yo me ponía cómodo en la habitación, a posta había pedido cama de matrimonio, por lo que el niñato tendría que cobijarse bajo mis mismas sábanas. Tire mi camiseta sobre el suelo y me quite las deportivas, quedando únicamente con mi pantalón corto exhibiendo mis piernas peludas y me tire en la cama levantando los brazos sobre la cabeza dejando que mis axilas de macho cogiesen un poco de aire puro.

4 minutos, el puto niñato tardo exactamente 4 minutos en salir de la ducha ya vestido con un pantalón corto y una camiseta vieja de dormir. Había tardado 4 minutos en ducharse, vestirse y lo que coño quiera que hiciera en el puto baño. Era imposible, un chaval que siempre tardaba al menos 40 minutos tras un partido se había bañado en 4 minutos.

En los 5 segundos que pasaron entre que la puerta del baño se abrió y que el chico me miro tumbado en la cama, pensé a toda velocidad en los motivos que harían que un chico tardase 40 minutos en un vestuario, pero 4 minutos estando en un baño privado, y mis dudas de repente se disiparon en cuanto el chico posó su mirada sobre mi y enrojeció de pies a cabeza al verme tirado así en la cama, vergüenza.

El chico tenía vergüenza, la tuvo cuando me miro y la tuvo mientras se acercaba a la cama a dejar su ropa sucia en la maleta, y … ¿Cuál era el motivo para que un chaval tuviese vergüenza al mirar a un hombre semidesnudo como yo?, fácil, a ese chaval le gustaba lo que veía.

Así que tenia a un marica en el equipo, ¿Cómo no me había dado cuenta antes?, tenía a un comepollas en el equipo y no lo sabía, mi propio cipote comenzó a despertarse. De repente me convertí en cazador y solo veía  a Danielito como una presa, un precioso trocito de carne con culazo que tenia que ser mío. No obstante decidí tender una pequeña trampa para asegurarme, si mis ideas no eran correctas podía meterme en un lío muy gordo al intentar seducir a uno de mis jugadores.

Me levanté de la cama y distraídamente hablé al chico.

-Bueno compañero, voy a darme un duchazo que tengo los huevos sudados con la carrera.

-Si..si, claro entrenador.- me respondío bajando algo la cabeza, por un casual, su mirada se posó en mi marcado paquete, lo que le hizo retirar rápidamente la mirada, aunque demasiado tarde como para que yo no me diese cuenta.

Di dos pasos más hacia el baño, y decidí poner en marcha mi trampa, me paré ante la puerta, y de un golpe me bajé los pantalones y los gayumbos, quedando totalmente en pelotas de espaldas a Daniel. Por el reflejo del espejo del baño pude ver la cara desencajada de mi compañero de cuarto, aunque tuve la precaución de comprobar que el no se daba cuenta de que lo veía.

-que puto gustazo, aire fresco en la polla-, giré la cabeza y le piqué un ojo, para luego caminar hacia la ducha.

Entré en la ducha y abrí la llave del agua, aunque no tenía intención alguna de meterme debajo, quería vigilar que hacía Daniel, asi que puse mi ojo en la cerradura del baño para comprobar si se levantaba a por mis calzoncillos sudados, si mi intuición no me fallaba, no se resistiría.

Como una abejita a la miel, Daniel tardó unos pocos segundos en levantarse y ponerse de rodillas ante mi ropa interior para esnifar el olor de mis gayumbos sudados, momento clave para, en pelotas y con la polla dura como estaba, aproveché para abrir la puerta.

Decir que Daniel se quedó petrificado sería decir poco, me miró como un perro asustado mira a su amo y comenzó, sin moverse, a balbucear.

-Pe… per… entrenador.. yo… perdón….

Lo miré con mirada desafiante, todos mis poros irradiaban testosterona de macho mientras mi polla se levantaba con fuerza atrayendo la mirada de Daniel.

Di dos pasos hasta el, y sin mediar palabra, puse mi pie sobre su cabeza empujándolo al piso y pegando su cara a mi otro pie.

-así que por eso tardas tanto en el baño eh zorrita? Tienes miedo de que te van el rabo tieso o que te pillen mirando e?

Daniel solo jadeaba y le sentía temblar bajo mi pie.

-Quizas darías mejores resultados con otro tipo de… entrenamiento…. Chupame el pie pedazo de zorra.- Y con la misma, solte un lapo que vino a caer en todo mi pie.

Durante unos segundos, me dio la impresión de que no lo haría, de que se levantaría y saldría corriendo del cuarto, pero mis temores se vieron reducidos a polvo cuando Danielito saco timidamente su lengua y comenzó a pasarlo por la planta de mi pie. Mi polla pareció estallar de exitación y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Solo un autentico macho dominante de putos conoce la sensación de haber ganado la partida, de haber conseguido someter la voluntad de un nuevo marica a tus pies. Si eso se junta con mis treintaicinco tacos dominando a ese chaval, la exitación sube por diez.

Lo agarré del flequillo y le hice caminar, a 4 patas, hasta el butacón que descansaba en la esquina.

Cogi el butacón y lo puse mirando al ventanal. Quería ver la ciudad mientras mi nueva putita estaba a mis pies.

El chico lo entendio al instante y comenzó a lamer mis pies sudados mientras me dedicaba a observarlo. Había perdido todo rastro de timidez y de golpe había asumido su papel de sumiso, lo cual me encantaba.

Le hice levantar la cabeza y sin compasión, le metí un bofetón que resonó por toda la habitación, el muchacho me miró sorprendido y asomó una lagrimilla de dolor y confusión.

-esto por seguir aún vestido, ponte de pie y dejame ver el material.

Como un resorte, el chico se levanto y se quitó toda la ropa, me hubiese gustado que lo hiciese con sensualidad, aunque tampoco me desagradó su prisa por quedar desnudo.

Su pene estaba a mil, no era demasiado grande ni demasiado pequeño, simplemente proporcioando para su tamaño y edad. Le hice girarse y lo que si me dejó complacido fue su gran y duro trasero, alargé una mano para tocarlo y pude comprobar que era suave como un melocotón. Sin resistirme, le hice inclinarse hacia el cristal apoyando las manos, y hundí la lengua entre esos dos montes.

Juro que, hasta el momento, no me había comido nunca un culo tan sabroso como aquel, recién limpio y jugosito, bien cerradito, se notaba que tenía poco o ningún uso y eso hacia que mi rabote gotease de gusto.

Mi nueva puta estaba extasiada con mi lengua en su culo. No quiero presumir, pero se como comer un trasero y llevar al cielo a cualquiera, cuanto mas a un niñato como aquel. El chico se apoyaba en la cristalera y la idea de que toda la ciudad pudiese ver como me follaba el culo de mi chico con la lengua me la ponía muy, muy dura.

Le abrí el culo con la lengua hasta que juzgué que estaba lo bastante abierto para comenzar a clavársela, pero por supuesto antes, quería probar las habilidades bucales de mi jugador.

Volví a tumbarme en la butaca y le señalé mi rabo, los ojos del chaval hicieron chiribitas y de inmediato se arrodilló.

Me miró a los ojos mientras babeaba y pasaba su lengua por los labios y se decidió a comérsela cuando…

¡PLAS! Un nuevo bofetón que le dejo la cara roja.

-No recuerdo haberte dado permiso zorro.

-lo siento….

-Entrenador

-Como?

Un nuevo bofetón le cruzó la cara.

  • ¡lo siento, entrenador! ¡repítelo!

-lo siento entrenador

Muy bien o utita-, dije acariciándole el pelito…-Come

El muchacho se lanzó a mi polla con ansias y me pegó un mamándote digno de película porno.

Me lamio todo el rabo, lo chupeteo, le golpee con mi pollo en la cara, la llenó de babas. Definitivamente este no era el primer rabo de su vida, aunque me gustó que solo pudiese tragarse un poco mas de la mitad, sería algo en lo que entrenarlo.

Lo tuve comiendo rabo por mas de 20 minutos hasta que me dieron ganas de correrme. No me plantee hacerle parar, por suerte soy capaz de más de dos corridas follando así que primero pensaba llenarle la garganta de lefa y marcar mi territorio.

Ni me planteé avisarle ni pareció importarle, cuando sentí que la lefa venía le enterré la cabeza en mi pollo y le hice convulsionar mientras le llenaba de lefa la garganta.

En cuanto terminé y me dejo la polla limpia recupere la fuerza suficiente para levantarlo y cogerlo en volandas, me ensalive la polla y su culo, y comencé a clavarla poco a poco mientras apoyaba su espalda en el cristal y sus brazos rodeaban mi cintura.

Mi polla no tardó en alojarse en su culo, lo que me confirmo que esta no era su primer rabo, no obstante, estaba calentito y cerradito, así que el niñato tampoco tenía mucha experiencia.

El chico se corrió mientras me lo follaba e intentó buscar mi boca, pero no le dejé, yo tenía el control y el debía saberlo. En cuanto sentí su lefa saque mi polla del interior y lo deje caer al suelo. Le escupí en a cara y le volví a meter un guantazo en la cara.

  • ¡porque coño te corres sin mi permiso pedazo de zorra!??

-lo siento entrenador… es que su rabo

  • ¿que le pasa a mi rabo?

-es que es tan… grande y usted me folla tan bien…-dijo mirándome como un corderito

Decidí apiadarme, se consigue mas con dulces que con ostias, así que me arrodillé junto a el y lo besé, metí mi lengua hasta su campanilla y el chico respondió desesperadamente a mi beso, tuve que frenarlo un poco para llevarlo a mi ritmo, pero se acopló rápidamente.

-Sube a la cama, a 4 patas nena, quiero preñarte.

He de mencionar que no soy de los que van por ahí follando sin condón, no obstante, la situación me pudo y empale a ese chaval con ansias hasta que los pelos de mis pelotas acariciaron sus lampiñas nalgas.

La zorrita solo tenia un poquito de pelo en el culo y en los huevos, aunque pensaba deshacerme de todo eso.

Aumente el ritmo oyéndolo gemir y le clave las uñas en la espalda como garras.

Cuando me cansé de fallármelo así lo giré y puse sus piernas en mis hombros.

Puse mi boca junto a su oído y le susurré

-Correte conmigo princesita.

Y comencé a besarlo mientras el chico se corría, se vino aprontando el culo con cada espasmo y eso era lo que yo necesitaba para correrme y llenarle el culo con mi lefa calentita.

El chico cayó rendido en la cama y quedó dormido casi de inmediato. A lo tonto, llevábamos casi dos horas follando.

De repente me vinieron todos los remordimientos…. Me había follado a un jugador de mi equipo al que casi doblaba la edad, podría meterme en problemas si todo eso salía a la luz, podría ser mi ruina y perdición.

Casi no pude pegar ojo pensando en las consecuencias de mis actos y no fue hasta bien entrada la madrugada que caí dormido.

Aun en sueños, seguía persiguiéndome la idea de lo que había hecho cuando comencé a sentir algo que me hizo despertar, la luz entraba por la ventana y sentía algo en mi entrepierna.

Abrí los ojos y vi a Daniel comiéndome el rabo.

-Buenos días entrenador. - me dijo con una sonrisa y manchas de lefa secas en su cara.

No, no la había cagado… es mas mi cabeza comenzaba a tener una idea.

Quizás hubiese encontrado un premio, una motivación que ofrecer a mis mejores jugadores….

Continuará.

Este es mi primer relato y se admiten sugerencias, como queréis que continúe, ¿que os gustaría que pasara? Gracias por vuestros votos y comentarios.