Palabra de Honor

Alicia Fuentes, una artista de veintitrés años que deslumbra con su arte por doquier. Sin embargo, tiene un pasado que la persigue, uno que recurre frecuentemente a sus sueños transformándolos en pesadillas. ¿Podrá Alicia ser feliz algún día? ¿Alguien podrá borrar todo lo que la hiere y atormenta?.

Alicia se revuelve en la cama soltando sonidos lastimeros que angustiarían a cualquiera que la escuchase. Se despierta completamente sudada con cierta exaltación de la terrible pesadilla en que se encontraba sumergida. Llevaba cinco años con el mismo sueño; lo peor del caso es que no era una simple pesadilla sino un hecho sucedido.

Se levanta como siempre completamente desnuda, sus piernas torneadas de un color muy blanco, su larga melena caía en cascada ondulada de un color castaño oscuro, tenía bonita figura con unas curvas muy femeninas, aunque no estaba tan en buena forma podría hacer suspirar a más de una persona si lo quería. Se ducha sin siquiera poner mucho cuidado a donde ponía las cosas y lo que mojaba simplemente ella no era persona hasta que desayunaba y se tomaba un buen café.

Luego de ducharse se coloca su ropa interior nada sexy para ponerse unos blue jeans, unas converse desgastada y una camiseta holgada, se dio prisa ya que le esperaba una larga jornada como artista, tenía que terminar unos cuantos cuadros que le habían encargado. Aunque no era famosa todo lo que hacía lo lograba vender a un buen precio.

Saliendo de su departamento se dirige a la cafetería que frecuenta por las mañanas, encamina hacia la mesa del rincón más alejada para disfrutar de un buen desayuno con una maravillosa lectura, pasó un tiempo cuando había terminado de desayunar. Sabiendo lo que pasaría a continuación alrededor de esas horas levanta la mirada hacia la puerta, una mujer entra a la cafetería con su arrebatadora sensualidad que hace que todo el mundo se voltee a verla. Su ropa a medida elegante sin ser formal del todo, morena de ojos oscuros que harían debilitar tus piernas, una sonrisa enigmática y una voz que hechiza. Alicia, sin perder ni un movimiento de la chica se sentía profundamente atraída, al principio sólo pensaba que era esas ganas de dibujarla desnuda, de saber el arte de su alma en papel a carboncillo, pero ya era cosa del corazón. Cuando la veía el corazón se aceleraba y si ella volteaba a mirar, Alicia simplemente ponía el libro que frecuentaba llevar entre sus miradas para disimular antes que ella captara la suya. Le resultaba sumamente molesto e irritante lo que sentía por esta desconocida. La primera vez que la vio sintió como un deja vu, creía en la reencarnación y aunque nunca se le cruzó por la cabeza encontrarse a alguien de su otra vida, esta mujer hermosa seguramente era de una vida pasada.

Ese día Alicia se quedó tan hechizada de la mujer que no se percató cuando la chica la miró y venía acercándose con dos tazas de café.

—Hola, ¿Puedo invitarte un café si no es mucha molestia? —lo dijo con la más radiante sonrisa. Alicia no salía del estupor por lo que la chica comenzó a ponerse un poco nerviosa.

Alicia sale de su nebulosa — Ya me tomé el mío, pero otro no hace nada de daño —le sonrió de medio lado. Gesto que le hizo dar el segundo paso a la chica procediendo a sentarse. Las dos se miraban, como buscando algo más allá del cuerpo, reconociéndose tal vez… Al parecer las dos sentían lo mismo, pero ninguna se percataba de lo que estaba sucediendo. Alicia al darse cuenta de las miradas intercambiadas se sonrojó de la nada y empezó a darle un ataque de risa, cosa que a la mujer le extrañó y a la vez le pareció la acción más extraña y más tierna del mundo.

—¿De qué nos reímos? —dijo sonriendo medio divertida.

—De nada, de la situación… De la vida, tú aquí sentada frente a mí con una taza de café—le contestó sonriendo. Antes que dijera cualquier otra cosa extendió su mano —Un gusto conocerte…—dijo interrogante.

—Verónica… Me llamo Verónica y tú… Alicia ¿no? —dijo sujetando su mano que transmitían electricidad a la otra dama, gesto que las sorprendió a las dos.

Alicia poniéndose un poco nerviosa de repente, pero sin demostrarlo —¿Cómo lo sabes? — preguntó.

—En esta cafetería por doquier existen cuadros pintados por una tal Alicia Fuentes, me tomé la molestia de preguntarle a la dueña quién era la artista y te señaló, ahora eme aquí — sonrió toda chula y pícara.

—    Que curiosa tú… ¿Te gustan mis obras? Realmente no es nada del otro mundo, las pinté por la temática del lugar, pero no es lo que apasiona — dijo muy seria.

—    Si me gustan tus obras. Oh, que intrigante y … ¿Qué es lo que a una dama como tú le apasiona? — Estaba medio coqueteando con ella. Alicia sabía muy bien lo que intentaba Verónica, pero esta no se la pondría fácil.

—    Pintar rostros, sobre todo desnudos…—dijo de manera pícara y sin darse cuenta rozó su pie con la pierna de ella, gesto que hizo a Verónica removerse en el asiento. Tosiendo un poco — ¿Sí? Qué bueno me encantaría poder verlos algún día—dijo recuperándose y volviendo a su estado anterior una hembra dispuesta a cazar.

Alicia empezó a reírse de repente — Hay que ver que tú eres buena con eso de coquetear, me gusta, aunque te resultará bastante difícil. Sé cómo te miran todos acá, puedes tener a cualquiera de hecho una mujer mil veces más sexy que yo.

Verónica la miraba con admiración—Lo sé, puedo tener a cualquiera, pero me fijé en ti y aquí me quedo— sonrió, esa sonrisa brillante y hermosa que tenía.

—Espero que sea sincero y no estés mintiendo, no me gustan las relaciones pasajeras, para eso tengo a mi robotina en casa—Lo dijo de la manera más seria posible y un poco asfixiada, no sabía por qué, pero quería alejarse de Verónica. Muy dentro, en el fondo le temía a esta mujer, era tan perfecta… No sólo por su figura, sino que tenía buen corazón por lo que estuvo escuchando de ella por un largo tiempo, también escuchaba cosas malas, pero Alicia siempre escuchaba las cosas buenas que tenía esta mujer. Sentía que no se merecía a alguien así en su vida, tantos golpes que le ha dado el destino y viene arrojándole lo más hermoso que ha podido visualizar a través de sus ojos, además de cierta nostalgia. Verónica se sentía sola, aunque nunca lo admitiera, eso lo sabía Alicia como también que ambas estaban destinadas a conocerse, mientras están juntas se sienten complementadas.

Eran tantos sentimientos que Alicia decidió retirarse. No se había percatado que Verónica estaba hablando todo el rato mientras Alicia simplemente se perdió en esa mirada que le demostraba muchas cosas hermosas, no le dio miedo de lo que vio, le dio miedo tener una mujer tan especial como ella en su vida.

—Escucha Verónica me tengo que ir, gracias por el café, nos vemos después— Alicia notó en Verónica confusión, un poco de miedo y decepción. Alicia se levanta estrepitosamente de su silla excusándose que tenía cosas que hacer y había olvidado. A Verónica le resultó extraño la pérdida de conexión y vacío que sintió al separarse la chica de ella. Nunca había sentido nada igual y tampoco le habían hecho algo parecido. Esta chica era extraña divertida, enigmática, atractiva y un cúmulo de cosas que le encantaban.

Alicia se sentía aturdida, molesta y tan feliz a la vez, pensaba que había hecho un descubrimiento muy grande en su corazón. Jamás había tenido una conexión así con alguien en su vida a parte de su hermana; sin embargo, sabía que esto era algo más… Sentía ganas de correr, así que corrió como nunca lo había hecho.

Después de correr, de sudar a mares se dirigió a su estudio que también era su casa, sin ducharse ni comer lo primero que hizo fue sacar un lienzo nuevo y empezó a pintar un rostro que la traía loca desde hace mucho… El rostro de Verónica.

Ese mismo día en la noche, Verónica en su casa trabajaba sin parar frente a su laptop rodeada de documentos, no podía concentrarse. Sólo pensaba en qué rayos había hecho para que Alicia saliera de la cafetería de esa forma. No sabía casi nada de ella, solo su nombre, artista de bellos cuadros, que frecuentaba la cafetería sentándose en un rincón y a pesar que todas las personas la miraban, Alicia era la única que no lo había hecho, al menos de una manera tan descarada como lo hacían los demás. Esa noche se dirigió un poco molesta a la ducha para luego tomarse una cerveza y mirar la noche en su balcón.

Alicia después de terminar el lienzo más hermoso que había pintado daba muchas vueltas en su cama, Verónica no salía de su cabeza, así que hizo lo que llevaba tiempo sin hacer, se tocó…

Se abrió de piernas acariciando su pubis dirigiendo poco a poco sus dedos hacia abajo para entreabrir sus labios, jadea cuando nota que está muy lista y mojada. De pronto piensa en la voz ronca de cierta persona, su mirada, su sonrisa, sus manos. Cierra los ojos, dejándose llevar imagina que Verónica le susurra al oído dejándole saber que sabe lo mojada y estrecha que está, sus besos recorriendo su cuerpo. Va directamente a su entrada, disfruta provocándose introduciendo uno de sus dedos volviéndolo a sacar dirigiéndose a su clítoris dando suaves masajes circulares, pensando en esa boca que podría succionar muy bien su hermoso botón. Alicia empieza a jadear por la erótica imaginación, se desata un poco y se coloca en posición boca abajo con las rodillas flexionadas, con lo mojada que está se introduce con facilidad dos dedos, su vagina los succiona pensando que es Verónica la que los sumerge en su cuerpo, los acepta… Le gusta, la vuelve loca. Sus caderas empiezan a coger vida y a moverse en un vaivén, jadea, gime por lo intenso que está siendo. Siente en la planta de sus pies crecer un fuego que se dirige con gran velocidad hacia sus pechos erectos y directamente hacia sus mejillas, está a punto de explotar cuando escucha en el fondo de su mente la voz riquísima de Verónica diciéndole:

—Córrete para mí…


Nota :

Hola querid@ lect@r.

Espero que hayas disfrutado de este relato. Pretendo hacer de él una serie, si quieres saber más de la historia de estas protagonistas o quieres hacer una crítica constructiva, por favor te invito a dejar tus comentarios.

También me puedes escribir a la dirección de correo electrónico:

mariposeatetodorelatos@gmail.com