Paola, sus pies y sus secretos
La pequeña y dulce Paola, sufría mucho por el fuerte olor de sus pies, por lo que tenia que cubrirlos y esconderlos de los olfatos populares, no obstante, este no era la única parte de sus cuerpo que se prestaba a las incomprensiones de una sociedad uniforme y ordinaria.
Conocí a Paola hace aproximadamente 7 años en la escuela secundaria. Desde un principio me cautivo su belleza natural e inocente, y a pesar que siempre me había considerado un chico muy tímido, me propuse poner a un lado mis inseguridades y conquistarla a como diera lugar. Paola es una chica asiática originaria de Laos, su piel es ligeramente morena y su figura muy fina. Sus piernas, gluteos y senos están perfectamente proporcionados a su cuerpo y los rasgos achinados muy acentuados en su angelical rostro. Yo decidí entablar mis primeras conversaciones con ella, basandome en preguntas sobre su cultura y demostrandole mi interes por aprender mas y mas cosas acerca de sus raíces Mi estrategia funciono positivamente y ella se fue identificando poco a poco con migó, convirtiéndose así en mi inseparable amiga. Después de algún tiempo, me confío que había sido adoptada por una familia canadiense cuando ella aun era muy pequeña y que estas personas la habían acogido con mucho amor, como si se tratara de su verdadera hija. Pobre Paola! Sus verdaderos padres la habían abandonado! Como poder abandonar a una criatura tan linda y adorable? En la escuela, a pesar que se trataba de una niña preciosa, algunos de nuestros compañeros de clase se burlaban continuamente de ella, debido al fuerte olor que salía de sus sandalias de cuero cafe que solía lucir en los calurosos días de verano. Algunos incluso le llamaban por apodos despectivos que hacian alusión a sus pequeños y apestoso pies como: "Cheesefoot, Patas de queso, Feta, pies de mozarela, Smellyfeet, patitas tóxicas, Super pie, Anestesia...) Y es que el olor de sus pies era tan poderoso que incluso en los días de invierno en los que Paola vestía sus botas cerradas, el sumo ineludible de sus pies se colaba por los orificios del calzado y circulaba irremediablemente por el salón de clase. Seria a causa de este intenso olor que sus padres genéticos la habían rechazado? Pobre Paola Yo estaba siempre pendiente y listo para consolar y acariciar sus pies tristes reprimidos e incomprendidos por una sociedad insensible a el dulce y melodioso aroma de sus inconfundibles patitas. Yo no solo la consolaba, sino también le mostraba mi apoyo a seguir luciendo sus pies sin ningún miedo o prejuicio; le decía lo mucho que me encantaba ver sus pies en aquellas sandalias de cuero café con las cuales hacían tan exacta e insuperable combinación Le expresaba a cada momento que no me importaba que sus pies hubieran hecho de ella el hasme reír de la escuela y que lejos de incomodarme, disfrutaba mucho de la belleza y del olor de sus fascinantes pies. Aquellos pies extraordinariamente miniaturas, trigueños e impacientes, parecían tan inofensivos de dejos pero podían ser letales para cualquier olfato inexperimentado. Inclusive sus padres canadienses que la querían tanto le tenían prohibido terminantemente el salir de su habitación descalza ya que en cuestión de segundos sus pies podían ser capases de fumigar toda la casa, dejando impregnado aquel tufo por las paredes y sobre el piso alfombrado. Sus pies habían sido la causa de muchos sufrimientos para ella y para colmo de males Paola era incapaz de mantenerlos mucho tiempo en sus zapatos cerrados, ya que estos sudaban en exceso y tanto el calor como la humedad, la obligaban a desnudarlos y dejarlos al aire libre a cada cierto tiempo. Lejos de ver esto como una enfermedad o un defecto yo veía en sus pies algo inexplicable pero sobre todo muy excitante que habían cooperado inevitablemente a que yo cayera rendido ante aquellos desdichados pies. Me cautivaba de sobremanera, cada movimiento de sus diminutos dedos que se enmarañaban entre ellos, inquietos y juguetones provocando un rocío penetrante y enérgico que inundaba de insofacto el ambiente, hasta penetrar por mi cuerpo e instalarse por completo en mi corazón. No tarde mucho tiempo en declararme como el novio oficial de la enigmática Paola, Pero las sorpresas no paraban ahí. El profundo olor de sus pies no era el único trauma con el que tenia que cargar Paola. Esta era la peculiaridad mas evidente de su existencia, mas no la mas vehemente y fatal. Había algo mas que machacaba su vida y que la diferenciaba del resto de una forma tajante y absoluta. Algo mas obstruía en su desarrollo social y le cerraba las puertas a toda civilización moral. Después de unos meses de relación con Paola apenas había podido hurtarle unos cuantos de sus besos carnosos y suaves. Paola parecía disfrutar mucho de mis caricias pero se mostraba temerosa e incierta, apartando mis manos cautelosamente de sus piernas y privándose de todo placer posible. Esto no me parecía extraño, pero después de un par de situaciones similares, remarque que Paola me detenía siempre en los momentos justos en que intentaba rozar accidentalmente entre sus piernas. Mi insistencia era mucha ya que veía en sus ojos el inhumano esfuerzo que esta hacia por contenerse y por evitar de sucumbir ante cualquier frote por tan protegida y restringida zona. A mi me gustaba mucho visitarla y encerrarme con ella en su acogedor y oloroso cuarto. Sus padres no se explicaban como yo era capas de resistir el potentente olor que se encerraba en aquella pieza, pero se mostraba muy amables y no me impedían que pasara las tardes enteras en compañía de su preciosa hijastra. Un día, en unas de esas aventuras en su recamara, yo ya estaba aturdido y drogado por aquel olor tan elocuente y mis instintos sexuales estaban simplemente incontenibles. Paola se la había pasado rascando entre medio de los dedos de sus pies durante toda la tarde y aquel perfume afrodisiaco había cautivado y encendido mi virilidad hasta el punto de detonar vertiginosamente. Ella había accedido a dejarme acariciar la punta de su pezón oscuro y empinado que se entiesaba friolento y cosquillento ante mis mordiscos y chupetes. El momento era exquisito y perfecto. Mis manos rodeaban sus senos y la apretaban tersa y continuamente, concentrándome por momentos en sus ya humedecidos y empinados pezones. Alternaba mis besos y mis caricias sobre su cuerpo y me paseaba sin recelo por las plantas de sus pies para olerlos y para darles masajes con mi fisionomía. Restregaba sin descanso aquellos deliciosos pies contra mi rostro, mientras Paola empuñaba sus dedos y estrujaba mis mejillas sensualmente. Al cabo de unos minutos ya había conseguido desnudar por completo sus pechos y me dirigía peligrosamente hacia abajo en busca de su ombligo que era tan achinado como sus ojos y que parecía una alcancía en espera de recibir a mi lengua que corría ansiosa a emitir su sufragio. Mi mano se deslizaba por su pierna con la intención de friccionar ligeramente con sus partes, pero nuevamente la chica me rechazo y me suplico que paráramos un momento ya que comenzaba a sentirse muy cansada y deseaba tomar una siesta. Yo accedí desilusionado y la deje que durmiera un rato, mientras me deleitaba un poco observando y apreciando su belleza derramada sobre la cama. Esa tarde ella lucia una linda mini falda blanca que hacia resaltar sus perfectas piernas morenas. Yo vigilaba cada uno de sus movimientos pero incluso en esos momentos Paola era muy precavida y mantenía sus piernas cerradas como dos fieles guardianas de un codiciado tesoro. Espere pacientemente y mi espera se vio recompensada después de casi dos horas en vela de su sueño. Por fin, Paola se descuido y abrió sus piernas ligeramente dejando entre ver gran parte de la tanga floreada de color rosa que vestía. Permitiéndome ver los bellos que se salían levemente por la orilla del delicado calzón floreado. Yo me fui acercando emocionado hacia aquel escondido lugar y cuando ya me encontraba a solo unos sentimientos de el, me asegure que Paola durmiera profundamente y luego me dispuse a besar cautelosamente sus partes intimas por encima del fino calzoncitos Abrí mis labios y atrape un poco de piel suave de su vulva y la contramine suavemente mientras inhalaba hondo para recoger el olor mas privado y guardado de la pequeña Paola. Debo confesar que a este punto de mi vida mi conocimiento y experiencia en el campo del sexo era bastante limitado, sin embargo note que la carne que presionaba con mi boca era demasiado abundante, pero mi escasa madures me decía que seguramente se debía a que sus labios vaginales eran mas desarrollados de lo normal. Continúe saboreando aquella dichosa tanga que había fielmente recopilado una buena parte del sabroso liquido que salía de tan mojado órgano. Aquel poco de piel que mantenía en mi boca crecía vertiginosamente a cada sumergida en mi boca, Pero que clítoris mas grande! Me dije yo anonadado y ya bastante encariñado con aquella salada y olorosa parte del cuerpo de Paula. Luego de un rato, me decidí a arranca por completo su calzoncito. Al ir descubriendo su intimidad me fui dando cuenta que debajo de aquella dulce y delicada niña se escondía un pequeño e indefenso pene, si como lo oyen un pene! el cual sin saber había estado besando y acariciando por mas de 30 minutos. Aunque su tamaño no era precisamente el de un pene normal, no cabia la menor duda que se trataba de un órgano sexual masculino en plena erección. Mi asombro fue enorme pero mis impulsos afectuosos hacia aquella tierna verga, me impedían que pudiera despegarme de ella y que dejara de mimarla y acariciarla. Con tanto tarjeteo, Paola termino despertándose, pero asombrada de mi determinación de continuar como si en nada esto hubiese cambiado en mis sentimientos hacia a ella, me dijo: - Que estas haciendo? Ya te diste cuenta que tengo un pene y no una vagina como lo imaginabas. - Si pero no me importa! es tuyo, forma parte de tu cuerpo y eso me basta para amarlo. - En serio eso es lo que piensas? - Claro además es tan lindo y primoroso que me resulta imposible sacarlo de mi boca. Esto era cierto porque durante respondía a sus preguntas, retenía su pequeña verga en mi cachete derecho, esto provoco una sonrisa en el rostro de Paola, quien me dijo: - No sabias que no se debe comer con la boca llena. - Si, mm pegoo equeema muuuuxigoooo - Que? no te entendí nada? sácatelo de la boca! jajajajaja - Es que esta muy rico, respondí rápidamente y continúe chupándole la cabeza rosada y ligosa de su sorpresivo pene. - Que rico se siente! que rico! replicaba la dulce Paola, entre tanto me bajaba el pantalón con sus ardientes pies y los metía dentro de el, en búsqueda de mi verga que en este momento se encontraba mas sensible que nunca. Bastaron solo unos minutos para que la pequeña verga de Paola, hinchara sus venas y expulsara una cantidad industrial de su blanco y salado semen, rebalsando mi boca y provocando la eyaculación de mi gran pene que termino bañando sus afrodisiacos pies. Nada de esto hubiese sido posible sin la ayuda de esos pies que me atrajeron y me flecharon desde el primer día que los olfatee y que descubrí sus dedos retosando y desinfectando el ambiente aburrido de la escuela, con su divertido y jocoso aroma vaporizado y penetrante. Aunque el camino era muy largo y las aventura posibles con Paola interminables, me cabia la duda de como era posible que esta chica tuviera un pene. A mi escasa edad no ignoraba la existencia de transexuales que cambiaban de sexo a la ayuda de diversas operaciones medicas, y que muchos de ellos conservaban el pene y proclamaban un imponente tercer sexo. Pero como Paola había hecho para ser operada a tan corta edad? Por que sus verdaderos padres la habían abandonado? Habría ella nacido así? Estaba yo en compañía de una autentica y natural hermafrodita, Una mujer con pene y testículos? Gracias por leer mis relatos Mándame tus comentarios Balcop