Paparazzi
Gatita Karabo nos resume así el relato con el que participa en el Ejercicio:No es sólo por el dinero, es la sensación de poder: descubrir sus secretos más ocultos y tenerles atados, bien sujetos, colgando en un hilo a mi merced... Por eso también me apasiona el BDSM.
Famoso : Eres un sinvergüenza. ¡Te partiré la cara!
Paparazzo : Perdone. Yo informo a la opinión pública, ése es mi trabajo.
Famoso : ¿Me meto yo en tu vida y en tus trapicheos acaso?
Paparazzo : Es que tú no eres periodista.
-Diálogo extraído de La Dolce Vita de Federico Fellini-
Paparazzi es una palabra italiana que significa algo así como “moscones”. No sé por qué nos llaman con ese término despectivo y, para colmo erróneo. En todo caso sería paparazzo , en singular. Está claro que si las moscas acuden es porque hay mierda. Cada famoso tiene la suya. Yo me dedico a destaparla y mientras más mierda haya en el asunto, más le interesa al respetable público.
No es culpa mía que esa actriz se ponga a follar en pelotas en la playa, o ese deportista se líe con la niñera de sus hijos, o que ese cantante quiera tirarse a un chaval en los baños de un parque público… Esas son sus mierdas. Yo simplemente les acecho, les pillo y les hago las fotos. “Si no quieres que se enteren, no lo hagas… pero si lo haces, ten por seguro que te pillaré”. Ese es mi lema.
Seré un paparazzi –aunque yo prefiero que se me llame reportero gráfico de investigación-, pero tengo mi status. No estoy haciendo guardia en las puertas de las casas, ni persiguiendo a esos famosillos de turno que están locos por hacer un montaje para salir en televisión; eso no es rentable. El verdadero negocio está en descubrir y capturar con imágenes algún asunto sucio de un artista, político o deportista con alto poder adquisitivo. Normalmente esas fotografías no ven la luz en la prensa de colorines; ya se encargan los interesados en comprarlas a un buen precio.
Me encanta mi trabajo no sólo por los beneficios: he de reconocer que este oficio es mi más perverso placer. A mi mujer le jode que pase las noches fuera de casa, pero a mí me encanta observar oculto en la oscuridad, sabiendo que no han reparado en mí. Piensan que están seguros, que nadie les observa. Pero yo estoy allí y mis ojos son las lentes del visor telescópico de mi cámara tuneada de largo alcance. Mi cámara es parte de mí, una extensión de mis brazos. Su buen estabilizador hace posible que no sea necesario el incómodo trípode para las fotos en movimiento, y aunque haya poca luz no hay necesidad del flash delator; las imágenes son nítidas y tienen un gran poder de resolución, incluso en la oscuridad.
Esta noche tenía el pálpito de que podía conseguir algo bueno. El acechado en este caso iba a ser un futbolista de élite, mi especialidad. Esos tíos son los más ricos y los más golfos. Además, la fuente –una putilla yonki que salió con un famosillo de un reality show hace algunos años, y que aún tenía ciertos contactos- era bastante fiable. Esa zorrita, Mónica, ya me había soplado algún otro rumor que resultó verídico.
Llegué a la dirección, un grupo de casetas de campo abandonadas en las afueras del quinto coño. Oculté la moto entre unos árboles, lejos de la carretera y de la vista de esas putas callejeras que, sentadas en hamacas de plástico, se calentaban con los fuegos de las hogueras. Mónica no tardó en aparecer. A pesar de tener el aspecto algo demacrado y ojeroso, seguía teniendo un buen polvo.
-Esto es una cloaca en el culo del mundo. ¿Estás segura que es él y de que viene aquí ? –le pregunté enfadado y algo acojonado, pensando que me había tangado y que de un momento a otro aparecería un chulo para robarme el dinero, la moto, la cámara y luego matarme.
-Estoy segura, joder. Una vez vine por esta zona a pillar perico; buscaba un sitio tranquilo para colocarme y encontré estas casetas de herramientas. Le vi en persona, con estos ojitos. Te juro que no estaba alucinando. Le tengo vigila’o desde entonces. Ha venido aquí más de una vez y siempre a lo mismo, no te lo vas a creer, tío, es mu’ fuerte… ya lo verás –me aseguró sorbiéndose los mocos y hablando de la típica forma gutural de la que va metida de todo-. Se cuelan en aquella caseta de allí. Lo podrás ver mejor desde la ventana de esta otra que está enfrente.
No las tenía todas conmigo, pero la seguí. A fin de cuentas a Hugh Grant le pilló la policía con un travelo callejero que se la estaba mamando en un coche. Cada uno tiene sus vicios.
Mónica quería su pasta y largarse, pero me negué a darle ni un euro hasta que no tuviera alguna foto provechosa. Así que aquí estoy, esperando…
Es lo malo que tiene este trabajo, las eternas esperas, que trato de amenizar con unos traguitos a mi petaca de bourbon.
Media hora…
Una hora…
¡Por fin! La luz de una bombilla portátil revela que hay alguien en la caseta de enfrente. Miro por el objetivo. Es un hombre vestido de negro, con una gorra oscura que lleva una gran visera que le oculta el rostro. Se parece al tipo en cuestión, al menos en su complexión, pero tampoco puedo asegurarlo. Otro tío grandote aparece. Arrastra a una rubia menudita de pelo lacio, que parece colocada o borracha, porque se tambalea.
-¿Se han traído a una puta drogata? –susurro extrañado. No sé por qué supuse que habían ido a esa caseta a comprarle drogas a algún camello.
-Esa pava no es ni puta, ni yonki. Mírala bien. Será una gilipollas que habrá ligado el guaperas de su amigo en una discoteca. Seguro que le ha metido un roche o un special-K en la copa, jaja, por eso no sabe ni lo que hace, joder, mira, si ni siquiera se tiene en pie.
El grandote la sostiene y el supuesto futbolista le desabrocha la blusa y se la quita. El sujetador es ligero, sin espuma, de color azul claro, con una imagen de Hello Kitty en la copa izquierda. Girando la rueda del zoom capto que se le transparentan los pezones de sus tetitas. La muchacha parece recobrarse un poco. Hace ademán de taparse con las manos, mas el de detrás se lo impide sujetándola de los brazos. La chica entonces grita asustada y el de la gorra le da una fuerte bofetada.
Mi ojo tras la cámara mira hipnotizado la escena. El tío se acaba de desprender de la gorra y de la camiseta negra. ¡Es él! Joder, ahora sí que estoy seguro. Le veo el careto perfectamente y para más inri, sus tatuajes son inconfundibles. Mi dedo en la mano que sujeta la cámara presiona con delirio orgásmico haciendo una ráfaga de fotos.
El tío se aparta de la ventana y veo que el otro le ha quitado la falda a la chica, la ha atado y le ha puesto una mordaza en la boca.
Reconozco el modelo de atadura… es un bondage strapatto . Las muñecas quedan atadas a la espalda y la cuerda sujeta a una viga del techo, bien tensa, de forma que los brazos se elevan por detrás, la cabeza y el tronco se inclinan hacia delante y el culo queda en pompa. Mmmmm… Me encanta esa postura.
El deportista se coloca detrás de la muchacha, que vuelve a estar ida, y le baja las bragas. Su compañero le proporciona una vara larga y flexible con la que empieza a azotarle las nalgas. Los fuertes azotes hacen que la chica espabile y vuelva a agitarse. El gorila se coloca ahora justo en la ventana. Mierda. Me tapa toda la visibilidad. Al cabo de un rato se aparta. Por fin, cabronazo… Bien.
Vuelvo a disparar en modo ráfaga para conseguir la mayor cantidad de fotos. ¡De puta madre! Joder, joder, jodeeer… ¡Esta es mi mejor noche! ¡El mejor reportaje de mi vida! El famoso futbolista de primera división se la está metiendo por el culo a la niñata esa. Ajusto el ISO y el enfoque es perfecto. Se detecta de forma precisa el rostro del tío, sudoroso, mordiéndose los labios, bien agarrado de sus caderas y dándole bien fuerte por detrás. El careto de la chavala es la hostia también. Aunque lleva una mordaza de bola en la boca que le ahoga los gritos, tiene los ojos desorbitados y una expresión de dolor y de horror que espero que quede reflejada en unas buenas imágenes de alta resolución, que me van a hacer muy, muy rico.
El más alto se aproxima a la chavala. Se desabrocha el pantalón y se saca un enorme pollón. Le quita la mordaza de bola y la sustituye por una mordaza Whitehead. Sé lo que es porque lo he visto en fotos de BDSM… Es un artilugio médico para cirugía bucal, con bisagras y marcos de metal en la boca y un par de trinquetes que hacen que la mantenga bien abierta. Ajusta la apertura al máximo. Para que le quepa un pollón de ese calibre seguro que le tiene que desencajar las mandíbulas.
La vuelve a agarrar del pelo y se la mete toda entera en la boca. Me cagüen su puta madre… Mi polla va a reventar dentro de mis pantalones. Llevo un buen rato empalmado y me gustaría pajearme, pero acabo de cambiar a modo video y de ninguna manera voy a soltar la cámara mientras estoy grabando. Vuelvo la cabeza y ahí está Mónica. Con la emoción de la escena y del reportaje, había olvidado completamente su presencia.
-Tía, haz algo de provecho mientras tanto. Estoy cachondo… Te doy cincuenta euros más si me la chupas.
-Eh, tú, que no soy una puta. Tengo mis vicios, no lo niego, pero no me prostituyo para conseguirlos. Tan bajo no he caído como para hacerte a ti una mamada, vamos, ni por toda la puta coca del mundo… ¿Qué te has creído que soy?
-¿Recuerdas aquella fiesta? Creo que fue en el cumpleaños de un friki de esos que abundan ahora. Tal vez no te acuerdes, porque estabas tan colocada que te tiraste a todo bicho viviente, incluido el perro. Yo sí que me acuerdo y, si en todo caso me falla la memoria, tengo las fotos para atestiguarlo. La foto con Bobby quedaría muy bien en el aparador del recibidor de la casa de tu madre, ¿no crees?
No es verdad que tenga esas fotos, de hecho, me lo acabo de inventar todo, pero seguro que una yonki como Mónica habrá estado en alguna fiesta tan drogada que no sepa ni lo que ha hecho.
Soy un tipo listo, la estrategia funciona. Mónica deja de tener tantos remilgos. Murmura algo como “cabronazo joputa” y luego, sin decir una palabra más, se arrodilla ante mí, me baja el pantalón y se la mete en la boca.
Me la chupa desganadamente, sólo la puntita, como con asco… Me encantaría agarrarla bien fuerte de la cabeza y follarle la boca hasta atragantarla -como está haciendo el gorila ese a la pavita de ahí enfrente, mientras el otro se la sigue follando por el culo de manera brutal-, pero he de mantener sujeta la cámara, bien firme y seguir grabándolo todo.
-Ponle más entusiasmo, zorra, trágatela toda hasta el fondo o te puedo asegurar que acabarán llamándote “La encantadora de perros” en tu pueblo.
La amenaza surte efecto y la puta de Mónica empieza a mamármela con afán. Allá enfrente el jugador de futbol supongo que ya se ha corrido, porque se está quitando el condón. Se sube los pantalones y se guarda el condón anudado en un bolsillo. Vuelve a coger la vara y a darle azotes entre las piernas a la rubia, que se está poniendo morada con todo ese mazo de carne embutido hasta la campanilla. Al cabo de un rato, el tío se la saca de la boca y empieza a meneársela.
-¡Se le va a correr en la cara! ¡Seguro que se corre en su cara! Joder, me corro, me corro… Despacito, despacito ahora, eso… así… así… sigue, puta, sigue…
Me corro en la boca de Mónica, que, en cuanto termino, lo escupe todo en el suelo tras unas cuantas arcadas. La polla del gigantón está soltando chorros de leche en la cara de la rubia, el de detrás la continúa caneando entre las piernas y mi preciosa cámara sigue grabando.
-¿Dónde coño van? ¿Se la van a dejar ahí? –le pregunto a Mónica cuando veo que los tíos se han vestido y no parece que vayan a descolgarla.
-A la otra la dejaron también atada para follársela de nuevo la noche siguiente –me contesta Mónica, más contenta ahora, contando el dinero, ya que acabo de pagarle lo estipulado.
Estoy pletórico. Sí, esta es la mejor noche de mi vida, y no sólo por el dinero que me va a aportar este reportaje, es mucho más. Es la sensación de poder. Saber que tengo a ese delantero en mis manos, cogido por los huevos, colgando de un hilo… Le tengo atado y bien atado… Tal vez por eso me encanta el BDSM, pero hasta ahora sólo lo había visto en fotos o videos, nunca lo había visto así, tan… real.
El deportista y su amigo se han marchado hace rato. Mónica también, seguramente a pillar mercancía aprovechando que tiene dinerito fresco. Yo también debería irme, pero… joder… ¿Por qué no?
Entro en la caseta. La chica parece inconsciente. Le han vuelto a poner la mordaza de bola por si se despierta y grita. Las braguitas moradas están enrolladas en un tobillo. El color le hace juego a los preciosos bordones paralelos de tono cárdeno que adornan las nalgas de ese culo recién follado. En el alfeizar de la ventana está la vara junto con otros tantos juguetes sexuales. Busco el ángulo adecuado, dejo allí reposar mi cámara y pongo el automático. Agarro una fusta larga, como las que usan en equitación. Los sonidos que producen los chasquidos contra la piel, combinados con los sordos quejidos y sollozos a través de la mordaza son como una melodía afrodisíaca.
Escojo un consolador doble, de grandes dimensiones, que tiene un buen mango para manejarlo. Me encantaría que hubiera una de esas fucking machines , encajarle bien dentro los dildos y ajustarla a la máxima velocidad, pero no se puede tener todo… Aún así, no me puedo quejar. Empuño el aparato moviéndolo de forma febril y la zorra se agita y berrea de nuevo. Joder, qué noche… Vuelvo a estar tan excitado que en cuanto le meta la polla, me voy correr gritando.
Saco un condón de mi cartera y aprovecho para dar un buen trago de bourbon de mi petaca.
No he acabado de ponerme la goma cuando la vista se me nubla. Estoy tan mareado que tengo que sentarme en el suelo. Voy perdiendo la consciencia por momentos.
-Despierta, bella durmiente… -el fuerte azote en mi trasero desnudo hace que me recobre.
La cara de Mónica aparece ante mi vista en cuanto abro los ojos. Las voces y las risas de los demás retumban en mi cabeza. Me duelen los brazos y los hombros, me arden las muñecas. Estoy atado de la misma manera que lo estaba la chica rubia, que me mira ahora riendo junto al futbolista y su amigo.
-Guau, chicos, qué noche… –sonríe el futbolista y yo no entiendo nada-. La mejor de mi vida.
-Co… Co… ¿Cómo? –consigo articular yo.
-¿Cómo? Pues muy fácil –contesta el deportista-. Con dinero y un poco de investigación se pueden descubrir los secretos más ocultos. Tú deberías saberlo. Me enteré de que te pone el rollito este de las cuerdas y el sexo depravado.
-Eeeeh –protesta la rubia-, que a mí también me mola lo del bondage, y no digamos a vosotros, que, por lo que he visto esta noche, no lo habéis pasado nada mal.
-Como que tú has padecido mucho –replica el otro tío riéndose-, si te has corrido por lo menos tres veces, que yo estaba ya nervioso pensando que el imbécil éste iba a notar que, en lugar de sufrir como una pobre chica violada y torturada, estabas disfrutando como una loca.
-Jajajaja –suelta una carcajada, la muy zorra-. Cuatro orgasmos, chaval… Ha sido mi mejor noche, en serio os lo digo…
-Te di el soplo –prosigue Mónica, que agarra la vara y me da unos golpecitos en los huevos que me hacen temblar esperando lo peor-. Teniendo un buen cebo, picaste según lo planeado. Aproveché para echar la droga dentro de tu petaca mientras te la estaba chupando. Ni te diste cuenta, tan emocionado que estabas grabando la escenita con tu cámara.
-Pe… Pero… ¿Por qué? –deseo despertar de esta pesadilla.
-Porque él me paga mucho más y me cae mucho mejor que tú –afirma Mónica y el gorila también asiente.
-Mmmmm… Pues yo… qué quieres que te diga…. –sonríe de forma lasciva la rubita- lo hice porque me encantó la idea, cielo. Aquí, el delantero centro es amigo mío desde hace algún tiempo y casi me corro de gusto cuando me estaba contado sus planes.
-¿Necesitas que yo te diga por qué? – ruge el deportista mientras aprieta los puños y cierro los ojos temiendo que me pegue un derechazo-. Pues porque eres un cabrón. Le has jodido la vida a muchos de mis amigos. Así que en parte es por venganza y en parte para tener un seguro anti-extorsión contra ti. No iba a dejar que me jodieras, así que me he adelantado. Vas a probar tu propia medicina.
-Y tenemos un buen material –afirma el amigo agarrando mi cámara-. Aunque le he hecho unas buenas fotos desde la otra caseta mientras estaba fustigando a Susana y metiéndole los dildos, él mismo se ha grabado con su cámara. Tenemos primeros planos. Ahora podemos seguir grabando con esta joyita un buen video para terminar el reportaje, con nuestro protagonista colgado como un suculento jamón. ¿Quién quiere ponerse el arnés y darle por el culo?
-¡Yo! ¡Yo! –gritan las dos chicas y yo estoy a punto de vomitar.
-Venga, tío, no pongas esa cara, seguro que si te relajas, disfrutas siendo el prota de la peli. Aquí, la encantadora de perros, le pondrá mucho entusiasmo y te la meterá toda enterita mientras Susana te da unos cuantos azotes en los huevos con la vara -se regodea Mónica y todos se ríen.
Hijos de puta... Voy a gritar rabioso, pero el gorila me pone la mordaza de bola en mi boca que sofoca mi alarido.
Hijos de puuuuutaaaa… Hijooooos de puuuuuutaaaaaa…
-FIN-