Padre e hijo (al despertar)
A la mañana siguiente el padre tiene grandes dudas y el hijo se las disipa con mucho amor.
Varios lectores me habéis pedido que siguiera contando la relación entre padre e hijo. En un principio sólo era un relato porque mi intención era narrar ese momento especial en el que algo se rompe y da lugar a una nueva relación o una nueva vida, como una metamorfosis. Pero después de leeros y oír vuestras peticiones, me he decidido a contentaros y aquí está. Espero que os guste.
PADRE E HIJO
(Al despertar)
El padre se despertó notando el calor que despedía el hijo en su espalda y la erección matutina rozándole las nalgas. Se incorporó con cuidado de no despertarlo y se sentó al borde de la cama. Se acordaba de todo lo que había sucedido esa noche, la cabeza le daba vueltas. Cómo había podido suceder todo aquello y haberlo consentido. Y lo peor de todo, cómo había podido dejarse llevar por aquella marea de sensaciones y dejarse llevar por la pasión, el deseo y la lujuria, y haber disfrutado como un loco de una experiencia sexual con su hijo.
Bajó la cabeza y se la agarró con las manos. Todo le daba vueltas. Qué iba a hacer ahora. Se dio la vuelta y miró a su hijo. Elio dormía plácidamente. La hermosura de su hijo le cautivó. Ya no pensaba en él solo como su hijo, sino como hombre. Era un ejemplar único, joven, fuerte, hermoso y poderoso como un animal. Notó como su miembro reaccionaba y lo notaba crecer sobre su muslo. Apartó la mirada y volvió a pensar en qué haría de ahora en adelante. Hablaría con el hijo y le diría que eso no podría ser. No se arrepentía de lo sucedido, pero, sinceramente, no sabía como encajar esa situación que se le estaba yendo de las manos.
Su hijo se movió entre sueños. El padre lo volvió a mirar. Era un ser espléndido. El hijo medio abrió los ojos entre sueños, le miró, le sonrió y le acarició el brazo. Papá- dijo- ven- y siguió durmiendo. Ángel sonrió ante aquel maravilloso espectáculo. Se levantó de la cama y salió de la habitación. Necesitaba beber agua fría. Fue al baño, bebió y luego se fue a su habitación y se acostó en su cama. No dejaba de pensar en Elio y lo sucedido esa noche.
Los besos, las caricias, la pasión anal que su hijo había disfrutado con el. Y la gran eyaculación que había tenido lugar por parte de los dos hizo que volviera a ponerse como un burro. Quiso apartar esos pensamientos, se tapó con la sábana y se abrazó a si mismo queriendo dormir y olvidar.
Papa...- Su hijo había entrado en la habitación y se dirigía a su cama- Papa...que haces aquí.
Intentaba dormir- le dijo sin querer mirarle.
Notó como su hijo se acercaba y luego se metía en la cama con el. Se acercó a su espalda y pasando el brazo sobre el se quedó dormido otra vez. El padre notaba la respiración cálida de su hijo en su hombro. Su cuerpo volvía a reaccionar como hombre, no como padre. No sabía si quería que eso sucediera, pero su cuerpo decidía por el y decidía que sí.
Elio se despertó de golpe. Algo pasaba. Miró a su padre. Sabía que algo pasaba. Se inquietó. Le besó el hombro -Papá, ¿pasa algo?.
Ángel sin mirarle le dijo- Nada...duerme.
El hijo se incorporó, Hizo que su padre le mirara. Papá, ¿qué pasa?.
El padre no pudo reprimir que le resbalaran lagrimas de sus ojos -No se que hacer Elio, no se que hacer. Esto no está bien, pero no quiero renunciar a ti. Me estoy muriendo de dudas- y se acurrucó al calor del cuerpo de su hijo.
Elio le abrazó, la besó la cabeza, le acarició el pelo -Es normal, a mi me ha pasado lo mismo y también he sufrido. Estamos sufriendo una metamorfosis y eso siempre es doloroso.
El padre se sorprendió de la sabiduría de su hijo y se abrazó más a el para que el calor que emanaba de su cuerpo lo tranquilizara y esos brazos poderosos lo cobijara, mientras los labios del hijo le besaban la cabeza.
Tenemos que aceptar lo que pasa- dijo – de ahora en adelante nada va a ser igual. Tendremos que aceptarlo y ver como transcurren los acontecimientos, pero si de una cosa estoy seguro es de que no voy a renunciar a ti.
El padre volvió a sorprenderse de la seguridad y madurez de su hijo, mientras notaba como le acariciaba, la cabeza y los brazos. El hijo hizo girar un poco la cabeza de su padre, hizo que le mirara y le besó tiernamente en los labios. El calor del beso hizo suspirar al padre. El hijo abrió la boca para que sus lenguas intercambiaran saliva como si con eso se conectaran.
El padre lamió la lengua de su hijo y en ese instante dejó de pensar y todas sus sensaciones se convirtieron en un torrente de pasión que se conectaba con su hijo a través de sus lenguas. Gimió de placer -Elio, te amo.
El hijo sonrió y le dio un beso tan pasional que le hizo daño en el labio inferior, le sangró y el hijo, le lamió la sangre.
A Elio se le desataron las pasiones con una fuerza desconocida. Le apretaba las nalgas a su padre, le metía la mano en la entrepierna para disfrutar del sexo paternal. Se hizo fuerte, un potro salvaje, y su padre se dejó hacer. Dejó que su hijo le tumbara boca arriba, que le sujetara los brazos sobre su cabeza, dejando su cuerpo a su disposición, que le lamiera los sobacos (notó una descarga desconocida que le recorrió el cuerpo hasta llegar a la punta del capullo, manando chorros de lubricante). Dejó que le besara el pecho y llegara a los pezones, que ya estaban erectos y duros, que se los besara y los mordiera hasta hacerle daño. Cada vez su cuerpo reaccionaba con más lujuria, quería más, quería que su hijo fuera más fuerte y salvaje -Elio...hazme daño---hazme disfrutar...se un macho....
El hijo, ante las palabras de su padre, se volvió loco de lujuria y pasión. Su cuerpo era una brasa que crecía, se hacía grande y poderoso, mientras su padre era un juguete en sus manos. El juguete que más quería en el mundo, el más maravilloso y sensual que le cegaba la mente para dejar rienda suelta a todas sus pasiones carnales.
Agarró a su padre de la cabeza y le dio un beso desgarrador -no te preocupes...no te vas a arrepentir.
Le mordió el vello de las axilas y las olió con pasión, luego bajó por el pecho para volver a morder los pezones que ya le dolían a su padre de lo erectos que estaban, siguió bajando hasta llegar al ombligo y lamer ese agujerito cubierto de vello negro, y siguió bajando hasta notar la humedad del capullo de su padre en su boca, lo lamió, jugando con su lengua a su rededor, valle, frenillo, ese maravilloso agujerito por el que destilaba aquel manjar que le volvía adicto, bajó por el tronco lamiendo las venas, llegó a la base dónde comienza el escroto y le dio un pequeño mordisco. El padre no pudo contener un gemido de tremendo placer -Eliio por Dios...Muerde...muérdeme.....
Y Elio le mordió del escroto, mientras que las manos iban al encuentro del más preciado agujero de todos. Sus dedos lo encontraron y lo acariciaron. Ángel casi grita – Si Elio...por favor sigue...sigue...
El hijo se mojó un dedo con el líquido que rezumaba el padre y comenzó a masajear la entrada al más dulce de los lugares previstos. Le acariciaba la entrada y el ano del padre boqueaba de placer.
Con un movimiento certero dio la vuelta a su padre, le levantó las nalgas, se las abrió para dejar vía libre a esa maravillosa entrada y comenzó una mamada humeda, intensa y salvaje, que el padre disfrutaba como como un poseído. No había sentido nunca nada igual.
Toda la sensibilidad de su cuerpo se alojó en ese punto, haciendo de sus cojones y su polla un elemento secundario que se contraían, se hinchaban hasta el máximo y escupía por su punta. Pero el centro de toda la sensibilidad y lujuria estaba siendo lamida por su hijo, que a la vez le iba metiendo los dedos, dilatándole el pozito sagradol. Gemía como un animal, y suspiraba de gozo celestial.
Mete más -decía- mete más..Hazme tuyo...por favor...por Dios...
El hijo también estaba fuera de si. Estaba disfrutando de su padre y de la fuerza que estaba desarrollando. Era poderoso y estaba haciendo gozar a su padre con una intensidad que se les escapaba del entendimiento, porque todo lo que ahora les unía era una fuerza sexual extrema. Mientras abría a su padre el culo, ya bien húmedo, con las dos manos, le escupía el agujero negro, y fue abriéndolo, primero con los dos dedos índices. Abría y mojaba. Luego con los dos índices y los dos corazones. Abría escupía y metía. Su padre gemía dejando que todo el placer que sentía saliera por su garganta, gemía y resoplaba.
Elio, por favor ...no puedo más...hazme tuyo...métemela ya....fóllame...
La polla del hijo estaba a punto de reventar y tampoco podía esperar más. El pollón le dolía de la cantidad de sangre que se había almacenado en su capullo. Estaba a reventar. Caliente, muy caliente, mojado, muy mojado. Era una herramienta sexual perfecta para dar placer a ese culo hambriento, abierto y boqueante, que le ofrecía el ser mas maravillosos del mundo, a quien amaba por encima de todas las cosas y a quien no iba a renunciar.
Elio sabía que después de la posesión que se avecinaba todo sería distinto. Su padre no podría renunciar a el como el tampoco podría renunciar ya a su padre después de la posesión nocturna. Esto se convertiría en una comunión perfecta entre dos seres, que a partir de entonces sería uno.
El hijo cogió humedad de la polla de su padre, luego se escupió en la misma mano y metió esa humedad en el agujero suplicante de Ángel. Se escupió en su miembro y se embadurnó bien con saliva y con el lubricante natural que manaba de su miembro. Se cogió el cipote y lo apoyó en la entrada de su padre..Por favor Elio...ya...por favor...métela ya...Suplicaba padre agónicamente.
El hijo apuntó el glande en el centro de la diana y comenzó a empujar y a meter el ariete.
El padre notó como el capullo de su hijo se introducía en su interior. Se relajó esperando el dolor, se intentó relajar mientras su hijo le abría las cachas e iba introduciendo el nabo. El capullo entró. Le dolió. No tanto como pensaba pero le dolió, se tensó en un principio, luego se relajó. Quería aguantar ese dolor que luego sería placer -Sigue....sigue...
El hijo continuó entrando poco a poco, pero sin pausa. De vez en cuando el padre se tensaba por el dolor, pero luego se volvía a relajar y hacía que la penetración fuera más fácil. Elio no quería maltratar a su padre, no quería hacerle daño, sino proporcionarle el mayor placer posible.
De repente, el rabo del hijo entró hasta el final. Ángel se tensó. Le dolió al rebasar su hijo el último obstáculo. Elio le abrazó y le beso el cuello. Se quedó quieto mientras su padre se acostumbraba a su miembro. Le besaba el cuello y lamía la oreja. El padre giró la cabeza para besar a su amado. Las lenguas se lamieron mientras Ángel se relajaba.
Venga mi amor...comienza...sigue...
Entonces el hijo comenzó a follar a su padre lentamente, con cuidado mientras le acariciaba los huevos y la polla, el pecho y los pezones. El padre irguió la espalda para que la tranca de su hijo entrara hasta el fondo con más facilidad. Y puso sus manos sobre las de su hijo siguiendo sus caricias.
Ahora...eso si era placer. Notaba entrar y salir a su hijo de su interior provocándole un placer cercano al éxtasis. El placer anal que le estaba proporcionando junto con el contacto de sus manos acariciándole todo su cuerpo y sus genitales no parecía de este mundo...
Elio entraba y salía. Cada vez con más energía. Se sentía en el séptimo cielo. Y un poder emergía de su cuerpo hasta llegar a su miembro, que era comido, succionado y acariciado por el cálido orificio de su padre.
Papá...me corro...me corro
Si hijo...hazlo...si ...yo también...no puedo más...
Elio...me voy....
El padre estalló y su ano apretaba el miembro de su hijo a cada estallido.
El hijo aguanto hasta el segundo apretón que le dio el culo de su padre y estalló también.
Gimieron los dos, gritaron los dos, el hijo mordió con fuerza el cuello de su padre hasta que finalizaron la corrida. La sangre llegó hasta sus cabezas haciendo que las venas de la frente y el cuello se hincharan como mangueras. Elio mordió el cuello de su padre. Se fueron calmando. Se tumbaron en la cama. El padre boca a bajo todavía penetrado por su hijo. Se quedaron así. Se fueron relajando. Las respiraciones se fueron apaciguando. Fue llegando una placentera calma. El miembro de Elio fue resbalando fuera de su padre dejando en Ángel una extraña sensación de vacío e indefensión. El hijo dio la vuelta al padre. Quería mirar sus ojos. Su hermosa cara y su perfecto cuerpo. Le acarició con devoción y le besó tiernamente en los labios.
- Ahora dime que esto es una equivocación, que esto no es perfecto.
El padre acercó su boca a la de su hijo ambos las abrieron para dejar que sus lenguas se acariciaran.
Te amo Elio. Te amo con todas mis fuerzas. Tendremos que sobrellevar esta nueva situación.
Bueno, si esto es sobrellevarlo, vale... y los dos se rieron, se besaron y se quedaron juntos y abrazados en la cama matrimonial.
Si queréis comentar el relato mi correo es karl.koral@gmail.com