Pamela la come vergas

La historia de un chico que sin querer se convirtió en una zorra

Mi vida no fue un camino de rosas… Desde mi infancia viví solo con mi madre, soy hijo de una relación no buscada y ella es el espejo de lo que soy. En un principio la inocencia de mi edad no me dejaba ver quien era mi madre, pero con el correr de los años, cuando tuve razonamiento propio poco a poco advertí en ella una mala persona. Ambiciosa, deseosa de una posición social que nunca tendría se enganchaba con cuanto hombre se cruzara en su camino y en cada hombre ella veía una oportunidad.

Fue duro vivir a su lado, tuve muchos ‘padres improvisados’, demasiados… Nunca pude hacerme a la idea, ella traía tipos a la casa y básicamente cambiaba sexo por dinero, aunque no era muy inteligente, generalmente cambiaba sexo por promesas, y cambiaba de hombres como cambiaba de ropa interior. No se preocupaba demasiado por mí, mi llegada al mundo no estaba en sus planes, así que luego de un tiempo me era normal escuchar el crujir de su cama o sus gemidos exagerados.

Mamá fumaba demasiado, y por su culpa a los trece años adquirí su vicio, trabajaba por necesidad, hoy aquí, mañana allá, no duraba en ningún empleo, tampoco le interesaba… Ella era el estereotipo de mujer que se grabó en mi mente, y toda mujer la veía a ella, pronto odié todo lo referido al sexo opuesto y si bien en un principio no sabía por dónde iría mi sexualidad lo innegable era que cada vez que intentaba acercarme a una chica no podía evitar sentir repulsión y asco.

Tarde o temprano me recordaban a mi madre, y por mas buenas chicas que parecieran ser siempre las veía como trepadoras, interesadas, que estaban conmigo solo por sacarme una moneda. Volviendo al tema de los hombres que conocí por ella, puedo decir que al principio me fue difícil, pero con el tiempo se mi hizo costumbre la ‘entrada y salida’ de caballeros en nuestra casa, hubo de todos, tipos buenos, cariñosos, que me trataron como el padre que nunca tuve, gente noble por los cuales derramé algunas lágrimas en las despedidas y con algunos que aun mantengo contacto a pesar que ya son historia, otros por su parte, festejé el momento de la separación, tipos rudos, faltos de cariño, más de uno me levantaba la mano ante la pasividad y mirada cómplice de mi propia madre.

Hacía seis meses que Antonio, o Tony como lo llamábamos vivía en casa con nosotros, tiene dos taxis con los que se gana la vida, uno que manejaba el y otro con chofer, en un par de oportunidades me había ofrecido uno de los coches para qué yo me hiciera unos pesos pero la verdad es que estaba muy ocupado con mi vocación, quería ser actor.

Era un tipo robusto, corpulento, debe pesar más de cien kilos, con voz grave y una barba espesa, de andar desalineado, de burdas costumbres, de comer la comida con la mano, de beber directamente desde la botella, de eructar en público sin el menor remordimiento, una persona extrovertida que en mi lista de apreciaciones se acercaba más a los ‘indeseables’ que a los ‘preferidos’.

Me molestaba que me humillara, cuando mi mamá no nos veía, solía decirme al oído que era una ‘mariquita’, su perfil ya comentado contrastaba con mi delgadez, mis modales, mis aspiraciones actorales y mi negación a convertirme en un esclavo del taxi, la casi ausencia de contactos con mujeres de mi parte, a pesar de tener ya dieciocho años y preferir seguir siendo un ‘mantenido por mamá’ hacían nuestros mundos diametralmente opuestos.

Cada tanto pasaba a mi lado y disimuladamente me tocaba el culo, mi enojo provocaba una risa socarrona de su parte, realmente lo disfrutaba, hasta en algunas oportunidades cuando estaba descuidado me tomaba por sorpresa y valiéndose de su fuerza me tomaba por los brazos y refregaba su paquete entre mis nalgas.

Sucedió un mes luego de cumplir 20 años, hacía un tiempo ya que mamá trabajaba de mesera en una rosticería a cuadras de casa, Tony había hecho turno de noche por lo que había llegado al amanecer. Me levanté a eso de las nueve, cuando ella partía como lo hacía a diario.  Me puse a estudiar en el mayor silencio posible para que Antonio pudiera descansar, no quería molestarlo. El reloj daba las doce cuando lo sentí despertar, la luz de su dormitorio se encendió y luego de unos minutos apareció su imagen frente a mis ojos.

Estaba desalineado, despeinado, sacándose las lagañas con sus dedos, con una ajustada, camiseta que marcaba su prominente abdomen, con un par de agujeros que le daban ese toque tan repugnante propio de él, descalzo, con sus piernas desnudas, su trusa (slip) celeste marcaba una inconfundible erección típica de todo hombre que recién se levanta, su gruesa herramienta se acomodaba hacia su izquierda llegando casi a la línea del hueso de su cadera, con extrañeza mi vista se había fijado en su sexo y no podía quitarle los ojos, Tony sin un dejo de promiscuidad no hacía nada por disimular y creí notar un poco de altanería de su parte.

Se desperezó con un gran bostezo y me pidió que le preparara un sándwich mientras el sé arreglaba un poco, giró sobre sí mismo y se dirigió al baño rascándose el culo dejando ver en su slip otro agujero dejando en mi la imagen de ‘modelo masculino subdesarrollo’.

Improvisé un emparedado con lo que había disponible, lo dejé sobre la mesa y el vino a mi lado, masticaba con la boca abierta cosa que me crispaba los nervios y me impedía concentrarme en la lectura, él sabía que me molestaba ya que una sonrisa se dibujaba en su rostro cada vez que lo miraba, su vista estaba fija en mí en todo momento, como pensando algo, cuando terminó, tomó un trago, se limpió con su ante brazo, desde el codo a la mano, se levantó y después de unos minutos volvió a mi lado y dándome una bolsa me dijo.

-“Toma, es de tu madre, quiero ver cómo te queda, y quiero ver que tan buen actor eres… ve a tu cuarto, te doy cinco minutos…”

Encendió la tv y empezó a jugar con el control remoto, saltando de canal en canal, fui a mi cuarto con intriga, había lencería de mi madre, incluso zapatos de tacón alto.

Me desnudé en silencio y me sorprendí a mí mismo con una irrefrenable erección, la situación estaba fuera de control y eso me excitaba más aun todavía, estaba por comenzar un camino sin retorno. Primero me puse el sostén que me costó acomodar por mi falta de práctica y la remera ajustada que a ella le quedaba tan bien, me sentí un tanto ridículo puesto que a pesar de mi delgadez tengo torso de hombre la prenda calzó demasiado ajustada, improvisé colocando medias en el sostén para darle cierta lógica a la situación.

La mejor parte fue sentir la dulzura de las largas medias subiendo por mis piernas hasta los muslos, casi llegando a mis genitales, soy muy lampiño y mis piernas siempre fueron muy suaves y piel muy blanca contrastaban con la fina negrura del nylon.

La tanga fue el escollo más grande, era demasiado pequeña, fue hermoso sentirla deslizar entre mis nalgas, pero adelante no fue fácil, está diseñada para mujeres, no para guardar ‘un paquete’ pero con mi tremenda erección, tuve que esforzarme para doblegar a mi pene y esconderlo bajo la lencería de mamá, además me apretaba demasiado los huevos que se mantenían comprimidas más abajo La corta falda no fue problema, la elasticidad de la tela se adaptó a mis caderas, por último los zapatos, dos números más chicos no era mucho, pero sentí mis pies demasiados apretados. Me incorporé y caminé como ebrio sobre esos tacones a los que me subía por primera vez en mi vida.

Fue raro porque ese tipo no me agradaba en lo más mínimo, pero al mismo tiempo tenía la boca seca y sentía una terrible excitación y mi sangre hervía por mi cuerpo, me veía como mujer, odiaba a mi madre por lo que era, pero ahora estaba en sus zapatos y me vi a mi mismo como la veía a ella y me odié por eso, pero había algo en mí que me empujaba, que me obligaba a seguir adelante, una fuerza mágica demasiado potente como para poder negarme.

Tomé aire y volví al comedor, donde Tony se reía como un niño viendo unos viejos dibujos animados a tal punto que no notó mi presencia, tuve que tocarlo al hombro para que volteara a verme, esperé con expectación su respuesta hasta que exclamó:

  • ¡Guau! que niña bonita… te llamaré…

-¡Pamela! Quiero que me digas Pamela – exclamé antes que el lanzara un nombre al aire.

  • Bien… bien… serás Pamela entonces…

Antonio me miró de arriba abajo, me hizo acercar a su lado y girar sobre mi eje, me dio una nalgada, acomodó la silla, abrió sus piernas y me indicó que bajara entre ellas, le hice caso, me sentí goloso, mi pene tomaba fuerza bajo la tanga, él se relajó, su pene estaba a centímetros de mi rostro oculto bajo ese vieja trusa, tomó una de mis manos e hizo que acariciara su paquete, estaba rígido e imponente, estaba nervioso, besé la tela, entonces el mismo se lo quitó, como el mástil de un velero a la deriva su enorme pene se sacudió de lado a lado, era bastante grande, su cabeza estaba desnuda, sin prepucio, gruesa, levemente curvada, sus testículos peludos colgaban más abajo, la fotografiaba mentalmente respirando excitado, solo la miraba, Tony apuró la jugada.

  • Y bien Pamela, mi amigo te espera…

Lo tomé con mi mano derecha, la sensación fue indescriptible, comencé a acariciarlo y a jugar con él, a masturbarlo como yo mismo me masturbaba, lo rodee por completo, su glande brillaba, me mordía los labios en deseo, pero aún no me animaba, mi respiración se entrecortaba, el notó mis ganas y también mi indecisión, mis temores de la primera vez, puso mi cabeza entre sus manos y me condujo hacia su sexo, su aroma me resultó exquisito, cerré los ojos, y me rendí, metí su duro pene en mi boca, comencé a chuparla como poseído, era tan grande, tan rica, Tony exclamó.

  • ¡Tranquila Pamela! despacio, despacio… con cariño…

Comprendí que estaba siendo demasiado brusco, mi calentura me saco de control y lejos de ser placentero podía resultarle molesto, traté entonces de recordar cada escena de sexo oral que había visto, pornografía puro, y traté de replicarlo en él lo que me traían los recuerdos, las cosas cambiaron entonces para ambos, me relaje y comencé a disfrutar esa mamada, Tony se entregaba, fui por su cabeza, por su cuerpo, transformé mi lengua en una de serpiente, acaricié sus huevos, el sacó mis manos y las apoyó en sus muslos, solo quedó mi boca y su pene, nada más, su placer y mi placer, el tomo mi cabeza nuevamente entre sus manos y comenzó a empujar cada vez más abajo, sentí su tronco introducirse profundo, su glande en mi garganta, hasta darme arcadas, trataba de zafarme pero él tenía mucha fuerza y seguía empujando, me cortaba la respiración…

Al fin pareció apiadarse y me liberó, mientras recuperaba el aliento dijo.

  • Serás buena como tu madre Pamelita, lo llevas en los genes…

Me hizo incorporar, noté entonces que mi pene había escapado por el costado de la tanga y se marcaba en la falda, Tony al notarlo dijo.

-“Te gusta putita, te gusta…”

Y me llevó a su cuarto, el que compartía con mamá, me hizo acomodar sobre el colchón, en cuatro patas, apoyado en mis codos, con mi culo hacia el techo, lo sentí levantar la falda y luego meter el dedo bajo la tanga para correrla a un costado, mi pene y mis huevos quedaron ahora completamente desnudas a su vista, estaba duro como piedra, lo vi tomar una crema y luego perderse a mis espaldas, la yema de su pulgar acarició mi esfínter, tomé mis nalgas entre mis manos y me abrí para él, para darle el mejor plano, el siguió con el juego haciéndome desear, y al poco tiempo me iba relajando, y mi anillito iba cediendo, pronto la yema cambió por la punta y su dedo gordo el cual se introdujo, siguió jugando, acariciando, había cambiado a dos dedos, y luego probó un tercero…

Había llegado el momento, se acomodó a mis espaldas, mordí mis labios entre mis dientes, cerré los ojos, me tomó por la cintura, sus dedos aun lubricados resbalaron en mi piel, jugó un poco, su carne contra la mía, empujó un poco, luego un poco más, el dolor se apoderó de mí, me dio tiempo a acostumbrarme, a que me siguiera relajando, un poco más, y otro más, ya estaba, ya estaba… Cuando pasó la cabeza, pasó todo el tronco, me doblé de placer, luego de los primeros empujones me fui acostumbrando a él, ¡que rico se sentía! me fui perdiendo, apretaba fuerte mis labios pero no podía mantenerme haciéndolo, comencé a gemir, me fui perdiendo, que rico se sentía su pene en mi culo, tan grande, tan ancho, los gemidos habían dado lugar a gritos, gritos acompasados a sus embates…

Me giró poniéndome boca arriba, levantó mis piernas para volver a enterrármela, que bien se sentía, mientras me la daba por el culo nos mirábamos fijamente, ese hombre que tanta repugnancia me causaba estaba quitándome la virginidad, lo veía embestir como un toro, mi pene estaba duro, chorreada de jugos transparentes, necesitaba masturbarme pero él no me dejó, tampoco hizo falta, en esa posición su miembro calzaba perfecto, parecía hecho a mi medida, jamás había imaginado tanto placer, de pronto me sentí acabar, solo provocado desde atrás, desde adentro, mi pene comenzó a lanzar chorros de leche, grité, gemí, el semen caliente cayo por mi vientre, por mi pecho, apreté mi esfínter sobre su tronco, apenas terminé Tony sacó su pene y se vino sobre mí, como una manguera su leche caliente cayó sobre mi cuerpo hasta la última gota.

Antonio pasó una de sus manos sobre la mezcla de leches que había impregnado las prendas que tenía para llevarlas a mi boca, casi ordenándome dijo

  • “Prueba su sabor Pamela, haz lo que hace tu puta madre…”

Sentí el sabor del semen en mis labios, cuando volviendo a la realidad me di cuenta que había pasado demasiado tiempo, seguramente mi madre no tardaría en volver y sus prendas estaban hechas un desastre, el solo rio como demostrando que poco le interesaba el tema.

Como un rayo di por terminado el encuentro y con premura acomodé todo en su lugar, a pesar de lo mucho que me dolía mi pobre esfínter anal recién desvirgado.

Aquel día nació Pamela, con mi primera relación sexual con Tony, quien se convirtió en mi amante por algunos meses las cosas continuaron de aquel modo con Antonio penetrándome en todas las posiciones que se puedan imaginar me encantaba sentir su pene en mi interior portando ropa de mujer. Hasta una noche en que todo cambio y no para bien sino que paso algo que me hizo odiar a Toni para siempre de una manera inmensa.

Todo comenzó una noche en que mi madre fue contratada para ser mesera en una boda por lo que estaría fuera toda la noche, me fui a dormir solo en tanga (la compre especialmente para que me la viera usar Tony) pero esa noche el estaba en el taxi, aun así me la deje esperando que cuando volviera me encontrara con aquella prenda.

Me desperté en la madrugada serian como la 1 o 2 Am cuando sentí que algo me apretaba las nalgas cuando abrió los ojos me encontré con que Tony estaba a mi lado, me habían amarrado las manos a la cabecera y mis piernas a las patas de la cama, un hombre obeso con aliento alcohólico estaba sobre mí, sentía su miembro endurecido frotándose entre mis nalgas, trate de luchar pero Tony que ya estaba solo en trusa se la bajo y me hizo tragarme su dura erección.

Casi al mismo tiempo me sentí penetrado por el duro miembro del otro hombre que era un poco más grande que el de Tony, si bien no me dolió físicamente aquella violación a la que estaba siendo sometido sentí como mi alma y corazón se partieron en mil pedazos, el otro hombre se vino algunos minutos después entre gemidos de placer, en mi interior babeando mi espalda.

Luego se bajo de encima para que Tony ocupara su lugar, mientras el hombre me dio su pene para que se la mamara, olía asquerosa y estaba llena de rastros de semen, pero me la tuve de tragar, aquello duro otros 20 minutos hasta que el hombre se vino en mi boca, al tiempo que Tony lo hacía en mi interior. Tony dijo.

-“Muy bien putita, lo has hecho muy bien”.

Tony se bajo de mí, mientras mis lágrimas corrían por mis mejillas, el otro hombre se vistió y le dio algunos billetes a Tony, le escuche decir.

-“Wow fue grandioso tiene un culito y boca excepcional a ver cuando lo repetimos”.

-“Cuando quieras ya sabes el precio”. Le dijo Tony al hombre.

Luego ambos se marcharon y me dejaron llorando ya desamarrado sobre mi cama con el semen de ambos brotando de mi ano aun abierto, Tony me había convertido en una puta barata y de nuevo rompió todas mis ilusiones de haber encontrado a alguien que me entendiera, un calor se extendió por mi cuerpo, que poco a poco se transformo en odio, esa noche no dormí, estaba muy furioso para hacerlo, como a las dos horas Tony regreso, se caía de borracho, seguramente se casto en alcohol lo que aquel hombre le pago por violarme, lo que me enfureció aun más.

Espero unos minutos y entre a la habitación, Tony solo en trusa (slip) dormía roncando sobre la cama, me acerque sin hacer ruido, con un gran cuchillo que afile durante todo el tiempo que espere con una piedra de esmeril, le baje su trusa con cuidado, con calma, sin prisa hasta dejarla a la altura de sus rodillas, estaba tan borracho que apenas lo sintió, luego tome sus huevos y pene que pese a estar dormido era grande, con mi mano, coloque la afilada hoja de acero por debajo de sus huevos y lo hice.

Tres cortes bastaron para cercenar sus huevos con su pene del cuerpo de Tony que despertó al sentir el terrible dolor que de su entrepierna brotaba, como la sangre en ese momento, me miro sosteniendo el cuchillo ensangrentado en una mano y en la otra los que fueron alguna vez los genitales que tanto ame y disfrute, sus manos se fueron a su entrepierna, mientras daba alaridos de dolor.

-“¡MALDITO PUTO, TE VOY A MATAR, TE VOY A MATAR”. Gritaba Tony.

Antes de salir de la habitación, saque sus dos testículos de saco de piel y los arroje al suelo luego con mi pie los aplaste hasta hacerlos papilla ante los ojos aterrados de Tony quien grito.

-“NOOO, MALDITO TE VOY A DESOLLAR VIVO”. Grito Tony al ver sus huevos ser destruidos.

Pero nada podía hacer, el dolor lo mantenía revolcándose en la cama, con sus manos tratando de contener la hemorragia. Tome mis cosas que ya tenía empacadas, le deje una nota a mi madre y me fui para no regresar jamás a mi casa, si Tony me denuncio a las autoridades o no, es algo que no sé.

Vivo en una ciudad alejada, todos me conocen como Pamela y creen que soy una mujer, he conseguido trabajo en teatro y radio, también doy clases de maquillaje en la que me he vuelto una experta, estoy pensando en operarme para cambiarme de sexo pero cada que veo el pene que alguna vez fue de Tony en el frasco en donde lo conservo con liquido para embalsamar tengo una terrible erección que me hace masturbarme hasta acabar dando alaridos de placer.

No lo sé quizás Tony si tenía razón en algo y soy una verdadera puta.