Pacto de Honor - Última noche
Última noche, esto se acaba ya por desgracia. Como teníamos dinero suficiente hemos alquilado una casa rural y nos estamos pegando una buena juerga ahora mismo. En el baño me encuentro a Edgar, y entrarán en juego más personajes.
Última noche, esto se acaba ya por desgracia. Como teníamos dinero suficiente hemos alquilado una casa rural y nos estamos pegando una buena juerga ahora mismo. La última noche del campamento siempre es especial, nos montamos una fiesta con abundante alcohol y juegos, algunos más subidos de tono que otros.
Justo hemos acabado de jugar a uno en el que el que la lleva se tiene que tumbar bocabajo con los ojos cerrados y alguien se tumba encima suyo, si falla en adivinar quien es, la persona nombrada se tumba encima de los dos. El de abajo va quedando aplastado hasta que acierta o se rinde, y es un juego en el que hay mucho contacto físico.
Ahora hemos pasado a los retos, que pueden ser de cualquier tipo siempre y cuando no impliquen a terceras personas y finalizan con el perdedor bebiendo un trago generoso de cubata. Estamos todos bastante borrachos, y se nota. También he notado las miradas que se lanzan de vez en cuando Carla y Miguel, y por lo que veo Raúl también se ha percatado, puesto que me mira y hace un ligero gesto con la boca simulando una mamada, aunque no tengo del todo claro si lo hace por ellos o por lo que pasó la otra noche.
Son las 5 y media y ya se han ido casi todos a dormir, aunque aun quedamos 4 o 5 despiertos. He venido al baño a mear y al entrar me he encontrado a Edgar haciendo precisamente eso, puesto que no había cerrado la puerta con pestillo. Me ha dedicado una sonrisa y ha seguido a lo suyo como si nada. Me coloco a su lado y sacándome el rabo comienzo a mear yo también, sin perder detalle de cómo Edgar suelta un potente chorro por su gorda polla, que tiene descapullada y que me sigue sorprendiendo por su tamaño aun estando en reposo.
Acaba de mear y se sacude las últimas gotas, pero en vez de guardársela sigue sacudiéndosela poco a poco, mirándome el rabo. Veo como se le va poniendo dura poco a poco, y la mía también comienza a endurecerse según acabo de evacuar. Me la coge y me la sacude, y yo también le agarro la suya, ya morcillona y que se nota pesada y caliente en mi mano. Se acerca levemente y mis labios van a su encuentro, la boca ya entreabierta y la lengua ansiosa por encontrarse con la suya. Tengo ya la polla dura cuando nos separamos, pero la suya aun no lo está del todo aunque ya me supera en varios centímetros. Edgar empieza a arrodillarse cuando se abre de nuevo la puerta; no he puesto el pestillo al entrar.
Raúl se queda parado en la puerta, mirándonos con cara de dormido sin acabar de comprender. Aunque nuestras pollas han bajado ligeramente por el susto de la pillada, está clarísimo lo que estábamos haciendo, y pronto Raúl muestra una sonrisa al darse cuenta. Acaba de entrar y cierra la puerta tras de sí, echando el pestillo. Edgar (que se ha incorporado) y yo lo observamos quitarse la camiseta dejando al aire el fibrado torso según se acerca a nosotros sin dejar de sonreír con suficiencia.
-No hace falta que te levantes, ya hacías bien –lo tengo ya a mi lado y con el rabo fuera. Agarra a Edgar de los hombros y haciendo una ligera presión lo arrodilla delante de nuestras pollas. La mía vuelve a estar dura y es la primera que Edgar engulle, cogiendo la de Raúl con su mano derecha y comenzando a pajearle.
No pierdo detalle de cómo hace desaparecer centímetro a centímetro toda la longitud de mi polla dentro de su boca, pero cierro los ojos suspirando cuando noto el capullo pasando de largo su garganta. La saca igual de despacio, jugando con la lengua por el camino hasta que sólo el glande queda envuelto por sus labios, su lengua haciendo círculos alrededor y lamiendo la rajita de mi capullo. Abandona mi rabo para dedicarse a chupar el de Raúl, casi duro del todo. Me dedico a mirar como entra y sale de la boca de Edgar mientras me pajea; le supone aun menos esfuerzo que conmigo el metérsela entera por lo que Raúl no duda en follarle la boca agarrándole la cabeza por la nuca y bombeando con las caderas, hasta el punto de provocar que Edgar se empieza a poner rojo y chorretones de saliva caen desde su boca al suelo.
Me inclino y comienzo a lamer y morder el pezón de Edgar, pequeño y duro, y él me agarra presionando mi cabeza contra su duro pectoral sin dejar de mover las caderas contra la boca de Edgar. No obstante poco estoy así, me está empujando la cabeza para que me una a mi amigo. Por el camino beso y lamo sus bien marcados abdominales, y al llegar abajo Edgar (rojo y con lágrimas en los ojos, pero con una erección descomunal) pasa a lamerle los huevos dejándome vía libre para comerme la polla de Raúl, totalmente brillante y resbaladiza por el precum y la saliva. Aprovechando lo húmeda que está hago círculos con la mano alrededor de su glande, haciéndole gemir y retorcerse. El mayor gemido sin embargo lo ha dado al notar como me metía su polla entera en la boca, enterrando la nariz en su pubis. Raúl me tiene agarrada la cabeza impidiendo que me separe, ahogándome con su rabo hasta que no puedo más y comienzo a toser, momento en el que me libera. Edgar toma el relevo mientras me recupero del ataque de tos y de nuevo comienza a chupar casi con ansia, por lo que yo lo substituyo chupando los huevos de Raúl. Alterno entre uno y otro metiéndolos en mi boca, jugando y acariciándolos con la lengua, embriagado por el olor que desprenden y que me satura las fosas nasales.
Abandono sus cojones para a volver a chuparle la polla, pero Edgar no se retira por lo que ahora tiene dos bocas a disposición de su rabo. Nuestras lenguas se encuentran y pelean entre ellas mientras ambos le lamemos el capullo, que no deja de expulsar un salado y sabroso líquido preseminal. Cogiéndonos la cabeza a cada uno ha colocado su polla entre ambas bocas y está imprimiendo un ritmo frenético con las caderas, gimiendo sin cesar.
-Me voy a correr –avisa entrecortadamente-. Juntad las cabezas.
Se pajea con rapidez mientras su mano izquierda acaricia sus marcados abdominales. Tiene los ojos cerrados y la respiración cada vez más agitada. Edgar y yo estamos mejilla con mejilla esperando la inminente corrida, que no tarda en llegar. Soltando unos gemidos cortos y rápidos y doblando ligeramente las rodillas, Raúl comienza a correrse. El primer trallazo me pilla desprevenido y me sorprende cuando se estrella con fuerza contra mi boca, que por suerte estaba cerrada. Los que lo siguen se reparten equitativamente entre Edgar y yo, puesto que Raúl ha pasado a mover caóticamente su polla mientras la pajea por lo que su corrida salta en todas direcciones, manchándonos pelo, cara y cuerpo (“tendría que haberme quitado la camiseta yo también”).
Con un largo suspiro Raúl aprieta su polla dejando caer las últimas gotas de su corrida. Edgar por su parte me agarra y morrea con ansia, por lo que todo el semen que tenía en los labios ahora se distribuye entre ambas bocas.
-Mira que llegáis a ser maricones, ¿eh? –se ríe Raúl -. Hay que repetir esto más a menudo, que la chupáis muy bien.
Y sin previo aviso se agacha y nos da un corto beso en los labios a cada uno. Le observamos en silencio y sorprendidos vestirse e irse sin dejar de sonreír en ningún momento, y entonces nos miramos, aún incrédulos por lo último que acaba de pasar.
-Estoy muy caliente y llevo desde el otro día deseando metértela de nuevo. Deja que te folle –le pido.
-Vale, pero vamos a la habitación.
Una de las ventajas de esta casa rural es que tiene habitaciones de sobras y repartidas por toda la casa, por lo que no nos ha encontrado encontrar una lo suficientemente lejos de otra que estuviese ocupada, así podemos gozar de intimidad y es menos probable que nos escuchen. Mientras Edgar comprueba algo en su móvil me he ido quitando la ropa, así que le espero totalmente desnudo en la cama, con la polla dura y húmeda de excitación. Deja el móvil a un lado y se sube a la cama a cuatro patas, su cabeza directamente a la altura de mi rabo. Entierra la nariz en mis huevos, aspirando fuertemente, y yo le facilito el acceso abriendo mis piernas y doblando las rodillas. Tira de mi polla hacia sí, dejando mi capullo al aire y metiéndose un huevo en la boca. Noto como suelto un goterón de pre que se encarga de repartir por todo el glande con el pulgar haciendo círculos, mientras que su lengua ahora se entretiene con el otro huevo. Cogiéndole de los pelos suavemente lo dirijo a mi polla, que le espera dura como el acero. Edgar me mira, se pringa dos dedos de precum y me los mete en la boca a la vez que se traga entera mi polla. Gimo, chupo con avidez sus dedos notando mi propio sabor y levanto las caderas para enterrarle más profundo mi rabo, todo a la vez.
Edgar no decepciona, la habilidad y experiencia que tiene chupando son simplemente increíbles. Controla el ritmo perfectamente y es capaz de soportar un buen rato de follada de boca metiéndose toda mi polla hasta el fondo, mientras masajea mis huevos o me pellizca los pezones, siempre con las manos ociosas.
De golpe me ha agarrado y levantado las piernas, por lo que me encuentro con el culo expuesto en una postura no muy cómoda, todo sea dicho. El primer lengüetazo en mi ano me hace dar un pequeño respingo e instintivamente lo contraigo, pero lo relajo según prosigue comiéndome el culo y descubro que esta nueva sensación no está tan mal. Siento una mezcla entre cosquillas y placer que poco a poco se va decantando más hacia lo segundo, sobre todo ahora que su lengua ya no acaricia sino que se introduce completamente en mi culo. Abandona mi ano para retomar la mamada que me estaba haciendo, pero la mano que antes jugaba con mis cojones ahora descansa más abajo, su dedo corazón en mi interior haciendo ligeros movimientos circulares y de penetración. Me tiene ya al límite del orgasmo, y pese a que estoy deseando metérsela no puedo contenerme más y entre gemidos y espasmos exploto violentamente en su boca, agarrándole con fuerza la cabeza y apretándole para que no pueda retirarse. Su dedo se mueve más rápidamente dentro de mí mientras me corro, y mi culo lo aprieta fuertemente con cada contracción que doy. Lejos de intentar apartarse, él mismo se mete mi polla hasta la garganta recibiendo y tragando todos los trallazos que le disparo en el interior.
-¿Qué no querías metérmela? –me pregunta cuando termina de limpiarme el rabo.
-Y lo sigo queriendo –respondo recuperándome-. Pero es imposible contenerse con el pedazo de mamada que me estabas haciendo. Pero no te preocupes que me sigue quedando leche y ganas de follarte el culo. Me sobran ganas así como a ti te sobra ropa.
Le guiño el ojo y Edgar se ríe animadamente. Se quita la ropa rápidamente, tirándola al suelo sin orden alguno.
-¿Quieres mi culo? Pues aquí lo tienes, todo para ti.
Se colca a cuatro patas encima de mí, regalándome un primer plano de su culo sin apenas pelo. Sin darle más vueltas (no sé si será el alcohol, la excitación o una mezcla de ambas) me lanzo a enterrar mi cara entre sus nalgas, que separo con ambas manos. Paso mi lengua de arriba abajo haciendo presión cuando pasa por encima de su ano, que noto como se contrae. Hago círculos con la lengua, notando como se distienden y relajan los músculos hasta que puedo introducirla en su interior, y comienzo entonces un metesaca con la lengua mientras le estrujo las nalgas. Concentrado como estoy comiéndole el culo no me había dado cuenta de que Edgar me la estaba comiendo de nuevo, hecho del cual acabo de tomar conciencia al notar el placer de su lengua jugando con mi glande. Mi polla no ha bajado un ápice su dureza, y tras morderle la nalga izquierda le pido que me deje follármelo ya.
Edgar se tumba en la cama bocarriba y abre las piernas, agarrándolas con las manos para dejar su culo expuesto. Tras colocarme de rodillas entre sus piernas, me escupo un buen gapo en el rabo que esparzo por toda la longitud y bajo hasta que mi capullo se coloca en su entrada. Comienzo a hacer presión poco a poco, notando como mi polla va entrando centímetro a centímetro. Su culo se siente muy estrecho, me aprieta la polla y eso me encanta. Edgar está con los ojos cerrados y los labios apretados, y yo no me detengo hasta que mi cuerpo hace tope contra sus nalgas y aparentemente ya no puedo introducir más. Y digo aparentemente porque agarrándole de la cintura y dando un golpe de caderas consigo clavársela hasta el fondo, arrancándole un gemido de sorpresa.
-¡Ah! Joder, sí… vuelve a clavármela hasta el fondo.
-¿Así? –le pregunto dando otro golpe de cadera. Doy otro. Y otro más-. ¿Así o más fuerte?
-Más fuerte.
-¿Qué dices?- Golpe de cadera-. No te he oído bien.
-¡Que me des más fuerte! ¡Que me revientes a pollazos y me la claves hasta el fondo, que no siento nada!
El cabrón me ha conseguido picar así que dejo los golpes secos de cadera para pasar a enterrarle la polla lo más profundo posible casi con violencia, provocando que la cama se mueva en el proceso y él gima con cada acometida.
-Deberíais intentar ser un poco menos escandalosos –la voz proviene de la puerta y me pilla totalmente de improvisto. Salgo de Edgar deprisa y corriendo y me intento tapar según me giro. Juan nos observa desde el umbral de la puerta, apoyado en el marco con el torso desnudo y una evidente erección marcada en el pantalón de deporte.
-¿Qué coño haces tú aquí? –le increpo enojado. Por alguna razón me cabrea que sea él quien no haya pillado.
-Le dije yo que viniese –esa si que no me la esperaba. Ahora sé qué hacía Edgar con el móvil antes-. Os vi aquél día en el sofá, y no has querido hablar con él desde entonces… Es normal que el momento estuvieses confundido y no supieses ni lo que querías, pero ya has visto que no hay nada de malo en simplemente disfrutar y pasarlo bien. ¿Qué te parece si lo pasamos bien los tres? Puedes empezar por volver a meterme la polla hasta el fondo como hacías hace un momento.
Yo sigo mirando fijamente a Juan, quien está serio sin moverse de la puerta. Su polla sigue dura, mientras que la mía ha bajado un tanto con la tensión de la situación. Mientras hablaba, Edgar se ha ido colocando a mi espalda de rodillas también y tengo su polla apoyada en mi espalda, puedo notarla dura y caliente. Me besa suavemente el cuello, acariciándome el torso con una mano mientras la otra me hace ladear la cabeza para dejar mi cuello totalmente a su merced. Cierro los ojos y un suspiro se me escapa cuando me muerde, y finalmente la excitación vuelve a abrirse paso.
-Está bien, pero que me la chupe hasta que la vuelva a tener dura. Luego te pienso destrozar el culo, que lo sepas.
Como respuesta pasa a comerme con más pasión el cuello, y yo me dejo hacer sin abrir los ojos. Noto a Juan delante de mí, y mi boca le recibe entreabierta cuando junta sus labios con los míos. Nos morreamos de forma salvaje, nuestras lenguas entrando totalmente en la boca del otro, danzando la una alrededor de la otra mientras nuestros labios quedan pringosos de saliva. Le agarro con fuerza del cuello, impidiendo que separe su boca de la mía, y él me coge el rabo en respuesta.
-¿Qué se supone que debo hacer si ya la tienes dura del todo? – me lo pregunta con voz sensual, pasando la lengua por mi labio inferior al acabar de formularla. Sin responderle le empujo la cabeza hasta mi polla, que comienza a chupar.
Edgar ha abandonado mi cuello y se ha separado de mí. No sé que está haciendo hasta que lo noto entre mis piernas, se ha tumbado bocarriba metiendo la cabeza entre mis piernas, y me está comiendo los huevos mientras Juan se dedica a jugar con mi glande. Noto la lengua de Edgar acariciarme el perineo, y finalmente llega hasta mi ano. Me dejo caer sobre su cara, plantándole el culo en la boca para que me pueda meter la lengua hasta el fondo, y su nariz queda entre mis huevos. Juan me está demostrando que él también puede meterse mi polla entera en la boca, aunque con mayor dificultad que Edgar, y yo gimo mientras me pellizco el pezón para aumentar el placer que sus dos bocas me están haciendo sentir.
Empujándome las nalgas dejo salir a Edgar de debajo, quien se vuelve a tumbar ofreciéndome su culo. No me lo pienso y se la clavo de una sola estocada, arrancándole un quejido. Juan se coloca de pie en la cama y me ofrece su polla. La agarro sopesando su peso y dureza; aun con lo grande que es no supera la de Edgar. Recojo con la lengua la gota que hay en la punta y espero con la lengua fuera a que se agache pera compartirla, tras lo cual me meto media polla en la boca y comienzo a succionar con ansias. Comienzo también a mover las caderas, retomando la follada que le estaba pegando antes al blanco y estrecho culo de Edgar. Estoy teniendo problemas para coordinar las embestidas y la mamada, pero Juan en seguida lo soluciona agarrándome la cabeza con dos manos y comenzando a follarme él la boca. De esta manera yo sólo me centro en follar de forma rápida el culo de Edgar, con embestidas cortas y profundas. Él gime sin parar, agarrándose a las sábanas mientras yo le taladro sin piedad. Yo apenas puedo gemir porque mi boca está totalmente llena de la gorda polla de Juan, que cada vez intenta llegar más al fondo provocándome aluna que otra arcada. Agarrándome la cabeza con ambas manos de golpe logra meterla entera en mi boca, y yo comienzo a toser con lágrimas en los ojos. Me ha encantado sentirla toda.
-Dame más rabo –le pido.
-¿Quieres polla? –Asiento con la boca entreabierta-. Tranquilo que tendrás polla.
No obstante se aparta y se baja de la cama. No entiendo qué pretende hasta que se coloca detrás de mi de rodillas también. Quiero protestar pero me empuja hacia delante y caigo sobre Edgar, quien me recibe comiéndome la boca con lujuria y aferrándose a mi espalda. Juan por su parte me separa las nalgas y me escupe en el ano, y acto seguido noto la cabeza de su polla comenzando a hacer presión. Realmente su capullo es grande y siento como si me partiese en dos cuando entra de sopetón en mi culo. No puedo reprimir el bufido de dolor, y nos quedamos todos quietos un momento mientras mi culo se acostumbra al inesperado visitante.
Ya no me duele, así que agarro a Juan del culo y poco a poco lo acerco a mí, empalándome en el proceso. He dejado de moverme porque necesito que primero mi culo se dilate como para alojar semejante rabo. La sensación es increíble, y rara también. Me siento totalmente lleno, y soy incapaz de contener los gemidos según su polla se va abriendo paso. Aún no la ha metido entera pero ya se está retirando, para volver a entrar justo después, comenzando un lento metesaca que me va arrancando bufidos. Su polla se siente descomunal y cada vez que la mete provoca que la mía de un bote, me está encantando esta sensación. Además, cada vez sus embestidas llegan un poco más adentro, y provocan que mi rabo también se mueva dentro del culo de Edgar, por lo que comienzo a sentir placer por partida doble.
Le indico que se esté quieto y entonces soy yo el que comienza a moverse adelante y detrás, clavándome en la polla de Juan al retroceder del culo del Edgar y viceversa. Comienzo lentamente, pero voy subiendo el ritmo buscando cada vez más placer, alternando movimientos cortos y rápidos con otros más lentos y amplios que me permiten clavársela hasta el fondo a Edgar y también llenarme el culo a más no poder del rabazo de Juan, el cual me está empezando a volver loco. Pronto no puedo contenerme y me doy cuenta de que me estoy moviendo con frenesí gimiendo sin parar en la boca de Edgar, que no deja de morrearme.
Tras un rato llevando yo el ritmo Juan se ha cansado de no poder despacharse a gusto. Aprovechando que con su peso corporal y su posición puede controlar la situación fácilmente comienza a dar caña, con embestidas fuertes y profundas. Siento que me está destrozando el culo a base de pollazos, me la clava entera haciéndome ver las estrellas pero también haciéndome gemir de placer, me encanta como su polla me llena totalmente y cómo cada vez acelera más el ritmo, resoplando y jadeando. Edgar por su parte se está pajeando con furia, mirándonos con cara de vicio y de calentura, recibiendo mi polla que se ensarta en su culo cada vez que Juan me la clava. La combinación de la follada que me están pegando entre ambos me tiene extasiado, y siento cómo mi cuerpo se prepara para soltar toda la leche que me queda en el culo de Edgar. Justo les voy a avisar cuando…
-Puff no puedo mas tíos, tienes un culo súper estrecho y estoy muy cachondo, me voy a correr ya –avisa Juan.
-¡Lléname el culo que yo también me corro! ¡Joder, me corro!
Y menuda corrida. Juan de golpe me la ha clavado aun más profundo de lo que había llegado antes y ha comenzado a correrse en mi culo, desencadenando que yo haga lo mismo en el de Edgar. El orgasmo es tan bestia que me tienen que tapar la boca para intentar ahogar mis gemidos, que no puedo (ni quiero) controlar, y me da la sensación de que me estoy horas corriendo de lo intenso que es.
Cuando por fin mi mente vuelve a su sitio me doy cuenta de que he caído desplomado encima de Edgar, quien en algún momento también se ha corrido llenándose el torso de semen, el cual ahora también me mancha a mí. Mi culo sigue lleno con el rabo de Juan, y me escuece, pero ha sido una follada bestial que ya estoy deseando repetir. Deberá ser en otra ocasión, por desgracia, puesto que necesito descansar y además hoy es la última noche de este campamento.