Papito (II) by Francesca Duval

Continua mi historia y la de papito y mi mamy.

Segunda parte

E n esta segunda parte, contaré lo que falta de mi historia y lo más importante de la vida de papito. De como llegué á quererlo más que mi propia vida, y que hoy, á mis 50 años, lo sigo amando como cuando era una chiquilla.

P apito fue á traer a mamá del Hospital, y volvieron a casa al medio día, a la vuelta, papito había pasado a buscar a mis hermanos del Colegio, y todos regresaban juntos. Al verme mamá me preguntó que como me sentía, y si ya no me dolía la barriga, le saludé con un beso, y le dije que ya estaba mejor, que papito me había dado un remedio y que ya estaba sana. Ayudamos a mamá a entrar, y la acostamos en su cama, y mis hermanitos inmediatamente la acosaron con preguntas, y mientras ella les contaba su operación, con papito fuimos a traer sus cosas del auto. Salimos de la casa y nos fuimos al garaje, papito abrió el maletero del auto, y sacó la maleta y las otras cosas de mamá, mientras yo abría la puerta delantera, y sacaba las mantas y las maletines de mis hermanitos, dejé todo en el suelo y me acerqué a papito por detrás, y lo abrasé por su cintura, él dejo las cosas en el piso, se dio la vuelta y rodeándome con sus brazos, colocó sus manos en mis nalguitas, y me alzó, me dolió mi maltrecho culito, pero no me importó, mientras yo lo abrazaba por el cuello, y nos comenzamos a besar intensamente, le acariciaba su pelo, y abriendo mis piernitas, las coloqué alrededor de sus caderas, papito comenzó a andar y me sentó sobre el capó del auto, mientras nos seguíamos besando, sacando sus manos de debajo de mis nalguitas, las llevó hacia adelante y me comenzó a acariciar mis pechitos, por sobre el vestido con una mano, y con la otra levantó el ruedo de mi vestido y llevó su mano a mi entrepierna, y comenzó a acariciar mi sexo, por sobre mi calzoncito, excitándome al instante, dejé de besar a papito y le dije:

  • Te amo, papito, quiero que me cojas! Quiero sentir tu pene en mi chuchita! Quiero chupártela papito!!!!!!!!.

  • Yo también mi hijita querida! Yo también quiero cojerte, quiero comerme tu chuchita mi amorcito!!!!!!. Me dijo mi papito, mientras con sus dedos apartaba a un lado la entrepierna de mi calzón, y me enterraba un dedo en mi mojada vaginita. Dejé de acariciarlo para subir un poco más mi vestido, y mirar como mi papito me masturbaba con su mano. Escuchamos pasos de alguien que venia corriendo, y mi papito rápidamente me dejó en el suelo, y agarró las cosas de mamá, yo hice lo mismo, justo en el momento en que llegaba mi hermano mayor a buscarnos, porque mamá preguntaba por nosotros. Papito y yo preparamos la cena, y luego, mientras yo atendía á mi mamá, papito atendía a mis hermanitos. Después de mirar televisión un rato, papito acostó a mis hermanos, y luego estuvimos conversando con mi mamá en su dormitorio. Me fui a dormir a mi cuarto cerca a las 11 de la noche, después de despedirme de mis padres, sabiendo que mi papito iría a mi dormitorio más tarde.

Serían cerca de las 3 de la mañana, cuando sentí que mi papito se acostaba a mi lado, yo había dejado la puerta de mi dormitorio entornada, y él había entrado sin hacer ruido, luego de cerrar y asegurar mi puerta, se acostó a mi lado. Me había dormido tan ansiosa, que mi sueño era muy liviano, y en cuanto sentí a papito a mi lado, me desperté y lo abrasé, papito ya estaba desnudo, y yo lo esperaba igual, ya que me acosté desnuda para esperarlo lista. Juntamos nuestros cuerpos desnudos en un abrazo interminable, mientras nos besábamos con pasión, mientras nos acariciábamos por todas partes.

  • Te amo mi bebé!!!!, te amo mi hijita querida!!!!!. Me susurró mi papito en el oído. Llevé una de mis manitas hasta el pene de mi papito, y lo comencé a masturbar, y me di cuenta que tenía ya una media erección, mi papito me acariciaba mi sexo, y cuando abrí bien mis piernitas, él metió un dedo en mi dolorida vaginita, y me comenzó a masturbar, luego fue besando todo mi cuerpito, hasta llegar a mis pechitos y me los comenzó a chupar, y á morder suavemente, lo que me acabó de excitar, y lo comencé a masturbar más rápido.

  • Que rico papito, me gusta mucho!!!!!!!!!!! Le dije despacio para que solo él me oyera.

Soltando su pene de mis manitas, siguió bajando por mi cuerpo hasta llegar a mi sexo, y con sus labios me lo comenzó a besar, y con su lengua separó mis labios vaginales, y me penetró, con su lengua enterrada en mi vaginita, me moví abriendo aún más mis piernitas, se acomodó entre mis muslos, y me comenzó a chupar mi clítoris y mi vaginita, y aunque me ardía un poco, gocé con lo que me hacía, hasta que me hizo terminar en un orgasmo largo y estremecedor.

  • Termino papito!!!!!, uuuhhh!!!!!!, aaaahhhh!!!!!!, que rico!!!!!!!!, hhhaaaaa, papito!!!!!!!!!! Le dije, en el momento en que comencé a tener mi orgasmo. Después él fue subiendo y besando todo mi cuerpito, mientras se acomodaba arriba mío, hasta que su pene quedó a la altura de mi chuchita, al oído me decía que me amaba, y que quería estar así siempre conmigo, y luego me preguntó si lo amaba.

  • Te amo mi reinita!!!!, quisiera estar así siempre contigo mi hijita!!!!, me amas mi amorcito? Apoyando las manos en la cama, levantó un poco su cuerpo, se acomodó encima mío, y yo abrí más la piernitas y las flexioné, para acomodar la entrada de mi vaginita, a la altura del pene de mi papito, y sin tocarnos con las manos, me fue penetrando despacio, mientras yo le decía que lo amaba y que siempre sería de él.

  • Soy tuya papito!!!!!!!, y te amaré siempre!!!!!!!!!!!, te quiero mucho, mucho, muchoooooooo!!!!! AAAHHH!!!!!!!! Sentí como el pene de papito abrió mis labios vaginales, y luego, como comenzó á abrir al máximo las paredes de mi vaginita, mientras resbalaba hacia adentro, hasta tocar mi útero, cuando sentí que el pene de papito me entró todo, llenando totalmente mi estrecha y mojada vaginita, nos quedamos un rato quietos, y luego cuando me acostumbré a su tamaño, me comencé á mover, apretando y soltando mi esfínter y mi barriguita, papito me la comenzó a meter y sacar cada vez más rápido, mientras me hablaba diciéndome lo que me estaba haciendo, y preguntándome si me gustaba.

  • Te la estoy metiendo mi amorcito!!!!!!, la sentís?, ya está adentro de tu chuchita, mi vida!!!!!!!, te gusta lo que te hace tu padre, mi amorcito???.

  • Me gusta mucho papito!!!!!! Haaa!!!!!! Me gusta que me metas tu pene!!!! Me encanta sentir tu pene dentro de mi chuchita, papito!!!!!! Aaaahhhh!!!! Así papito!!!!! Aaaahhhh!!!!!!! Que rico papito!!!!!!! HHHMMMM!!!!! Me cogió con ganas, y pronto comencé á sentir que me venía el primer orgasmo, crucé mis pies atrás de su espalda, y las estocadas del pene de mi papito fueron más profundas, y desencadenaron en mi, por primera vez una serie de orgasmos, para no gritar me colgué de su cuello, y lo mordí en el pecho, y creo que tuve como tres orgasmos seguidos, mientras mi vaginita me palpitaba mucho, apretando el erecto y caliente pene de papito, que seguía entrando y saliendo cada vez más rápido de mi vaginita, y cuando mi papito eyaculó dentro de mi, tuve el cuarto orgasmo, el pene de mi papito palpitaba dentro de mi sensible vaginita, haciéndome sentir un sinfín de nuevas sensaciones, mientras sentía como soltaba su semen a cada espasmo de su pene.

  • Acabé mi hijita!!!!!!, aaahhhhhh!!!!!!!!!, que rico!!!!!! MMMMMHHH!!!!!!.

  • Si papito, siento como tu pene me llena de semen, dentro de mi chuchita!!!!!!!!!! Papito se derrumbó encima mío, y por primera vez fui consciente de su peso, mi carita quedaba a la altura de su pecho, y quedé totalmente bajo su cuerpo, luego él se acomodó de costado, sacando de mi ardiente vaginita su pene, y abrazándome, llevó mi cuerpito casi arriba del de él, en esa posición descansamos un rato, mientras mi chuchita me dejaba de palpitar, papito me dio un beso largo y apasionado. Luego se levantó, se puso su boxer, se volvió a agachar y me dio otro beso, se despidió de mí, y se fue a su dormitorio.

Cuando mi papito se fue, y quedé sola en mi camita, comencé a pensar en todo lo que había pasado en esos escasos cinco últimos días de mi vida, y realmente eran muchas emociones, y sucesos. Desde la primera vez que miré a mi papito como mi hombre, hasta este momento en que sentía mi pequeña é inflamada vaginita, llena con el semen, que mi papito me había dejado dentro. La sentía todo el tiempo inflamada, y todavía estaba adolorída, de todas las veces que mi papito me había hecho el amor esos días, me dolían un poco mis piernas, y estaba macurcáda de mi barriguita y mi culito, pero todo sacrificio y dolor valía la pena, por estar con mi papito, y saber que era su mujer, y que me amaba, no solo como su hija, sino como su amante, su otra mujer, limpié mi sexo y mis muslos con mi calzón, y luego me puse mi camisón, y me dormí pensando en mi papito.

Al día siguiente mi papito nos llevó al colegio, y quedó establecido, que mientras mi mamá estuviera enferma, yo iría adelante en el automóvil, y mis hermanitos en el asiento de atrás. Mientras mi papito conducía, yo tocaba y acariciaba su pene, por sobre su pantalón, mientras él acariciaba mi chuchita por sobre mi calzón, y cuando podía, me apartaba á un lado el elástico de la entrepierna de mi calzón, y metía sus dedos en mi chuchita, acariciaba mi clítoris y los metía en mi húmeda vaginita. Llegué al colegio mojada, y muy excitada, pero con la actividad del día se me pasó. A medio día nos pasó a buscar, y nos regresamos a nuestra casa, y nuevamente aprovechaba para tocarlo, acariciarlo sin que mis hermanos se dieran cuenta, y dejar que él me acaricie por sobre mi calsoncito. Por la tarde, mi papito se quedó en casa atendiendo á mis hermanitos, y lo vi muy poco, ya que entre ayudar a la Señora que venía a cocinar, y atender a mi mamá, se me pasó toda la tarde, y solo dos veces pude estar a solas con mi papito, y apenas le pude dar besos fugaces, y él solo pudo acariciar mi rostro y tocar mis nalguitas por sobre mi vestido. Por la noche, nuevamente vino a mi cuarto en la madrugada, y volvimos a hacer el amor, pero antes, me comió el culito con su lengua y sus labios, y no sentí ningún dolor, como él me había dicho.

Como la noche anterior, mi papito llegó y se metió en mi cama, luego de asegurar con llave la puerta de mi cuarto, y de sacarse sus boxer. Yo lo esperaba desnuda, y esta vez estaba despierta, ya que durante la noche había despertado como tres veces, y hacía como cinco minutos que había despertado la última vez. Cuando lo sentí a mi lado lo abrasé, y pegué mi cuerpito al suyo, y lo besé en la boca, mientras nos empezábamos a acariciar por todos lados, luego le pedí a mi papito que quería hacer el amor con luz, que prenda la lampara de mi mesa de noche, papito me soltó por un momento, y mientras él prendía la luz, me agaché y me apoderé de su pene con mis manitos, y se lo comencé a acariciar, y cuando él se recostó en la cama, me acosté sobre él, dándole la espalda, y colocando mis piernitas a los costados de su cuerpo, le ofrecí mi chuchita. Mientras, yo comencé a chupar su pene, mi papito comenzó a acariciar mi chuchita, Me introducía sus dedos en mi vaginita y en mi culito, y luego acariciaba mi clítoris, mientras yo seguía chupando su pene, hasta que se le puso bien duro. Papito me puso en cuatro patas sobre el medio de la cama, y me metió su pene desde atrás, por mi mojada vaginita, y me hizo el amor con fuerza, y esta vez yo gocé mucho, y no sentí ninguna molestia, tuve dos orgasmos mientras su pene entraba y salía, de mi apretada y mojada vaginita, cuando estaba por acabar, se recostó de espaldas, al medio de mi camita, y yo me senté sobre él, y solita me introduje su pene en mi vaginita y lo comencé a cabalgar, hasta que lo sentí terminar contra mi útero, me recosté sobre su pecho, mientras mi papito me acariciaba la cabeza y me decía:

  • Hacer el amor contigo es la cosa más bella que me á podido suceder!, te amo

chiquitita adorada!. Te amo mi hijita!

  • Yo también te amo papito!, y me gusta que me hagas el amor, me gusta sentir tu pene dentro de mi chuchita!, quisiera volver a dormir pronto contigo!, puedo papito?

  • Pronto mi hijita!, yo creo que pronto podremos volver a dormir juntos, no te preocupes, ya buscaremos la forma, de que podamos estar toda una noche juntos, mi amorcito.

  • Te extraño mucho papito!, quiero dormir siempre contigo! Le contesté, conversamos un rato más, y luego mi papito se me levantó de su barriga y me dejó en mi camita, mientras él se levantó y se puso sus boxer, y después de darme un gran beso en la boca, se fue, y yo me quede sola, pero como estaba cansada me dormí inmediatamente. Los días siguientes fueron normales, y mi papito comenzó a espaciar las noches que venía a mi dormitorio, ya que mamá estaba un poco mejor, y había noches en que papito no podía escaparse de su cuarto, y otras solo venía por un ratito. Me acariciaba, y dejaba que yo lo acaricie otro momento, y después se iba, porque mi mamá estaba despierta, algunas veces lo comenzamos a hacer por las tardes, cuando mi mamá estaba acostada, y mis hermanos jugando en la calle.

Nos metíamos en el baño, y yo me sacaba mi calzón, y mi papito se bajaba su pantalón y sus boxer hasta las rodillas, le chupaba un rato su pene, y luego él chupaba mi chuchita, y después se sentaba en el inodoro, y yo me colocaba parada entre sus muslos, de frente sobre él, y me introducía su pene en mi vaginita, y lo cabalgaba, hasta que terminaba dentro mío. Siempre de esta forma tenía uno ó dos orgasmos, ya que teníamos mayor contacto, y podía ver como me entraba su erecto y caliente pene en mi estrecha vaginita, y como yo estaba arriba de él, podía moverme a mi comodidad, metiendo y sacando su pene de mi vaginita, a mi ritmo, hasta que terminaba bien adentro de mi vaginita y llenaba mi útero con su semen. Otras veces fueron en la cocina, papito me sentaba en el mesón, y después de sacarme el calzón, ó de hacer a un lado el elástico de la entrepierna de mi calzón, me metía su erecto pene por mi cada vez más receptiva vaginita, levantando mis piernitas y me cogía con fuerza, a veces terminábamos juntos. También lo hacíamos en el garaje, dentro del auto, ó en un colchón viejo, que papito guardaba en un rincón no se porque. Cuando se cumplieron las dos semanas de vacaciones de papito, empezó a trabajar nuevamente, y solo lo podía ver por la mañana, cuando nos llevaba al colegio, cuando nos pasaba á buscar á medio día, y por la madrugada, cuando entraba a mi cuarto, y hacíamos el amor, ó solo nos acariciábamos un poco.

Mi mamá comenzó a levantarse, y ya se sentía mejor, así que comenzó a hacerse cargo de mis hermanitos, de mi, y de ayudar a la señora, que venía todos los medios días, todavía andaba despacio y no podía levantar peso, y papito me dijo que mamá le había dicho, que el medico había prohibido a mamá hacer el amor por lo menos unos tres meces, así que solo lo haría conmigo, y que eso a mi me encantó mucho, ya que no lo tendría que compartir con nadie. Me había vuelto una adicta al pene de papito, ya que me la pasaba buscándolo y paraba tras él todo el tiempo, y con ganas de sentir su erecto y rico pene, dentro de mi ardiente y ya todo el tiempo inflamada vaginita. La rutina del auto seguía siendo la misma, yo adelante acariciando y recibiendo caricias de papito, y mis hermanitos detrás, sin darse cuenta de nada. Algunas veces que acompañé a papito sola al mercado, aprendí a chupar su pene en el auto, y papito me hizo terminar con su mano y con su boca, y una noche que lo acompañé a la Farmacia, a comprar un remedio para mamá, me cogió en el asiento trasero del auto.

Paramos en un lote baldío, en una calle desierta y oscura, papito me desnudó, y se desnudó él en el asiento trasero, y después de que nos chupamos primero, me cogió por mi vaginita por un rato largo, y luego me la metió por mi culito, después de ponerme Vaselina, y esta vez no me dolió nada, me enterró todo su pene dentro de mi canal trasero, y me cogió con fuerza. Logré tener tres orgasmos en menos de una hora mientras con una manito estimulaba mi hinchado clítoris. Cuando sacó su pene de mi culito, ya no me vinieron esas ganas de ir al baño, como las dos primeras veces, pero la sensación de que mi culito estaba muy abierto, me duró hasta que regresamos a la casa. Yo me dirigí directamente al baño, mientras papito explicaba a mamá, que nos costó mucho encontrar una farmacia abierta á esa hora. Ya en el baño, después de que me salió todo el semen que tenía en mi todabía abierto culito, me desnudé para bañarme, y lavar todo el semen de papito, que chorreaba por mi vaginita, y por mi culito.

Cuando miré mi cuerpito desnudo en el espejo grande, me di cuenta que mis senos estaban más llenos, como dos medias naranjas, y mis pezoncitos se habían vuelto más oscuros, y que estaban más sobresalidos y duros, cuando miré hacia abajo, vi que mi chuchita estaba más abultada, ya no porque estuviera inflamada, sino que se había expandido por las cogidas que teníamos con mi papito, me había salido como una loma, que se notaba contra lo plano de mi pelvis, y que de la raja de mi chuchita, sobresalía en la parte superior, el botón de mi clítoris que también estaba más grande y sensible, incluso me pareció que mis caderas estaban más anchas con relación a mi cintura, mirándome en el espejo, recordé que pronto cumpliría 11 años, y ya era una mujer, la mujer de mi papito.

Cuando se cumplieron dos meces, de que mi papito me había hecho su mujer, ya me la podía meter por mi culito sin necesidad de Vaselina, apenas con su saliva ó mis jugos, que sacaba de mi vaginita, y aunque solo podíamos estar juntos y a solas, en promedio unas dos noches por semana, no dejábamos de aprovechar cualquier otro momento que se nos presentaba. Hasta que a papito se le ocurrió una idea, y una madrugada, después de que hicimos el amor en mi camita, me la contó y me encantó, le dije que si, y me aseguró que lo haría desde el siguiente mes. A los días y cuando todos estabamos almorzando, le dije a mi mamá que estaba un poco mal en Ingles y que la profesora me dijo que era conveniente, que tome clases en algún Instituto, porque podía correr el riesgo de perder el año por esa materia, mamá me retó, y me dijo que estaba muy floja, y otras cosas por el estilo, mi papito la interrumpió, y le dijo que él averiguaría, ya que cerca a su oficina sabía de un Instituto, que él había visto muchas veces, al paso, y podría ser conveniente para mí.

Mi mamá estuvo de acuerdo, y dijo que de esa forma cuando acabe el instituto, yo me podría ir caminando a la oficina de papito, ó lo podía esperar a que él me pase a buscar, cuando saliera de su oficina. Mi papito tardó dos días en conseguirme el instituto, y nos avisó, que el siguiente lunes empezarían mis clases. Los fines de semana era bien difícil, que pueda estar con mi papito, ya que en todo momento estaban mis hermanos y mamá, a su alrededor, y solo podíamos estar por las noches, cuando mi papito me visitaba en las madrugadas, y a veces solo por un momento, que apenas me daba para chupársela un ratito, y que él me la meta y me coja rápido, unas veces por mi vaginita y otras por mi culito. Muchas noches me quedé con ganas de más y sin tener un solo orgasmo.

Mamá me dijo un día, cuando me estaba probando un vestido, que estaba más grande, y que mis pechitos estaban creciendo, y que estaban más llenos, que me compraría corpiños, ya que mis pechos y mis pezones se notaban mucho, y que las mujercitas a cierta edad se tenían que acostumbrar a usarlos. Cuando mamá salió de mi cuarto, me miré en el espejo, sacándome el vestido y vi que mis pechitos estaban más grandes y llenos. Mamá es de pechos grandes, y seguramente yo tendría igual que ella senos grandes, cuando fuera mayor. Las aureolas de mis pechos seguían siendo chiquitas, pero mis pezones eran como dos granos de maní, bien morenos, a causa de que papito mucho me los chupaba, y como paraba todo el tiempo excitada, estos se mantenían erectos y duros. Me bajé los calzones, y vi que mi sexo se notaba más abultado, se notaba como una loma más pronunciada en mi pubis, y aunque no tenía todavía pelitos, se notaba más grande, en medio de mi rajita, se notaba perfectamente mi crecido y duro clítoris, que sobresalía de mis ya duros aunque pequeños labios mayores, aunque mi cuerpito seguía siendo el de una niña, mi entrepierna estaba más ancha, había como una mayor separación entre mis muslos. Cuando logré estar a solas con mi papito, se lo comenté y él me dijo:

  • Es porque al hacer el amor, yo apoyo todo mi cuerpo contra el tuyo, mi vida, y tus piernitas se abren al máximo, hacia los costados, y eso hace que tu pelvis se expanda hacia los costados, y se cree una separación entre tus piernitas, para que haya más lugar, para que mi cuerpo se pueda acoplar mejor al tuyo, mi hijita, y lo de tu pechito, es porque estás creciendo, y junto con tu crecimiento, también van creciéndote los pechitos. Tus pezoncitos están más grandes, y su color más oscuro por las chupadas y los besos, que yo les doy mi reinita.

  • Papito y cuando me va á venir la regla?

  • Pronto mi amorcito, normalmente viene entre los doce y los quince años, pero no te preocupes, que mientras no te venga, podremos seguí haciendo el amor sin cuidarnos, y yo podré terminar dentro de tu vaginita sin temor a embarazarte, entiendes mi amorcito? Yo moví mi cabeza afirmativamente, y mi papito me pregunto que de donde sabía lo de la regla, y le conté que en el colegio lo hablábamos con las otras chicas, y que yo tenía varias compañeras, a las que ya le había venido la regla, y que ellas nos contaban como era, y lo que se sentía. Papito me preguntó, si alguna de mis compañeras había contado algo, de alguna relación con alguien, y yo le conté, de una compañera que salía con un chico mayor, hermano de otra compañera, y que nos relató lo que hacían cuando ella iba a la casa del chico, y lograban encontrarse a solas. Por la llegada de mamá no pudimos seguir conversando y papito se fue á hacer sus cosas.

Por fin llegó el lunes, en que empezarían mis clases de ingles, en el Instituto que quedaba cerca a la oficina de mi papito, y todo transcurrió normalmente, solo mi nerviosismo, fue patente durante todo el día, hasta que al caer la tarde, mamá me embarcó en un taxi que me dejó en el instituto. A las siete de la noche, papito me esperaba en la puerta, y me acompañó hasta mi curso, y luego me dio un beso y se despidió hasta la salida. Pasé la hora de clases sin ninguna novedad, y papito me estaba esperando a la salida. Nos fuimos caminando hasta su oficina, ya que teníamos una hora más, a mamá le habíamos dicho que yo pasaría dos horas, los días Lunes, Miercoles, y Viernes.

Entramos al edificio, donde estaban las oficinas de papito, y ya no había nadie por los corredores, solo el sereno en la planta baja, donde estaba la tienda de papito. Me explicó que muchas veces, él tenía que quedarse a trabajar hasta tarde, y que el sereno ya estaba acostumbrado a verlo salir a cualquier hora. Varias veces había estado en la oficina de papito, pero siempre acompañado por mi mamá, esta era la primera vez que entraba sola con mi papito. Una vez que entramos a su privado, prendió la lampara de neón principal y toda la habitación se llenó de una luz blanca, y comencé a mirar todo, como si fuera la primera vez que entraba en esa habitación. Aparte de su escritorio y un gran modular, había también una mesa de reuniones con seis sillas, y un juego de Living, con un gran sofá. Papito cerró con llave la puerta que daba al pasillo, y luego regresó conmigo a su oficina, y cerró con seguro la puerta de la misma. Me abrazó y yo me colgué de su cuello, y nos comenzamos a besar apasionadamente, como si no lo hubiéramos hecho hacía mucho tiempo, papito me había levantado mi faldita, y me sostenía por mis nalguitas, mientras yo lo abrazaba con mis piernitas por su cadera, así como estabamos, papito me llevó al gran sofá, y se dejó caer en él, yo quedé montada a horcajadas en su falda, sin dejar de besarlo y acariciarlo.

Al rato me pidió que nos detuviéramos, y nos levantamos, y entonces el recorrió un poco para delante el sofá, y moviendo una palanca que había a un costado, el espaldar se bajó hacia atrás, y quedó convertido en una cama de dos plazas. Tiró los almohadones al piso, y de un cajón del modular, sacó una manta y la colocó sobre la cama, en que se había convertido el sofá, luego se sentó en el borde de esa cama improvisada, y yo me puse entre sus piernas, y dejé que mi papito me desvista, mientras yo lo acariciaba, y él me chupaba los pechitos, y me decía que lo volvían loco. Cuando quedé totalmente desnuda, lo ayudé a desnudarse, y cuando él se recostó, al medio de la cama, me subí tras él y me puse arriba de su estomago, dándole la espalda, y comencé a chupar su amado pene, que pronto comenzó a crecer dentro de mi boquita, mientras mi papito me metía sus dedos en mi vaginita, y jugaba con mi clítoris, á ratos dejaba de chupar su pene, para llevar mi cuerpo hacia atrás, para que papito pueda chupar y meter su lengua en mi vaginita, y en mi culito, hasta que me hizo acabar por primera vez. Al rato, papito me colocó acostada de espaldas sobre la cama, y me enterró su pene en mi vaginita mientras yo colocaba mis abiertas piernitas tras su espalda, y me arrancó el segundo orgasmo de la noche, cuando sentí como su duro y caliente miembro, tocaba mi útero, partiéndome en dos, me cogió con fuerza, entrando y saliendo de mi chorreánte vaginita, haciéndome acabar dos veces más. Luego me la sacó, y se llevó mis piernitas a sus hombros, y después de mojar mi culito, con los jugos que me salían de mi chorreante vaginita, me comenzó a meter su duro y caliente pene por mi culito, que comenzó a abrirse al máximo para recibirlo, me dolía un poco, pero me gustaba, así que entre quejidos y suspiros, le dije que me lo meta todo.

  • Metéla papito!!!!!!!, métemela por mi culito!!!!!, hayyyyy!!!!!!!!, así papito, métela todaaa!!!!, ya entró papito!!!!!!!!! HAAAAA!!!! La siento en mi estomago papito!!!!!!!!, aaaahhhhh!!!!!!!

  • Está toda dentro mi amorcito!!!!!!!!!!! HHHAAAGGG!!!! Que culito más rico el de mi hijita!!!!!!!!!!, te gusta mi vida? Te gusta que te la meta por tu culito , mi hijita?

  • Siiiiiiii papito, me encanta que me la metas, por mi culito!!!!!!!!, sigue, sigue, sigueeee!!!!!, así papito!!!!, más fuerte!!!!!!!!!!, así papito!!!!!!!, te amo papito!!!!!!, aaahhh!!!!!!!!. Le decía, mientras con mi cadera acompasaba el empuje y las arremetidas del pene de mi papito, me partía en dos, me dolía, pero me llenaba de gozo, al sentirlo bien adentro y apretado por el anillo de mi esfínter, yo pujaba y gemía todo el tiempo. Hasta que terminó dentro de mi culito, llenando mi intestino con su caliente semen.

  • Ya termino!!!!!! Haaa!!!! Ya termino mi hijita!!!! MHH!!! Ya terminoooo!!!!! AAHHGG!!!! MMMMHHH!!!!!! El anillo de mi esfínter, apretaba el tronco del duro y caliente pene de papito, exprimiéndolo, mientras nos comíamos nuestras bocas para no gritar, ya que tuve otro orgasmo, en el momento que mi papito se vació, dentro de mi intestino, papito se acostó un poco cruzado a mi cuerpo, y me la fue sacando despacio. Cuando salió toda de mi culito, se quedó quieto, acostado de espaldas, mientras me acariciaba mi rostro y mi pelo, yo me senté á duras penas su lado, todavía muy agitada y excitada, y agarrándolo con las dos manos, chupé su hinchado y morado pene suavemente, sintiendo en mi boquita el sabor de su sexo y mis jugos, y por mi nariz entraba el penetrante olor de su sexo y el mío, en una mezcla que llegaba hasta mi cerebro, excitándome aún más. Me tragaba todo lo que tenía el lubricado y erecto pene de mi papito, hasta que se lo dejé reluciente y brillante, con mi saliva. Sentí que se le ponía duro de nuevo. Papito me preguntó si me lo quería meter en mi chuchita, y le dije que si, parándome y sentándome luego, con las piernas abiertas encima de su barriga, me lo fui enterrando de a poco, hasta que llenó toda mi estrecha y mojada vaginita, coloqué las manos sobre la dura barriga de papito, y comencé a cabalgarlo como a él le gustaba, y a mi me encantaba, y me lo estuve cogiendo un buen rato, hasta que entre suspiros, resoplidos y quejidos, los dos terminamos, y sentí su semen derramarse en el fondo de mi vagina, y su amado pene palpitar, apretando las paredes de mi torturada vaginita, mientras me llenaba de su caliente esperma, la ardiente cavidad vaginal, que lo apretaba y exprimía. Me recosté en su pecho, y nos quedamos quietos y callados un rato largo, mientras recobrábamos el aliento, y sentí como el pene de mi papito se encogía dentro mío, y como resbalaba, escapándose y saliendo fuera de mi chorreante vagina. Al rato nos levantamos desnudos como estabamos, y papito me llevó alzada, en sus fuertes brazos a su baño, y me ayudó a lavar mis partes intimas, y á sacar los restos de semen de mi chuchita y de mi culito, luego nos vestimos y nos fuimos a la casa.

Durante todo el viaje me recosté sobre él, y conversamos sobre lo que hacíamos, y papito me preguntó si no estaba arrepentida, ó con culpa por lo que hacíamos, le contesté que para mi era lo más normal, y lo mejor que me había pasado en mi corta vida, el poder hacer el amor con él, y que siempre me consideré su mujer, y que no me podía imaginar otra forma de declararle el amor que sentía, y que no solo era mi papito, sino mi vida entera. Papito paró el auto, a un costado de la calle, y me besó tiernamente en la boca, y me dijo que lo volvía loco, y que me amaba con todo su corazón, y que solo viviría para mi. A partir de ese día, con papito hacíamos el amor en su oficina, en esa hora que teníamos para nosotros, tres noches a la semana, y dejamos de hacer el amor en la casa, ya que cada día se volvía más peligroso, y solo los fines de semana, mi papito me visitaba en la madrugada, en mi cama, y me hacia el amor en silencio, y luego se marchaba al cuarto de mamá.

Para cuando cumplí los once años, papito me regaló muchas cosas bellísimas, y mamá me hizo una fiesta, con todos mis compañeros de colegio, y mis amigos del barrio, ya que no teníamos parientes, que vivieran cerca a nuestra ciudad. Solo mi tía, hermana de papito que vivía en otro país, me mandó la postal que me mandaba cada año. Papito me confesó ese día, que mamá era su prima hermana, y que los dos se habían escapado de sus casas, cuando él tenía 16 años, y mi mamá 14 años, porque quedó embarazada de mi, y que después de una larga travesía, lograron llegar á este país, donde con nombres y apellidos ficticios, lograron abrirse camino, con muchos sacrificios, y que luego de que nacieron mis hermanitos pequeños, hicieron nuevamente contacto con sus familias, y que solo en una oportunidad, la hermana de mamá vino a vernos, y nunca más volvió, así que como los demás parientes de mamá, nunca aceptaron a papito, jamás vinieron a vernos.

De la familia de papito, solo una hermana que quería mucho a papito, venía una vez al año, y se quedaba en un hotel, por una semana, aunque venía a nuestra casa todo el día. Ella era casada con un extranjero, y vivía en los Estados Unidos, era menor que papito, con unos cuatro años, pero siempre le estaba diciendo bebé, como papito tenía 28 años, mi tía debía tener 25 años, yo la conocí cuando cumplí mis seis años, y siempre me llevé muy bien con ella, era parecida á mi mamá, pero más hermosa y elegante, siempre estaba alegre. Como solo venía una vez al año, me acostumbré a recibir la única tarjeta que recibía en mis cumpleaños, ya que como ella vivía en otro país, no podía venir seguido, pero me prometía en sus cartas, que para las vacaciones de fin de año vendría, y me traería un regalo hermoso, y así era, cada año que ella venía, recibíamos hermosos regalos todos en la familia.

Al día siguiente de mi cumpleaños número 11, tenía clases por la noche en el instituto, y papito me pidió que no entre, y que lo espere en la puerta, me baje del taxi y vi que papito estaba al frente en su auto, esperé que el taxi se pierda de vista, luego corrí y me subí al auto, y le di un gran beso a papito, y le pregunté cual era el secreto, papito me sonrió, y arrancó el auto, y en lugar de ir a su oficina, nos dirigimos a un edificio viejo de departamentos, al otro lado de la ciudad, estacionamos en un garaje subterráneo, mal iluminado, y subimos por un estrecho ascensor, hasta un quinto piso, nos paramos al lado de una puerta, que tenía un cartel en la parte superior, que decía 508. Papito sacó un juego de llaves de su bolsillo, y escogió una, abrió la puerta y me hizo pasar a una habitación. Estaba oscura, y no se veía nada ya que las luces del pasillo apenas alumbraban, luego entró él, y después de cerrar la puerta con seguro, prendió la luz. Vi un juego de living y un comedor pequeño, y algunos otros muebles típicos de un departamento pequeño, mire a papito, y le pregunté de quien era todo esto, y sonriendo me dijo que él lo había alquilado, y lo había amoblado, y que era para los dos.

Lo abrasé y papito me tomó con sus brazos, y comenzó a andar, y me llevó a un dormitorio, que sin ser grande tenía una cama de dos plazas y un placard con un gigantesco espejo, que reflejaba casi toda el cuarto. Papito me paró sobre la cama, y me pregunto si me parecía bien lo que había hecho, colocando mis brasitos en su cuello, le dije que era el mejor regalo de cumpleaños, que me podía haber dado, y lo besé apasionadamente. Papito me desnudó, mientras yo lo desnudaba a él y luego caímos a la cama en un interminable abrazo, mientras nos besamos por todos lados, nos decíamos palabras de amor, y terminamos chupando nuestros sexos, en un perfecto 69. Papito terminó dentro de mi boquita, llenando mi garganta con su semen, mientras yo terminé dos veces en su boca, yo no dejé de chupar su pene en ningún momento, y me tragué todo su semen, papito seguía chupando mi clítoris, y penetrando mi vagina con su lengua y produciendo en mi, una excitación increíble, no dejé que el pene de mi papito se baje, y con mis manitas lo acariciaba, mientras con mi boquita chupaba la punta de su pene, y cuando lo sentí que de nuevo estaba bien duro, me lo saqué de la boca y papito me acomodó de espaldas con las piernitas bien abiertas en medio de la cama, y me la comenzó a meter por mi chorreante vaginita, entró despacio, abriendo de a poco mi estrecha vaginita, gozando del momento, me dijo:

  • Te amo mi hijita!!!!, te gusta como te coge papito, mi reinita?, aaahhh!!!!

  • Si papito!!!!! Sigue!!!! Sigue!!!! HAAAGGG!!!! Más rápido papito!!!!!! HHAAA!!!! La siento en mi barriguita papito!!! Me gusta mucho tu pene papito!!!!! Sigue, papito, sigue!!!!!!!!! AAAHHHGGGGGG!!!!!!!!! Me gusta chupar tu pene y cuando lo metes en mi chuchita y en mi culito papito!!!!! AAAAHHHGGG!!!!! Papito me la metía y sacaba, cada vez más rápido, mientras yo me agarraba por los tobillos con mis dos manitos, para abrir más mis piernitas, y poder sentir como con la punta de su pene, empujaba mi útero y me llenaba totalmente, cuando acabé otra vez, con otro sonoro orgasmo, se lo dije, y papito me la sacó, y la metió por mi culito, que ya la aceptaba sin ningún problema, y solo al comienzo costaba un poco que entre, pero una vez mi blando esfínter se abría, el pene de papito entraba todo en mi culito, resbalando por las húmedas paredes de mi intestino, lo sentía en mi barriga, luego papito me lo comenzaba a meter y sacar, meter y sacar, cada vez más rápido, y dandome un placer infinito.

Más tarde me la sacó del todo, y yo me coloqué de cuatro patas sobre la cama, y me la enterró en mi culito desde atrás, me gustaba esta posición, porque yo podía regular el empuje de papito y la penetración de su pene, y porque cada vez que me la enterraba toda en mi culito, sentía su pelvis chocar contra mis nalguitas, y como mi esfínter le apretaba la raíz del pene de papito, me dolía un poco pero me gustaba, me cogió por un rato largo haciéndome tener otro orgasmo, mientras con una mano estimulaba mi clítoris, luego me la saco, y se recostó en la cama. Yo me puse sobre él, y solita me enterré de nuevo su pene en mi culito, cuando entró todo dentro de mi culito, con una mano me apoyaba en su barriga, y con la otra masturbaba mi inflamado clítoris, mientras papito me acariciaba, y apretaba mis pechitos y mis pezoncitos, haciéndome terminar de nuevo, luego cuando sentí que mi papito estaba por terminar, me dijo que la saque de mi culito y que la meta en mi vaginita.

Así lo hice, y lo comencé a cabalgar con su incansable y caliente pene enterrado hasta el fondo de mi sufrida vaginita, hasta que los dos terminamos juntos, en medio de gemidos, suspiros y gritos por parte mía. Me recosté sobre su pecho, sin dejar de gemir y de suspirar, mientras papito me decía palabras cariñosas, Cuando su pene se salió de mi vaginita, me levanté y fui al baño y limpié mi vaginita, mientras de mi abierto culito salía todo lo tenía en mi estomago, luego me limpié bien, y mojé una pequeña toalla, y regresando al dormitorio, limpié con ella a papito, y luego me recosté a su lado, y descansamos un momento. Más tarde le dije a papito, que tenía sed, y papito me dijo que en la cocina había jugos en la heladera, me levanté nuevamente desnuda, y así como estaba, fui y traje dos vasos de jugo, y me senté en la cama al lado de papito, que ya me esperaba sentado, después de tomar el jugo, papito me preguntó si me gustaba estar desnuda, y le dije que si, que cuando estaba con él, la ropa era un estorbo y que cuando estuviéramos juntos no tendría que vestirme nunca, para que él pueda verme y cogerme cuando quisiera.

Papito se levantó, y me dio la mano, para que lo siga, juntos y desnudos como nos encontrábamos, me enseñó todo el departamentito, que constaba de un dormitorio, un living comedor pequeño, una cocina chica, y una lavandería con su cuarto para empleada, todas las habitaciones tenían cortinas oscuras, y estaban cerradas, aunque el departamento daba hacia un gran baldío, y estaba en un quinto piso, papito me dijo que por precaución, era mejor que siempre estuvieran cerradas, cuando estuviéramos los dos. En el living me senté sobre papito, en el sofá y nos comenzamos a besar, luego papito me hizo el amor acostada en el sofá, primero por la hinchada y adolorida vaginita, y luego por mi abierto culito, y cuando estaba por terminar, me metió su mojado y erecto pene á mi boquita y eyaculó en mi garganta. Después de bañarnos juntos, nos cambiamos y nos fuimos a nuestra casa.

Al salir del edificio, no nos topamos con nadie, y llegamos a casa sin novedad. A partir de ese día, los lunes, miercoles, viernes, y algunos domingos por la tarde, íbamos una ó dos horas a nuestro departamentito, donde con papito pasábamos momentos hermosos, de puro sexo y amor. Nada más entrar, ya nos desnudábamos y hacíamos el amor en cualquier lado, y en todas las poses conocidas por papito, me cogía por mi vaginita y por mi culito indistintamente, ya que yo lo aguantaba sin problema, por ambos lados y me gustaba igual.

Cuando cumplí 3 meces de estar en el instituto, papito comenzó a comprar revistas pornográficas, y me dejaba que yo las mire en el Departamento, y me acostumbré a verlas y practicaba con él, todo lo que veía en las revistas. No le dije nada, pero comencé a ver que habían toda clase de penes, y la mayoría de los que salían en las revistas eran más grandes que el de papito, y comencé a fantasear con poder conocer otro pene diferente al de papito, pero no solo eso me llamaba la atención, sino que también había visto algunas imágenes de lesbianas, y un día le pregunté a papito si entre mujeres se podía hacer el amor, y papito me dijo que era otro tipo de amor prohibido, que la sociedad no aceptaba esa clase de relación, lo mismo que la relación entre dos hombres, y que los que practicaban estos tipos de relaciones, se ocultaban de los demás, igual como lo hacíamos nosotros, medio le entendí y no volví a acordarme del tema, hasta el día que llegó mi tía.

Los encuentros en el departamentito, disminuyeron en las vacaciones, y salvo dos ó tres veces por semana, que papito se metía a mi dormitorio, por la madrugada, y me cogía de apuro, y en los que ninguno de los dos podíamos gozar como estabamos acostumbrados, no teníamos otro tipo de contacto intimo, más que algunos besos y caricias en el baño, ó en su cuarto, mientras mamá estaba en otra parte con mis hermanos. Las veces que podíamos estar solos en el Departamentito disminuyeron, pero se hicieron más intensas, ya que a veces podíamos estar más tiempo, en el que papito me cogía por todos lados, y me hacía gozar intensamente, con lo que me dejaba calmada por varios días. Todo cambió cerca de la Navidad, cuando llegó la hermana de papito. Como siempre se alojó en un Hotel, y se venía con nosotros todo el día, y por la noche papito la llevaba a su hotel. Yo la quería mucho y me parecía muy simpática, pero nada más, ya que desde chiquita sentí celos por mi papito, sin saber muy bien porque. Hasta que esta vez cuando llegó, me miró y me dijo que estaba hecha una mujercita muy linda, y me trajo entre sus muchos regalos, una biquini. Mientras mis hermanos habrían los regalos que les trajo la tía, corrí a mi cuarto y me probé la biquini.

Cuando me miré en el espejo, vi mi cuerpo más lleno, sin estar gorda, vi que mis pechitos abultaban más, y que la parte inferior también me quedaba un poco chica, ya que mi pubis se notaba más grande, casi como que si tuviera vello púbico, y mis caderas eran más anchas y se notaban las curvas rotundas, plenas, así como la separación que había en mi entrepierna, era un poco más que unos meces antes, estaba tan absorta viendo estos cambios en mi cuerpo, que no me di cuenta en que rato entró mi tía, y solo reaccioné cuando me dijo que quería ver como me quedaba, y acercándose a mi me tomó por los hombros y suavemente me hizo dar vuelta, hasta quedar frente a ella, es muy chico me dijo, necesitas un número mayor, sácatelo me ordenó. Aquí?, le dije mirándola, y ella como si fuera la cosa más natural del mundo, me dijo que si, y comenzó a ayudarme a sacar la parte de arriba, y cuando mis pezones quedaron a la vista me di cuenta que los miró con interés, luego cuando me iba a ayudar a sacar la parte de abajo, le dije que podía sola, pero ella no me hizo caso, y me bajó despacio el calzón de la biquini, y quedé desnuda frente a ella, se sentó en mi cama, sin dejar de mirarme y me dijo:

  • Tenés un cuerpito hermoso nena, haber acércate acá! Me indicó con un dedo al frente suyo, yo me moví y me paré casi tocando sus rodillas, y la miré a los ojos sin tener ningún temor, y feliz que mi tía se hubiera fijado, que su sobrinita era casi una mujer, con la punta de sus dedos tocó suavemente mis pezones, y me dijo que estaban duros, luego colocó sus manos en mis caderas y me dijo:

  • También has crecido de acá, se te han ensanchado las caderas, estás echa toda una mujercita, sobrina, estás muy linda!. Después de vestirme, regresamos con los demás y después de la cena papito tenía que llevar a su hermana al Hotel, y por primera vez aceptó mi papito que los acompañe. En el auto tía fue al lado de papito y yo me tuve que conformar con ir en el asiento de atrás, ese fue mi primer enojo de la noche, pero no dije nada. Entramos con mi tía hasta su habitación del hotel, y mientras papito hablaba con su hermana en la terraza, yo me quedé en la pieza viendo televisión, pero como no había nada bueno en la tele, me levanté y cuando me acerqué a la puerta de vidrio, que separaba el cuarto del balcón, vi que papito estaba sentado en un sillón al lado de su hermana, y que estaban tomados de la mano, los dos me daban la espalda, así que los podía ver sin ser vista, mi tía estaba recostada sobre el hombro izquierdo de papito, y este parecía que le contaba algo en el oído, porque mi tía asentía con la cabeza, de repente papito se medio incorporó de su asiento, y tomó la cara de tía con sus manos, y la besó en la boca, Tía no se resistió y puso sus brazos al rededor del cuello de papito y respondió a su beso. Vi perfectamente como papito con sus manos acarició el cuerpo de su hermana, por sobre su vestido, y como le apretó los senos, mi corazón estaba destrozado, el beso duró como dos ó tres minutos, en los que sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo, y una furia y odio hacía mi tía crecía en mi interior, luego papito se incorporó, y tía sin soltarlo se levantó, y lo siguió. Rápidamente volví a mi sitio, y fingí estar mirando la televisión cuando entraron, papito me dijo que me despida, que nos íbamos para la casa. Me despedí de tía ya sin saber que pensar y en un mar de confusiones.

Me di cuenta que ella estaba un poco tensa, pero fingió muy bien y me sonrió, y me dijo que al día siguiente nos llevaría a comer helados, le di un beso en la mejilla y salimos con papito. Ya en el auto, por primera vez yo no me acerqué a él, y de reojo lo miraba y recordaba lo que acababa de ver en el balcón del Hotel, y sentía mucha rabia contra mi tía, y contra papito. Nos dirigimos hacia el departamentito, y cuando llegamos, yo le dije que no quería subir, me sonrió, y me dijo que quería hablar conmigo, que era hora de que hablemos de muchas cosas que yo no sabía, y que como yo ya estaba grande podría comprender, y entender lo que me tenía que contar, que si lo amaba como decía, lo tenía que escuchar, ya que me aclararía todas mis dudas y me daría mayor seguridad en el amor que papito sentía por mi. Mi enojo continuaba, pero comprendí lo que me quería decir, bajé con él, y nos encaminamos al Departamentito, no hablamos hasta que estuvimos dentro, luego papito me hizo sentar en el sofá del living, y él se sentó a mi lado, pero un poco retirado, yo lo miré a los ojos interrogándolo con la mirada y el comenzó a hablar.

  • O -

H ijita, cuando tenía 6 años, y tu tía apenas tres y medio años, vivíamos con nuestros padres y otras hermanos menores. Tu tía y yo éramos fruto, del primer matrimonio de mi padre, y mis hermanos menores de 3, 2, y 1 años, eran hijos de la segunda mujer de mi padre. De mi madre no recuerdo casi nada, ya que se escapó con otro hombre cuando yo tenía 4 años, y mi hermana estaba muy chiquitita, y nunca supimos que fue de ella. La casa en la que vivíamos era pequeña para todos, porque éramos muy pobres, así que en un cuarto dormía mi padre con nuestra madrastra, y el más chico de mis hermanastros. En el otro, en dos camas dormíamos, en una mis hermanastros, y en la otra mi hermana y yo. Mi padre nos hizo trabajar desde chicos. Cuando cumplí 7 años, con mi hermana salíamos por las tardes, a vender dulces que hacía mi madrastra, comíamos muy mal en casa, por lo que acostumbramos a guardarnos algo de comida que conseguíamos en la calle, y por la noche cuando todos dormían, yo despertaba a mi hermanita y comíamos en silencio, acostados en la cama, luego mi hermanita me abrazaba y nos dormíamos satisfechos. Mi hermanita siempre estaba cansada, ya que desde sus tres añitos salió conmigo a las calles, y me ayudaba á vender.

Con el tiempo mi madrastra se acostumbró a tratarnos mal, y muchas veces nos levantó la mano, y también nos hacía castigar con nuestro padre. Así que por la mañana la escuela, y por las tardes la calle, eran para mi hermanita y para mi, una forma de escapar del infierno, en que se había convertido para nosotros nuestra casa. Desde que recuerdo, siempre fui para mi hermanita, como un padre, y la madre que nunca conoció.

Un día en que regresábamos, con mi hermanita, después de vender los dulces de mi madrastra, ya entrada la noche, vimos a una pareja que hacía el amor. En ese entonces yo tendría como 8 años, y mi hermana 5. A mi hermanita le vinieron ganas de orinar, y la llevé a un lote baldío en una calle oscura, yo me quedé sobre la calle, y mi hermanita entró por una senda, entre los matorrales, hacia adentro del baldío. Al rato salió subiéndose los calzones, y me dice que al fondo había gente, y que parecía que estaban peleando ó jugando á algo, porque ella los había escuchado. Dejamos el canasto oculto tras unos arbustos, y entramos por la senda, mi hermana me tomó de la mano, y así nos fuimos adentrando como unos 20 metros, hasta que escuchamos las voces y unos jadeos, nos agachamos, y fuimos acercándonos despacito, hasta quedar debajo de un arbolito achaparrado, entre las sombras y la penumbra, vimos los cuerpos de dos personas que se movían violentamente, nos tendimos en el piso, y contra la luz de las farolas de la calle, que se filtraban entre los arboles, vimos que él estaba hincado, con los pantalones bajados hasta las rodillas y sus nalgas blancas y relucientes se notaban bien, delante de él, en cuatro patas, estaba una mujer gorda, con el vestido subido sobre su espalda y con los calzones en una sola pierna y a la altura de su tobillo, el hombre la tenia agarrada por la cadera y se movía como empujando con mucha fuerza, y la mujer le seguía en el movimiento pujando y gimiendo.

Los dos jadeaban, y ella le decía que lo haga más fuerte, con nuestra vista ya acostumbrada a la semi penumbra, vimos como el hombre sacaba un gigantesco miembro de entre las nalgas de la mujer, y se separaba, parándose frente a ella, agarrando su duro miembro con ambas manos. La mujer se sentó en el suelo, y luego hincándose, tomó el miembro del hombre con su mano, y se lo llevó a la boca, y se lo comenzó a tragar, luego lo sacaba y lo volvía a meter bien adentro de su boca. No escuchábamos bien lo que decían, pero no hacia falta, veíamos todo lo que estaban haciendo, al rato los dos se separaron, y se arreglaron las ropas, y la mujer salió por la senda, por la que habíamos entrado nosotros, y el hombre saltó una barda que había al fondo, y desapareció. Con mi hermanita estuvimos un rato más quietos, mientras nuestros corazones se tranquilizaban, y luego nos levantamos, y nos fuimos a la casa. Por el camino mi hermanita me preguntó, que fue eso que habíamos visto, yo le contesté que no sabía bien, pero que creía que era coger, que había escuchado entre mis amigos en la Escuela, que eso es lo que hacen los hombres con las mujeres, ella se quedó pensando y no me preguntó más.

Esa noche, cuando escuché que en casa ya no había ningún ruido, porque todos dormían desperté a mi hermanita, y le di de comer unos dulces que había comprado para ella, en la tarde, después que terminó de comer, me abrazó y como estabamos acostumbrados, comenzamos a hablar en susurros, para no ser escuchados, y mi hermanita me dijo al oído que seguía pensando en lo que habíamos visto, le dije que se duerma, y que no se preocupe de nada, sin embargo yo estuve mucho rato sin poder dormir pensando en lo que habíamos visto.

Como mi hermanita era muy chica para ir a la Escuela, se quedaba por las mañanas en la casa, ayudando a mi madrastra a cocinar y a atender a los más chicos, mientras yo estudiaba. Como a la semana, de lo que vimos en el baldío, estabamos vendiendo por la calle con mi hermana normalmente, pero yo la había visto como inquieta y nerviosa toda la tarde, y el rato que nos sentamos a descansar, en el césped de una plaza, mi hermana me dijo que me quería contar algo, se acercó más a mi, y me dijo que ese día, al rato que mi padre y yo salimos de la casa, y mientras ella lavaba los platos en la cocina, escuchó un silbo en la calle, y que mi madrastra le dijo que se quede lavando, que ella en un rato regresaría, sacó a mis hermanos más chicos al patio y luego entró apresurada a la casa, y me dijo que deje de lavar, y que me vaya a cuidar a los chicos al patio, y que no entre hasta que ella me llame. Ella esperó hasta que mi hermanita salió al patio, y luego se entró a la casa.

Al rato mi hermanita se acercó contra la pared de madera que daba contra el dormitorio de mis padres, por casualidad, y dice mi hermanita que escuchó perfectamente, como la otra noche en que vimos a la pareja del baldío, se escuchaba a mi madrastra como gemía, y le pedía a alguien que lo haga más fuerte, y se escuchaba la voz de otro hombre que no era mi padre, que pujaba, resoplaba y le decía cosas que mi hermanita no llegó a comprender, cuando se acabaron los ruidos, mi hermanita se reunió con los chicos, y al rato apareció mi madrastra, para decirle que entre a terminar de lavar. Yo le conté a mi hermanita, lo que escuchaba decir a los chicos, sobre lo que hacían los hombres con las mujeres, y mi hermana me estuvo preguntando por donde lo hacían, y como, y realmente no supe bien que contestarle, y le dije que lo averiguaría.

Por las noches, después que mi hermanita se dormía, yo me quedaba pensando en todo lo que estaba pasándonos, y sentía rabia contra mi padre, y mi madrastra, por la forma en que nos trataban a mi hermana y á mi. Estabamos en los meces calurosos del año y mi hermanita dormía con un camisón raído, y que le quedaba un poco chico, y que se le enrollaba todo casi en su pechito mientras dormía, yo dormía solo con mi único calzoncillo, así que cuando me abrazaba sentía el calor de su cuerpito pegado al mío, y me entraba un amor muy grande por mi hermanita, y le acariciaba su espaldita ó su barriguita, acariciaba su rostro y veía que dormía con una tranquilidad que yo también quería sentir. Fue por esa época que por primera vez y sin querer toqué sus nalguitas, ya que ella dormía sin calzones, y me gustó tocarle sus nalguitas y en las noches siguientes, comencé a tocar más su cuerpito, y pronto descubrí y acaricié su chuchita sin ningún pelito, y suave como la piel del durazno, con una pequeña rajita que apenas se le notaba.

En las noches siguientes, cuando ya mi hermanita estaba profundamente dormida, le levanté bien su camisoncito, casi hasta su pechito, y le metí un dedo en medio de su rajita, y descubrí que si le abría un poco las piernitas, podía meter mis dedos en esa rajita, y sentir el calor y la humedad que había en medio, la chuchita de mi hermanita despedía un olor muy raro que me enardecía los sentidos, y acercaba mi rostro a su entrepierna, y aspiraba para sentir ese olor tan raro, pero que me atraía mucho, sin saber porque, cuando mi hermanita se acostaba sin bañarse, el olor era más penetrante, a veces me agachaba y le daba un fugas beso, cuando hacía esto, sentía como que mi hermanita se asustaba y me buscaba con sus brasitos para abrazarme más fuerte, varias veces durante las noches mi hermanita despertaba asustada, y me volvía a abrazar, para volver a dormirse tranquila, yo aprovechaba esto, y le suspendía todo lo que podía su camisoncito, para sentir la suavidad y el calor de su piel desnuda contra la mía.

Como al mes de todos estos descubrimientos, mi hermanita me dijo que había visto como el otro hombre que iba a la casa por las mañanas, se cogía a nuestra madrastra, nuestro pueblo no era muy grande, y cerca había un arroyo, y en sus orillas habían lugares donde uno podía estar, sin que nadie lo viera a uno. Así que con mi hermanita nos fuimos a un lugar apartado del pueblo, cerca al arroyo, donde los arboles son más altos, y entre dos arboles achaparrados, donde se formaba como una cueva de follaje, nos metimos y tapamos la entrada con ramas. El lugar era fresco y la luz se filtraba entre el tupido ramal, dándole al lugar una semi claridad diáfana. Nos sentamos en el suelo, sobre un colchón de hojas, que en otras ocasiones en que había estado, las había colocado para que nos sirvieran como asiento ó colchón.

Mi hermanita me contó, que mi madrastra la había mandado al almacén, después que nosotros habíamos salido, y a su vuelta cuando entró a la casa, no la vio en la cocina, ni en el patio donde estaban nuestros hermanastros jugando solos, y que cuando regresó a la cocina, escuchó los jadeos y los gemidos que venían del cuarto de mi madrastra, se acercó sin hacer ruido a la puerta cerrada de su cuarto, y por una rajadura de la madera, vio a nuestra madrastra, acostada en la cama, de espaldas y el hombre desconocido sobre ella, ella estaba desnuda, y con las piernas abiertas y sobre los hombros del tipo, él le acariciaba y le pellizcaba los grandes pezones oscuros de sus hinchadas tetas, mientras le metía su cosa, por la peluda chucha de ella, los dos gemían y se movían mucho, y se decían cosas como "metéla más adentro" "más fuerte" "puta" "me gusta sentir tu verga" y otras cosas que mi hermanita no recordaba, el hombre se la metía y se la sacaba cada vez más rápido, y por un rato largo, mientras nuestra madrastra se quejaba y gemía cada vez más fuerte, el hombre le seguía diciendo cosas y resoplaba mucho, mi hermanita estuvo mirando, hasta que el hombre sacó de la chucha de nuestra madrastra, un miembro gigantesco y oscuro, que botó un liquido blanco contra las tetas y la cara de nuestra madrastra, mi hermanita se asustó y corrió a la calle, y solo regresó cuando el hombre se fue. Yo la escuchaba en silencio, y luego mi hermanita me dijo, que cuando el hombre se iba, mi madrastra le dio un beso en la boca muy largo, le pregunté como lo había visto, y me dijo que estaba oculta tras la barda de madera de la granja de en frente, y que nuestra madrastra primero salió y como no vio a nadie en la calle, hizo salir al hombre y cuando se iba, lo agarró por la camisa y fue en ese momento que le dio el beso en la boca.

Yo me puse muy nervioso por lo que me contaba mi hermanita, sabia que no podía contarle nada a mi padre, ya que no nos creía lo que mi hermana ó yo le decíamos, y si, todo a mi madrastra, así que le dije a mi hermana que no se lo diga a nadie, cuando me levantaba para irnos, mi hermanita me dijo que la bese como mi madrastra había besado a ese hombre, yo tímidamente la tomé de sus brasitos y le di un beso en los labios cerrados, cuando me quise apartar, mi hermanita se puso de rodillas y me puso los brasitos en el cuello, y me atrajo hacia ella, y me volvió a besar, pero con nuestros labios cerrados, solo que más fuerte, yo la abrasé por la cintura y nos besamos por un largo rato, luego la solté, muy nervioso y sin saber que decir, y nos miramos á los ojos por un momento, sin saber que hacer, mi hermanita me miraba con sus grandes ojos negros, y en ellos por primera vez supe, si poderlo definir en ese entonces, lo que es el amor, solo a los años pude descifrar la mirada de amor mi hermanita. Regresamos a la casa sin hablar.

Por el camino de regreso, ninguno de los dos hablaba, y un rato de esos, sentí la manito suave y tibia de mi hermanita, que tomaba la mía, nos miramos a los ojos, y mi hermanita me sonrió y me dijo que me quería mucho, yo también te quiero le dije, sintiendo un nudo en mi estomago, y entonces, con la inocencia más grande del mundo ella me dijo, que siempre estaríamos juntos, y que me quería mucho, y que yo era para ella, lo más grande y lo mejor que tenía. Le dije con una emoción, que en ese momento no lograba entender, que no se preocupara, que la defendería de todo, y que siempre estaría a su lado, porque para mi ella era lo único que tenía, y que la quería mucho.

Esa noche, y cuando todos dormían, desperté a mi hermanita, y le di a comer un pedazo de pastel, que le había comprado en la tarde, después que ella se lo comió, me abrazó y nos volvimos a besar en la boca, esta vez no esperé que se duerma, y le comencé á acariciar su piel, después de subir su camisoncito, y cuando mi mano llegó a sus nalguitas y se las comencé á apretar y á acariciar, ella me besó muy fuerte en mi mejilla, despacio me fui subiendo encima de ella, mientras la colocaba de espaldas, y me situé entre sus piernitas, como era más chica que yo, tuve que encogerme un poco, para que mi cara estuviera a la altura de su carita, y mientras nos besábamos, nos empezamos a mover y por primera vez sentí como una punzada en mi penecito, que estaba apretado contra el colchón y dentro de mi calzoncillo, mientras en mi barriga sentía el calor que emanaba su chuchita, me subí un poco más y llevé mi penecito contra su chuchita, y lo apreté contra ella, hasta que sentí que mi hinchado penecito se estremecía y tuve mi primer orgasmo seco, contra el duro hueso del pubis de mi hermanita. Luego nos abrasamos más fuerte, mi hermanita me dijo que me quería mucho al oído, nos volvimos a besar con los labios cerrados, y después me acomodé a su lado, y acurrucándola nos dormimos.

Al día siguiente por la tarde, nos apresuramos a vender todos los dulces de mi madrastra, y corrimos a nuestro refugio bajo los arboles, después de cerrar la entrada con ramas, acomodamos el piso de hojas, y nos recostamos a besarnos. Mi hermanita me dijo que hagamos lo que hacía nuestra madrastra, y yo le dije que me enseñe, ella se hincó y se sacó su vestidito, luego se sacó su calsoncito y sus sandalias, y se recostó desnuda sobre las hojas, yo me saqué mi gastada camisa, mis zapatos viejos y mis pantalones cortos, y también quedé desnudo, ya que no usaba durante el día, para no ensuciarlo, mi único calzoncillo. Sentándome a su lado la miré, y por primera vez vi con otros ojos su cuerpito desnudo, su pechitos apenas se notaban, eran casi como los míos y del mismo color de su piel, su barriguita era un poco abultada por la mala alimentación que recibía, y en su entrepierna casi no se notaba su chuchita, apenas la rajita de su sexo, pero igual era la primera vez que la tenía desnuda a mi lado, sin que tenga que bañarla. La acaricié por todas partes, y le hice abrir las piernitas, y colocándome hincado entre ellas, comencé a mirar y á descubrir su rajita.

Con mis dedos abrí sus rajita, y miré que adentro de ella había el pequeño botón de su clítoris, aunque en ese momento no sabíamos su nombre ni para que servía, y la entrada de su pequeña vaginita, se los acaricié. Con una mano abría sus rajita, y con un dedo de la otra mano, toqué su minúsculo clítoris, y luego metí la punta de un dedo en su sedosa vaginita, estaba húmeda, como ligosa, y caliente, mi hermanita gimió, apoyándose en los codos levantó la cabeza, y miró como le acariciaba su chuchita, le acaricié un rato largo su chuchita, mientras ella miraba y gemía cada vez que movía mis dedos dentro de su chuchita, le estuve tocando y acariciando un rato largo toda su chuchita, hasta que ella me dijo que hagamos como me había contado.

Así que me hinqué entre sus piernitas, y las puse sobre mis hombros, luego me recosté un poco sobre ella, y puse mi pequeño é hinchado pene, a la altura de su chuchita, y comenzamos a movernos como mi hermanita me decía, mi penecito resbalaba por toda su chuchita, y no la podía meter por donde ella me decía que tenía que entrar, yo sudaba por el esfuerzo, y sentía como un cosquilleo en mi penecito, entonces mi hermanita me dijo, que nos pongamos como los perritos, que así también había visto que se hacía, me hice á un lado, y ella se colocó en posición, y yo me coloqué tras ella, vi su pequeño culito en medio de sus tirantes nalguitas, era como un pequeño botón negro y más abajo, se veía su rajita.

Cuando ella arqueó su espaldita, vi que entre su rajita tenía como una pequeña abertura, y en ese lugar coloqué mi hinchado penecito, que lo sentía duro y me palpitaba mucho, la tomé por la cintura como habíamos visto en el baldío, y me comencé a mover, pero mi penecito se salía, y se iba para abajo, ó para arriba, de su rajita, y no se lo podía meter, lastimé varias veces la cabeza de mi penecito, y dos ó tres veces lastimé a mi hermanita, que se quejó. Así que dejamos de intentarlo, y nos acostamos abrazados de frente, en el colchón de hojas, y nos besamos, yo había escuchado sobre los besos de lengua, y se lo expliqué a ella, y descubrimos que era más rico que darlos con los labios cerrados, y que nos gustaba mucho más, así que estuvimos besándonos casi hasta que se hizo de noche, nos vestimos, y tomados de la mano regresamos a la casa. Esa noche se enfermó uno de mis hermanos menores, y no pudimos hacer casi nada con mi hermanita, ya que mi madrastra entraba cada rato á nuestro cuarto, solo un rato pude tocar su chuchita, que la tenía muy sensible por lo de la tarde, ella tomó con sus deditos mi adolorido penecito, y me lo acarició un rato, cuando nos quedamos solos por un momento, y luego nos dormimos.

Durante esos últimos meces, de mis 8 años, cada vez que el tiempo nos ayudaba, corríamos al refugio y jugábamos a descubrir el sexo de los dos, llegué a conocer cada pliegue y cada rincón del cuerpo de mi hermanita, besé, mordí y chupé, cada centímetro de su piel, y ella hizo lo mismo conmigo, aunque no hubo hasta ese momento penetración, le gustaba que le meta la punta de mis dedos, ó mi lengua dentro de su vaginita. Ella aprendió a chupármela, y nos gustaba mucho a los dos, y pronto comencé a tener orgasmos secos dentro de su boquita, al igual que ella, mientras yo le besaba y chupaba su pequeño clítoris y su vaginita. En mi hermanita sus orgasmos eran más numerosos, ya que comenzó a terminar hasta cuatro ó cinco veces por día, mientras le chupaba su clítoris y le metía mi lengua en su vaginita por tiempos prolongados, descubrimos que cuando mi hermanita se excitaba, su chuchita se mojaba con líquidos que salían de su vaginita, y mi dedo entraba más fácilmente hasta dentro de ella. Para cuando cumplió los 6 años, ya podía aguantar todo un dedo dentro de su vaginita, y para mi cumpleaños número 10 le metí mi penecito, que estaba mucho más grande que unos meces atrás, mi hermanita ya hacía varios meces que había cumplido los 7 años y estaba más alta y su cuerpito tenía mejor forma. Fue un domingo en que nuestros padres se salieron con mis hermanastros más chicos, a visitar a familiares de mi madrastra.

Con mi hermanita nos quedamos solos en la casa, desde media mañana, yo estaba triste porque ni mi padre se había acordado de mi cumpleaños, y me encontraba en la mesa del comedor haciendo mis tareas, cuando mi hermana entró y parándose delante de mi, me dijo "Feliz cumpleaños" y me tendió un paquetito, que tenía en la mano, yo la miré y vi sus ojitos llenos de amor por mi, y me emocioné mucho, recibí su paquetito y lo abrí. Era un pañuelo blanco un poco sucio, con mi nombre mal escrito y apenas bordado con hilo azul, la volví a mirar y mis ojos se llenaron de lagrimas, ella me abrazó, y nos apretamos como si no quisiéramos desprendernos nunca, luego nos besamos en la boca como ya lo sabíamos hacer, intercambiando nuestra saliva, y jugando con nuestras lenguas, nos excitamos mucho, entonces

me levanté y nos fuimos al cuarto donde dormíamos. Como vivíamos casi en las afueras del pueblo, la casa de nuestro vecino más cercano, estaba a unos 50 metros de la nuestra, y como eran casi las 10 de la mañana, y sabíamos que la familia no regresaría hasta casi el anochecer, nos desnudamos y nos subimos sobre la cama, comenzamos a besarnos y á jugar con nuestros cuerpos. Mi hermanita me la chupó, hasta hacerme acabar por primera vez ese día, luego yo le chupé se chuchita, hasta que tuvo su primer orgasmo, más tarde me puse hincado entre sus piernitas y le puse mi pene a la altura de su mojada chuchita, ella abrió aun más sus piernitas, y con sus manitas se abrió los pequeños labios vaginales, yo le metí mi hinchado y palpitante pene, que entró todo por su húmeda vaginita, solo dijo "me está doliendo un poquito" , cuando ya mi pene estaba todo dentro de su vaginita, me quedé quieto un momento, mientras nos acostumbrábamos a esta nueva sensación, sentía mi hinchado pene como era apretado por la estrecha y hasta ahora virgen vaginita de mi hermanita, ella gemía despacito, mientras con sus manitos me acariciaba mi rostro, y luego comencé a sacar mi pene, de su caliente y estrecho canal hasta la mitad, y luego se lo volvía a enterrar, mientras ella gemía, y me agarraba fuerte con sus manitas de mi pelo, pronto ella comenzó a moverse también, mientras gemía y pujaba con cada embestida de mi hinchado penecito en su estrecha vaginita, y cuando nos estabamos moviendo más rápido, sentí como un calor y una ansiedad muy grande, y que algo explotaba en mi penecito, y terminé dentro de mi hermanita con un orgasmo más intenso que cuando me la chupaba.

Mi penecito me palpitaba y lo sentía muy sensible, dentro de la apretada vaginita de mi hermanita, cuando se lo saqué vimos que tenía un poquito de sangre en todo el tronco, miré la vagina de mi hermanita y no vimos que estuviera herida, y ella me decía que estaba bien, y que no le dolía nada, solo que su chuchita estaba muy sensible é irritada y sus piernitas acalambradas. En la pieza se sentía el olor mezclado de nuestros sexos, estuvimos recostados descansando un rato más y luego nos fuimos a la cocina, y así desnudos como estabamos, nos preparamos algo que comer, luego comimos en la mesa, y cuando estabamos lavando los platos, me excité de nuevo al verla moverse desnuda, de un lado para otro, y mirar sus redondas nalguitas moverse me excitaron más, y cuando mi hermanita se agachó para botar una basura, me fui por atrás, la agarré de la cadera, antes de que se levante, y arqueando un poco mis piernas, acomodé mi ya erecto pene, entre sus nalguitas, y se la metí de parado, ella se apoyó contra la pared, con sus manitos, sin levantar el tronco de su cuerpito, y arqueó la espaldita, y me recibió por su estrecha vaginita, sus nalguitas no dejaban que se la meta toda, pero con mis manos se las abrí, y se la metí más. Así de parados, estuvimos haciendo el amor, hasta que acabé por segunda vez dentro de ella. Ese día lo hicimos varias veces, en la cama de mis hermanos, en el cuarto de mis padres, en el cuarto de madera de detrás de la casa que servía de baño, en la mesa, en el suelo, y también descubrimos nuevas poses, que practicamos durante toda la tarde, creo que lo hicimos como diez ó más veces.

Cuando llegaron mis padres, mi hermanita ya estaba durmiendo, muerta de cansada y yo estaba haciendo tareas, mi padre me retó por cualquier cosa, y luego me mandó a comprar cerveza, a mi regreso lo encontré peleando con mi madrastra, y a mis hermanos menores llorando. Mi padre gritó un rato más, y luego dando un portazo salió de la casa, y por tres días no supimos nada de él. Mi madrastra, cada día que pasaba nos trataba peor, hacía llorar mucho a mi hermanita y por nada la estaba pegando, yo por defenderla comencé a recibir golpes de ella. Nuestra única distracción era cuando terminábamos de vender los dulces, escaparnos a nuestro refugio al lado del arroyo, donde cogíamos con mi hermanita dos ó tres veces, antes de irnos para la casa. Cuando regresó mi padre, el infierno fue peor, ya que no solo recibíamos golpes de él, sino que nuestra madrastra nos hacía también la vida imposible. Una tarde, en que caminábamos por las calles de centro del pueblo, vendiendo dulces, apareció mi padre por la vereda del frente y me llamó. Dejé sentada en la vereda a mi hermanita, y crucé la calle para hablar con él.

Mi padre sin rodeos, me dijo que ya no aguantaba á mi madrastra, y que se iría de la casa, que iría á otra ciudad en busca de trabajo, y que cuando lo consiga, nos vendría á buscar, a mi hermana y a mi, pero que mientras tanto lo esperemos, le dije que sin él no nos queríamos quedar en la casa, que preferíamos ir con él. Se enojó y me dijo que hiciéramos lo que él decía, y que no digamos nada á nadie, luego dio media vuelta y se fue. Nos fuimos con mi hermanita á nuestro refugio, y esta vez empezamos conversando, le conté lo que me dijo mi padre, mi hermanita lloró, y yo la consolé, la abrasé y luego mientras la acariciaba, nos fuimos excitando y la acosté sobre el piso, le saqué su calsoncito, me bajé los pantalones cortos y subiéndome sobre ella, le metí mi penecito en su mojada vaginita, y estuvimos cogiendo hasta que se tranquilizó, terminé tres orgasmos secos dentro de ella, y luego nos arreglamos y regresamos a la casa.

A los pocos días, papá salió de la casa y no regresó más, jamás supimos que fue de él. Mi madrastra lo hizo buscar por todas partes, pero fue inútil, por más de un mes lo esperamos sin resultado. Mientras tanto, el otro tipo que visitaba á mi madrastra, ya venía á la casa sin ocultarse, incluso algunas veces se quedaba á comer y á dormir. Cuando sucedía esto, creo que nadie en la casa podía dormir, ya que se emborrachaban con mi madrastra, y terminaban cogiendo en su cuarto a los gritos, con mi hermanita los espiábamos, y tratábamos de estar lo más lejos posible de donde estaban ellos, sentía mucha pena por mis hermanitos menores, que dormían los tres en una cama chica, al lado de la nuestra, solo mi hermanita y yo los cuidábamos, para que no lloraran. En esos días aprendimos que se podía coger por el culo.

Cuando el hombre, se la cogía por el culo a mi madrastra, la hacía gritar mucho, lo hacían siempre que tomaban bebidas alcohólicas, que eran la mayoría de las noches, parecía que á ella le gustaba, ya que le decía que se lo haga más fuerte, y la decía toda clase de denuedos y malas palabras, que a él le gustaban, ya que se la cogía más fuerte, y ella gritaba como si la estuvieran matando, sin importarles que nosotros escucháramos todo, ó que los más pequeños lloraran de miedo. El tipo tenía un pene descomunal, ó por lo menos a mi hermana y á mi nos parecía grandícimo, y de color negro oscuro, lo que nos impresionó mucho. La pared que separaba el cuarto de mi madrastra, con el nuestro era de tablones de madera, y por unos huecos de la misma, podíamos ver todo lo que hacían, cuando lo hacían con la lampara de Querosene encendida. Cuando mis hermanos menores ya estaban durmiendo, nos colocábamos con mi hermanita contra los huecos de la pared, y mirábamos todo lo que hacían, yo me sacaba mi penecito y mi hermanita me lo chupaba, como hacía nuestra madrastra con el pene del tipo, también cogíamos con mi hermanita, mientras ellos lo hacían, y aprendimos varias nuevas poses. Mi madrastra se volvió más mala con nosotros, y por cualquier cosa nos estaba pegando, incluso llegó á decir a cada momento, que era por nuestra culpa que mi padre se hubiera ido. Yo comencé á guardarme cambios, ó plata de mi madrastra, y con mi hermanita la ocultábamos en nuestro refugio.

Al poco tiempo el tipo se vino á vivir con nosotros, y realmente la casa se convirtió en un infierno insoportable, durante el día el hombre no hacía nada y se la pasaba acostado en la cama de mi madrastra, ó tirado en el patio, bajo la sombra de un frondoso árbol, comenzó a acosar á mi hermanita. Esta me contó un día, que el hombre cuando podía la estaba acariciando, y diciéndole que se la iba a coger. La noche que mi hermana me contó que el hombre le metió la mano bajo su vestido, y le pellizcó las nalguitas con una de sus manotas, escapamos por la ventana de nuestro cuarto, solo nos llevamos la ropa puesta, y una mudada de ropa para cada uno, envueltas en una manta raída, ya que no teníamos más pertenencias. Sabíamos que mi abuelo paterno, vivía en un pequeño pueblo en otra Provincia, y que nuestro padre nos había hablado de él en varias oportunidades. Así que salimos del pueblo y después de ocultarnos toda la noche y dormir en nuestro refugio, por la mañana, salimos antes de que amanezca, y nos dirigimos hacia otro pueblo, que quedaba cerca del nuestro. En mis bolsillos llevaba los ahorros robados á mi madrastra, y que ella ocultaba en una lata en la cocina, y el dinero que yo había logrado juntar de las ventas de dulces. Caminamos casi todo el día, solo nos deteníamos para que mi hermanita descanse, ó haga sus necesidades fisiológicas, por la tarde, casi anocheciendo llegamos al otro pueblo. Dejé a mi hermanita, oculta en el monte de los alrededores, y entré solo á las callejuelas del pueblito, y en el único almacén que encontré abierto, compré lo que pude de comida, calculando que nos alcanzaría para unos cuatro días. El almacenero me miró un poco raro, pero al ver el dinero que tenía no me dijo nada. Corrí hasta donde estaba mi hermanita, dando un rodeo por si alguien me podía haber seguido.

Después de comer, buscamos un lugar para pasar la noche. Dormimos en una especie de granero, medio derruido, en las afueras del pueblito. Antes de que salga el sol, desperté a mi hermanita, y nos pusimos en camino. Durante tres días caminamos escondiéndonos en el monte, al menor ruido, y al paso de otras personas. Hasta que llegamos á una ciudad, un poco más grande que nuestro pueblo. Caminamos durante el resto del día por las calles desconocidas, hasta que se hizo de noche. Dormimos en medio de un parque, bajo unos arbustos, y por la mañana andamos por todo el pueblo, hasta que dimos con una terminal de ómnibus, mi hermanita muerta de cansada, se durmió sobre un banco de madera, dentro del edificio, y yo compré el pasaje para él pueblo donde vivía nuestro abuelo. El dinero apenas me alcanzó para un pasaje, y solo nos sobró unas monedas para comprar una gaseosa, que la guardamos para el viaje.

Me senté al lado de mi hermana, y la dejé dormir durante toda la tarde. Luego de comer los últimos restos de la comida que nos quedaba, nos dirigimos al único ómnibus que había en la pequeña terminal, y después de hablar con el encargado y contarle que mis padres nos esperaban en ese otro pueblo, nos dejó subir á un ómnibus viejo y destartalado, solo que mi hermanita, se sentó en mi falda la mayor parte del viaje, ya que nos pertenecía un solo asiento, á ratos yo lo hice parado, en el corredor del ómnibus, cuando no estaba muy lleno y había lugar como para que me pare por un rato, ya que la gente viajaba hasta con sus animales y por tramos cortos, mi hermanita aprovechaba de dormir cuando le dejaba para ella sola el asiento. Después de un viaje de más de ocho horas y múltiples paradas, para que baje y suba gente llegamos a un lugar donde no habían más de 20 casas. Este era el pueblo de mi abuelo. Después que el chofer gritara el nombre del pueblo, y de bajarnos del Bús, caminamos por la única calle del pueblo, hasta que una señora anciana, nos explicó donde vivía mi abuelo.

Eran las primeras horas de una mañana de Diciembre, cuando llegamos a la casa de mi abuelo, no era una casa mejor que la nuestra, pero por lo menos era limpia y se encontraba á unos 200 metros de la última casa del pueblo, era como una Finca. Mi abuelo estaba saliendo con una pala al hombro, cuando llegamos hasta la puerta, nos miró como bichos raros, cuando nos vio parados frente a la casa, le dijimos quienes éramos, nos miró con cara de pocos amigos, otro rato más, y luego, sin decir nada nos hizo pasar a un cuarto, que hacía las veces de sala comedor, donde en una mesa estaba un hombre más joven, con dos chicas una de la edad de mi hermana, y la otra de unos cuatro años, mi abuelo les dijo, que éramos los hijos, de su hijo mayor, en eso entró una señora de unos veinte años, con una olla de café humeante en la mano y la puso en la mesa, luego nos miró, y nos dijo que nos sentáramos a comer. Después de una frugal comida que consistía, en un jarro de café y dos panes, y un pedazo de queso de cabra, la señora que resultó ser la hija de mi abuelo, nos preguntó que como habíamos llegado hasta acá, y que nos había pasado, su esposo y sus dos hijas nos miraban sin hablar. Les conté a grosso modo todas nuestras vicisitudes, y luego nuestro escape, y le dije si nos podíamos quedar un tiempo, hasta que mi padre aparezca, y nos pase a buscar, mi abuelo no hablaba, fue su hija ó mejor dicho mi tía, la que nos dijo que nos podíamos quedar, luego de consultar con la mirada á mi abuelo.

Por fin mi abuelo habló, para decir que yo trabajaría con el esposo de su hija, y que dormiría en la cocina, mientras mi hermana dormiría con las otras dos chicas, que eran nuestras primas. Me puse mi otra mudada de ropa en la cocina, y salí con mi nuevo tío, le ayudé a uncir dos caballos á un carro de madera, y luego partimos de la casa rumbo a una hacienda, de donde recogimos unos sacos para llevar á otro lado, luego hicimos lo mismo en otras granjas, regresamos en la tarde, casi noche. Mi hermanita salió a recibirme, estaba muy bonita, recién bañada y con ropas de su prima, que tenía los mismos 7 años de ella, parecía otra persona, ya que mi tía le había arreglado la cabellera y se la había atado con una cinta de colores, mi hermanita tenía pelo castaño, ondulado y bien largo. Con mi tío nos fuimos a un arroyo, que quedaba cerca de la casa, y en ese lugar encontramos al abuelo, que también se estaba bañando. Luego del baño, cenamos, después de mucho tiempo supe lo que era un plato de comida caliente. Con mi abuelo y mi tío salimos a sentarnos fuera de la casa un rato, después de la cena. Abuelo me preguntó algunas cosas de mi padre, y luego de escucharme, se levantó y se fue hacia el pueblito, mi tío al rato lo siguió, después de decirme que me despertaría bien temprano en la mañana, como a la media hora mi tía me llamó, y me dijo que me vaya á dormir, en la cocina y en un rincón, me había preparado con un colchón de paja en el piso de tierra apisonada, una cama que esa noche me pareció la mejor cama del mundo.

Los siguientes días, vi poco á mi hermanita, ya que salíamos muy temprano con mi tío, a trabajar por las Haciendas y Granjas de la zona, y solo el día domingo se descansaba. Después del desayuno dominical, tía nos llevó a misa, y luego nos dejó ir con otros niños y niñas, amigas de mis primas a jugar, encargándonos de regresar para la hora del almuerzo. Jugamos con los otros niños, a los juegos propios de los niños del campo, por un rato, y luego mi prima mayor nos llevó a pasear por el pueblo, y terminamos cerca del arroyo, donde había otros niños que estaban pescando, con mi hermanita nos separamos un poco, y le pregunté si estaba bien y me dijo que si, que le gustaba su nueva tía, y que sus primas eran muy buenas con ella, me abrazó y me dio un beso en la boca, y me dijo que me extrañaba mucho, le dije que teníamos que tener cuidado, hasta que nos acostumbremos a la nueva casa, y que cuando tuviéramos la oportunidad estaríamos de nuevo juntos, me dijo que si, pero que extrañaba el chupar mi penecito, y que su chuchita le ardía por las noches, porque extrañaba que se la meta, le dije que vería la forma de estar a solas con ella, para hacer eso que tanto nos gustaba. Nuestras primas nos llamaron, y nos fuimos a la casa á almorzar.

Fue el mejor almuerzo, desde que tengo memoria, hasta ese momento, y todo eran risas de mi tía y mis primas, mi hermanita y yo, que no estabamos acostumbrados a esto, lo vivíamos intensamente, después del almuerzo los mayores se fueron a dormir la siesta, y mis primas armaron dos cañas de pescar, para mi hermana y para mi, y nos fuimos a pescar al arroyo, ese día no tuvimos oportunidad de estar a solas con mi hermanita, más que un rato, en el que la besé apasionadamente, y le toqué su chuchita por sobre su calzón, y logré meterle un poco de mi dedo en su húmeda vaginita, apartando a un lado el elástico de su entrepierna, ella solo pudo agarrar mi pene por sobre mi pantalón corto, y apretármela suavemente, cuando sentimos que se acercaban nuestras primas. Con lo que pescamos esa tarde, la tía nos preparó una cena deliciosa, casi tan buena como el almuerzo. Por la noche después de la cena, salimos a jugar al patio delantero con mis primas, mientras los más grandes se sentaban en el alero de la casa a fumar ya charlar, al rato mi abuelo y mi tío se levantaron, y se fueron al pueblo, y mi tía se entró a la casa, y con mis primas decidimos jugar a las escondidas. La primera vez me tocó á mi buscar y fácilmente las encontré, luego le tocó a la más pequeña, y corrimos a ocultarnos. Con mi hermanita corrimos y nos ocultamos, tras una pileta de madera grande, donde los animales tomaban agua, y que quedaba á un costado de la casa, mi hermana se puso de rodillas en el piso, agarrándose al borde de la pileta, y yo me hinqué atrás de ella.

Como estaba bien oscuro era muy difícil que alguien nos viera, y mi hermanita estaría atenta por si alguien venía, le subí su vestido y le bajé sus calzones hasta casi las rodillas, ella acomodó su cuerpito para atrás, y yo me baje los pantalones y acomodé mi erecto penecito en su chuchita, y de un solo golpe se la metí por su vaginita, y luego tomándola por la cintura, me la comencé a coger con ganas contenidas, de más de una semana. Mis primas ya nos estaban buscando, cerca de donde estabamos, cuando logré terminar dentro de mi hermanita, se la saqué, nos vestimos y salimos a jugar de nuevo. Esa noche, lo volvimos a hacer una vez más, tras el cuarto de baño, que estaba detrás de la casa, donde nos escondimos por última vez. Esta vez mi hermanita, me la chupó, y luego se puso en cuatro patas, para que me la coja por atrás, mi prima mayor casi nos descubre, pero por suerte no nos vio, y yo pude terminar dentro de la vaginita de mi hermanita, antes de salir, y reunirnos con mis primas, justo cuando mi tía nos llamaba para dormir. Durante la semana, no había tiempo, ni oportunidad de estar con mi hermanita, pero los domingos, siempre encontrábamos momentos, para estar solos y poder hacer lo que nos gustaba.

Pasaron las fiestas de fin de año, y de mi padre no se sabía nada, mi abuelo nos inscribió en la Escuela de la aldea, y no podía creer que mi hermanita no supiera leer ni escribir, le contamos lo de mi madrastra, y mi abuelo nos dijo que jamás dejaría que regresáramos con esa mujer. Con lo que me pagaba mi tío, compramos telas, y mi tía nos hacía ropas, á mi hermanita y á mi. La vida en casa de mi abuelo era sencilla, humilde, pero tranquila, y por primera vez éramos tratados como seres humanos, con mi hermanita conversábamos y decíamos que no nos iríamos nunca de ese lugar. Mi hermana engordó, y parecía mayor que su prima, que tenía 8 años, igual que ella. Con 11 años, y con el trabajo que realizaba con mi tío me estiré, y me vi más grande, mi cuerpo estaba más lleno y más fibroso, y mi pene según mi hermanita, se había hecho más grande y gordo, y ya lo sentía bien adentro de su estrecha chuchita. Los domingos, cuando íbamos a pescar al arroyo, nos escondíamos con mi hermana en una cabaña abandonada, que descubrí en uno de mis paseos. En ese lugar acomodé una cama, con un colchón viejo que recogí en el camino, un día en que venía solo en la carreta de mi tío. Otro día conseguí unas mantas y unas sabanas viejas, en casa de otros clientes de mi tío. Cuando no salíamos con mi tío por algún motivo, me escapaba y venía a la cabaña, y la limpiaba, en un rincón preparé un lugar al que cerqué, con maderas viejas y alambre, haciendo una pequeña abertura a modo de puerta, y coloqué dentro todas las cosa que iba juntando, y cuando estuvo lista, un domingo llevé a mi hermanita. Cuando vio el lugar, dijo que era nuestra primera casa, y lo sería hasta que fuéramos grandes, y pudiéramos tener una casa de verdad, donde tendríamos muchos hijos, y seríamos felices como los tíos y el abuelo.

Fue en ese lugar, donde por primera vez se la metí por el culo, le dolió mucho cuando entró, la cabeza de mi pene y terminé por sacársela de su culito, y hacerlo por su vaginita, ese día cuando mi hermanita me la chupó, y acabé en su boca, nos dimos cuenta, que cuando yo terminaba me salía el mismo liquido que vimos que le salía a los grandes, y que le decían semen, solo que á mi me salió de un color mucho más claro, menos espeso y en menor cantidad. Hicimos el amor dos veces más, y al momento de terminar se la sacaba para que las gotas de mi semen caigan en su barriguita, era la novedad para los dos, y yo me sentía ya como un hombre, aunque lo que me salía del pene solo eran unas cuantas gotas. Todos los domingos y los ratos que podíamos estar solos con mi hermanita, hacíamos el amor, y como al mes de la primera vez, que se la quise meter por el culito lo logramos.

fue una tarde que volvíamos de pescar, como la pesca fue buena desde temprano, nos fuimos a la cabaña. Después de desnudarnos, comenzamos a hacer el amor, y cuando la puse en cuatro patas, y se la estaba metiendo desde atrás, vi su pequeño culito, era como un puntito negro, entre la raja de sus nalguitas, y mientras se la metía por su vaginita, le comencé a meter un dedo en su culito, mojaba el dedo con mi saliva, y se lo enterraba un poco, y luego se lo sacaba, hasta que mi dedo entró todo en su culito, y comencé a moverlo, al mismo ritmo de mi pene en su vaginita, á mi hermanita le gustó, y aunque le dolía un poco, comenzó a moverse más y á decirme que le estaba gustando mucho, lo que le estaba haciendo, y que le gustaba mi dedo en su culito, cuando vi que estaba por terminar, le saqué mi dedo, y sacando mi pene de su vaginita, se lo coloqué a la altura de su esfínter, y se lo fui metiendo, como mi pene estaba mojado por sus jugos, fue fácil que entre la cabeza, mi hermanita gimió al sentir la cabeza de mi pene en su culito, abrió más las piernitas y arqueó su espalda, colocando la cabeza sobre el colchón y su culito brotó hacia afuera, con lo que con un simple movimiento de mi cadera, le enterré todo mi hinchado pene en su culito, ella pujó y lanzó un pequeño grito, al sentir mi pene todo dentro de su culito, era una cosa increíble como el anillo de su esfínter me lo apretaba, nos quedamos quietos por un rato, mientras nos acostumbrábamos a las nuevas sensaciones, y después de un rato, comenzamos a movernos y comenzamos a coger como si lo hiciéramos por la vagina, solo que su esfínter apretaba mucho más mi pene que su vaginita, cogimos hasta que terminé dentro de su culito.

Mi hermanita lanzaba pequeños quejidos cada vez que mi pene se enterraba hasta el fondo de su culito y cuando terminé, caímos sobre el colchón sin sacarle mi dolorido pene de su ya blando culito. Mi hermanita jadeaba y me decía que le dolió un poquito, pero que le gustó mucho, cuando mi pene se puso flácido, se salió solo de su culito, y después de un rato, lo volvimos a hacer pero por su vaginita, y cuando estuve por terminar, la saqué para que mi hermanita me la chupe, terminé dentro de su boca y ella se tragó mi semen. Al rato me vestí, mientras mi hermanita defecaba cerca de la cabaña, ya vestidos nos fuimos hacia la casa, por el camino mi hermanita me explicaba, que le dolía un poco su culito, y que tenía todo el tiempo ganas de hacer caca, yo le dije que no lo haríamos por unos días, y que solo lo haríamos de vez en cuando, hasta que se acostumbre.

Mi hermana se volvió inseparable de su prima, de su misma edad, y aunque estaban en cursos diferentes en la escuela, y en la casa siempre estaban juntas, y solo en los momentos en que estaba conmigo no se veían. Hasta que sucedió lo inevitable, un domingo en que estabamos pescando, a mi hermanita se le ocurrió que hiciéramos el amor, detrás de unos arbustos. Dejamos las cañas de pescar en la orilla, y corrimos hasta unos arbustos que estaban entre dos arboles altos, cuando llegamos, mi hermanita se hincó en el suelo y se bajó los calzones ofreciéndome su culito, yo me agaché detrás de ella, y mientras me bajaba mis pantalones cortos besé su culito, y lo dejé bien mojado con mi saliva. Luego me hinqué atrás suyo, y se la metí de un solo envión, su culito ya aceptaba mi pene sin ningún problema, y agarrándola por la cintura, me la cogí con fuerza, hasta que terminamos, nos vestimos y volvimos a la orilla del arroyo a seguir pescando, por si aparecían nuestras primas, y así fue. Mi prima mayor, apareció la rato y se puso a pescar a nuestro lado, pero yo la vi como distraída y casi no hablaba. Ese día no pasó nada más, pero al siguiente domingo, cuando estabamos yendo á pescar, con mi hermana, mi prima mayor nos alcanzó por el camino, cuando llegamos al arroyo y empezaba a preparar los aparejos de pesca, mi hermana me llamó donde estaba sentada con mi prima, yo dejé todo y me acerqué á ellas, mi hermanita estaba nerviosa y cuando me miró a los ojos, me di cuenta que algo no andaba bien. Mi hermanita me tomó de la mano, y me dijo que mi prima quería decirme algo, yo me quedé quieto, y esperé lo que tenia que decirme, mi prima me dijo que sabía lo que hacíamos con mi hermana, y que ya lo había hablado con ella, y que ella quería estar también conmigo, que ella me quería mucho, y que quería que yo le haga, lo mismo que hacíamos con mi hermanita. Al comienzo me asusté mucho, pero mi hermanita me tranquilizó, y me dijo que nuestra prima no diría nada a nadie, y que seria como nuestra hermana.

Dejamos las cosas en la orilla y nos fuimos a la cabaña, mi prima era más baja que mi hermanita, casi cinco centímetros, y era más flaca, y sus pechos no se notaban nada en su vestido, era bien lisa, casi como yo, cuando llegamos a nuestro refugio, cerramos la abertura de entrada, y nos sentamos en la cama mirándonos, y sin saber que hacer, fue mi hermanita la que actuó primero, se sacó su vestido, sus calzones, y sus sandalias, y quedó desnuda frente a nosotros, luego de mirarme furtivamente, mi prima se acomodó á un costado de la cama, sin atreverse todavía á desnudarse, me desnudé frente a las dos, y me senté frente a ellas. Mi prima dijo, que primero quería ver como lo hacíamos, tomé a mi hermanita por los hombros y la recosté de espaldas en medio del colchón, y luego me recosté a su lado, y la comencé a besar en los labios, mientras acariciaba su cuerpito, mi prima miraba sin pronunciar palabra, mi hermanita tomó mi pene flácido con sus deditos, y me lo comenzó a mover, yo llevé una de mis manos abajo, y comencé a acariciar su chuchita, y ella comenzó a suspirar, nuestra prima se acercó más, para mirar lo que estabamos haciendo, cuando mi hermanita se dio cuenta de esto, me largó y me dijo que bese a mi prima, yo un poco cortado, me acerqué á ella y sentados de frente, la tomé por los hombros y le di un beso en los labios, ella estaba tensa y no abría sus labios, hasta que mi hermana le dijo como tenía que besarme, y tímidamente dejó que mi lengua penetre en su boca, y mientras mi hermanita le decía como me tenía que besar, y acariciar, yo comencé á acariciarla por toda su espaldita, hasta llegar a las nalguitas, y se las comencé á acariciar, por sobre su vestido, y cuando toqué la raya de su culito, ella pegó un respingo y se separó un poco de mi, dejando de besarme, le dije que si no quería, podía mirar como lo hacíamos con mi hermana, me dijo que no, que quería hacerlo conmigo, pero que tenía mucho miedo, le dije que lo haría despacito y que si ella quería que pare que me lo diga.

Nos volvimos a abrazar, y esta vez me besó con ganas, y respondió a mis caricias, colocando sus bracitos a mi espalda, y acariciándome, me besó con más intensidad, esta vez dejé una mano sobre su espaldita, y con la otra le comencé a tocar la barriguita, y la fui bajando hasta llegar á su chuchita, y como tenia las piernitas apretadas, apenas con un dedo pude tocar el inicio de su rajita, y su entrepierna por sobre su calzón. Luego la recosté sobre la cama, y sin dejar de besarla, con mi mano libre le abrí un poco sus piernitas, y le saqué su calsoncito, con la ayuda de mi hermanita. Luego coloqué mis dedos en sus labios vaginales que no se notaban en lo absoluto, era una simple y pequeña rajita que no dejaba ver nada, acaricié su chuchita por un largo rato, mientras ella gemía despacio en mi boca, más de nervios que de excitación, y no dejaba de apretar mi nuca con sus manitas, mi prima tenía los ojos cerrados, y no vio cuando mi hermanita se agachó, y tomando con una mano mi pene, se lo llevó a su boquita y me lo comenzó a chupar, cuando comencé a gemir, mi prima se separó un poco de mi, y levantó la cabeza para ver como mi hermanita me la chupaba. Mi pene desaparecía en la boca de mi hermanita, que me lo chupaba con fruición, mi prima no podía dejar de mirar, mientras sentía como mis deditos se mojaban con los jugos que salían por su vaginita, le enterré un poco más un dedo, y ella gimió y miró como mi dedo estaba dentro de su vagina invérve, mi hermanita se sacó mi pene de su boca, y le dijo a mi prima, si me lo quería chupar, y ella sin responder se acomodó al lado de mi cintura, dándome la espalda, y tomó mi pene con su manito, me lo sobó un rato, mientras me lo miraba, luego se agachó, y se lo llevo a su boca, mi hermanita le explicaba lo que tenía que hacer, y al comienzo me la comenzó a chupar despacio, y sin metérsela toda en la boca, y luego me la apretaba con los labios, y me lastimó un poco con sus dientes, le expliqué que no los utilice, y me la chupe moviendo la lengua, y mojándola con su saliva. Mi prima no tuvo más problemas, y comenzó a agarrar ritmo, y cuando me di cuenta, me estaba haciendo terminar, se la saqué de su boca con suavidad, y le pregunté si quería ver como le metía mi pene en su chuchita a mi hermana, y me dijo que si, mientras se sacaba su vestido y quedaba desnuda. Coloqué a mi hermanita de espaldas en la cama, y le subí las pierna contra su pecho, para que su sexo quedara totalmente expuesto a la mirada de mi prima, y de rodillas entre sus piernitas, le fui metiendo suavemente mi pene, hasta que entró todo dentro de su lubricada vaginita, mientras mi prima miraba con cara de asombro, lo que estabamos haciendo.

Comenzó a tocarse su chuchita inconscientemente, y se la apretaba. Cuando comencé a moverme sobre mi hermanita cogiéndola, mi prima abrió un poco más sus piernitas, y se metió un dedo en su vaginita, y se comenzó a masturbar inconscientemente, al verla hacer esto no pude aguantar más, y acabé dentro de la vagina de mi hermanita. Se la saqué suavemente y dejé a los ojos de mi prima mi pene hinchado, y brillante por los jugos de mi hermanita, y por el poco de semen que había soltado en la vagina de mi hermanita, mi prima tímidamente se acercó un poco más a mi lado, y lo tomó con una de sus manitas, y me lo acarició, lo tenía sensible por la acabada, pero como pude, aguanté sus caricias, y la dejé que siga, mi hermanita quedó como muerta, toda despatarrada a nuestro lado, ya que ella también había terminado. Mientras, yo atraje hacia mi á mi prima, y la comencé a besar en la boquita, mientras acariciaba su cuerpito, llevando mi mano cada vez más abajo, hasta que llegué a sus nalguitas y se las comencé a sobar y á apretar, mi prima respondía a mis besos, sin soltar en ningún momento mi pene, la recosté de espaldas en el colchón, y abriendo sus piernitas con mis rodillas, me subí encima de ella, ella soltó mi pene y puso sus manos sobre mi pecho, y su cara se le desfiguró por el deseo, el nerviosismo y la ansiedad del momento, mi penecito tocó su rajita mojada, haciendo presión sobre sus labios vaginales sin desarrollar, mi prima comenzó a gemir. Mi hermanita al escucharla, se incorporó sobre un codo, y se puso a mirar lo que estabamos haciendo, y mi prima la miró, y le preguntó si le iba á doler, mi hermanita le sonrió, y le dijo que un poquito, pero que después se pasa, y se siente muy rico, mi prima me miró a los ojos, y me dijo, dale, métemela! , yo traté de metérsela, pero mi pene resbalaba a los lados, ó hacia arriba, y mi prima lanzaba quejidos de dolor, ya que con mi pene bien erecto, la estaba lastimando, entonces mi hermanita se incorporó, y con una mano abrió los pequeños labios vaginales de su prima, y con la otra tomó mi pene con dos dedos, y me lo puso en la entrada de la vaginita de mi prima. Empujé un poco, y le metí la cabeza, mi prima soltó un quejido, y se quedó con los ojos y la boca abierta, le metí otro poco de mi pene y se volvió a quejar, así que no le metí más, si no que me puse a mover mi pene, metiendo y sacando ese poco de mi pene que estaba ya dentro de su vaginita apretadita, y mojada, mientras mi prima me decía, que no sabía que le pasaba, que le dolía pero que siga, así lo hice.

Me moví más rápido metiendo y sacando, profundizando mi pene dentro de su vaginita, pero sin metérsela del todo, hasta que sentí que mi primita explotó con un orgasmo, que le hizo cerrar los ojos y fruncir la carita. Cuando sentí que yo estaba por terminar, le saqué mi hinchado pene, suavemente para no causarle más dolor, me levanté y me acerqué á donde se encontraba mi hermanita, la acosté de espaldas sobre el colchón de nuevo, mi hermanita se dejó hacer ya que estaba muy excitada, y subiéndome encima de ella, se lo enterré de una sola vez hasta el fondo, me moví un rato metiendo y sacando mi penecito de su vaginita, y acabé dentro de su vaginita.

Mi prima no se movía, y estaba con las piernitas abiertas y flexionadas en las rodillas, mirando y escuchando nuestros jadeos. Descansamos un rato acostados, luego mi hermanita se incorporó, y se puso a hablar con mi prima sobre lo que habíamos hecho, y ella nos dijo que su mamá le había dicho, que esto que hacíamos, solo lo hacen las parejas, cuando se casan, y que ella no tendría que dejar que nadie se lo haga, hasta su matrimonio, pero que me quería mucho, y que desde este momento yo era su esposo, y que solo lo podría hacer con ella y con mi hermana, porque según su inocente lógica, á mi hermana la aceptaba como su hermana, y como mi hermana ya lo había hecho conmigo anteriormente, también tenía derecho sobre mi, por lo a partir de ese momento yo solo era para las dos. Al rato observamos la chuchita de nuestra prima, y la vimos un poco inflamada, pero no tenía ningún daño, nos vestimos y nos fuimos a pescar un rato, y antes del anochecer nos volvimos para la casa. Desde ese día, todos los domingos y cuando se podía, estabamos juntos los tres, ó a veces con una ú otra en la cabaña del bosque, comenzamos á imitar á los adultos, y las dos me consideraban su marido, y actuaban a iniciativa de mi prima, como si las dos fueran mis esposas. El siguiente domingo, en la cabaña desvirgué á mi prima.

Ese domingo, después que nos deshicimos de los demás, nos fuimos los tres a la cabaña, nada más entrar, y mientras yo cerraba la abertura, ellas se desnudaron y entre risa me desnudaron. Mientras mi prima me besaba en la boca, mi hermanita se apoderó de mi pene, y lo metió a su boca, y me lo estuvo chupando hasta que se me puso bien erecta, mientras besaba á mi prima, le comencé a acariciar su chuchita y le metí un dedo en su vaginita, cuando mi hermana se sacó mi pene de su boca, miró y preguntó a su prima si ya estaba lista. Ella movió la cabeza afirmativamente, y me miró con sus ojos que denotaban ansiedad, mientras yo me acomodaba entre sus piernitas, ella se recostó de espaldas, y abrió sus muslos, para dejar que me acomode más cerca, tomé sus tobillos y los llevé hacia delante, y dejé su vaginita abierta frente a mi pene, y lo acomodé en la entrada, lentamente se lo fui metiendo, mientras ella gemía y me miraba con cara de asombro, mi pene entraba con dificultad en su estrecha vaginita, mientras ella gemía cada vez más fuerte, y cuando de un golpe de mi cadera se lo enterré hasta el fondo, ella gritó, cerró los ojos y comenzó a mover su cabeza a los costados.

Me quedé un rato quieto, hasta que sentí que ella se acostumbró a mi pene, y dejó de gritar, luego me fui moviendo despacio, metiendo y sacando, metiendo y sacando, hasta que mi prima comenzó a jadear de nuevo, mientras mi hermanita sentada a nuestro lado, me acariciaba la espalda y la nuca. La comencé a coger despacio y con delicadeza, pero ella igual gemía y me apretaba los brazos, y los hombros, como si estuviera sufriendo mucho, su vaginita la sentía caliente, estrecha y muy mojada, y al ver los gestos que hacía con su cara, me excité mucho más, y terminé dentro de ella, haciéndola gritar nuevamente, me quedé quieto hasta que ella se recuperó, y luego se la saqué despacio. Mi prima quedó como muerta cuando me levanté de arriba de ella, con mi hermana la revisamos, y vimos que había sangrado un poco, y que en la entrada de su chuchita tenia un pequeño desgarro, la limpiamos bien, y luego le pusimos una pomada que mi hermana usaba para curar heridas. Más tarde le hice el amor á mi hermanita, á pedido de mi prima que quería ver de nuevo como lo hacíamos, mientras ella nos miraba hacerlo.

El siguiente domingo lo volvimos á hacer, y esta vez ya no le dolió casi nada, y a partir de ese día, lo comenzamos á hacer todos los domingos, ó cuando estabamos solos en la casa. Cuando cumplí 13 años, mi prima y mi hermana ya tenían 10 y lo seguíamos haciendo todos los domingos, y á las dos les bajó la menstruación casi juntas, a mi prima le bajó antes y á mi hermana al mes siguiente, así que las dos se creían ya mayores, y me exigían cada vez más.

Para cuando cumplí 14 años, un Miercoles de una semana cualquiera, después de la cena, mi abuelo tuvo que salir con mi tía y su marido, me quedé solo con mis primas, ellas al rato se fueron a dormir, y a mi, hacía un año que mi abuelo me había ayudado á construir un cuartito pequeño, al lado del granero, á unos treinta metros de la casa, donde apenas entraba una cama y una mesa pequeña, y mi escasa ropa colgaba en clavos sobre una pared. Me dirigí hacia allí a dormir, y como á la media hora, sentí que mi prima abrió la puerta de mi cuarto, y se metió en mi pequeña cama, como hacían siempre que nos quedábamos solos, con mi prima ó mi hermana, esta vez le tocaba á ella. Nos desnudamos y comenzamos á hacer el amor. Como a la hora, y cuando la estaba cogiendo por tercera vez, sentimos que alguien abrió mi puerta, y vimos a su madre que nos miraba parada en la puerta, la luz que nos alumbraba en ese momento era una vela que estaba sobre la mesa, al vernos gritó algo que no llegué á entender, y luego entró, agarró á mi prima por los cabellos, y comenzó á pegarle, como pude logré empujarla, y mi tía cayó al suelo. Agarré á mi prima del brazo, y salimos a carrera desnudos como estabamos, y así entramos al cuarto que ella compartía con las otras chicas, después de despertar a mi hermana, le contamos lo que había pasado.

Mi hermana se asustó mucho, y me pidió que nos fuéramos de ese lugar, mi prima lloraba, mientras nosotros recogíamos nuestras pocas pertenencias. En eso escuchamos los gritos de mi tía, que recuperada del golpe, se dirigía hacía la casa llamando a su hija, nos apresuramos y salimos, saltando por la ventana con mi hermana. Corrimos y después de que yo recogiera un poco de ropa de mi cuartito, nos ocultamos en la cabaña del bosque. Estuvimos ocultos durante tres días, en los que solo salíamos de noche, para hacer nuestras necesidades fisiológicas, pescar, y traer agua del arroyo, con mi hermana hacíamos el amor a toda hora, era nuestra forma de evasión. Al cuarto día apareció nuestra prima, y nos contó que su madre la tenía castigada, y que por suerte no le había dicho nada al abuelo, y a su padre, pero que su madre había llorado mucho, y que desde esa noche la trataba muy mal, y que nos seguían buscando, incluso el abuelo había dado parte a la policía, y que nos estaban buscando desde hacía tres días. Esa tarde le hice el amor a mi prima, y después a mi hermanita, porque mi prima nos quería ver hacerlo, mi pene me dolía mucho, ya que ese día lo hice más de seis veces con mi hermana, y la piel que recubría mi pene, estaba en lo vivo, pero igual lo hice con las dos.

Estuvimos ocultos casi una semana, en los que mi prima nos traía comida cuando podía, y pescábamos ó recolectábamos frutas por las noches, cuando nos sentíamos seguros de no ser vistos. Pero incluso con todas las precauciones que tomábamos para todo, mi abuelo nos encontró, un día que siguió a nuestra prima, yo me defendí, y peleé con él, pero como estaba un poco débil, y él era más fuerte, me venció fácilmente, y nos hizo regresar á la casa. Mi tío y mi abuelo querían saber porque habíamos escapado, y yo respondí que lo hicimos por miedo al castigo, ya que habíamos hecho una cosa mala, y porque creíamos que nos devolverían con nuestra madrastra. Mi tía me miraba con odio, pero no abrió la boca.

Mi abuelo me castigó encerrado en mi cuartito, hasta nueva orden, después de darme 20 nalgadas, que me sacaron sangre, y que me tuvieron en cama tres días con fiebre, mi hermana y mi prima siguieron yendo a la escuela, pero les prohibieron de que me hablen. A mi solo me dejaban salir del cuartito, para ir al baño, y cuando mi abuelo estaba presente, ya que él tenía la llave. Mi tía me traía todo los días la comida hasta el cuartito y me entregaba por una abertura, que mi abuelo había hecho en la puerta. Cuando pasó el mes de castigo, me dejaron salir, pero solo para trabajar en los sembradíos de mi abuelo. Salíamos en la madrugada, y cuando regresábamos a la casa al atardecer, después de cenar, me volvían á encerrar hasta el día siguiente. Así estuvimos por casi todo ese año, mis músculos se volvieron más firmes, y mi piel se volvió casi negra por el sol, crecí bastante, era tan alto como mi abuelo, mis manos se volvieron callosas, y mi cuerpo se volvió fibroso y duro, y me volví taciturno, ya que no me dejaban hablar aún, ni con mi prima, ni con mi hermana, así que muy raramente hablaba con alguien, porque mi abuelo era de pocas palabras, y mientras trabajábamos no hablaba, solo raras veces, casi siempre era para darme una orden. Los domingos, me mantenían encerrado en el cuartito, mientras ellos salían al pueblo, y pronto me acostumbré a esa vida.

Cerca de la Navidad, y cuando ya tenía 15 años cumplidos, la vigilancia sobre mi, se relajó un poco, con lo comencé a ir a pescar al arroyo, siempre que iba mi abuelo ó mi tío, y en una de las pocas oportunidades, en que pude hablar con mi hermana, esta me contó que había logrado ocultar el dinero, que yo tenía ahorrado, y que ella y mi prima, habían estado costurándo y bordando, para vender lo que hacían en el pueblo, y que el dinero que ganaban lo estaban ahorrando, y que cuando yo quisiera, nos podíamos escapar de nuevo, ya que mi hermanita me dijo que no podía vivir sin mi. Quedamos de esperar, a que se presente una mejor oportunidad, mientras tanto, mi hermana averiguaría en el pueblo las rutas, y a donde nos podríamos dirigir.

No tuve otra oportunidad de hablar en privado con mi hermana, hasta después de año nuevo, en que ella se escapó por la ventana, una noche en que mi abuelo y mi tío no estaban, y vino a verme, porque sabía que ya no me cerraban con llave. Cuando entró al cuartito, nos desnudamos é hicimos el amor como locos, ya que no lo hacíamos desde hacía casi 8 meces. El cuerpo de mi hermanita estaba más pleno, y sus pechos estaban más grandes y llenos, su cintura era más estrecha, y su cadera más ancha, sus nalgas eran redondas y paraditas, alrededor de su sexo le había salido un bello oscuro y suave, y había crecido bastante, parecía una pequeña mujer de 12 años. Mi pene estaba más grande y grueso, y cuando se lo metí en su vagina, ya no la sentí tan estrecha, y creo que los dos gozamos mucho más, unido al hecho, de que hacia tanto tiempo que no lo hacíamos. Mi hermanita se quedó conmigo casi una hora, en la que hicimos cuatro veces el amor, tres veces por su mojada vagina, y una vez por su culito. Casi no hablamos, mientras hacíamos el amor, gozando de nuestros cuerpos después de mucho tiempo, chupé su sexo y ella el mío. Por miedo a que regresen antes de lo previsto, regresó a la casa. Antes de irse me comentó, que desde un pueblo vecino, salía un ómnibus que se dirigía a la frontera con un país vecino, y que de ese lugar podríamos dirigirnos á una ciudad más grande, que era la capital de ese país, donde podríamos vivir ocultos y sin que nadie interfiera con nuestra vida.

Durante los dos meces siguientes, planificamos nuestra fuga, en la cabaña del bosque. En otro espacio que teníamos cerca, ocultábamos alimentos y ropas para cuando llegara ese momento. A mediados de febrero mi abuelo enfermó, y lo tuvieron que internar en un hospital, mis tíos se turnaban para cuidarlo. Una tarde en que estaba con mi hermana y mi prima, después que hice el amor con las dos, mi prima nos contó que su padre había querido estar con ella, que una noche en que su madre estaba en el hospital, su padre se había metido en su cama, y que había tratado de violarla, pero que ella se defendió, y que él sintió miedo de despertar á mi hermana, y a su otra hija, lo que hizo que no logre su propósito. Mi prima odiaba y aborrecía á su padre, desde mucho antes, y ahora tenía miedo de que su padre logre su propósito, así que nos pidió que quería escaparse con nosotros. En el curso del siguiente mes, vendieron todo lo que pudieron, de sus bordados. Mi prima descubrió el lugar donde mi abuelo escondía su dinero, y fueron sacando de a poco, hasta que pensamos que era suficiente, para lo que pensábamos hacer.

Una madrugada del mes de Abril, en que nos enteramos que un camión, pasaría por el pueblo cargado con frutas, de unas fincas vecinas, nos escapamos de la casa. A las cuatro de la mañana, me desperté y agarré mis cosa, que ya estaban listas desde el anochecer, salí del cuartito y me dirigí a la casa principal. Por la ventana abierta del cuarto de las chicas, las ayudé a saltar. Corrimos en la oscuridad que precede al amanecer, hasta el pueblo, y nos ocultamos tras unos arbustos, hasta que llegó el camión que esperábamos, y mientras el chofer se bajaba a pagar su peaje, nos subimos en la parte de atrás, sin ser vistos, y nos tapamos con la lona. A los cinco minutos, el camión arrancó, y nos perdimos en el camino, dejando atrás otra etapa de nuestra corta vida.

Casi al atardecer llegamos al otro pueblo, y durante el viaje, el chofer solo paró una vez el camión, por unos 20 minutos, supongo para hacer sus necesidades, y luego continuamos viaje, sin ningún contratiempo. Unos dos kilómetros antes de llegar al siguiente pueblo, y en un lugar donde el camino era muy accidentado, saltamos del camión, y continuamos a pie, luego de esperar a la vera del camino, á que se hiciera de noche. Entramos al pueblo cerca de las ocho de la noche, y nos dirigimos, después de preguntar a un desconocido, a la parada de ómnibus, mi prima y mi hermana, me esperaron afuera del local, mientras compraba los pasajes. A la media hora salió el ómnibus con nosotros en su interior. Nos sentamos en los últimos asientos, y viajamos durante toda la noche, sin ninguna novedad. Llegamos a la frontera al comenzar la mañana, después de comer algo recorrimos las calles del pequeño pueblo, y buscamos un lugar alejado del poblado y cerca á la frontera, para que me esperaran en él. Solo á ultima hora de la tarde, logré reunir toda la información que necesitábamos para continuar viaje, preguntando a varias personas y leyendo folletos en unas oficinas cerca al retén fronterizo, luego me dirigí al lugar donde me esperaban las chicas, les conté todo lo que había averiguado, y luego de comer, les ayudé a terminar el refugio, que habían levantado entre las dos, con hojas largas de unas palmeras, oculto entre unos árboles.

Acomodamos hojas bajo una manta, para hacer como una cama dentro del refugio, y cuando llegó la noche, y ya no se veía nada, nos metimos en el refugio, donde solo cabíamos los tres y nuestras cosa, yo me acosté al medio de las dos. Mi prima estaba muy cansada, y se durmió casi al instante, que nos acomodamos. Con mi hermana estuvimos conversando un rato, y luego le hice el amor, vestidos como estabamos, solo aparté a un lado su calzón, por la entrepierna, y saqué por la bragueta de mi pantalón, mi pene ya erecto, y subiéndome sobre ella, se la metí y lo hicimos suavemente, hasta que terminamos los dos casi juntos. Cerca de las dos de la mañana, unos ruidos me despertaron, y como ya había salido la luna, distinguí la silueta de unos perros, que estaban robándose nuestra provisiones, me levanté y con un palo los alejé, y logré rescatar nuestras cosas. Con el bullicio mi prima se despertó, y esperó que termine de arreglar todo lo que los perros habían destrozado, y luego cuando me acosté de nuevo, al medio de las dos, me abrazó y me dijo que tenía miedo. La tranquilicé y nos besamos, y luego como lo hice con mi hermana, me subí arriba de ella y haciendo a un lado la entrepierna de su calzón, la penetré, mientras mi hermana, que también estaba despierta, me acariciaba la espalda. Hicimos el amor, suavemente, hasta que ella terminó. Me bajé del cuerpo de mi prima, y luego me subí sobre mi hermana, y le volví á enterrar mi erecto pene en su mojada vagina, hasta que terminé dentro de ella. Más tarde los tres abrasados nos dormimos, hasta que mi hermana nos despertó, cuando aun no había amanecido. Nos preparamos y salimos hacía la frontera, por un sendero en el bosque.

Cruzamos la frontera a unos dos kilómetros del pueblo, y caminamos durante todo el día por un sendero muy trillado, siguiendo las indicaciones que un día antes me habían explicado, solo descansando cada dos horas más ó menos. Siguiendo una senda que corría paralela, a la carretera principal, nos guiábamos por el sonido de los motores de los automotores que circulaban por ella. Solo dos veces nos tuvimos que ocultar en el monte, para que no nos vean unas personas que venían por la senda. Esa noche la pasamos también en el monte. Por la tarde del día siguiente, llegamos a un pueblo bastante grande, donde comimos nuestra primera comida caliente en dos días.

Cuando estaba anocheciendo, nos dirigimos á una estación de trenes, donde en un plano grande en una pared, mi prima nos explicó que la capital de este país quedaba á dos días de viaje, de donde nos encontrábamos. Compramos los boletos más baratos, y más tarde ya de noche, nos subimos á un vagón del tren, que salía hacia la capital, á las 10 de la noche. Después de la caminata, y lo mal dormido que estabamos, los dos día que pasamos arriba del tren, fueron un paseo, y por suerte en ningún momento nos pidieron documentos, ya que si lo hacían no hubiéramos sabido que hacer, porque no teníamos nada. Nos turnábamos para dormir, y algunos pasajeros nos explicaron algo del lugar al que nos dirigíamos, y tratamos de memorizar los lugares que nos decían, y á donde teníamos que ir.

Llegamos un Domingo, de madrugada á la capital, y nos bajamos en una gran estación ferroviaria, era el edificio más grande que habíamos visto en nuestras vidas, luego de sortear á toda clase de tipos, que nos ofrecían de todo, salimos asustados, á una avenida inmensa y bien iluminada, mi prima había comprado un plano de la ciudad, y luego de estudiarlo, nos dirigimos hacía el mercado central. Tenía en ese momento casi 15 años, aunque parecía mayor, mi prima y mi hermana estaban por cumplir 13 años, y aunque parecían de 14 años, tenía mi hermana mentalidad de mujer mayor á la edad que representaba, mi prima era más serena é introvertida. Nos encontrábamos en un país extraño, y aunque se hablaba nuestro idioma, no conocíamos á nadie, y solo teníamos nuestro ingenio, y las ganas de salir adelante, á como de lugar, y si era posible sin delinquir.

Cuando llegamos al mercado, después de caminar una hora ó un poco más, nos dirigimos a unos comedores populares, y después de desayunar, nos pusimos a caminar por las calles peatonales del mercado. Hasta que un señor me pidió, si le podía ayudar a cargar unas bolsas con verduras. Me quedé trabajando cargando bolsas en el mercado, mientras las dos chicas, se fueron a conseguir donde pasar la noche. Solo nos quedaban unos pocos pesos, que habíamos logrado cambiar por la moneda del país, y por lo que habíamos visto, no nos podrían durar mucho, ya que todo era más caro que en nuestro país. Cuando llegó el atardecer, estaba muy cansado y hambriento, aunque había ganado algo de dinero, no quise comer nada, hasta que llegaran las chicas. El gran mercado se cerró a las 8 de la noche, y me quedé sentado a un costado de la entrada principal, y cuando estaba por quedarme dormido, aparecieron las chicas. Me contaron, que por intermedio de una señora ventera del mercado, habían logrado alquilar un cuartito, en un edificio casi en ruinas, cerca á la estación central, á un viejo que era el encargado y cuidaba el edificio, y que si bien no tenía luz eléctrica, si tenía un lavamanos con agua corriente, un lujo para nosotros, y que al final de un lúgubre pasillo, donde se encontraba el cuartito, había un baño público, en aceptables condiciones. El alquiler del primer mes adelantado del cuartito, se llevó todos nuestro ahorros. Las chicas me contaron, que el viejo aceptó el dinero sin preguntar nada, y que les dio la llave del cuarto, solo diciéndoles que no se atrasen más de tres días en el pago, ó nos sacaría á la calle. Caminamos hasta el lugar donde sería nuestro hogar, era un barrio oscuro, muy mal iluminado, y nos dimos cuenta que era mejor no salir de noche, para no tener problemas.

Cuando llegamos al edificio donde viviríamos, ya eran cerca de las 11 de la noche, y cuando entramos al ruinoso edificio, tuvimos que subir tres pisos por unas oscuras y peligrosas escaleras, hasta donde estaba el cuartito. Nos dimos cuenta que íbamos á necesitar de mucho tiempo, paciencia y dinero, para hacerlo habitable. Había basura por todos lados, y la mayoría de los vidrios de la única ventana estaban rotos, lo mismo que una rota y sucia cortina que colgaba de ella. Era un cuarto de cuatro por tres metros, y que á un costado, en la pared de enfrente, tenía un sucio y pequeño lavamanos, que alguna vez fue blanco. El cuarto estaba al lado de la escalera, y luego sabríamos que en otra época era el cuarto de la limpieza, y que el viejo lo alquilaba a personas como nosotros, que no tenían nada. Esa noche entre los tres limpiamos un poco el piso, y en un rincón colocamos las dos mantas que teníamos, y preparamos nuestro lecho, á la luz de la única vela, que las chicas habían comprado, luego comimos de nuestras provisiones, y como hacía calor, me saqué la ropa, y me acosté en calzoncillos, haciendo una almohada con el resto de mi ropa, no supe en que rato se acostaron las chicas, porque me quedé dormido ni bien mi cabeza tocó mi almohada improvisada. Desperté en la madrugada, las chicas ya estaban despiertas, y entre las dos en un bañador viejo de aluminio, todo descascarado, me bañaron entre risas, las dos estaban de camisetas sin mangas, y de calzones, así que no les importaba mojarse, mi hermana me sacó los calzoncillos, y entre las dos me dieron mi primer baño en varios días, sacando agua del lavamanos, con una vasija rota.

Cuando terminaron de bañarme, mi hermana se hincó frente a mi, y se apoderó de mi pene, y me lo comenzó a chupar, mientras mi prima me secaba el pelo y el cuerpo, con un pedazo de sábana. Cuando mi pene estuvo bien erecto, por la mamada de mi hermana, nos fuimos a las mantas, y ellas se desnudaron. Primero me la cogí a mi prima, y luego á mi hermana. Después de vestirme, y al ver que las dos se habían vuelto á dormir, salí sin hacer ruido, y me dirigí caminando hasta el mercado central. Era un hervidero de gente, y hacía rato que las actividades habían empezado, busqué al señor que me había dado trabajo el día anterior, y comencé a ayudar a descargar camiones con verduras y frutas, en pesadas cajas ó en bolsas, hasta casi el medio día. Tomé la sopa más barata que encontré, y por la tarde trabajé cargando carne, cajas de frutas y bolsas de verduras, hasta casi la hora de cierre del mercado. Algunas vendedoras me regalaron algo de fruta, y compré leche, pan y algunas otras cosas, y me dirigí a casa.

Llegué cerca de las nueve de la noche, y cuando toqué la puerta, mi prima me abrió asustada, luego que me identifiqué. Me contaron que varias veces durante el día, habían tocado la puerta, y aunque ellas no abrieron, habían escuchado gritos y peleas en los pasillos toda la mañana, y por la tarde unos borrachos armaron otro escándalo en nuestro pasillo, y que había venido la policía. Ellas no abrieron la puerta en ningún momento, y se mantuvieron en silencio hasta que todo se calmó. Después de comer mi hermana, me mostró un pedazo de un diario viejo, en donde aparecían unos avisos de trabajo, buscando y ofreciendo empleos, y me dijeron que al día siguiente, trate de conseguir un diario como ese, pero del día, para leerlo y ver si podíamos conseguir algo para las dos. Era la primera vez que veía un diario, y aunque sabía leer, jamás había leído una cosa como esa. En una lata vieja, guardamos lo que había ganado en el mercado, y nuevamente como en la mañana, entre las dos me bañaron. Más tarde los tres desnudos, nos acostamos en las mantas á hacer el amor. Por pedido de mi prima, me la cogí a mi hermana por el culo, esta gozó tanto, que luego mi prima me pidió que se lo haga á ella también, así que después de descansar un rato, se lo hice a ella primero por su vagina y luego por el culo. Le dolió mucho y le salió un poco de sangre, así que terminé en su vagina. Ya más tranquilos, me mostraron como habían limpiado el cuarto, con una sabana vieja habían hecho una nueva cortina, sobre la rota ventana. Más tarde me vestí y salí a botar la basura, ya que al lado del edificio había unos enormes cajones metalicos para ese fin. Me di cuenta que la zona estaba llena de prostitutas y pandilleros, por las noches, así que me volví inmediatamente al cuarto.

Durante esa semana, nuestra rutina no varió, y nuestros únicos gastos, era nuestra comida y el diario, que devorábamos por las noches, buscando algo que nos pudiera ayudar. Cuando llegó el Domingo, dormimos hasta las 10 de la mañana, y luego de apartar un poco de dinero, nos salimos á conocer la ciudad, caminamos hasta medio día, ubicándonos con el plano de mi prima, á medio día comimos algo en un parque, y por la tarde recorrimos varios barrios, y visitamos otros lugares interesantes, ya que para nosotros todo era nuevo y extraño, en una ciudad tremendamente grande y a la que no estabamos acostumbrados. Varias veces trataron de acercarse á hablar con nosotros gente extraña, atraídos por la juventud y la pobre vestimenta de mi prima y de mi hermana, pero de una ú otra forma los logramos evitar. Por la tarde y antes del anochecer, regresamos á nuestro cuarto, cansados y agotados mentalmente. Después de bañarnos, comimos y nos dedicamos á hacer el amor, nuestra única distracción, hasta que nos dormimos satisfechos y tranquilos. La siguiente semana las chicas salían algunas veces conmigo hasta el mercado, y luego más tarde iban en busca de trabajo, á las direcciones que aparecían en los diarios que comprábamos, otras veces se quedaban en el cuarto arreglando las pocas ropas que conseguíamos de regalo en el mercado.

Hasta ahora ninguna de las dos había usado sostén, y tuvieron que comprarse, ya que sus generosos pechos se notaban mucho, y por consejo de las venteras del mercado se compraron, y comenzaron á usarlos, pero solo para salir, ya que en el cuartito, por el calor y porque nos gustaba parábamos semi desnudos, además que todo el tiempo yo estaba excitado y hacíamos el amor a cada rato.

Mi hermana fue la primera que encontró trabajo, justo al mes de nuestra llegada, para cuidar á un niño de tres años, en casa de una familia de mucho dinero. Por su trabajo solo la veíamos los Domingos, pero nos consolábamos, sabiendo que ese día estabamos juntos los tres. Mi prima se hizo cargo del cuarto, de prepararme la comida, y lavar nuestra escasa ropa. Por la noche hacía el amor conmigo. Poco á poco, conseguimos algunos muebles viejos, que recogía del mercado y los baldíos de la ciudad. De esa forma tuvimos nuestra primera cama, que era un catre de madera de dos plazas sin una pata, lo arreglé como pude, y un colchón viejo y sucio, al que con mi prima limpiamos, costurámos y parchamos, hasta dejarlo presentable. Una mesa y algunas sillas de distintos estilos, eran nuestro primer comedor. Compramos unas sábanas viejas en el mercado y con ellas mi prima fabricó manteles, cortinas y otras cosas que nos hacían falta. Cuando mi hermana vino en su primer Domingo de franco, se alegró mucho de ver los cambios en nuestro cuartito, y pasamos los tres toda la mañana en la cama, haciendo el amor.

A los 6 meces de haber llegado á esta ciudad, y con lo que yo ganaba en el mercado, y con el sueldo de mi hermana, alquilamos un departamentito de un amigo del mercado, en otro edificio destartalado, en un barrio un poco más tranquilo. Tenía una pequeña cocina y un baño que aunque pequeño y viejo, servía para poder bañarnos y realizar nuestras necesidades fisiológicas tranquilos, por primera vez conocimos lo que era un inodoro. También tenía un dormitorio, con un ropero de madera en ruinas, y un pequeño cuarto que servía de living comedor. De a poco lo fuimos limpiando y acomodando, hasta que lo dejamos habitable.

Para cuando cumplimos el primer año, de vivir en la gran ciudad, mi prima quedó embarazada. Fue mi hermana, la que me dio la noticia, ya que mi prima que siempre fue reservada é introvertida, en el último tiempo se volvió mucho más. Yo me alegré mucho en un principio, pero después nos pusimos á pensar, en los problemas que esto acarrearía, ya que ella tenía 13 años. Así que en el mercado me hice asesorar con un amigo, y con él y la ayuda de un policía del mercado, logramos sacar documentos falsos con nombres ficticios para los tres. Mi prima se puso nombre y apellidos diferentes, mi hermana y yo nos cambiamos los nombres, pero los dos apellidos nos lo pusimos igual para poder seguir siendo considerados como hermanos. Nos aumentamos la edad un año, ya que por nuestro físico, bien podíamos pasar por más edad de la que realmente teníamos, nos colocaron por lugar de nacimiento, el nombre de un pueblo de este país, del que jamás escuchamos hasta ese momento. De esta forma y con la ayuda de la gente, y los policías del mercado, pude casarme con mi prima, para que pueda tener nuestro hijo en un hospital. A todo esto, mi hermana conoció á una familia, que se iba á vivir á los Estados Unidos, y se la querían llevar con ellos, para que trabaje de niñera. Mi hermana cumplió sus catorce años, en el avión en que se fue, y mi prima, hoy mi mujer, y tu madre. Te dio a luz un mes antes de cumplir sus catorce años.

Durante varios años, no supimos casi nada de mi hermana, y de nuestros parientes nunca más supimos que fue de ellos, solo la hermana de tu madre, vino una vez, cuando ya habían nacido tus hermanos y tú tenías 5 añitos, pero no regresó nunca más. Del abuelo supimos que había muerto al poco tiempo que nos escapamos, y que los padres de tu madre, no querían saber nada de nosotros. Mientras tanto, la gente del mercado se portó muy bien conmigo, y me ayudaron mucho. Por las noches terminé de estudiar el Colegio, en un sitio para adultos y después seguí una carrera de técnico en comercio. Con mi trabajo en el mercado, y mis estudios en la universidad, casi no paraba en casa, pero la relación con tu madre fue de cariño y amistad, y nunca tuvimos problemas serios. Ella se tomó en serio el papel de esposa y madre, y nunca nos hizo faltar nada, ella siempre fue de carácter sosegado y muy tranquila, y creo que el quedar embarazada, fue para ella la solución á todos sus problemas. Pero yo nunca pude amarla, la quería si, pero mi amor desde niño fue mi hermana, y tú desde que naciste. Tu madre nunca se opuso á lo de mi hermana, pero desde que quedó embarazada, se distanció mucho de ella, y fue este, uno de los motivos que mi hermana tomó la decisión de irse á vivir al exterior.

Cuando tú tenías dos añitos, pudimos al fin alquilar un departamento más cómodo, con tres dormitorios, en un barrio más tranquilo, donde los criamos a ti y a tus hermanitos. Mi hermana se casó en Estados Unidos, con un anglosajón con mucho dinero, cuando solo tenía 16 años, y solo nos enteramos de esto, cuando comenzamos á recibir algunas postales para Navidad, ó para los cumpleaños de ustedes. Cuando tu cumpliste 5 años, y tu hermanito menor acababa de nacer, mi hermana volvió.

Ella regresó por unos días, y me fue a buscar por el mercado. Mi corazón se desbocó al verla, y nos abrazamos sin importarnos la gente, conversamos un rato, y luego fuimos á la casa. Tu madre no podía creer que sea ella. Vestía con ropas elegantes, y parecía esas mujeres que salen en las revistas de modas. Después de charlar hasta casi las 2 de la mañana, la acompañé a su hotel, en un viejo auto de tercera mano, que recién había adquirido, en el camino casi no hablamos, solo le comenté que su prima recién había dado á luz a su tercer hijo, y que no teníamos relaciones desde hacía casi seis meces. Cuando me iba á despedir de ella, en el Loby del hotel, me pidió que la acompañe hasta su cuarto. Era un Hotel de categoría, y su habitación estaba en un tercer piso, y cuando ella abrió la puerta me agarró de la camisa, y me empujó hacia adentro, yo lo esperaba, y lo ansiaba en el fondo de mi corazón. Nos abrazamos, y nos confundimos en un interminable y apasionado beso. No recuerdo cuantas veces hicimos el amor esa madrugada, pero cuando me fui a la casa, eran más de las 6 de la mañana. Tu madre me preguntó si lo había hecho con mi hermana, y mientras me cambiaba de ropa le dije que si, eso nos distanció aún más, pero no me reprochó, ni me dijo nada más. Cuando mi hermana regresó al departamento ese día, la recibió como siempre, y no le comentó nada. Con mi hermana seguí haciendo el amor, todas las noches que estuvo en la ciudad, y en sus siguientes viajes.

Mi hermana me dejó dinero antes de irse, para poner un negocio, y al año siguiente cuando volvió, me ayudó, para comprar la casa que tenemos hasta hoy. Nunca á venido con su esposo, siempre viene sola, y cuando esta acá, yo no puedo resistirme á estar con ella, pero cuando mi hermana se va, sigo estando con tu madre. De esa forma es que tienes otro hermanito más, ya que ella me lo pidió, porque no le gusta salir, ni estar con gente extraña, y se distrae cuidándolos a ustedes, y la casa, eso llena su vida. Mi hermana me dijo, esta noche, que se dio cuenta de lo nuestro, cuando te vio probándote la biquini que te trajo en este viaje, y por mi forma de comportarme con ella, y á su insistencia, esta noche le conté lo nuestro. Al comienzo ella se enojó conmigo, pero le conté como es mi relación con tu madre, en estos últimos años, y al final ella me á comprendido, solo que me pidió, que te cuente nuestra vida, para que puedas comprender tú, el tipo de relación que tenemos.

  • o -

Eran las 8 de la mañana, cuando salimos con papito del pequeño departamento, y por primera vez desde que soy su mujer, habíamos estado juntos, y no nos habíamos tocado, él había hablado toda la noche, y yo lo había escuchado, asimilando y comprendiendo muchas cosas nuevas para mi, cuando subimos al auto, lo tomé por un brazo y cuando él volcó a mirarme, lo atraje hacia mi y lo besé en la boca, fue un beso lleno de pasión y de amor. Cuando no separamos, mirándolo a los ojos, le dije que lo amaba mucho, más por lo que me había contado, y que no me enojaría cuando el quisiera estar con mi tía, que lo comprendía, y que lo amaba mucho más por eso.

Mi tía se fue una semana después de este suceso, y con papito volvimos á nuestra rutina, de encontrarnos en nuestro departamentito dos ó tres veces por semana. Nuestra rutina no varió en años, y la única vez, en que no estaba con mi papito, era cuando venía de visita mi tía. Por esos quince días en que mi tía se quedaba con nosotros, me hacía compensar con mi papito, después que ella se marchaba, con más amor y sexo.

Mi madre murió, cuando yo cumplí los 17 años, y mi papito tenía 33, después de una larga agonía de casi un año, á causa de un cáncer en la matriz. Mi tía llegó dos día antes, llamada por mi padre, cuando ya sabíamos por los médicos, que lo de mi madre era irreversible, mi tía nos ayudó en todo momento, desde que llegó, á mi insistencia se alojó en casa, en mi cuarto, papito puso otra cama, y desde que llegó fue nuestra compañera en todo, y durante el entierro fue de gran ayuda para mis hermanos y mi padre. Se quedó con nosotros casi un mes, en los que se pegó mucho á mis hermanos, dándome espacio para que yo pueda estar más con mi padre, y aunque en ese lapso no tuvimos relaciones sexuales, todo mi tiempo se lo dedicaba á mi papito. Solo la noche antes de irse, mi tía se levantó después de la media noche, y pensando que todos dormíamos, se fue al cuarto de mi papito. Yo estaba despierta, y como a la media hora que ella salió, me levanté y fui á espiar por la cerradura del cuarto de papito. Estaban con la luz de la mesita de noche encendida, así que pude ver como hacían el amor, en la cama donde papito estuvo conmigo por primera vez.

Al rato que terminaron de hacer el amor, se acostaron abrazados, y comenzaron a charlar, tan bajo que no los podía escuchar, así que me fui a mi cuarto, y me acosté á dormir. No sentía celos por mi tía, porque en lo más profundo de mi corazón, sabía que papito ya era solo mío, me amaba y yo lo amaba, como á nada en el mundo, en su mente y su cuerpo, yo había reemplazado á mi tía. Ahora solo me amaba á mi, porque conocía tan bien a mi padre, sabía que lo que acababa de presenciar, era el acto de dos personas que se despiden de algo que fue hermoso, por un montón de tiempo, pero que ya pasó. No supe a que hora mi tía volvió a su cama, pero al día siguiente en el almuerzo, ella le dijo á papito que tenía algo que decirle, mis hermanos parecían muy ansiosos y cada rato le pedían á mi tía que hable, ella por fin se decidió, y le dijo á papito que como no podía tener hijos, y que como los chicos no tenían ahora la guía de su madre, ella quería llevárselos á Norte América, para que terminen de estudiar el colegio, y después se profesionalizaran allá.

Mi tía le dijo á papito, que ella podía pagarles todo a los chicos, y que papito no se tendría que preocupar por nada, y que por el contrario, si él quería ir á ver á los muchachos, ella le pagaría gustosa los pasajes, para que pudiera ir a visitarlos, cuando él quisiera, y que si mis hermanos querían regresar, podrían hacerlo cuando quisieran. Papito nos miró interrogante, y mis hermanos lo miraban expectante, me di cuenta que papito se esperaba esto, ya que lo tomó con calma, y en ese momento supe que eso fue lo hablaron en la cama, después de hacer el amor. Fue en ese momento cuando yo hablé, para decirle á mi tía que yo no quería ir, que quería quedarme con mi padre. Mi padre les preguntó a mis hermanos, si estaban de acuerdo con la tía, y ellos le contestaron que si, que querían irse á vivir con su tía. Mi tía se fue al día siguiente, y en casa todo fue correteos, y tramites, preparando el viaje de mis hermanos. Desde que mi madre se puso grave de salud, dejamos de hacer el amor con papito, por tácito acuerdo, y luego, hasta que pase el dolor de la partida de mi madre.

Dos semanas después que se fue mi tía, llegaron los papeles, para tramitar la salida de mis hermanos, y á los tres meces de la muerte de mi madre. Una mañana fría de invierno, llegó mi tía con su esposo, que resulto ser un yanqui viejo y gordo, pero muy simpático, y que no hablaba nada de español. Se alojaron en un hotel del centro, y ayudaron en los últimos tramites á mi papito, el esposo de mi tía congenió muy bien con mis hermanos, y á los tres días de su llegada, acompañamos á mis hermanos y á mis tíos al Aeropuerto, luego de la despedida con mucho llanto, subieron al Avión que los llevaría a su nuevo destino.

En el viaje de regreso a casa, papito me dijo, que mi tía les daría todo su amor a los muchachos, ya que como ella no podía tener hijos, se volcaría totalmente á ellos, yo lo corté y le dije, que yo le daría todo el amor que él necesitara, y que mi vida sería para él, papito se parqueó á un costado de la carretera, me tomó en sus brazos, y me besó con pasión, nos acariciamos un rato, declarándonos nuestro amor, y luego partimos. Papito me dejó en la casa, y se fue á su trabajo. Por la noche cuando llegó, yo ya tenía lista la cena, y lo esperaba vestida con un baby doll bien cortito, de color rosa transparente, y con una tanguita roja, regalo de mi tía en su último viaje. Cuando papito me vio, se olvido de la cena, me tomó en sus brazos y me llevó alzada á su cama, me depositó suavemente sobre las sabanas, y después se desnudó mirándome.

Estaba tan excitado que su pene parecía más grande que de costumbre, ya que hacía más de medio año que no lo hacíamos, yo abrí mis piernas invitándolo, á que haga conmigo lo que quiera, él se agachó entre mis piernas, y comenzó a besar mi chuchita por sobre la tanga, luego la apartó á un lado, y me chupó mi clítoris y mi vagina, hasta que me tuvo ardiendo y desesperada por ser penetrada, por el pene de mi papito, se lo pedí á gritos, papito dejó de chupar mi vagina, y montándose sobre mí, me penetró sin siquiera tocarme, ya que con sus brazos sostenía su cuerpo sobre el mío, yo abrí mis muslos todo lo que podía, y sentí como el pene de papito, me penetró hasta lo más profundo de mi vagina, me abrasé á él con las pierna arrolladas sobre su cadera, y con mis brazos sobre su espalda, y comencé a moverme para delante y para atrás, y para los costados, sintiendo su caliente y erecto pene dentro mío, dándome oleadas de placer indescriptible, no se cuantos orgasmos tuve en esos instantes, pero cuando papito me abrazó, y me cogió más fuerte grité, se que grité, grité de placer, de amor, de deseo, y de locura por mi padre, por mi amor, por mi hombre, por mi complemento para toda la vida. Esa noche lo amé como nunca, la cena se enfrió y se quedó sin servir en la cocina. Dormimos de á ratos, y cuando despertábamos, era para volver a hacer el amor de nuevo.

Hoy tengo 50 años, y mi padre tiene 67. Seguimos viviendo juntos, y para todo el mundo soy y seré su mujer, por eso en esta historia no doy ningún nombre, porque nadie sabe que es mi padre, y aunque no pude darle hijos, ya que soy estéril igual que mi tía, si le pude dar y le doy todo el amor que él necesita, y él me da todo, toda su vida. Mis hermanos se quedaron en norte América con mi tía, y aunque á veces nos visitan, cada uno tiene su vida, allá en el norte. Mi tía vive con el menor de mis hermanos, desde que quedó viuda hace casi 20 años. Solo ellos saben que soy la mujer de mi padre, y lo aceptaron gracias á mi tía, que se los pudo explicar con paciencia, aparte que ella los hizo hombres, y que vivió con los tres, por mucho tiempo.

De vez en cuando nos visitan, ó con papito vamos á verlos, pero por cortos periodos de tiempo. Cuando cumplí los 20 años, nos fuimos á vivir á una ciudad más chica, donde papito abrió una tienda, y compramos una hermosa casa en las afueras del pueblo. En ese lugar creamos una nueva vida, solo para los dos, y aunque pasamos por algunos problemas, en general é sido feliz. Para todo el mundo soy su esposa, y lo seré por siempre. Amo á mi padre, y lo amaré, hasta el último día de mi vida, es y será, el único hombre en mi vida.

fin