Padre, nuera, hijo, madre

Una averia en vehiculo, un temporal de nieve, una habitacion de hotel, desembocan en una relacion suegro, nuera, y posteriormente desenbocan en la consecucion de las mas prohibidas fantasias del autor del relato con su madre.

Padre, nuera, hijo, madre.

Hola amigos, voy a intentar relataros algo que nunca pensé pudiera ocurrir realmente y menos a mí.

Todo comenzó el invierno pasado, y comenzaré presentándome.

Me llamo Lucas, tengo 25 años, y estoy casado desde hace año y medio con Sonia, una preciosa chica de 23.

Como ya dije antes, una tarde de invierno en un lugar que prefiero no concretar, mientras mi mujer y yo viajábamos de vuelta a casa en nuestro turismo, sufrimos una avería del mismo, y tras llamar a la grúa para que lo retirara de la carretera, tuvimos que llamar por teléfono a mi padre para que viniera a buscarnos, ya que nuestro seguro no cubría el servicio de taxi para esas incidencias.

Una hora después se presentó él, y tras varios comentarios mas o menos jocosos sobre la "calidad" de mi vehiculo emprendimos el viaje de vuelta a casa.

Al iniciar el viaje nos alegramos infinitamente de la rápida asistencia de mi padre, ya que comenzó a nevar intensamente.

Tan intensamente, que tras unos kilómetros de marcha, y comprobar "la calidad" de las cadenas que debería haber llevado mi padre en su vehiculo, es decir, olvidó llevarlas, tuvimos que parar en un área de servicio, ya que la circulación se tornó extremadamente peligrosa.

Para hacer tiempo, cenamos allí los tres, en un ambiente siempre jocoso y divertido, lanzándonos comentarios punzantes, mi padre sobre mi turismo averiado, y yo sobre su mala cabeza por no haber previsto llevar las cadenas en el suyo.

Mi mujer asistía a nuestra "pelea" divertida, añadiendo mas comentarios del tipo, "los dos sois igual de burros, padre e hijo".

A través de la cristalera del restaurante comprobamos que el temporal de nieve, lejos de amainar, arreciaba en intensidad, por lo que decidimos solicitar una habitación en el hotel anexo, previendo que aquella noche tendríamos que quedarnos allí.

Se trataba de una habitación doble con dos pequeñas camas individuales, pero no habría problema en que mi padre durmiera en una de ellas y mi mujer y yo, apretados en la otra.

Era demasiado temprano para dormir, por lo que volvimos al restaurante para tomarnos unas copas.

Lo que comenzó como "unas copas" para hacer tiempo, se alargó, provocando que los efluvios del alcohol hicieran mella en los tres de forma considerable, y nuestras carcajadas resonaron por el restaurante de tal forma que decidimos ir a nuestra habitación, y evitar ser en centro de atención de los demás clientes del mismo, nerviosos por la inclemencia del tiempo y no haber previsto reservar una habitación en el hotel.

Una vez allí continuamos con "la fiesta", y sorprendentemente para mí, los comentarios de mi padre comenzaron a ser algo "picantes", contando chistes de ese tipo, o bromeando sobre que iba a dormir "al lado de su nuera", ante los que mi mujer lejos de inhibirse con esos comentarios de su suegro, con seguridad influenciada por el alcohol, no solo los aceptaba sino que los alentaba con frases del tipo, "nunca he dormido con dos hombres, hoy va a ser la primera vez".

Para mi era sorprendente aquello, ya que mi padre jamás se había permitido bromear con mi mujer de aquella manera, y ella a su vez siempre se había comportado de la manera mas recatada posible, y para mi mayor desconcierto aquella situación estaba empezando a excitarme.

Sobre todo al descubrir que en un descuido de mi mujer, sentada en una de las camas, y desinhibida por el alcohol, se le había subido el bajo del vestido, de tal forma que en algunas posturas mi padre podía verle perfectamente sus braguitas, y éste aprovechaba descaradamente para gozar con aquel regalo para su vista.

Yo lejos de intentar cortar aquello, disfrutaba cada vez más con la situación, permitiéndome incluso bromear con ellos, diciéndole a mi mujer que de seguir así, mi padre se iba a calentar de tal forma que terminaría masturbándose.

Ella se reía a carcajadas y mi padre ya ni siquiera intentaba disimular el deseo por su nuera.

Mi mujer sumamente desinhibida y ajena todavía a ese deseo de su suegro, más aun sintiéndose protegida por mi presencia, no tuvo otra ocurrencia que demostrar lo "tranquila" que se sentía con él quitándose el vestido y quedarse en braguitas y sujetador, "¿Ves Lucas?, con mi suegro estoy tan segura como si estuviera frente a mi padre, ja, ja, ja, ¡como se va a calentar conmigo!".

Sin embargo, por mucho que yo hubiera bebido, sabía perfectamente cuan equivocada estaba mi mujer, ya que mi padre la devoraba con la mirada, dirigiendo los ojos a sus pechos y sobretodo a sus braguitas de tal forma que prácticamente se las perforaba.

Yo cada vez mas excitado, insistí con ello, y contesté.

  • ¿Tan tranquila como si estuvieras frente a tu padre?....... espero que no estés tan equivocada con él como con tu suegro, ¡no ves que está empalmado!, ja, ja, ja.

Mi mujer negaba con la cabeza, aparentando no dar crédito a mis palabras, y mi padre mas excitado si cabe que yo, intentó acabar con cualquier tipo de dudas, sobre todo al notar que lejos de enfadarme aquella situación demostraba estar interesado en que prosiguiera, se bajó los pantalones mostrando a su nuera la enorme erección que amenazaba con desgarrarle el slip.

Ella abrió los ojos sumamente sorprendida y de nuevo desinhibida por el alcohol terminó carcajeándose abiertamente.

En este estado de cosas, mi padre tan excitado como jamás hubiera imaginado, decidió "lanzarse" antes de que los efectos del alcohol decayeran en intensidad en ella, y perder semejante "oportunidad" que se le estaba planteando, y la abrazó de tal forma que sus manos terminaron acariciando su culo, al tiempo que la besaba en la boca.

Mi excitación se elevó al máximo observando cómo, tras la inicial sorpresa de mi mujer e incluso unos tímidos intentos por su parte para evitar aquel abrazo lascivo, mi esposa comenzaba a entregarse abiertamente a su suegro.

Mi padre sumamente experto, se las arreglo rápidamente para quitarle la lencería y poder sobarle su tierna y caliente piel, libre ya de cualquier tela por sutil que fuera.

Observé como sus pezones rápidamente respondieron a aquellas caricias entrando en erección, a mismo tiempo que sus gemidos se entrelazaban con los de mi padre, que no cesaba de decirle "¡que buena que estas!, ¡que suerte tiene mi hijo de poder follarte cuando quiera!.

Mas que tumbarse en la cama, cayeron sobre la misma abrazados y sobándose lascivamente.

En mi presencia, se besaron lujuriosamente, mi padre recorrió no solo con las manos, sino ayudándose de la lengua, todo su cuerpo, recreándose sobre todo en sus erguidos pezones, provocándole verdaderos alaridos de placer al llegar a su húmedo coño.

Pude ver perfectamente como apuntó su erecta polla al coño que hasta ese momento solo había penetrado yo, y como mi mujer se abría de piernas deseando ser penetrada lo antes posible.

A cada embestida de la polla de su suegro, mi mujer abría los ojos y soltaba un gemido de placer, mientras mi padre bramaba entre jadeos "!que ganas tenia de follarte, que ganas!, ¡que coño mas rico tienes!, ¡estaría toda la vida follándote aunque me quedara la polla en carne viva!", y barbaridades por el estilo cada vez mas obscenas.

Yo loco de excitación, sin parpadear para no perder detalle, me desnudé y comencé a masturbarme añadiendo a los comentarios de mi padre otros más obscenos aún.

  • Cariño, ¿no decías que con tu suegro estabas tan tranquila como con tu padre?, ¡menudo pollazo te está dando!, ¡te la está metiendo hasta los huevos!, como tengas la misma razón con tu padre……… ¡te rompe el culo!.

Mi mujer apenas podía contestar a nuestros comentarios, limitándose a gritar de placer y a arañar las espaldas de mi padre, el cual la follaba cada vez con más fuerza.

Ella no pudo aguantar mucho tiempo tanto placer y se corrió como una golfa con los ojos en blanco, entre espasmos tan fuertes que parecían ser verdaderos calambres.

Menos mal que ella tomaba píldoras anticonceptivas, ya que mi padre se corrió poco después inundándole el coño a su nuera de semen blanco y sumamente abundante, que pude ver brotar de su sexo cuando le sacó la polla aun erecta.

Aproveché la semiinconsciencia de mi esposa para terminar de masturbarme y lanzarle mi corrida sobre sus pechos, salpicándole algunas gotas sobre su rostro inmensamente relajado y sonriente.

Ella quedó profundamente dormida poco después con el mismo rostro angelical de una mujer que no ha roto un plato en su vida.

Mi padre y yo antes de caer dormidos, tuvimos tiempo de charlar, expresándome él, lo muchísimo que había gozado follándose a mi mujer, y que cada vez que viera nevar se acordaría del coño de su nuera.

A la mañana siguiente me desperté abrazado a mi esposa, que despertó poco después.

Ella aparentaba encontrarse sumamente nerviosa y avergonzada, y como si albergara la esperanza que lo sucedido aquella noche se tratara de un sueño, me dijo.

  • Anoche……. Bebí demasiado……. No me acuerdo bien……..

Era ya de día y el sol entraba por las rendijas de la persianas dejando la habitación en penumbra, lo suficiente como para poder ver a mi padre durmiendo a pata suelta en la cama de al lado, con una sonrisa enorme, y seguramente soñando con algo excitante ya que se encontraba en erección.

  • ¿Te acuerdas ahora?. (le dije señalando a la erección de su suegro), ¡esa polla esta tan "alegre" gracias a ti!.
  • ¡No!, ¡como pude dejarme llevar!, ¡no volveré a beber en mi vida!, ¡que pensará mi suegro de mi!, ¡que vergüenza!.....

Mi mujer no dejaba de lamentarse y avergonzarse, y yo apenas pude convencerla explicándole que aquello no cambiaba nada y que olvidara cualquier pensamiento negativo.

Me alegré al comprobar que mi padre tras despertarse, fingió o bien no acordarse de nada, o darle la misma importancia que yo intentaba explicarle a ella.

El viaje de vuelta, una vez comprobamos que la carretera estaba despejada, transcurrió intentando los tres evitar tratar el tema, sobre todo porque notábamos que mi mujer no acababa de digerir lo sucedido, por sumamente placentero que hubiera sido para todos.

Solo pasadas unas semanas mi mujer aparentó haber olvidado el "incidente", actuando de forma normal sin ponerse colorada al cruzarse con mi padre.

Yo estaba a punto de pensar que aquello solo se trataba de un hecho aislado producto del alcohol, y que incluso mi padre también se arrepentía, por mucho que yo me excitara solo de recordarlo.

Pero una tarde me llamó por teléfono para que le hiciera una visita en su casa.

Me presenté allí, sin saber que deseaba concretamente mi padre, y más cuando me dijo que mi madre había salido a hacer unas compras y tardaría mucho en volver.

Mi padre no se cortó en absoluto en expresarme sus deseos, a pesar de que evidentemente ninguno de los dos teníamos la excusa del alcohol.

  • ¡Que bien lo pasamos la otra noche!. Me dijo.
  • Si papá, sobre todo tu, menudo pollazo le metiste a tu nuera, espero que lo recuerdes a pesar de la bebida.
  • ¿Olvidarlo?, ¡aunque me hubiera bebido una piscina de güisqui no lo olvidaría!, ¡que morbazo follarme a mi nuera!, ¡pero que buena que está la jodida!, ¡no recuerdo haberme follado un coño tan húmedo y caliente como el suyo!.

Continuamos charlando sobre las vergüenzas de mi esposa y sobre sus deseos de volver a repetirlo alguna vez ya que afirmaba encontrarse permanentemente en erección fantaseando con ella.

De repente y como el que habla de cualquier otro tema de lo mas normal me dijo.

  • Tu convéncela como sea, que saldrás ganando, te lo aseguro, yo también te puedo "ofrecer algo a cambio".
  • A que te refieres papá. Dije sorprendido sin saber a que se refería.
  • Ja, ja, ja, bribón, te conozco perfectamente y se tus gustos, te ofrezco la oportunidad de conseguir a una "madurita" que te da mucho morbo.

Me quedé estupefacto ya que realmente no tenía ni idea de a quien se refería, y ni siquiera pude preguntarle nada mientras mi mente indagaba sobre aquello.

Mi padre trajo su ordenador portátil, y tras encenderlo me dijo que iba a enseñarme las fotos de la "madurita" en cuestión.

Mientras se encendía el sistema operativo, intentaba descifrar mentalmente que clase de señoras conocía mi padre, o si engañaba a mi madre de tal forma como para tener fotos de estas para ofrecérselas a su hijo.

Por fin pinchó en la primera de las fotos de una carpeta oculta.

Una señora de unos cincuenta y tantos años, de espaldas y en braguitas de un blanco inmaculado se ofrecía a mi vista, en seguida mi padre me preguntó.

  • ¿Te gusta?.
  • Coño, parece que está muy rica, ¿Quién es?, ¿alguna amante tuya?.
  • Si, amante si lo es, y no veas como folla, casi mejor que tu mujer……. Ja, ja, ja.

Seguí observando fotos, siempre de espaldas y en posturas cada vez mas comprometidas, hasta que me percaté que aquellas fotos estaban tomadas en su casa.

  • Papá, ¿es que traes a tus amantes a casa?, ¡si te pilla mamá te mata!.
  • Hijo mío, veo que eres gilipollas o te lo haces, ¿no conoces esas bragas?.

Observé la foto con detenimiento, ¿Por qué coño debía conocer yo aquellas bragas blancas si por supuesto jamás había tenido ninguna aventura con alguna madurita?.

  • Deberías acordarte perfectamente, más de una vez las has buscado en los cajones y…. ¡te has masturbado con ellas!, ¿piensas que no nos dábamos cuenta?

Empecé a comprenderlo……. No obstante no podía creerlo de ninguna manera pero mi padre terminó de confirmar mis sospechas al abrir la última foto.

¡¡¡¡¡¡¡Mi madre!!!!!, mi propia madre se trataba de la protagonista de las fotos que había estado mirando obscenamente, ahora de frente, podía ver su rostro mientras posaba en bragas, las cual reconocía perfectamente ya que siendo soltero y mas joven, habitualmente usaba para masturbarme acariciándolas y correrme sobre las mismas, en una fantasía incestuosa de la que jamás habría hablado con nadie, y por supuesto un insuperable tabú para mí mismo.

  • No vayas a negarlo ahora, ja, ja, ja, una mujer siempre sabe cuando la miran con deseo, y sobre todo…….. ¡se acuerda perfectamente donde guarda sus braguitas!, y mas cuando las localiza días después en el cesto de la ropa apresuradamente lavadas por ti.

Con la boca abierta tuve que seguir escuchando a mi padre.

  • Tu madre al principio se asustó con eso, pero acabó dándole morbo el asunto, sobre todo ante mi insistencia, por supuesto nunca te dijimos nada, porque eras mas joven, no sabíamos si se trataba de un simple "juego" y sobre todo…. desconocíamos lo morboso que eres, tanto como…….. para disfrutar viendo como me follaba a tu mujer.

Hablaba en plural, como si mi madre estuviera al tanto de lo sucedido, cosa que me desconcertó aun más si cabe.

  • Mamá sabe perfectamente que se la he metido a nuestra nuera como si fuera una golfa y no veas cómo hemos disfrutado mientras le comentaba los "detalles".

Mi padre no cesaba de hablar, aunque de todas formas no hubiera podido responderle, incapaz por completo de articular palabra, boquiabierto ante esa revelación de que mi madre conocía mis "jueguecitos juveniles" con su lencería, y sobre todo la infidelidad de su marido con su propia nuera, y para colmo……. ¡no podía desviar la mirada de la pantalla del ordenador donde mi madre se mostraba semidesnuda y con un rostro que nunca hubiera imaginado en ella".

Creí que el límite de mi sorpresa estaba más que superado y que ya nada podría causarme más estupor, pero mi padre se encargo de desengañarme.

  • Ya somos mayorcitos y podemos charlar sin tabús, nada de lo que pase aquí va a cambiar nuestra relación de padre, madre a hijo, y solo tras comprobar tu reacción en el "incidente del hotel", (usó una forma suave para hablar del pollazo que le dio a mi mujer), "hemos" decidido darte la oportunidad para que hagas realidad tus mas inconfesables deseos con tu madre.

Petrificado no podía dar crédito a sus palabras, y menos cuando usó el término "hemos", que daba entender que mi madre estaba de acuerdo.

Apenas pude articular un "’¡que mas quisiera yo!", mirando de nuevo la foto obscena de mi madre en el ordenador.

  • ¿Quieres que la llame?, no está de compras, espera en nuestro dormitorio tu respuesta sea cual sea…..

Totalmente incrédulo, vi a mi padre dirigirse por el pasillo hasta su dormitorio, escuche voces y mi corazón amenazó salirse del pecho ya que efectivamente reconocí la voz de mi madre.

Unos segundos después, aun con el corazón en la garganta, apareció ella en la habitación donde me encontraba prácticamente temblando, ¡en bragas y un sujetador que abarcaba con dificultad sus inmensos pechos!

.

  • ¡Mamá!, bu, bu, buenas….. tar, tardes. Tartamudee cómicamente.
  • Hola hijo mío, ya me ha contado tu padre lo bien que se lo pasó con nuestra querida nuera y que deseas "vengarte".
  • ¿Vengarme?.
  • Si, él se ha gozado con tu mujer y tu….. si quieres…. Puedes hacerlo con la suya. (Dijo mirando de vez en cuando a mi padre como si de él partieran sus palabras)

Mi más prohibida fantasía estaba a mi alcance, mis ojos no se apartaban del voluptuoso cuerpo de mi madre, la cual aparentaba encontrarse en un inmenso estado de sumisión hacia los deseos de mi padre, es decir, podía verla colorada y avergonzada al límite, al mismo tiempo que la simple mirada de mi padre se tratara para ella de una orden que debía asumir sin ningún tipo de cortapisa, incluyendo superar el tabú prohibido se ofrecerse abiertamente a su hijo medio desnuda.

Cualquiera que lea este relato puede creer que mi madre se trata de una mujer "liberal" o fácil, pero todo lo contrario, no recordaba haberla visto nunca ni en ropa interior, vestía siempre de manera más que formal y recatada, por lo que cualquiera de mis fantasías con ella solo se trataban de eso, no albergando la mas mínima esperanza de que se cumpliera realmente la más suave de las mismas.

El tabú era inmenso, pero el morbo de aquella situación superó cualquier barrera.

Me sorprendí tras bajarme los pantalones de lo sumamente excitado que estaba, no recordando una erección tan fuerte como aquella, provocando una pequeña expresión de asombro en mi madre, y un pequeño ademán de intentar "huir" de aquella habitación, como si por fin hubiera comprendido lo cerca que estaba de consumar el incesto con su propio hijo, pero de nuevo una simple mirada de mi padre la convirtió en el ser mas sumiso que pudiera imaginarse.

Terriblemente excitado comprobando ese estado de sumisión completa en mi madre, la cual en la vida normal se trataba de una persona de apariencia dominante, me abracé a ella frotando mi erección sobre sus bragas, las mismas que anteriormente me había tenido que contentar con acariciar fantaseando con que habían estado en contacto con su cuerpo, sin llegar a imaginar que, alguna vez podría siquiera tocarle un pelo de la cabeza.

Sentí sus enormes pechos sobre el mío, y acaricié aquel orondo culo que tanto había soñado sobar.

Poco a poco, su sumisión comenzó a tornarse en un deseo tan inmenso que ahuyentó de su mente cualquier recelo al tabú de saber a quien estaba entregando su cuerpo, y tras aceptar mis besos en su boca, sentí su lengua fundirse con la mía lascivamente, mientras su cuerpo libre de vergüenzas se restregaba con el mío como una gata en celo.

Sentí su caliente coño en mi muslo traspasando la suave tela de sus bragas, y comprendí que no habría fuerza en el mundo que pudiera impedir que mi polla entrara allí.

Sin dejar de abrazarnos y besarnos, nos las arreglamos para dirigirnos al dormitorio seguidos por mi padre.

Nos revolcamos en la cama como animales fuera de sí, acariciándonos lo mas lascivamente que pudiera imaginarse.

Mi padre se encontraba al borde del éxtasis, profiriendo toda clase de frases lascivas.

  • ¡Que bien te lo estas pasando con tu hijo!, ¡menos mal que no querías!, ¿te acuerdas cuantos chicos te he buscado para que te follen?, ¡dile a tu hijo cuantos de sus amigos han pasado por esta cama y han disfrutado contigo como locos!.

Loco de excitación, le pregunte por la veracidad de aquellas obscenidades vertidas por mi padre, y gimiendo de placer me confesó que él se había encargado de buscar chicos de mi edad y "obligarla" a follar con ellos fantaseando conmigo, incluso para hacerlo mas creíble terminó buscando amigos míos, que desconociendo aquella fantasía disfrutaron del cuerpo de mi madre sin ningún tipo de rubor.

No pude dudar de aquello, ya que me dio el nombre de aquellos amigos a los que se había entregado, con detalles que solo siendo cierto podría conocer, como el tamaño de la polla de uno de ellos, (al que conocíamos por el tres piernas), y que para colmo se empeñó en darle por culo y casi se lo desgarra.

No solo estaba sobando a mi madre notando como se me entregaba por completo, sino que aquella confesión sobre sus "aventurillas" sexuales con mis amigos, terminó volverme loco de excitación, ya nada en el mundo hubiera podido impedir mis deseos por penetrarla.

  • ¡Te la va a meter!, ¡por fin te la va a meter tu hijo!, ¡cuantas veces te he dicho que estaba deseando follarse a su madre!. Exclamó mi padre observando como efectivamente mi polla avanzaba en dirección al coño peludo que se me ofrecía por completo.

Alcé mi torso para ver mejor la cara de mi madre mientras se la metía, comprobando que se derretía de placer a cada centímetro de polla que la penetraba.

Sentí miedo de no poder soportar mas tiempo sintiendo tanto placer y correrme antes de tiempo pero pude contenerme y follarla rítmicamente sin dejar de mirar como se rostro se transfiguraba en muecas de placer infinito, mientras intentaba besarme al mismo tiempo que sus piernas se abrazaban sobre mis caderas.

Para tardar mas, cambié de postura y la puse a cuatro patas sobre la cama follándola estilo perrito mientras sobaba sus inmensos pechos.

  • Fóllame hijo mío, ¡no pares!, me matas de gusto, ahhhhhhh, ¡que aprenda tu padre a follarme como tu!.
  • ¡Estas disfrutando como una perra!, y mira que yo disfruté con nuestra nuera, ¡córrete de gusto!, ¡córrete con la polla de tu hijo!. Bramaba mi padre.

Tras unos minutos sin dejar de follarla, noté unos perfectamente perceptibles espasmos en el coño de mi madre, al mismo tiempo que sus alaridos no dejaban lugar a dudas sobre lo que le estaba sucediendo, se estaba corriendo de gusto con un enorme orgasmo, y por fin pude dejar que mi cuerpo respondiera a tanta excitación, vertiendo mi leche en su ya húmedo coño.

Por supuesto que no conté esta experiencia a mi esposa, se trataba de un tabú demasiado grande, por mucho que ella misma hubiera follado con su suegro.

No obstante me las arreglé para cumplir con mi parte del trato, que mi padre pudiera volver a follarla.

Ella se negaba en redondo a hablar del tema, pero yo encontraba la forma para disimuladamente dejarlos a solas.

Al principio nada, pero tras unos meses mi padre terminó por conseguir follarla y contármelo después.

Aquellos encuentros se repetían regularmente y mi padre me contaba inmediatamente después los detalles más escabrosos, incluso delante de mi madre que después intentaba practicar conmigo cualquier postura descrita por él.

Sin comprender como, mi padre llegó a inculcar en su nuera el mismo carácter sumiso que había logrado en mi madre, y me sorprendió una tarde contándome que horas antes se había presentado en mi casa con un amigo de su edad y no le había costado convencerla para que se lo follase al igual que a él.

Tarde o temprano aquellos secretos tenían que trascender, y hace pocas semanas, durante una cena familiar entre los cuatro en nuestra casa, mi padre se confió demasiado y aprovechó para sobar en la cocina a mi esposa, sin percatarse que mi madre y yo entramos en aquellos momentos allí con platos en las manos.

Cuando mi mujer se dio cuenta casi se muere del susto, pensando que mi madre iba a montar en cólera, o incluso yo mismo, ya que en teoría desconocía que continuaba follando con mi padre.

Mi madre intentó tranquilizarla "confesando" que lo sabía todo, cosa que la alteró aún más.

Decidimos aclararlo todo tras sentarla de nuevo en el salón, con el consiguiente riesgo de que la confesión incestuosa entre mi madre y yo, fuera demasiado fuerte para ella.

Mi mujer con los ojos abiertos como platos, ni siquiera aparentaba poder comprender o asimilar semejante relación entre nosotros, ni mi conocimiento de sus "infidelidades".

Mi madre fue la que decidió sacar todas las cartas a relucir, y tras levantarse se desabrochó el vestido hasta dejarlo caer al suelo quedando en ropa interior frente a nosotros.

  • Mi marido goza con mi cuerpo y con el tuyo, mi hijo también, yo no puedo negar lo mucho que disfruto con ambos…….. ¿y tu?, ¿puedes negarlo?, si disfrutamos los cuatro ¿Dónde está el problema?, es más…… tantas veces me ha contado mi marido como te folla que me gustaría verlo.

Mi esposa tras unos segundos reflexionando y sobre todo ante la mirada que la convertía en sumisa de mi padre, pareció aclimatarse a esa nueva situación.

Se dejó hacer cuando mi padre comenzó a sobarla en nuestra presencia, mientras mi madre y yo hacíamos lo mismo.

Perdió pronto el tabú observando con atención las caricias y besos que nos prodigábamos mi madre y yo, aparentando excitarse con ello.

  • Que cabronazo que eres, tu madre tiene las tetas mucho mas grandes que las mías, ¡como disfrutas sobandoselas!.
  • Ja, ja, ja, ¡si quieres te dejo que se las sobes tú!.

Mi padre y yo pudimos asistir a aquel espectáculo sumamente excitante.

Mi madre y su nuera acariciándose ambas en ropa interior los pechos hasta llegar a la erección.

Se profirieron varias caricias llegando a besarse en los labios tiernamente.

Sin embargo estaban más interesadas en su ración de polla que en otra cosa, y poco después mi padre se encontraba ya follando a su nuera a pocos centímetros de nosotros.

Mi mujer alucinó cuando comenzó a escuchar los gemidos de placer de mi madre y observar como efectivamente era yo quien la penetraba.

  • Si no lo veo no lo creo, ¡te estas follando a tu madre!.
  • ¡Y tu a tu suegro, que por edad podría ser tu padre!.

Los cuatro follamos como posesos, intercambiado posturas y mujeres, y unas veces me encontraba penetrando a mi mujer con la polla húmeda con los jugos de mi madre, y poco después la follaba a ella con los fluidos de su nuera.

Las muy golfas aparentaban estar concursando por ser la primera en lograr que se corriera su pareja, gimiendo y contorsionándose como locas.

En unos minutos una vorágine de placer retumbó por las paredes del salón, ya que uno a uno fuimos corriéndonos, fluyendo semen por todos lados sin saber muy bien en que coño se había corrido cada uno.

Desde entonces nuestra relación no puede ser mejor y disfrutamos del sexo sin ningún tipo de tabú, aunque por supuesto la única forma de comentarlo con alguien es mediante el anonimato que ofrece Internet.

Un saludo esperando haber podido expresar bien en este relato mis experiencias.