Padre y perro-flauta, disciplinado y vicioso

Un recién divorciado busca una forma fácil y cómoda de tener sexo en sus pocos ratos libres. Copia la receta de otro amigo en su situación y busca una chaval joven y manejable. Un chaval de veinte años busca un hombre para realizar sus fantasías. Y se encuentran

Hace unos meses estuve con un tío que conocí en una fiesta y acabamos follando en su casa. Era la primera vez que me dejaba usar de aquella manera. El muy cabrón solo me hablaba para decirme lo que tenía que hacer y cuando se corrió sin mucha diplomacia me invitó a irme.

A pesar del cabreo con aquel hijo de puta  en los días siguientes  tuve fantasías en las que seguía haciendo lo que me decía para darle placer y eso me ponía a mil.

Busqué en internet y me abrí un perfil en una página buscando una experiencia con un tío cañero.  Pasaron los meses y ningún mensaje  me animó a probar aquella fantasía que cada vez se repetía más cuando me la pelaba.

Poco a poco fui asumiendo que iba a ser difícil encontrar un tío que me gustara, que tuviera la cabeza en su sitio y con el que me sintiera cómodo para entregarme a darle placer como me apetecía.

En los meses siguientes recibí propuestas de todo tipo desde follarme al aire libre, atarme para usarme o prestarme a algún amigo. Cosas que habría probado pero no para empezar.

Una tarde mientras compraba unos calcetines nuevos para el entrenamiento recibí un mensaje.

  • Me gusta tu foto. Tienes cara de morboso y de buena gente a la vez. Yo 38, discreto y fuera del ambiente.  Busco un chaval para jugar en la intimidad- La foto me llamó la atención: solo era de cuerpo en una playa. Era un tío moreno, definido pero no cachas. Con una camiseta sin mangas y un bañador que dejaba ver un buen paquete,  unas piernas bien formadas y llenas de vello muy negro.

  • Gracias y a mí la tuya. Busco un tío legal pero dominante para dar placer en la intimidad por primera vez- Quería dejarle claro que no tenía experiencia para que me descartara si buscaba una sumiso sin límites.

Mi foto de perfil era de un entrenamiento de futbol en la que se me veía la cara. Pensé que así me evitaría más mensajes inútiles. Al fin y al cabo la misma foto la tenía en Instagram y en Facebook así que cualquiera podría haberla cogido de allí en caso de que alguien me reconociese en el perfil.

Tengo veinte años, mido 175 cm y peso setenta kilos. Dicen que soy guapete aunque muchas chicas piensan que todavía tengo cara de niño y a esta edad a ellas les van los chicos mayores.

  • Yo igual. No ambiente. Tengo sitio y ganas de probar a usarte para mi placer. Poca experiencia pero mucha imaginación.  ¿A ti que te gusta?. J- Fue su siguiente mensaje a los dos días del anterior.

Me daba todavía algo de vergüenza responder pero pensé que sería mejor ser claro, así que al momento y sin pensar me vi escribiendo.

  • Me gustaría complacerte. Masajes, caricias, pajearte hasta descargarte. No soy domestico pero no me importaría estar contigo y ocuparme de lo que necesites.  Me gustaría tener experiencia en obedecer pero no sé si me atrevería. Molaría que me guiases y forzases un poco si hace falta. Me gustan los tíos machos  que buscan su placer- Después de enviarlo me arrepentí. Era una fantasía pero no estaba seguro de poder cumplir lo que acababa de escribir.

Esta vez no se hizo esperar y a los pocos minutos recibí su respuesta.

  • Estupendo. Te paso foto de cara y quedamos para conocernos sin compromiso. Yo tengo sitio este finde, por semana no. ¿Tú? .- Junto con el mensaje venía una foto.

Al abrirla mi pulso se disparó. Le conocía. Era un tío que apenas vivía a una manzana de mi casa. Algunas tardes le veía paseando por el barrio con una niña pequeña. Tenía cara de pocos amigos, cejas pobladas, barba de dos días y un corte de pelo abertzale y una única rasta saliendo de su nuca. Varias veces me había fijado en él, en sus piernas musculosas cuando llevaba pantalón corto y en el vello que sobresalía de su camiseta por el pecho.

El tío ya me había puesto cachondo alguna vez solo de observarle por la calle pero la idea de que viviera tan cerca me dada miedo.

A las pocas horas me envió otro mensaje.

  • Mándame otra foto de cara. Mejor nos mensajeamos por  teléfono. El mío es el 555 78  87 96 –

Parecía que él no me había reconocido. Le escribí un primer mensaje y me di de baja en el perfil. Estaba convencido de que ésta sería la experiencia que estaba buscando.

  • Esta noche a las diez- Fue su respuesta.

Me quedaban varias horas de espera y de nervios. Me daba miedo que no me gustará o que se pasara por haberle dicho que podría forzarme un poco. Decidí no acudir, por lo menos tres veces. Pero cuando llegó la hora de ducharme no me lo pensé. Aunque no  tenía intención de dejarme follar me lancé el chorro de agua lo más adentro que pude. Me puse un slip blanco y me miré en el espejo preguntándome si mi culo podría ponérsela dura a un tío.

Llame a la puerta y me abrió con una media sonrisa. Me dio la mano y me invitó a pasar.

No dio señales de conocerme del barrio. Sacó unas cervezas y nos sentamos a charlar con toda naturalidad. Estaba a gusto y la conversación fluía hasta que por un momento me fijé en su paquete que estaba comenzando a hincharse solo.  Él lo notó y cambio su actitud.

  • Bueno parece que te gusta lo que ves. ¿Quieres quedarte y te pruebo? Si nos llevamos bien me descargarás varias  veces por semana y no querrás más polla que la mía.- Sus labios carnosos se juntaron convirtiéndose en mi objeto de deseo. Me ruboricé y bajé la mirada.

  • Desnúdate-  A pesar de la vergüenza por primera vez tuve la sensación de estar dando placer a aquel macho y eso me puso cachondo como para reunir fuerzas, levantarme y quitarme las camiseta, las zapatillas, los calcetines y el pantalón. No era un striptease pero puse la intensión de ponerle cachondo.

  • Los calzoncillos también.- Mi polla estaba muerta y encogida por la vergüenza. Sin embargo mis pezones se endurecieron al ver con que deseo me miraba.

  • Date la vuelta- Lo hice y abrí un poco las piernas dejando ver mi raja. Le oí murmurar algo y cada vez más suelto me pasé un dedo por el cachete derecho hasta llega a mi agujero.

  • Umm buena putita. Quieres ponerme caliente ¿eh? – Le miré y asentí devolviendo la vista al suelo.

Oí como se levantaba a mi espalda. Me empujó contra la pared y noté su calor en mi espalda y culo. Se restregó el paquete que seguía morcillón y respiró contra mi nuca lo que me hizo gemir sin querer.

Siguió pasando sus enromes manos por todo mi cuerpo. Despacio. Manoseando bien mis pectorales en especial y mi culo, aunque sin llegar a mi agujero que notaba palpitar como nunca.

Sin decir palabra me dio la vuelta y levantó los brazos. Le ayudé a quitarse la camiseta. Por fin pude ver de cerca su pecho definido y velludo y sus sobacos poblados como los de los machos que últimamente me llamaban la atención. Tiró de su pantalón y lo dejó caer al suelo dejando ver un bóxer granate de esos sin costuras que era como una segunda piel. Se notaba la forma de las pelotas y hasta del cipote que tenía un buen manchurrón de humedad oscuro en la tela.

  • Joder tío, estoy muy cachondo- Le dije sin venir a cuento. Él me sonrió y con el brazo por encima de mi nuca me guió hasta su habitación. La cama estaba deshecha, había unos calcetines y calzoncillos por el suelo y unos juguetes de bebé sobre la cama. Recordé entonces las veces que le vi con la que supuse que era su hija.

Se tumbó sobre la cama y encendió la tele buscando algo en los canales. Yo estaba de pie sin saber qué hacer.

  • Échate aquí conmigo. Puedes acariciarme o besarme y mientras me adoras como un buen perro yo veo el partido.-

Se acomodó en la cama con el bóxer y los calcetines negros tobilleros.

  • ¡Joder! mira como tienes el rabo. Busca en el armario. Entre los gallumbos hay un suspensorio blanco, póntelo que paso de ver tu polla – Busqué pero no lo encontré.

  • Ah joer que ayer me los puse para ir a correr- Señaló a los pies de la cama. Lo cogí y me lo coloqué, lo que me puso más cachondo de pensar en que sus pelotas habían estado en contacto con la tela. Con un gran bulto por delante y el culo al aire me tendí a su lado.

Él seguía bebiendo cerveza y tímidamente comencé a acariciarle el pecho. Pasaba los dedos despacio por sus pezones, por su sus  pectorales y llegaba hasta el ombligo, también peludo.  Sus bóxer aumentaron en tamaño mostrando la que iba a ser una polla gorda al menos para las que yo había visto.

No necesitaba más. Me puse de rodillas y seguí dando besos pequeños y muy calientes a aquel machorro que me estaba utilizando mientras veía un partido.

Aunque no me lo había ordenado seguí con mis labios hasta la altura de su paquete. Me gustaba sentir en los labios la forma de sus pelotas, de su nabo. Sin pararme demasiado besé la mancha del gallumbo y un aroma a macho caliente me llegó a la nariz y a la vez me humedeció los labios. Su polla se intuía ya perfectamente bajo la tela. Tenía un cipote gordo que me hizo pensar si podría metérmelo algún día.

Le arranqué algún suspiro más y seguí por sus muslos. Me gustaba sentir los vellos en mis labios y por la cara más interna algo de sudor y esencia de macho. Seguí descendiendo sin prisa reconociendo sus piernas fuertes y por lo visto muy sensibles, a juzgar por su respiración.

  • Serás gilipollas. No tienes ni puta idea-  Me espetó cuando iba besando sus  tobillos. Me sobresalté pensando que había hecho algo mal. Me giré y le vi mirando a la tele con mala de mala leche.

  • Sigue. Lo estás haciendo muy bien-.  Le dejé peleando con el árbitro y seguí inspeccionando al macho con mis labios hasta llegar a los calcetines. Me dio un poco de reparo pero seguí besando cuando me llegó un aroma que viniendo de él no me disgustaba en absoluto.

Acerqué disimuladamente la nariz al hueco entre sus dedos y él empujó el pie para incrustar mi napia allí. Me miraba con cara de desprecio así que yo inspiré exagerando el ruido para hacerle ver que en todos los sentidos estaba a sus pies.

  • Quítame los calcetines y sigue- Y eso hice. Despacio, de nuevo mostrándole que disfrutaba de la situación. Tuve el primer contacto de mis labios con la piel suave de sus plantas. Suspiró y se recolocó dejando los pies apoyados en los talones delante de mi cara. Por un momento los observe. Estaban cuidados,  las uñas bien cortadas y sin durezas. El moreno intenso de la parte superior contrataba con el blanco de su planta.

Le besé los dedos despacio viendo como había ganado su atención y no perdía ojo de mi tarea.

En un impulso no pude evitar pasar mi cara por sus pies frotándome con todos sus recovecos. No sé por qué lo hice  pero estaba a punto de correrme sin tocarme. Se me vino a la cabeza una vez, meses atrás, cuando le vi por la calle y pude fijarme en sus pies y sus dedos largos. Fantasee con meterme su dedo gordo en la boca y ahora lo tenía delante de mí.

Se acabó la primera parte del partido, me miró y se estiró levantando los brazos mostrando sus axilas peludas que hoy podía mirar sin miedo a ser descubierto.

Me mandó a por una cerveza y de pronto me vi  buscando en su nevera, vestido solo con un suspensorio suyo y dispuesto a seguir dándole placer.

  • ¡Qué puta estas hecha! - Me dije en voz alta.

Volví con la cerveza que acompañó con un cigarro y me dio más instrucciones.

  • Bájame los gallumbos y sigue besando. Nada de lengua ¿entendido?.- Asentí y por fin descubrí su rabo morcillón apoyado en el muslo, sus pelotas en reposo y un pubis asalvajado del que provenía un olor a macho que me hizo gemir. Empecé besando por allí y metiendo mi nariz para tener más de su aroma. Después su pelotas que estaban dejando de colgar para convertirse en rocas que se convulsionaba de vez en cuando. Llegué a su rabo: gordo, moreno, con una gran vena. Besé despacio desde la base sintiendo como iba palpitando a cada contacto con mis labios. De su cipote brillante colgaba una gota transparente que llevé a mis labios. No perdía detalle  así que seguí mientras le mantenía la mirada. Eso me lo había hecho una vez una amiga mientras me la comía y me puso burraco perdido. Intenté poner cara de vicio pero me sentí ridículo así que volví a besar pelotas para esconder mi mirada.

  • Hazme un buen pajote. Yo te voy indicando -. De nuevo sentir que me daba órdenes me puso cachondo. Hay que ver lo que importa el seso en el sexo.

Me tumbé a su lado y cogí despacio su  nabo que estaba caliente, muy caliente. Había estado algunas veces con tíos pero siempre habían sido mamadas rápidas así que ahora disfrutaba de su tacto. Bajaba su piel despacio para que notara la presión.  Subía la mano y volvía a su base. Tocaba sus pelotas con la otra mano. Quería probarlo todo con él porque me estaba dando cuenta de que realmente era bastante inexperto en esto de dar placer a otro.

Se acercó la mano escupió en ella y comenzó a pajearse muy cerca de mi cara. Supongo que yo no lo estaba haciendo tan bien como pensaba. Su respiración anunciaba el orgasmo y yo sin saber qué hacer. Como si lo hubiera notado me cogió por el pelo dejándome a pocos centímetros de su cara.  El olor a sexo me llegaba a cada sacudida de su polla y casi esperaba el calor húmedo de su leche pero él solo quería que viera de cerca su polla palpitando. Se corrió sobre su barriga y parte del pecho.

Mi rabo también se demandaba atención pero prefería masajear sus piernas y pelotas mientras él volvía a respirar con normalidad.

  • Puedes descansar- Me tumbé a su lado y nos quedamos mirando al techo en silencio.

En cuanto me recuperé le vi con los ojos cerrados y todo el torso chorreando.  Con cierto reparo llevé mi mano a su barriga y sentí el contactó con su leche. Muy despacio lo fui repartiendo  por todo el torso, por el pubis y le volví a masajear muy despacio la polla fláccida.

Abrió los ojos y me miró fijamente. No sabía si había ternura en su mirada o estaba a punto de echarme a patadas.

Por si acaso me eché a su lado con la cabeza en su pecho y comencé a lamer su pezón peludo. Me dejó hacer así que pensé que seguía gustándole el morbo incluso después de correrse.

Se recolocó en la cama y mi cara fue a parar a su axila. Me quedé inmóvil respirando su olor a machote recién descargado. Nunca había estado en una situación igual. Me gustaba impregnarme de su aroma.

Muy lentamente le comencé a besar sus vellos algo húmedos. Se movió en un acto reflejo por las cosquillas pero me dejó su axila disponible. Me di la vuelta y a cuatro patas metí el hocico hasta sentir su piel caliente. Con la rodilla me di cuenta de que su rabo se ponía duro a cada beso.

  • Trae unas cervezas, anda-  Volví a la cocina y reposté. Estaba muy contento de que siguiéramos allí incluso después de correrse. Me tumbé en sentido contrario y así nos tomamos una cerveza mientras con una mano acariciaba sus pies y piernas.

(2)

Estábamos en silencio. Nos mirábamos intentando adivinar los pensamientos del otro

Dos inexpertos con ganas de experimentar. Me sentí incómodo por el silencio así que me puse a besar sus pies.

  • Tienes cosas que aprender pero me gusta porque le pones voluntad chaval- me dijo con el mismo tono que utilizó mientas la pajeaba para darme instrucciones.

  • Gracias señor- Todavía no me sentía cómodo del todo diciendo aquellas cosas pero quería meterme en el papel para disfrutase del juego.

Le miré mientras seguía acariciando sus piernas y muslos.

  • Me has puesto muy cerdo con los besos en los pies y las pelotas. Supongo que te morirías de ganas de lamer ¿no?- Me miraba con cara de cabrón salido esperando una confirmación de lo que me gustaba estar a su servicio

  • Si señor-.

  • La verdad que el cabrón del Rafa tenía razón, mola un huevo una puta entregada a adorarte-

  • Yo lo seré mi señor- Y volví a besarle los pies para esconder mi rubor.

Por un momento recordé un reportaje sobre Geishas y la importancia de la conversación y la compañía para satisfacer al hombre. Me armé de valor y le miré con ojos de cordero degollado.

  • ¿Te ha gustado entonces? ¿He estado a la altura de lo que decía ese Rafa?- Y le sonreí con ironía

  • Si tío. El muy cabrón sí que se lo sabe montar. Es un colega que también se separó el año pasado pero éste me contó que en vez de duelo tuvo barra libre de tías unos meses y ya cansado pensó en pillarse un sumiso para tener algo fijo. Y sin tener que llevarlo a cenar para echar un polvo como con sus amigas separadas.

  • ¿Él te dio la idea? –

  • Hombre a ver, ya alguna vez con una pava me pidió caña y se la di pero tampoco me llamaba la atención. Cuando el Rafa me contó que solo tenía que pedir lo que le gustaba y que el putito lo hacía sin rechistar. Ufff.-

  • ¿Te gusta lo que le hace?- pregunté sonriendo para intentar saber cómo complacerle. Quería conocer sus fantasías.

  • Bueno, a ver el Rafa es un salido de siempre. Le encanta fanfarronear que una tía le pidió leche o que otra no quería dejar de lamerle el culo. Yo soy más tranquilo, me la comerás, quizá algún día te folle pero lo más importante es que seas obediente y no des el coñazo como mi ex.-

  • Si señor- Esta vez me salió tono militar que no pegaba en la situación así que nos descojonamos los dos.

  • Creo que ese chaval tiene muchos tiros pegados. Debe tener cinco años más que tú pero Rafa dice que es un puto profesional. Se lo puede follar en cualquier momento porque siempre tiene el culo listo. Se levanta una hora antes para ir chupársela a Rafa y que se vaya a currar relajado. El otro día se lo folló en la bañera y después acabó meándolo.- Su polla se movía despacio mientras recordaba estas cosas.

  • ¿Qué te gustaría probar conmigo?- me salió un tono por primera vez sensual de verdad.

  • No sé, ya veremos. Me mola la idea de ir experimentando.- Se quedó pensativo

  • No pienses que siempre voy a tener tres horas. A veces vendrás, me descargarás y punto. Por semana voy liado-

  • De acuerdo, lo que quieras cuando quieras- Vale, tampoco a mí me resultó creíble pero quería que quedara claro lo dispuesto que estaba.

  • El cabrón de Rafa le llama a cualquier hora. El otro día volvimos a las cuatro de la madrugada y le llamó para que le sacara la leche. Le hizo una foto mamando y me la mandó.

El tono con el que hablaba de Rafa no molaba nada, debía ser un elemento de cuidado.

  • Yo vivo con mis padres y estudio pero haré lo que pueda cuando quieras que te haga compañía- Ahora era sincero de verdad y se notaba.

  • Eso está muy bien chaval- Me atrajo hacia él y me plantó un beso húmedo con sus labios carnosos que no creía que pudiera probar nunca.

  • Dime y tú… ¿qué te gusta?- Tampoco él estaba muy suelto en aquella situación.

  • mmm eh… pues no lo sé la verdad. He notado que me gusta que me den ordenes, intentar dar placer y notar que lo consigo, no sé. Cosas así.- Supongo que habría esperado algo más tipo que me azotara el culo o que me escupiera en la boca pero supongo que lo mío era más light.

  • Bueno, creo que será más fácil que yo pruebe lo que quiera y si algo no te mola me lo dices. Pero hasta ahí haré lo que me salga de los huevos.- Sus ojos oscuros esperaban confirmación.

  • Hecho.- Le extendí la mano pero él la llevo a su polla morcillona.

  • Yo firmo con esto.- Y chocamos el rabo y la mano en un pacto de caballeros. Y nos reímos.

  • Y pensar que hace unas horas no te conocía- Dije

Se levantó de un salto y fue al baño de la habitación. Dejó la puerta abierta así que veía su culo peludo y un poco de su potente meada. Me gustaba poder observarle en su intimidad.

  • En general me gusta estar en silencio aunque cuando yo quiera podemos chalar. Buscarás siempre mi suspensorio y te lo pondrás. No me interesa tu polla- Hablaba bastante alto desde el baño por lo que sonaba más autoritario todavía.

  • Si señor-

  • Tienes que estar pendiente de si necesito algo.-

  • Si señor-

  • ¿Entonces por qué tengo que sujetarme la polla para mear?- Tardé un momento en entender la pregunta pero cuando lo hice salí corriendo al baño, me puse a su lado y le sujeté la polla. Justo en ese momento dejó de mear.

Me sentí un poco confundido sin saber si estaba llegando a mis límites después de varias horas de estar muy a gusto con cada una de sus órdenes.

De pronto volvió el chorro, apunté como pude pero algo cayó en la taza. La verdad es que ver su nabo morcillón meando desde tan cerca me tenía otra vez a mil.

  • Las últimas gotas y límpiala- Agité la polla algo más colgona que antes  mientras pensaba como esperaba que se la limpiara.

  • Ya está, venga- Noté que esperaba impaciente a saber cómo se la iba a limpiar. Cogí un trozo de papel y lo humedecí con sus últimas gotas.

Volvió a la habitación y se dejó caer sobre la cama. Yo le seguí y me eché a su lado. Temía que me echara en cualquier momento así que permanecí quieto y caladito.

Puso una peli porno y allí estuvimos un rato viendo  a una rubia tetona dejándose hacer de todo por un policía de uniforme y con un gran rabo fuera.

  • Ven aquí- Y cogiéndome por la nuca me atrajo hacia su pecho. Un tufillo a leche y sudor me llegó a la nariz antes de aterrizar en su pezón derecho. Lo besé despacio y después seguí bajando mientras notaba la piel tirante de su leche ya seca. Al llegar a su rabo bastante crecido no pude evitarlo y saqué la lengua para  lamer su base que sabía a leche y en su punta con cierto regusto a su meada. No decía nada así que seguí lamiendo de abajo a arriba por todas las caras de aquel pollón melenudo que ahora reunía todos los olores de un macho.

  • ¿Qué estás dispuesto a hacer por mí, perro? – Me cogió del pelo y me hizo mirarle.

  • Lo que quieras, señor- Pero eso no le valía.

  • Eso habrá que verlo- Me miró con complicidad.

Yo esperaba que en cualquier momento me dejase probar su polla que olía de puta madre y que todavía no había catado más allá de lametones. Quería tenerla entera en la boca, saborearla. Llevaba ya varias horas empalmado así que me comenzaron a doler los huevos. Eso me bajó un poco el calentón.

Tirando de mi pelo me llevó de nuevo a tumbarme a su lado. Se giró y con una gran sonrisa me besó sin que lo esperara. Yo me dejé llevar y sentir su enrome lengua  en mi boca. Eso me hizo calentarme de nuevo como un loco, abrazarle fuerte y rozar mis pies con los suyos.

Me gustaba la forma en que me sobaba todo el cuerpo, con decisión.

Me dio la vuelta y noté su pecho en mi espalda, y su respiración en la nuca. Aquella sensación estaba a punto de hacerme eyacular. A la vez estaba aterrado por la posibilidad de que quisiera follarme. Sentí entonces algo  duro y muy caliente en mi culo. Notaba la humedad natural del capullo rozando mi ojete.

  • No. para, para- Le dije intentando incorporarme. Tiró de mí y caí en la misma posición.  Sentí su respiración en la nuca y después en la oreja mientras me apretaba contra él.

  • Tranquilo, no te voy a hacer daño. ¿No ves que eres mi putita y me vas  a dar mucho placer?- Me susurró al oído. Yo estaba en tensión en parte por las cosquillas de su aliento.

Oí como se escupía en la mano y después se frotaba el nabo. Yo estaba barajando la opción de pedir ayuda si me intentaba violar pero me dijo. – Te voy a follar cuando yo quiera claro, pero primero me lo vas a suplicar varias veces- Aquellas palabras al oído hicieron vibrar mi culo pero a la vez sabía por experiencias pasadas que era muy difícil que me la metiera.

De nuevo me manoseó por el pecho, los sobacos, el cuello y al final me metió dos dedos en la boca. Sabían a polla, a la polla de mi macho. Los lamí hasta que desaparecieron camino de mi culo.

Uno de ellos empezó a presionar. Tuve el impulso de irme cuando con una mano me sujetó tapándome la boca y con la otra entró en mí. La sensación era extraña pero me tenía loco la idea de tenerle dentro de mi cuerpo aunque solo fuera un dedo. Comenzó a agitarlo y me dolió.

  • Tranquilo, solo quiero abrirlo un poco. Mola ¿eh?- Un relámpago me recorrió de oreja a culo.  Sentía su cipote rozarse, caliente y duro como una piedra.

-Hoy no necesito follarte. Me gusta sentir el nabo en tu entrada y que estés ahí disponible y esperando su decido metértela en cualquier momento-  Aquello no me aclaraba si preocuparme o no. Notaba cierta presión en el culo lo que me producía escalofríos y sudores a la vez.

  • Me encanta tenerte ahí- Por fin me relajé. Me creí que le gustaba tenerme disponible aunque no me fuera a follar. Al tranquilizarme mi culo se abrió un poco cediendo a su presión y otra vez me volví a tensionar pero ahora con el inicio de su nabo dentro.

Se quedó quiero y suspiró en mi oído. – Ya siento ese coñito caliente y me gusta. Quieto, tranquilo. Sólo la puntita. Me gusta estar dentro de ti- Yo sentía miedo y a la vez estaba como una perra en celo cuando sabe que se va a saciar.

Nos quedamos quietos. Él enviaba un torrente de sangre a su cipote para que yo lo sintiera y yo apretaba el ojete intentando atrapar los pocos centímetros que tenía dentro.

Estaba empezando a perder el control. Respiraba haciendo mucho ruido y con un movimiento leve de pelvis me uní más a su polla. Volví a moverme un poco intentando darle placer y lo conseguí por el alarido que me pegó en la oreja. Seguí moviéndome muy despacio. Un poco en círculo. Apenas estaba dentro de mí pero se notaba que le molaba.

A punto estaba de pedirle que me lo hiciera cuando: mi madre.

Pegué un salto buscando el móvil guiándome por el sonido. No me dejaba levantarme pero tuve que hacer fuerza porque no había llamado a casa para decir que no iría a cenar.

Quinto tono  y por fin encontré el móvil en el suelo.  Contesté con la cabeza apoyada en el suelo y medio cuerpo en la cama.

  • ¿Dónde estás?-

  • Dando una vuelta con estos-  El calor llegó a mi culo cuando sentí que me restregaba el cipote ensalivado.

  • ¿Por qué no llamaste?- Entró más o menos lo mismo que antes.

  • Ahh ehh se me pasó. Nos fuimos a tomar algo y se me fue la hora.- Comenzó a moverse un poco como yo había hecho antes.

  • ¿Por qué hay tanto silencio?- Se quedó quieto en mi culo que estaba a su disposición mientras yo improvisaba con mi madre apoyado con la cabeza en el suelo.

  • Es que voy a comprar hielo. Ahora no estamos en el botellón-.

  • Mejor estabas en casa calentito – Comenzó de nuevo un leve mete saca.

  • Mamá estoy caliente, estoy bien. Estoy feliz.- Me pasé de sincero.

  • Vale hijo, pues hala qué disfrutes. Y no bebas-

Colgué y grité. –Ahhhh para, por favor.- Rogué fuera de mí entre el dolor de pelotas y mi culo que palpitaba.

  • …o metérmela pero haz algo por favor.-   El cabrón se carcajeó.

  • No te he entendido bien-

  • Fóllame, métemela. Te quiero dentro de mí. La quiero toda aunque me duela. Por favor-

  • ¿Serás capaz de no ser una zorra con cualquiera y venir a pedirme polla cuando la necesites?.-

  • Sí señor. Pero por favor fóllame- Creo que nunca había estado tan emputecido hasta ese momento. Intentaba mover las caderas pero solo lograba alejarle de mí.

  • ¿La próxima vez que mee, me la limpias con la lengua?-

  • Sí señor. Pero por favor…- Dejé de sentir la presión en el culo. Su pecho se separó.

  • Eres una zorra que a la primera de cambio ruega ser follada. No sé si podré fiarme de ti— Me senté sobre los pies en la cama y necesité un momento para pensar más allá de mi ojete.

  • No señor, nunca me había puesto tan caliente. Quiero sentirte dentro-

. ¿Pero de qué se trata de lo quiera tú o yo?- Comenzó  a vestirse dejándome una vez más sin saber qué hacer.

  • Venga a casa. Tu madre no sabe que estás buscando un macho que te humille en tus ratos libres- Tenía dudas de si lo decía como cachondeo o iba en serio pero le sonreí.

Me despidió y me dio la seguridad de que me usaría cuando lo necesitase. Yo quería una buena relación no solo un buen polvo.

En cinco minutos estaba en casa donde por suerte,  todos dormían.

Ya en la intimidad de la habitación miraba los posters de futbol pero solo veía su polla enorme. Me costaba creerme lo que acababa de hacer pero sobre todo a lo que estaba dispuesto con aquel tío

Al salir de la ducha todavía conservaba algo de su olor.