Palabra de Seth (4: La leyenda, realidad)

Este es un relato fantástico por capítulos en el que un chico llamado Arél y su hermana pequeña, se ven obligados a huir de su hogar. Encontrarán ayuda de alguien que no esperan.

Varios kilómetros al oeste de Diin se encontraba Caer.

El rey de este reino había estado desde siempre con el padre de Seth, pero incluso tras su muerte, jamás pudo vencer a los caballeros de Diin así que desde hacía años las batallas entre ambos bandos se habían detenido.

Lucio, rey de Caer, era un hombre de cuarenta y tres años de cabello negro y cuerpo grande. Vivía desde hacía tiempo influenciado por su siervo y sabio mago Ares. Éste era más joven pero increíblemente astuto; describía para su rey el destino de cada batalla, lo que les daba una ventaja que les había permitido sobrevivir hasta entonces.

Una mañana, mientras en Diin la guardia se preparaba para acompañar a su príncipe al norte, donde residía la reina en la torre de plata, el sabio Ares entró en los aposentos del rey Lucio a toda velocidad.

¡Lo he visto! – Gritó en dirección al rey, que se encontraba leyendo unos mapas sobre un gran escritorio de madera. Lucio giró la cabeza y al ver al mago volvió a los mapas.- ¡La leyenda va a cumplirse!

¿Qué leyenda? – Dijo sin siquiera mirarle.

¡La criatura que llevamos buscando durante tantos años!

Lucio dejó cear los mapas y se levantó sorprendido.

He visto su aura, se encuentra en la tierra de Diin.

Olvídalo, jamás lograremos capturarla allí – se lamentó el rey.

También he visto al príncipe blanco partir hacia los bosques del norte – dijo viendo como Lucio habría los ojos de par en par y expresaba una sonrisa maléfica.

Así que mientras el ataque se acercaba entre las montañas a la tierra de Diin, su príncipe y su guardia salían preparados y se internaban en el bosque que debían atravesar para llegar a la torre de plata, donde residía la reina de Diin.

Días después de su primer entrenamiento, Arél se unió al grupo de guardias reales (a petición del mismo príncipe), aunque su experiencia y habilidades distaban mucho del resto de sus compañeros.

Sethir había ordenado al herrero real que forjara una armadura de la talla de Arél y ahora éste la vestía, a lomos de su caballo mientras atravesaban el bosque del norte. El resto de sus compañeros llevaban armadura de color cobre con algunos detalles en plata, en cambio la armadura de Seth era de plata, con detalles en cobre lo que lo diferenciaba del resto de sus compañeros a primera vista. Cabalgaba siempre en grupo, junto a Héctor, ya que Sethir le había dicho que si iba a ser uno de sus guardias no podría separarse del grupo para estar junto a él, aunque no importó mucho al chico que, por primera vez, se sentía integrado plenamente en su nueva vida.

Cabalgaron sin detenerse hasta que el sol se puso. Se detuvieron junto a un arrollo y prepararon fuego. Uno de los guardias tuvo la suerte de poder cazar el último cervatillo que aún seguía merodeando por la zona y aquella noche cenaron hasta saciar su apetito.

Los caballos permanecían atados a un lado del pequeño campamento. Algunos guardias se habían quitado parte de la armadura para estar más cómodos aunque permanecían alerta.

Estás aquí – dijo el príncipe llegando hasta la orilla del arrollo, donde se encontraba sentado Arél. El resplandor de la hoguera llegaba débilmente hasta allí pero la luz de la luna luminaba la expresión de tristeza en su rostro.

Si, mi señor – respondió el chico al verle.

¿Te ocurre algo Arél? Pareces decaído – le preguntó posando una mano sobre su hombro.

Estoy preocupado por mi hermana. Nunca nos hemos separado desde que escapamos de la aldea, y tengo el presentimiento de que algo malo está a punto de pasar – dijo mirando fijamente el reflejo de los árboles en el agua.

Entiendo que te preocupes, pero Isi está en el palacio y allí no puede pasarle nada, Arél.

El príncipe se sentó junto al chico y se quedaron en silencio durante largo rato. La armadura de Arél brillaba de forma especial junto al arrollo al recibir los reflejos del agua. Aún se oían las voces de los demás guardias que se entretenían contando batallas junto a la hoguera cuando el príncipe, con intención de distraer a su amante de sus preocupaciones, le besó. Su rostro estaba lleno de brillantes reflejos en aquel momento y la belleza de aquella situación le incitó a querer desnudarle, aunque sabía que sería un atrevimiento por su parte ya que a pocos metros se encontraba el resto de su guardia. Al cabo de un largo rato, Arél se quedó dormido y el príncipe lo llevó en brazos hasta la hoguera, donde los demás guardias dormían ya, excepto Héctor, que permanecía despierto y en guardia.

Seth dejó a su joven guardia tumbado junto a los restos de la fogata y se sentó junto a Héctor.

El chico se siente muy afortunado de haber encontrado tu ayuda – dijo Héctor.

Lo sé… Y yo no puedo dejar de pensar que él está llenando esa parte de mi vida que creía inaccesible – dijo mientras removía las brasas con un palo.

¿No crees que el chico pueda ser el joven de la leyenda?

No. Reconozco que existen algunas coincidencias, pero si fuera él, lo sabríamos con total seguridad.

Le llevaste junto al árbol para probarlo y ya viste lo que ocurrió, ¿no crees que fuera una señal?

Antes de que aparezca la persona que se corresponda con la leyenda habrá dudas y equivocaciones y podría parecer que fuera quien no es – hizo una pausa y tiró el palo hacia las ascuas de la hoguera.- No podemos precipitarnos, no quisiera que el peso de la leyenda recayera sobre Arél… Sería demasiado – dijo recostándose sobre el tronco de un árbol e intentando conciliar el sueño.

Al amanecer, los viajeros se pusieron en marcha y a medio día ya llegaron a la torre de plata, donde la reina atendió a su hijo mientras la guardia era atendida y sentada a una mesa donde comieron a gusto y descansaron después.

Por la tarde, la compañía emprendió el viaje de vuelta sin intención de detenerse en toda la noche.

Y aquella misma noche, cuando apenas quedaban unas horas para que la guardia del príncipe divisara la torre, el rey de Caer acompañado de sus guerreros aparecían en Diin, atravesando la muralla tras haberla echo explotar creando un gran estruendo.

Ninguno de los guerreros se molestó a atacar a ninguno de los habitantes, tan sólo formaron una defensa se caballos alrededor del rey y su sabio y sirviente, que era la persona que le había aconsejado realizar aquel día una incursión en la torre blanca.

Cabalgaban a toda velocidad hacia las puertas de la torre cuando los primeros guerreros de la guardia salían a la carrera contra los invasores. El choque fue inmenso y dificultaron mucho el acercamiento, pero mientras los guerreros de uno y otro bando luchaban entre sí, rey y sabio lograban atravesar la muralla blanca, sorprendiendo a las personas que había tras ella y que ahora corrían hacia el interior de la torre.

Los dos hombres a caballo entraron cabalgando a la torre mientras las sirvientas y demás residentes corrían hacia todos lados gritando y buscando refugio. Entonces fue cuando Isi, que estaba en el pasillo central, se giró un instante, pudiendo mirar a los ojos a aquel despiadado rey, cuando el sabio levantó a dos patas a su caballo eufórico:

¡Aquella es la criatura! ¡Tiene que ser aquella! – Exclamó señalando a la niña que empezaba a correr por el pasillo.- ¡Es prácticamente igual al ser que vi en mi visión! ¡Y es hermosa, como dice la profecía! –Gritó mientras los dos hombres se abalanzaron hacia delante, persiguiéndola por los pasillos.

La persecución no duró mucho, ya que los hombres, que iban a caballo, cabalgaban a gran velocidad. El sabio se agachó hacia un lado al pasar junto a ella y la agarró, subiéndola entre sus piernas para que no se zafase y dando media vuelta, salieron a toda velocidad de la torre.

Mientras el rey y el mago recorrían los pasillos de la torre blanca, la compañía de Sethir salió del bosque y divisó la batalla que se estaba produciendo a los pies de la torre.

¡Nos atacan! – Gritó uno de los guardias arreando a su caballo.

Todos corrieron hacia el lugar de la batalla cabalgando tan rápido como pudieron sus caballos. Al ver a la guarda real, los caballeros de Caer se amedrentaron y justo cuando el rey y el mago salieron de la torre, corrieron todos hacia la abertura que habían hecho en la muralla. Sethir y sus hombres persiguieron durante largo rato al grupo enemigo aunque no lograron alcanzarlos, cuando de pronto, Arél, invadido por la ira del secuestro de su hermana, atizó con fuerza el lomo de su caballo y este gané gran velocidad. A cada segundo que pasaba se acercaba más y más al grupo. Cuando alcanzó al enemigo que iba en último lugar, el caballo de éste tropezó y el jinete salió despedido. Igual le pasó al siguiente, y al siguiente. Mientras Arél oía a su hermana gritar su nombre, notaba como la temperatura de su cuerpo aumentaba más y más. Cabalgando más y más rápido finalmente llegó hasta el caballo del mago, que tropezó igual que el resto, y su hermana y el hombre rodaron por la yerba del suelo.

El rey asustado, al ver aquello se detuvo unos metros más adelante cuando Arél se bajó de su caballo.

El chico vio el cuerpo inconsciente de su hermana junto al mago y se enfadó aún más. Extrañamente no sentía apenas preocupación por ella, sabía, de alguna forma, que estaba inconsciente, pero lo que más sentía era ira. La ira por lo cerca que habían estado de llevársela, y de no poder recuperarla, y mientras caminaba enfurecido el mago, que estaba tumbado sobre la hierba y le miraba asustado, pudo ver cómo rodeaba un aura roja el cuerpo del muchacho.

Sethir y sus guardias se habían detenido, confusos, al ver cómo la hierba que rodeaba la zona por donde pasaba Arél se movía de lado a lado violentamente, como si un huracán furioso cayese sobre la zona.

Es… es él.. – Logró articular el mago.- ¡Es él!

Es hermoso… - Dijo Lucio para sí mismo desde la distancia.

¡Su aura es la que ví y no la de la chica! – Gritó hacia el rey.- Su belleza es increíble… - Dijo rendido, sin preocuparse por morir.

Cuando Arél llegó hasta él, aquél extraño aura que lo rodeaba le había cambiado las facciones del rostro y ahora su belleza era inmensa y terrífica a la vez. Sólo con mirarlo cualquier persona habría cedido a sus deseos más complicados y escondidos. No parecía triste ni feliz, ni enfadado si quiera, sólo se limitó a mirarle mientras el mago comenzaba a levantarse. Entonces, y exhalando su último aliento que nadie pudo escuchar debido a la energía que desprendía el chico, el mago se desplomó.

Cuando el mago murió, Lucio se apresuró a volver a su castillo, sin guardias ni consejero, aprovechando que tanto el príncipe Seth como sus soldados estaban inmovilizados de la impresión. Así que escapó.

Cuando llevaron de vuelta a Diin a los dos hermanos, ambos fueron atendidos lo mejor posible y les tumbaron en sus camas a la espera de que mejoraran.

Arél se despertó el primero. Vio a su hermana tumbada en una cama junto a él y recordó al instante todo lo sucedido. Una lágrima recorrió su rostro justo cuando escuchó la voz del príncipe, que esperaba en la otra punta de la sala y ahora se acercaba hasta su cama.

Me alegro de que despiertes, temía que no te fueras a recuperar – le sonrió.

¿Isi se pondrá bien?

Si, está descansando – le tranquilizó mientras acariciaba su cabello.

Sethir… ¿Qué es lo que me ha pasado? – Preguntó tras pensárselo unos segundos.

Descansa, te lo explicaré en otro momento.

Entonces Arél aceptó con una sonrisa y el príncipe pudo ver, de nuevo, su rostro, que era el mismo que había embelesado al mago. Lo vio resplandecer, parecía que su mirada fuera a tener más fuerza que cualquier legión de la tierra y era más bella que la luna y cualquier belleza terrestre. Seth no pudo contener sus ganas por más tiempo y al verle se lanzó sobre su rostro y le besó con furia, olvidando que acababa de despertar. Mientras lo hacía agarró su cabeza con las manos a ambos lados y le metía la lengua y recorría su boca, y luego bajó las manos y los botones de a camisa blanca que llevaba se rompieron cuando Sethir pasó su mano por el pecho de Arél, tocando sus pelos de los pectorales y volviéndose loco cuando tocó sus pezones.

De haber estado más recuperada, Isi sin duda les habría escuchado, pero permanecía dormida. Seth lanzó a los pies de la cama las sábanas que cubrían a Arél y con un fuerte movimiento le quitó los pantalones con violencia, aunque no le hizo ningún daño a Arél, que observaba la furia y la excitación del príncipe, que lo levantó en brazos, desnudo, y lo condujo hacia la puerta de uno de los extremos de la sala, que abrió de una fuerte patada, y lo llevó hasta la alfombra de el salón donde se encontraban, asustando al entrar, a algunos de sus sirvientes que se encontraban allí. Eran dos hombres y una mujer que al abrirse la puerta con tanta fuerza se asustaron y se levantaron de las sillas. Después y al comprobar el comportamiento del príncipe uno fueron a salir de la sala por otra de las puertas que había, pero uno de los hombres no llegó a salir, simplemente se quedó junto a la puerta, mirando al príncipe y al chico.

Seth tumbó a Arél sobre la alfombra y se arrodilló a su lado, agachándose para besar su cuerpo. Recorrió su pecho y su cintura, llegando incluso a recorrer sus piernas y lamer con su lengua uno de los pies. Estaba invadido de una excitación que había acelerado el ritmo de sus pulsaciones.

Cuando levantó la vista, vio como la polla de Arél se había puesto dura y se levantaba ahora, causando aún más excitación en el príncipe, que la comenzó a engullir al instante.

Mientras tanto, el sirviente real, permanecía inmóvil junto a la puerta viéndolo todo. El chico estaba tumbado boca arriba en el suelo, desnudo y el príncipe lo violaba con euforia sin que éste opusiera resistencia. El cuerpo del joven era casi tan musculoso que el del príncipe y tumbado en el suelo pudo observar lo marcadas que tenía las piernas y los brazos, aunque destacaban más los músculos de su torso. Tenía algo de pelo en las piernas y brazos, y también entre los dos pectorales; su piel era morena y ahora brillaba a causa del roce de Sethir.

El príncipe sin sacarse la polla del chico de la boca, se bajó los pantalones como pudo y desató la tela que lo cubría abajo, dejando salir su polla que estaba tan dura que le dolía tenerla escondida bajo aquellas telas.

Sethir dejó libre su polla y se concentró en la de Arél, cuando este de pronto estiró un brazo y se la cogió. El príncipe sintió entonces l tacto de su piel y levantó la cabeza para mirarlo. Sonreía. Ahora parecía aún mas guapo y poderoso que antes, lo que le hizo dar un vuelco el corazón cuando un escalofrío le recorrió el cuerpo. Le miraba a los ojos cuando de pronto, el chico apretó apenas un poco la mano alrededor de la polla del príncipe cuando este sintió cada milímetro del tacto de Arél. Era suave y templado, y al apretarla ligeramente con la mano Seth quedó un instante inmovilizado y su cuerpo se sacudió hacia delante, como si una descarga de energía le hubiera recorrido de abajo a arriba. Entonces sus ojos parecieron dar la vuelta y quedar en blanco cando soltó un rugido de placer. En aquel momento, Arél tuvo la sensación de que la polla de Seth se inflaba apenas por un instante y una única descarga de blanco, brillante y espeso semen salió disparada con fuerza hacia su ombligo.

Aquella corrida duró más de lo que Arél recordaba haber visto en el príncipe, primero una descarga corta, luego una larga, luego otra corta y por último su polla quedó en reposo mientras salía una última cantidad de semen sin fuerza y goteaba hasta la alfombra.

Entre jadeos y temblores, el príncipe se inclinó hacia delante y se apoyó con los brazos estirados, intentando recuperar el aliento.

El sirviente, que todo había visto, abandonó de inmediato la habitación y se apresuró a llegar a los baños del servicio, donde descargó toda su excitación mientras intentaba recordar haber conseguido ver completamente el rostro del muchacho que, aunque no parecía el mismo, si creía que fuera lo más hermoso de la tierra y pensó que el príncipe estaría perdido.