Pálida

20 años después de nuestro noviazgo y 10 años tras el último encuentro furtivo Pálida y José vuelven a encontrarse.

Tal vez algunos les suene mi nombre de la categoría de relatos gay, pero no soy ningún gay, sino un heterosexual caliente y golfo amante de las mujeres y amigo del morbo de hacérselo con un tío de vez en cuando. El problema es que aquí no existe la categoría bisexual y las historias con tíos y tríos hay que ponerlo en el apartado gay.

Pero hoy mi relato es heterosexual completamente. Ahora tengo treinta y tantos años, estoy casado y vivo una buena vida, sexualmente a tope y con la suerte de haber roto todo tipo de tabúes. Disfruto del sexo todo lo que puedo y con quién puedo, alguna experiencia mejor que otra pero incluso las malas son buenas porque en la vida lo que no se vive se pierde y como sólo tenemos una (vida) prefiero arrepentirme de un error antes que una omisión

A mis 18 años tuve una novia en en instituto. Su nombre; Pálida (es ficticio por supuesto) . Fue una de mis primeras mujeres de una larga lista que vendrían después. Lo nuestro fue un romance juvenil que acabó tras unos escarceos sexuales que hoy parecen inocentes pero que entonces eran para mi lo más.

Años después, casi diez años después, la volví a encontrar por casualidad. El mismo día que nos encontramos quedamos y esa noche volvimos a liarnos. Aquella fue una noche mágica dónde mi amiga me descubrió una evolución sexual mucho más adelantada que la mía, fue la primera vez que introduje un dedo en un culo y me hicieron el beso negro. Esa fue una noche llena de morbo y pasión, creo que mi primera gran noche de morbo y pasión, algo que es lo que hoy me mueve en mi día a día. Le debo mucho a esa noche, a ella. Por lo que me enseñó de la vida, de mi mismo y por el montón de pajas que me he hecho en los siguientes años pensando en esa noche mágica. Incluso mañana mágica porque al despertarnos me corrí en sus tetas ¡Cómo olvidarlo!

Los años pasan muy rápido cuando se llega a los treinta y no volví a verla. Le perdí la pista. Mi vida cambió en esos años y creo que ella fue la primera que me empujó a hacerlo. Mi sexualidad salió disparada cuando conseguí liberar mi personalidad, dejarme de tapujos y complejos y me valoré a mi mismo. En mi vida entraron mujeres de una noche primero, y luego hice buenas amistades con tias con las que tuve grandes noches de sexo. El siguiente paso fue romper un gran tabú y realizar una fantasía que me rondaba desde hacía años: hacerlo con un hombre. Pero eso lo cuento en el relato "Mi primera experiencia" en la categoría Gays. No me van los tíos, no me los miro por la calle y no me atraen en frío, pero en caliente me lancé y no me arrepentí nada.

En ese contexto una noche montamos una cena los amigos del instituto. ¡Y fíjate tu que casualidad! Con quién nos encontramos. Con Pálida. Estaba igual. Guapa hasta más no poder, radiante, con esos ojos y esa sonrisa que me pueden y me hacen perder la cabeza. Se unió al copeo con nosotros y al final nos quedamos solo. Charlamos y charlamos y no pasó nada... Pero si fuera por mi!!! ¡Hubiera pasado de todo! Quedamos en llamarnos y salir a cenar pero...

Mi trabajo me absorbe mucho tiempo y esfuerzo pues viajo toda la semana y –aunque sea un golfo- mi familia me ocupa casi todo el tiempo libre. Total, que no pude llamar a Pálida hasta casi un año depués, concretamente en verano del 2002, en el mes de agosto, claro.

Me hizo mucha ilusión quedar con ella. Fuimos a cenar a un sitio curisoso y hablamos de todo y nada. Nos contamos nuestra vida, nuestros hechos, nuestro trabajo y nuestras familias. Ella no está casada pero como si lo estuviera vive con un chico y no tiene hijos.

Luego fuimos a tomar algo, y allí la cosa se empezó a calentar. Iba contándole algunas de mis aventuras y notaba como su estado de ánimo subía y subía. Sentados en la barra de un bar empezaron esos roces inocentes que en una situación como esta son una delicia. Una mano en el hombro, una mano contra la otra, una mano encima de la pierna. Ella estaba guapísima, con un top delicioso y un pantalón negro que marcaba su figura que era igual como la recordaba. Las confidencias seguían y seguían y finalmente me confesó que había hecho el amor con una mujer. ¡Qué curioso! Yo llevaba toda la noche buscando el momento para contarle mis aventuras con hombres y ella me sorprendría con esa confresión. Allí me di cuenta que ni los 20 años que hacia de nuestra relación en el Instituto ni los diez de nuestros polvos furtivos habían mermado esa especie de confianza sexual que había entre los dos, esa sintonía extraña que surgía de una misma forma de entender el sexo y la vida, de sentir y gozar.

Nos dimos un agrazo eufórico y un beso furtizo en la mejilla. Volvimos al coche. En un momento de la noche y en mi coche puse una mano en su pierna y la acaricié mirándola a los ojos. En buena hora. Como tengo un coche automático y me distraje levanté el pie del freno y se me fue el coche hacia delante en pleno semáforo rojo. Estuvimos a punto de estrellarnos.

Le enseñé dónde estaba en mi nueva casa y le pregunté "¿Quieres conocerla?" Y me dijo: "Claro".

Jo! Era tan evidente que no podía creerlo. ¡Cómo podía dudar que lo deseaba como yo si ella es como yo! Pero todo y así me sorprendió su rapidez y alegría.

Subimos a casa y le enseñé el piso. Nos sentamos en el sofá y empecé a besarla. Por fin volví a descubrir la sensación única de esos labios carnosos que mi boca había echado de menos durante diez años. Suaves y duros a la vez, me envolvía de nuevo mientras mi lengua volvía a entrar en su boca y buscaba sus dientes y su saliva.

No hace falta que lo diga pero en mi bragueta había una polla dura como una piedra. Dios, que excitación. Mis manos acariciaban su culo perfecto, suave y redondo, prominete y buscaban por la apertura las formas de su tanga negro. Joder, eso era mucho para mi.

"No puedo, no puedo hacerle esto a mi chico" me dijo mientras me soltaba. Era el momento de peligro, el único momento en que la razón se ponía por delante del instinto. "No quiero que pienses que soy una calientapollas pero..:" En otro caso hubiera dudado, pero a esas alturas sabía que ocurría dentro de ese cuerpo que deseaba con locura. Lo entendía porque es una buena tía, pero sabía que lo deseaba igual o más que yo.

Lo cogí entre mis brazos y volví a besarla. Ella no dudó en abrirme su boca y ofrecerme su lengua. No tenía ninguna intención de parar aquello y yo tampoco. Sabía lo que tenía que hacer y fue buscar sus pechos. Sus pechos grandes y turgentes que seguían duros. Froté y froté sus pechos mientras ella decía "no" mientras me besaba con locura.

No dudé y mi cabeza se separó de la suya. Pero mis labios se fueron a su cuello y mientras mi mano seguía apretando sus pechos mi lengua se metió en ese escote profundo que dejaba su nacimiento al aire y que me había calentado como un perro toda la noche.

En ese momento ella soltó un jadeo y supe que su "resistencia" había sucumbido. Estuve un buen rato besando esos promimentes inicios de sus pechos y palpándolos una y otra vez con la mano.

Hasta que me separé. La miré a los ojos y estaban entreabiertos. Conocía esa expresión. Se había desatado. Intenté quitarle la camiseta. Ella me quitó las manos y se quedó en sostenes. Dios! Diez años después mis ojos volvían a llenarse con la desnudez de Pálida. Morena (curioso) y suave, tersa y sensual. Sus hombros esbeltos lucen la espalda más bonita que haya lamido en mi vida. Pero no me dejó ni moverme. Se levantó a bajar la luz y yo la acompañé.

Y allí, de pie la abracé con locura. Me dio la espalda mientras se quitaba el sujetador. Observé esa maravillosa espalda mientras sentía que mi pene reventaba el slip. Estaba tan excitado como nunca. O como hace diez años. O más, claro, porque sabía lo que me esperaba. Pasé mis manos por debajo de sus brazos y agarré por fin sus pechos desnudos. ¡Qué maravillosa sensación! Volvía a disfrutar de esos pechos grandes y suaves con esos pezones duros y sabrosos. Diez años después. No puede evitar decirle: "¡No sabes cuantas veces me he masturbado pensando en nuestra noche de hace diez años!" y oí una especie de gemido por su parte de satisfacción que me excitó aún más y más... A cada segundo que pasaba creía estar al máximo de excitación y me sorprendía a mi mismo excitándome aún más y más...

La tumbé en el sofía y pude admirarla bien. Esos pechos grandes seguían redondos y turgentes. Su desnudez me excitaba, me puse encima de ella besándola profunda y apasionadamente. Nos mordíamos, nos lamíamos y en mi cuerpo desnudo (sólo llevaba ya los slips) mi cuerpo se frotaba con sus pechos y su vientre desnudos. Era un paraíso. Abrió sus piernas y mi pene cubierto por la tela y su coño tapado por el tanga empezaron a frotarse con locura. Empezó a jadear, a respirar con fuerza. Sus manos acaricibian mi espalda y buscaban mi culo, porque ella conocía, como yo conocía el suyo.

Y por eso la dí la vuelta. Se quedó tumbada boca abajo ladeando su cara para verme de reojo. Mi pene explotaba pero quería disfrutar de ese momento soñado, de esa fantasía que tantas veces me asaltaba y que me había acostumbrado a recordar sin esperanza de revivir. Y allí estábamos, 20 años después de nuestro noviazgo y 10 de nuestro encuentro furtivo Pálida volvía a estar en mi poder excitada y húmeda. Me tumbé una vez más de forma que mi polla aprisionada empezó a restregarse encima de la raja de su culo, esa raja rodeada por dos nalgas prominentes. Besaba su cuello y además de respirar con fuerza Pálida empezó a jadear levemente. Mmmm. Ese pequeño jadeo me calentaba más y más, pero yo sabía lo que tenía que hacer para que su cuerpo se volviera loco. Me levanté un poco para permitir mi movimiento. Y mi lengua empezó a recorrer su larga y triangular espalda. Bajaba y bajaba saboreado el manar. Llegué a la cintura, la saborée y seguí bajando. Cuando mi lengua contactó con sus nalgas creía enloquecer. Lo cogí con las dos manos, lo fui saboreando con placer mientras ella lo movía con lujuria. Y en esas busqué mi objetivo. Su tanga negro era una maravilla sensual, cogí el hilito y lo aparté y mi lengua llegó a su objetivo. El ojete, ese culo maravilloso, el culo más sensual que he probado en mi vida volvía a ser mi mientras mi lengua lamía y lamía el ojete arriba y abajo y sus jadeos eran más y más evidentes, y más y más excitantes. Utilicé mis manos para abrir ese agujero maravilloso y mi lengua dejó de lamer para directamente penetarlo. Me metí ahí dentro con el placer de la locura, de la fantasía, del sueño hecho realidad.

Pálida jadeaba más y más. Y cuando lo consideré oportuno levanté mi cabeza y me senté de rodillas entre sus piernas. Con un dedo quité el hilo del tanga que seguía puesto y... Me puse un dedo en la boca, lo ensalivé bien y busqué su ojete. Bufff

¡Qué maravillosa sensación! Mi dedo entró de forma fácil y directa en ese culo maravilloso. Observaba con placer como ser perdía ahí dentro. Cuando todo estuvo dentro empecé a meter y a sacarle. Con el tacto de mi dedo notaba toda la forma de su culo y mi locura se desbordó con sus jadeos. Porque ya no eran jadeos, eran pura y simplemente gritos, gritos de placer, gritos de locura.

Una y otra vez mi dedo entraba y salía. Con fuerza, casi con rabia. Y ella gritaba y gritaba: "si, si, asi, más, más, aahh, ahh" En aquel momento no pensé, pero todo el barrio debió suponer que me estaba pegando un pedazo de homenaje con mi mujer. Ja!

"Basta!" Me dijo después de muchos minutos de pasearme por su culo. Me levanté, ella se sentó en el sofá y su cara se puso delante de mi paquete. En una décima de segundo me bajó el slip y mi polla salió rebotada buscando lo que sabía que se iba a encontrar. Mi Pálida, mi amiga, mi cómplice me agarró el pene con la mano y sin preliminares empezó a chupar. La cavidad de su boca era tan agradable como la de su culo, parece que su boca estaba hecha para mi. ¡Qué maravilla! Dese arriba veía a mi amiga chupando una y otra vez, hasta el fondo de su garganta. Dios! Qué mamada!

Cogió la polla con toda la mano, me miró en toda la mano y me dijo: "Quiero que me penetres por los dos agujeros a la vez". Joder! Casi me corro solo con oirla. "Vamos a la cama" dije. "Pero es tu cama! ¿Prefieres seguir aquí?" "No" "Vamos" la dije.

Me daba igual el mundo y todo, solo quería rematar y alargar ese momento. Era el polvo del siglo y no me lo iba a perder.

Con la luz bien abierta (eso es importante para poder pajearte luego) Me puse de rodillas. Ella se tendió boca arriba y se tendió un poco para volver a chupármela con su maestría de siempre. Joder! Qué gusto. Su boca en mi polla y podía ver perfectamente sus tetas, su coño depilado (ya le había quitado el tanga) mientras me chupaba y me la cogía con la mano.

Tuve que parar. La leche me desparramaba y a partir de alli todo fue una locura veloz y deliciosa. La puse a cuatro patas, y mi polla entró fácilmente en su vagina mientras mi dedo busco su culo y se lo metí rápidamente hasta el fondo.

Joder! Qué maravilla. Sus dos agujeros estaban cubiertos por mi y con el dedo parecía que me tocaba la polla a la vez. Metía y metía polla y dedo que seguían tocándose mientras sus gritos inundaban todo el vencindario. Su coño es caliente y acogedor, medida justa. Su vagina envolvía mi polla mientras mi dedo exploraba su culo. Y ella gritanto una y otra vez, y mi dedo tocando mi polla a través de sus agujeros.

Era mucho. ¡Si sólo con verla desnuda soy capaz de correrme! No podía más. Tuve que parar y sacar mi polla antes de correrme como un loco.

Cambié mi polla por dos dedos mientras seguía on otro en su culo Sus gritos ya eran de escándalo hasta que se dejó caer encima de la cama mientras yo seguía metiendo y sacando mis dedos de su coño.

Se quedó tendida a cuatro patas mientras sacaba mis dedos con cuidado.

Me quedé observando esa espalda y ese culo. Quería retener esa imagen para las pajas que me haría en el futuro. Observé y guardé en mi memoria ese cuerpo. Se levantó, fue hacia mi y me dijo "¿No te corres?" "No te imaginas el esfuerzo que me ha costado no hacerlo?"

Supongo que Pálida quería chupármela para correrme pero no la dejé. "No, quiero que me hagas lo que tu me enseñaste"

La tumbé boca arriba en la cama. Y me puse de forma que mi culo quedó delante de su cara. La ordené que me lo chupara y asi lo hizo. Diez años después de sentir por primera vez una lengua en mi culo mi maestra, mi Pálida volvió a lamerme el ojete. Volvió a abrirme las nalgas y a meter la lengua hasta el fondo, la lengua más caliente y sensual que conocí. Empecé a masturbarme mientras su dedo empezó a buscar mi ojete y...

No pude más. Exploté. Creo que fue el orgasmo más largo de mi vida. Porque mientras echaba la leche veía como esta caía sobre su vientre (no quería manchar las sábanas) y eso todavía me excitaba más, creo que en realidad tuve varios orgasmos en uno porque seguía tocando y lamiendo mi culo. Una maravilla.

Quedamos rendidos. Nos limpiamos. Charlamos mucho rato y la llevé a su casa. Qué gran noche. Qué gran recuerdo. Qué grandes pajas me he hecho desde entonces recordando cada detalle de su cuerpo. El culo, la espalda, la lengua humeda y dúctil, traviesa y acaparadora. Sus labios mordiendo y acariciando, su culo moviéndose, sus agujeros cálidos que absorben mis dedos y mi polla. Su sonrisa eterna, sus ojos profundos, la sensualidad de la única voz que me la pone dura sólo con escucharla...

La vi entrar en su casa. Nuestra despedida. Hay cariño, hay amistad, hay complicidad. La quiero y lo único que quiero es que no tarde diez años en volver a hacer realidad mis fantasías con ella, pero revivir este recuerdo me dará muchos años de placer y vida.

Pálida, no cambies nunca. Yo siempre estaré ahí porque te llevo tan dentro como mi como mis dedos en tu cuerpo.

¡Qué bonita es la vida! Pensé mientras volvía a casa....