Palabras entre las piernas (Pornesía)

De la unión de porno y poesía nace la pornesía. ¿Una evolución, un género nuevo? Simplemente otra forma de acercarse a un relato. Sin respetar estrofas, rimas, con cierta atención al ritmo y sobre todo a la imagen.

En silencio, sin decir una palabra, su cuerpo me grita, su piel me llama, reclama mis atenciones. Y entonces, cautivo, preso de mil encantamientos, mi cuerpo se pone en marcha. Sus manos reciben a las mías, mi nariz trepa por su cuello, reconociendo restos de un perfume perdido en la mañana. Su piel se eriza y con los ojos cerrados mis dedos leen entre sus líneas. Interpretan un beso y luego mil más, en los morros y en la comisura de los sueños. Una pausa, frente contra frente, intercambiando miradas enciclopédicas. Y siempre las señales, las alarmas, sirenas que habitan en su cuerpo. Caemos, no importa si en el sofá en la cama o en el suelo. Insultos, promesas, camelos y algún te quiero, siempre los gritos en silencio y el sonido de más besos.

Las manos que se entrelazan, nuestros cuerpos que se reconocen. Leo cien poemas en su piel, algún chiste, un drama griego; una declaración de guerra, un incendio, cuando mis labios descienden por su vientre son más intensos los ecos. Oigo los murmullos, escucho los cuchicheos, nacen en su sexo y enloquecen mi cerebro. Los acallo, mi dedo en sus labios, chisto, reclamo silencio. Apenas audibles, risas entre juegos. Boca contra labios, un diálogo sincero. Insolente, se rebela, sus gritos en silencio, palabras, gemidos, jadeos. Piel con piel en un diálogo de ciegos. Su cuerpo declama, cuartetas, algún soneto, a mi manera yo los interpreto. Nuestros sexos chocando en alegre tartamudeo. El tono se eleva, suenan más alto los versos. Comentarios inconexos, aullidos, alaridos de cuerdos. Un grito, y después ya nada, el silencio.