Pagando con el propio trabajo 2
La chica sigue pagando con su cuerpo el arreglo del coche de su Amo, esta vez le rompen el culo
Al día seguiente me desperté con la sensación del desgasto completo de mi coño. Me ardían los labios y no podía desprenderme de la sensación del vacío dentro, como si después de ser usado tanto en lugar de mi vagina elástica solo quedara un orificio de dimensiones considerables que más bien se parecía a un pozo.
Me desperté en el sofa en el salón de Amo, desnuda pero cubierta con una manta. Francamente hablando, no podría recordar cómo había acabado la fiesta de ayer y cómo había acabado yo en este sofa. Miré alrededor de mí y vi que no había nada de ropa adonde alcanzaba mi vista, así que tuve que ir en busqueda de Amo sólo tapándome con la manta.
Estaban en el salón. Me invitaron a sentarme a la mesa.
- Te veo triste princesa. ¿Pasa algo?
Negué lentamente con mi cabeza.
- Oye, quítate la manta, que quiero verte. – prosiguió el Amo.
Solté lentamente la manta y quedé sin nada en la mesa sentada entre los dos hombres. El abogado apenas me hacía caso, pero el Amo, al contrario, me consumía con su mirada. Me puso una mano en la rodilla y presionó un poco, a lo que yo cedí obedientemente abriendo mis piernas y mirando al suelo. El encontró la entrada al coño e introdujo un dedo sin preocuparse demasiado por si estaba mojada. La verdad es que sí, abajo tenía algo de líquido pero entonces no sabría decir si era mi fluido propio o lo que me restaba de la leche con la que me terminaron por llenar ayer. Eché el cuerpo un poco atrás facilitándole el acceso a mi Amo.
- Me gusta lo obediente que estás hoy y que aprendas rápido a rendirte.
El hizo algunas fricciones dentro de mí hasta que lograra excitarme y de mi raja empezaran a rezumarse mis zumos, y luego sacó su dedo, dejándome a medias.
- Ayer cobramos algo a los invitados, - intervino el abogado. – Según mis cuentas tardarás unas seis tardes así más en pagar lo que te resta.
- A ver si hoy te apetece trabajar de una forma distinta. – dijo mi Amo.
Asentí. La verdad es que el trabajo me lo imaginaba haciendo el sexo o lo que se me exigiera eso sí, pero no más de con un hombre a la vez y con un poco más del trato respetuoso. Y al asentir, esparaba que mi Amo tuviera las mismas ideas acerca de mi futuros oficios.
Aquella tarde me llevó a la calle, donde, tras meterme en un callejón sin salida muy sucio y maloliente, me ordenó que me quitara el vestido (pues, la lincería me la prohibió llevar) y me pusiera a cuatro patas mirando a la pared. Luego colocó un bote de plástico a mi lado izquierdo.
- Para que veas lo que ganas. – dijo. – hoy no te pongo el precio, cada uno a quien hayas servido decidirá por sí mismo cuánto te mereces.
Y salió a la calle a buscarme los clientes, supuse.
- Ésta? – oí a mis espaldas al mismo tiempo que vi la sobra de alguien acercándose a mi en la pared.
Después una manotada sobre mis nalgas y las manos de alguien abriendo las partes de mi culo y introducir sus dedos dentro de mí. Involuntariamente hice un intento de liberación pero la mano de mi Amo aprietándome el cuello me lo impidió:
- Tranquila, pequeña. ¿A dónde te querrás ir?
- Vale. Te pagaré unos dos euros por usar su vagina. – dijo la voz y oí caer la primera moneda en el bote.
- Has entendido, pequeña? A trabajar! – dijo mi Amo a mi oído agarrándome el pelo y tirándolo para abajo.
Me incliné docilmente, extendiendo las manos y rozando el suelo cubierto de desechos con mis senos. Mi Amo seguió tirando de mi pelo hasta que tocara el suelo con mi mejilla derecha y luego posicionó su mano sobre la base de mi cuello impidiendo así cualquier movimiento.
El hombre que estaba detras de mí se abrió el paso entre mis nalgas y se puso a entrar. Pero por lo que sentí yo, no la tenía lo suficientemente dura.
- Quiero que me excites hasta la condición apropiada y luego te coloques sobre ella tú misma. – dijo él.
Empecé a mover mis nalgas a su encuentro, haciendo que su polla pasara por toda la raja hasta llegar al obstaculo de mis muslos. Pronto estaba listo. Entonces levanté mi culo y intenté captar a su monstruo con mi agujero. Le hicieron gracia al invitado mis empeños por meterlo dentro y se rió entre dientes. Ya había intentado varias veces pero cada vez su polla terminaba por deslizarse a lo largo de mi raja sin lograr penetrarme y como estaba sujetada por mi Amo no podía ayudarme con las manos. Finalmente, tras reírse mucho el inviutado me dio un cachete en una de las nalgas y ayudándose con las manos encajó la punta de su miembro dentro y se inmovilizó. Así que yo entendí que a partir de entonces tendría que trabajar yo.
Me movía al encuentro de su pene, consumiéndolo hasta sentirlo chocarse contra mi útera y luego resnbalándome hasta dejarlo salir casi por completo. Me dolía la entrada a la vagina y procuraba evitar que saliera demadiado para no tener que pasar por estas molestias, ya que tenía bastante con aguantar el frote dentro de mi orificio tan usado la noche anterior. El era muy veloz y dentro de pocos minutos le oí preguntar a mi Amo adónde podría correrse. El Amo dijo que lo hiciera en mi pelo y tras terminarme con unos moviemientos rápidos sentí se leche descargarse sobre mi pelo mojándolo.
- Dale las gracias, - me ordenó el Amo.
- Gracias. –susurré yo humillada como nunca sin siquiera ver más que los zapatos de la persona que me acababa de usar.
- Dígales que pasen uno a uno, - dijo mi Amo.
Con estas palabras cambió un poco de postura y ahora situó su pie encima de mi cabeza, lo que me vetaba cualquier movimiento y me hizo arrimar aún más contra el suelo cuya fría superficie contrastaba tanto con el calor que desprendían mis pechos.
Acto seguido sentí algunas manos abriendome las nalgas.
- Pago cinco y le rompo el culo.
Al oír esto murmuré en protesta pero mi Amo me dio un puñetazo en la espalda y aprieto más con su zapato contra mi cabeza. Cayeron algunas monedas. Oí escupir a alguien y sentí la saliva en mi ano extendida por un dedo que hacía giros alrededor de la entrada. Cuando intentó entrar, hice un moviemiento para librarme pero no lo logré.
- Sujetadla! – ordeno mi Amo a alguien y dos pares de manos me sujetaron las mías y alguien más ocupo el lugar cerca de mi culo manteniendo mis nalgas abiertas.
Su dedo se coló dentro de mí. Bramé y tensé todo mi cuerpo pero era en vano. Entró con dos dedos que me rompían el culo y producían el dolor al penetrar y al salir. Intenté deshacerme de sus manos con más fuerza pero como respuesta solo recibí un golpe en el culo.
- Está lista. La queríamos prepar, pero ésa no quiere. – y el invitado puso su pene a entrar.
Todas las manos apritearon su agarro y él me penetró de golpe haciendome gritar desde lo más hondo de mis pulmones y algunas lágrimas saltaron a la superficie.
El Amo retiró su zapato de mi cabeza y ahora me acariciaba la mejilla con su palma extendiendo mis lágrimas.
- No pasa nada, niña. Así se aprende. La próxima vez tendra más cuidado.
El invador me penetraba con tanta fuerza que yo reptaba con todo mi cuerpo por el suelo con cada penetración rozando mis pechos y me vientre hasta los huesos. Yo sollozaba silenciosamente y el Amo ya no movía su palma por mi cara, la mantenía en el mismo sitio mientras que mi mejilla andaba debajo de ella empujada por la inercia de las penetraciones.
- Ha sangrado un poco. – dijo el invasor y tras terminar y observar el trabajo hecho que consistía en la lefa que salía de mi culo mezclada con sangre.
El Amo le echó el papél hienico y éste me secó el culo.