Pacto de sexo con mamá

Decidí presentarme a unas oposiciones y para ello debía encerrarme en casa durante meses para prepararme. Lo peor: lo de la falta de sexo, aunque se lo expuse a mama y llegamos a un acuerdo.

Pacto de sexo con mamá.

Decidí presentarme a unas oposiciones y para ello debía encerrarme en casa durante meses para prepararme. Lo peor: lo de la falta de sexo, aunque se lo expuse a mama y llegamos a un acuerdo.

Quien se haya preparado para presentarse a unas oposiciones sabrá lo duro que resulta la preparación. Debes encerrarte, olvidarte de amigos, descartar novias y durante meses dedicarte a estudiar día y noche. Yo acababa de terminar la carrera de derecho y me propuse presentarme a unas oposiciones. Me despedí de amigos, de una medía novia que tenía y me dispuse a superar el reto.

Mi madre me alentaba a que lo hiciera, de hecho era la promotora de aquella aventura. El día que estábamos juntos repasando la logística y valorando las dificultades me preguntó cual creía yo que sería la mayor dificultad, porque ella quería a toda costa que sacara las oposiciones y estaba dispuesta a colaborar con lo que fuese.

Después de valorar todas las dificultades que se me avecinaban le expuse francamente lo que yo creía que sería la mayor dificultad para superar el periodo de preparación y se lo dije sin reparos:

-Lo peor creo que será estar tantos meses sin practicar sexo con una mujer-

-Y cuanto sexo crees que vas a necesitar- me preguntó dispuesta a todas luces a buscar soluciones a esa dificultad.

Después de pensarlo unos instantes se lo dije: un par de veces por semana. Ella, sin dudarlo un sólo instante, me contestó absolutamente convencida:

-Eso yo te lo puedo proporcionar.

Hola, soy Damián, vivo en Segovia, una ciudad pequeña distante unos 100 kilómetros de Madrid. Tengo 24 años, acabo de terminar la carrera de derecho y estoy planificando mi futuro profesional. Entre las opciones que se me ofrecían, estuve valorando poner un despacho de abogados con otro compañero de carrera en la ciudad de Madrid, aunque mi madre quería a toda costa que me quedara en Segovia y que me preparase para unas oposiciones que habría dentro de unos meses en la ciudad.

Yo acepté un poco a regañadientes, aunque ante la insistencia de mi madre, decidí intentarlo. Me hice con el temario, me hice con los libros, acondicioné un poco la habitación en casa de mis padres y comencé el peor día del año, exactamente el 13 de Julio, un día con un calor sofocante.

En casa vivían mis padres, mi hermana dos años menor que yo y con novio con derecho a pernada, aunque habíamos pactado que durante el periodo de preparación de las oposiciones ellos estarían en casa lo menos posible, de modo que supuse que durante ese periodo se irían a follar a los pinares, pero me prometieron que en casa no me molestarían.

Ese día como a las 8 de la mañana salieron a sus trabajos mi padre y mi hermana y ya no volverían hasta las 3 de la tarde. Mi madre se quedaba en casa haciendo la comida y sus tareas de hogar y yo, según el plan que me había marcado, comenzaría mis estudios encerrado en mi habitación.

Como dije, ese lunes 13 de Julio hacía un calor sofocante, de modo que cuando a las 12 de la mañana entró mi madre en la habitación a preguntarme cómo me iba la cosa, se lo dije sin titubeos:

-Fatal, hace un calor sofocante y me estoy poniendo nervioso.

Ignoro qué interpreto mamá con eso de que me estaba poniendo nervioso, pero pronto lo comprendí. Yo ya casi había olvidado el pacto de sexo con mamá, eso de un par de veces por semana, aunque en ese momento lo relacioné. Mamá es una mujer de 46 años y de estatura y envergadura medía. Venía vestida sólo con una blusa medio abierta y un pantaloncito corto ceñido a la cintura. Se me acercó a la mesa, me acarició el pelo y me dijo:

-Bueno, a ver si puedo calmarte esos nervios un poco.

Cuando me quise dar cuenta estaba de rodillas bajo la mesa y sacándome la polla fuera del pantalón. Yo me quedé estupefacto y sin poder reaccionar, aunque ella tenía muy decidido lo que tenía que hacer. Al momento y después de unas breves caricias con la mano, noté que mi polla entraba en su boquita y comenzaba a chupármela a la vez que me hacía con las manos una paja.

Cuando sentí que mamá me la estaba chupando y haciéndome una paja sólo pude relajarme y disfrutar el momento. Era increíble la suavidad con la que mamá me estaba haciendo la mamada, notaba sus lamidas, notaba sus frágiles dedos sobándome la polla, notaba su calido aliento, notaba su lengua, notaba su entrega y al cabo del rato noté como me corría dentro de la boquita de mamá.

Nada más echar el último espasmo de leche dentro de la boca de mamá, se incorporó y salio nerviosa, muy nerviosa de la habitación. Yo estaba como flotando, mamá me había hecho una mamada y yo había eyaculado dentro de su boca. Miré hacía el suelo y no había ni gota de leche, señal de que se la había tragado toda. No sabía qué hacer, si seguir como si no hubiese sucedido nada o salir en su búsqueda, besarla y pedirle perdón por lo que le había hecho. Yo creo que ella tampoco era consciente de lo que habíamos hecho, porque la vi salir de la habitación muy turbada por la situación. Creo que actuamos de manera no premeditada y no fuimos conscientes de lo que estábamos haciendo.

Aunque poco a poco ese remordimiento inicial de haber mantenido un acto sexual con mamá se fue convirtiendo en un estado placentero y sensual. Comencé a recrear en mi mente el momento en que mamá se arrodilló frente a mí y con sus frágiles deditos comenzó a desabrocharme el pantalón. Comencé a deleitarme con el momento en que noté cómo me agarraba la polla y comenzaba a frotármela, cómo noté que entraba en su boca, su saliva, su aliento, su lengua y finalmente chorreando leche dentro de su boca. Estaba tan emocionado, tan turbado que sólo cuando escuché que mi padre entraba en casa salí de mi éxtasis y salí en busca de mamá.

Mamá estaba en la cocina, ya vestida. Nos cruzamos una miraba y la encontré turbada, las mejillas medio enrojecidas y las manos algo temblorosas, aunque para turbación la que yo llevaba encima, estaba empalmado, emocionado por lo sucedido, confuso por la situación y con unos deseos enormes de abrazar y besar a mamá. Si quieren que les diga, me parece que más o menos es lo que le sucedía a ella en ese momento.

Mi padre me preguntó por cómo se me había dado la mañana, le contesté que muy bien y con muchos ánimos. También escuché cómo le preguntaba a mamá que tal le había ido a ella y como le daba una larga cambiada y una respuesta vaga. Estaba claro que mamá estaba tan perpleja como yo por lo sucedido.

La tarde la pasé también encerrado en la habitación y con unas ganas locas de abrazar y de besar a mamá, pero no había cuestión, papá estaba en casa y no parecía que tuviese el más mínimo interés en salir a pasear y menos con la calor que hacía ese día en Segovia.

Fue como a eso de las ocho de la tarde cuando escuché que salían de casa. Pero ¡oh mala suerte! salían los dos a pasear. Yo me moría de ganas de abrazar a mamá y de besarla, pero no tuve ninguna oportunidad. Como a eso de las diez de la noche recalaban en casa y me llamaban para la cena. En ese momento tuve una pequeña ocasión, papá estaba en el baño y yo sólo con mamá en el comedor. Aproveché el momento, la abracé con una pasión inusitada y ella, con la misma pasión me correspondió. Estaba claro, mas allá de cualquier duda razonable, que los dos nos estábamos deseando mutuamente.

La noche la pasé en ascuas, empalmado, con unos deseos irrefrenables de refocilarme con mamá, no conseguía dormirme y me pasé la noche con la oreja puesta en el dormitorio de mis padres por si los escuchaba follar. Estaba tan encelado con mamá que temía que fuese a follar con papá, pero no fue el caso, o al menos yo no lo escuché. Al día siguiente me levanté como a eso de las 7,50 de la mañana y me fui casi directo al baño a darme una ducha. En eso andaba cuando entró en el baño mamá y me dijo escuetamente:

-Ya se han ido.

Yo salí de la ducha tan rápido como pude y me abracé a mamá. Los dos nos estábamos deseando porque nos abrazamos y nos besamos en la boca con avidez, con deseo, con ardor. Nuestras lenguas comenzaron a entrelazarse, nuestras manos comenzaron a acariciarnos, yo la desnudaba, ella se abrazaba a mi desnudez y se recreaba en mis nalgas, yo en sus tetitas, en su entrepierna, en la matita de pelo que cubría su chochito, en su apretadito culito. Ardíamos en deseo y nos entregamos con pasión.

Yo terminé arrodillado frente a ella, con su chochito a la altura de mi boca, lo acaricie primero con las manos, después con la lengua, al rato ya la estaba mamando con embelesamiento su encantadora rajita.

Yo no sabía que esto de las mamadas fuese tan jodidamente placentero. Me fascinó mamá ayer cuando me la mamó, pero hoy estaba absolutamente extasiado mamándole el chochito a mamá. Le metía la lengua en la rajita y a la vez le chupaba el clítoris. La tenía fuertemente agarrada por las nalgas y con la lengua la follaba por el chochito. Se la metía, se la sacaba, con suavidad pero con decisión, me relamía con los juguitos de su chumino, sentía su calentura en mis labios, sentía cómo su culito se encrespaba, cómo sus nalguitas se contraían, cómo su entrepierna me atenazaba con vigor la cabeza para mantenérmela pegada a su chochito y finalmente la explosión.

Sus primeros espasmos los noté en sus nalgas. La carne de gallina, contracciones, sacudidas, y pronto su chochito explosionando de placer. Las piernas le flaqueaban, los brazos se le desplomaban, las tetitas se le caían sobre mi cabeza, toda ella se abandonaba y se dejaba caer sobre el suelo del cuarto de baño, entre jadeos, vibraciones, temblores... se estaba corriendo casi desmayada de placer.

Tardamos una eternidad en recuperarnos, los dos estábamos tumbados uno encima del otro sobre el suelo del baño. Yo la tenia abrazada y mi polla pegada a su cuerpecito, creo que nunca había notado mi polla tan empalmada. Ella al rato y después de recuperar el aliento se la metió en la boca y comenzó como ayer a mamármela. Era una especie de mamada y paja simultanea. Yo no sabía con qué me deleitaba más, si con las mamadas o con la paja que me estaba metiendo, aunque si quieren que les diga, lo más de lo más era poder contemplar a mamá mamándomela.

Cuando comencé a bombear leche en la boca de mamá creí perder el conocimiento del placer tan inmenso que estaba experimentando. Mamá recibía la leche en su boca, se le llenaba la boca de leche, pero no derramaba ni una gota, toda se la tragaba. Yo notaba que me estaba vaciando pero ella no la derramaba, se relamía.

Fue casi una hora después cuando comenzamos a reaccionar, nos incorporamos, nos lavamos y cada mochuelo a su olivo: mamá a sus tareas y yo a la mesa de estudio. Bueno, eso es un decir, porque de estudiar nada de nada, me embobaba reviviendo los revolcones que me había metido con mamá.

Fue como a eso de la una del mediodía cuando salí de la habitación en busca nuevamente de mamá. Estaba en la cocina trajinando, la abracé por la espalda y la metí la mano en el chochito.

-Quieres más- me preguntó muy receptiva.

-Papá vendrá dentro de un rato y estaba pensando que antes me gustaría metértela- le dije besándola y sobándole las tetitas.

-Bueno cielo, pues vamos a la cama no sea que nos pille follando.

La agarré entre mis brazos y me dirigí directamente al dormitorio de mis padres. Ella antes de entrar me dijo:

-No será mejor que lo hagamos en tu habitación.

-No cielo, quiero follarte en la cama de matrimonio.

La deposité con mimo, con sumo cuidado en su cama, le bajé las braguitas, se me abrió de piernas y me dejó su chochito franco. Rezumaba flujos, estaba fresco, medio entreabierto, receptivo. Me subí encima de ella, enfilé mi polla y se la clavé a mamá.

El metesaca fue casi, casi de locura. Disfrutaba como un demente cada vez que se la clavaba y como un codicioso cada vez que se la sacaba para clavársela de nuevo. Mamá estaba tan entregada y tan concentrada que apenas unos minutos de metesaca y ya se me estaba corriendo. Yo me corrí como un potro, a lo salvaje, diciéndole salvajadas, haciendo referencias a su chochito, a su culito, planeando metérsela por el culito, diciéndole que quería darla por el culo, haciéndole propuestas salvajes, como: te voy a follar delante de papá, no sólo era sexo con mamá, era locura compartida, atracción brutal.

Su chochito comenzó a llenarse de leche, aunque ahora sí que se derramaba, le brotaba por la rajita y le corría por las piernas. Tuvimos que darnos prisa, porque corríamos el riesgo de que papá nos pillara en cama, aunque poco nos importaba, estábamos tan entusiasmados que no pensábamos en las posibles consecuencias.

Pasaron los días aunque el programa no ha variado demasiado: mucho sexo y poco estudio.

¿Las oposiciones? Bueno ya estoy programando un plan-b: abrir despacho en Madrid, comprarme un piso y traer a mamá uno o dos días a la semana para que venga a pasar el día conmigo. La excusa ante mi padre y mi hermana puede ser que venga a poner algo de orden en mi casa, aunque la intención la tengo muy clara: pasarme el día clavándosela a mamá, follándola, follándola, follándola.

Pancho Alabardero alabardero3@hotmail.com