Padre e hijo
Mi papá tenía una verga enorme de unos 20 cm. toda venosa y con un glande que te dan ganas de mamar.
Mi nombre es Ricardo y vivo en San Sebastián, España. Tengo 19 años, ojos marrones, piel clara, mido 1.75m. En fin, un chico normal. Vivo con mi padre desde hace 6 años, pues mis padres se divorciaron y mi madre se volvió a casar otra vez y se mudó con su nuevo marido al extranjero. No sé por qué mis padres, pues mi padre es un hombre ejemplar y se mantiene bien aún a sus 40.
Yo como todo joven, necesito descargar mi deseo sexual de algún modo así que una tarde estaba bien excitado y llegué a casa más temprano de lo habitual, al llegar me di cuenta de que ya mi padre había llegado y que había vuelto al salir, por lo que me fui directo a la ducha. La verga la tenía dura y necesitaba un orgasmo urgentemente.
Fui a la planta baja, al living específicamente, encendí el computador y me entré en mi página porno favorita, seleccioné el video que me interesaba y lo puse a cargar unos segundos mientras me pajeaba un poco.
Cuando vi que el video se había terminado de cargar me puse de pie y comencé a pajearme lentamente mientras veía a la pareja del video follando de lo más rico.
―Aaaahhhhhhh―. Gemía de vez en cuando.
De pronto escuché pasos detrás de mí y vi a mi padre desnudándose y yo continué pajeándome lentamente, mientras veía como se quitaba la camisa, el pantalón y su slip.
Mi papá tenía una verga enorme de unos 20 cm. toda venosa y con un glande que te dan ganas de mamar.
Él se comenzó a pajear lentamente y fue aumentando el ritmo. Yo estaba metido en el video, pero de vez en cuando miraba la verga de papá, después de un rato me di cuenta de que papá veía más mi verga que el video y me pareció bien excitante, pues nunca me había pajeado delante de otra persona.
Mi padre se dio cuenta de que yo también me pajeaba mientras él se estaba pajeando. Entonces, para colmo de colmos se acabó el video y nosotros seguíamos pajeándonos mirando la verga del otro, hasta que mi papá paró de pajearse y se quedó mirándome de arriba abajo, es más si me comió completamente con los ojos.
―Ricardito, esa verga no se te va a bajar de esa forma, tú lo que necesitas es echar un buen polvo.
―Lo sé, pero a quien le voy a echar el polvo?
―No te preocupes, si de verdad quieres echar ese polvo seguidme y te prometo que vas a querer repetirlo.
Bajamos hasta el sótano y con cada paso que daba me estaba excitando más, la verdad es que nunca había alcanzado tal grado de excitación. He de aclarar que nuestro sótano es más o menos la habitación de huéspedes, pues cuenta con todo lo necesario para que un invitado se sienta cómodo incluso hay una cama tamaño matrimonio ahí debajo.
Entonces, supe las intenciones de mi padre, pero no me importó. Mi padre me miraba con lascivia, se acercó a mí y me besó, me besó como ninguna mujer lo había hecho, nuestras lenguas jugaban en nuestras bocas y nuestras respiración estaba acelerada.
―Ricardito, te voy a dar la mejor mamada de tu vida.
Mi papá se arrodilló en frente de mí y comenzó a pajear mi verga lentamente, después empezó a mamar el glande y después se metió mi verga entera en la boca, yo empecé a bombear con fuerza y a gemir como loco. La verdad es que mi papá tenía razón me estaba dando la mejor mamada de mi vida.
―Papi, sigue así…aaahhhhhh…ssiiiii
― ¿Te gusta hijo?
―Siiii…para papi a si no me voy a correr.
Él se levantó y comenzamos a besarnos otra vez, yo le empecé a acariciar la verga lentamente, cuando rompimos el beso fue mi turno para arrodillarme y mamarle la verga.
Se la mamé e intenté metérmela toda, pero me daban arcadas y tenía que sacármela, lo hacia una y otra vez hasta que mi papá me dijo que quería darme por el culo. Yo había visto en Internet que si un hombre quería tener más placer podía estimular la próstata, por lo que empecé a usar un consolador que había encontrado entre las cosas de mi padre y supuse que se le había olvidado a mi madre, sin embargo en este momento, creo que el consolador nunca perteneció a mi madre, sino a mi padre.
Me puse en la posición del “ perrito” y él me lamió el culo de lo más sabroso, empezó a ancharme el esfínter y a lubricar la entrada, cuando la lubricó lo suficiente me penetró.
Los dos gemimos al mismo tiempo al meterla y he aquí donde comenzó el verdadero placer.
―Aaaaaaaahhhhhhh…Oh, hijo que apretadito que estás!
―Más duro papi…
―Siiiiiii…que rico!
―Aaaahhhhhh
Despues cambiamos de posición y yo me puse encima de él y comencé a cabalgarlo.
― ¿Te gusta papi?
―Sii, hijo follame la verga!!!!!
―AAahhh, papi…sssssiiiiiii
―Me corro, me corro hijo
―Correte en mi culo papi, aaaaahhhhhh
―Siiiiiii, Ricardito, siiiiii
Sentí como su verga temblaba dentro de mi recto y unos chorros de semen tibio bañaban mi culo.
―Papi estuvo rico.
―Si, pero tu aun tienes que correrte.
Entonces papi empezó a pajearme de lo más rico y como estaba excitado empecé a correrme con ganas.
―Me corro, papi, me corro!
―Correte en mi boca hijo.
―Aaaaaaaaaaaahhhhh
Mi papá tenía razón, ese había sido el mejor polvo de mi vida. Desde entonces seguimos follando cada noche y cada vez que tenemos tiempo libre. Pero les contaré todas nuestras ricas travesuras en otro relato, adiós y que echen muchos polvos bien rico…