Pacto
Relato lesbico.
TANGO La ciudad no eras vos No era tu confusin de lenguas ni de sexos No era el cerezo que floreca -blanco- detrs del muro como un mensaje de Oriente No era tu casa de mltiples amantes y frgiles cerraduras La ciudad era esta incertidumbre la eterna pregunta -quin soy- dicho de otro modo; quin sos.
De "Otra vez eros" 1994
Cristina Peri Rossi
Quién eres me pregunté cuando el sol entró de lleno por la ventana y abrí mis ojos y estabas ahí tendida a mi lado. Tu incipiente panza se asomaba tras las sábanas revueltas y tu piel tensa y suave me invitaba a acariciarla. No recordaba bien que había sucedido, pero tu perfume aún se alojaba en mi cuerpo. Apenas unas fugaces imágenes como relámpagos me venían a la memoria. Besos, caricias, confusión de lenguas, manos deambulando cuerpos ajenos, promesas que jamás se iban a cumplir. Todo era tan real y tan confuso, todo era tan bello y tan indecoroso.
Cerré los ojos nuevamente para poner en orden las ideas, para no creer que solo era un sueño. Al abrirlos, me encontré con su mirada cómplice, un cigarro a medio fumar se consumía entre sus dedos, mirándonos como si fuésemos un retrato.
El cabello revuelto tapaba parte de tu rostro, tus blancos dientes se asomaron regalándome una sonrisa, al tiempo que preguntabas y el desayuno ya esta pronto.
Tu naturalidad me perturbaba aún más. Todo para ti parecía tan habitual, inocente, como esa vida que llevas en tu vientre. En cambio para mí, tan ambiguo.
El agua del grifo caía sobre mi rostro, poniendo en su lugar cada pieza del rompecabezas. Ya todo era nítido y transparente.
Recordé el corcho del champagne y las burbujas salpicándonos, tu risa fresca inundando la habitación, la música moviendo nuestros cuerpos y ese beso ingenuo que nos dimos cual niñas explorando nuevas sensaciones.
Así inocuamente comenzó todo. El querer ver tu barriga, tus senos hinchados, nuestras imágenes contrastantes ante el espejo. Y al igual que el efecto dominó, una cosa fue llevándonos a otra. El beso inocente, el descubrir de cuerpos, el sentir de los dedos en la piel de la otra, jaleo de lenguas, aromas de frutos maduros, convidándonos a degustarnos.
Y ahora me pregunto: ¿quién soy?. Porque tu ya me respondiste.