Palabra de Seth (11:Palabra de Seth)
Este relato fantástico por capítulos cuenta la historia de un chico llamado Arél y su hermana pequeña, que viéndose obligados a huir de su hogar cuando éste es destruido, encontrarán ayuda en el hombre que mascará sus vidas, para siempre..
Poco había dormido el rey Lucio antes de despertarse con los primeros rayos del sol. Horas antes, el espíritu de su difunto consejero lo seguía violando con su propio cuerpo. El rey estuvo consciente en todo momento, aunque a las pocas horas de empezar dio por imposible resistirse. Confuso al ver amanecer, abandonó la habitación dirigiéndose al cuarto en el que descansaba al exiliado de Diin. De camino, su puño cerrado guardaba en pequeño amuleto que Ares le había ordenado entregar. Le había ordenado, a él, rey de Caer, ¿era posible? Cuando recordaba su vieja relación con su consejero nunca habría imaginado que acabaría así, pero ahora, el mago era intocable, y eso le había conferido un rango que difícilmente Lucio llegaría a alcanzar. Todo era confuso, pero debía concienciarse e no perder la cordura y actuar con normalidad, se lo había aconsejado Ares.
Al abrir los ojos y ver los primeros rayos de sol inundando la estancia, Arél sonrió, mirando en silencio al rey Sethir de espaldas, desnudo frente al ventanal, con la intensa luz de la mañana rodeándole el cuerpo, su brazos, sus piernas y su polla con los huevos recibiendo el sol como si fuera Adán en el jardín.
-Qué imagen tan hermosa, parece que el sol a salido para verte a tí - dijo desde la cama. Seth se giró hacia él, sorprendido y se acercó caminando. Su poya se balanceó entre las piernas. -Yo creo que está esperando a que te levantes - dijo el rey agachándose junto a la cama para besarle en los labios.
En aquel momento, unos golpes en la puerta precedieron a la voz de Hector, que pedía permiso para entrar. Cuando, alzando la voz, el rey Sethir le invitó a pasar, se levantó sin miedo a que le viera desnudo. Arél se sentó en la cama, tapando sus piernas con las sábanas.
-Majestad, el viaje a Jarona está ya listo. Unos mensajeros han salido ya hacia allí para informar a al los reyes de nuestra llegada - dijo cerrando la puerta y juntando las manos. -Gracias, Hector - dijo Seth. El rey se dió la vuelta y, sorprendiendo a Arél, lo cogió en brazos y lo alzó. La poya del chico y sus huevos quedaron al descubierto. Héctor sonrió ligeramente al ver la escena. -¡Eeh!- Exclamó sorprendido el rey Arél. -Esposo mío, antes de salir de viaje debemos bañarnos. -Lo hicimos anoche - dijo Arél riendo mientras Seth caminaba hacia la piscina. -El cuerpo de un rey debe estar limpio a todas horas, después nos vestiremos y montaremos sobre nuestros corceles para iniciar nuestro largo viaje - explicó seriamente Sethir mientras entraba en el agua. Junto a la puerta, Hector rompió a reir. -Ayúdame, el agua hoy está mas fría - exclamó Arél cuando su cuerpo se mojó. -Héctor no puede ayudarte - Seth le miró desde la piscina.- Porque él se va a unir a nosotros, ¿cómo iba a ayudaros, majestad?
Hector volvió a reír, esperando unos segundos para acercarse.
-Entra con nosotros - le pidió el rey cuando el guardia se detuvo junto a la piscina, mientras Arél forcejeaba por soltarse de los brazos del rey. -Suéltame, Sethir - intentó contener la risa.
Seth soltó el cuerpo de Arél, sumergiéndolo después bajo el agua con un empujón, mientras miraba a Héctor, esperando a que éste se decidiera. Entonces, bajo el agua, Arél buceó dando la vuelta alrededor de las musculosas piernas de Seth y se colocó junto a su culo. Sin dudarlo un segundo, con una de sus manos separó una de sus nalgas mientras con la otrale agarraba los huevos al rey. Seth, que aún miraba al guardia, cerró en aquel momento los ojos, abrió los labios y exhaló un jadeo de placer al sentir la mano de Arél agarrarle los huevos. Después, cuando el chico lamió el agujero de su culo bajo el agua, Sethir se inclinó hacia delante sin poder evitarlo, apoyándose al borde de la piscina con las dos manos, prefiriendo otro jadeo de gozo.
-Aaah.. Arél.. - Dijo en voz baja con los ojos cerrados.
Héctor, que estaba frente a Sethir, de pie, miró el cabello del rey mientras este se retorcía lentamente junto al borde de la piscina. A los pocos segundos, cuando Arél subió a la superficie, éste miró al guardia con una sonrisa, haciéndolo sonreír a él también. Ligeramente recuperado, Sethir se giró, cogiendo por la cintura al chico, y sentándolo en el borde la la piscina, obligando a Hector a dar un paso atrás. Arél, cuyo cuerpo estaba empapado y chorreaba agua por sus costados, tenía la polla ligeramente erecta, mostrando la punta de su capullo. El chico había musculado bastante su cuerpo desde que Héctor lo vio por primera vez, y se alegró al ver que su entrenamiento había echo grandes mejoras en el cuerpo del que ya era rey de Diin. Seth se agachó entre las piernas del chico mientras el guardia, acusado por una gran excitación, se quitaba la ropa sin dejar de mirarles. Cuando se quitó las botas y los pantalones, Arél agarró sin mirarle una de sus peludas y gruesas piernas, cerrando los ojos de placer mientras Sethir continuaba chupándosela. Se desprendió de su tela protectora y del resto de sus ropas y se arrodilló junto a Arél, poniendo cerca de esta su poya excitada.
-Aahh..- El chico, gozando con la mamada de Seth, abrió los ojos y al ver el peludo miembro del guardia junto a su cara, levantó un mano lo agarró, masturbándole lentamente hasta que decidió metérsela en la boca.
Héctor sintió la saliva caliente de Arél envolverle la poya. Mientras disfrutaba de aquello, Seth estiró un brazo y acarició con su mano la musculosa pierna del guardia. De pronto, el hombre se sintió tan excitado que sacó su poya de la boca de Arél y se lanzó a la piscina, colocándose detrás del rey Sethir y abrazándole por detrás, tocando su pectorales y bajando hasta su glúteos, que separó para empezar a masajear su agujero.
-Mmmm..-Exclamó Sethir sin sacarse la poya de Arél de la boca.
Si esperar más, Hector separó las piernas del rey y colocando su poya en el agujero, comenzó a empujar lentamente, pero cnon fuerza.
-Aaahh..Hector... Aaah... -Dijo el Seth agarrando la poya del chico y mirando hacia atrás, viendo al guardia con una expresión de lascivia que le excitó aún más. -Métesela - dijo de pronto Arél mirando a los ojos al guardia.
Entonces, Hector no pudo aguantar más y penetró con fuerza a rey, que exclamó un grito de dolor, alzando la cabeza y cerrando los ojos. El guardia pegó su pecho a la espalda de su amigo y le abrazó, esperando a que se relajara y se pasara el dolor. Cuando el rey volvió a agacharse para volver a engullir la poya del chico, Hector empezó a dar lentos movimientos adelante y atrás, mientras pellizcaba los pezones de Sethir. Arél, cuyos ojos comenzaban a clarear acusados por la gran excitación que sentía, miró hacia el techo mientras agarraba la cabeza del rey, introduciéndole la poya hasta la garganta.
-Aah..Aaah ah.. -Jadeaba Héctor, acelerando la penetración.-Aah..Ah..
En ese momento, el guardia abrió los ojos, y vio, al otro lado del rey, a Arél dándose la vuelta, colocándose a cuatro patas, con el culo abierto frente a Sethir. Vio el agujero antes de que lo tapara la cabeza del rey. Embistió con más fuerza ahora, empujando con el movimiento el cuerpo del chico desde atrás.
-Aahh.. Seth..- Oía decir al chico mientras gozaba.
Seth dejó de lamer el agujero de Arél,y le metió el dedo corazón, arrancando más jadeos en él. Hector, con sus fuertes embestidas, empujaba en cuerpo de Seth y con éste el movimiento de su mano, que a su vez empujaba a Arél, como si el guardia estuviera dirigiendo todo el acto. Vio desde atrás como Arél, separaba sus gluteos con la manos mientras Seth le metía ahora dos dedos, y lamía también. Sus jadeos y exclamaciones de placer empezaron a oírse por los pasillos de la torre, pero todos los que lo oyeron pasaron de largo y ninguno se detuvo junto a la puerta de los aposentos reales. En el interior, los dos reyes y el guardia personal, follaban junto a la piscina, con más fogosidad a cada momento. Seth sacó sus dedos del cula de Arél, y se levantó para meterle la polla, mientras Hector le penetraba a él. Los jadeos de los tres se mezclaban y entrelazaban inundando la sala. Héctor, que era el más grande y musculoso, y también el que tenía el cuerpo más peludo, tenía el pecho y la frente empapada en perlas de sudor, cuando de pronto, sacudido por un gran orgasmo embistió al rey Sethir con fuerza, empujando también a Arél. Después, se separó del rey y se apartó hacia atrás, antes de sumergirse, aún entre jadeos, y dejándose flotar en el agua, mientras los reyes aún continuaban follando como bestias en el borde de la piscina Seth había convertido sus jadeos en gruñidos salvajes. También tenía la frente cubierta de sudor, igual que sus musculosos brazos, con los que agarraba la cintura de Arél. Los dos tenían el cabello húmedo y suelto frente al rostro, balanceándose con sus movimientos. Seth apretó lo dientes y abrió sus labios, el placer y el éxtasis le habían convertido en un perro, un lobo que estaba a punto de correrse. Entre sus dientes apretados, Hector vio como salivaba el rey.
-Gg..haa... Aaaahh...- Gritó cuando empezó a correrse. Embistió más rápido, haciendo que Arél terminara también, empapando con cada chorro el brode de la piscina mientras sentía el tibio semen de Seth rellenarlo por dentro.
Arél se tumbó en aquella postura, junto a los charcos de semen, y Sethir se tumbó sobre su espalda, agotado, intentando calmar su respiración agitada.
A mediodía, preparada ya la comitiva que acompañaría a los reyes hasta Jarona, Hector se ocupó de preparar los corceles sobre los que cabalgarían los dos reyes, y mientras, en el interior de la torre, Seth se adelantaba al rey Arél y se dirigía hacia las puertas de la torre que permanecían abiertas debido al ajetreo de ir y venir de los sirvientes y guardias. Al llegar a las puertas, Sethir vio extrañado a Raser, uno de sus sirvientes al que hacía bastante que no veía. Cargaba con unas cajas a través del pasillo principal. Lo siguió con la mirada un momento y después siguió caminando hasta bajar los escalones que daban a los jardines frente a la torre. Mientras, saliendo de los aposentos, Isi acompañó a su hermano camino de los establos.
-¿Cuántos días de trayecto hay hasta Jarona?- Preguntó Isi mientras caminaban. Vestía un hermoso vestido de color azul que arrartraba ligeramente por abajo. -No sé.. Pregúntaselo ahora a Sethir - respondió el rey cuando su hermana se adelantó, girándose después hacia él. -¿Podré cabalgar sobre Tarím? - Preguntó al pensar en el potro que Sethir le había regalado. -Claro - sonrió Arél.
En ese momento, Arél se detuvo, inmóvil, viendo acercarse a Raser, con paso firme y rostro serio. Notó algo extraño en el hombre, algo que no terminaba de gustarle. Al pasar junto a él, dudó un instante y entonces le agarró con fuerza del brazo, guiado por un profundo impulso. El hombre se detuvo junto a Arél, con la mirad baja aunque se dió cuenta de que parecía muy pálido.
-Raser...-Dijo el rey sin saber por qué lo había detenido.
Entonces, el hombre alzó la mirada, y Arél observó como su rostro cambiaba, lentamente, confirieno un aspecto que creía haber visto en otra ocasión, aunque no lograba descubrir cuándo.
-¿Qué..? - Se extrañó, apartándose de él. -Creías que te habías...- Dijo el hombre con una extraña voz, lenta y áspera.- ¿librado de mi?
El sirviente se giró hacia Arél mostrando una oscura sonrisa y al abrir los ojos, el rey comprendió de qué le sonaba aquel rostro tan extraño. No se trataba de Raser, sino del mago al que había abatido en los prados de Diin, cuando secuestraron a Isi. La chica, en aquel momento se volteó hacia la voz en su espalda y un escalofrío recorrió su cuerpo. Aún sin comprender aquello del todo, Arél sintió de pronto, un fuerte golpe frío y metálico atravesando su pecho. Mientras observaba el horrible aspecto del hombre, notó que la fuerza de sus brazos se alejaba, haciéndoles perder toda firmeza y dejándolo lacios, en sus costados. La voz de la pequeña Isi, su hermosa hermana, profirió un grito que asaltó a todos los que se encontraban dentro y fuera de la torre, incluido Sethir, que desde fuera, comenzó tras unos segundos de incertidumbre, a correr hacia la entrada, empujando a las doncellas que portaban con el equipaje de los caballos. Los gritos de la hermana de Arél continuaban estallando en la torre cuando llegó hasta ella, que se desplomaba, impotente.
Sethir redujo la carrera hasta detenerse a la altura de Isi, mirando hacia Arél y Raser, que permanecían el uno frente al otro, de pie, varios metros más adelante. Entonces, el sirviente bajó su mano y Seth pudo ver la daga dorada que sobresalía del hueco que quedaba entre las placas de la armadura pectoral de Arél, por donde empezaba a derramarse sangre. Los ojos del rey se abrieron de para en par mientras su mente se nublaba, y ahora veía cada segundo, lentamente, como si se ralentizara el tiempo. Arél bajó la mirada hacia la empuñadura de la daga, que intentó agarrar con sus brazos, mientras sus ojos se cerraban. Isi, tirada en el suelo, agarraba la falda de su vestido y golpeaba el suelo de mármol, mientras lloraba y gritaba sin control. Raser, el traicionero sirviente, se apartó de Arél, caminando hacia atrás, mientras su sonrisa se convertía en una risa demente, que deformaba su cara. Entoces, la nube oscura que se había estado formando en el interior de Seth desde que entrara en la torre, ascendió por su garganta hasta hacerle un nudo en ella, obligándole a gritar y llorar, mientras corría hacia Arél, que empezaba a desplomarse en el sitio. Al caer, la armadura plateada del rey, resplandeció como nunca al recibir los rayos de sol que entraban a través de las puertas. Cuando llegó junto a él, Sethir lo tomó en sus brazos, levantando su rostro y majándolo con sus propias lágrimas, mientras palpaba con miedo la empuñadura de la daga.
-¡Nooo! ¡Noo! - Exclamó antes de que sus gritos se convirtiesen en llantos.
El rey apretó a Arél contra su armadura y sijetó su cabeza contra la suya.
-Arél... Noo..- Logró decir Sethir al notar que las pulsaciones en el cuello del chico se iban ralentizando. En ese momento el rostro del rey se endureció, cuando aún resbalaban las lágrimas por su rostro, y habló con la voz seria, firme.- No voy.. No voy a dejar que te vallas..-Dijo al cuerpo de Arél.- ¡No pienso dejar que te mueras!- Exclamó con dureza. Entonces metió un mano bajo el cuello de la camisa de seda que había bajo su armadura y extrajo en colgante blanco que le entregara su madre, a través de Arél.
Con torpeza, Seth levantó sobre el rostro de Arél la Estrella albar y la sujetó con fuerza de la cadena.
-Mi padre me regaló este objeto, con la esperanza de que entregara mi alma y mi destino al reino de Diin - dijo apretándose a Arél.- En el ahora se encierra mi corazón, y mi espíritu, y ellos ya no son nada.. si tú no estás conmigo, Arél... -Rompió a llorar nuevamente, perdiendo las fuerzas, pero se rigió, aún con la Estrella albar colgando sobre Arél.-Por eso te entrego - su voz se tornó neutral, acompañando un destello de la esfera que encerraba el colgante,- a ti mi alma, igual que llevas mi corazón.. Arél... Regresa a la vida, y venga nuestro amor - dijo con dificultad el rey, llorando cada vez con más fuerza.- ¡Mi palabra escucha! ¡A ti mi alma entrego!- Gritó alzando el colgante que resplandecía cada vez más. A partir de aquel momento, la estancia se oscureció rápidamente, hasta convertirse extrañamente en una densa nube de niebla, que apenas permitía a Isi ver los cuerpos de los dos reyes.
Raser, intimidado por aquello, se acercó a las puertas de la torre, sin dejar de mirar la escena, intentando correr lejos de allí. Pero le fué imposible. En el mismo instante en que Seth se desplomaba junto a Arél, y el cuerpo del chico resplandecía de blanco, las piernas del sirviente quedaron inmovilizadas, aterrorizándole aún más.
Un suave rumor inondó la entrada de la torre, mientras la blancura que la llenaba aumentaba a cada segundo. A abrir los ojos, Arél ya no era el mismo que todos habían visto hasta entonces. Su mirada serena y sonriente de siempre se había tornado blanca, vacía. Su cabello, ahora blanco, parecía moverse hacia los lados como impulsado por una energía invisible que lo rodeaba. En vez de levantarse, su cuerpo literalmente se elevó, hasta quedar erguido frente a Raser, cuyo rostro de pánico alcanzaba lo inimaginable. Entonces, todos los sonidos del mundo enmudecieron, ralentizando un poco más cada movimiento, y Raser contempló el rostro serio, neutro y divino del muchacho, que inclinó levemente la cabeza a un lado cuando se toparon de frente, haciendo en aquel momento, que el cuerpo de Raser se elevara unos centímetros del suelo, mientras éste aún gritaba de terror, y mientras Isi empezaba a ver como la piel de los brazos del hombre se estiraba hacia afuera, la blancura lo envolvió, impidiendo que la chica viese más, dejando que los horribles gritos de agonía le hicieran hacerse una idea de lo que podía estar pasando. Entonces, llevándose las manos a los oídos, intentando ocultar aquel sonido, Isi vio su blanca visión oscurecerse antes de que quedara desmayada.
Varias horas después de aquello, Isi despertó en un desolado paisaje de cuerpos desmayados y cristales rotos. Confusa, intentó levantarse y acercarse hasta Seth, que era el único cuerpo que reconocía desde allí. Al llegar junto a él, se arrodilló y comprobó sus pulsaciones, estaba muerto.
-Oh.. Sethir..- Dijo antes de que sus ojos empezaran nuevamente a lagrimear. Entonces se dio cuenta de que cerca de Seth, el cuerpo de su hermano Arél permanecía inerte con una mano estirada tocando la de Sethir.-¡Arél!- Gritó al abrazar su cuerpo.
Al hacerlo, Isi notó que la daga que había atravesado el pecho de su hermano no estaba ya en su sitio, justo cuando vio que su otra mano la sujetaba sobre el pectoral derecho, clavada en el corazón, que aún sangraba.
-AAAaaahh....-Lloró la chica, gritando con todas sus fuerzas. Abrazó a Arél contra sí.
Sethir había dado su vida por revivir a Arél, pero éste, al no aguantar la idea de una vida sin su amado, decidió atravesar su corazón, con la esperanza de seguir a Seth hasta la otra vida. Él había prometido al chico, le había dado su palabra de que le amaba y que jamás le abandonaría, y Arél iba a igualar la Palabra de Seth.