Pagar con el propio trabajo
Una chica tiene que pagar por el arreglo de coche con su propio cuerpo
Todo esto fue un accidente. Yo siempre manejaba perfectamente el coche y no me preocupaba nunca por adquirir un seguro. A mí nunca le pasaba nada.
Ahora no sabré describir cómo pasó el accidente. Claro que yo no tenía bastante dinero para pagárselo... Para pagar el arreglo del coche del chico con quien choqué no tendría dinero ni un magnate. Para mi gran sorpresa el chico no se enfurió fuera de lo que cabía en estas circunstancias y al saber que yo no tenía pasta para compensarlo de un solo pago, me dijo en un tono tranquilo que mañana pasara por su casa a reúnirse con él y con su abogado para que entre todos decidiéramos cómo arreglar el problema.
Esta mañana me he puesto muy guapa. Quizá fuera una tontería pero por el comportamento tranquilo y incluso amable del chico del accidente, concebí la loca idea de que igual le había gustado y a eso venía tanta serenidad. Por esto por la mañana me duché con mucho cuidado, me depilé y me puse el vestido negro que aunque me llegaba hasta las rodillas y por tanto daba la falsa impresión de decencia, era hecho de una materia tan fina que debajo de ella se dibujaba sin ninguna dificultad la sinuosidad de mi cuerpo y las curvas de mis nalgas, que hizo que al salir a la calle bajo el sol lo primero que sentí fueron al menos tres miradas de vecinos tan sucias que parecían tener forma y podría jurar que en lugar de los vistazos fugaz que deslizaban por mi cuerpo sentí los dedos de una mano sucia y grande manoseándole la parte interior de las caderas hasta tocarle los labios.
El vivía como cabía esperar, en un apartamento grandisimo en uno de los edificios históricos del centro de la ciudad.Me abrió él y para mi sorpresa, pareció no haber hecho caso omiso a mi ropaje.
En el salón ya nos esperaba el abogado. El último, en contraste con su cliente que seguro que llegaba a los 1.90 cm y era musculoso, apenas llegaría a los 1.65 cm y era muy flaco vestido en un traje que encima le venía grande, lo cual no favorecía nada su figura.
- En vista del acontecimiento del día anterior y su fracaso al pagar la factura, señora ... cómo se llama Usted? – me preguntó el abogado.
- Llámame Anna, señor.
- Bien, como Usted no ha podido hasta la fecha pagar el arreglamiento del coche de mi cliente, hemos considerado opotuno proponerle pagar con el propio trabajo el arreglamiento. ¿Le parece?
Su tono era tan frío y el chico con quien había chocado y cuyo nombre seguía sin conocer me miraba tan fijamente y indiferente, que se me puso la piel de gallina y ni siquiera me atreví a preguntarle en qué consistiría el trabajo. Justo en este momento el abogado me examinó de pies a cabeza tan profesional y desdeñosamente que me sentí incomoda.
- Como Usted puede suponer hay distintos tipos de trabajo... pero ya que vemos que Usted tiene la capacidad de pagar lo que le resta en menos horas unque igual con un poco más de esfuerzo, ¿por qué aplazarlo? Señorita también quiere que el asunto se cierre lo más pronto, ¿verdad?
Asintí lentamente tragando la saliva y mirando a los ojos al abogado que ahora se acercaba a mí. El dio una vuelta alrededor de mí y concluyo.
- Yo me encargaré de buscarle el trabajo y los clientes y también de calcular la paga que gana por cada trabajo. Mientras que mi cliente pasa a tener el poder absoluto sobre Usted y tener la última palabra en lo concerniente a Usted. Usted no tenga miedo, si trabaja bien ambos saldremos contentos y esto no durará mucho. Siéntase Usted, por favor. – ofreció el abogado ante la perplejudad visible de la chica.
Esta noche tengo que estrenar en su nuevo trabajo. Los dos últimas horas las he pasado en la compañía del abogado y los médicos, entre ellos el ginecólogo que me reconoció en presencia del abogado y mi Amo, como a partir de ahora tendrá que llamar al chico del accidente. Esto, me dijeron, para que no soboranara al médico. Luego me llevaron al baño donde tuve que lavarme bajo la vigilancia del Amo y su abogado, quienes contemplando mi preparación,soltaban comentarios acerca de mi aspecto físico. Me avergonzaban pero a la vez no podría negar que esto me pusiera bien mojada.
- Hoy es el cumpleaños de un amigo mío y tú serás en entretyenimiento especial. ¿Entendido? – me preguntó el Amo al llevarme a la sala en cuya puerta me quedé parada al ver unos 20 chicos que se volvieron en mi dirección y me comían con sus miradas hambrientas.
- Ahora que has visto cuántos seremos, te voy a vendar los ojos, bonita. – me dijo al oído y acto seguido me envolvió la oscuridad.
Oí los pasos acercarse y sentí al menos diez manos acariciándome y explorándome a la vez. En el cuello, agarrando mi pelo, tocando y apretando mis pezones hasta que gritara, y claro, subiendo por las caderas, abriéndose el paso entre los labios de mi vagina... Unos dedos de hombres diferentes a la vez intentando penterarme. Entre todo esto me desnudaron y por lo que sentí pude deducir que me habían colocado en una mesa, donde me ataron las manos y los pies, de modo que me quedé expuesta a sus miradas y dispuesta, sin poder defenderme, a servirles.
- No te preocupes, bonita. Esta noche pasará rapidito. – sentí el aliento de mi Amo acariciar mi oído.
En este mismo instante sentí la cabeza de un pene deslizarse por el exterior de mi vagina. Instintivamente, intenté alejarme y tensé todos mis musculos.
- Mejor que no te resistas, bonita. – continuó mi Amo, aprientándome el cuello. – De todos modos, aunque decidas intentar oponerte a nosotros y nuestra fuerza... más placentero será para nosotros follarte. – Y con estas palabras soltó mi cuello, que me hizo tragar con avidez el aire.
Me penetraron de golpe. Eché un grito y en este mismo instante alguien me dio una bofetada.
Aunque en un principio me excitaba lo que pasaba, al ver a todos aquellos hombres, me sequé y el chico que me acababa de entrar, sacó su pene y con desdén, manteniendo mi orificio abierto con sus dedos, escupió adentro. Entre tanto, alguien, con otra bofetada me hizo abrir la boca y introdujo su membro adentro. Se me escapó una lágrima al sentir mi cuerpo tratado así. Mientras el chico extendía su saliva por su miembro, deslizándola a lo largo de mi raja, algunas manos me azotaban los pechos, la tripa, el cuello.... Otros manos me retorcían los pezones, que ya no podía contener las lágrimas y empecé a suplicarlos no a que me soltaran, sino a que al menos me trataran mejor.
- Tu cuerpo no merece mejor tratamiento, puta. El médico nos dijo que tenías tu orificio bien usado... A saber a cuántos has alojado antes que a nosotros? Dános las gracias que te permitamos complacernos así. Será lo mejor en tu vida, cerda.
Aquí yo empecé a llorar locamente. Antes nunca me habían tratado así. Solamente había tenido un novio quien me tenía mucho cariño pero quien tuvo que mudarse por cuestiones de trabajo.
Al lubricarme me penetraron otra vez. Me estremecí ante sus golpes bruscos y salvajes y involuntariamente tendí mis muslos, a que el quien me follaba reaccionó:
- Sí,sí, putita que así me gusta... Ayudame...
Me sentí humillada como nunca. Ante su invasión una y otra vez con tanta fuerza y tanta cruelidad no podía relajarme.
Me volví la cabeza para el lado izquierdo y me mordí el labio. Al principio fue para poder aguantar mejor. Pero luego a pesar de todo la cosa había empezado a gustarme y no quiería que se me escapara alguna manifestación de mi deleite.
- Ay que mirala, que está gozando. Anda bonita, abre tu boca que te queremos oír. – y se echaron a reír.
Mientras uno seguía invadiéndome allí abajo con mucha fuerza, alcanzando casi el útero al penentrarme y luego la sacaba de mi tan rudamente que me arqueaba en convulsiones por su repentina ausencia. Y luego volvía a metermela a una velociad que hacía rebotar mis pechos lo que hacía a los demás reírse aun más. Así estaba yo, con las piernas abiertas a lo máximo, atada sin ver quien me follaba. Al mismo tiempo sentía dedos de alguien frotándome el clitoris pero con tanta presión y tan descuidadosamente que sólo me lograba dañar, lo que añadía a mi posición ya bastante degradante.
- Que yo no puedo más. Que aquí los que gozan tenemos que ser nosotros, ponedla a trabajar!
Con estas palabras me dieron una bofetada y al abrir la boca, pegada insesperadamente sentí una polla dentro y la mano me agarró el pelo empezó a ponerme sobre su polla. Me empecé a asfixiar pero a nadie le importaba...
- Trabaja, pequeña, - oí la voz de mi Amo a mi oído. – que si no trabajas con calidad y no nos quedamos satisfechos, tardarás mucho en pagarlo. – Y con estas palabras colocó su mano sobre mi pubis, así que yo sentí que estaba en su poder y él me controlaba.
Empecé a trabajar con mi lengua intentando acoger tanto como podía su miembro. En este momento sentí que me sacaban la polla de mi vagina y el acto seguido sentí la leche sobre mi vientre. Y la mano de mi Amo, extendiéndolo por todo mi cuerpo.
- Siguiente! – ordeno él y inmediatamente sentí otro pene llenar mi orificio que no se había recuperado después del chico anterior.
El nuevo se paró un momento. – Está seca, putita.
- Joder, me sacas de quicios. – dijo el amo y tras escupir en sus dedos, me los metió dentro lubricando mi raja.
De nuevo sentí el pene.
- Déjamela llena de leche, para que no haya que lubricarla más. – dijo el Amo.
El nuevo me follaba muy rapido y pronto se inmovilizó dentro de mi llenandome de su calido liquido. Inmediatamente otro ocupó su lugar y sentí otro penetrarme. Eché un gemio pero entendí que ya no podía hacer nada y dejé de resistirme, concentrándome en satisfacer a los que pasaban por mi boca.