Palabras Mágicas 4

Jimmy empieza a programar a sus padres, y mientras tanto se divierte un poco con los nuevos cambios que Astrid ha sufrido.

Los padres de Jimmy, Helena y Fred, siempre habían sido un matrimonio conservador. Chapados a la antigua. Aún así, se dejaron seducir por la idea de que su hijo les hubiera hecho de cenar. Si bien comieron más por compromiso que por ninguna otra razón, encontraron buena la “sopa”, que había preparado Jimmy. Él sencillamente los observaba comer durante la comida y cómo, a medida que la conversación iba avanzando, parecían estar más somnolientos.

Hasta que vio en el rostro de ambos la misma expresión de que la ya había aprendido a enamorarse con Astrid. Sonrió y cogió los dos pares de cascos que había preparado para la ocasión. Se quedó allí, simplemente disfrutando de su poder durante uno segundos antes de hablar.

_ Sentaos rectos. _ Ordenó.

_ Sí, amo. _ Dijeron los dos progenitores a la vez.

Jimmy se incorporó, se adelantó y le dio una sonora bofetada a su padre, que no ejerció la más mínima reacción.

_ Mira fijamente a tu mujer.

_ Sí, amo.

Ante la atenta mirada de Fred, Jimmy apretó las tetas de su madre, jugando con ellas hasta que se le pusieron los pezones duros en las manos. La respiración de su madre estaba acompasada mientras él jugaba con ellos.

_ A partir de ahora, tu obsesión va a ser tener mi polla dentro de ti, y harás lo que sea para conseguirlo. _ Le susurró al oído.

_ Sí, mi amo. _ Respondió ella, con un susurro lujurioso.

Helena era una mujer que ya había alcanzado los cincuenta… pero estaba increíblemente bien. Era una madurita muy muy deseable, que se la ponía dura a todos los amigos de Jimmy casi sin pretenderlo.

_ Bien, os he preparado unas grabaciones… iros al dormitorio y ponéoslas. _ Dijo, pasándoles los cascos. _ Quiero que os toquéis mientras.

_ Sí, amo.

Jimmy los miró con una cruel sonrisa mientras ambos se dirigían a la habitación. Los siguió, observando cómo ambos se desnudaban y se colocaban en su lado de la cama, sin mirarse el uno al otro. Su padre tenía buena forma física y su madre era una belleza. Se relamió al verla desnuda, sorprendido.

La miró con deleite mientras la mujer se puso los cascos y se tumbó en la cama, con los ojos abiertos. Cogió el mando de la tele con total naturalidad y empezó a introducírselo en el coño. Se detuvo unos minutos a observarla, ignorando completamente a su padre. Cuando volvió a la realidad, se encaminó a su habitación.

Se encontró a Astrid tirada en su cama, con el rostro desencajado, babeando copiosamente sobre la almohada. Se acercó y le quitó los cascos, dando un chasquido de dedos. Ese gesto pareció reactivar el casi inerte cuerpo de la jovencita que llevaba allí un buen rato.

_ ¿Todo registrado? _ Le preguntó, sentándose en el borde de la cama.

_ Todo registrado, amo.

_ En tal caso, me gustaría ver a… el amor de mi vida.

Astrid pestañeó rápidamente, convulsionando ligeramente mientras su cochambroso cerebro parecía ordenar su escasa psique para formar una personalidad coherente. Sus ojos recuperaron el brillo y enfocaron directamente hacia Jimmy. Tenía un brillo cándido en las mirada. Acarició con mucha delicadeza el pecho de Jimmy y le besó lentamente en el torso.

_ Amor mío… _ Dejó escapar una risita. _ ¿Es cosa mía o estás guapísimo hoy?

_ No más de lo habitual. _ Dijo él, con una sonrisa confiada.

_ Bueno, es que tú siempre estás guapo. _ Dijo ella, besándole en los labios con dulzura, acariciándole el pecho. Comenzó a bajar la mano y jugó con su miembro. _ Me encanta lo dura que se te pone.

_ ¿Ah sí? _ Le preguntó él, con una sonrisa confiada. _ ¿Qué más te gusta de mí?

_ Me encanta todo de ti, eres tan guapo… tan listo… además… tienes un lado perverso que adoro… _ Susurró, con los ojos brillantes.

Completamente enamorada, Astrid se colocó sobre él y le besó en los labios con ansiedad.

_ Cariño… déjame que te monte, por favor…

_ No sé, no sé…

_ Te gusta que te suplique… _ Hizo un mohín.

_ Qué bien me conoces.

_ Por favor, amor mío… déjame que te monte… Te lo suplico… lo necesito desesperadamente.

_ Está bien… adelante.

Astrid parecía la mujer más feliz del mundo mientras se posicionaba sobre él, tomaba su polla y se empalaba con ella, lanzando un quedo gemido. Parecía la mujer más feliz del mundo. Jimmy sonrió.

_ Estaría bien que siguieras con lo que estás haciendo como una prisionera de tu propio cuerpo.

El rostro de Astrid se deformó, pasando de la plena felicidad al más absoluto asco y terror. Su cuerpo continuaba con el movimiento rítmico y animado, pero su expresión denotaba confusión, desprecio y la más absoluta repugnancia.

_ ¿Qué coño está pasando? _ Preguntó. _ ¿Qué me has hecho, hijo de puta?

_ ¿Yo? Hasta donde yo veo, lo estás haciendo tu sola… y parece que lo estás gozando mucho.

_ Yo no… estoy… gozando. _ Dijo, entre gemidos. _ Cabrón… voy a matarte…

_ ¿Tú crees? A partir de ahora cuando chasquee los dedos vas a cambiar entre la prisionera y el amor de mi vida.

Y chasqueó los dedos con una sonrisa cruel.

_ Oh, joder, mi vida… dame duro… _ gruñó, con una sonrisa satisfecha. Jimmy chasqueó los dedos. _ Basta, cabrón. Para de una vez…

Otro chasquido.

_ Oh, joder, no pares… que bien lo haces… _ chasquido. _ Voy a hacerte trizas… juro que te voy a…

Chasquido.

_ …comer la polla. Juro que te voy a comer la polla con ganas vida mía. _ Chasquido. _ Por favor… para… te lo suplico.

Astrid empezó a llorar. Era una escena que a Jimmy le hizo sonreír. La muchacha se movía de forma erótica, desaforada, penetrándose con intensidad… pero llorando a pleno pulmón.

_ Jimmy, por favor… para… no te corras dentro… te lo suplico.

Jimmy adelantó el dedo delante de ella, comprobando cómo se iba horrorizando a medida que estrechaba los dedos… un nuevo chasquido. Astrid bajó la cabeza y empezó a comerle la boca salvajemente.

_ Embarázame… _ Le rogó. _ Quiero tener a tus hijos… quiero llenar el mundo de pequeños Jimmys que sean igual de listos y guapos que su padre.

Jimmy ya no aguantaba más. No sabía cuál de las dos Astrids le ponía más cachondo. La tomó por las nalgas y le enterró la polla lo más que pudo, llenándola con su semilla y provocando que ella tuviera un orgasmo salvaje, gritándole lo mucho que lo quería.

Jimmy se quedó unos segundos disfrutando de tener a aquella mujer tendida sobre él, mirándole como si fuera el mejor hombre del mundo, besándole el pecho y manteniendo firmemente metida su polla dentro de sí misma. Y entonces… un nuevo chasquido.

_ ¡Joder! Lo has hecho. ¡Te has corrido dentro, gilipollas! ¿En qué coño estabas pensando?

_ Límpiame la polla. _ Ordenó él.

_ ¿Qué? _ Astrid empezó a notar cómo su cuerpo empezaba a moverse solo.

_ ¡No! No… no… _ Fue lo único que consiguió articular.

Con genuino odio en la mirada, se sacó el miembro de Jimmy, sintiendo más placer del que nunca reconocería, y se lo metió en la boca, comenzando con una limpieza que rápidamente se convirtió en algo más.

La boca de Astrid se movía con elegancia y presteza, y parecía que estaba disfrutando de lo que estaba haciendo de no ser por los dos orbes azules llenos de odio que tenía por ojos.

_ Deberías relajarte y asumir que estaba es tu vida a partir de ahora, Astrid.

La muchacha se sacó la polla de la boca pero, como si una fuerza poderosa la obligara, comenzó a masturbarlo amorosamente y a darle besos por toda el miembro.

_ Y una mierda… voy a… escapar y… te mataré. _ Le dijo, entre besos.

_ Oh, sí, seguro que lo haces. _ Dijo él, con ironía. _ Me voy a correr, quiero que lo guardes en la boca, pero no te lo tragues.

Fue como si la hubieran cogido por la nuca y la hubieran empujado para que se tragara el sable de una sentada. Astrid decididamente sabía mamar, aún cuando lo hacía contra su voluntad. La carga de Jimmy no fue especialmente abundante, siendo la segunda, pero fue suficiente para que la boca de Astrid se sintiese llena.

_ Bien… ahora paladéalo, siéntelo.  Quiero que recorra tu boca… y recuerda, no tragues.

Astrid lloraba de impotencia mientras notaba cómo su propia lengua la traicionaba y la hacía jugar con aquella semilla ajena. Detestaba el sabor, pero el reflejo de vomitar, así como el de tragar, no funcionaban. La tortura se postergó durante lo que para Astrid fueron horas.

_ Bien… esto te enseñará a recordar quién está al mando. _ Chasqueó los dedos. _ Ya puedes tragar.

Astrid tragó con energía.

_ Que rica estaba tu lechita, mi amor.

Jimmy le acarició el pelo a su querida novia, que mantenía una sonrisa plena. Estaba hecha un desastre, sudada, manchada de semen y con el pelo revuelto… pero debía confesar que así le gustaba más a él. Por otro lado, si iba a lucirla, no podía hacerlo de esa forma.

_ Dúchate y vístete.

_ Sí, cariño… ¿No quieres venir conmigo? _ Le tentó.

_ No, yo estoy a punto de ensuciarme más.

_ Me encanta cuando hablas así. _ Susurró ella, poniéndose en pie. _ No sabes lo que me pone… diviértete.

Jimmy no se vistió. Salió de la habitación desnudo, agitando su miembro al caminar. Al llegar a salón se encontró una escena que le resultó muy divertida. Sus padre estaban viendo la tele… pero la escena no podía ser más distinta a la que estaba habituado.

Su madre se había cortado el pelo a media melena, e iba casi desnuda. Tan sólo llenaba unas chanclas y unos calzoncillos de hombre que le estaban grandes, en los que había metido algo para que se formara un bulto en su entrepierna que daba la impresión de que tenía una gran erección. Lucía con tranquilidad sus grandes pechos, mientras miraba la tele.

A su lado, su marido iba ataviado con uno de los vestido de su mujer, que le estaba claramente estrecho. También llevaba maquillaje y una larga peluca que recordaba que se habían comprado para el carnaval. Se había metido lo que parecían unas manzanas en el pecho para dar la impresión de que tenía tetas. Jimmy debía confesar que su padre estaba más femenino de lo que pensaba que conseguiría aparentar. Pero tenía la polla dura y por más que se esforzaba en ocultarlo, no lo conseguía.

_ Papá. _ Llamó.

_ ¿Sí, hijo? _ Fue su madre la que respondió.

_ Verás, es que tengo la polla dura y pensé que querrías ocuparte. _ Le dijo, con una sonrisa cruel.

_ ¿No debería tu novia ocuparse de esas cosas? _ Le preguntó su “padre”, poniendo los ojos en blanco.

_ Quizá sí, pero Papá… es que me apetece mucho que lo hagas tú… pensé que harías cualquier cosa por tu nenito.

Aquellas palabras activaron algo en el cerebro de la mujer, que pasó de la duda al deseo. Con una sonrisa lujuriosa, ayudó a su hijo a sentarse y se bajó el calzón, revelando que lo que tenía encajado en el coño era un pepino de la cocina.

_ Deja que el culito de tu padre se ocupe bajarte esa hinchazón. _ Sonrió ella.

_ Pero papá… ¿No está un poco seco? _ Jimmy sonrió, mirando al hombre travestido a su lado, que había mirado la tele todo el tiempo, como si aquello no fuese con él. _ Mamá… creo que deberías lubricar el culo de papá… por el bien de tu nenito.

Su “madre”, reaccionó en el acto. Dejó el mando de la tele y se encaminó hacia el cuerpo de su esposa.

_ Tienes razón, cielo. No quiero que tu padre o tú os hagáis daño. _ Dijo, con tono pragmático.

Jimmy disfruto de ver cómo su “madre” metía la cara en el culo de su “padre” y empezaba a lamerlo obscenamente, sobándose la hinchada polla por encima de la ropa.

Sus padres siempre habían sido muy tradicionales, anclados en sus roles de género, por eso disfrutó mucho de la idea de obligarlos a tomar el rol contrario. Pero aquello era mejor que sus fantasías más obscenas.

_ El culo de tu padre está listo. _ Ratificó su verdadero padre.

_ Bien, ahora sácatela, quiero ver cómo te masturbas ante nosotros. De pie.

_ Pero… hijo… sabes que me da vergüenza que me la vea nadie.

_ Mamá, estamos en familia. Aquí todos sabemos que tienes polla. Además… es por el bien de tu nenito.

_ Tienes razón.

Jimmy vio como su padre se ponía en pie y se subía el vestido, revelando que su polla estaba mal aprisionada en un tanga femenino, que se bajó. Era grande y gruesa, incluso más que la de Jimmy. Con un estremecimiento, la tomó con una mano y empezó a tocarse mientras con la otra se sobaba los huevos.

Helena reaccionó tomando la polla de su hijo y metiéndosela lentamente en el culo. Lo cierto es que ese agujero estaba poco usado, debido a que cuando ella y Fred follaban apenas habían experimentado. Se le escapó un sonoro gemido cuando finalmente se lo metió del todo y empezó a botar. Casi podía notar el pepino a través de las paredes del ano de su madre. Jimmy sonrió mientras miraba la escena. Nadie volvería a tratarlo como un niño… sus padres tenían lo que se merecían por haberlo desafiado.