¡ Papá, papaíto, cuidado, la tienes muy gorda ¡

Aqui se reflejan las conversaciones íntimas de tres mujeres que se sinceran sobre su sexualidad. Y como nexo común a todas ellas, de fondo, un buen macho follador.

- ¡ Papá, papaíto… cuidado, despacio… la tienes muy gorda…¡¡

Hola, soy Ana, tengo 18 años y medio.   Mi ocupación principal es la de ama de casa. No, no estoy casada, como algunos habrán pensado.  Me ocupo de la casa de mi nacimiento, que comparto con mi papá y mi hermanita de 9 años.  Y tengo que ocuparme porque mi madre, mejor dicho, la puta de mi madre, nos dejó tirados hace tres años y tuve que espabilarme. Aparte de eso también voy al instituto aunque ahora,  por lo que he explicado,  llevo más lentos los estudios de bachillerato y más o menos me cuesta cada curso dos años,  pero vamos, que tengo ilusión y lo conseguiré,  de estudiar enfermería más adelante.

Soy de un país que no voy a mencionar, por respeto a mis compatriotas, que pueden sentirse algunos ofendidos por esta historia.   Solo diré que es una nación que va saliendo del subdesarrollo,  no se puede considerar del primer mundo,  aunque vamos creciendo poco a poco.

Vivimos en una ciudad media, de unos 15 mil  habitantes.  Nosotros tenemos nuestra casa en un barrio humilde,  aunque afortunadamente mi padre ha sido siempre un hombre trabajador y listo,  se hizo mecánico y con mucho esfuerzo montó un pequeño taller en la parte trasera de la casa y ahora va recogiendo los frutos.  Viendo lo que hay a nuestro alrededor podemos sentirnos afortunados.

Volvamos a mi madre.  Fue siempre una mujer muy vistosa, guapa, con muy buen cuerpo.  Gustaba mucho a los hombres y siempre se quejaba que le había tocado vivir en un mundo que no era el suyo. A ella le gustaba tener dinero, vestir bien, el lujo.  Mi padre no podía proporcionarle todo eso, aunque cierto es que tenía más posibilidades que otras mujeres del barrio.  Le gustaba, en cuando tenía algo de dinero disponible,  irse al centro de la ciudad a pasear, ver tiendas, quedar con una amiga, etc.    Y un mal día, o bueno según se mire,  nos dijo que se marchaba. Así,  sin más.  Preparó la maleta y se fue a la capital con un maduro de unos 70 años, pero cargado de dinero.  Lo había conocido por internet.  Ella tenía 42 años.   Y salvo alguna llamada en nuestros cumpleaños, cada vez menos, en tres años no la hemos vuelto a ver.

Salimos adelante con mucho esfuerzo y el cariño de mi padre.  Y por supuesto con la ayuda de nuestra tía Daniela,  hermana de mi madre, que se ha portado siempre muy bien.  El primero año, hasta que yo fui aprendiendo las cosas de casa,  estuvo pendiente de todo,  comidas, ropas, limpieza.  Luego yo me he ido haciendo cargo, aunque ella sigue viniendo a menudo para ayudarme.

Os contaré ahora algo de mí.  Como dije tengo 18 años, ya pronto 19.  Soy una chica de estatura media, una pizquita rellenita,  y eso contribuye a que tenga muy buenas curvas de mujer,  unos pechos muy redondos y erguidos,  y sobre todo un trasero y unas caderas muy marcadas.  Más de una vez en cualquier descuido me dan un cachete en el culo, los muy guarros de los hombres.  Me inicié en el sexo pronto,  cosa normal en este clima nuestro, que se presta a las calenturas sexuales.  La primera vez fue con un chico de la clase,  y fue bastante frustrante, cosa habitual en dos adolescentes sin experiencia.  Pero consiguió desvirgarme. No volví a tener relaciones, hasta hace un año  después que me eché un novio en el barrio,  debo confesar que no estoy realmente muy  enamorada, pero bueno, es buen chico y de momento me encuentro bastante bien con él.

Mi tía Daniela es una mujer extrovertida, simpática. Siempre me llevé muy bien con ella y es mi confidente, mucho más de lo que lo fue mi madre.  Hablamos a menudo sobre ella.

-     Mira, cariño,  en esta familia hemos salido todas muy mujeres, o sea, para que me entiendas, muy calentorras,  Lo de tu madre se veía venir. A ella le gustaba ser rica,  no soportaba la mediocridad.  Ello unido a que ha sido siempre muy atractiva, pues ya está…

-     Sí, tía.  Pero nos abandonó, eso no se lo puedo perdonar.

-     Por supuesto.  Mira, Ana,  las mujeres podemos salir algo putas, pero nunca debemos de perder el sentido de la responsabilidad.  Se puede follar lo que se pueda, incluso poniendo el cuerno al marido, pero siempre con prudencia y jamás dejando abandonados a los hijos.  Ese ha sido el error de tu madre, con el tiempo le pasará factura, no lo dudes.

-     ¿Y crees que le va bien?

-     Pues creo que sí, ha tenido suerte, la muy zorra.  Hace días me comentó el dueño de la panadería que había ido a la capital  a unas gestiones, y la reconoció por la calle, del brazo de su amigo, muy bien vestida, enjoyada,  muy elegante, lo que siempre le gustó a ella.

-     ¿Tú crees, tía, que cuando estaba aquí,  engañó a mi padre?

-     Verás, cielo.  Te vuelvo a repetir, hemos sido muy mujeres y seguro que tú serás igual.  En nuestra cultura se ven con mucha naturalidad las relaciones sexuales.  Estoy segura que se acostaba con algún otro cuando iba al centro o a la capital de provincia de compras.   Y seguro que gustándole el dinero tanto,  cobraba por ello.  No le faltarían propuestas, hay que reconocer que es toda una mujer.

Las conversaciones con mi tía me enseñaban mucho de la vida.  Y ella me hablaba de todo con mucha naturalidad.

-     ¿Y dime, sobrinita, tú aparte de ese novio que tienes,  has conocido a algún hombre más en la cama?

-     Solo el chico que me desvirgó, nada más.

-     ¿Y que tal con el novio, es buen amante?

-     No sé, no sé, tía.  En realidad no tengo posibilidad de comparar.  Bueno,  digamos que normal, no te podría decir más.

-     Es fácil saber si un hombre es buen amante.  Dime.. ¿Te quedas con más ganas después de follar?

-     Sí, a menudo me pasa eso.

-     Pues ya está, es un tío torpe.  Seguro que si fuese hábil y supiese tratar a una mujer,  te llevaría a varios orgasmos en una sesión, nosotras somos multiorgásmicas en esta familia, tú no vas a ser menos.   Mi consejo es que sigas con él,  pero no renuncies a conocer otras experiencias.

-     Caray, tía, no estaría bien, no sé… Me apetece, claro,  pero no me atrevo.

-     Pues hazlo, eso que te llevas.  Las mujeres no debemos nunca estar sometidas  a un solo hombre. Con prudencia, si alguno te gusta,  no lo dudes.

-     Vale, vale, lo pensaré…

A medida que yo me hacía algo más mayor,  mi tía aumentaba la confianza conmigo, hasta confesar los secretos de familia.  Hablábamos también de mi papá.

-     Tú padre lo ha pasado mal.  Él quería mucho a tu mamá, y el abandono lo ha dejado en una situación difícil.  Además,  es un hombre serio, responsable, no quiero meter a ninguna mujer en vuestra casa.

-     Sí, tía, y yo procuro agradarle y compensarle en lo que puedo, porque él todo lo que hace  pensando en sus hijas.

-     Claro, cielo, claro… tenemos que hablar mucho del tema,  ahora viene tu tío.

Yo me quedé un poco intrigada,  no entendía que más se podía hablar del asunto de mi papá.   Por eso en la próxima vez que nos quedamos a solas, le pregunté de nuevo a mi tía.

-     Dime tía,  que me tenías que contar de papá.

-     Pues mira, cariño.  Me gustó mucho que me dijeras que haces todo lo posible por agradarle.  Pero puedes hacer mucho más.

-     No entiendo, que más puedo hacer.

-     Pues bueno… Vamos a ver… Tú eres mujer, él un hombre, joven aún. Los hombres necesitan el consuelo de una mujer, ya me entiendes.

-     No del todo tía, dime más claro.

-     Verás,  tu padre no quiere que entre otra mujer en vuestra casa y vosotras tampoco, verdad.

-     Claro, yo me apaño bien como ama de casa y hago de madre de mi hermana.

-     Pues te lo diré claro, Ana.  Te falta hacer de esposa.

-     ¿Tía….qué dices? ¿Insinúas que tengo que tener relaciones con mi padre?

-     Sí, así es. ¿ No te gusta tu padre, no te parece guapo y atractivo?

-     La verdad que sí, que gusta a las mujeres, pero yo soy su hija, joderrrr..

-     Eres aún joven, cariño, y te falta mucho que aprender.  Te dije hace unos días que en esta cultura nuestra las relaciones se ven con mucha naturalidad y además, gran parte de ellas tienen lugar de puertas adentro.  Se llevan con discreción, con cierta hipocresía, pero eso existe.

-     Pero eso es incesto.

-     Claro.  ¿Y sabes por qué el incesto es un tema tabú en casi todas las sociedades humanas?.  Por la consanguinidad, que conduce a que en caso de embarazos nazcan bebés con deficiencias.  Por eso se rechaza.  Pero te aseguro que si pusiéramos cámaras ocultas en el interior de las casas del barrio te llevarías muchas sorpresas. Y además, ese problema del embarazo hoy ha quedado resuelto con los anticonceptivos, tal como tú haces, que ya tomas la píldora.  Si entras en internet e investigas el tema del incesto, verás lo común que es en la zona de nuestro país y los fronterizos.

-     Joder, que fuerte, que fuerte, tía…

-     Te aseguro que harías a tu padre el hombre más feliz,  piénsalo, se lo merece.

Pasé unos días realmente confusa y no dejaba de darle vueltas al tema.  Por una parte sentía una aversión tremenda al pensarlo, y al contrario, se despertaba en mí un sentimiento de mujer, de hembra, que me llevaba a fantasear con complacencia sobre el asunto.

Las conversaciones se sucedían, cada vez más subidas de tono.  Mi tía era cada vez más directa.

-     ¿Has meditado sobre lo que hablamos el otro día?

-

-     Sí tía, y estoy confusa,  no sé a que atenerme.

-

-     Pues si estás confusa, ya es un avance, señal de que no lo rechazas del todo.  Será cuestión de adaptarte poco a poco. Ya te dije que tu padre es un hombre aún joven,  atractivo,  y sería una suerte para ti dejarte poseer por un maduro. Y tú toda una mujer ya, menuda suerte para los dos, un maduro y una jovencita,  la mejor combinación  que existe para la cama.

-     Me haces sonrojar, tía, mira que eres…

-     Pues sí, soy…  putita como tu madre, aunque más responsable.  Y te contaré un secreto:  tu papá tiene una polla muy peculiar.

-     ¿Sí, y cómo es?

-     Muy gorda.  La longitud más o menos normal,  pero muy gruesa. Toda una ventaja, porque las mujeres disfrutamos más con el grosor que con la longitud,  el mayor placer lo sentimos en la entrada, cuando nos penetran, y un instrumento grueso hace que nos abramos más, que nos roce en toda la zona con más intensidad, los orgasmos son mucho más fuertes y continuos.  Además,  tu papá es un buen amante.

-     ¿Cómo sabes todo eso, tía?

-     Bueno, lo sé….

-     Tíaa…. Cada día me sorprendes más, coño.  ¿No me digas que te has follado a mi padre?

-     Vamos a ver, cielo, despierta. ¿ Quién te piensas que lo ha consolado en estos tres años?  Además, me sentía como algo responsable al ser hermana de tu mamá.  Y tu padre es un hombre algo tímido, no se presta a relacionarse con mujeres en la calle.  Había que ayudarle, andaba muy deprimido. Y tú eras aún una niña para estas cuestiones, ahora ya tienes casi dieciocho.

-     ¡¡ Madre mía… no me lo puedo creer…¡¡   ¿Y donde te lo follabas?

-     Pues en vuestra casa, cuando estabáis vosotras en el colegio y yo iba a haceros las faenas de casa.  Una o dos veces por semana tu padre me dejaba bien satisfecha, menudo cabrón, lo que nunca consiguió tu tío, que viene a ser lo que tu novio, un amante torpe.  Con tu papi me corro sin parar.

-     ¿Y ya no lo hacéis?

-     No, porque escuché algún rumor por el barrio y no era conveniente seguir por si llegaba a oídos de tu tío.  Además, ya no hace falta tanto que vaya a vuestra casa, ahora tú has aprendido las faenas domésticas y si voy, te darás cuenta que procuro que estéis presentes alguna de las hijas.

-     Ya veo, ya. Y yo sin enterarme, caray.

-     Estas cosas se hacen con mucha prudencia, cariño, siempre prudencia. Así que recapacita con lo que te pido, ahora él está de nuevo sin sexo y lo necesita, es muy hombre.

Me dejó impresionada mi tía, nunca lo hubiera imaginado.  Pero ahora yo volvía a tener  fantasías y ahora pensaba en mi papá y mi tía follando en nuestra casa.  Y curiosamente,  no me entraba ningún tipo de enfado, al contrario, me gustaba pensarlo y tengo que sincerarme que algunas veces me masturbaba con la idea, los imaginaba follando en el dormitorio o en el sofá. Y seguí por supuesto meditando la idea de convertirme yo en amante de mi padre, cosa que cada vez me disgustaba menos.

Mi tía seguía insistiendo.  En el fondo temía que mi padre terminara metiendo otra mujer en casa y que hubiera problemas con nosotras dos.

-     ¿Ana, cariño, como llevas el tema?

-     No dejo de pensar ello, tía.  Ya veré…

-     No tardes mucho,  tu papá necesita consuelo y mejor que tú antes de que se líe por ahí con una cualquiera.

Al final, mientras me decidía, se me ocurrió otra idea: mi amiga Isabel.  Esta amiga, para mí íntima,  es un poquito mayor que yo, tiene 21 años, soltera.  Está ya más hecha físicamente, bastante más alta y con muy buen cuerpo también, aunque una pizquita fea.  Pero vamos, que eso no le impide tener relaciones con el que le apetece,  aprovecha bien la vida.  Ella viene mucho a casa, sobre todo para pasar un rato con el ordenador y conectarse a los chat, pues en su casa no tienen posibilidades de tener un terminal.

Isabel, estando en casa, veía de vez en cuando a mi padre andar por allí, a veces algo ligero de ropa y me hacía algún comentario.

-     Joder, amiga.  ¿Sabes que tu papá está bien bueno?

-     Jajajajaja…. O sea que te lo tirabas, vamos..

-     Encantada de la vida, carajo.  Pero como es tu padre no me atrevo mucho a insinuarme….jajajaja.

Lo tomábamos en broma, pero cuando mi tía me planteó lo expuesto anteriormente,  se me iluminó la mente y supuse que Isabel sería el consuelo ideal para mi padre,  mientras que yo terminaba de tomar una decisión. Así que en la primera visita a casa de mi amiga se lo planteé directamente.

-     Isabel, a ti mi padre tu gusta  ¿verdad?.

-     Pues claro, te lo he dicho ya más veces,  es todo un hombre y muy guapo.

-     ¿Te lo quieres follar? ¿Quieres que nos pongamos a ello?.  Mi padre está muy solo, sabes, y no quiero que me ponga una madrastra en casa, eso me pondría muy triste, porque yo ahora me considero como la dueña de todo.

-     Bueno…  -Isabel dudó un momento, pero solo eso, cinco segundos-  Bien, bien,  no me importa nada.  Dime como lo hacemos.

-     Yo le insinuaré algo y un día que estemos mi hermana y yo fuera, te vienes con cualquier excusa.

-     De acuerdo. Veremos como resulta todo.

Ahora como el que no quiere la cosa,  fui preparando a papá. Sentados en el sofá, viendo la tele, mientras mi hermana jugaba en su cuarto, le saqué la conversación.

-     Papaíto: ¿no te importará que Isabel venga a casa de vez en cuando?

-     ¿Cómo me va a importar?  Es buena chica, a ti te hace compañía, te ayuda también en alguna cosa de la casa y además… está muy bien, es atractiva.

-     Pues tú a ella también le gustas…  y mucho.  Y es muy liberal, como sabes.

-     Ya, ya…

Se quedó pensativo mi padre y no dijimos nada más, hasta pasados unos días.  A la hora de comer,  volví a mentar a mi amiga. Era un domingo, mi padre no trabajaba y mi hermana se había ido a casa de mi tía.

-     Papaíto,  esta tarde vendrá Isabel.  Pero resulta que me ha llamado mi novio, que quiere hacer unas compras urgentes y alguna cosa más, y no quería decirle a Isabel que no venga, pues tiene que hacer un trabajo con el ordenador.

-     Pues perfecto, perfecto, que venga y se quede el tiempo que quiera, no hay problema.

-     Yo tardaré bastante, sabes.  Y antes de venir la llamaré por tfno para que se venga a tomar algo también.  Sírvele una cerveza o lo que quieras, se amable con ella.

-     Bien, bien… -mi padre parecía muy animado con la idea-.

Le día confianza a mi padre en el sentido de que podía estar con Isabel sin prisas,  pues yo no vendría hasta llamarla.  Y le comenté a Isabel que veía a papá animado, que viniese a la hora convenida.   Salí de casa unos minutos antes y me la encontré bajando la calle, con su carpeta de apuntes y un vestido  bastante llamativo.  Muy corto, enseñando unos preciosos muslos bronceados y un buen escote.  También venía muy bien peinada y maquillada. He dicho que es un poquito fea, pero cuando se arregla bien consigue disimularlo.

-     Te has puesto un sujetador a tono, jajajaja… -le hice el comentario porque traía las tetas apuntando al cielo-.

Dos hombres maduros que pasaban se volvieron hacia atrás para mirar la silueta y sobre todo los poderosos muslos de mi amiga.

-     ¡ Vienes espectacular,  levantas pasiones ¡

-     Tu padre se lo merece…ajajajaa

-     Cuando termines me llamas para tomar algo y comentar.  Le he dicho a papá que he quedado con mi novio,  pero solo voy a dar un paseo y hacer alguna compra.

-     Hasta luego… ¿sabes?  Estoy una pizca nerviosa…

-     ¡ Anda ya…¡  Si eres una experta en hombres…ajajaja. No tengas prisa, pasarlo bien.  Llámame cuando termines y quedamos para hablar.

Me fui a dar una vuelta y aproveché para comprarme algo de ropa en alguna tienda del barrio.  Me senté a tomar una cerveza y leí un poco un libro.  Sin darme cuenta habían pasado dos horas y media cuando me sonó el tfno móvil.

-     Ana, ya terminamos. ¿ Dónde estás?

-

-     En el bar de arriba, en la plaza. Te espero.

Yo toda impaciente, esperándola,  la observé llegar caminando despacio,  cómoda, sonriente.

-     ¡Joder, Isabel, cacho puta…ajajajaa.  Que cara de satisfacción traes..¡¡

-     Ha sido espectacular, de verdad,  el mejor sexo de toda mi vida.

-     Cuenta, cuenta… Estoy impaciente.  Dame todos los detalles.

-     Pues verás, cuando tu padre me abrió la puerta se quedó con la boca abierta al verte tan arreglada, casi palideció de la emoción. Me miró de arriba  abajo, recreándose en mi escote y en mis piernas.  Luego me hizo pasar. Me comentó que tú habías salido, etc.   Que pasara a  tu dormitorio para trabajar con el ordenador. Pero me dijo si antes quería una cerveza.  Por supuesto acepté, me senté en el sofá del salón, vino tu padre con las cervezas, y cuando se iba a sentar en el sillón de enfrente, yo toda coqueta, le dije: no te sientes tan lejos, anda, mejor aquí a mi lado.  Yo sentada,  con el vestido hasta arriba y con un botón más del escote desabrochado.

-     Que coqueta eres, jodía zorrona… Sigue, sigue.

-     Pues nos quedamos tomando la cerveza muy juntos.  Comenzamos a hablar cosas sin importancia, procurando sacar el mejor humor.  Yo me reía por cualquier cosa y cuando lo hacía me acercaba a tu padre y le apoyaba la cabeza en el hombro con la excusa del ataque de risa. Y una de esas veces él me echó el brazo por encima de los hombres y me apretó fuerte, pegando su boca a la mía.  El beso que me dio me dejó medio desmayada, un beso largo, jugoso, fresco, usando la lengua con mucho estilo.   Ese beso fue suficiente para  quedarme sin aliento y ponerme excitada a tope,  ya no podía hablar, solo lo miraba con una cara lujuriosa, de puta total.  Tu papá entiende de mujeres,  sabía bien que estaba totalmente receptiva.

-     ¿Y que pasó después? Me estoy poniendo también cachonda con lo que me dices.

-     Jajajajaja… No es para menos, es de lo más erótico que he vivido.  Seguidamente me empujó con suavidad para que me quedase echada en el sofá, él se apartó quedando de rodillas en el suelo, para que mi cuerpo se acomodara totalmente.  Sin miramientos  agarró la cinturilla de la braguita y me la sacó por los pies.  Yo con el vestido enrollado en la cintura y bien abierta, exhibiendo el coño descaradamente.   Me desabrochó totalmente los botones de la parte de arriba, dejándome con el sujetador y rápidamente se despojó de su ropa, quedando desnudo delante mía…. ¡¡ Tremendo…¡¡.

-.   ¿ Y por qué tremendo?

-     ¡¡ Por la polla que tiene tu papaíto, joder… nunca he visto nada igual ¡¡

-     Síiii, ya me lo habían comentando, pero nunca se la he llegado a ver.

-     Pues imagina un pollón aproximadamente el doble de grueso que la media.  Y con una cabeza descomunal, una especie de martillo dispuesto a machacarte  el coño.  Me he acostado con muchos tíos, pero aún así me asusté un poco.  Él lo notó y procuró tranquilizarme, diciéndome que iría despacio, que no habría problemas.

-     Sigue, sigue, me estoy mojando las bragas..

-     Se echó encima de mí,  abriéndome totalmente.   No me quitó el sujetador, dijo que le gustaba mucho y me sacó las tetas por arriba,  masajeándolas bien un rato.  Yo ya estaba mojada con los besos, y ahora me puse ya como una perra en celo.   La tenía durísima y no necesitó agarrársela con la mano para meterla,  las manos me las puso ambas en las tetas y el pollón fue solo a mi entrada.  Aunque yo estaba caliente y lubricada, la sensación de tener aquella cantidad de carne dura en mi entrada hizo que me contrajera un poco.  Empujó y comenzó a entrar  la cabeza,  nunca había experimentado algo así.  Era como si me rascase toda mi entrada.   Pero no se detuvo, y siguió presionando hasta meter el miembro completamente,  solo entonces se relajó algo.  Estuvo así, disfrutando de mi interior sin moverse un buen rato. Yo sentía la presión en cada centímetro de mi conducto.  A pesar de la molestia yo estaba en una actitud de hembra agradecida,  feliz de que un hombre me tomase con esa energía, así que le eché los brazos al cuello abrazándolo y atrayéndolo hacia mí.  Nuevos besos intensos,  chupando de nuevo mis pezones. Y entonces ya noté que algo cambiaba en mi cuerpo,  sentí la dilatación completa de mi coño que por fin se adaptó totalmente al falo que tenía dentro.  Él debió notar también que la presión aflojaba e inició un lento bombeo,  atrás, adelante, dentro, fuera.  De forma suave unas veces, otras con más fuerza.  Creéme, Ana,  nunca sentí tanto gozo echando un polvo.   El ajuste entre nuestros órganos era perfecto, no sobraba ni un milímetro,  y la estimulación de mi punto G  muy intensa.  Me corrí una primera vez contrayendo con fuerza las caderas y apretando su cuello con mi brazos.  Precioso, de verdad.

-     Pues cuánto me alegro, querida amiga..  ¿Y que pasó después?.

-     Es buen amante tu papá y se dio cuenta de que me había corrido,  así que me descabalgó y se colocó a mi lado en el sofá, mientras me seguía acariciando con mucha ternura.  Pasamos así mucho tiempo,  hablando y volviendo a  intercambiar besos de vez en cuando.  Era tal mi satisfacción, totalmente relajada, que la voz de tu padre me llegaba como un murmullo, como lejana,  y al final me quedé dormida.  Creo que él se levantó para colocar un poco las cosas y me dejó reposar bastante tiempo.

-     Que lindo todo,  me encanta.  Dime más cosas.

-     Pues ya cuando había pasado un buen rato y voy saliendo de mi sopor,  noto como que estoy soñando, que estoy bien abierta de piernas y que un hombre me está haciendo sexo oral.  Estaba muy feliz en ese medio sueño y comencé de nuevo a lubricar.  Poco a poco fui despertando y entonces comprendí que no era sueño, era realidad, tu padre me estaba dando lengua de forma exquisita, todo un experto en comer coño.  La lengua recorría toda mi zona de forma persistente,  arriba, abajo, izquierda, derecha, buscando mi clítoris,  metiendo la lengua dentro. Una locura. Comencé a gemir como una loca,  agarrándole la cabeza y apretándola contra mi sexo. Notaba mi coño muy dilatado, crecido, abierto.  En ese momento no pensaba con mi cabeza, me dejaba llevar solo por mi sexo ardiente.  Me sentía una guarra total y al final un nuevo orgasmo, potentísimo, largo,  el no dejó de lamerme hasta que yo ya agotada le aparté la cabeza para hacerle saber que  estaba saturada.

-     Así venías con la cara radiante…ajajajaja.

-     Síiiii….ajajajaja.  No me extraña que se me notara.  Luego tu papaíto se apartó y se me quedó mirando con ternura.  El miembro seguía apuntando al techo.  Yo, la verdad, no tenía más ganas de ser penetrada, pero entendí que mi obligación era satisfacerlo.  Así que según estaba de pie a mi lado,  le agarré la enorme polla, tiré de ella hacía mí y le dije… Ven, cariño, ven. Comprendió mis intenciones y apoyándose en el respaldo del sofá se agachó hasta llevar el falo a mi boca.  Era otra cosa que me apetecía mucho, ver si era yo capaz de soportar ese miembro para una buena mamada.  Tuve que abrir mucho la boca para alojar el glande y la presión cuando empujaba hacia que  me taponara la garganta.  Medio ahogada succioné, le pasé la lengua, con ánimo de terminar cuánto antes.  El bombeó rápido el miembro en mi boca, yo aguantando como pude la respiración,  y enseguida el chorro fuerte de esperma, muy caliente,  en mi garganta.  Se quedó así un momento empujando para satisfacerse totalmente, de tal forma que me era imposible escupir la lechada y sin problema alguno tragué todo.

-     ¿Sueles tragar cuando haces una felación?

-     La verdad que no, trato de evitarlo.  Pero ahora sinceramente me apetecía, no me daba asco alguno. Después nos dimos una ducha juntos,  nos tomamos otra cerveza y nos despedimos.

Tengo que ser sincera y reconocer lo impactante que me resultó el relato de Isabel.  Hasta tal punto que desde ese día si me masturbaba recurría a esa fantasía de imaginarlos follando a mi papá y a mi amiga.  Y es más, cuando follaba con el novio, también lo hacía,  de esa forma conseguía antes el orgasmo e incluso me corría dos veces. A mi novio le sorprendía y el pobre se pensaba que era gracias a su buen hacer…ajajajaja.   La verdad, que me metía su picha corta y a veces casi ni me enteraba.  La hija se iba transformando en hembra y sin darme cuenta poco a poco me fijaba más en mi padre como  hombre que como padre.  Creo que además me sentía algo celosa,  de que Isabel fuese su amante.  Cuando podían quedaban los dos para follar,  estando nosotras ausentes.

Esa situación duró unos meses.  Isabel trabajaba de encargada en un supermercado cercano, perteneciente a una cadena nacional.  Era habitual que de vez en cuando la trasladaran a otra ciudad para cubrir bajas o cualquier otra necesidad.  Y así fue, Isabel tuvo que marchar,  aunque prometiendo volver en cuánto le fuera posible.

Los días siguientes a la marcha de mi amiga mi padre estaba algo desanimado.  Era normal, se había acostumbrado a follar con frecuencia y con una chica joven y espectacular.  Ahora mis dudas se fueron disipando y ya me decidí a que tenía que ser amante de mi papá.

Se presentó la primera oportunidad un domingo,  a media mañana.  Mi hermana marchaba a menudo a casa de su tía y estábamos solos papá y yo.  Él se había sentado en el sofá –bendito sofá- y veía la televisión.  Yo, después de ducharme, me presenté con un albornoz corto, sin nada debajo y todos mis instrumentos de aseo.  Me senté a su lado, pintándome las uñas de pies y manos,  dándome aceite en las piernas hasta bien arriba, etc.  O sea, coqueteando como una putona, incitándole.  Veía a mi papá mirar de reojo mis piernas y mi escote, ya que con el albornoz algo abierto se me veía la mitad de las tetas.  Y yo de reojo también captaba como se le hinchaba la ropa por la presión de su polla que entraba en erección.

En un momento determinado,  y como consecuencia de mi descuido y provocación, se abrió totalmente la bata y durante un momento apareció mi pubis.  Tengo el coño muy peludo, ya que soy muy morena y no me gusta depilarme esa zona.  Mi padre se sorprendió.

-     Joder, cariño, vaya mata de pelo que tienes, hija.

-     Sí, disculpa, papá.  ¿No te gustan peludos?

-     Me gustan todos y me los como igual…ajajajaja.  Pero en tu caso es muy excesivo.  Debes arreglarlo con la máquina eléctrica,  lo rebajas dejándolo así como un centímetro y luego te afeitas los laterales, que no se salgan los pelos fuera de las bragas, no es elegante.

Mi novio nunca se había quejado de mi pelambrera, aunque alguna vez (de las pocas que se bajaba al coño)  se tragaba algún pelo y tenía que escupirlo con cierto asco.  Pero a papá había que complacerlo.

-     Lo que tu digas, papi, me lo arreglaré.  Pero sea o no excesiva la mata de pelo,  lo cierto es que tú te has empalmado, puñetero.

-     No soy de piedra, cariño y te has convertido en toda una mujer.

-     ¿Te gusto entonces?

-     Tú le gustas a cualquier hombre que entienda un poco de mujeres.

-     ¡ Gracias, papi..¡

Ya totalmente desvergonzada actué en consecuencia.  Agarré la cinturilla elástica del pantalón tipo chándal que llevaba mi padre y se lo bajé junto con el slip, quedando fuera todo el pollón y los testículos.

-     ¡¡  Joder…papi….¡¡.  Me lo habían dicho, pero no imaginaba que fuese así… es enorme, que gorda…

Tenía algo de miedo de que mi padre me rechazara,  pero se dejó hacer, sin hacer ni comentar nada.   Le fui masajeando el miembro con cuidado, apretando un poco y asombrada de aquel tamaño,  me gustaba comprobar su dureza y su diámetro.  Al sentirlo en mi mano, fue inevitable comparar la sensación con lo que sentía cuando agarraba la pollita de mi novio.

-     Esto es una polla, papi, no lo que tienen otros..

Seguro que mi padre entendió a que me refería.  Siguió sin decir nada, pero echó la cabeza hacia atrás, apoyándose en el respaldo y cerrando los ojos, concentrado en el placer que su niña le proporcionaba. Para que fuese más suave el masaje me eché un poco de aceite hidratante en la mano. Ahora sí, resbalaba sobre la columna con más delicadeza.   Notaba que mi padre estaba al máximo de excitación y procuré evitar que se corriera con prisas, quería que disfrutara más tiempo.  Por eso de vez en cuando me detenía en el masaje de arriba abajo, y con dos dedos en pinza la apretaba el cuello de la polla por debajo del glande.  Esperaba un poco y repetía.  Ahora mi papá ya hizo un comentario.

-     Como se nota que has hecho esto muchas veces, cacho putita….

-     Jajajajaaj…. Pues claro, papi, recuerda que tengo novio.

-     ¿Y es bueno cuando te folla?

-     Más bien malo.

-     Pues mi hija se merece mucho más… cuando puedas mándalo al cuerno.

Ya no dijo nada más, solo emitía como un gemido ronco.     Entendí que no aguantaba más y me decidí por hacer  lo que se atrevió mi amiga: una buena mamada.  Papaíto se lo merecía.  Aparté la mano, me agaché y con el mismo esfuerzo que le había costado a Isabel abrí totalmente la boca para alojar el glande, ya que poco más me cabía.

-     Ohhhh, cariño, asíiiiiiiiiiiiiii, eres buena, sí…buena amante.

La eyaculación en mi garganta,  un potente chorro.  No obstante no me atreví de momento a tragar como  hizo Isabel.  Dejé que se relajara y abrí luego la boca dejando caer el esperma sobre su camiseta.

-     Tendrás ahora que lavarla, cariño..

-     No pasa nada, papi,  lo hace la lavadora.

Me dejé caer unos minutos sobre el pecho de papá, satisfecha de haberlo hecho feliz.  No dijimos nada más, ni él tampoco hizo intención de tocarme o besarme.  Eso ya llegaría en los próximos días.

Pasó una semana sin  nueva oportunidad de estar solos, aunque ahora mi padre cuando me cruzada con él por alguna dependencia de la casa aprovechaba para echarme la mano al culo o agarrarme una teta.  Yo me hacía un poco la estrecha.

-     Papi, siempre estás caliente….no paras.

-     Con una mujer como tú en la casa,  es imposible evitarlo, cielo.

Ahora ya entendí que el interés era mutuo, mi padre ya dejó de verme como a una hija y me veía como mujer y yo a él como hombre.  De esa forma era inevitable que sucediera cualquier cosa, ambos lo deseábamos.

El siguiente domingo, también solos,  tuvo lugar el primer polvo.  Un polvo curioso, sorprendente,  pues no hubo cama ni sofá,  fue estando de pie los dos.  Pero  no por eso fue menos placentero, al contrario,  tuvo mucho más morbo y siempre lo recordaré como quizás el más bonito.

Yo me había levantado un poco antes que él,  me estuve duchando y luego preparaba los desayunos.  Me había puesto de nuevo ese albornoz cortito y nada debajo,  yo presentía que algo podía ocurrir.

Entretenida en mis tareas no me había dando cuenta que mi padre ya había salido del baño y venía  a la cocina a desayunar.  Yo en ese momento  (no lo hice con intención alguna, solo que surgió así) me había agachado para coger algún utensilio de uno de los cajones bajos del mueble.  Así, totalmente agachada, dándole el culo, sin bragas,  quedaba al aire toda mi intimidad.

-     ¡  Cariñooo…que rajita más linda y te la has arreglado…ajajaja ¡

Me incorporé algo avergonzada más que otra cosa por la sorpresa.  Pero me repuse enseguida y mostré de nuevo mi lado más lascivo.

-     ¿Te gusta papi?  Me la he arreglado para ti, como tú quieres.

-     Ya me dado cuenta,  tiene el pelito corto, está preciosa, de veras.

Me hizo dar la vuelta y apoyarme sobre la mesa.  Me levantó el albornoz hasta la cintura, mientras me masajeaba bien el grueso culo.

.-  Te has convertido en una mujer deliciosa, vaya nalgas…. Que hermosura.

Siguió tocando, sin prisas,  deleitándose en el manjar que yo le ofrecía.  Luego  sirviéndose de un pie separó los míos para que me abriera de piernas.  Me dejaba hacer, encantada,  pensando que al final ocurría lo que había sido el motivo de tantas fantasías.  Ahora sí, seguro que por fin iba a ser penetrada.

Metió la mano entre mis nalgas para agarrar mi bollito, que masajeó con cuidado con la palma de la mano y de vez en cuando deteniéndose en mi clítoris, que apretaba en círculos.  Empecé ya a mojarme como una  burra y ese momento retiró la mano y otra cosa la sustituyó: la gruesa polla.  Ahora yo sentí lo mismo que me había contado Isabel,  algo enorme que presionaba en la entrada del coño intentando entrar.  Mi amiga me lo explicó muy bien, era una sensación de que había algo allí presionando y una piensa cómo va a entrar aquello que es tan grande.   Y esa sensación conduce a que aún a pesar de estar ya excitada te contraigas sin poder evitarlo, es como un movimiento reflejo del mismo coño.  Mi papá presionó con la poderosa  fuerza del miembro, duro como madera,  y la sensación de desagrado aumentó,  mi zona más íntima estaba siendo castigada sin compasión.  El macho y su falo dominaban.

No puede evitar quejarme.

-     ¡¡ Papá, papaíto… cuidado, despacio… la tienes muy gorda…¡¡

Pareció compadecerse un momento de mí y aflojó un momento, solo un momento.  Como buen macho follador sabía que esa sensación de desagrado en la hembra pasa rápido,  solo unos segundos hasta que el coño se adapta.  Y ese momento en que aflojó, fue suficiente para distraerme un pequeño instante y a continuación el aprovechó esa distracción.

-    ¡¡  Puaffffffffffffffffff……¡¡   -hasta el fondo de un solo empujón-.

-     ¡¡  Ayyyyyyyyyyyy, ufffffffffffffffffffffffffffffff……no seas bruto  ¡¡

No hizo el menor caso ni tampoco intento de sacarla.   Aguanté como pude hasta que mi interior se fue dilatando.  Poco a poco la desagradable sensación de cañería atascada se fue diluyendo,  mi vagina se ampliaba, aumentaba su diámetro para engullir el poderoso miembro masculino. Y cuando eso sucede, cuando la mujer se traga todo lo que le ofrecen, es ella la que manda.  Ahora mi queja se transformó en petición de hembra en celo.

-     ¡¡ Así, así, papaíto, dame caña… empuja, empuja, fuerte…¡¡

Y bien que lo hacía, el cabronazo, empujando fuerte sobre mi sufrido culo, hasta el punto de desplazar la mesa de sitio.    Tremendo.

-  Cariño, ven   -me dijo-, vamos a otro sitio más cómodo.

Pensé que mi padre me iba a agarrar de la mano o por la cintura y conducirme al dormitorio.  Pero no,  me siguió agarrando fuerte con su brazo, pasándolo por mi vientre y la otra mano en mi nuca,  apretando hacia abajo para mantenerme algo doblada sobre mi misma.  Y con su polla dentro de mí.  De esta forma, algo ridícula,  comenzamos los dos a recorrer el pasillo hacia el fondo de la vivienda, pasito a pasito   Era algo cómico,  pero a mí me resultaba encantador, algo distinto,  ese hecho de ir dando pasos y a medida que mi padre los daba detrás de  mí se movía su falo en mi interior.   Me produjo una excitación profunda, casi animal,  sin poder ya contenerme.

-     Para, para un momento, papi…. Me voy a correr.

Hicimos un alto en la mitad del pasillo y yo me apoyé con las manos en las paredes,  pues se me doblaban las piernas. Él viendo ya lo que sucedía bombeó con fuerza y me vine en un tremendo orgasmo,  no solo profundo, sino duradero,  muchas veces lo pienso y creo que en realidad fueron dos, encadenados,  pues las fuertes contracciones bajaron de ritmo, yo pensé que había terminado, y de nuevo me volvieron más fuertes aún, hasta que me quedé totalmente relajada.  Mi padre con el brazo bajo mil vientre me sujetaba casi en vilo, de lo contrario me hubiera tirado al suelo, agotada.

Pasado un momento iniciamos de nuevo la lenta marcha. Pasito a pasito, nunca había ido andando mientras me follaban.   Llegamos al salón y yo intuí que me iba a echar sobre el sofá, uno de sus lugares preferidos para echar un polvo, según me contaba mi amiga.  Y llegamos, ciertamente, al sofá, pero el mueble está de espaldas a la puerta, es decir, que para echarnos había que rodearlo y parece que ninguno de los dos queríamos perder tiempo.

De un empujón me empotró contra la parte posterior del mueble, yo me apoyé en lo alto del respaldo,  sacando mi culo hacia atrás todo lo que pude. Me abrió las nalgas con las dos manos para facilitar una penetración más profunda y empujó de nuevo con desesperación.  La gruesa cabeza del falo la sentía cerca de mi estómago.

Después de un rato con ese juego me echó ambas manos por debajo para agarrarme los pechos que colgando se movían de forma escandalosa con los fuertes empujones.  Las apretó, pellizcó los pezones y cuando yo estaba a tope de excitada se le salió el pollón de mis entrañas.   Entonces sucedió lo inesperado.

Plassssssssssssssssssssssss…………   Un grueso chorro de líquido salió de mi interior y cayó al suelo con el ruido característico de algo que se vierte.  Me quedé sorprendida.

-     Papi, perdona, creo que me he meado…

-     No, no…ajajajajaja.  No cariño, no te has meado, eso es la eyaculación femenina.

-     ¿Y eso que es, por donde sale?

-     Sale por la vagina, cielo, y son pocas mujeres las que lo experimentan. Sucede cuando estáis muy excitadas y podéis verter líquido durante todo el acto, aunque dure mucho.  Algunas incluso pueden llenar un vaso de agua grande.

-     ¿ Y no te molesta?

-     Todo lo contrario, cielo, a los hombres en general nos encanta.   Y cada vez que os vertéis así es como si sintieráis un pequeño orgasmo.

-     Sí, sí, me ha gustado, nunca me había pasado.

-     Pues por lo que te comenté el otro día, tienes un novio torpe.

Yo ya sabiendo que aquello era algo natural y que a mi padre no le molestaba,  ya no hice nada por retener mis pérdidas de líquido y seguí largando jugos.  Ya pasado un tiempo, como amante fija de papá,  aprendí que  hace un hombre que sea experto amante para hacer salir ese líquido a una mujer eyaculadota.  Si se la está follando hay que darle pollazos fuertes, un rápido bombeo y cuando ella está ya al límite, el hombre se retira y se la saca. En ese momento le viene la eyaculación.  Y si en lugar de estar penetrándola la estimula con la mano o con la boca, igual, se hacen movimientos rápidos y el hombre corta de golpe la estimulación.  Nuevo chorro.  Así pueden estar una hora, o dos, lo que dure el coito, todo depende de la experiencia del hombre.  Si es hábil, sabrá por los movimientos o gemidos de ella el grado de su excitación, y corta antes de que se corra.  De esa manera la mantiene en un grado de permanente excitación, que es sumamente placentero, hasta que ella pide con desesperación que la deje correrse, que no aguanta más.

Estuvimos jugando un largo rato y los fluidos no dejaban de caer entre nuestros pies, ya mojados por tanto jugo.   Mi papi ahora intercambiaba la penetración con los achuchones a mis tetas y otras veces metía la mano bajo mi culo para estimularme con la mano, mientras yo me seguía vertiendo.   No tardé mucho en volver a correrme pero está vez con gemidos más intensos, quedándome aprisionada entre el sofá y mi papi, que seguía empujando.

-     Papaíto, estoy agotada….

-     Sí, cielo,  he notado que te has corrido otra vez.   ¿Estás satisfecha, no quieres ya más?

-     Nada más, papi, estoy en la gloria.

-     Vale, cariño, pues ya termino, aguanta un momento, que voy.

Me agarró fuerte por la cintura y me bombeó el coño varias veces con mucha energía, luego se detuvo apretando fuerte y noté las contracciones del grueso miembro mientras vaciaba el contenido de sus testículos en mi interior, soltando ese gemido ronco que ya conocía del día que le hice la felación.  Luego se dejó caer un momento sobre mí, para recuperarse y a continuación se retiró sacando el falo de mi cuerpo, que hizo un “plop” al salir la cabeza, como si hiciese el vacío a consecuencia de estar tan ajustado.  Una buena corrida de macho.

Me seguía demostrando mi papá lo buen amante que es.  Se corre cuando él quiere, a su voluntad,  no como esos que no pueden evitarlo y se vienen con prisas dejando a la mujer a medias.  El buen amante se controla,  se retiene, sabe esperar.  Si está penetrando y nota que se puede correr, la saca, y sigue estimulando a su hembra con la boca.  Luego repite y la deja también descansar a ella.  Es todo un arte amatorio, lleno de combinaciones.  Pero el resultado feliz es que ella esté totalmente satisfecha cuando el hombre termina.

Nuestros pies, que estaban descalzos, chapoteaban en un charco que se había formado con mis fluidos.

-     Joder, papi,  que estropicio he formado.

-     Tranquila, cariño, yo lo limpio ahora, tú tienes que descansar, te has levantado muy temprano y tras este polvo necesitas un relax.

Me cogió en brazos  (eso sí que es un hombre atento)  y me llevó a la cama.  Me tapó con la sábana y se sentó un momento a mi lado.

-     ¿Qué te ha parecido, cielo?

-     Pues el mejor polvo que he echado en toda mi vida, papi,  con mucha diferencia.

-     ¿ Y te gustará repetir?

-     Quiero ser tu amante, papaíto. ¿Sabes?  Me ha llamado mi amiga Isabel,  diciendo que vuelve ya el mes que viene.

-     ¿Y quieres que me la folle otra vez?

-     Por mí no hay problema, papi.    Es mi mejor amiga, si tú eres feliz follándotela, pues hazlo.  Ella también disfruta mucho contigo.

-     Vale, vale, ya se verá.

-     ¿Y a la tía Daniela, papi,  no la consolarás alguna vez?.

-     Bueno, ella tiene su marido y ha cogido algo de miedo de que esto se sepa.  Pero bueno… si alguna vez se presta una ocasión,  pues no te digo que no,  es también una mujer excepcional en la cama.

-     Desde luego que estás hecho un semental, papi.  Dime una cosa… ¿Alguna mujer de las que has follado se ha atrevido a meterse esa tranca por el culo?

-     Ninguna, cariño,  a todas les ha dado miedo.   ¿Y tu noviete, te la mete a ti por detrás?

-     Sí, sin problemas, la tiene pequeña.

-     Ya.  ¿Y conmigo te atreverás?

-     Es mucho lo que tienes, pero vamos, yo por ti hago lo que sea y seguro que alguna vez probaré a ver…jajajajaa.

-     Eres la hembra perfecta cariño.. Anda, ahora descansa un rato, yo haré algunas faenas hasta la hora de comer.

Me quedé adormecida y medio en sueños tuve una fantasía:  hacíamos papá y yo un trío con Isabel,  y otro día con mi tía.    Mientras ese sueño sucedía,   escurría entre mis muslos los restos de mi flujo, mezclados con el abundante esperma paterno. Cuando me desperté,  llevé las sábanas a la lavadora.