Pagando deudas

Cuando la situación económica es apremiante hay que pagar las deudas de alguna manera, y si aparece forma de que queden utilidades, aún mejor.

Los negocios de Javier no van bien y el nivel de vida que nos damos hace que nuestras deudas aumenten y aumenten. Afortunadamente hemos contado con la colaboración del hermano de Javier, Darío, quien está pasando por un excelente momento económico, no tiene novia y casi se diría que no sabe en qué gastar sus ingresos.

Darío es dos años mayor que mi esposo y cuando lo conocí sentí esa desagradable sensación de “¿Por qué tenía que engancharme con el hermano feo antes de conocer al otro?”. Hace un par de semanas llamó a Javier y le dijo “Javi, eres mi hermano del alma y te aprecio infinitamente, pero tienes que bajarle al nivel de vida que llevas, conseguir más ingresos o hacerte responsable de tu vida de alguna manera. No te hago ningún bien aumentándote la deuda, no te prestaré más dinero mientras no pagues lo que ya me estás debiendo”.

Javier no gasta mucho en sí mismo, confieso que la despilfarradora y “buena vida” de la relación soy yo, así que me preocupé por el asunto.

-          Amorcito – me dijo Javier – debemos reducir gastos. No podemos darnos más gustos que no nos sean productivos.-

-          ¿Cómo cuáles? – pregunté compungida.

-          Tu mensualidad de gimnasio es alta. No podemos seguir pagándola. –

-          Pero ese gasto es muy útil, me mantiene linda para ti –

-          Sería útil si obtuviéramos dinero de eso. –

-          Me has dado una idea – le dije. Quienes han leído mis relatos sabrán que la mayor fantasía erótica de mi esposo es compartirme con otros hombres – déjame pagarle a Darío con mi cuerpo; te das el gusto de compartirme, le sacamos provecho al gimnasio y yo…”

Ahí debí guardar silencio. No podía terminar la frase diciendo “y yo me doy el gusto de comerme a tu hermano”

-¿Y tú qué? – indagó Javier en tono de sospecha.

  • y yo mantengo mi nivel de vida – improvisé exitosamente.

Convencer a Javi de intentarlo no fue difícil, así que al siguiente día llamé a Darío temprano.

-          Darío, hola, hablas con María Camila, tu hermano me dijo que me comunicara contigo a ver si puedes pasar por nuestra casa para pagarte algo del dinero que nos has prestado. –

-          Que excelente noticia, cuñadita. Mi hermano es muy afortunado, tiene una mujer envidiable y cuando tiene algún problema siempre encuentra la forma de resolverlo pronto. Hay gente con estrella. –

-          Tal vez tú también tengas estrella. Es cuestión de actitud.- le dije coqueta y temiendo que lo sonrojada que estaba por oírle piropeándome se pudiera notar a través de la línea. – todos los sueños son alcanzables si los sabes buscar e insistes en lograrlos. ¿Cuándo vienes?-

-          Esta misma noche. Hoy por cosas de trabajo debo buscar al aeropuerto un ejecutivo que llega de Noruega, puedo quemar algo de tiempo con él para visitarlos cuando mi hermano ya esté contigo. –

-          Eso está difícil Darío, Javier hoy se demorará en llegar a casa, por eso me ha pedido que yo te dé el dinero. Así que si quieres pasar temprano, me encontrarás desde las 4.-

De inmediato informé a Javier sobre la visita de su hermano y él se dedicó al trabajo electrónico y de carpintería: instaló una webcam escondida en un panel de sonido del TV frente a nuestra cama y luego escogió un closet para esconderse en él y perforó en la puerta un agujero para usarlo como mirilla.

Yo mientras tanto me bañé, me perfumé y me vestí con unos jeans muy ajustados y una blusita roja que resalta mis senos. Los lectores que han visto alguna foto mía y los pocos con los que me he encontrado en persona, saben que soy de caderas muy anchas y mi cuerpo es un poco exagerado en las proporciones entre esta y mi cintura.

Cuando llegó Darío le hice seguir directamente a la habitación con la excusa de que había tomado un duchazo en la tarde y aún no me había calzado. Él me acompañó gustoso y se sentó a mi lado en la cama.

-          Perdona que pregunte, Macami – me dijo - ¿Cuánto dinero me tienes? –

-          ¿Cuánto darías por mí? – le pregunté de forma directa, mirándole a los ojos.

-          Esteee… no entiendo – respondió incómodo.

-          Darío, sé que siempre te he gustado. Sé que tienes amigas con las que te acuestas y a veces vas de putas, pero hay una mujer con la que no has podido estar y es a la que deseas, y esa soy yo.-

-          Uff… vaya con las psicólogas – respondió – me tienes muy analizado.

-          Bien, tomaré eso como una aceptación. ¿Cuánto de la deuda pagaría con mi cuerpo?

-          Macami, es una pregunta difícil, te deseo, pero eres invaluable. Además no quiero simplemente follarte, para eso me sobran mujeres… a ti querría hacerte el amor.-

-          Esa respuesta me gusta – le dije sonriendo – ¿perdonarías toda nuestra deuda si hacemos el amor?-

-          Por supuesto que sí. Todo quedaría saldado. –

Así las cosas, me abalancé sobre él y empecé a besarlo, primero suave y luego con pasión. Nos tendimos en la cama aún vestidos y nos besamos apasionadamente. Mi instinto me obligaba a mover mi cuerpo presionando mi monte de Venus contra su muslo.

-          Hmmm Cami, esto es un sueño – me repetía al oído entre besos. Entonces me arrancó la blusita encontrando que no había sujetador así que se dedicó a besar y acariciar mis tetas con una suavidad deliciosa.

Acto seguido, desabrochó y me sacó el jean y se puso a dibujar, con su lengua, los bordes de mi tanga sobre mi piel. Finalmente hundió su cara entre mis muslos, movió a un lado el panty y lamió mi concha sin parar, haciéndome llegar al orgasmo en segundos.

Yo ya no soportaba más la situación, lo deseaba palpitando dentro de mí. Así que le hice acostar boca arriba y le cabalgué con furia, con pasión.

-          Macami, estoy por llegar y no tenemos condón – intentó advertirme agarrado a mi cintura. –

-          Si quieres y puedes préñame Darío, le respondí acelerando más el ritmo con movimientos circulares. Soy tu hembra hoy, compraste mi amor y hoy te amo. –

Mi cuñado no pudo entonces contenerse más y explotó dentro de mí. Sentí oleadas y oleadas de semen que me inundaban y me dejé caer sobre él, descansando del ritmo desenfrenado.

Estuvimos tumbados unos cuantos minutos, después de los cuales me levanté y empecé a besarle el pecho y a bajar por su vientre.

-          Cuñadita, ya pagaste la deuda – me interrumpió – me siento feliz de este momento y no te obligaré a hacer nada más. Mi sueño fue realizado.

Entonces tomé su verga, que aún estaba dura, con suavidad entre mi mano y le dije – Ya tuviste lo que compraste, de aquí en adelante todo es solo por deseo y amor – y me la introduje tan profundo en la boca como me fue posible.