Pajillera de mi hijo

Cómo acabe masturbando a mi hijo producto del largo confinamiento por el coronavirus

Año 2020

Llevamos confinados un mes mi hijo y yo. Yo estoy divorciada y tengo 48 años y mi hijo Jorge es adolescente. Soy morena 167 64 kg y tengo una 90c. Considero que no estoy mal para mi edad aunque me sobra algún kilo de más y lógicamente a mi edad, las tetas ya se me caen y tengo un gran culo en el que se me suele perder la tira del tanga haciéndola invisible.

Lo cierto es que tras 30 días confinados yo solía estar por casa en bragas y camiseta o con pijamas, al igual que Jorge que solía ir con bóxer y camiseta. A veces notaba un gran bulto en el bóxer de Jorge, sobre todo por las mañanas recién levantado o por las noches cuando veíamos alguna película antes de dormir.

Cuando pasábamos largas horas de sofá podía darme cuenta que sus ojos se le iban muchas veces a mis braguitas y sentía como un no sé que en el estómago que hacía que terminara mojándolas. Siempre he sido una mujer de “flujo fácil” no en vano, es normal que cuando me quito las bragas para ducharme es más que normal que tengan el correspondiente manchurrón de flujo que muchas veces se puede ver desde fuera y percibir el fuerte olor que deja en las bragas.

Como siempre he sido liberal en el sexo y lo considero algo normal en la vida de las personas una mañana me decidí a preguntarle:

-          Oye jorge quería hacerte una pregunta

-          Dime mamá

-          Verás es que estos días me he dado cuenta que te pasas el día empalmado (dije mirando a su bulto del calzoncillo)

-          Joder mamá que cosas dices (se puso colorado como un tomate)

-          ¿Tú no te masturbas?

-          Joder mamá que corte

-          Hijo la masturbación es algo natural y esa dureza en tu polla se arreglaría simplemente sacándote la leche de vez en cuando…

-          Mamá me da corte hablar de esto contigo

-          Ya hijo, pero ahora no sales con tus amigotes ni puedes hablar de nada de esto y puedes aprovechar que estoy en casa para solventar las dudas sexuales que tengas

Jorge se quedó callado un buen rato pero podía notar como miraba mi tanga y como tenía la polla de dura. Yo notaba la humedad en mi entrepierna y percibía el ligero olor de mi coño. Hacía tiempo que no tenía relaciones sexuales y con la tontería de la charla me estaba poniendo calentorra con mi hijo. Al rato mi hijo se decidió a hablar

-          Verás mamá es que no me baja bien el capullo y no consigo hacerme pajas como se hacen mis amigos

-          ¿Me estás diciendo que a tu edad no te has masturbado nunca? ¿y qué es eso que no te baja el capullo?

-          No mamá, no me he masturbado nunca, mis amigos lo hacen a diario pero yo no sé hacerlo y a ellos les digo que si que lo hago porque me da corte preguntarles como se hace o que me enseñen como se hace y piensen que soy maricón

Ahora la sorprendida era yo

-          Vamos a ir por partes Jorge ¿te importaría enseñarme la polla a ver que es eso de que no te baja el capullo? (yo la verdad que hacía años que no le veía su polla desde que lo bañaba cuando era pequeño, pero de eso hacía mucho)

-          Mamá ¡!!

-          Venga no seas crío, quién mejor que una madre para enseñarte ciertas cosas (¿me estaba poniendo cachonda con mi hijo?  Si, me estaba poniendo cachonda con mi hijo)

Como veía que aquello no iba a ningún sitio me tire a sus calzoncillos riéndome para bajárselos

-          Venga cariño no seas tonto (y le baje el calzoncillo )

Al bajarle los bóxer inmediatamente su polla saltó como un resorte y me llego un olor fuerte a polla de adolescente, era por la mañana recién levantado y se acumulaban los típicos olores de sudor y haber meado, más la humedad de estar evidentemente excitado, un olor fuerte y excitante para algunas personas como para mí. Además pude comprobar dos cosas: una que mi hijo ya era todo un hombre, ante mí tenía un trozo de carne duro como una piedra y aunque yo había tenido varias relaciones con chicos, tenía ante mí la polla más grande que había visto nunca, algo desproporcionado a su cuerpo todavía de adolescente. La visión era esplendorosa, su polla tiesa, dura, caliente, olorosa, los huevos bien pegados sin descolgar, sin un pelo en ellos, sólo la mata de pelo encima de la polla. La otra cosa que comprobé era que ciertamente teniéndola como la tenía de dura el capullo apenas asomaba del capuchón que formaba su prepucio.

A todo esto la situación era yo arrodillada entre las piernas de mi hijo, con el bóxer por los tobillos, su polla dura como una estaca a pocos centímetros de mi cara y Jorge totalmente callado y colorado.

Ya habíamos llegado hasta aquí y ahora tenía que ayudarle como le había prometido.

-          Y ahora qué (me preguntó)

-          Ahora mamá te va a ayudar pero esto no puede salir de estas cuatro paredes, me lo tienes que prometer.

-          Si…. Dijo en apenas un susurro.

-          Lo primero que hay que hacer es intentar bajar el capullo poco a poco. Date un poco de saliva en los dedos y moja bien por dentro del prepucio.

Mi hijo se echó saliva en los dedos y empezó a pasarlos por su glande. Yo cada vez estaba más cachonda ante la visión de aquel pedazo de polla y el tiempo que llevaba sin follar.

-          Y ahora tienes que ir bajando poco a poco el capuchón para ir dejando al descubierto el capullo.

-          Es que me duele mamá, no baja bien

Sin decir nada me escupí en mis dedos y le agarré la polla intentando bajar poco a poco el pellejo para dejar al descubierto su capullo. Aquello bajaba con dificultad, pero entre mis dedos con saliva y su cada vez más húmeda polla la cosa iba funcionando y cada vez que bajaba la mano asomaba un poco más el capullo. Aquello también era enorme, era como una seta escondida y el olor era cada vez más fuerte, y lejos de echarme para atrás aquel olor fuerte a macho caliente me ponía cada vez más cachonda. Notaba como mi tanga estaba vez más mojado y notaba como se me hinchaba el clítoris. En algún momento de todo el  proceso debí perder la noción del tiempo, y allí estaba yo con la mano en la polla de mi hijo, agarrándola a duras penas en mi mano y con el vaivén de sube y baja a lo largo de su polla y salí de aquel letargo con los gemidos de mi hijo

-          Oh siii ohhh dios que gusto mamá

Sin comerlo ni beberlo lo que iba a ser una charla de educación sexual se había convertido en una madre haciendo una paja en toda regla a su hijo y mientras pensaba todo esto para mis adentros, allí seguía mi mano pajeando la polla de mi hijo, hasta que desperté con un gemido más fuerte y una explosión de leche que salía de la polla de mi hijo. No sé cuantos chorros le salieron, pero los sentía como disparos de leche caliente. Un  chorro me dio directo a la cara en los ojos, otro me salpico los labios un tercer chorro me salpico las tetas y la barriga y luego los siguientes ya quedaron en su pecho y en su polla. Ese olor a leche caliente junto con el de su polla me estaba poniendo como una perra en celo.

-          Ha sido genial mamá ¿eso es una paja?

Me despertó de mis ensoñaciones su comentario y de repente me sentí sucia y avergonzada, así que me levanté corriendo

-          Si hijo, eso es una paja, pero esto no puede ocurrir más veces ahora te las tendrás que hacer tu sólo ya que sabes cómo se hace

Y dicho esto me levante corriendo bañada en leche para lavarme en el baño. Cuando entre el baño podía notar todavía el olor de su polla y de su leche sobre mi cuerpo, mi cara, mis tetas. Además podía notar cómo me subía el olor de mi coño completamente encharcado de flujo pidiendo una polla que me penetrara como una perra. Así que me sente en la taza del wáter y metí mis dedos en el tanga y comencé a sobarme el clítoris mientras me olía los dedos con aroma a lefa.

Cuando terminé me duche y salí del baño avergonzada. Le dije a Jorge “esto no puede pasar más veces”

Al día siguiente, ya por la mañana temprano estaba a cuatro patas de rodillas comiéndole la polla a mi hijo. Había entrado en su cuarto en camisón a despertarle y le vi dormido con la polla totalmente dura con restos de lefa. El cuarto olía a polla y sudor, un olor fuerte que en seguida me puso los pezones duros y el coño babeando. Esto no puede ser pensé, pero al momento estaba oliendo la polla de mi hijo totalmente dura y babeante, asi que cuando se despertó sin mediar palabra se sentó en la cama y me puse a chupársela como una perra en celo. Estar con su polla en la boca, percibiendo el intenso olor a polla mezclado con el sudor de la noche, la corrida el día anterio y el olor a pis, me encendía como una perra. En seguida empecé a notar el precum amargo en mis labios y luego con un gemido intenso de Jorge me estalló un chorro de leche espesa en mi boca que me trague gustosa. Luego un par de chorros más impactaron en mi cara y mis labios. Otra vez había sacado la leche a mi hijo y supe que ya nada sería igual después de aquello.

continuará