Padre nuestro 2

El suegro cuenta como se folló a la esposa de su hijo.

Buenas tardes. Voy a presentarme.

Soy Juan, tengo 65 años, soy viudo, hace un tiempo.

Tengo un hijo, que vive en otra ciudad, y me invitó a pasar unos días en su casa, con su esposa.

Ese era un tema un poco difícil para mí, ya que mi nuera, aparte de ser hermosa, era una mujer que me calentó, desde el primer día que mi hijo, me la presentó.

Ella era alta, muy blanca, de cabellos y ojos claros, con un cuerpo escultural, que invita al pecado a cualquier hombre, a mi me volvía loco con sólo su presencia, pero como era la novia de mi hijo, para mí era una mujer prohibida.

Todos los domingos ella venía a pasarlo con nosotros, y yo sabía que ese día iba a estar con la pija parada, porque ella sin saberlo, me provocaba las mayores fantasías que un hombre pueda tener.

La imaginaba desnuda a mi lado, y pensaba, Dios, si esta hembra fuese mía, no pararía de chuparla y follarla, le daría sin parar.

La suponía caliente, y era raro que yo me equivocara, pues tenía larga experiencia con las mujeres.

Sabía por su mirada y su andar que era una putita, calienta polla, estaba seguro que no le hacía asco a nada, tenía esa mirada perversa de las mujeres calientes.

Un domingo, después de almorzar, todos nos fuimos a dormir la siesta.

No podía descansar, pensando en ella, en lo que mi hijo, le estaría haciendo, en esos momentos.

Me asomé por la ventana de la cocina, y la vi tirada al costado de la piscina, con su bikini minúscula de color negro. Yo me volvía loco, mirándola, y deseándola

Se puso boca abajo, y se quitó el corpiño, y le pidió a mi hijo que le pasara bloqueador solar.

Mi hijo, le quitó el corpiño, y lo besó, ella se reía, empezó a pasarle la crema por su espalda maravillosa, cuando llegó al fin de su espalda, le bajó el triangulito que usaba, comenzó a besarle el trasero.

Ella se veía que disfrutaba, balanceaba sus caderas maravillosas.

Mi hijo la tomó por los hombros e hizo que se levantara, ella se paró desnuda ante él, y lo besó apasionadamente.

Su cuerpo desnudo, era el más maravilloso espectáculo para ver.

Mi hijo comenzó a besarle los senos maravillosos que tenía, la expresión de la cara de ella, era la de una zorra viciosa, gozando con sus caricias.

Ambos se fueron caminando, hacia el cuartito, que usábamos para cambiarnos, para entrar a la piscina.

Cuando la puerta se cerró, fui rápidamente caminando, y bordeé el cuartito, hasta llegar a la parte de atrás, dónde hay una ventana, rogaba por que estuviese abierta, quería verlos disfrutar, y, ver a mi futura nuera en acción.

Mis ruegos se hicieron realidad, la ventana estaba abierta de par en par, y yo podía verlos desde afuera, sin que ellos notaran mi presencia, pues estaban ocupados en otras cosas.

La perra de mi futura nuera, se había apoderado del falo de mi afortunado hijo, y se lo besaba, con una dedicación envidiable.

Mi hijo, con los ojos cerrados, le decía:

-¡Qué rico la chupas, mi amor!

Se veía que esas palabras la incentivaban, pues ella, abría la boca y se tragaba la polla de mi hijo, la chupaba desesperada, mi hijo, no paraba de gemir y suspirar, hasta que largó todo su líquido en la boca de la perversa mujer.

Se quitó el pene de mi hijo de su boca, y le dijo:

-Mira te fuiste en mi boca, y yo no recibí nada a cambio. –Puso una carita de triste, que me partía el alma, tenía ganas de gritarle, aquí estoy yo, para darte.

Mi pija estaba super dura, era una roca, empecé a tocármela, para ir calmándome un poco.

Mi hijo, como buen hijo mío, nunca iba a dejar a una mujer insatisfecha.

-Te voy a chupar tanto, ya verás cómo gozarás, putita.

Empezó a besarla entera, la recostó sobre la única mesa que había en el cuartito, le abrió las piernas y comenzó a pasarle la lengua, por toda la raja.

La muy puta, gozaba y pedía más, y más.

Mi hijo con los brazos extendidos hacia arriba, mientras le comía la vagina, le acariciaba los pezones.

¡Qué puta asombrosa, había resultado mi futura nuera! No me había equivocado.

No paraba de correrse, suspirar y gemir, mientras mi hijo le comía la conchita, toda depilada que tenía.

Luego que la hizo correr como tres veces con su lengua, la muy zorra, pedía más, le tomó nuevamente la verga a mi hijo, y se la empezó a mamar como si fuese la última vez.

¡Juventud, divino tesoro! En pocos segundos, mi hijo ya tenía la polla que le reventaba de dura.

La montó de un solo empellón, y le sacudía la verga dura, para adentro y para afuera, la perra gritaba y pedía que se la diera por atrás.

Mi falo, me dolía de lo duro que lo tenía, no soportaba más, quería follarla yo también, pero era imposible.

Mi hijo, la puso de espaladas, abrió sus nalgas magníficas y la empezó a besar.

Tenía un culo que parecía que se lo había hecho un artista, se apreciaba su piel joven y dura, era redondito, paradito, me recordaba a una manzanita deliciosa.

El afortunado de mi hijo, la penetró por atrás, la muy sinvergüenza de mi futura nuera, recibía las estocadas, totalmente extasiada.

El gesto de su cara, era el de una verdadera puta, nunca olvidaré esas facciones inmorales que una dama, por lo general no la tienen y de tenerla, lo disimulan muy bien.

La boca, de labios gruesos, y jugosos, entreabierta, el pelo alborotado. Era una verdadera postal, llena de lujuria.

Cuando ellos terminaron y se siguieron besando, me fui hacia el baño de la casa, quería desagotar mi caño duro, que ya me estaba produciendo dolor.

Sacudí mi verga dura, un par de veces, era tal mi calentura, que terminé en segundos, mientras zarandeaba mi polla, no salía de mi cabeza, la imagen de esa hembra caliente y perversa, que provocó que mi leche al caer sobre la pileta del baño, fuese casi inagotable, me corrí bien rico, por supuesto, en mi pensamiento, siempre estaba el cuerpo pecador de la muy puta de mi futura nuera.

A partir de ese día, cada vez que me cogía a mi vieja, pensaba que me cogía a la novia de mi hijo, lo triste venía después, cuando abría los ojos, y lo que tenía en mi cama, era mi esposa.

Así fue pasando el tiempo, mi hijo se casó con ella. Se fueron a vivir, a otra ciudad, ya no la veía tan seguido, eso me ayudó bastante, pero siempre le tuve ganas y no dejé nunca de lado la idea de poder cogerla a mi gusto.

Grande fue mi sorpresa cuando mi hijo, unos meses después que su madre falleció, me invitara a pasar un tiempo en su casa.

Para mí, iba a ser una tortura, tenerla tan cerca, y no poder ni siquiera rozarla, seguiría haciéndome pajas y pajas, siempre en su honor, como venía haciéndolo, desde que la conocí.

Decidí ir y que Dios me ayudara.

Mi hijo y ella, estaban esperándome en la estación, ella estaba radiante y más linda que la última vez que la había visto.

Estaba con dos o tres kilos más, y la hacían más voluptuosa y sexi.

Seguía con esa carita de ángel endemoniado, se acercó y me dio un beso en la mejilla, su perfume, era exquisito.

Su culo seguía siendo perfecto, más relleno, más deseable.

Tenía un vestido corto, rojo, con un escote generoso, se veían más de la mitad de sus pechos, sus pezones soñados, siempre en punta.

Mientras íbamos camino a la casa, sentí una erección, mi sueño era cogerla incansablemente.

Esa noche cenamos los tres, vimos televisión, y luego me fui al baño a masturbarme, su presencia me calentaba y mucho.

Una noche, después de cenar, mi hijo querido, me invitó con un wisky en la sala, puso música lenta, y se puso a bailar con ella, y a besarse los dos, como si estuviesen solos en el mundo.

El atorrante la besaba, mientras bailaban, la toqueteaba, yo sentado en silencio en el sillón los observaba, y envidiaba a mi hijo.

Ambos se besaban enloquecidos, mi hijo, comenzó a desabrocharle la blusa, ella caliente como una perra, ni se fijaba en mi.

Le quitó la blusa, y quedó con el corpiño y la falda corta, mi polla estaba empezando a despertar, y yo me la tocaba, era una escena muy fuerte para mí.

Ahora mi hijo le sacaba la falda, que cayó al piso, la hembra, quedó en ropa interior, podía ver sus pechos espléndidos, con los botoncitos en punta.

Era una delicia esa mujer, y mi hijo, se la iba a coger frente a mí. Cerré los ojos, y me acaricié la polla dura.

Cuando abrí los ojos, la muy perra, ya estaba desnuda.

Mi hijo, me decía que la mirara, que la disfrutara, que me la entregaba, que no le importaba compartirla conmigo.

-Goza padre, todo lo mío es tuyo.

La puso en cuatro en el piso, y empezó a chuparla toda, mi hijo, acercó a su puta mujer de cara pervertida por la lujuria, le tomó una mano, y se la llevó a mi pene duro.

Yo ya no podía más y se lo refregué por toda la cara, ella lo tomó con sus manos, y se lo llevó a su preciosa boca.

No podía creer lo que estaba pasando, mi hijo la penetró por atrás, le metió toda su verga en el culo, y empezó a culearla, ella estaba desesperada de calentura, se llevó mi pija a su boca y empezó a chupármela.

La muy zorra, la entraba y la sacaba de su boca, luego con su lengua, por afuera me la lamió toda, me besó los huevos llenos de leche…¡era tan puta!

Le tomé la cabeza, y con mis manos, fui acompañando sus movimientos, entraba, salía, lamía, chupaba, ya no daba más.

Sentía un placer enorme, y un sueño casi cumplido.

Le inundé la boca con mi leche que salía a borbotones.

Mientras saboreaba mi semen, la muy puta, mi hijo le llenaba el trasero de leche, ella gozaba, gemía, pedía y pedía, era incansable. Se tragó mi leche despacito, paladeándola, relamiéndose los labios.

Fue una de las noches más sabrosas de mi vida, la mujer prohibida, la esposa de mi hijo con la que hacía años soñaba, me había apaleado el pene, de la forma más maravillosa que un hombre puede soñar.

Esa noche dormí feliz, me levanté a la mañana y me puse a hacer el desayuno, para los tres, pero mi amado hijo, ya se había ido a trabajar.

Cuando estaba desayunando, apareció la perra, con un camisón muy corto y transparente.

A través de la tela podía ver sus senos perfectos, con las puntitas paradas, con esa cara perversa, que ponía cuando estaba en celo.

Nos saludamos, se sentó en la mesa, y le serví el desayuno.

Ella se puso a desayunar, como si nada hubiese pasado. Decidí afrontar la situación.

-Anoche, fue una de las noches más perfectas de mi vida.

Ella se rió.

-Para mí también, nunca imaginé que pasara lo que pasó.

-Si no estás de acuerdo, si fue el efecto del wisky, hagamos de cuenta, que no ha pasado nada, me voy hoy mismo, si quieres.

-No quiero que te vayas, me ha gustado mucho hacerte feliz, tu hijo estaba muy contento, y esto seguirá así.

Se acercó cariñosa, me dio un beso suave en los labios.

-Dime, ¿no te gustó? ¿no quieres repetirlo?

-¡Dios!, hace años que vengo soñando con cogerte, pero siempre respeté a mi hijo.

-Bueno… tu hijo, no quiere que lo respetes más, tu hijo es feliz sabiendo que me cojes rico, esto fue idea de él, él me entregó a ti, y yo…complacida.

La muy puta, bajó sus manos y comenzó a tocarme el pene.

-¿Qué dices? ¿te gusta?

-Me encanta, me vuelves loco, te voy a contar un secreto

Y le conté que los espiaba mientras eran novios, que vivía haciéndome pajas en su honor, que cogía a mi esposa pensando que era ella, que me moría por cogerla ya.

La perra se reía, se levantó y me pidió que la siguiera.

Fuimos a la cama que compartía con mi hijo.

Se quitó el camisón, quedó totalmente desnuda.

Empezó a besarme deliciosamente, su mano aflojó mi pantalón, sacó mi verga dura hacia afuera, se agachó un poco y empezó a lamerme mejor que la noche anterior.

Yo me dejé llevar, y mi falo duro dentro de su boca, crecía y crecía.

La arrojé sobre la cama, y empecé a poner en práctica, todo lo que había soñado que le haría durante todo este tiempo.

Le besé los pies, los brazos, las axilas, fui subiendo, y subiendo, movía mi lengua por todo su cuerpo.

Sabía que ella hacía de todo, pero también sabía que se dejaba hacer.

Lamí sus largas piernas, de a una, besé sus caderas, su cintura, subí hasta sus senos, los besé incansablemente.

Chupé sus pezones, tanto, tanto que se enrojecieron de mis lamidas y mordidas.

Ella gemía de placer, y se agitaba con mis manoseos.

Tenía unos pezones deliciosos, rosados, siempre en punta, yo abría mi boca y me comía sus senos, mordía con mis labios, muy suave sus timbres, ella suspiraba de placer, estuve así besándoselos, hasta que vi, que se ponían casi rojos de tanto chuparlos.

Con mi lengua fui bajando nuevamente, a su entrepierna, metí mi cabeza, y comencé a besarle la vagina, húmeda y delicada.

Abrí sus labios vaginales, y se los lamí, bordee toda su empapada rajita, metí mi lengua en su orificio, ella se volvía loca de placer.

-Ahhh!, ahhhh! No paraba de gemir.

Encontré su clítoris agrandado, y ahí si mis queridos amigos, la hembra empezó a tener espasmos y sus manos tomaron mi cabeza, y empujaba hacia adentro.

Su corrida fue una música maravillosa para mis oídos.

Me tragué sus jugos, y volvía a chuparla toda, y volvió a inundarme la boca con ese elixir delicioso que salía de su conchita de puta.

A mi edad, hay que trabajar mucho, para satisfacer a semejante hembra hambrienta.

Así que le di lengua por largo rato, ella no paraba de correrse, una y otra vez.

Pensé que después de tres orgasmos producidos con mi lengua, la hembra iba a calmarse un poco, pero no, quería más, la desvergonzada me dijo:

-Te quiero chupar la verga, la quiero en mi boca.

Por supuesto, no iba a negarme a semejante pedido.

La muy zorra, la tomó entre sus manos, empezó a masturbarme, y mi falo, se iba poniendo cada vez más duro.

Ella era muy experimentada chupando penes, seguramente mi marido había sido un muy buen maestro.

Se la iba entrando de a poco, con suavidad, yo estaba llegando al cielo, con el placer que me estaba dando.

Su lengua bordeaba mi cabeza, la lamía, serpenteaba todo el tronco, hasta llegar a mis huevos, como lo había hecho la noche anterior, lamía mis pelos, se metía en su boca primero un huevo, luego otro.

He tenido muchas mujeres en mi vida, he sido siempre un infiel, mi esposa era muy fría, y me sacaba los gustos con otras, pero les juro que nunca tuve una mujer tan puta como esta en la cama, era el sueño de todo hombre.

Como soy un señor grande, demoro bastante en eyacular, eso a ella le encantaba, porque podía darle de todo por un tiempo más prolongado que mi hijo, al que yo doblaba en edad.

Me senté en la cama, y la perra, se sentó sobre mi miembro agrandado, y ella me empezó a coger a mi.

Esta mujer, me hacía alucinar, me calentaba, le gustaba hacer y que le hagan de todo, nunca se cansaba de coger.

Luego quiso que le diera de atrás.

Se puso en la posición de la perrita, abrió sus nalgas y me invitó a que se las besara.

Tenía un culo, como ya les dije, perfecto.

Se lo besé, el orificio le quedó todo mojado de con mis babas, le metí los dedos, y ella gloriosa, seguía disfrutando.

Por fin la penetré por atrás, lo que me quitó el sueño durante años, me lo estaba comiendo.

Fui entrando en su ano lento, hasta la mitad de mi falo, ahí, le entré de un empujón, hasta que mis testículos golpearon sus nalgas.

Empecé a entrar y salir, mientras le pellizcaba los pezones, o le rozaba el clítoris con mis dedos.

Ella gemía como una gata en celo, tuvo una corrida estupenda, di un par de empellones más, bien profundas, y le llené el culito con mi leche.

La mujer que desee más en mi vida, por fin me la cogí, cómo, cuándo y las veces que quise.

Todo queda en familia.

CONTINUARÁ.